ROMERIA DE SANTANA A
TRAVÉS DE LOS AÑOS FERVOR Y DEVOCIÓN FILIAL DE LOS MARINEROS ASTURIANOS Y
FOLIXIA
Julio es según el calendario
juliano un mes fasto de fiestas y fervores a la resurrección de la naturaleza
transfigurados en la devoción a los santos. En mi pueblo empieza con la
Amuravela se lo digo a Cesáreo Valdés en cuya lancha de humor bonhomía y
conocimiento me hubiera gustado haber tripulado. Fue un éxito su sermón hogaño.
En la plaza la Marina no cabía un alfiler y no reímos de lo lindo con la
narración de las novedades del año la pandemia la subida de los precios por
inflación esa puta guerra de Ucrania mientras él con voz melodiosa iba narrando
acontecimientos. Y echaba la bendición con permiso de san Pedro, Pablo y san
Pablin y todos los santos que bajaron a la ribera a escucharlo. Luego san Fermín
que para nosotros no cuenta mucho más desaforada y fachendosa con aire navarro
y termina el mes con Santiago que cierra a España. Al otro día SANTA ANA la
abuela de Cristo de la que son devotas las mujeres y los marineros de altura y
cabotaje sobre todo. A Santana de Montarés en un cerro que escalan entre piornos
y felechos los pixuetos todos los años se alza su ermita blanca y bien
dibujada. Yo suelo ir mientras Dios me tenga en este valle de lagrimas todos
los años. Recuerdo que el año 76 cuando yo estaba en Nueva York hice un
reportaje que publico ahora sacándolo de los anaqueles empolvados de mis
archivos. Ahí van los gaiteros de Lugo, el gaiterin de la Pola que se perdió por
las brañas y decía y las animadoras de Xixon:
─Ye per aquí
─No no es por ahí ─dijo Avelino
Y fuimos a dar casi
hasta Faedo pero aun llegamos a misa muertos de cansancio y hartos de vino. Algunos
de los que llevaban las andas igual que algunos curas concelebrantes no están
ya en el mundo pero perduran en nuestra memoria; Matías, Avelino, el Santano
y Ester mi vecina de la Rondiella la que empina el codo de la bota está muy
malita de parkinson. Me encontré con la felicidad que buscaba. Al regreso a
Nueva York después de bañarme al bajar aquella tarde en Artedo quise hacer lo
mismo frente a los kills de Staten Island un hermosa playa que había frente al
puente Verrazano pero tuve que salir sin pegar más que un par de brazadas
porque la portentosa bahía del Hudson
que es desagüe de todas las sentina de los barcos que toman la barra del puerto
neoyorquino era un fétido charco de fango. Por primera vez tuve conciencia de
que los americanos que son los que más polutan y más mierda vierten sobre el
cielo y los mares del planeta se estaban cargando la Tierra. Se avecinaba la
crisis del cambio climático allá por los 70. A la sazón las mareas del Cantábrico
no estaban muertas. Debió de ser por obra de la gloriosa Santa Ana a la cual
los cudillerenses todos los 26 de julio cuando el verano está en su zenit se
encomiendan. Viva la abuela de Cristo.