2022-12-14

 

CARRY ON TERESA. LA SANTA QUE SE ENTENDÍA CON SU CONFESOR

 

 

Cuando escribí “Teresa la judía conversa” era consciente de haber hecho carne al tocar un tema fuliginoso: el misticismo de la santa abulense patrona de la escritura y adalid del mundo converso alzó la bandera de los cristianos nuevos tenía un carácter sexual ineludible. La autora de las “Moradas” vierte en sus páginas todo el erotismo del que era capaz una castellana guapa y rebelde. Mi libro por mandato expreso del Vaticano y del general de los carmelitas fue puesto en el índice. Me gasté una fortuna enviando el librito publicado por Circulo Rojo a diferentes periódicos, también conventos. Sin ningún resultado positivo. En la España de hoy se pone sordina a los escritores incómodos cuyo nombre viene en la lista negra. Sin embargo, mi testimonio ha sido ahora corroborado por cierta crítica. La Guardia Civil ha recuperado una de las 114 cartas perdidas que la monja fundadora escribió a su confesor el P. Jerónimo Gracián Societate Iesu.

En los manuscritos se aprecia un alto contenido erótico. Cuando describe su transverberación por un ángel rubio y pequeño que mete y saca el dardo en sus entrañas la arrobada carmelita parece estar describiendo un coito místico. Los éxtasis de la mística también no dejan de ser sospechosos. Y hacen pensar en fraudes o simulacros de aparición y contacto con la divinidad. Parecen episodios epilépticos sus visiones del infierno. ¿Finge? Si mintió la santa habría que deducir que sus arrebatos fueron demoníacos. Donde está la mentira nunca puede estar Dios. Gracián era un jesuita treinta años más joven que ella, alto y bien parecido. Se conocieron en 1575.

Gracián tenía fama de mujeriego. Toda la hechura debió de ser de la de un galán de monjas típico de los que nos habla toda la comediógrafa del Siglo de Oro. Se hacían pasar por padres espirituales de las novicias y luego resultaban padres en el estricto sentido de la palabra. En los procesos de los emparedados de Llerena se alude a un “director de almas” que advertía a sus pupilas que hay que hacer el amor constantemente para quedar preñadas y dar a luz al Mesías. Aquel confesor sacó palante a toda una comunidad de teatinas. Un pensamiento que han tenido presente las hebreas a lo largo de la historia del pueblo elegido: parir al Mesías. La beata de Piedrahita decía tener celos de la Virgen María pues si “ella lo tuvo en su regazo yo tuve a Jesus entre mis piernas”. Y un predicador de Olías desde el pulpito aconsejaba a los varones santos ayuntamiento carnal con santas esposas del Señor en los monasterios para engendrar profetas. Magdalena de la Cruz otra alumbrada gozó de tanta fama como Teresa de Jesus en su tiempo. Estaba programada una entrevista entre las dos en Córdoba pero la santa abulense temerosa de la inquisición pasó de largo y se dirigió a Beas a fundar.

Los rondadores de conventos se valían del confesionario para dar curso a sus aventuras de tapadillo.

Es la idea que esgrime Tirso en el Burlador de Sevilla y  de esta pasión hacia lo prohibido surge el mito del Don Juan.

Los grafólogos advierten que en esta relación de un joven y una mujer mayor se fue más allá del platonismo.

La epístola, recuperada, data de Ávila a 19 de agosto de 1978, en un momento en el cual el destinatario pasaba por un momento difícil fue encarcelado al igual que san Juan de la Cruz otro fraile con el que la santa pudo tener amores.

Gracián fue perseguido por sus ideas erasmistas, colgó los hábitos y huyó a Inglaterra. Era aragonés y de origen converso. Quizá emparentado con Baltasar Gracián tambien jesuita y bilbilitano autor del “Criticón”.

Puede que Dios escriba al derecho con renglones tuertos (es frase de Teresa en el Libro de su vida) pero es la condición humana y de dinero y santidad la mitad de la mitad; nada te turbe nada te espante, y a fecha de hoy nadie se rasga las vestiduras porque una clarisa se enamore. En el siglo XVI paradójicamente denominada la centuria del amor sí. De todas formas Cristo que no aludió a la cuestión sexual en los evangelios parece ser que tiene poco que ver con las concreciones carnales.

 Lo más curioso e interesante es que la “Virgen de Ávila” respaldada por los cristianos nuevos y por los mercaderes de Medina del Campo que monopolizaban el comercio de las Indias con Flandes fue mitificada hasta el paroxismo. Estalló una verdadera guerra civil ideológica dentro del mito de las dos Españas a costa de la porfía del patronato.

Los rancios linajes de la estirpe de los godos invocaban a Santiago el Hijo del Trueno como patrón al grito de nuestra caballería contra la morisma Santiago y cierra España y a ese grito se afierran.

En contra, estaban los abanderados de la santa nueva que querían a Teresa de Cepeda y Ahumada por intercesora celestial. Dos corrientes enfrentadas dos posturas que chocan y fueron los de origen judío los que se llevan el gato al agua. Ellos fueron los responsables de la Contrarreforma. Eran más papistas que el Papa. En santa Teresa se registra la furia del converso.

Era una hija de la raza y ya se sabe: los judíos se privan por dos razones: la revolución y el sexo.  La carmelita impulsó el cambio contra Lutero y Erasmo. En cuanto a lo otro, lo supo disimular. Era una mujer muy lista y humana al fin y al cabo. El descubrimiento de los autógrafos al padre Gracián el jesuita erasmista corroboran la tesis de mis textos “Teresa la judía conversa” para orgullo propio y satisfacción nuestra y ad majorem Dei gloriam. En el extraño y recurrente fenómeno de la marranería digamos en conclusión se encierra el gran enigma de la historia de España. Con los conversos el catolicismo se convierte en una idea mesiánica que propugna una nueva sinagoga dejando de lado a Jesucristo. Los marranos consiguen que la iglesia fuera poder y riqueza. A tal efecto crearon la inquisición que velaba por el pensamiento único.

No hay comentarios:

Publicar un comentario