2021-03-11

LOS CUARENTA SOLDADOS MARTIRES EN EL LAGO HELADO PATRONOS DE ARMENIA A la hora del desayuno nos leíoan el martirologio romano. Aquel seminarista de Valdesimonte abría un libro grande de pastas rojas y proclamaba a los que en defensa de la fe recibieron la corona del martirio. El diez de marzo de hace ya más de medio siglo nevaba en Segovia y Valdesimonte con su voz potente e impostada que no necesitaba micro nos hizo la relación del pequeño Melitón un niño de pocos años que se dirigió al lago helado donde cuarenta soldados de una de las legiones del emperador Domiciano habían sido encerrados por rechazar ofrecer incienso a los dioses. El suplicio era terrible y digna de la crueldad de un romano. Uno de los milites aterido de frío, no soportó el suplicio; entonces el centinela que los vigilaba vio en el cielo una corona de laurel y en medio de una nube apareció Jesucristo triunfante. Conque se unió a la cohorte en sustitución del compañero que chaqueteó. La madre del niño Melitón daba voces alentándoles a todos exhortándoles a perseverar. El laconismo y la concisión con que se relataban estos hechos en aquel libro escrito en griego en latín y en castellano quedó en mi grabado para siempre. Era algo fabuloso e increíble pero la fe supera cualquier duda. Desde entonces he ido por los caminos del mundo recordando a aquellos legionarios romanos que aguantaron la nieve y el hielo por amor del Crucificado. ¿Qué importa que se nos caiga la moca en medio de la cellisca? Soy un liberal e incluso libertario en cuestiones seculares el mundo cambia con el progreso pero hay cosas inamovibles como la liturgia el acerbo de la fe los dioses oscuros y los dioses diáfanos. Mis pies se mancharon de barro conocí el hielo y el desamor de la vida misma pecador de mí pero la grandeza de los que confesaron su esperanza en el evangelio y por ella dieron su vida me vuelve inmutable. "De nimis non curat praetor" decían los licurgos de la vieja Roma. Pelillos a la mar. Que si el papa que si el cisma que divide a Bizancio. No hay que preocuparse de nimiedades ni hacer caso a los vaivenes de la política y la mezquindad de muchos hombres. En cierto sentido soy un mártir de la fe porque navego contra corriente y me encomiendo a san Melitón patrono de Armenia. Los cuarenta del lago helado anticiparon el holocausto del gran pueblo armenio a principios del pasado siglo cuando fueron aniquilados por el turco. Sueño en el vino armenio y en la nueve blanca del monte Erbus allá donde posó el arca de Noé tras el diluvio universal. Ellos son la tribu perdida de Israel. Este pensamiento me ayuda a portar mi cruz.

 


LOS CUARENTA SOLDADOS MÁRTIRES EN EL LAGO HELADO PATRONOS DE ARMENIA

 

A la hora del desayuno nos leíoan el martirologio romano. Aquel seminarista de Valdesimonte abría un libro grande de pastas rojas y proclamaba a los que en defensa de la fe recibieron la corona del martirio. El diez de marzo de hace ya más de medio siglo nevaba en Segovia y Valdesimonte con su voz potente e impostada que no necesitaba micro nos hizo la relación del pequeño Melitón un niño de pocos años que se dirigió al lago helado donde cuarenta soldados de una de las legiones del emperador Domiciano habían sido encerrados por rechazar ofrecer incienso a los dioses. El suplicio era terrible y digna de la crueldad de un romano.

 Uno de los milites aterido de frío, no soportó el suplicio; entonces el centinela que los vigilaba vio en el cielo una corona de laurel y en medio de una nube apareció Jesucristo triunfante. Conque se unió a la cohorte en sustitución del compañero que chaqueteó. La madre del niño Melitón daba voces alentándoles a todos exhortándoles a perseverar. El laconismo y la concisión con que se relataban estos hechos en aquel libro escrito en griego en latín y en castellano quedó en mi grabado para siempre. Era algo fabuloso e increíble pero la fe supera cualquier duda. Desde entonces he ido por los caminos del mundo recordando a aquellos legionarios romanos que aguantaron la nieve y el hielo por amor del Crucificado. ¿Qué importa que se nos caiga la moca en medio de la cellisca? Soy un liberal e incluso libertario en cuestiones seculares el mundo cambia con el progreso pero hay cosas inamovibles como la liturgia el acerbo de la fe los dioses oscuros y los dioses diáfanos. Mis pies se mancharon de barro conocí el hielo y el desamor de la vida misma pecador de mí pero la grandeza de los que confesaron su esperanza en el evangelio y por ella dieron su vida me vuelve inmutable. "De nimis non curat praetor" decían los licurgos de la vieja Roma. Pelillos a la mar. Que si el papa que si el cisma que divide a Bizancio. No hay que preocuparse de nimiedades ni hacer caso a los vaivenes de la política y la mezquindad de muchos hombres. En cierto sentido soy un mártir de la fe porque navego contra corriente y me encomiendo a san Melitón patrono de Armenia. Los cuarenta del lago helado anticiparon el holocausto del gran pueblo armenio a principios del pasado siglo cuando fueron aniquilados por el turco. Sueño en el vino armenio y en la nueve blanca del monte Erbus allá donde posó el arca de Noé tras el diluvio universal. Ellos son la tribu perdida de Israel. Este pensamiento me ayuda a portar mi cruz. l

LOS cuaranta pertenecíann a la Legio XII "Fulminea", recibieron la corona del martirio el año 342 imperando Domiciano

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