CANDELARIA
Era la luz del purín en la alborada de julio
La gente faenaba en la era segaba o beldaba
Había muerto mi abuelo y la víspera un nuevo vástago arribaba.
Bahamontes ganó la vuelta a Francia
julio de 1957
Y yo leía al abuelo la recomendación del alma.
Recé los improperios, canté las letanías.
Señor, no mires nuestras culpas,
Aleja la enfermedad
De la peste, la guerra, la calumnia, el fuego, la inundación
Liberanos, Dios,
Vacía las carceles, rompe cadenas y hierros,
Guía a los viandantes, asila a los vagabundos,
Da valor a los soldados
Conforta a los moribundos
Fortalece a los que dudan
Pon a tu recaudo a los niños a las mujeres y ancianos
Vela por todos los pueblos cristianos.
Era la luz del purín pero más purifica la llama.
Yo caminaba detrás de la parida camino de la iglesia
Cubierto el rostro con un velo
Iba a ofrecer al hijo de sus entrañas.
Cuarenta días cuarenta noches y era la primera vez que salía de casa.
Al repique de una campana yo pregunté al tenebrario:
Dame de tu flama
El candelabro no respondía
Un salmo y otro dos nocturnos
Y al final las codas del Magnificat
Resonando bajo la cúpula melismas y esperanzas gregorianas.
-¿Qué nombre le pondremos?, preguntó el diacono.
-Se llamará Mariano
Oh, Dios, rezaba yo al Alto
Mientras a don Calixto el cura ayudaba
A una misa de presentada
Purifica mi alma con tu palabra
Asperges me hisopo y agua bendita
Salva mi alma
Nunca sabría que tú te llamabas Candelaria
Me diste la luz en aquel Fiat en la credencial de una estrella
Reservada.
Hágase en mí según tu palabra
Yo no sabía que la sangre el semen el barro y el vino
Toda la vida manchan.
Límpiame que soy inmundo. Dame de tu flama.
Vino un viento de Aquilón brutal sacristán inmundo que apagó todos los cirios
Quedó la tierra en tinieblas mientras un ángel apartaba a los buenos y a los malos..
Permaneció el recuerdo de la dulzura
De aquella misa de presentada.
Y el terror del Apocalipsis.
Oh madre de todo consuelo, Virgen de la Candelaria.
Luz que ilumina el mundo.
Al otro día enterramos al abuelo
En aquel camposanto de aquel cerro templario.
Se extinguió una llama
Otra encendieron
Somos bien poca cosa
Pero miramos a la Estrella que salva
Y diviniza nuestro barro.
Esa es nuestra fe. Humilde pabilo del candelabro.