2023-01-20

 COLECTICIO

Fue aquel verano de gran soledad en Londres entre tracas y tarricos mucha sal gorda y yo escuchaba la bbc en aquel bajo de south Kensington. Era el beat y los careos de la política a todas horas, la actualidad es una serpiente de verano que se muerde la cola. Daba respuestas aseadas en mis crónicas por el telex. Madrid estaba lejos y fuera de del alcance de los zarpazos de julio merino aquel león del periodismo que había sido seminarista en Córdoba a lejana y sola. No era godo sino enaciado usted va a decirme a mí, ahí me las den todas. Un grandísimo bellaco. Con el atlántico de por medio sentíame a buen recaudo pues los españoles somos fieras enjauladas que no saben convivir. Soñaba en las pobedas de mi aldea los álamos blancos el rumor del raudal de la fuente Colorada adonde me mandaba tía Paulina a llenar el botijo para los segadores.  Las ángeles me miraban mientras el cántaro hacía gluglú saludando al agua pura que salía de las entrañas del cerro. Bajaba entonces una triste procesión de leprosos cantando la sibila en latín mientras agitaban el tartavelo a ritmo de cascanueces. Había que atarse los machos y pensar en la vida eterna, que no pensábamos, el hombre incauto piensa que se va a quedar acá para simiente. Eran los cofrades de Nuestra Señora de la Humildad a la paz de dios hermanos. El más triste era el que iba delante agitando las tablillas, en la mano un farol. Bajo el capuz de fraile se ostentaban los ojos huecos de la tumba, su cara era una calavera. Una mujer de la estantigua con voz dulce entonaba una plegaria a la Virgen:

─Madre de Dios, sede de la sabiduría, almena del coraje, jardín de la belleza, huerto cerrado, amparo de las Ánimas, peldaño de entrada al paraíso.

Era un cortejo de mujeres enterradas en la Torre que resucitaban después de mil años. Unas viudas de caballero prevenido en frontera que llevaban en la mano la loriga y la lanza de sus maridos. Caravana de mujeres unas monjas otras putas. El adelantado no dejaba de proclamar advertencias sobre la condición humana:

─Pobres madres, reparad en vuestras desdichas. Alto ahí.

sábado, 21 de enero de 2023

Y al instante toda la estantigua en fila larga quedaba quietas a compás de las estrofas del canto del Miserere.

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