busco la Verdad, el Bien, la BELLEZA, la buena literatura y el gran periodismo que se hizo en España lejos de la plebeyez y el mal gusto aunque nada de lo humano mes ajeno
busco la Verdad, el Bien, la BELLEZA, la buena literatura y el gran periodismo que se hizo en España lejos de la plebeyez y el mal gusto aunque nada de lo humano mes ajeno
busco la Verdad, el Bien, la BELLEZA, la buena literatura y el gran periodismo que se hizo en España lejos de la plebeyez y el mal gusto aunque nada de lo humano mes ajeno
2015-11-28
HOY FIESTA DE SAN ANDRES COMIENZA EL GRAN AYUNO "VELIKI POST" COMO PREPARACIÓN A LA FIESTA DE LA NATIVIDAD
Son ciencuenta día de ayuno, no se permite más que una colación al ponerse el sol. La igelsia ortodoxa rusa se prepara de esta manera para la pascua de la Navidad el 7 de enero. No se puede fumar ni beber el alcohol prohibido durante la "veliki post". Es una de las cinco cuaresmas del clendario bizantino, la primera. Vendrá después la de la Epifanía y fiesta del Bautismo de Jesús en el Jordán, luego la cuaresma que coincide con la de los católicos y es dos semanas más larga se prohibe la carne pero se permiten los lacticinios. Las otras tres la de la ascensión, pentecostes, y la de la fiesta de la Virgen de Agosto unicamente se observan en los monasterios. Esta privación de los manjares, tiempo de reclusión que empiezza en la gloriosa fiesta de San Andrés el patrón de la iglesia rusa contrasta con esta borrachera de consumismo y de depravación estulticia y cursi melancolía en todo el occidente europeo donde la Nochebuena ha perdido el sentido primitivo cristiano convirtiendose en una bacanal pagana
CJC CONDE PUBLICADO BLOG
EL HIJO DE CELA UN GRAN ESCRITOR
He leído "Cela mi padre". El
hijo honra la memoria de su padre pero, como buen hijo, defiende la
memoria de su madre Charo que fue la musa del escritor la que pasaba a limpio y
corregía los textos de nuestro gran premio Nobel.
Conocí a ambos en una conferencia que
dio el gran escritor en el Instituto Español Londres 1974. Me concedió una
entrevista, una de las muchas que tuve con el gran Camilo, que era todo un
caballero español. Y que asendereó su vida con una puntualidad británica,
una seriedad y laboriosidad poco conocida entre nosotros. Contestaba a todas
las cartas, era un buen amigo y anfitrión.
Por su casa de Palma de Mallorca
desfilaron desde Picasso hasta Américo Castro pasando por RJ Sender, el
escritor aragonés, republicano y exiliado en California -Cela Conde así lo
cuenta en la biografía póstuma, de autor- mal hablado y peor educado
que se emborrachó en plena fiesta y armó un trepe. Sí, nuestro padre San Camilo
era hospitalario, se apiadaba de los peros vagabundos y de los huerfanitos sin
padre que iban por tierras de Segovia llorando. ¿Por qué lloras, rapaz? Porque
madre se escapó con un cabo de Regulares y padre nos echó a "tós" de
casa”. Ostende esa misericordia con el desvalido en su mejor libro de viajes
que a mi juicio no es Viaje a la Alcarria" el que le hizo más
famoso, sino Judíos Moros y Cristianos" un texto cuya ética, épica
y estética reciben ahora mismo el lauro de la actualidad.
Todo eso lo conté yo, aunque sin
demasiado fortuna en mi Cela El Café Gijón y Yo porque a los demócratas
de toda la vida no les complace lo que se sale del cauce. Viajamos todos
ahora mismo en un tren de vía estrecha. Son habas contadas. Al que se salga del
carril, palo y mala vida. No nos es lícito a los súbditos de Su
Majestad Borbónica pensar por nuestra cuenta. CJC sin embargo como
escritor ha sido el mayor que dio este país, aun escribiendo y toreando con la
censura en los tiempos de Franco. Se salía de madre.
Su hijo Camilo José Cela Conde las
mismas siglas no tiene por qué abrumarle el apellido. En Cela mi padre revela
sus facetas de eximio contador de historias.
Me he visto reflejado en este gran
escritor memorialista, tolerante que cuenta las cosas con elegancia y con garbo
en el más puro estilo de los memorialistas ingleses y esa veta británica
le viene de su abuelo que se apellidaba Trulock.
"Yo soy medio inglés" me
dijo Cela en Londres. Las vivencias que refleja son las de toda nuestra
generación la del 68 aquel Madrid de Ríos Rosas el Canalillo, los
bailongos del barrio de Tetuán de las Victorias.
Al pasar cerca de las casas militares de
Maudes, olía a tinta y se escuchaba el estruendo enervante de las
linotipias.
En aquella cuesta que desembocaba en
García Morato tenía sus reales la Editorial Espasa Calpe. Nos atrapó a todos el
duende de las imprentas un morboso gusanillo. Nos atrapó entre sus patas el ciempiés
y es difícil escaparse. Ya no lo soltamos ni con la vela en la mano.
El Cela que yo conocí nada tuvo que
ver con el que ganó el Nobel, ni el Cela que se encoñó con una periodista
gallega, una de tantas trepas de las redacciones, ambiciosas, fatídicas, que
medran enseñando las bragas y acostándose con el jefe, mujeres fatales.
Son todo un exponente de las "fem" (yo también las he descubierto
su conjura en mi Quien encontrará la mujer fuerte, alguien
tendrá que aplastar la cabeza de la serpiente) y CJC se acabó como escritor, el
escritor profundo que fue meticuloso trabajador, todo voluntad de estilo y
escritura siguiendo los consejos de su maestro Pio Baroja.
Me siento en la silla tiro de papel y
pluma y no me levanto ni para mear en seis horas. ¿Y si no sale don Camilo?
Algo saldrá, no jodas". Detrás de un hombre importante siempre hay una
mujer fuerte y la mujer fuerte de nuestro laureado prosista gallego de Iría
Flavia fue una vasca su esposa Charo Conde.
Dejó de ser el mismo, se salió de madre,
perdió hasta el oremus. Le retrataban con una choferesa en un Cadillac, salía
en las revistas del corazón. ¿Volvería a hacer el viaje a la Alcarria?
"Para eso hijo me sobran cuarenta años y treinta arrobas".
Durante la última etapa de su
existencia vivió a la sombra de un castañar que sólo daba castañas
pilongas.
Esas castañas cuyo fruto vuelve locas a
las cabras. Debió de ser cosas del autor de la Colmena, manías de viejos.
Su hijo Camilín ganó el pleito
sobre la herencia y con la acribia circunspecta que le viene de largo y sin
acritud está poniendo los puntos sobre las íes.
Doña Marina Castaña quiso
quedarse con los papeles, los cuadros y regalos del glorioso escritor,
despojando de sus bienes y de la hijuela al hijo de Cela, su único hijo. Una
tipa deletérea. Dicen que trabajaba para el Mossad y cumplía el encargo de
destruir el “mito franquista” de Cela
libro sobre segovia
MAGNÍFICO LIBRO DE JOSÉ Mª COSTA ARRIBAS
El profesor José María Costa
Arribas ha publicado “La Segovia Olvidada” un magnífico retablo de las
tradiciones de la Ciudad del Acueducto, sus costumbres, ascendientes, orígenes,
así como un estadillo solemne y cabal de los edificios, iglesias, ermitas,
oratorios, conventos, los del alfoz, los del arrabal, e intramuros. Segovia,
ciudad de acarreo, acredita así su romana catolicidad aunque tambien tuvo algo
de musulmana y mucho de judía, pero tambien fue arriana y pagana.
Ofreció incienso a los dioses que después del Edicto de Milán fueron cristianizados de modo que las antiguas creencias mitológicas se transformaron en devociones de otros tantos santos mártires confesores y santas vírgenes. Segovia, ciudad de acarreo, multiétnica tolerante pero a la vez adoleciendo de ese vicio que fustigaba san Isidoro como “moro visigótico” (la envidia) compartiendo hueco con un cierto aperturismo y liberalidad siempre a la sombra de la Cruz y guareciéndose junto a los cimientos de su ebúrnea catedral. Dama de las catedrales sede y trono de los obispos que mandaron siempre mucho aquí en esto, y Dios quiera que sigan mandando, porque este libro testimonia esa fe de cristianos viejos que nos pervivía. Una fe que creía en la trascendencia del ser humano y otorgaba mandas de los difuntos, donaciones pro ánima y sufragios.
Ofreció incienso a los dioses que después del Edicto de Milán fueron cristianizados de modo que las antiguas creencias mitológicas se transformaron en devociones de otros tantos santos mártires confesores y santas vírgenes. Segovia, ciudad de acarreo, multiétnica tolerante pero a la vez adoleciendo de ese vicio que fustigaba san Isidoro como “moro visigótico” (la envidia) compartiendo hueco con un cierto aperturismo y liberalidad siempre a la sombra de la Cruz y guareciéndose junto a los cimientos de su ebúrnea catedral. Dama de las catedrales sede y trono de los obispos que mandaron siempre mucho aquí en esto, y Dios quiera que sigan mandando, porque este libro testimonia esa fe de cristianos viejos que nos pervivía. Una fe que creía en la trascendencia del ser humano y otorgaba mandas de los difuntos, donaciones pro ánima y sufragios.
Que me digan misas. Quiero un
enterramiento sagrado cabe el atrio de la iglesia, pedían las condesas al
otorgar testamento.
Yo ayudé cuando tenía once años a
una misa que ofició el capellán de las claras de san Antonio el Real por el
eterno descanso del alma del rey don
Enrique IV, benefactor de aquel convento. Más de cinco siglos de misas
gregorianas…
He gozado lo indecible,
empapándome el alma de Castilla, con su lectura, auténtica fruición para los
que amamos esta ciudad alta de castillos, como un barco navegando a todos los
acimuts y lontananzas.
Segovia es una nave de piedra que
surca los mares de la historia. Es un soliloquio de la arquitectura con la
mística y las menudas cuestiones del día a día, los cipos, los pleitos de
arrendamiento, la fijación de los fijos comarcales, las pestes y pandemias,
invasiones, guerras. Vanidad de vanidades.
Don José María en esta obra, un tour de force, literario, empedrado de
sabiduría histórica, nos reconcilia con nuestro pasado, nos explica el origen,
la trayectoria y ¡ay! También el derrumbe de todos esos edificios por esas
calles que pateamos en nuestra niñez y adolescencia, casas blasonadas como la
del Portalón donde vendía manises, pipas y cromos de Diego Valor, Puchero, que
era el mejor retratista y acuarelista de aquellos tiempos vagabundos.
Un paseo por el alma recóndita de
nuestras calles, esquinas, corrales, callejones, huertos y pomares, y chaflanes
es este libro. Cada rincón tenía su leyenda y, a ratos, historia trágica de
algún asesinato cometido o algún riepto,
como la de aquel caserón vacío en la Plaza de los Espejos.
Aquí en este libro se estampa el
espíritu de una ciudad mágica. Y se
complementa y explican algunos conocimientos que muchos segovianos teníamos por
intuición. Pero que eran prosa sin peinar y tabaco sin elaborar. Él los fija,
aquilata y ata cabos.
El profesor Costa Arribas, tan
apacible, es el hijo de doña Catalina aquella señora maestra tan elegante
esposa de nuestro maestro nacional al que algunos falangistas querían meter en
la cárcel por rojo (creo que era más por envidia que por ideas políticas) y que
desasnó vara en ristre pizarrín catón y cartilla en mano a los chicos de
Fuentesoto en la posguerra.
Aquí formula una relación circunstanciada y circunspecta
de los hechos con una impasibiidad y equilibro que nos hace pensar, dentro de
la modesta edición de este tratado, sobre el espiritu y la letra de Segovia, en el cronista
Colmenares.
Mucho debe de haber leído a Tito
Livio don José María.
Es algo más que una guía
turística por más que nuestros cicerones, los que enseñan nuestra ciudad a los
forasteros tendrán que aprender en este libro algunos aspectos desconocidos u
olvidados. Son nuestros anales.
Se trata de algo más que un vademécum
o de una guía turística.
A mi juicio, el profesor Costa
Arribas (Segovia 1935), que se licenció en Historia en la Universidad de Oviedo
donde todavía pervivía el aliento doctoral, insuflado en aquellas aulas
ovetenses por Claudio Sánchez Albornoz, el gran don Claudio el abulense, tan
maltratado por Franco, y olvidada su obra por nuestros “demócratas de toda la
vida”, abunda en la concepción histórica de Albornoz, diametralmente contraria
a la de Américo Castro.
Costa Arribas fue cocinero antes
que fraile, conoce la idiosincrasia de nuestro pueblo. Estuvo de maestro de
primeras letras en Lovingos antes de ser
catedrático de las universidades de Valladolid y de Salamanca por la UNED. Y ha
escrito uno de esos libros que marcan pauta, abren zanja, y son lo que dicen
los ingleses un “must”, con talante crítico independiente, siguiendo la norma
del objetivismo informativo de Scott aquel famoso director del “Guardian” de
Londres: “los hechos sagrados, las opiniones libres”. Insuperable. Creo,
insisto que se acerca en la fluidez de su sencilla prosa pero de una gran
maestría en el manejo del castellano sin florituras por los conocimientos, la
interpretación y la exégesis a nuestro cronista mayor: Diego de Colmenares.