CUERPO
A TIERRA UNA GRAN NOVELA DE LA GUERRA CIVIL DE RICARDO F. DE
LA REGUERA
Veo el regreso a la patria de prisioneros de guerra rusos en un canje con los ucranianos (pavorosa guerra civil organizada por el NOM brillando como ejecutores al carcamal macarra de Washington y a un judío ucranio que vomita odio por los mismos ojos) todos con escaras y secuelas de las batallas del frente: mellas de golpes en la frente brazos en cabestrillo, cojos, tuertos, mancos todos con los estigmas del cautiverio. Mi pobre padre que en paz descanse me contaba el pobre del frío que pasó en Teruel toda su vida arrastró una rodilla congelada o del miedo que pasó en Guadalajara cuando los rojos les coparon en Guadalajara. La guerra huele a mierda, a cadaverina, a mulo muerto, barro, sudor, muerte, liendre estallido de pepinazos en la chabola, algún cante por fandanguillos, una noche tranquila y serena cuando callaban una hora los organillos de Stalin. Sí, las trincheras huelen mal, se pasa frío, hambres, miedos que hace que algún soldadito bisoño se vaya de vareta. Ciscarse en los pantalones no era nada. Lo peor cuando, presa del pavor, algunos de la escuadra se autolesionaban o se pegaban en un tiro porque no querían avanzar. Mi padre estuvo en el Ebro y en la Universitaria. Un dos tres Toledo nuestro es. Un dos tres Madrid vendrá después. Eso cantaban los artilleros que tiraban de la cuerda en las piezas del quince y medio. Pero la guerra crea hermandades y una fraternidad indeleble con los compañeros de trinchera. España tuvo a consecuencia de aquella guerra que ganamos a los enemigos de la patria una generación irrepetible, la de mi padre, la del teniente Recellado, o la del brigada de La Paz, fraternidad de armas. Y ese es el ambiente que he detectado al releer "Cuerpo a Tierra el libro de Ricardo Fernandez de la Reguera, a mi juicio una de las mejores historias sobre nuestra conflagración fratricida.
Para escribir mi libro sobre la batalla de Brunete “Remember Brunete, la batalla de la sed” hube de documentarme en la extensa biografía a mano sobre tema tan monográfico y que ha producido literatura a mansalva en todo el mundo. Creo que el texto de Reguera junto al de Emilio Romero, La Paz empieza nunca” y “Todavía” de Rodrigo Royo figuran entre los mejores.
A renglón seguido vienen otros más flojos: “La fiel infantería” de Rafael García Serrano, “La sombra del ciprés es largada” de Delibes, “Un millón de muertos” de Gironella o “Los cipreses creen en Dios” del mismo. Todos ellos gozaron de gran ascendiente publicitario, pero los considero más flojos.
En el bando republicano la trilogía de Arturo Barea así como los de Ramón Jota Sender son excepcionales. Mas, de una cosa adolecen: no son novelas escritas en el frente, no huelen a trinchera sino a retaguardia.
“Cuerpo a tierra” por el contrario, esboza un retrato cabal de las penurias de una centuria de falange durante los tres años que duraron las hostilidades. De los cien tíos – una escuadra siete hombres y tres cabos, una falange 33 y una centurias cien- sobrevivieron sólo diez (el numero de caídos en las escuadras falangistas llegaron a ser más de veinte mil) muertos por los rojos o asesinados en retaguardia.
A uno de los personajes a los que está dedicado el libro es a Martím Riquer eximio filólogo catalán muerto hace un lustro de casi cien años y que nos legó una obra indeleble sobre las relaciones entre literatura catalana y castellana. Fue especialista en el primer libro de caballerías escrito en la península “Tirant le blanch”. Formó parte del batallón Ceriñola, fue herido en la toma de Balaguer.
"Cuerpo a Tierra” es un libro descatalogado por los pontífices de la memoria histórica en sus vanos esfuerzos por denigrar, silenciándolo, el heroísmo de aquella generación del 36 que fue la mejor que tuvo España. ¿Y qué es lo que leen ahora nuestros jóvenes? Pues a Almudena Grandes la sobrina roja del gran general Muñoz Grandes. No he sido capaz de aguantar sus rollos. No me gusta la literatura pornográfica ni para pasar el rato. No thanks.
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