busco la Verdad, el Bien, la BELLEZA, la buena literatura y el gran periodismo que se hizo en España lejos de la plebeyez y el mal gusto aunque nada de lo humano mes ajeno
busco la Verdad, el Bien, la BELLEZA, la buena literatura y el gran periodismo que se hizo en España lejos de la plebeyez y el mal gusto aunque nada de lo humano mes ajeno
busco la Verdad, el Bien, la BELLEZA, la buena literatura y el gran periodismo que se hizo en España lejos de la plebeyez y el mal gusto aunque nada de lo humano mes ajeno
2020-11-19
ROMA SAQUEADA
ALFONSO DE VALDÉS. DIALOGO DE LAS COSAS OCURRIDAS EN ROMA
La situación en que se encuentra este planeta en agosto de 2013 con esa primavera árabe que ha florecido en capullos siniestros y mortandades en Libia, Egipto, Irak, Siria, Túnez, naciones en las cuales se fundamenta el origen de la cristiandad (un ángel negro, el Azrael bíblico ángel del mal, ha metido la mano en el avispero del Islam) a no pocos creyentes obligó a volver la cabeza hacia el trono de San Pedro pero en Francisco sólo encontró simpatía macanuda propia de un cura de barrio bonaerense que va por ahí besando bebés, gestos ambiguos propios no de un "primus pater" o Papa, sino de un político, nadar y guardar la ropa y guardarse muy mucho de enojar a la mano oculta que mece la cuna de tales revoluciones, para que no lo asesinen y permanecer en el cargo, siguiendo la senda de su predecesor Wojtyla que nunca se atrevió a condenar la guerra de Iraq. La debacle y todo lo demás. Ningún pontífice romano cuando están ardiendo los templos coptos, matan a los sacerdotes sirios, violan a las monjas en Nigeria parece entusiasmado con la idea del martirio ni la de enfrentarse al tirano, denunciarlo, condenarlo. Bergoglio ha optado por el doble sentido, la pauta de dos cabos y la ambivalencia y juego ambiguo a dos barajas. La carga de su ministerio implica obligaciones mucho más arduas que la de besar bebés y cruzar la Plaza de San Pedro en olor de multitudes haciéndose el simpático. ¡Macanudo, che! y luego te vas a Ostia y dices una misa en la playa, tomas el sanguis en un cáliz de madera, bendices la inmigración masiva que no es inmigración sino verdadera invasión y dejas a los curas acojonados porque ya no podrán tener un Mercedes ni darse la vidorra de solterones egoístas como el padre Fortea que es la niña del exorcista, se declara anglofilo en su blog y defensor de los intereses norteamericanos pues ahora sí que estamos listos. La mayor parte de los arribados en patera son musulmanes. Las Enejes les dan mantas y hasta agua bendita pero no se ha logrado ni una sola conversión. El Islam muy bien, Santo Padre, pero juntos que no revueltos y aquí paz y después gloria y cada uno en su casa y Dios en la de todos pero aun cuando la religión de Mahoma cuente con las bendiciones del Supercofrade, los sarracenos adoran tal vez a un dios verdadero pero a través de un falso profeta. Eso nos lo enseñaron cuando dábamos el Ripalda, aunque claro está: doctores tiene la iglesia y a lo mejor andamos todos un poco confundidos, o seamos un rebaño sin pastor en estos momentos.
¿Hablamos en lenguas de doble filo? ¿Bendecimos actitudes de dos pautas? Nadie puede servir a dos señores. No se puede servir a dos señores, luego vas y te echas en mano de los rabinos y compadreas con ellos en la sinagoga de tu barrio, che, que bueno que viniste, macanudo pero olvidas el peso de la purpura cuando te coronaron te dieron el título de siervo de los siervos pero no valen meramente los gestos externos porque servir a la iglesia es proclamar la verdad del evangelio y no uncirse al yugo del poderoso, a ver si nos entendemos y ahora que lo pienso esto me está saliendo en plan elegiaco un poco como las cartas al papa Celestino de Papini. Nos habían enseñado que la religión de la cruz era la única verdadera que fuera de ella no hay salvación pero luego tú vas y haces de tu capa un sayo y dices según se mire todo en tanto en cuanto; pernicioso relativismo y filantropía que está despoblando los monasterios, vacía las iglesias, interrumpe el culto divino, seca las fuentes de los sacramentos y es que tengo que dar la razón a fray Martin cuando clavaba sus tesis a la puerta de la colegiata de Wittemberg, al arrogarse el título de vicario de Cristo es un pecado muy gordo, casi una blasfemia que confundió a Iñigo de Loyola con ese postulado de las dos banderas que tanta lata nos dio cuando hicimos los ejercicios. El rey temporal. El rey espiritual. Pues bien, san Ignacio, como buen vasco, tenía algo de etarra, terminó hasta las narices de los castellanos que se reían de sus concordancia vizcainas y cambió de lealtad. Un monárquico empedernido, un carlista, renegó de su vasallaje al emperador Carlos V para entrar a servir al poder espiritual. No sabía el pobre donde se metía porque el Papa era también un rey temporal con su corte, con su ejército, con sus castillos pero así se hizo la contrarrevolución o contrarreforma dentro de un espíritu diríamos antiespañol. Los jesuitas asumieron parte de las tácticas de los protestantes. Suprimieron el coro, crearon su propia liturgia rezada (nada de cantar en el coro y picotear en el refectorio) y se inclinaron por la oración mental; nada de frailes, nada de monasterios pero con esta táctica de desdeño de lo temporal todo el oro y las riquezas del mundo fueron a parar a sus cofres. Estoy jugando, claro está, al tute con ideas que no son de ahora, pertenecen al siglo XVI pero puede servir de baremo y saber a qué atenernos. Los papas vienen y van. La adustez jesuítica consideraba que suprimiendo la farfolla la institución sobreviviría a las acechanzas. Y los buenos padres de la compañía el gorro bisunto, unos cojos, otros bizcos pero con mirada de águila iban y venían por San Juan de Letrán. Nadie les batía en los pasillos y antesalas, siempre se les dio bien eso del lobbying porque la regla suele dar buenos políticos. Las dos banderas. El rey temporal. El rey eterno. Lo efímero y lo permanente. Eso está muy bien pero lo que decía Laínez un ojo en el cielo y otro en el suelo. paradójicamente son los introductores de las ideas erasmistas ganándose la enemiga de los frailes. Se los acusó siempre de hipócritas y de antiespañoles favoreciendo los intereses del papado frente a los imperiales. Su quinto voto de obediencia de cadáver al sucesor de San Pedro idolatra una falsa premisa el mensaje es el medio y el fin justifica los medios y es la iglesia un medio ¿o un fin? basado en el carácter divino de la sede apostólica. Aunque la historia nos dice lo contrario: que el papado es una institución carolingia en la que Jesús no tomó arte ni parte parece ser que quedan pocas dudas entre los historiadores aunque los romanistas en defensa de la supremacía y de sus privilegios se agarran como un clavo ardiendo a las palabras conferidas a Pedro en Tiberiades "tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia" tomando la parábola del Señor que todas tenían un sentido traslaticio al pie de letra. Cristo hablaba en metáforas.
Carlomagno cuando fue coronado por san León en Nochebuena como emperador de romanos representa el poder venido de lo alto y que se esparce en dos potestades: trono y altar. Nada tiene que ver semejante regalía en que se funden la espada y la cruz con la humildad, mansedumbre y pobreza del Galileo ni con las epístolas de San Pablo que el heresiarca Lutero va a estudiar a conciencia descubriendo a su vez el lado infame de los muchos pecados eclesiales: la simonía, el episcopado guerrero, los abusos de las indulgencias, el regalo en que vivían los pontífices, cardenales y príncipes de la iglesia, el absentismos de los obispos, el relajamiento monástico, la hipocresía y la doble moral de los clérigos, los abusos sexuales. La corrupción de los mejores, amen de ser un escándalo para el pueblo acarrea grandes males para la república. Corruptio optimi pessima.
Allende desto si no quiero tener mujer propia, cuantas mujeres hay en el mundo hermosas son mías. Mantenedlas vosotros y gocemos mostros de ella... yo rezo mis horas y me confieso a dios cuando me acuesto y cuando me levanto; no tomo a nadie lo suyo, no doy a logro, no salteo camino, no mato a ninguno, ayuno cuando la manda la iglesia, voy a misa. ¿No te parece que esto basta para ser cristiano? Eso de las mujeres al fin y al cabo todos somos hombres y Dios es misericordioso (discurso del Arcediano)
Carlos V era alemán y desde el principio se muestra preocupado por el descontento contra los excesos eclesiales de sus súbditos y como heredero de Carlomagno considera que el Papa es un príncipe más, a lo sumo un primus inter pares.
En España empieza a nacer por otra parte una idea mesiánica, emanada del mundo converso y plasmada en los versos de Hernando de Acuña unum ovile et unum pastor. Trono y altar, dando por descontado que el poder viene de dios, han de converger en la persona del emperador.
Los erasmistas por un lado y por otro los españolistas como Acuña, Ginés de Sepúlveda, , el propio Castiglione insisten en el aspecto divino y cesáreo del emperador de romanos. En Roma este concepto no gozó de mucho beneplácito y ha sido motivo de discordias y de antipatías hacia los hispanos. "Hasta las piedras se levantan contra nosotros" se queja Valdés y se repite a lo largo y a lo ancho de toda nuestra literatura del siglo de Oro desde Cervantes al Estebanillo, la Lozana, Vicente Espinel, pasando por Quevedo y por Lope de Vega, el primero superviviente de la conjura de Venecia y el segundo de la Invencible. ¿Por qué? Los papas casi todos de origen italiano se inclinan por favorecer a Francia y a Inglaterra en detrimento de los hispanos. El favoritismo pontificio es piedra de escándalo para Carlos V lo mismo que lo fue para sus abuelos los Reyes Católicos que hubieron sus peleas con Sixto IV. Los Borjas como Alejandro VI o León X van a sumir como legado el lema de Erasmo de Rotterdam mihi non placet Hispania. No sé por qué nos odian y nos envidian tanto pero ¿qué le vamos a hacer? Ningún otro país en el mundo hizo tanto por la catolicidad, venció al Islam a lo largo de nueve siglos de Reconquista, dominó a los judíos y llevó la fe de Cristo a 19 países de Hispanoamérica. ni una palmadita en el hombro, ni siquiera un mil gracias por los servicios prestados. Únicamente Pío XII se descuelga en una encíclica con aquella frase de halago Deus qui hispanos aspicit benignos. ¿Por qué será? Yo albergo una teoría y aquí la digo. La Leyenda Negra lleva toda la hechura de ese odio africano del pueblo semita. ¿La factura que tenemos que pagar por haber expulsado a los judíos y a los moriscos? Es una flor negra de alberca o albañal que yo he visto crecer en Praga en los jardines de Essex, en el propio París y que se ha convertido en un arbusto que puede crecer hasta alcanzar la altura de un árbol del mal, brotando de los labios de ese judío de nación y de raza el llanito Fabián Picardo que nos azupa los perros y nos amenaza desde la cubierta de un barco inglés como principal ministro de la colonia de Gibraltar. Artur Mas, el catalanista, también debe de ser del pueblo maldito, está asesorado por su mujer que llegó desde las brumas infaustas de Praga y gracias a todos ellos la España de hoy tiene algo de novela kafkiana. Pero repasemos la historia. Las relaciones entre la iglesia medieval española y el Vaticano nunca fueron demasiado fluidas.
En cualquier caso, las suspicacias del alto clero español e incluso del bajo fueron continuas durante la edad media sobre todo a partir del cisma de occidente en que la primacía se decanta hacia Francia e incluso Inglaterra en detrimento de España. Cisneros, Giménez de Rada, el arzobispo Carrillo que en Alcalá se jactaba de decir que las bulas pontificias él se las pasaba por el forro, Fernando de Valdés, Cisneros y Mendoza.
Para estos obispos Roma era la última corte de apelación en caso de pleitos y acuden a la ciudad eterna para solucionar sus litigios curiales o a la procura de un beneficio. Allí todo lo podía el dinero como bien advierte el Arcipreste de Hita en su libro del buen amor. Yo vi allá en Roma do es la santidad que todos al dinero hacían humildad.
El Saco de Roma de 1527 cuando los tercios de Flandes que venían victoriosos de haber derrotado a los franceses en Pavía y ante la postura del papa Clemente VII que declara la guerra al césar y sin haber cobrado las pagas, acontece en este contexto.