2020-05-24

CHARITIES OENEJES SOLIDARIDADES INSOLIDARIAS BENEFICIENCIAS SOPAS BOBAS FILANTROPIAS...UNZA NUEVA FORMA DE ESCLAVITUD

En una novela de George Orwell leí yo un pasaje que me impresionó: en un centro parroquial anglicano se daba el té de las cinco servido con pastas y una charleta por parte del "parson" (párroco) que por lo visto causó algunos inconvenientes a aquellos pobres vagabundos derrelictos, muchos de ellos ex soldados, ex convictos y en su mayoría alcohólicos  (un tramp  vagabundo carece de vida social, ha renunciado a las mujeres y al sexo, el único pobre consuelo de su existencia es el vino).
Se levantó Paddy, un veterano que había servido en un regimiento de fusileros jugandose la vida por la Reina, fue superviviente del desembarco en Normandía sin que el país por el que luchó reconociese jamás sus méritos y le recompensase con justicia, y reconvino a aquel buen cura ajustándole las cuentas. Le dijo:
-Nada de sermones ni de beneficencias, reverendo que por una oreja nos entran y por la otra nos salen. Lo que nosotros queremos es justicia social. Los que nos quitaron la honra y el trabajo ahora quieren consolarnos dándonos las migajas del gran banquete del capitalismo para aquietar su mala conciencia. 
Si la iglesia entra en ese juego, vosotros los curas no creéis en la doctrina de Jesús  el Cristo. Así que este té con pastas se los meta su reverencia por donde le quepan.
El vagabundo recordó al preste que el ámbito de actuación es espiritual y trabajar por el advenimiento de la justicia. No fue una advertencia sino un clamor profético lo que salió de los labios del pobre derrelicto de la novela "In and out in London and Paris"
Cuando Eric Blair publicó su novela 1984 no habían aparecido las enejes y las charities noi preponderaban como ancilares mandaderas del gobierno mundial: Soros, Rockefeller, los Rochild, Billy Gates, Zuckerberger el apocalíptico amo de Facebook, etc. 
Todos esos que nos han dejado sin trabajo nos han mandado al paro y ahora para resarcir su mala conciencia nos envían al padre Ángel o nos pasan por el pico las enciclícas de Bergoglio y nos dan de comer en sus centros de acogida.
Las ONG trabajan para un mismo amo que aspira a acabar con la estructura nacional de naciones enteras. en nombre de la solidaridad universal. Yo entiendo muy bien por qué en Rusia han sido por Putin prohibidas.
Nadie habla de la caridad humana que es, según san Pablo humilde, paciente, callada, y no busca la publicidad de ese cura asturiano que se está haciendo millonario a costa de los pobres, que se retrata con famosos a golpe de talonario y de minutos por TV, y ha permitido morir a setenta ancianos en una residencia de la cual es titular él en Ponferrada y devenga dineros del Estado. Diabólico es el proceder: propugnar la eutanasia y llenar España de africanos y de gente del tercer mundo. 
Las ONG propician no sólo una nueva esclavitud, trabajan por conseguir el caos en nombre de la beneficencia.  A nadie le quepa duda y no me duelen prendas decirlo, son agentes de la gran conspiración (Verschorwung) decía el Der spiegel en un reportaje de su última edición.
Nos arrebatan el pan de nuestra mesa y luego nos invitan a las migajas de sus cenas solidarias. A mi me parece con todos los respetos que una institución como Cáritas,  que es una gran garita de los vigilantes del Gran Cofrade, es poco caritativa. 
Nuestro Señor dijo buscad mi reino y su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura. Desde luego y a pesar de que pueden ser un remedio temporal para paliar el hambre en que nos ha dejado esta endemia, no responden a un criterio evangélico sino a un afán de destrucción y de venganza de la Cruz. 
Estas charities se alimentan de la norma del Talmud y del Candelabro de los siete Brazos. Aspiran a un mundo de ilotas sometida a la bota del gran sanedrín donde se sientan augustos viejos perdularios y ex terroristas como Kissinger, Soros y sus cofrades. el té de las cinco de estas organizaciones solidarias que se lo metan por donde les quepan. 
Yo prefiero en nombre de la Justicia cristiana, una tarea que compete al estado nunca a la Iglesia, pasar hambre y conservar mi dignidad de hombre en nombre de los Derechos Humanos, una bandera que ellos levantan sin que jamás guarden sus mandatos.

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