El JURAMENTO DE HIPÓCRATES
Vaya mi reconocimiento a los médicos del Hospital de san Lorenzo del Escorial que me sacaron de las garras de la muerte del Covid, a la doctora Romero internistas del Clínico de Majadahonda a mi estomatólogo “Pepín” el incomparable dentista de Soto de Luiña gracias al cual ya logro masticar y sonreír y a todos los sanitarios facultativos y enfermeras de España quienes tratan de llevar consuelo a los que sufren, llenos de abnegación y sacrificio con el que tratan de remediar los males corporales (ellos son los santos laicos de nuestra sociedad) porque de la salud del cuerpo viene la salud del alma. Practican el bien de forma callada y anónima a sabiendas de que el Bien subrepticio y pospositivo nos pone en cura; va por abajo, apenas se le ve, mientras el Mal va por arriba, mete bulla y es mucho más escandaloso:
“Juro por Apolo médico, por Esculapio, Higias y Panacea y pongo por testigos a los dioses y diosas que he de conservar el presente juramento que yo me obligo a cumplir en cuanto ofrezco, poniendo a contribución todas mis fuerzas e inteligencia:
Tributaré a mi maestro en medicina el mismo respeto que a los autores de mis días, partiendo con ellos mi fortuna y socorriéndoles si lo necesitaren
Trataré a sus hijos como mis hermanos y si quisieren aprender la ciencia se lo enseñaré desinteresadamente y sin ningún género de recompensa.
Instruiré con preceptos, lecciones orales y demás modo de enseñanza a mis hijos y a los de mi maestro y a los discípulos que se me unan bajo convenio y juramento que determine la ley médica y a nadie más.
Estableceré el regimen de los enfermos de la manera que sea más provechosa según mi leal saber y entender evitando todo mal y toda injusticia.
No admitiré pretensiones que se dirijan a la administración de venenos ni induciré a nadie al suicidio
Me abstendré de administrar abortivos a las mujeres.
Pasaré mi vida sin pretensiones en inocencia y pureza.
No ejerceré la talla dejando tal operación a los que se dediquen a practicarla.
En cualquier casa que entre no aspiraré a otra cosa que el bien de los pacientes y evitaré acciones injuriosas o estupro absteniéndome de cualquier seducción de mujeres jóvenes, ora libres ora esclavas.
Guardaré secreto acerca de lo que oiga o vea considerando como un deber ser discreto.
El texto de Hipocrates se escribió en Atenas cuatro siglos antes de que viniera al mundo Nuestro Señor Xto.
Si observo con fidelidad este juramento seáme concedido gozar libremente de la vida y de ni profesión, y seré honrado entre los hombres.
Si lo quebranto y soy perjuro, caiga sobre mi la suerte contraria y la maldición de los dioses”
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