seminario de Oviedo cerrado a cal y canto. Un orgullo para el señor arzobispo Montes

Seminario de Oviedo










He subido al seminario de Oviedo que domina una eminencia o colina desde donde se divisa toda la ciudad: la recta de la calle uría tirada con tiralíneas y al fondo las estribaciones del monte naranco con su cristo dominante que tambien tratan de suprimir de su paisaje. La ciudad de Alfonso el Casto y Bermudo el Diacono, de la Balesquida, de doña Gonterodo y de Frunilde, prez y decoro de nuestros godos, ha sufrido desamortizaciones, secularizaciones, invasiones, francesadas, inglesadas, pestes y otras muchas deletreas movidas. Ninguna, sin embargo, tan radical porque ha puesto la fe boca abajo como la de los últimos cuarenta años. El principado ya no es un reino cristiano sino una plataforma masónica. No me duelen prendas en decirlo y eso que hoy trece de mayo el papa anda por Fátima a los pies del manto de la Virgen. A ver si la Divina Pastora intercede y se apiada. No es que los enemigos del cristianismo sean fuertes e implacables sino que la piqueta demoledora se encuentra en manos de los obispos y aun de los mismos papas. Razón lleva el papa Benito XVI al proclamar las mea culpas eclesiales. Intus es equuus Trojanus. No hay enemigos ad foras sino intramuros. Y es la idea que me asalta al acercarme a los muros de la patria mía por estos trojes y tejas donde campa la humorada de la cultura laica judaica de ZP y sus banqueros que hacen cargar con la cruz de la crisis sobre los lomos de los jubilatas, de los funcionarios, o las sufridas costillas de Juan Español dejando los yugos suaves para los especuladores, los prestamistas, los nuevos ricos de la peña mediática. Para esos no hay gabelas ni martiniegas, ni peajes, ni exacciones de ningún tipo. Aquí el que más chifla rapador y el que más miente, más engaña, se apodera la banca. El papa está en Fátima. Bueno pues muy bien, pero sigue la misma senda que su predecesor el que bendijo a la diabólica hueste de Mall street. El Vaticano se ha convertido de esta manera en sucursal de las Siete Hermanas. Con todo el poder y la autoridad que les dio Cristo a los obispos e incluso al papa no hacen otra cosa que balar y decir i.e. buana al tio hirsuto de los pantalones a cuadros con la bandera norteamericana. Más de lo mismo. El tema eterno de los curas maricas como si la fe fuera un problema de bragueta.
-¿Qué piensas, Fruminio?
-Que esto no tiene arreglo.
-Estamos dejados de la mano de Dios.
Mira para esos escudos angrelados que otrora fueron la flor de la heráldica de esta tierra antañona de escudos y de casas solariegas, prez y honra de estas montañas.
Yo vengo de estirpes mucho menos suculentas. Un abuelo mío era arriero y el otro aloquín o tejedor. Mis tíos, el uno albañil y el otro guardia en córdoba la llana.
Subo por la Corrada del Obispo y voy callealtero, dejando a mano izquierda el Campillín, camino por Campomanes. Acabo de tomarme un café en el tupí de la calle de la Magdalena en cuya barra atiende una guapa moza de Tineo. Cuando me sirve el brebaje le recuerdo que tenemos que vernos este año en las fiestas de San Roque y la buena mujer responde enigmática:
- Habrá que ir
He sentido la misma melancolía que me acometió al visitar el seminario de Segovia. La puerta cerrada, las dependencias vacías. Se apagó el griterío y las voces infantiles de otros días. Es una de las instituciones de la iglesia española. La cuna del cristianismo muzárabe que tiene una particularidad que han obviado los antiguos historiadores el carácter arriano. La herejía arriana podía ser una herejía pero exaltaba la humanidad o la carnalidad de cristo. La efigie del redentor campea de esta manera en todos los pantocrátores, da tristeza. Recuerdo una frase de los cronicones in Asturianorum conventu posuit firmísimos Dominus Deus. En estas montañas entre la fronda de las montes aparecen desde Arbas a Gozon y desde la riberas del Eo hasta Parres y Ribadesella esas iglesias angostas y como de nacimiento de paredes verticales y que tenían un desvían o cova o cámara santa donde se guardaban las sagradas especies y vivía el morabito o monje según la vieja tradición. Posiblemente el primer seminario de Oviedo para la formación de clérigos data del siglo xii. Tirso de Avilés nos habla de in rector de Escuelas c. 1307 pravia y el de Pramaro en Soto de Luiña, pero hay lugares asturianos donde estuvieron asentados viejos monasterios de tradición oriental como Obona, Celorio, Corias, o cisterciense (Vasldedios). En el diglo catorce llegan los mendicantes, franciscos y dominicos con las peregrinaciones jacobeas que recalaban siempre en la catedral ovetsense de San Salvador. Pero el studium fue fundado en el siglo XVI por el arzobispo de Sevilla e inquisidor Fernando de Valdés.
El tema de la institución de los seminarios conciliares es un historia larga que arranca de las escuelas catedralicias medievales, de las escolanías, y de las universidades. Pasa por las diferencias y recelos existentes ebtre4 los obispos y los cabildos capitulares, que siempre se opusieron a la erección de tales instituciones, porque, al sufragar gastos, veían mermadas sus rentas. Parece ser que hasta el concilio de Trento y aun mucho después porque los seminarios no empezaron a funcionar de firme hasta el XIX, llevando una vida endémica durante las dos centurias precedentes.. las escuelas sacerdotales funcionaban en las parroquias. Bastaba con saber leer y escribir, algo de latín y manejar los entonatorios o libros de coro para recibir las sagradas ordenes.
Se suponía que los clérigos habían de ser celibes pero la mayor parte vivían amancebados. Es un milagro al conocer la historia eclesiastica de la archidiócesis ovetenses- la que queda después de haber sido quemados sus archivos en la revolución del 34- y comprobar cómo el cristianismo y la fe se nos conservan a través de aquellos rudos curas de aldea y de misa y olla, que taconeaban por las losas de las calzadas romanas o se enfangaban en el barro de las caleyas enlodadas arropados en su herreruelo y su balandrán, sirviendo a varias parroquias y ateniendo a los mansos y a los bellos prados y pomaradas de las rectorales.
No eran muy fervorosos, pues muchos acababan opresos del vicio del naipe como nos cuenta Clarin en ese hermoso cuento que se llama el Cura de Vericueto pero otros se trasformaron en borrachos, en libidinosos o histéricos, aferrados al mando o al poder como los que saltan de las prosas de Palacio Valdés o de Pérez de Ayala. Hombres pecadores, al fin y al cabo, pero gracias a ellos se conservó la fe que era entonces más recia que ahora.


viernes, 14 de mayo de 2010