2021-03-11

Lutero llevaba razón

 


CONTRA EL CELIBATO Y EL ESCÁNDALO

 

Una nueva peregrinación a Canosa. El Papa viaja a Alemania y en Erfurt patria de Lutero se reúne con el gran imán y el gran rabino, abraza al obispo protestante. Ah Lutero un fraile genial que en su crítica al papado en sus 99 tesis hincadas a las puertas nieladas de la catedral de Wittemberg la “clavó” pero estaba poseído del diablo. Su rebelión hizo correr la sangre por los campos de batallas de Europa en absurdas guerras de religión. Era verdad: la primacía del obispo de Roma era un convencionalismo y como tal no está en los Santos Evangelios. Obedeció a las exigencias políticas de Carlomagno fundador del Sacro Imperio. San Juan de Letrán era una corte pagana donde pululaban cardenales simoníacos y de donde venían los bulderos a predicar las Indulgencias. Con dinero podía comprarse vida eterna. Roma nido de efebos y de meretrices. Este agustino imbuido de esa soberbia típica de los eclesiástico, ese corazón de piedra ante las miserias humanas, llevaba razón en el fondo. Erró en las formas. Desnudó los altares y obnubilado por las epístolas de San Pablo quiso reformar la Iglesia a palo seco. Nuda Escritura. No sabía que el depósito de la fe es obra de la tradición, de los cantos, de la belleza, de la arquitectura, de los misales, de las epactas y de los ornamentos.

 

CATALINA BORA

Sin misterio no hay religión. Creía que Dios era alemán y al introducir la lengua vernácula en el ritual el protestantismo ganó eficiencia pero perdió universalidad. Hoy arde en el infierno en compañía de Catalina Bora la monja a la que amó y otros heresiarcas: Calvino, Zwinglio, Enrique VIII. Alemania otra vez. Los españoles mandamos nuestros tercios a Flandes y con nuestra sangre bajo el cetro y la espada de Cesar efundimos con generosidad nuestra sangre para defender al papa de las rapacidades del elector de Sajonia y aquellos malditos frailes. Pero Lutero puso el dedo en la llaga. Su orgullo le obnubiló, desconocía que había otra Iglesia legitima heredera de los apóstoles que cantaba los kyries en Constantinopla y el turco la degolló. El heresiarca de Erfurt fue demasiado lejos. Hoy esa Iglesia que está viva en Rusia, en el Este y en todo oriente medio puede ser la salvación de una Roma que acusa el pavor de la deserción, de los seminarios vacíos, las feligresías que menguan y de los jóvenes alejados de la Iglesia, aparte de los escándalos sexuales que vamos a tratar aquí y que abordo en mi libro “Seminario vacío: los pecados mortales de la Iglesia”. Creo que la primera autoridad del catolicismo me está dando la razón.

La solución no está en la infalibilidad papal, el dogmatismo, sino la vuelta al episcopado, la dirección colegiada, la renovación litúrgica y un acto de contrición. Volver a la sencillez y grandeza del Credo Niceo. Nuestro símbolo de la fe. Suprimir las conferencias episcopales y resucitar el concilio o los sinodales magistral fórmula de administración jurídico que los ortodoxos conservan al igual que la liturgia en todo su esplendor y de símbolos sacramentales. Un regreso al protestantismo o la vuelta a la sinagoga que han preconizado los dos últimos obispos de Roma puede ser un germen de destrucción ocasionada por la macrocefalia (una cabeza muy grande y un cuerpo pequeñito y menguante) y es que la Iglesia romana se ha politizado en demasía. Ama demasiado el poder desde el culto a la personalidad, del rebozo mediático y el afán de dineros.

 

CORRUPTELAS

Nunca habla de Jesucristo este pontífice, aunque en sus discursos de vez en cuando suelta caer la palabra dios. ¿Es el bueno de Benedicto 16 un panteísta? Tampoco ni una mera alusión ni de pasada a los escándalos- en Alemania fueron una plaga ocasiónate de la gran desbandada precisamente cuando Ratzinger era arzobispo de Colonia- de los delitos sexuales:Corrupción de menores, homofilia ni al celibato eclesial que es la asignatura pendiente del clero romano. Que estigmatizaron a mucha gente, dejaron tarados de por vida a no pocos seminaristas y monaguillos, sembraron el dolor y la tristeza en infinidad de familias y fueron circunstancia desencadenante de adulterios y de gestaciones interrumpidas por parte de los clérigos y sus coimas. La jerarquía a este respecto barrió debajo de la alfombra y utilizó la táctica del ocultamiento y del “hush up”. Cuando el cura tenía un lío con una feligresa, sodomizaba al sacristán o le bajaba las bragas en la sacristía a una monja el obispo sencillamente se limitaba a mandar al interfecto a otra parroquia. La soberbia, la hipocresía y la carencia de sentimientos y de escrúpulos, la poca delicadeza, han sido los pecados mortales de esta poderosa Iglesia tan poco acorde con las normas evangélicas. Por eso su fundador alternaba con publicanos y pecadores y detestaba a los piadosos a los que decían Señor, Señor y habló claro y tajante: “es más difícil que un rico entre en el Reino que un camello con dos jorobas pase por el ojo de una aguja”.

 

JERARCAS

De espaldas al Calvario los jerarcas siempre estuvieron de parte del Gran Poder. Al menos, en la edad media en muchas diócesis del Sacro Imperio se reclamaba a los curas un “impuesto de putas”. Todos los curas tenían moza y la famosa ama de llaves cumplía las funciones de mujer del párroco sin tener necesidad de pasar por la vicaria. Juan Ruiz arcipreste de Hita estuvo once años a la sombra en el penal eclesiástico de San Torcaz por alzarse contra la imposición celibataria que incoara un pontífice de Aviñon. “Monseñor, nos quita las buenas para que nos vayamos con las malas” le escribió a su obispo.

Ay de vosotros, escribas y fariseos, que miráis la paja en el ojo ajeno y no veis la viga en el vuestro”. Todos recordamos aquel chiste que se contaba en las fiestas de los pueblos. Llegó un obispo en visita pastoral e inspeccionando la casa rectoral donde vivía el arcipreste de aquel lugar no vio más que una cama grande de matrimonio. ¿ Cómo es eso, Dionisio que aquí hay únicamente un lecho para dos? Inquirió el prelado y don Dionisio con todo su candor le dijo: “No se preocupe su Ilustrísima. Ponemos una tabla entre medias de separación”. “¿Y qué hacen cuando viene la tentación?”. “Pues quitamos la tabla. No hay problema”.

Hubertus Mynarek un cura alemán secularizado cuenta en su libro “eros y clero” la gran desbandada que se produjo en toda Europa después del concilio. Unos 400000 sacerdotes colgaron los hábitos. La causa principal, que la mayor parte no pudo atenerse a las leyes de la continencia. El celibato-declara Mynarek- contradice la ley natural. Engendrar, procrear obedece al código genético de las hormonas del hombre pecador. Pero la continencia impuesta a los sacerdotes-funcionarios es artificial. Una estipulación disciplinaria convencional. Concretamente el canon 2368 del Iuris Canonici.

Jesucristo nunca habló del sexo. Sólo condenó el pecado de escándalo y dijo que el que abandona al padre, a la madre o a la esposa para seguirle ganaría un puesto en el reino de los cielos.

Castrarse por amor a Cristo y en busca de la perfección es una virtud heroica asequible a muy pocos. El premio de los que abrazando la utopía andan a la procura del ideal. Sin embargo, la naturaleza humana siempre lastrará el peso de la carne. Únicamente suele llegar en la edad provecta. De ahí la sabia disposición de la primitiva de ordenar presbíteros a hombres de alguna edad. Es lo que significa “presbíteros” (ancianos) alguien que está más allá del circulo de las pasiones. Sólo se puede servir al altar con un corazón puro cuando haya pasado el ardor genésico. Por eso propongo en mi libro que aquellos seminaristas de entonces pero imbuidos de la juventud del salmo “Ad Deum qui laetificat juventutem meam” pudieran disfrutar de una alegre “vejentud”. Sería una manera de devolverles la dignidad y la honra que les arrebataron.

 

NO LO HAN QUERIDO RECONOCER

La iglesia católica moderna no ha querido reconocerlo. Por lo que un voto de continencia a los 22 años en un varón normal representa muchos peligros. En el caso de los invertidos el sacerdocio siempre constituyó un paraguas bajo el que se esconden homofílicos, paidófilos, escribe Mynarek. Según este sacerdote alemán secularizado, el confesionario por desgracia no es el tribunal de la penitencia sino un rincón morboso donde se cuchichean asquerosidades y una garita desde la cual ciertos confesores han caído en el abominable pecado de la solicitación de sus confesadas. Conocí al penitenciario de una antigua colegiata española cuyas inquisiciones a sus penitentes sobre todo mujeres bordeaban la delectación morbosa. Porque decía que no se peca en el mismo grado contra el sexto mandamiento si tu novio te besa a rosca. La gravedad de materia depende de los centímetros de lengua que el ardoroso amante introduzca en la boca de su prójima y no es lo mismo un coito que se realiza quitándose el sostén y el camisón o el acto se realiza a pelo. Aquel confesor se sabía al dedillo el derecho canónigo pero sus procacidades asustaban a muchas de sus pupilas. Para evitar el asqueroso morbo que ofenden a la dignidad de una mujer no sería mala cosa que el sacramento de la confesión fuese administrado por diaconisas que sólo podrían absolver a mujeres. De la misma manera que un policía masculino no cachea a una presunta delincuente, tarea que suele realizarse por policías del genero femenino así grandes males ocasionados en el confesionario podrían evitarse si los varones “descargan el saco” con sacerdotes y las mujeres con diaconizas. Ese cajón ha servido no pocas veces en lugar de solicitación y del reclinatorio a la cama. Los curas polacos para los que el celibato nunca representó gran problema ya que en aquel país muchas señoras tienen a gala acostarse con un sacerdote y darle un hijo aunque sea bastardo había tres palabras que orientaban la vida de un párroco koreck (el tapón de la botella) woreck (los dineros del cepillo) y rozporek (mujeres y sexo).

 

TRAUMAS

Estas deficiencias en la orientación sexual y psicológica desencadenarían verdaderos traumas en el alma de los que se educaron en colegios religiosos o seminarios: complejos de culpa, hipertrofia, inseguridades de todo tipo, una espiritualidad ñoña a fuer de ridícula, borracheras místicas –no pocos de aquellos ex no pudieron superarlos y se dieron al alcohol- neurosis eclesiógenas emanadas de la formación recibida en el que la desviación del instinto generó válvulas de sustitución, señala Mynarek.

Las heridas dejaron una cicatriz indeleble. Y todo por esa obsesión sexual que fue el caldo de cultivo de la mariconería en estos institutos de formación religiosa. Un espacio cerrado con muchos adolescentes a los que les explotan las neuronas y sus torrentes sanguíneos son un mar de testosterona al faltar la hembra sienten la atracción efébica. Es un hecho natural e insoslayable. En la iglesia antigua, dice el autor, se desconocían tales aberraciones que son endémicas en la iglesia actual. Y es que los cánones referentes al celibato nunca se incoaron hasta el Concilio de Trento y aún así la norma fue trasgredida abondo por muchos cleritos. De la masturbación y el onanismo mejor no hablar.

 

SINEISACTENTUM

En la iglesia primitiva, la hispano visigótica, la merovingia y la irlandesa los sacerdotes no eran solteros y hasta los monjes del desierto para aplacar el ardor de los sentidos, para no volverse locos y dejar la vida eremita practicaban una especie de amor platónico el sineisactentum que consistía en permitir que una mujer les visitase en la cueva siendo su compañera espiritual. San Jerónimo por ejemplo vivía con una amiga. San Frutos se santificó en la Pedriza segoviana en compañía de su hijo Valentin y su esposa Engracia. Hasta la fundación de Montecasino y la llegada de los benedictinos en toda la cristiandad los monasterios eran mixtos. Ocurrió en los cenobios asturianos y de las Batuecas de rito hispano mozárabe como en Liébana, Prámaro en San Martín de Luiña, San Martín de Oscos, Pravia y todos los del “asturianum conventum”. Y se mantienen aun hoy en Rusia que mantiene comunidades de orantes bastante florecientes y algunas son mixtas. Y es que el cristianismo no es o no debe ser un asunto de enaguas o de problemas de bragueta. Ahora bien en sus prevenciones antifeministas – a la mujer no se la empezó a dar importancia hasta el Renacimiento, los judíos y los griegos decían que la mujer carecía de alma- acuñado en la máxima escolástica mulieri non est credendum, la Iglesia egoísta y sabiamente se curó en salud y se libró de no pocos pleitos al alejarlas del altar.

San Pablo el fundador de todo esto mandaba callarlas en la sinagoga, Taceat mulier en synagoga. Hablaba entonces el apóstol como un hebreo helenizante.

¡Ay Eva! Por ti entró el pecado en el mundo y ahí tenemos al padre Danielou eminente teólogo que sufrió un infarto el año 1974 cuando subía las escaleras de una casa de cita en el barrio de Pigalle. O al papa León IX que murió “on the job” como dicen los ingleses. Casados o solteros la cosa no tiene enmienda. Sólo nos salvará el amor. El amor de Cristo. Eso es lo único importante. En esta tesis que le llevó a la justificación por la fe Lutero tampoco andaba muy descaminado de la verdad. Ojalá hubiese sido italiano en vez de un alemanote de genio diabólico

 

 

 

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