INCENSARIOS INNECESARIOS 2
Madrid castillo famoso tuvo
siempre un lado de fervor milagrero aficionado a las procesiones triduos
novenarios las cuarenta horas siendo el nuestro un cristianismo pasionista
teatral barroco y plateresco que no se pueden explicar de otra manera que
recurriendo a la carnalidad de nuestros cristos macerados melenudos que expiran
en taparrabos en el madero de la cruz o a esas dolorosas traspasadas de
cuchillo. Esa pasión milagrera a la busca de prodigios en un mundo descreído me
llevó al ferial de las apariciones. Un fervor morboso y alucinante activado por
una situación profesional familiar y anímica llena de precariedades y
desencantos. Mis escapadas en bicicleta eran una huida. Sin embargo aquellas
devociones marianas tenían poco que ver con la tierna semblanza que dejó en mi
corazón de niño el culto a la Virgen María.
Allí había dinero afición al poder y secta y la manipulación de algún listo de
la camarilla de espabilados en torno a amparo Cuevas. La campa de las
apariciones en aquellas multitudinarias sabatinas se convertía en el bosque
animado para la España
esperpéntica. Un enigma de veneración a una Virgen de los dolores sacada de una
talla de escayola algo grotesca. Muchos venían de lejanos lugares a pedir
curación para el mal de piedra. El lugar se convertiría en el último remedio
para los desahuciados de la vida y la fortuna. Claro que antes de llegar al fresno
“santo” tenía que pasar el rastrillo del ostiario negro que radiografiaba con
sus ojos penetrantes a todos los que quisieran acercarse al altar. Eran los
años trágicos del finiseculo. Se acercaba un tiempo global y el temor a perder los
valores tradicionales del catolicismo fue uno de los motivos por el que
despertaron tanto interés los supuestos fenómenos preternaturales allí
registrados. Por aquellos días yo leía a Andreiev mi favorito y a algunos
autores rusos que se referían a la llegada de la parusía. El fin de los tiempos
empezó a llegar con el fusilamiento del zar Nicolás II y el estallido de la
revolución ruso como colofón trágico a esa gran carnicería de las dos guerras
mundiales. La Virgen
María había anunciado en Fátima “Rusia se convertirá” y
efectivamente Rusia volvió a ser cristiana con Yeltsin. Sin embargo, sus
oponentes los buenos de la película Europa los estados Unidos y sobre todo
Israel y España se mostraban más descreídos y alejados del día de gracia. En
ese mensaje a sor Lucía se formulaba la gran pregunta. Unos me dijeron que el
diablo se había hecho periodista y otros que se trataba de patrañas y visiones.
Escuchaba los programa religiosos de Radio Moscú que eran excelentes y mejores
que los de Roma. El vaticano a los viejos creyentes nos ha escandalizado. Se
nos presenta bajo una mascara de buenismo contemporizador con el mundo el
demonio y la carne que asusta. Radio Vaticano tres veces por semana transmitía
la misa en rito bizantino eslavo pero a raíz del atentado tan extraño en la
plaza de san Pedro en 1981 este tipo de liturgias dejaron de oficiarse. Sigo
sin entender por qué. Muchos nos sentíamos extranjeros en nuestra propia patria
y metecos en la iglesia que nos adoctrinó a la que llamábamos santa madre. Para
convertirse en madrastra. Fue cuando m e puse a escribir por las noches
“seminario Vacío: los pecados mortales de la Iglesia ”… pederastias, hipocresía, crueldades,
doble moral clerical. Yo pedía que la Iglesia que nos había considerado anatemas reparase
el daño con que destrozó nuestras almas ordenándonos como presbíteros. Sería
una formula de reparación. Mientras tanto iba yo confuso y lleno de
perplejidades a la fresneda del enigma en mis excursiones ciclistas. A la
vuelta estudiaba el libro del Apocalipsis. No entendía ni papa me parecían exhuberancias
desbordamientos y exageraciones del alma judía. Me parecía mucho más asequible la Hora Occidua del
general Ivanov que yo por entonces escribía. Al cabo de cerca de un cuarto de
siglo no míe reconozco en tales textos. Rusia se convertiría dijo la Virgen pero en España se
profanaban iglesias y en los Estados Unidos se daba prioridad a la industria de
las armas como baluarte de su economía. El odio y la destrucción engordan las cruentas
corrientes de los banqueros de Wall Serret. El Papa Wojtyla seguía inmerso en
sus giras baños de multitud y de poder que a mi me sonaban a herejías porque un
papa por bueno que sea no puede anular la personalidad de Cristo ni combayar
con el pecado o rendirse acomodaticio a las veleidades de los que mandan en
Washington. Fue motivo de escándalo. Lo dije en la campa y estuvieron a punto
de agredirme.
Rozábamos con la punta de los
dedos el perfil de la utopía pero la bondad no habitaba entre nosotros sólo el
odio el rencor y la revancha. Los suspiros y jipías de la vidente por el micrófono
me parecieron diabólicos. La serpiente maligna enredaba con las cuentas del rosario
de aquellos pobres incautos que estaban siendo engañados por unos tíos muy
listos. El Escorial era una sucursal del Palmar troyano. En días previos a la
navidad de 1989 Gorbachev firmaba el acto de claudicación de la URSS ante Bush. Días más
tardes corría la sangre por las calles de Bucarest. Tuve proféticos espasmos de
lo que iba a ocurrir. Los del mensaje de Fátima era una baladronada mística que
jugaba con la credulidad de las apariencias. Percibí que Dios tiene un lenguaje
diferente al de los humanos. Los milagros se producen pero de otra manera.
Llegaba el nuevo orden. Ronald Reagan recién operado de un cáncer de nariz
sonreía victorioso desde una cama de hospital de los Ángeles. América había
ganado la partida. Sonaban por doquier las carcajadas de la esfinge. El siglo
XX terminaba de mala manera en medio de clangores de guerra y de rebatiñas. Los
rusos tan mesiánicos eran diferentes a como yo los figuraba. Un pueblo enigmático
mitad angeles mitad asesinos. Gente muy fuerte. Me pregunto si en verdad Reagan
cantó victoria antes de tiempo. ¿Han sido vencidos? ¿O todo ha sido un entendimiento
bajo cuerda entre el poderoso oso soviético y la chistera del Tío Sam? Supongo
que Dios tiene poco que ver con estas cosas y que la Virgen María no debiera meterse
en política como lo hizo en Fátima.
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