ENRIQUE IV TENÍA UNA GRAN POLLA
“E EL Rey dom Enrique Nuestro Señor aveva una grande verga nos daba deleyte como cualquier ome pagando su débito viril en la coyunda”. Este testimonio que recoge el gran Dr. Marañón a humo de pajas en su magistral estudio biológico sobre el tan denostado rey castellano tira por tierra, al parecer, todas las acusaciones de impotencia que contra su real persona descargó la historia.
La historia no la escriben los vencedores sino los traidores y este puede un caso manifiesto de interpretaciones de tercería interesada y capciosa. A Su Majestad se le quiso mucho en Segovia donde tenía su corte gran parte del tiempo cuando se iba a cazar a los montes de la Despernada. Curiosamente vivo cerca del castillo de Villafranca donde estaba la guarnición de este castillo en los predios de la Despernada. Su abulia y su amor a la caza puede que se confundiera con la impotencia y no era otra cosa que cierto desencanto con aquella Castilla que le tocó vivir plagada de intrigas y de conspiraciones promovidas por la nobleza, la jerarquía y los judíos. Tedium vitae. Hastío de la vida. Desencanto de la política.
Tanto el historiador Alonso Palencia como Hernández del Pulgar eran amanuense a favor de su hermana Isabel a la que se denominó la Reina Católica y sólo diego Enríquez del Castillo se permite hablar con cierta discreción y benevolencia sobre estas supuestas mermas de Enrique IV pero sin echar su cuarto a espadas a la hora de desbaratar ciertos infundios. Desde luego le tocó tarifar con aquellos arzobispos como don Alonso Carrillo que era una mala bestia. Aun se le puede contemplar a su reverencia de cuerpo entero vestido de pontifical ante el convento de las monjas de San Diego, de mediana estatura, renegrido, calvo y con malas pulgas. Tarifar con dicho prelado no debió ser fácil porque era un señor de horca y cuchillo y enseguida sacaba la espada.
Él fue el promotor de la gran afrenta denominada el pelele de Arévalo. Este acto infausto no ocurrió en la villa arevalense sino en Ávila. En comandita con el obispo de Calahorra el cual sería más tarde el cardenal Mendoza – tuvo 33 hijos naturales reconocidos-, el marqués de Villena don Juan de Pacheco y después de destronarle arrebatando de su cabeza la diadema de la corona, el cetro de su mano y el manto de armiño de sus espaldas nombraron soberana y heredera a doña Juan la Beltraneja supuestamente habida de su matrimonio con la reina doña Juana la portuguesa pero de cuya concepción hablaban las malas lenguas fue debida a don Beltrán de la Cueva la Beltraneja. En fin un bochornoso espectáculo porque aquella imagen era una retrato del propio monarca.
El urdidor verdadero, el que manejaba los hilos de la conjura en la sombra, muñidor de todos los enredos, fue uno de esos personajes siniestros que de vez en cuando cruzan por la historia de España: el marqués de Villena “ni palabra mala ni obra mala, De don Juan de Pacheco quiromante y conocedor de sortilegios y artes diabólicas se hablaba que tenía dominada la voluntad regia, que le había dado un bebedizo. Marañón presume muy bien que don Enrique sufriera de melancolía en parte porque la reina portuguesa debía de ser un caso parecido a doña Urraca, una ninfomaniaca que a los moros por dinero y a los cristianos de balde. El rey empezó a sentir la depresión psicológica a raíz del repudio de su primera esposa doña Blanca de Navarra de la que no hubo descendencia al parecer por esterilidad de la soberana, y esto consta por el testimonio del privilegio de “fiel de fechos”, bárbara e inaudita costumbre de los tiempos medievales porque en las bodas regias y para conjurar los achaques de bastardía y de cuestiones de legitimidad que dieron pábulo a no pocas guerras se colocaban en la cámara regia tres pajes, un notario y dos pincernas y todos ellos testificaron que doña Blanca era virgen y que fue desvirgada en la noche de bodas, como corresponde, y que el lienzo que pusieron sobre el lecho fue manchado con sangre y esperma.
Estos mirones pudieron dar cuenta de que el rey no era impotente y que tenía todos el aparato genésico en condiciones. Era un varón de aventajada oscura, de aspecto taciturno y reservado, de enfermizo semblante, y dicen los cronistas que “allá donde ponía los ojos mucho le duraba el mirar”
Los juicios que vierte Marañón sobre la impotencia de don Enrique acaso fueran juicios de parte o meras conjeturas desbaratadas: el pie valgo, el aspecto fofo y algo feminoide de su persona (no vamos a entrar en detalles), aunque es posible que esa perdida de la virilidad ocurriera debido a una enfermedad de carácter urinario como el mal de piedra y a lo mejor un cáncer de colon o de próstata, agravados con la edad. Se le acusaba al propio tiempo de verse rodeado de una guardia morisca – nada de particular tenía esto porque el rey cristiano se fiaba, lo mismo que Franco, más de los musulmanes que de los cristianos- y de haber adoptado algunas de sus costumbres como sentarse a la morisca y deleitarse con música de adufes, gaitas y chirimías. Hablaba la algarabía.
Tales cargos señalaban que era “una ofensa a la religión cristiana el traer consigo a moros infieles y de holgar y salir a cazar en su compañía y que esta gente eran expulsos o prófugos de Granada donde no habían querido seguir la facción del rey Chiquito (Boadil) y que forzaban a las cristianas que encontraban de camino”.
Para mí al igual que para muchos historiadores todas estas hablillas son el resultado de la falsedad, del mal ejemplo, el ansia de poder y la hipocresía de aquellos príncipes de la iglesia: el ya mentado Carrillo, el cardenal Mendoza, el obispo de Coria, Iñigo Manrique, el almirante don Fadrique Enríquez que era el suegro del rey de Aragón don Juan padre de Fernando el católico, y era judío converso. Todos ellos más que en el bienestar de sus súbditos y el ejemplo y la edificación de sus fieles tenían su mira puesta en las riquezas, en los devengos, martiniegas, diezmos y primicia. El pueblo esquilmado gemía bajo la bota de todos estos tiranos, algunos eclesiásticos como los maestres de Santiago que por acá dieron bastante guerra y los de Calatrava, y otros de la más encopetada nobleza que se jactaban de traer sangre de los godos y de venir de la pata del Cid.
La historia demuestra que esta divinización de los templarios se corresponde con una verdadera demonización, con los poderes ocultos Aquellos monjes soldados asimilados a monasterios fronterizos en punto a cristianismo dejaban bastante que desear por crueles y malsines y opresores del pueblo como fue el caso de la trama de la famosa comedia de Lope, Fuenteovejuna: un reitre calatraveño abusa de una moza y el pueblo pide cuentas al rey que entonces estaba por encima de la Iglesia
Le hicieron abjurar a don Enrique en la reunión habida en la villa de Cigales (buen vino debieron de beberse aquellos cabrones) pero luego el rey como era irresoluto y de carácter inhibido se volvió atrás y se fue a cazar puercos a los montes de la Mocha Chica y de Navalcarnero y ello daría lugar a toda una guerra civil, a las banderías famosas castellanas del siglo XV a los despechos del maestre de Calatrava don Pedro Girón a varias luchas y batallas entre castellanos y portugueses por culpa de la Beltraneja: las batallas de Toro y Albuera y al tratado de los Toros de Guisando, un punto de inflexión en la historia española, pues no hay mal que por bien no venga, en el que Enrique IV nombra su sucesora y princesa de Asturias a su hermana Isabel.
Hay en Segovia o había dos olmas principales. Una era la de San Miguel donde fue jurada reina la princesa de Asturias un 12 de diciembre de 1474 y otra la olma del convento de San Antonio el Real aledaño al palacio del monarca.
La leyenda dice que fue el rey nuestro señor don Enrique de Trastamara el que la mandó plantar y yo la he visto oronda y solemne echar ramas muchas primaveras a este prodigio forestal pues estaba cerca del Campillo, donde comienzan los arcos del acueducto y donde yo jugaba de niño al fútbol en los terraplenes del campillo. Esta olma fue talada en los años 80 a efectos de la grafiosis una enfermedad forestal que acabó con nuestras famosas olmedas, pero la conseguí fotografiar.
Cuando iba a mi pueblo ante esta olma me cuadraba y me echaba a temblar, guay de mi España. Don Enrique al que tanto quisimos en Segovia porque fue un poco el alma de la ciudad no fue ni tan impotente ni tan malo como argumentan sus detractores. Es un consuelo saber que “tenía una grande verga”, una buena polla castellana, vaya. La historia vuelvo a insistir en este país siempre estuvo escrita por traidores.
continuará
Publicado porPREFERENSen21:03
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Un magiar y un italiano que se le aparece en una playa de Brescia y ella considera que era el propio Miguel Ángel y le pidió ardientemente: “Dame un hijo”. Se lo dio pero la criatura murió en Paris el mismo día que estallan las hostilidades de la guerra del 14. Sus otros dos hijos habían muerto asfixiados dentro de un automóvil donde en compañía de su aya aguardaban la salida del teatro de la actriz. Hubo médicos, tenores y el propio Essenin y Stanivslaky. Viajó por todas las capitales del mundo, hospedándose en los grandes hoteles de lujo, pero siempre sin un duro. Para sobrevivir tuvo que pignorar las sortijas y el collar de diamantes regalado por alguno de sus admiradores. Berlín, Budapest, Nueva York, Petrogrado y Moscú, Atenas, Río, Buenos Aires, fueron las capitales donde puso en escena esta amada de una de las nueve musas Terpsícore. A pesar de su repulsión hacia el ballet y teniendo en cuenta que éste nació en Rusia es en San Petersburgo, en Moscú y en Kiev donde su arte es mejor entendido. La Duncan no robó el fuego a los dioses; sólo quiso devolvérselo pero lo pagaría caro. Y fue en su amada Rusia donde consigue sus mayores triunfos por ese carácter bizantino del carácter ruso que no concibe el culto a la divinidad sin la música como vehiculo de aproximación y el canto coral. Su idea obsesiva fue la creación de una escuela de danza al objeto de que desde su más tierna infancia las aprendices del arte de Cibeles y educasen los miembros de su cuerpo en ritmos, balanceos, piruetas y saltos. Entre los griegos la danza era sagrada y formaba `parte de la educación. Isadora viajó por el mundo ofertando esta idea a los gobiernos. Únicamente uno el de la URSS la acepta. No obstante, nada más llegar a la Rusia revolucionaria, donde contrae nuevas nupcias con el poeta Essenin, que acaba suicidándose en 1925 (la vida de esta artista estuvo dominado por un “pathos” que la persigue a través de sus días de dolor y goce cual negra sombra,, se da cuenta de las dificultades y regresa desilusionada a Occidente. El 24 de septiembre. De 1927 en Niza yendo en automóvil su echarpe se enrosca en las ruedas del coche y la estrangula. Sus ideas sobre la resurrección del canto y la danza dejó un sustrato preliminar para la reforma del ser humano. El “homo sovieticus” va a ser de esta forma un hombre coral, parte de un todo, lejos del individualismo del jazz o del rock que es el envés por la fealdad y el culto antiarmónico que Isadora Duncan se propuso transmitir al mundo. Para convencerse de este concepto no ha de hacerse otra cosa que escuchar por ejemplo a los Coros del Ejercito Rojo o entusiasmarse con una danza cosaca que proviene de una ciencia que conocían a la perfección los griegos y que se denominaba orquéstrica y que abarcaba los bailes sagrados de las coribantes, los himnos a Dionisio y a Cibeles, los cantos en rueda de los histriones. Por la danza hacia dios y en todo baile incluso en el taconeo flamenco o el girar del derviche existe un lado místico. Los hebreos danzaban en torno al Arca de la Alianza. Los salmos penitenciales no se pueden entender sin el acompañamiento de la citara y el arpa. Otrosí, las pantomimas romanas o el teatro de Plauto, Esquilo, Sofoques, Aristofanes revestido de máscaras y calzando el clásico coturno. La iglesia romana prohíbe estas manifestaciones por un breve del papa Zacarías el año 744. Sin embargo, en la iglesia griega perduraron según nos atestigua la Duncan cuando uno de los popes que vino a bendecir la primera piedra de la casa que quiso construir frente al Partenón... pero si el teatro y el baile es arrojado fuera en Occidente del atrio de las iglesias (allí precisamente nació) perdura en la mentalidad popular. La poesía conserva su carácter juglaresco en la edad media siendo cantada y bailada. Y luego durante el siglo XVII en España uno de los países donde el baile tuvo más arraigo popular se danzaba la gallarda, la chacona, la zarabanda, el turdión, la pavana, la mazurca, el gambeto y el vals. Esta ninfa norteamericana que fue por libre en la vida adelantándose a su tiempo es la percusora, a través de su idea motriz de los Estados Unidos es un país con música, quizás se dio cuenta de la importancia que ha tenido el dancing en la vida del mundo occidental. Todas los jóvenes cantan los blues de sus interpretes favoritos (Vétales, Rolling Stones, toda suerte de rock, jazz) el planeta tierra a partir de las notas de sus canciones ha estallado aunque3 ciertamente estas notas no concuerdan con la armonía que soñaba la Duncan (San Francisco 1877- Niza, 1927) BENEDICTO XVI VIAJE A CANOSSA. Y NO HAY PURGATORIO. Acogí con alborozo la preconización de Joseph Ratzinger porque suponía una ruptura con respecto a su predecesor pero ha sido más de lo mismo. Ahora viaja a Canoosa a renduir tributo al emperador y pagar hiomenaje a Wall street donde está el altar del vil metal. Y no nos engañemos el oro es muy grato a todos pero entre los curas, los obispos, los papas y los cardebales, debe de ser el peso de la púrpura, tiene un atractivo especial y casi se diría que forma parte de la historia de la Iglesia. La simonía y el apego a las riquezas está en el tramado. Este papa reiontrojuo el latín y parece ser que ha fracsado. Y me pregunto esto más que una renuncia me parece una lobotomía. Fui a decir iluso de mí al cura de mi parroquia el Enrique a ver cuando organizabamos una misa en latín y por poco me echa a patadas el muy cerdo de la sacritía. Es un fulano con muy mal genio. Vamonos pa allá. Se aprueba la moción. Bueno va. Los curas obedecen a roma cuando les conviene. De ordinario ni caso, don Nicasio. Así que la reforma liturgica que esperabamos algunos o esperanzados o credulos no ha tenid lugar y ahí siguen los muchachos con sus
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