CAFÉ GIJÓN: YO SIGO
Antonio Parra-Galindo
Algunos van y dicen que ya no van al Gijón y yo sigo. Soy pájaro de un solo nido, cigüeña de un solo amor, mesnadero del pendón verdadero, culo de un solo asiento, bebedor de la misma jarra de cerveza la que compré de latón y en la que debieron de beber los novios de Molly Flanders o los soldados de Cromwell, poco más o menos, allá en un mercadillo de York.
En Inglaterra sólo la plebe le da al cristal. Los señores por aquello de al agua como buey y al vino como rey tenían su propio vaso de cobre cuando iban a la taberna. Y el que bebe en jarra de cobre tendrá siempre que besar el culo a un pobre.
¿Qué va a ser, mí lord?
Lo de siempre…
Las costumbres libatorias son sagradas en el Reino Unido y el tabernero tenía que ser un señor para llenar el cáliz del amor como un experto accionando la palanca del tirafondo y que el lúpulo y efervescente brebaje colmase el vaso de espuma sin derramar una gota y yo escuché en mis días de Eboracum una frase que pronunció un sábado noche un bebedor:
“I am only here in the world for the beer” (yo estoy en el mundo sólo por la cerveza).
Y que me hizo reflexionar sobre los principios de nuestra existencia. Quizás no seamos más que sombras que beben cerveza. Aquel hombre que aguantaba sin desmayarse diez pintas debía de ser un señor. Así que estamos aquí sólo por la cerveza.
Horacio expresó este pensamiento mucho antes que mi comilitón de farra y de barra cuando dijo en el mejor latín que se escribió nunca: “Velut naves, sicut umbra, ut nubes” (somos como las naves, como la sombra que se cruza, igual que las nubes pasajeras).
De ahí que a muchos de los que nos interrogamos sobre el por qué de todo esto no nos guste cambiar de barra. Hay que acodarse a un mismo mostrador toda la vida y mío es el del Gijón pues me hace sentirme joven y andando como vamos todos a la caza del tiempo perdido recordar el verso del romancero: “no murió por las tabernas ni tampoco tablas jugando que él murió sobre Zamora vuestra honra resguardando”. El Café Gijón no es una taberna. Es un templo.
Tampoco un tanatorio, sino, más bien, un altar donde reposan las cenizas de nuestros ideales debajo del retrato sobre el dintel de la entrada desde donde nos mira San Alfonso Pérez Pintor o San Cerillero un santo laico que transitó por esta vida haciendo bien al personal y dejaba que le pegáramos sablazos que luego él cobraba religiosamente aunque sin interés.
También, penitenciario de la transición, otorgaba perdones. Fue una época difícil de guerra civil solapada y Alfonso como todos los camareros desde don Pepito el amo hasta la última fregona impartían libertad y tolerancia. ¡Bendito sea Dios y tenga de su alma al llorado Cerillas aunque no creyese en Él! No.
Yo sigo. No me cambio de refectorio ni de chaqueta como parece ser que declara Raúl del Pozo que siempre fue algo tornadizo y no muy consistente tan exagerado en sus adulaciones –maneja el incensario como nadie, acólito de Emilio Romero, de Carrillo, de Fraga y de Aznar y de doña Aznara, quiso hacer lo mismo con ZP pero este chico de León es de otra pasta-como en la desproporción de sus metáforas. Ahora ahora conferencia con el rey emérito el pobre prófugo en Abudabi. Que tío oye. Era todo un comunista, pasó por el fascismo y ahora se hace lengua por el monarca que es de su quinta. Mucha flexibilidad de vertrebas todo un armario lleno de chaquetas de todos los colores para alabar al poderoso.
¡Qué bien escribe este chico!
Sí pero piensa poco.
Aunque comprendo lo que dice en su columna el Cara de Hogaza de que les dé reparo volver al establecimiento de Recoletos seguramente por tengan ciertos remordimiento de conciencia y se han cambiado al Eurobuilding. Otra añoranza.
Por esa zona estaba la Corea de “Paralelo 40” de Castillo Puche el puterío de lujo años 60. a Felix Ortega y a mí que en paz descanse nos gustaba un pub inglés regentado por una catalana que se llamaba el “León Rojo”.
De todas aquellas izas y rabizas no queda nada. Sólo tal vez un fulgor frío de estrella que brilla en el firmamento de la bohemia que nos tienta al vino alguna noche cuando son más fuertes y congeladas las lunas de enero pero poco más. En el Eurobuilding no se me ha perdido nada ni a todos esos: al del Pozo y al Cara de Hogaza que seguramente que ni se les empina ya o han de tomarse tres bisagras de esas para ponerse a tono.
¿Qué fue de aquel frenesí? ¿Qué se hizo de tanto infanzón? ¿Tanta cabalgata y tanto esplendor? Verdura de las eras. Sicut naves, ut umbra, Velut nubes digamos con el clásico. Rios que van a la mar del morir. Son coplas de Jorge Manrique.
No es que sea viejo y tenga las ideas, y otras cosas, gastadas. Es que se ha acabado la transición por obra y gracia de este chico de León José Luis Rodríguez Zapatero al que colma de denuestos la derecha pero en el que muchos españoles, tal y conforme están las cosas y la política no es más que el arte de lo posible, un legionense de pro. Viene de Toral de los Guzmanes y del Paso Honroso de Suero de Quiñones. Y eso sí seguiré tomando café en los veladores veteados de jaspe del Gijón, sentandome en incomodas butacas color carmesí, donde todos los camareros que eran socialistas a mí que no he renunciado a mis creencias José antonianas me trataron como un señor. Y poco a poco con paciencias y renuncias y alguna vez con algo de la equivoca ambrosía del dios oscuro Baco hemos ido subiendo la cuesta de nuestra vida. Este lugar no es un tanatorio antes bien está lleno de energía positiva de palabras de perdón y de reconciliación entre los hispanos tan dados al morbo visigótico que nos hace tirar de navaja o de pistola de vez en cuando. La otra noche vi sentado con una chavala cerca de los espejos del rinconín a Pérez Reverte. No estoy de acuerdo [creo que le hice blanco de mi santa envidia en alguna crítica de sus libros] con algunos de los planteamientos de sus novelas llenas de éxito pero le dije:
-Muerto Cela creo que tú eres el dios
Y de verdad Pérez Reverte esté uno de acuerdo con sus argumentos es el mejor literato de esta generación. Él tampoco ha cambiado de tertulia. Y no creo que sea hombre de tertulia como yo. Es un lobo estepario. Me gusta todo un capitán de los Tercios de Flandes que escribe como los ángeles. España mi natura, Italia mi ventura y Holanda mi sepultura. Pero en vida y en muerte en victoria y derrota siempre el café Gijón donde duermen y nos protegen los manes de San Alfonso El Cerillero.