busco la Verdad, el Bien, la BELLEZA, la buena literatura y el gran periodismo que se hizo en España lejos de la plebeyez y el mal gusto aunque nada de lo humano mes ajeno
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2008-04-20
2008-04-09
2008-04-05
VICENTE FERRER LA TROMPETA DEL JUICIO FINAL. GLOSOLALO Y TAUMATURGO
Hoy V Abril se cumplen 589 años de la muerte en Vinnes de Vicente Ferrer el dominico valenciano que vaciaba las mezquitas y las sinagogas porque predicó no sólo en tierra de moros y en las aljamas sino que en sus correrías misionales recorrió Inglaterra norte de escocia Alemania Francia Italia Castilla y Portugal. Le llaman la Trompeta del Juicio Final el Glosolalo de la Gracia miel derramada en la lengua y fuego en las entrañas. Hacía que sus audiencias-como no cabían las multitudes en los templos- tenía que predicar en las campas. No necesitaba micrófonos y las diferencias del idioma para este taumaturgo no suponían dificultad. Poseía el don de lenguas, el de introspección de conciencias, el sermoneaba en valenciana y sus oyentes le entendían en su propia lengua fuera castellano, catalán, provenzal, francés, alemán o córnico. Hoy sería un santo atípico o si se quiere políticamente incorrecto porque en sus sermones fustigaba a los judíos y a los mahometanos. Seguramente que sería “descanonizado” en la actualidad con esto del dialogo de las civilizaciones. Pero los pecadores se arrojaban a sus pies demandando confesión, las mujeres públicas abandonaban el oficio, los príncipes de las naciones le incitaban a sus reinos, los rabinos quemaban el Talmud y arrojaban las filacterias al fuego y los alfaquíes quemaban el Corán. ¿No estaremos ante una exageración de los hagiógrafos? Que va. Este valenciano que subía al público con una santiguada y se dirigía a sus fieles con un “bona gent” de su lengua natal iba por los caminos rodeado de una turba de disciplinantes, era como una cremá. Conmovió a Europa entera después de la peste negra de 1348 – él había nacido al año siguiente- anunciando los Novísimos. Se acercaba el fin. Se oían ya las trompetas del último juicio. Sonaban los cascos de los caballos bermejos del Apocalipsis. Convertíos. Metanoite. Y le hacían caso. El mundo no había conocido tanta elocuencia. Él representa el ápice apoteósico de la cultura cristiana plasmada en las gárgolas de las catedrales del gótico tardío. Recuerdo que en mi infancia iba a misa a una iglesia que llaman en Segovia el Cristo del Mercado donde había una lápida que recordaba que san Vicente Ferrer había predicado en aquel templo que era humilde y chico en realidad una ermita pero yo me imaginaba que las filas de feligreses llegarían hasta el Azoguejo. Lo que nunca me ha cabido en la cabeza era que el buen dominico hablase en valenciano cerrado y se le entendiera en castellano claro. Confesé mis dudas un día a don Evaristo un cura castrense que oficiaba los domingos en la ermita del Cristo y éste me dijo:
-¿Por qué te extrañas? Hijo, para Dios no hay nada imposible.
La contestación no me parecía muy convincente y bajaba las escalerillas de la imponente entrada de la Ermita del Cristo del Mercado donde a cada lado de la puerta se alzan sendas acroteras o bolas de piedra que podían pesar sus buenas dos toneladas y cruzando delante del cuartel de la Guardia Civil donde había siempre un cabo puertas que era el padre de una niña que me gustaba la Toñi volvíamos a casa a desayunar. Yo pensaba en el glosolalo en sus reconvenciones en sus diatribas celestiales. ¿Cómo se las compondrá san Vicente para que le hicieran caso si la mitad del personal escuchaba al páter don Evaristo que decía la misa en un santiamén con sus latines comidos y deprecantes como quien escucha llover? Claro que era un santo y los santos lo pueden todo. Son taumaturgos. Hacen milagros. Y me imaginaba aquel dominico alto de ojos azules con un cerquillo rubio muy bien marcado diciendo misa en aquel altar barroco rodeado de un par de ángeles y no como los nonatos que ayudaban a misa a don Evaristo a los que acabada la ceremonia si habían dicho mal el confiteor o por haberse distraído en el “suscipiat” los inflaba a sopapos ya en la sacristía. Uno siempre ha sido idealista y ha soñado en cosas perfectas que no se dan en la ingrata realidad. La voz ronca del páter del regimiento (fumaba como un carretero caldo de gallina) y apenas se le entendía debía de tener poco que ver con la voz de plata de aquel fraile al que llamaban la Trompeta del Juicio. Yo me hacía mis propias composiciones de lugar y empecé a amar a la Iglesia pero aquélla tenía poco que ver con la humilde iglesuca del Cristo del Mercado. Después ya estudiante me impresionó la imagen de un cuadro que tenía nuestro libro de historia y en la cual aparecía Vicente Ferrer con su hábito blanco y su manto negro arengando a los compromisarios de Caspe. Don Ramón aquel también era cura y capellán del hospicio un convento dominico del siglo XV donde había una inscripción del gótico isabelino en que se explayaba la frase del tanto monta, monta tanto nos decía que el compromiso de Caspe fue el primer paso hacia la unidad de la patria española y nos quedamos tan contentos. Aquel valenciano me cayó siempre bien y tuvo que ver con otros “chés” que he conocido después. Así que el compromiso de Caspe estuvo muy bien y también su intervención a la hora de resolver el cisma de Occidente poniendo los intereses generales a los suyos particulares y teniendo que renunciar a su amistad con Pedro de Luna Benedicto XIII que quiso hacer a Vicente Ferrer obispo de Valencia. A veces la ingratitud – y el santo la tuvo para con el amigo de toda la vida- puede ser santa. Pero Benedicto XIII se mantuvo en sus trece cuando fue preconizado Martín V después del concilio de Constanza y a mí Vicente Ferrer siempre me pareció un superman de Cristo a los que la hagiografía católico que trató con mucho esmero durante siglos y ahora relega al cajón del olvido porque son tiempos del revés. Ni media palabra sobre el Apocalipsis ni del milenio igualitario y eso de convertir a los moros y a los judíos ya no se lleva. Son nuestros creyentes los que estan apostatando en masa de la vieja fe. El Vaticano va a “descanonizar” al bueno de san Vicente y hará subir a los altares el papa judío que ha dejado la Iglesia de Cristo como un patatar i un campo de nabos pero el polaco cuenta con el beneplácito del Gran Hermano. Bien están los santos en los altares pero aun dentro de la Iglesia hay categorías y existen santos de primera y de segundo categoría. A san Juan Pablo II e pondrán en la fila de delante y al pobre san Vicente lo enviarán al pelotón de los torpes y meterán su imagen en algún desván empolvado o la regalarán a una oscura capilla para que las beatas le una perrona al cepillo. Claro que de dinero y santidad decía mi abuela la mitad de la mitad... Hoy cinco de abril-seguimos el viejo misal romano- toca misa de Doctores. Os justi meditabutur sapientiam. De la boca del justo fluye la sapiencia etc.
sábado, 05 de abril de 2008
Hoy V Abril se cumplen 589 años de la muerte en Vinnes de Vicente Ferrer el dominico valenciano que vaciaba las mezquitas y las sinagogas porque predicó no sólo en tierra de moros y en las aljamas sino que en sus correrías misionales recorrió Inglaterra norte de escocia Alemania Francia Italia Castilla y Portugal. Le llaman la Trompeta del Juicio Final el Glosolalo de la Gracia miel derramada en la lengua y fuego en las entrañas. Hacía que sus audiencias-como no cabían las multitudes en los templos- tenía que predicar en las campas. No necesitaba micrófonos y las diferencias del idioma para este taumaturgo no suponían dificultad. Poseía el don de lenguas, el de introspección de conciencias, el sermoneaba en valenciana y sus oyentes le entendían en su propia lengua fuera castellano, catalán, provenzal, francés, alemán o córnico. Hoy sería un santo atípico o si se quiere políticamente incorrecto porque en sus sermones fustigaba a los judíos y a los mahometanos. Seguramente que sería “descanonizado” en la actualidad con esto del dialogo de las civilizaciones. Pero los pecadores se arrojaban a sus pies demandando confesión, las mujeres públicas abandonaban el oficio, los príncipes de las naciones le incitaban a sus reinos, los rabinos quemaban el Talmud y arrojaban las filacterias al fuego y los alfaquíes quemaban el Corán. ¿No estaremos ante una exageración de los hagiógrafos? Que va. Este valenciano que subía al público con una santiguada y se dirigía a sus fieles con un “bona gent” de su lengua natal iba por los caminos rodeado de una turba de disciplinantes, era como una cremá. Conmovió a Europa entera después de la peste negra de 1348 – él había nacido al año siguiente- anunciando los Novísimos. Se acercaba el fin. Se oían ya las trompetas del último juicio. Sonaban los cascos de los caballos bermejos del Apocalipsis. Convertíos. Metanoite. Y le hacían caso. El mundo no había conocido tanta elocuencia. Él representa el ápice apoteósico de la cultura cristiana plasmada en las gárgolas de las catedrales del gótico tardío. Recuerdo que en mi infancia iba a misa a una iglesia que llaman en Segovia el Cristo del Mercado donde había una lápida que recordaba que san Vicente Ferrer había predicado en aquel templo que era humilde y chico en realidad una ermita pero yo me imaginaba que las filas de feligreses llegarían hasta el Azoguejo. Lo que nunca me ha cabido en la cabeza era que el buen dominico hablase en valenciano cerrado y se le entendiera en castellano claro. Confesé mis dudas un día a don Evaristo un cura castrense que oficiaba los domingos en la ermita del Cristo y éste me dijo:
-¿Por qué te extrañas? Hijo, para Dios no hay nada imposible.
La contestación no me parecía muy convincente y bajaba las escalerillas de la imponente entrada de la Ermita del Cristo del Mercado donde a cada lado de la puerta se alzan sendas acroteras o bolas de piedra que podían pesar sus buenas dos toneladas y cruzando delante del cuartel de la Guardia Civil donde había siempre un cabo puertas que era el padre de una niña que me gustaba la Toñi volvíamos a casa a desayunar. Yo pensaba en el glosolalo en sus reconvenciones en sus diatribas celestiales. ¿Cómo se las compondrá san Vicente para que le hicieran caso si la mitad del personal escuchaba al páter don Evaristo que decía la misa en un santiamén con sus latines comidos y deprecantes como quien escucha llover? Claro que era un santo y los santos lo pueden todo. Son taumaturgos. Hacen milagros. Y me imaginaba aquel dominico alto de ojos azules con un cerquillo rubio muy bien marcado diciendo misa en aquel altar barroco rodeado de un par de ángeles y no como los nonatos que ayudaban a misa a don Evaristo a los que acabada la ceremonia si habían dicho mal el confiteor o por haberse distraído en el “suscipiat” los inflaba a sopapos ya en la sacristía. Uno siempre ha sido idealista y ha soñado en cosas perfectas que no se dan en la ingrata realidad. La voz ronca del páter del regimiento (fumaba como un carretero caldo de gallina) y apenas se le entendía debía de tener poco que ver con la voz de plata de aquel fraile al que llamaban la Trompeta del Juicio. Yo me hacía mis propias composiciones de lugar y empecé a amar a la Iglesia pero aquélla tenía poco que ver con la humilde iglesuca del Cristo del Mercado. Después ya estudiante me impresionó la imagen de un cuadro que tenía nuestro libro de historia y en la cual aparecía Vicente Ferrer con su hábito blanco y su manto negro arengando a los compromisarios de Caspe. Don Ramón aquel también era cura y capellán del hospicio un convento dominico del siglo XV donde había una inscripción del gótico isabelino en que se explayaba la frase del tanto monta, monta tanto nos decía que el compromiso de Caspe fue el primer paso hacia la unidad de la patria española y nos quedamos tan contentos. Aquel valenciano me cayó siempre bien y tuvo que ver con otros “chés” que he conocido después. Así que el compromiso de Caspe estuvo muy bien y también su intervención a la hora de resolver el cisma de Occidente poniendo los intereses generales a los suyos particulares y teniendo que renunciar a su amistad con Pedro de Luna Benedicto XIII que quiso hacer a Vicente Ferrer obispo de Valencia. A veces la ingratitud – y el santo la tuvo para con el amigo de toda la vida- puede ser santa. Pero Benedicto XIII se mantuvo en sus trece cuando fue preconizado Martín V después del concilio de Constanza y a mí Vicente Ferrer siempre me pareció un superman de Cristo a los que la hagiografía católico que trató con mucho esmero durante siglos y ahora relega al cajón del olvido porque son tiempos del revés. Ni media palabra sobre el Apocalipsis ni del milenio igualitario y eso de convertir a los moros y a los judíos ya no se lleva. Son nuestros creyentes los que estan apostatando en masa de la vieja fe. El Vaticano va a “descanonizar” al bueno de san Vicente y hará subir a los altares el papa judío que ha dejado la Iglesia de Cristo como un patatar i un campo de nabos pero el polaco cuenta con el beneplácito del Gran Hermano. Bien están los santos en los altares pero aun dentro de la Iglesia hay categorías y existen santos de primera y de segundo categoría. A san Juan Pablo II e pondrán en la fila de delante y al pobre san Vicente lo enviarán al pelotón de los torpes y meterán su imagen en algún desván empolvado o la regalarán a una oscura capilla para que las beatas le una perrona al cepillo. Claro que de dinero y santidad decía mi abuela la mitad de la mitad... Hoy cinco de abril-seguimos el viejo misal romano- toca misa de Doctores. Os justi meditabutur sapientiam. De la boca del justo fluye la sapiencia etc.
sábado, 05 de abril de 2008
2008-04-04
4 de abril SAN ISIDORIO PATRÓN DE LA UNIDAD DE ESPAÑA
SAN ISIDORO DE SEVILLA SANTO MOZARABE DOCTOR DE LA IGLESIA
Cumbre del intelecto espejo de la caridad cristiano san Isidoro sucedió a su hermano Leandro en la sede metropolitana que junto con la de Tarragona Mérida Toledo y Zaragoza era el baluarte del catolicismo hispanovisigótico a principios del siglo VII. Fue sobre todo un maestro de obispos el que dice en una de sus homilías: Ante todo el obispo si quiere cumplir su santa misión ha de leer de continuo las Escrituras estudiar los cánones velar y ayunar y orar mucho y hermanar la autoridad con la caridad poniendo ambas virtudes bajo la tutela de la caridad virtud esta sin la cual las demás virtudes no existen.
Preconizado metropolita de Sevilla el año 601, fue tenido por el hombre más sabio de su tiempo. Sus etimologías constituyen un digesto enciclopedia de toda la ciencia antigua. Gran parte de los conocimientos medievales fueron al husmo de los escritos del santo hispalense. Con la pluma combatió a los arrianos que no creían en la procesión trinitaria el mal de la época de aquel cristianismo que no abrazan la fe católica hasta la conversión de Leovigildo. Ningún escritor más leído en la antigüedad pero carece de un biógrafo por lo que su vida ha de ser entresacada o conjeturada a través de sus escritos. Parece ser que nació en Cartagena de donde era su familia de donde son desalojados por los invasores bizantinos. En sus escritos se lamenta la desmembración de la patria y secunda a Atanagildo en sus esfuerzos por expulsar al invasor de Levante. Es un irredentista que en las desgracias de la patria llora también las desgracias familiares. Huyendo del yugo extranjero llegó a Sevilla su padre Severiano que profesaba a los reyes de Toledo el año 552. Su madre arriana es bautizada por su propio hijo ya presbítero y tiene una hermana que se llama Florinda que ingresa en un convento y otro hermano mayor Leandro que también alcanzó la santidad. Él se hizo monje y parece ser que fue idumeo de uno de los populosos monasterios que se establecieron en Córdoba a orillas del Guadalquivir. Era infatigable en la lectura y tenía una memoria prodigiosa. Todo un erudito pues. Cuando estalla la confrontación entre arrianos bizantinos y godos del oeste Isidoro empieza a distinguirse como defensor de la ortodoxia entre los años 580 y el 585. Gran aficionado a los libros – para él un libro nuevo era una gracia de Dios- recopila todos los manuscritos griegos y latinos tanto de patrística como de las artes liberales. Logra formar una biblioteca que tuvo prestigio durante la Alta Edad Media con la recensión de la Vulgata que hizo san Peregrino y en los estantes figuran libros de Orígenes “el doctor verísimo”, san Hilario, Ambrosio, Crisóstomo, san Jerónimo y Agustín, san Cipriano maestro de la caridad y Prudencio “el de la dulce boca”, Eusebio, Orosio, Galo y Paulo eminentes juristas pero también los poetas clásicos Horacio, Perseo, Marcial, Cicerón, Varrón Virgilio. A todos estos escritores paganos los llamaba “mis dulces espinas”. Durante toda su vida exhortó a leer y a sacudir la pereza. Que gran español por cuyas sendas incomprendidas y ocultas al vulgo muchos le seguimos. Puede decirse que es el gran patrón de los escritores españoles de todos los que piensan y de los que buscan respuestas en Xto. a las incógnitas que nos rodean. Pero la ciencia no ha de ser especulativa sino practica pues está diseñada para el bien y para ayudar a los semejantes y de ahí que el santo monje y obispe realice experimentos de astronomía, de matemáticas y de medicina impulsando los conocimientos del Trivium y el Quadrivium. La jurisprudencia la mineralogía con sus lapidarios en sus escritos se dan la mano con la teología y la cosmogonía. Su celda olía a saúco a menta y a artemisa u allí se oye el rasguear de los cálamos de pluma de ganso y el chisporroteo de los candiles cerca del rumor de las aguas del Betis. Decía que los folios bien escritos conducen a a la perfección al contento personal y al concento estético pues hasta de música sabía y compuso himnos litúrgicos. Es un nardo que crece en el jardín de Andalucía. Escribe al obispo Braulio de Zaragoza y le cuenta los progresos de su escritorio de sus hierbas del pigmentario y de sus lapidarios hablando de las calidades del oro del lapislázuli del incienso y del nardo y de las cañas terapéuticas que ha encontrado a la orilla del Guadalquivir. Ordena a sus copistas que guarden silencio y su regla de oro es el “sile et psalle” de los monjes de la Tebaida. “Canta y guarda silencio”. Escribe una regla para los monjes visigodos. Su pasión era el orden, predica aconseja y amonesta como aquel obispo que había abrazado el eutiquianismo y trata de esquilmar la impronta arriana que era el flagelo teológico de aquellos viejos creyentes y sus Etimologías que dedica al rey Sisebuto empieza con loores a España: “De todas las tierras que hay desde el océano a la India tú eres la más hermosa, Hispania sagrada, madre feliz de príncipes y de pueblos. Tú eres la gloria y el ornamento del orbe la reina de las provincias, la que fue armada del poderío de la goda estirpe, que alzó en ella un imperio glorioso donde brillan las riquezas”. Enamorado de la unidad española fue nuestro primer nacionalista y es por cierto por lo que su figura es importante cuando se habla de que no existe patriotismo español y la vieja cepa hispánica se nos desgaja en autonomías. Eso ya es viejo como demuestra Isidoro. Forma parte del mal visigótico. El año 633 ya octogenario preside las sesiones del Cuarto Concilio de Toledo donde sienta las bases del culto en las basílicas la tonsura de los clérigos y la homologación del rito. Proclama la unidad litúrgica que fomentaría después el arzobispo Ildefonso de Toledo el más famoso de sus discípulos. El gran pedagogo dormiría en el Señor el año de gracia del 636 después de haber tratado de sofocar mediante la paciencia y la persuasión una revuelta de los judíos que trajo en jaque al monarca elegido Sisebuto.
Cumbre del intelecto espejo de la caridad cristiano san Isidoro sucedió a su hermano Leandro en la sede metropolitana que junto con la de Tarragona Mérida Toledo y Zaragoza era el baluarte del catolicismo hispanovisigótico a principios del siglo VII. Fue sobre todo un maestro de obispos el que dice en una de sus homilías: Ante todo el obispo si quiere cumplir su santa misión ha de leer de continuo las Escrituras estudiar los cánones velar y ayunar y orar mucho y hermanar la autoridad con la caridad poniendo ambas virtudes bajo la tutela de la caridad virtud esta sin la cual las demás virtudes no existen.
Preconizado metropolita de Sevilla el año 601, fue tenido por el hombre más sabio de su tiempo. Sus etimologías constituyen un digesto enciclopedia de toda la ciencia antigua. Gran parte de los conocimientos medievales fueron al husmo de los escritos del santo hispalense. Con la pluma combatió a los arrianos que no creían en la procesión trinitaria el mal de la época de aquel cristianismo que no abrazan la fe católica hasta la conversión de Leovigildo. Ningún escritor más leído en la antigüedad pero carece de un biógrafo por lo que su vida ha de ser entresacada o conjeturada a través de sus escritos. Parece ser que nació en Cartagena de donde era su familia de donde son desalojados por los invasores bizantinos. En sus escritos se lamenta la desmembración de la patria y secunda a Atanagildo en sus esfuerzos por expulsar al invasor de Levante. Es un irredentista que en las desgracias de la patria llora también las desgracias familiares. Huyendo del yugo extranjero llegó a Sevilla su padre Severiano que profesaba a los reyes de Toledo el año 552. Su madre arriana es bautizada por su propio hijo ya presbítero y tiene una hermana que se llama Florinda que ingresa en un convento y otro hermano mayor Leandro que también alcanzó la santidad. Él se hizo monje y parece ser que fue idumeo de uno de los populosos monasterios que se establecieron en Córdoba a orillas del Guadalquivir. Era infatigable en la lectura y tenía una memoria prodigiosa. Todo un erudito pues. Cuando estalla la confrontación entre arrianos bizantinos y godos del oeste Isidoro empieza a distinguirse como defensor de la ortodoxia entre los años 580 y el 585. Gran aficionado a los libros – para él un libro nuevo era una gracia de Dios- recopila todos los manuscritos griegos y latinos tanto de patrística como de las artes liberales. Logra formar una biblioteca que tuvo prestigio durante la Alta Edad Media con la recensión de la Vulgata que hizo san Peregrino y en los estantes figuran libros de Orígenes “el doctor verísimo”, san Hilario, Ambrosio, Crisóstomo, san Jerónimo y Agustín, san Cipriano maestro de la caridad y Prudencio “el de la dulce boca”, Eusebio, Orosio, Galo y Paulo eminentes juristas pero también los poetas clásicos Horacio, Perseo, Marcial, Cicerón, Varrón Virgilio. A todos estos escritores paganos los llamaba “mis dulces espinas”. Durante toda su vida exhortó a leer y a sacudir la pereza. Que gran español por cuyas sendas incomprendidas y ocultas al vulgo muchos le seguimos. Puede decirse que es el gran patrón de los escritores españoles de todos los que piensan y de los que buscan respuestas en Xto. a las incógnitas que nos rodean. Pero la ciencia no ha de ser especulativa sino practica pues está diseñada para el bien y para ayudar a los semejantes y de ahí que el santo monje y obispe realice experimentos de astronomía, de matemáticas y de medicina impulsando los conocimientos del Trivium y el Quadrivium. La jurisprudencia la mineralogía con sus lapidarios en sus escritos se dan la mano con la teología y la cosmogonía. Su celda olía a saúco a menta y a artemisa u allí se oye el rasguear de los cálamos de pluma de ganso y el chisporroteo de los candiles cerca del rumor de las aguas del Betis. Decía que los folios bien escritos conducen a a la perfección al contento personal y al concento estético pues hasta de música sabía y compuso himnos litúrgicos. Es un nardo que crece en el jardín de Andalucía. Escribe al obispo Braulio de Zaragoza y le cuenta los progresos de su escritorio de sus hierbas del pigmentario y de sus lapidarios hablando de las calidades del oro del lapislázuli del incienso y del nardo y de las cañas terapéuticas que ha encontrado a la orilla del Guadalquivir. Ordena a sus copistas que guarden silencio y su regla de oro es el “sile et psalle” de los monjes de la Tebaida. “Canta y guarda silencio”. Escribe una regla para los monjes visigodos. Su pasión era el orden, predica aconseja y amonesta como aquel obispo que había abrazado el eutiquianismo y trata de esquilmar la impronta arriana que era el flagelo teológico de aquellos viejos creyentes y sus Etimologías que dedica al rey Sisebuto empieza con loores a España: “De todas las tierras que hay desde el océano a la India tú eres la más hermosa, Hispania sagrada, madre feliz de príncipes y de pueblos. Tú eres la gloria y el ornamento del orbe la reina de las provincias, la que fue armada del poderío de la goda estirpe, que alzó en ella un imperio glorioso donde brillan las riquezas”. Enamorado de la unidad española fue nuestro primer nacionalista y es por cierto por lo que su figura es importante cuando se habla de que no existe patriotismo español y la vieja cepa hispánica se nos desgaja en autonomías. Eso ya es viejo como demuestra Isidoro. Forma parte del mal visigótico. El año 633 ya octogenario preside las sesiones del Cuarto Concilio de Toledo donde sienta las bases del culto en las basílicas la tonsura de los clérigos y la homologación del rito. Proclama la unidad litúrgica que fomentaría después el arzobispo Ildefonso de Toledo el más famoso de sus discípulos. El gran pedagogo dormiría en el Señor el año de gracia del 636 después de haber tratado de sofocar mediante la paciencia y la persuasión una revuelta de los judíos que trajo en jaque al monarca elegido Sisebuto.