2015-12-06

algunos consejos contra el extreñiniento mental. Tiempo de elecciones del cagar nadie se escpa

LA SEÑORA LILY

 

Despertó sobresaltado por los golpes en la puerta de la señora Lily. Vaya unas prisas. Roger era el favorito de la patrona y él se enfrentaba a un ambiente hostil, una marca que le rodearía toda su vida pero no lo dio mayor importancia muchas veces le había sucedido.

Abajo en el comedor estaban Deborah y Rachel las dos nuevas huespedas hijas de una profesor norteamericano que cuando oía pronunciar el nombre de España montaba en guardia. Él por su parte tenía sentimientos contrapuestos, se anegaba en perplejidades. ¿Por qué nos odian tanto? Buena pregunta.

Pensó Bermejo para su capote ser hijo de una maldición. Sin embargo después de la tormenta luciría el sol con las bendiciones en tecnicolor del arco iris.

No pienses tanto que te equivocas. Son malos los nacionalismos. Están llenos de prejuicios. El sol no pertenece a ningún lugar completo nos alumbra a todos y en ese todos se incluye el universo. Pero el hombre pecador es corto vista o tiene costras en los ojos que no dejan pasar la luz del sol. Lo estaban estudiando en aquel boarding.

La pensión estaba regentada por agentes secretos que alargaban como un espejo a lo largo del camino el pentáculo mágico que guarda el secreto de la trigonometría de las catedrales y él estaba muy preocupado porque tenía morriña de España y su estreñimiento le inundaba de cansancio y de melancolía.

Le subían a la frente emanaciones de sudores fríos pensaba que el boarding house era una prisión y que estaría condenado a ser remero el sollado de una galera a bogar de por vida con los atunes por única amistad o hurgar entre el fiemo de una mina. En las galerías de la literatura hay mucho que excavar. Dig. Dig. Dig. No eres más que un rocín de bolea. Engancha los bueyes unce la mula al carro que no se mueva el tentemozo. Eso tiene que estar quieto.

Así me gusta. Al hacer de cuerpo, la vida le pareció un poco más amable. Debía de tener la culpa de su estreñimiento aquel porridge infame.

Hizo quiebros la fortuna en aquella pensión de Hull.

Tenía que ahogar en vino su amargura pasar por carros y carretas. Aguantar y sorber  la decocción de aquel día. Asi me  gusta.

Así bien cagarás. Uy que a gusto, señora Lilly obré por fin lo que no hacía en quince días. Habría de expiar la culpa Seguían bogando entre las olas del mar del otoño sus pensamientos. Mañana será otro día. Por la noche la patrona se iba al bingo y se quedaba en la cocina la vieja haciendo sesiones de espiritismo. El demonio del alcohol le rondaba la cabeza. Entró en el excusado y allí un estudiante español que le precedió colocó unas aleluyas muy guapas sobre el arte de defecar:

n Cagar alegre, cagar contento, si pero caga dentro.

n Caga el rey, caga el papa caga la fea y caga la guapa que del cagar nadie se escapa

n De los placeres sin pecar mear y cagar

Aquel predecesor suyo que había venido a aprender la lengua de Shakespeare a la Ciudad Dormida o algún curso se entregaba a las evacuaciones excretorias por lo visto con optimismo.

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