MINDSZENTY 60 AÑOS DEL
LEVANTAMIENTO HUNGARO
tenía doce años cuando atronaron
las noticias del levantamiento del pueblo húngaro contra el comunismo. el
prefecto de estudios en el refectorio hacía narrar desde el ambón del
refectorio las crónicas que mandaba desde Roma el corresponsal Vaticano
Cipriano Calderón. Se hablaba de que había estallado la guerra mundial pero no
era todavía el tiempo de la tercera gran guerra. El arzobispo de Estigiria
pedía asilo político en la embajada de los Estados Unidos donde permaneció tres
lustros acogido casi hasta su muerte en Viena en 1975. Era un eclesiástico
berroqueño duro de pelar que a la larga se convirtió en un problema para la
Iglesia del "aggiornamiento"
y un obstáculo para la ostpolitik de Cassaroli.
No le hicieron mucho caso en la
Curia y a estas alturas hubiera sido de desear que lo hubieran canonizado,
porque dio testimonio de la cruz de Cristo en tiempos revueltos.
Otros, con menos méritos, han
subido a los altares, salvo judice, y por el procedimiento de "santo súbito"
fueron beatificados. Del cardenal de Hungría ya no se acuerda nadie a pesar de
que salvó a muchos judíos pero se las tuvo tiesas tanto con los nazis como los demócratas,
pecado imperdonable. A sesenta años vista de aquel acontecimiento uno se
encuentra con las paradojas de la historia.
En aquel seminario le teníamos
por mártir de la iglesia perseguida pero nunca lo han canonizado. Cometió la
torpeza de ser políticamente incorrecto, adelantándose a su época, en aquel
entonces, enfrentándose a los "pardos" de Hitler con sus leyes de
eugenesia y hedonistas sobre la exaltación de la belleza corporal y el amor
libre.
Lo metieron en un campo de
trabajos forzados del que fue liberado paradójicamente por los rusos a los que
criticó severamente por sus leyes sobre educación y la creación de la escuela.
Tampoco fue amigo de los rojos.
Tuvo a consecuencia del
enfrentamiento con el gobierno de Imre Neggy un largo proceso en Budapest. Su
pensamiento sin embargo acerca de la escuela laica hoy es de plena actualidad. Decía
este obispo, que jamás sonreía, que una enseñanza sin valores cristianos
equivalía a una forma de descristianizar paulatinamente a un país. Es lo que ha
pasado en España.
Actualmente, los comunistas no
obedecen a Moscú, viven en Bruselas, en Londres, Paris o Wall Street, son
agentes del gran capital y unos van bien trajeados con terno y con corbata y
otros aparecen descamisados y lucen coleta pero son los mismos galgos con otros
collares.
Sus enemigos le criticaban por
estar al frente de una iglesia católica que defendía a los grandes
terratenientes y a la casta de los pudientes. Esa casta la tenemos hoy por
todas partes.
Otro dato: el alzamiento húngaro
fue sofocado por los soldados rusos en Budapest. Los ruskis guardaron un bajo perfil aun a costa de sus vidas. Prefirieron
morir achicharrados en aquellos poderosos carros de combate los T64 a disparar
contra la población civil.
Como consecuencia del
derrocamiento del gobierno Imre Naggy, uno de los judíos que perpetraron la
masacre del zar en Yegateringrad y que fue ahorcado en la Unión Soviética.
Multitud de húngaros emigraron al
extranjero y en España se asentaron unos cuantos que llegaron a ser insignes
figuras del balompié: Ladislao Kubala, Koccis, Ferenz Puskas, Bene, etc.
Misterioso príncipe de la iglesia fue Mindszenty. Es sorprendente que no haya
subido a los altares. Una de tantas paradojas del mundo católico.
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