2023-04-21

españa tiene sed mientras contemplo a los grajos de mi jardín

 

CUERVOS

 

Hacen sus concilios en el prado, el aire de la mañana baña sus cuerpos que garlan entrambos macho y hembra. Oí decir a los rusos que no puede ser el cuervo más negro que sus alas; tengo la sensación de que me están observando a mí esos bichos. Y dan  aviso a los otros pajarillos para que tomen el olivo.

 El macho alfa de la bandada se le nota porque su voz ─los córvidos son garrúlidos, capaces de imitar la voz humana aun cuando sea menos perceptible su entonación que la de los loros, es más rajada y  los machos lucen canas en el copete a la manera de garvín pero sin los colores de la cresta de la abubilla─ me mira con sus ojos intensos observadores, negros como la endrina.

 Su vista de lince parece propia de un espía y sus patas que se mueven trabajosas sobre el pasto exhiben garras propias de un inquisidor. Las zarpas del cuervo son tan grandes que las aves de dicha especie parecen andar a la pata coja.

 Las demás aves huyen de ellos pero el cuervo siempre atento y vigilante es el pájaro que da el aviso a la menor señal de peligro. La mitología lo corona como 

nefasto. Sus graznidos anuncian calamidades.

Los cuervos no rapiñan aunque puede alimentarse de mortecino pero prefieren las bayas, los higos y la simiente del trigo de los sembrados que escarban con su poderoso pico. No temen a las águilas y hacen frente al gavilán.

Siempre van en grupo como la Santa Compaña, comunicándose con sus graznidos excepto la urraca que es entre todos los glagólidos la más independiente. Más libre y circunspecta.

Viste de negro y blanco como los agustinos.

En Segovia las llamamos picazas por el grito desagradable que lanzan subidas a las ramas de los copos de la pobeda.

 Al igual que el grajo posee su misma retentiva buena memoria cabeza cuadrada y largo pico, pero la urraca por temperamento es ladrona, se lleva al nido todo lo que pilla y con frecuencia roba los polluelos de la puesta de otros pajarillos.

Ahí está esa tanda de grajos como deliberantes y en concilio sobre cómo acometer el estofado de una res muerta. Uno del grupo vigila.

Ya pasaron los comedios de abril  y son vísperas de San Marcos rey de los charcos ─lo cantábamos  en rueda en la postguerra los niños de las escuelas─ porque era tiempo de lluvias en toda España. La fiesta del santo evangelista se celebra en 25 de abril.

Que llueva… que llueva… la Virgen de la Cueva… agua san marcos rey de los charcos… que llueva sobre mi cebada que ya está granada… y sobre mis uvitas que son pequeñitas, que sí que no que llueva chaparrón con azúcar y turrón”

 Este año del 23 fatídico no hay charcos pues no llueve y el personal anda con la mosca en la oreja y yo me digo qué ya lloverá pues a lo largo de mi vida he padecido unas cuantas secas.

 Por ejemplo la que hubimos en Madrid el año 65 que no cayó gota desde agosto a mayo pero en el 66 se plantó a chaparrear y casi no paró hasta el 68.

¡Puaf! se asaban los pavos y podíase freír un par de huevos en la calzada si no hubiera dejado de poner las gallinas por falta de alpiste.

Creo que esto son ciclos.

No seamos alarmistas ni apocalípticos. Hagamos una rogativa. Eso sí pero la gente de mi país se ha vuelto descreída y no está para letanías.

 La bandada de grajos, mientras tanto, reunida en concilio cerca de un jabato muerto al pie del manzano (en esta zona de Asturias he sentido aullar al lobo y gruñir al jabalí por la noche mientras el cuervo vozna a todas horas) interrumpe su convite de cadaverina al sentir el pestillo de la verja cuando me acerco. Echa a volar.

Son pájaros listos, pero de mal agüero en muchos casos. No creo en supercherías, pero brujas haber haylas. Los rusos cuando ven a un cuervo o un pope se cambian de acera.

 

viernes, 21 de abril de 2023

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