EXORCISMOS Y POSESIÓN DIABÓLICA
Toma sus incrementos el señor
del Mundo que se agazapa en las urnas ha usurpado su posesión de los circuitos
electrónicos sonríe desde las paginas de papel cuché de las revistas del
corazón se asoma a los informativos tan pronto agarra la alcachofa de la Ser
como explota desde la sonrisa pletórica y algo cabrona del Sr. García Serrano
un señor hijo de un falangista que se
decía muy de derechas y que pertenece a la cuadra de ese buey duendo que no es
un mihura ciertamente sino un bull cow boy del edificio Rockefeller neoyorquino
icono de la Intereconomía aunque economía somos todos.
El príncipe de la mentira
sigiloso sinuoso y tenebroso tiene a todo el periodismo de la escala mediática
agarrado por los cojones. Fementido Satanás engalanado a todas horas y
arrastrando almas incautas a las simas de Pedro Botero.
El señor Gurruchaga ese
donostiarra de la voz cachonda viaje con nosotros lo invoca a todas las horas.
El imperio del mal se ha encaramado a la cúpula del capitolio, proclama sus
medias verdades desde la cúpula de Bernini. De la mano de un cantante rabino
que canta, Leonardo Cohen, se ha instalado en Paris. Moscú es suyo y tiene su
trono en Londres. Pero no vayáis a ese cura de Alcalá que hace exorcismos a que
os cure. Os meterá una legión de malditos en el cuerpo y no quedan ya piaras de
cerdos a mano donde traspasarlos, la solución que dio Jesús en Tiberiades.
¡Ah Satanás, estamos en tus
manos! El demonio con su piel de serpiente apta para mudar la camisa se ha
hecho mujer, habla por la tele en el programa tan pastueño de amigas y
conocidas y parla y garla a todas horas impartiendo consignas nunca soluciones
ni bendiciones.
Es pertinaz la impugnación
diabólica. Al redactar estas lineas pasan por mi puerta todo un alarde de
hombres solos desconsolados que profieren gemidos sin rumbo sin hogar sin hijos
desposeídos de sus facultades sus esposas los arrojaron de casa dijeron fuera
zánganos y metieron en casa al macho cabrio que es siempre mozo y bien dotada
para que las gozara.
Son las turbas que seguían a Xto
multitud de enfermos lunáticos epilépticos, melancólicos, que han perdido la honra y el trabajo. Van
diciendo: "Jesús hijo de David ten piedad de mí".
La última de todos viene la hemorroisa que se
acerca con animo de tocar la orla del manto del Salvador.
Sólo él puede con el Pateta.
Muriendo en una cruz venció al diablo.
Sin embargo, acá está nuevamente
Mefistófeles parlando lenguas desconocidas enseñándonos la “patita
democrática”. Sigue tan canalla y deslumbrante. Desvela cosas ocultas, es capaz
de adivinar el futuro, puede levitar y subirse a lo alto de una nube. Ole el
mundo facundo.
Desgraciadamente ya no se ven, a
las puertas de las iglesias, como se hacía en los tiempos primitivos, filas de
penitentes tapados de saco y cubierta la cabeza de ceniza escuchando la lectura
del exorcismo que se hacía por un diaconisa tras la lectura del ultimo
evangelio. Durante las fiestas hiemales de cuaresma.
Estaban excluidos de la
bendición y del canto diaconal los sodomitas y los leprosos.
En estos tiempos aparentemente
tan normales y modernos el gran enemigo de los hombres regresa con sus banderas
arco iris y sus contoneos de lujuria por detrás. Vergas y culos todo te lo daré
si te agachas ante mi te prosternas y me adoras. He aquí un símbolo de que el
planeta va marcha cara atrás caminando de cabeza y al revés.
Veo bajar desde Malasaña a la
horda satánica. Son los selenitas hijos de Endimión el dios del sueño que viven
a oscuras en la cara oculta de la luna ufanándose de sus torpezas y exhibiendo
su condición de maricas unos pervertidos por el libertinaje de la época y otros
de nacencia. Esos tienen menos culpa, han bajado a Madrid por una escalera que
conecta la Puerta del Sol con la luna.
Todos sabemos que el universo
está poblado de malos espíritus pero a todos se les fumiga. Llegan los
monomaniáticos subidos al carro de Cibeles y otros arrastran descalzos la soga
de Judas. Dice Tertuliano que no hay hombre que no sea perseguido por un
demonio. Nos explica este padre de la iglesia invoca el exorcismo que ha de
actuar sobre el alma ex opere operato de forma infalible.
Es una fórmula que se reserva la
iglesia para casos extremos. Sin embargo, no es un conjuro. He leído estos días
el “Liber exorcismorum” que nos dicen
que el energúmeno se aleja del cuerpo del poseso mediante la imposición de
manos pero solo los limpios de corazón y con una fe firme serán capaces de
consumar la tarea de arrojar al amo del mundo del cuerpo de los poseídos cuyas
almas detentan.
Se acerca ya la turba multicolor
enarbolando el pendón de Luzbel al grito de non serviam lo quiero todo al
revés.
El evangelio, sin embargo, es
contundente al respecto; “Aquellos que me sigan tendrán estos signos: echarán
diablos, domarán sierpes, las malas hierbas y los venenos que tomen no les harán daño. Sobre los enfermos e
impedidos impondrán sus manos y sanarán”.
En esa demanda seguimos, Señor,
domando serpientes con nuestra literatura. Somos los que luchamos contra la
bestia.