2020-09-24

MI HOMENAJE AL VIEJO CUARTEL DE SOTO DE LUIÑA DE LA BENEMERITA

 CASA CUARTEL DE SOTO DE LUIÑA UNA DE LAS PRIMERAS ESTABLECIDAS POR EL DUQUE DE AHUMADA

 










Enchufas las noticias de la tele abres los periódicos y lo primero que te encuentras: un agente uniforme verde oliva desmantelando una red de traficantes de estupefacientes o tratando de poner orden ante una trifulca de barrio por la ocupación de una casa.

Los todoterrenos de la Guardia Civil patrullan la dehesa de un asesino en Monesterio que asesinó a su vecina para descubrir los restos de la pobre muchacha víctima de un crimen pasional.

Hay un accidente en carretera, una inundación, un fuego y los hijos del Duque de Ahumada allí se presentan al minuto para encauzar el salvamento de los que están en peligro, meter en vereda a los que quebrantan el orden y la ley.

Los picoletos en una circunstancia tan bronca como la que estamos pasando (la gran epidemia, crisis económica, perdida de empleo, conflictos laborales y un desorden mundial que trasciende las fronteras) nos hacen sentir orgulloso de ser españoles y asturianos.

La Benemérita es hoy por hoy la institución de más prestigio en nuestro palmarés, seguida de cerca por los sanitarios médicos y enfermeras.

Cuando paso, doblado el puente del río Esqueiro que baña Soto, me cuadro ante la bandera ondeando a la puerta. Es un edificio del siglo XIX propiedad de la familia Mendiola. 

El cuartel de la guardia civil  de Soto de Luiña es una casona de porte humilde puertas de cuarterón, corredoria, sin antojana a pie de calle, el despacho del comandante de puesto una habitación a la derecha dando marco a un decorado de austeridad y aseo, disciplina militar y honradez.

El honor es mi divisa reza el Himno del Instituto armado. Han servido a regímenes de todos los colores sobreviviendo a vicisitudes políticas de vario signo. Y cambios de gobierno.

Franco estuvo a punto de suprimirla porque la mayor parte del Cuerpo se situó bajo el mando de la República. Junto a actos heroicos como el del capitán Cortés en Santa Maria de la Cabeza Jaén o el Alcázar de Toledo donde el espiritu de sacrificio y la eficacia de los guardias allí refugiados fueron los mejores fusileros que tuvo Moscardó, se sitúa la adscripción republicana del coronel Escobar en Cataluña, después fusilado por el delito de sedición.

El general asturiano Camilo Alonso Vega evitó su desmantelamiento (era amigo del Caudillo por fraternidad de armas y parentesco) y el Régimen encontró en la GC su mejor valedora en la lucha contra los maquis, el contrabando y el bandidaje.

Buenos servidores del orden público, la pareja camina, el chopo en bandolera, el tricornio charolado la escarcela bajo el manto y la cartilla con los puntos del Reglamento.

 La expresión de leerle la cartilla a uno que se hizo popular en el lenguaje coloquial es una expresión del Instituto; cuando en la comandancia se administraba un castigo a un número que había cometido una falta en el servicio.

Todo esto constituye una imagen tópica y típica de la España de antaño.

Pienso que Lorca lo tendría hoy crudo o no se le entendería cuando expresara; “Guardia civil caminera le llevó codo con codo”. En mi humilde opinión, claro está.

Tomás Salvador en su novela “Cuerda de Presos” opugna este cliché, esta imagen  tan desgastada que algunos inconscientes tuvieron de la Benemérita.

Dos guardias. Uno, gallego y joven, el guardia raso Aboin y un cabo el asturiano, zorro y socarrón, Serapio, conducen al Sacamantecas, un criminal en serie, que sentía fobia a las mujeres, desde la Robla en León hasta Vitoria donde le darán garrote vil.

Entre el condenado a muerte y sus custodios se entabla un vínculo mitad compasión mitad sentido del deber y espíritu de cuerpo. Que llamaría alguno síndrome de Estocolmo.

Van desde el viejo reino asturleonés hasta las Vascongadas, bordeando  la cordillera cantábrica; largas caminatas, paisajes maravillosos. Tomas Salvador urde una novela psicológica perfilando el modo de ser de unos españoles humildes hijos del pueblo que han de convivir con un malhechor que no es más que un pobre hombre digno de compasión. Al socaire de sus dudas personales.

Sobre las paginas de la conducción del Sacamantecas flota la máxima de odia al pecado y compadece al pecador.

Don Quijote y Sancho vuelven a las andadas. La sabiduría popular la sorna y el escepticismo flota sobre los capítulos del libro.

Yo me acuerdo mucho de Tomás Salvador cuando bajo a Soto y saludo a la bandera de la casa cuartel, una de las primeras que afloraron en Asturias despues de su institución.

El decreto de Francisco Javier Girón Ezpeleta Las Casas y Enrile, Duque de Ahumada, el 28 de marzo de 1844 siendo jefe de gobierno González Bravo que solo dura cinco meses y es sustituido por Narváez un general moderado al que llamaban “El Espadón de Loja” marca el aranque de la Guardia Civil o Guardia Ruralcon compañías unas a pie y otras a caballo.

Asturias estaba incardinada en el octavo Tercio (León, Oviedo, Salamanca, Palencia, Valladolid, Zamora Ávila y Segovia) con dos compañías de infantería y una de caballería.

Uno de los aciertos del Duque de Ahumada fue dar un carácter militar a su instituto puesto que aquí no hay regimientos sino tercios dispersos en pequeños grupos coordinadas. Es una de las razones de su eficacia.

En virtud de la misma está reputada como uno de los cuerpos policiales más eficaces del mundo.

Es un poco la envidia de la CIA, el KGB, Le Second Bureau francés y el M15 británico. Sus servicios de información, si se desclasificasen, harían levitar en  sus sillas a muchos.

Amén de eso, su perfil es tolerante y humanitario porque en perpetua lucha contra el mal conocen las fragilidades humanas y esa propensión al crimen de nuestra condición (riñas, celos, alcohol, enemistades familiares, envidias, orgullo, rivalidades de campanario).

Ese margen de tolerancia y de eficacia a un tiempo es un sello inconfundible.

Don Camilo Alonso Vega recomendaba a sus uniformados “si no podéis ser castos, sed cautos… os recomiendo paso corto vista larga y ojo al cristo que es de plata… ojos de halcón paso de lobo y hacerse el bobo”.

Buen consejo, mi general, que apunta a una de las razones por las cuales la GC sobrevivió a los vaivenes y meneos políticos de una nación, tan dada a la crispación y a la fluctuación pendular como España.

Por lo demás es necesario señalar que se trata de una institución borbónica surgida de las ruinas de la guerra de la independencia y de la carlistada. Eso conviene destacarlo precisamente cuando hay tanta gente en el país que sueltan soflamas contra los borbones, que no fueron santos por supuesto, pero que  tuvieron sus cosas buenas como la red caminera, los ferrocarriles, el ensanche, modernización y alcantarillado de las ciudades.

Isabel II dio pábulo al Benemérito Instituto como salvaguarda del orden publico, la moderación, la lucha contra el bandidaje y el bandolerismo.

Los españoles somos muy propicios a tirarnos al monte despues de las hecatombes políticas que hemos tenido, y esa propensión a combatirnos y pasar de víctimas a victimarios en lucha constante contra la propia sombra, nos marca.

El Empecinado y el Cura Merino dos guerrilleros significados, héroes castellanos, en la lucha contra el invasor francés acabaron en el patíbulo, lo mismo que el “Arrempuja”, el “Chato de Benamejí”, el “Botijas” o el “Barquero de Cantillana”.

De esto saben mucho nuestros humildes y abnegados números de clases y tropa, que van por el mundo sin descomponer el gesto, acomodándose a los nuevos tiempos, fieles servidores de cualquier gobierno, tarea nada fácil.

Han incorporado a la mujer a sus filas con gran éxito, se abstienen de airear sus opiniones políticas.

A mí me parece que la militarización es un baluarte de su disciplina y espiritu de sacrificio pues el servicio es el servicio. Viva la Guardia Rural. Ahora me acuerdo de un viejo romance que cantaban en corro los niños de mi infancia “En la plaza del Turco le mataron a Prim iba solo en su coche con la guardia civil para dar las armas a otro general”.

Mal pagaba España sus servicios a aquel tarraconense héroe de los Castillejos.

Sin embargo, España y yo somos ansí, señora, que diría don Pío.

Que la Benemérita siga patrullando nuestros astures caminos y que la honorable casa cuartel de Soto de Luiña siga contando con un cabo puertas toda la vida. Es mi deseo. 

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