2008-04-05

VICENTE FERRER LA TROMPETA DEL JUICIO FINAL. GLOSOLALO Y TAUMATURGO

Hoy V Abril se cumplen 589 años de la muerte en Vinnes de Vicente Ferrer el dominico valenciano que vaciaba las mezquitas y las sinagogas porque predicó no sólo en tierra de moros y en las aljamas sino que en sus correrías misionales recorrió Inglaterra norte de escocia Alemania Francia Italia Castilla y Portugal. Le llaman la Trompeta del Juicio Final el Glosolalo de la Gracia miel derramada en la lengua y fuego en las entrañas. Hacía que sus audiencias-como no cabían las multitudes en los templos- tenía que predicar en las campas. No necesitaba micrófonos y las diferencias del idioma para este taumaturgo no suponían dificultad. Poseía el don de lenguas, el de introspección de conciencias, el sermoneaba en valenciana y sus oyentes le entendían en su propia lengua fuera castellano, catalán, provenzal, francés, alemán o córnico. Hoy sería un santo atípico o si se quiere políticamente incorrecto porque en sus sermones fustigaba a los judíos y a los mahometanos. Seguramente que sería “descanonizado” en la actualidad con esto del dialogo de las civilizaciones. Pero los pecadores se arrojaban a sus pies demandando confesión, las mujeres públicas abandonaban el oficio, los príncipes de las naciones le incitaban a sus reinos, los rabinos quemaban el Talmud y arrojaban las filacterias al fuego y los alfaquíes quemaban el Corán. ¿No estaremos ante una exageración de los hagiógrafos? Que va. Este valenciano que subía al público con una santiguada y se dirigía a sus fieles con un “bona gent” de su lengua natal iba por los caminos rodeado de una turba de disciplinantes, era como una cremá. Conmovió a Europa entera después de la peste negra de 1348 – él había nacido al año siguiente- anunciando los Novísimos. Se acercaba el fin. Se oían ya las trompetas del último juicio. Sonaban los cascos de los caballos bermejos del Apocalipsis. Convertíos. Metanoite. Y le hacían caso. El mundo no había conocido tanta elocuencia. Él representa el ápice apoteósico de la cultura cristiana plasmada en las gárgolas de las catedrales del gótico tardío. Recuerdo que en mi infancia iba a misa a una iglesia que llaman en Segovia el Cristo del Mercado donde había una lápida que recordaba que san Vicente Ferrer había predicado en aquel templo que era humilde y chico en realidad una ermita pero yo me imaginaba que las filas de feligreses llegarían hasta el Azoguejo. Lo que nunca me ha cabido en la cabeza era que el buen dominico hablase en valenciano cerrado y se le entendiera en castellano claro. Confesé mis dudas un día a don Evaristo un cura castrense que oficiaba los domingos en la ermita del Cristo y éste me dijo:
-¿Por qué te extrañas? Hijo, para Dios no hay nada imposible.
La contestación no me parecía muy convincente y bajaba las escalerillas de la imponente entrada de la Ermita del Cristo del Mercado donde a cada lado de la puerta se alzan sendas acroteras o bolas de piedra que podían pesar sus buenas dos toneladas y cruzando delante del cuartel de la Guardia Civil donde había siempre un cabo puertas que era el padre de una niña que me gustaba la Toñi volvíamos a casa a desayunar. Yo pensaba en el glosolalo en sus reconvenciones en sus diatribas celestiales. ¿Cómo se las compondrá san Vicente para que le hicieran caso si la mitad del personal escuchaba al páter don Evaristo que decía la misa en un santiamén con sus latines comidos y deprecantes como quien escucha llover? Claro que era un santo y los santos lo pueden todo. Son taumaturgos. Hacen milagros. Y me imaginaba aquel dominico alto de ojos azules con un cerquillo rubio muy bien marcado diciendo misa en aquel altar barroco rodeado de un par de ángeles y no como los nonatos que ayudaban a misa a don Evaristo a los que acabada la ceremonia si habían dicho mal el confiteor o por haberse distraído en el “suscipiat” los inflaba a sopapos ya en la sacristía. Uno siempre ha sido idealista y ha soñado en cosas perfectas que no se dan en la ingrata realidad. La voz ronca del páter del regimiento (fumaba como un carretero caldo de gallina) y apenas se le entendía debía de tener poco que ver con la voz de plata de aquel fraile al que llamaban la Trompeta del Juicio. Yo me hacía mis propias composiciones de lugar y empecé a amar a la Iglesia pero aquélla tenía poco que ver con la humilde iglesuca del Cristo del Mercado. Después ya estudiante me impresionó la imagen de un cuadro que tenía nuestro libro de historia y en la cual aparecía Vicente Ferrer con su hábito blanco y su manto negro arengando a los compromisarios de Caspe. Don Ramón aquel también era cura y capellán del hospicio un convento dominico del siglo XV donde había una inscripción del gótico isabelino en que se explayaba la frase del tanto monta, monta tanto nos decía que el compromiso de Caspe fue el primer paso hacia la unidad de la patria española y nos quedamos tan contentos. Aquel valenciano me cayó siempre bien y tuvo que ver con otros “chés” que he conocido después. Así que el compromiso de Caspe estuvo muy bien y también su intervención a la hora de resolver el cisma de Occidente poniendo los intereses generales a los suyos particulares y teniendo que renunciar a su amistad con Pedro de Luna Benedicto XIII que quiso hacer a Vicente Ferrer obispo de Valencia. A veces la ingratitud – y el santo la tuvo para con el amigo de toda la vida- puede ser santa. Pero Benedicto XIII se mantuvo en sus trece cuando fue preconizado Martín V después del concilio de Constanza y a mí Vicente Ferrer siempre me pareció un superman de Cristo a los que la hagiografía católico que trató con mucho esmero durante siglos y ahora relega al cajón del olvido porque son tiempos del revés. Ni media palabra sobre el Apocalipsis ni del milenio igualitario y eso de convertir a los moros y a los judíos ya no se lleva. Son nuestros creyentes los que estan apostatando en masa de la vieja fe. El Vaticano va a “descanonizar” al bueno de san Vicente y hará subir a los altares el papa judío que ha dejado la Iglesia de Cristo como un patatar i un campo de nabos pero el polaco cuenta con el beneplácito del Gran Hermano. Bien están los santos en los altares pero aun dentro de la Iglesia hay categorías y existen santos de primera y de segundo categoría. A san Juan Pablo II e pondrán en la fila de delante y al pobre san Vicente lo enviarán al pelotón de los torpes y meterán su imagen en algún desván empolvado o la regalarán a una oscura capilla para que las beatas le una perrona al cepillo. Claro que de dinero y santidad decía mi abuela la mitad de la mitad... Hoy cinco de abril-seguimos el viejo misal romano- toca misa de Doctores. Os justi meditabutur sapientiam. De la boca del justo fluye la sapiencia etc.

sábado, 05 de abril de 2008