2022-02-13

 

a un viejo y querido colega

UN AMIGO, LO MEJOR DEL MUNDO. ME LLAMA CLYPEUS
VENÍA yo de comprar el pan y me desparramé en el sofá, mi mujercita estuvo machacando el cuerpo serrano en el gimnasio, tarde divina del otoño madrileño sin gabardinas Butragueño porque no llueve, paz serenidad hogareña. No tenía nada que hacer, la tele hispana es aburridísimamente puerca y algo fascistoide, un páramo espiritual para los que nos decimos y somos y seremos hasta el final periodistas. Menos mal al satélite, zapeo que te crió. Recorro algunas estaciones germanas. No hay programas del corazón apenas, le dan al reportaje y te meten las cámaras en una fábrica de Hamburgo donde fabrican lavadoras y están media hora cantando las excelencias de un tornero encantado de la vida con su trabajo, se pasa el día entre tornillos. Saltas hoja y tienes como cien emisoras dedicadas a promocionar el sexo, pero jamás sexo explícito, sólo tetas y frauleins ubérrimas reclamos del oficio más viejo del mundo. Hasta en eso son serios los alemanes. Arbeit macht frei. Más zapeo, aterrizo en una emisora rusa bastante buena. Los rusos hacen el mejor periodismo de Europa el más libre. Gracias al noticiero de la RTR me entero de que Yugoslavia de nuevo es un polvorín y que serbios y kosovares andan a tiros y que los israelíes tratan a las mujeres palestinas como ganado a las puertas de la Ciudad Santa. Apelotonamientos para pasar a la mezquita de Omar. Queremos rezar a Alá, pero no nos dejan se lamentaba una comadre con el chador y arrastrando las sayas hasta los pies ante un centinela todo un armario en ajuar de combate luciendo en el uniforme la estrella de David (lo más bonito del estado hebreo es la bandera). Se parecía a mi abuela. Nuestros informadores de tales alicientes no dicen ni mú.¡Ay esta España ensimismada y cañí que se cree el ombligo del mundo y e ha convertido en el risum teneatis de las naciones!

Aquí la gente no sabe que hay censura y que les están envenenando de política. Se parlotea de la crisis griega, del euro. Volvieron los gnomos de Zurich a campar por estos tesos. Nos están intoxicando y no nos damos cuenta. Aburrido, apago el televisor mientras mi mujer hace la cena y me pongo a leer las prosas sandias de Soledad Puertas. Tiro el libro a la bañera. Gran parte de los librotes que se publican son corrosivos. Gibson ese maldito irlandés ha vuelto a amenazarnos con otro tratado sobre García Lorca en el que vuelca su vesania y su odio contra España ensartando mentiras como si fuesen churros en el cucurucho de sus mil y pico páginas. Monto en cólera. El ABC le dedica dos planas en el cultural del sábado. Debe de ser que he tenido un subidón de abstenía. El ajenjo se me ha subido a la sangre con las insolencias de ese espía británico y eso que ahora no le doy al pacharán. Debe de ser la apirexia. Ya estoy algo vieyín. Los malos libros me enervan. ¡Qué soledad, cuanto descorazonamiento, cuanta accidia recorre los poros de mi piel! Tenemos el enemigo dentro. Ojalá venga pronto ese general invisible como llamaban a Mola y corra a gorrazos a toda esta patulea que ha convertido nuestra patria en un puticlú donde pululan las meretrices y los esperpentos de la política y del periodismo del duerno. ¿O es que la culpa es nuestra? ¿No nos estaremos llevando mal con nuestros propios sueños? No sé amigo Clypeus. No tengo respuesta. Me asaltan las soledades, los enconos en medio de los cuales vivimos, los distanciamientos y descorazonamientos. Al ser congruentes con nuestro ideal – no hemos cambiado de chaqueta- no tenemos derecho a sentirnos fracasados. Que inventen ellos. Que se jodan ellos. Por eso me alegró enormemente tu llamada. Desde hace un tiempo estabas missing.

Hablaré de Clypeus. Es uno de los mejores periodistas de este país. El que encuentra la música debajo de las piedras. Lo conocí el año 67. formaba parte de la redacción de un periódico joven, contestatario que ubicado en una antigua vaquería pero que tenía un cuadro de redacción donde figuraba nada menos que Félix Ortega Muñoz el mejor corresponsal en Estados Unidos que ha tenido este país, aunque trabajase para la prensa del movimiento. Y otros eximios que no recuerdo o de cuyo nombre no quiero acordarme. Que cambiaron de chaqueta.

Clypeus venía de Alemania. Había militado en el partido comunista pero los corsés, los encasillamientos y los encastillamientos no son buenos para un hombre que piensa. Cuando vino la debacle del 75 lo hicieron funcionario un funcionario sin una función específica. Conoció la “nevera” bajo el ojo vigilante de los comisarios y cabos de vara. Y estuvo congelado pero como era un vitalista salió a flote. Cambio de ciclo. Una era cruel en perspectiva. Había que ser pastor y borrego. Los “demenagements” que dicen los franceses conoció, y supo del oprobio y la carrera de ratas de esos ministerios de Dios que cedieron a las autonomías sus competencias. Échame pan y llámame perro. Había que comer, traer un sueldo a flote. El que más chifla capador. Muchos no sobrevivieron al trauma de la ociosidad y se dieron a la bebida, se divorciaron o contrajeron un cáncer. Estuvo en pasillos como yo y sometido a la tiranía de los mequetrefes y los cretinos, esas pulgas que galleaban subidas a la trompa del gran elefante fuera el Gran Filipo, el del Bigotito o el Coblers que vino después como un remendón de la política a vender a los españoles viento en cápsulas y así ha salido la cosa de mal al abrir la caja de Pandora. Bajas laborales por depresión. Ir a trabajar era un suplicio. Conozco bien el percal amigo Clypeus, pero tú y yo hemos triunfado porque hemos sobrevivido. Decían los griegos que la democracia es lo que mejor cuadra para vivir en un mundo peligroso, pero más que un mundo peligroso era un mundo de cretinos. Nosotros aprendimos a vivir “pericolosamente” y no nos daba miedo la gallardía. Sólo nos daba miedo la estupidez ambiente. Creo que con el “Google” hemos vuelto a ser periodistas, aunque nos vigilen los cofrades de Internet. Nos mandan virus- yo he jodido ya tres ordenadores a causa de troyanos y malspam- pero sigo impasible el ademán inasequible al desaliento viviendo esta época de grandes retos, que nos ha tocado vivir, terrible y maravillosa. Ya sé que más de una vez te he mandado a tomar polculo, pero tú me perdonas. Eso no tiene ninguna importancia entre periodistas pura sangre.

Con Clypeus me une nuestro amor hacia Asturias la tierra de don Pelayo y hay algo en nuestros genes que no nos hace tragar al Islam. Digo yo si seremos judíos. Que Bah. Y si lo somos seriamos de otra tribu, la decimotercera, la que se perdió en el Cáucaso y que inspiró y animó a los templarios a la reconquista de Jerusalén. Dios lo quiere o lo ha querido. Cuando nos juntamos y empezamos a hablar por las calles de Oviedo a grandes voces la gente se nos queda mirando como si fuésemos fantasmas de otra época. Dos quijotes, dos personajes de las Luisiadas o del Tasso. No sé. Castilla face los omes y los desface. Este tiempo está reñido con la utopía y con los que se afanan a la procura de la excelencia. ¿Sabes que murió Alfonso Martínez MENA, el escritor murciano? Venía a la redacción siempre vestido de luto. La vida pasa, Clypeus. Te tengo envidia porque eres muy diferente a mí. Ejerces un gran autocontrol, no fumas desde hace más de treinta años y nunca probabas una gota de alcohol. Te envidio y te admiro. Yo soy más pecador, pero mirando hacia atrás encuentro en nuestras vidas cierto paralelismo. Dios te bendiga. Gracias por seguirme y por leerme. Estoy seguro, Clypeus, que tú todo un buque acorazado del periodismo harías mucho más brillantes singladuras que un servidor. Zum Befehl. A la orden. No te rindas. Yo tampoco

 

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