2021-03-09

 

ADIOS MADRID QUE TE QUEDAS SIN GENTE

 

Yo había soñado viajar a Madrid cuyo nombre irradiaba magia cuando cantábamos la lección y dábamos la lista de los ríos de España. Luego supe que el Manzanares aprendiz de río no era navegable. La maestra dola Paula llevaba el compás dando golpes con su pierna mala que era de palo sobre las riostras de la tarima en las tardes de la escuela. Era febrero y había mucha nieve en la sierra los puertos cerrados. Lo contaba Rodolfo Quindejas el Soguillas en el café de la plaza que era camionero que iba y venía a la capital. "Tuve que meter las cadenas, chiquitos". Algún día yo iré a Madrid pensaba. Cruzaría las montañas de la Bola del Mundo el Montón de Trigo Siete Picos cuyo perfil níveo se asomaba a nuestra ventana. Cuando sea mayor escogeré la libertad, mi padre me dejará fumar, me echaré novia e iré a bailar. Madrid tierra de acogida entonces rompeolas de las Españas y hoy varadero de las gentes de todas las razas y naciones. Cuando seas padre comerás a la mesa y te atracarás de escabeche todo un señorín. Hoy Madrid con sus seis millones de habitantes no es aquel pueblón manchego tan bonito sonriente y habitable donde nadie se siente extranjero del que nos hablaba doña Paula la maestra de la pata de palo. Mucho han cambiado las cosas. Sobra gente hay excedente de población y los viejos están cayendo como moscas en la gran siega que ha traído la guadaña de la pandemia. 

Intelectum tibi dabo. Doce me vias tuas. Quita de ahí: el salmo nos invita a la esperanza. El dalle del Covid no podrá con nosotros.

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