2016-06-05

NOY GRAN CAFE


NOYI GRAN CAFÉ


 

Fuimos al Noyi gran café y todos teníamos vocación de funcionarios que no funciona y no me amargues la sangre. En la barra de aquel club se le consentían todas las torpezas. Estaba el hombre ancora del tupe y dos mesas más adentros el general de caballería reportase muchacho era algo rubiales. Dios mío mucho me costó salir del laberinto. Tropa variopinta que arrejuntaba a todos los lebreles del periodismo. Pit el meritorio y mozo de espuelas Emilio Pérez plumero al que se le veían las plumas del gallo. Las tragedias de entonces se transformaban en comedias vistas al desgaire al cabo de tanto tiempo y luego estaba Cleofás linares el personaje en efigie del medallón y otra numerosa tropa no sé a que habéis venido a rejuntaros todos a una. Ya digo que don barrujo era la presencia del gallo pero todas esas cosas ocurrieron hace ya bastante tiempo. Abasalón ah salón guardia de seguridad  el que decía con un sostenella y no enmendalla:

-        Lo importante es un trabajito seguro aunque cries más cuernos que un erizo.

-        No va mas

-        Pues claro si pareces medio tonto

Aquel lugar era un Venta de Baños de las musas trasnochadas. Inasequibles al desaliento escribían muchos de ellos todavía cuando los bestsellers estaban dados con toda seguridad. La cultura de la fotocopia había prendido pero muchos no habían aprendido.

       ¿Qué haces tú? ¿Estudias o trabajas?

-        ¿Yo? Hago fotocopias

-        Hoy estas muy contento. Mira no se te suba el vino

Ofiuj era algo anticervantista y además con toda la razón pues en aquel pais Cervantes era una excusa para leer muy poco y hablar de referencias. Absalón absalón guardia de seguridad con su pistolón al cinco calibre 38 y toda una canana. Negro zaina como aquel violador que se conoció años más tarde y doña estregas la del faraute era una policía laica y un tanto monosabica. Simon tuvo un tío cura que creía en el nuevo dios cibernético que decía que era lo opuesto a Adonai señor de la luz puesto que el trabajaba las tinieblas y por allí también asomaban la gaita dos espías del mofad que se llamaban guisantal y blumenthal pero no habían nombrado al señor de las tinieblas puesto que carecía de jerarquía y de categoría. Decían que un tal Nicasio Guteboren era un maestro suyo y este también estaba en el cristus de ciertos tanteos secretos. Solía decir rizando el rizo de la ironía la verdad es que la verdad no nos interesa ni poco ni mucho. Adepto  AGAPITO al nazrinato era algo casto y gorrón. Pero luego vendría Gustavo Schiksal cuyas comparecencias eran no menos misteriosas. Fumaba en una pipa de espuma de mar mientras los espectros actuaban cerca del espejo. Locomotrar Gol atronaba nuestras noches y daban ganas de emborracharse con vino perronero. Gol en menzizoirra. Estaba solo y era pequeño. Los comicios los habría de ganar un perdedor. Avanzamos hacia los machos cabrios vía los sacerdotes de odiuj y allí les ocurría a aquellos señores escritores peninsulares un poco lo que la burra del gitano que sabía hablar pero no sabía pronunciar y ellos sabían escribir pero no podían publicar y ahí estaban la maula chiquitos. Todos portaban sangre en honor del macho cabrío y ofrendaban holocausto a molón. Decían:

       El alzamiento cibernético nos traerá la ruina pero no nos preocupemos

       No hay nada que hacer ni nada que preocuparse

En esas estábamos cuando llegó Jorge el que se que rompió la tripa. Tenía cara. La cuesta del armust donde estaban todas las putas fue su salvación. Habían profanado la tumba del Cid y  todos al duerno pero se decían a por fia lo de soriano soy yo. El café con leche y la tostada en la víciense:

-        te estas poniendo muy gordo

-        Es que yo soy de clase

Con el alzamiento cibernético no se podían porque allí estaban los flautistas de Amelia todas las mañanas. El valle del apéralos et la taberna de la crucifixión. Todas aquellas eran sus compartes. Tiró el adoquín contra el escaparate y san miguel in vinculis pero yo me extasiaba ante la grandeza helada de los paisajes rusos.

 

Tomase un par de ginebras y la cabeza le estallaba con la visión de los personajes noticia. Vio la capitulación de Japón y la entrega de la espada por el emperador hiro hito. Potsdam. El problema judío. Todos los absurdos  y malas formaciones del hombre y de su conducta alcanzan los titulares. Sentí entonces que yo era huérfano de algo. Que había cuadriculas en mi particular historia que no cuadraban del todo pero estaba en el Noyi gran Café haciendo la agachadiza o haciéndome el tonto o huyendo de mí mismo pechando contra la manipulación y la mentira ambiente metiendo para el cuerpo cántaras de vino. Los niños huérfanos quedaban en Port Bou donde se suicidó Walter Benjamín. La historia fue una pesadilla.

       -Echa una nueva combinación, Fonzo.

       -Ahora mismo pues no faltaría más.

       -Y mira no te me descarrilles.

       -No, señor

Pasó el pincerna con su chaquetilla corta, blanca y muy limpia (en el Noyi los camareros daban la sensación de estar militarizados o de haber sido muchos de ellos furrieles de mayorías con el pelo para atrás) y su desfile recordaba un poco una danza de bacantes pero en masculino. Nicasio algo caído de hombros y con pinta de dolerle el estomago era un alcarreño con los ojos de perdiz que no se perdía una detrás de las gafas. Todo un contraste con flavo algo barrigudo y jocundo o el señor Sigüenza que no era el Señor Sigüenza en realidad de verdad sino una auténtico fantasma. Todos exhibían un rostro de cierta amabilidad por más que la procesión fuese por dentro.

-        ¿Qué le pasa al señor?

-        Que me pierdo en océanos y baraúndas de letra muerta

-        Pues contra esos males le recomendaría yo algo de güisqui con sifón.

Había uno con la mirada parda que le auscultaba con cierta mala uva. Se llamaba Venancio y era de su quinta. En haber nacido en el mismo año ahí paraban todas sus coincidencias. Una necia no dejaba de fumar y otra verrionda incansable en la cama miraba para  Eusebio el bien portado. Era un poco magiquita. ¡Qué desaprovechamiento de hombre. Sus viajes etílicos le llevaban hasta Samarcanda y no tenía que tomar  el avión. Bastaba con sentarse ante un velador, entornar los ojos y dejar volar su fantasía por la arcatifa de las mil y una noches que conducen al pais de las huríes, la región del irás y no volverás. Se mueven bien esos camareros. Son buena tropa. Parecen una columna de relevo o un ballet que sincroniza su danza con la bandeja al hombro. Venimos de un mundo de toros y cañas. Lo nuestro eran los coros y danzas. Se nos daba mal la filosofía. O profesar esta rama de la ciencia ya de viejos por aquello de primum vivere deinde philosphare.

Se puso a escribir y le salió el siguiente párrafo:

Y era don antolín de la cerda según va dichosa persona más eminente de todo el grupo. Siete pies de estatura consolidaban su humanidad por lo que no había para él casullas ni dalmaticas, capas pluviales ni cíngulos. Todos los ornamentos le quedaban chicos. El canónigo estaba hecho todo un brazo de mar. Y era un orador a la vieja usanza. Su rival en la corte de enrique IV se llamaba don Beltrán de la cueva

El parrafote la novela que estaba escribiendo y siempre estaba escribiendo una novela le aburría algo porque sabía de antemano que aquel texto sobre los bandos de castilla reflejado en la personalidad de un deán insólito e indómito del cabildo de Segovia un eclesiástico que calzaba espuelas y tenía las armas contra el moro y que a un marroquí había partido en dos durante la batalla tenía francamente escasas posibilidades de comercializarse. Por lo que prefirió seguir bebiendo.

-        ¿Otro traguito, Isidoro?

-        Hace

Se acabaron las guerras de religión o mejor chico terminaba allí el concepto de visión cristiana del mundo dándose fin a todo un planteamiento cosmogónico. Y la actualidad desarrollaba sus acontecimientos para hacer a Cristo culpable de dos milenios de falsedad según sus detractores que se afanaban por concluir el mandato de los popes mientras crecía la herrumbre en las tapias de los monasterios vacíos y la parietaria se apoderaba de los claustro el polvo y los trastos llenaban las salas capitulares. Las fuerzas oscuras habían concertado todo un programa de acción y eran tenazas mientras los creyentes se acoquinaban ante la situación. Las ermitas eran regaladas por cuatro gordas y en las rectorales irrumpían los squatters. Había parroquias con el cartel de “se vende” en sus fachadas y eran un buen bocado para las inmobiliarias.

Sobre España volvía a proyectarse la sombra de la nariz ganchuda de Mendizábal. We want to get you and your riches.

-        But you ought to go softly softly.

Le salían los pensamientos en inglés. Su conciencia era un cajón de sastre dominada por la sombra del deicidio y la confusión de babel. Había llegado la época del comprar y del vender. Claro que a los obispos no les faltaban fincas ni propiedades. Estaban montados en el dolor y formaban parte de una jerarquía entreguista donde lo importante a lo largo de la historia no había sido Jesús sino el poder. Isidoro pensaba que el alto clero y aun el bajo era el responsable de aquel estado de cosas tan salidas de madre. No quiero pensar. Me perdo en el laberinto de mis propias ideas. Isidoro ese ser confuso tenía una buenísima voluntad pero como siempre solía tomar el rábano por las hojas sus relaciones con los demás se mostraban del todo endeble. Minerva que le conocía bien en cierta ocasión le hizo una rfadiografía de su cuadro anímico y se lo dijo en inglés:

       -You dont get on with people

-        Vaya por dios.

Minerva para que nos entendamos no era la diosa que se acostó con Kynos cuerpo de hombre y cara de perro sino su primera mujer. Acbaframos. Minerva no se acostó con un perro como la diosa bestialista o como Pasife que se dejó montar por un eral de Guisando. Nada de eso. Minervita was quite prudish. Algo sentimental y victoriana. Tocaba el piano en los largos atardeceres del junio londinense cuando el sol se resiste a irse a la cama y es todavía día sereno cuando tocaban las campanillas de los pubs y veía a su pobre esposo mantecoso llegar a casa hablando con las farolas que aun no estaban encendidas. ¿Por qué bebes maridito? Porque no tengo seguridad en mí mismo.

       Y esa seguridad te la da la copa?

       -Solo de momento

Isidoro amaba tiernamente a Minerva pero los dos fueron amantes desdichados. Se reitió la historia de Piramo y Tisbe. Allende del amor tenían poco en común. Duelos tenemos. Más se perdió en Cuba y vinieron cantando. Alahé. Alehé. Por mi fe. La labrandera de los sueños empezó a empinar el codo y he aquí todo nuestro gozo en un pozo. Minerva se quedaba largas horas en el alfeizar de la ventana viendo pasar la gente y no pasaba nadie. Cuando llovía caía monotona de los aleros de la catdedral gótica. La suerte no quiso arrimar el hombro. El destino se les puso de manos y los dos amantes hubieron de hacer partija y cada uno con su lado

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