2021-03-06

1871-1919 ANDREIEV

  

 


ANDREIEV

Leonidas Andreiev nació en Orel en 1871 y murió en noviembre de 1919 en cerca Helsinki a causa del hambre. Fue una de las primeras victimas de la revolución de octubre que él incoó pero Trotski, Kamenev y toda la banda de judíos que se puso al frente de la revolución rusa le condenaron a muerte, hubo de exiliarse. El cristianismo que profesa en sus escritos este ruso blanco no se compadecía con las creencias del materialismo dialéctico. En toda la obra admirable y, por dicho de eso, profética, se escucha el eco de las siete Palabras pronunciadas en el Golgotha entreveradas con las enseñanzas del Sermón de la Montaña: Sacha Yegulev anuncia la guerra en Yugoslavia, “Los espectros”, “Dies Irae”, “Diario de Satanás”, “La Risa roja” “Judas Iscariote” y “El Océano” anuncian la venida de un mundo nuevo pero Cristo estará siempre en la historia hasta el final de los tiempos.

Andreiev es un escritor impresionante al que empecé a leer en mi juventud cuando bajaba todos los sábados a José Antonio 32 hoy Gran Vía sede de Espasa Calpe, la gran librería de Madrid, y adquiría los textos del escritor ruso traducidos al español por 25 pesetas.

Entre el desconsuelo, la desdicha, la esperanza y ese fucilazo genial que sólo se atisba en algunos escritores rusos se me anunciaban misterios de la existencia que de mozo no entendía y ahora entiendo: el terrorismo, la quema de los montes, las nuevas armas de destrucción masiva, el envenenamiento de los océanos, la deforestación, el hacinamiento de las megapolis, la corrupción política ─vemos al diablo bien trajeado vestido de demócrata acudiendo a votar en las elecciones generales─ y la incomunicación creada por la irrupción de los nuevos inventos, son algunos de los temas que aborda. 

Andreiev es un escritor moderno pero al propio tiempo profundo creyente ortodoxo, cuyas páginas nos invitan a abrir capítulos del Evangelio.

 

Para él la tierra es un gran templo donde se consuma el misterio de la eucaristía base de nuestra redención. Sus personajes preferidos son seres marginales: borrachos, prostitutas, grandes propietarios en quiebra, campesinos que viven en  la miserias de isbas apartadas, estudiantes sin colocación y bellas princesitas enamoradas que mueren de consunción o de sífilis después de haberse dedicado al oficio más antiguo.

 

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