2015-11-28














CJC CONDE PUBLICADO BLOG


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EL HIJO DE CELA UN GRAN ESCRITOR

He leído "Cela mi padre". El hijo honra la memoria de su padre pero, como buen hijo, defiende la memoria de su madre Charo que fue la musa del escritor la que pasaba a limpio y corregía los textos de nuestro gran premio Nobel.

Conocí a ambos en una conferencia que dio el gran escritor en el Instituto Español Londres 1974. Me concedió una entrevista, una de las muchas que tuve con el gran Camilo, que era todo un caballero español. Y que asendereó su vida con una puntualidad británica, una seriedad y laboriosidad poco conocida entre nosotros. Contestaba a todas las cartas, era un buen amigo y anfitrión.

Por su casa de Palma de Mallorca desfilaron desde Picasso hasta Américo Castro pasando  por RJ Sender, el escritor aragonés, republicano y exiliado en California -Cela Conde así lo cuenta en la biografía póstuma, de autor- mal hablado y peor educado que se emborrachó en plena fiesta y armó un trepe. Sí, nuestro padre San Camilo era hospitalario, se apiadaba de los peros vagabundos y de los huerfanitos sin padre que iban por tierras de Segovia llorando. ¿Por qué lloras, rapaz? Porque madre se escapó con un cabo de Regulares y padre nos echó a "tós" de casa”. Ostende esa misericordia con el desvalido en su mejor libro de viajes que a mi juicio no es Viaje a la Alcarria" el que le hizo más famoso, sino Judíos Moros y Cristianos" un texto cuya ética, épica y estética reciben ahora mismo el lauro de la actualidad.

Todo eso lo conté yo, aunque sin demasiado fortuna en mi Cela El Café Gijón y Yo porque a los demócratas de toda la vida no les complace lo que se sale del cauce. Viajamos todos ahora mismo en un tren de vía estrecha. Son habas contadas. Al que se salga del carril, palo y mala vida. No nos es lícito a los súbditos de Su Majestad Borbónica pensar por nuestra cuenta. CJC sin embargo como escritor ha sido el mayor que dio este país, aun escribiendo y toreando con la censura en los tiempos de Franco. Se salía de madre.

Su hijo Camilo José Cela Conde las mismas siglas no tiene por qué abrumarle el apellido. En Cela mi padre  revela sus facetas de eximio contador de historias.

Me he visto reflejado en este gran escritor memorialista, tolerante que cuenta las cosas con elegancia y con garbo en el más puro estilo de los memorialistas ingleses y esa veta británica le viene de su abuelo que se apellidaba Trulock.

"Yo soy medio inglés" me dijo Cela en Londres. Las vivencias que refleja son las de toda nuestra generación la del 68 aquel  Madrid de Ríos Rosas el Canalillo, los bailongos del barrio de Tetuán de las Victorias.

Al pasar cerca de las casas militares de Maudes, olía a tinta y se escuchaba el estruendo enervante de las linotipias.

En aquella cuesta que desembocaba en García Morato tenía sus reales la Editorial Espasa Calpe. Nos atrapó a todos el duende de las imprentas un morboso gusanillo. Nos atrapó entre sus patas el ciempiés y es difícil escaparse. Ya no lo soltamos ni con la vela en la mano.

El Cela que yo conocí nada tuvo que ver con el que ganó el Nobel, ni el Cela que se encoñó con una periodista gallega, una de tantas trepas de las redacciones, ambiciosas, fatídicas, que medran enseñando las bragas y acostándose con el jefe, mujeres fatales.

Son todo un exponente de las "fem" (yo también las he  descubierto su conjura en mi Quien encontrará la mujer fuerte, alguien tendrá que aplastar la cabeza de la serpiente) y CJC se acabó como escritor, el escritor profundo que fue meticuloso trabajador, todo voluntad de estilo y escritura siguiendo los consejos de su maestro Pio Baroja.

Me siento en la silla tiro de papel y pluma y no me levanto ni para mear en seis horas. ¿Y si no sale don Camilo? Algo saldrá, no jodas". Detrás de un hombre importante siempre hay una mujer fuerte y la mujer fuerte de nuestro laureado prosista gallego de Iría Flavia fue una vasca su esposa Charo Conde.

Dejó de ser el mismo, se salió de madre, perdió hasta el oremus. Le retrataban con una choferesa en un Cadillac, salía en las revistas del corazón. ¿Volvería a hacer el viaje a la Alcarria? "Para eso hijo me sobran cuarenta años y treinta arrobas".

 Durante la última etapa de su existencia vivió a la sombra de un castañar que sólo daba castañas pilongas. 

Esas castañas cuyo fruto vuelve locas a las cabras. Debió de ser cosas del autor de la Colmena, manías de viejos.

Su hijo Camilín ganó el pleito sobre la herencia y con la acribia circunspecta que le viene de largo y sin acritud está poniendo los puntos sobre las íes.

Doña Marina Castaña  quiso quedarse con los papeles, los cuadros y regalos del glorioso escritor, despojando de sus bienes y de la hijuela al hijo de Cela, su único hijo. Una tipa deletérea. Dicen que trabajaba para el Mossad y cumplía el encargo de destruir el “mito franquista” de Cela  

 










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