2016-03-04

DE BURROS Y ALBARDAS


NO HAY ALBARDA QUE LA SILLA NO CONSIENTA

 

Me fui para las Morañas y me pusieron cual digan dueñas aunque de menos nos hizo dios. No hay mala albarda que la silla no consienta. Esta tarde se acabó el papelón y habrá pactos y consensos de la Castuza de la que forma parte también Pigtail (el coletas) y sus vocingleros pedisecuos Oh patres, conscripti. A Marco Tulio Cicerón quisiera verle yo hoy en el hemiciclo pero non vos preocupar.  Estos no valen ni una catilinaria. En el circo todo son trazas. Arévalo tierra de los arévacos vuelvo a mis raíces y en san Vicente del Palacio surgió el amor. Andaba yo un poco al estricote y he aquí que mi novia la rumana Laureana me hizo un hombre nuevo. Romeros y peregrinos somos todos del amor, previo pago naturalmente. Estoy pensando en escribir el libro del buen vagar. Y pienso en Madrigal de las altas Torres porque yo español hasta la medula peregrino por los lugares donde pasó la infancia la Reina Santa aunque la verdad sea dicha mis paisanos no la hacían muchas reverencias. ¿Podemos o no podemos? Esto es el blablá de una gran comedia. Mande pedro mande juan han ganado los norteamericanos. Son los que se llevan el gato al agua tras tanta trifulca. Unos y otros profieren los denuestos del agua y el vino. Están jugando todos a la pella y carta en la mesa presa y asno de muchos, todos lo comen. Vago por las calles de Hita y su arrabal. Allí en un anticuario me merco un cobertor y un garabato y consuelo con mis refranes. No hay pecado sin pena ni bien sin galardón.. alhahé y hadeduro. Y en estas cuando yo iba por el camino por allí aparece mi novia la rumana, pegando grandes voces y su voz se esparce por todo el valle.

Ay no me aduz, acadea.

▬Quítate las abarcas, pastorcilla, que hay ropa tendida.

Oh meu careu, calpaz

El rumano es el idioma del amor. La voz de Lauriana suena a vieja cantiga,

Y prorrumpe en unas cuantas quejas en rumano esta moza radiante de Timoseara, paisana de Ceaucescu

Con las voces y lamentos se me hiela el pestorejo. El vagabundo no se puede detener. Nunca después que nací pasé tanto peligro y por aquí andan radiando historias grotescas del Titánico. A mí eso no me interesa voy de camino. Alahé y alheduro.  ¿Podemos o no podemos? Los del circo son una cuadrilla de impotentes ya no se les empina ni con la bisagra esa. Y yo estoy como un reloj. Efectivamente, no hay mala albarda que la silla no consienta.

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