2022-02-11

MUCHO VELACHO Y UNA RELINGA POR SUDARIO

 (IV) VILLAAMIL ESCRITOR Y PERIODISTA. CLARIN Y PALACIO VALDÉS LE SALVAROPN DE UN DUELO. LA MARINA DE GUERRA ACUSÓ AL AUTOR DE LA REGENTA DE INSULTOS.PERO VILLAAMIL Y PALACIO VALDÉS ANDUVIERON AL QUITE


El capitán Villaamil tenía una columna en “El Carbayón”. No tuve acceso a sus escritos pero siendo archivero me cupo la suerte de hojear su único libro: “Viaje de circunvalación de la corbeta Nautilus”. 

Es la vuelta al mundo de unos hombres intrépidos ardidos navegantes proa al sur siguiendo rumbo por la rosa de los vientos, émulos de Magallanes, Elcano, Colón y Malaespina. 

Barloventearon y españolearon hacia Australia, Ciudad del Cabo, Sidney. Un amor en cada puerto. 

En Buenos Aires y en Medellín todas las damiselas querían bailar con el capitán de navío. No faltan incidentes trágicos como la muerte del gaviero Letamandía que obedeciendo la maniobra del capitán, que quería ceñir velacho, trepa por el trinquete y uno de los foques al inflarse lo de arriba cae sobre cubierta. 

Se llamaba Esteban Latamendia el cabo gaviero, se había casado al zarpar con una gallega en Ferrol. No regresó ni conoció al hijo que nació durante su ausencia. “Ese sonido, dice en sus memorias el capitán, lo he escuchado muchas veces… desgarra el corazón, es un sonido seco y un grito amargo del que lucha contra las leyes de la gravedad. La sangre se derrama sobre cubierta. Al gaviero enterraron en la mar. Impresionante ceremonia con una relinga por sudario y un lastre a los pies. 

Aporta la corbeta en Nueva York y  Plymouth. Cuando atraca en Pasajes, salen a darle acogida la reina regente acompañada de su hijo Alfonso XIII. Al capitán Villaamil se le abren las puertas de la fama.

 Vive algún tiempo en Oviedo disfrutando un permiso donde visita a su amigo Leopoldo Alas Clarín quien por cierto se encontraba en dificultades porque acababa de ser desafiado a un duelo de primera sangre. 

Se había ido a pique en aguas del Estrecho la cañonera “Reina Regente”. Perece toda la tripulación. Clarín escribe una sátira dejando en evidencia a la escuadra. “No hemos ganado ninguna guerra. Perdemos todas las batallas”. 

El dicterio exaspera a dos lobos de mar, los oficiales de Marina Armada y un comandante que se apellida Moreno; estos le envían los padrinos. Clarín se caga en los calzoncillos y no quiere saber nada. Pero ahí están Fernando Villaamil y don Armando Palacio Valdés que ya era un novelista de prestigio para echarle un capote. La cosa se arregla con avenencia... Queda a salvo el prestigio de nuestro ejército y la libertad de conciencia del escritor para expresar sus ideas. Villaamil era un hombre de bien.

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