2024-02-12

 


FRANCISCO DE REINOSO FAMULO DE SAN PIO V Y OBISPO DE CÓRDOBA


En mis trabajos de investigación sobre la novela picaresca me encontré con sorpresas. Una de ellas fue la biografía de fray Francisco de Reinoso de la OP. Este dominico vivió en Roma en la opulencia y la gran corrupción que siempre ha generado la ciudad de los papas y de los cesares. Coincidió con otros muchos clérigos y personas consagradas que se buscaron la vida y la fortuna junto a los muros de San Juan de Letrán. Reinoso debió de ser un fraile disoluto que mediante favores entró a formar parte de la corte papal de San Pío V el del catecismo, la misa tridentina, las excomuniones a Lutero y la victoria sobre el turco en calidad de pincerna. Su misión era probar el vino y los manjares de las comidas para impedir que Su Santidad fuese envenenado. era pincerna. Hay un Reinoso que es cardenal que aparece como cliente de la Lozana Andaluza. Personaje preeminente y generoso al que acudían muchos de los españoles que viajaban a la Ciudad Eterna a la búsqueda de una sinecura, una canonjía o un arciprestazo en cualquier punto de la península ibérica. ¿Qué hay de lo mío? el religioso palentino propuesto cardenal no era siquiera sacerdote sólo tenía ordenes menores. A la muerte de su tutor pierde la privanza y regresa a España pero no viene con las manos vacías sino como un magnate. En su pueblo entra en carroza y se celebran banquetes para conmemorar su ordenación sacerdotal. Felipe II le nombra obispo de Córdoba. Entonces su vida pegó un vuelco porque se dedicó a la práctica de la caridad y al socorro de los pobres. Abandonado el regalo de su antigua holganza vive como un santo asesorado por los jesuitas. Incluso llega a hacer milagros. No sé hasta que punto sus biógrafos dándole a la cometa de la fantasía, quieren potenciar a Reinoso como paradigma de mitrado de la Contrarreforma (luchando contra el nepotismo, el absentismo, la simonía, y la reforma de los curas viciosos); este apartado no le gustó a Luis de Góngora que era uno de los miembros del cabildo al que su obispo llama al orden por "fumarse" la vísperas. "Cuando pitos flautas y cuando no flautas pitos". Los escritores eclesiásticos no suelen ser buenos memorialistas y esta tendencia a la eulogía y al milagro determina que los libros de su vida y hechos no sean demasiad objetivos. Sin embargo, las andanzas de este obispo renacentista, primero disipado, luego arrepentido cabrían en una buena novela.


 


Sirvió como esculco, copero, pincerna o maestresala de uno de los grandes papas de la cristiandad, autor del catecismo y del misal sagrado que estuvo vigente hasta 1965 el de las misas en latín, el canto gregoriano y el rigor de la epacta, una de las grandes consecuciones del catolicismo. Si nos salimos del ritual y los sacramentos, nuestra fe se vuelve retórica, palabra hueca. Francisco de Reinoso nacido en el palentino pueblo de Autillo fue un verdadero eclesiástico del renacimiento cuando los obispos eran príncipes, habitaban en palacios, tenían su corte y eran señores territoriales de horca y cuchillo.


Para un hidalgo pobretón ─los Reinosos alcurnia poseían pero solo eran propietarios de una casa con goteras en la montaña─ la iglesia, el ejército y la escuadra representaban un peldaño para subir por la escalera de la promoción social (iglesia, mar y casa real) pues de de seis españoles en nuestra época imperial uno se desempeñaba como capellán, otro bogaba en galeras, otro yacía en prisiones, un cuarto era letrado o jurisconsulto, un quinto era conquistador en las Indias y por último otro servía al rey en sus banderas de Flandes. Ya lo dice la copla "tengo un hermano en el tercio, otro en regulares y el más chiquito dellos preso en Alcalá de Henares.


Francisco de Reinoso se determinó por la primera de opciones y fue a Roma en busca y procura de honra y fortuna. La ciudad de los papas era tierra de oportunidades y la juventud hispana del siglo de Oro hacia ella encaminaba los pasos de igual manera que hoy echan la instancia para Canadá o se van de camareros a Londres. Allí se colocó como ayuda de cámara de Pío V, conoce a don Juan de Austria, el héroe de la Invencible. Sin haber recibido más órdenes sagradas que las de minorista, el papa promete hacerle cardenal. Lleva una vida crápula de gran suntuosidad como corresponde a los principies de la Iglesia del Renacimiento. Honores, riquezas, gran lujo, mujeres ─Roma meretriz y emporio de todas las corrupciones como ya hemos detallado en los estudios que hemos pergeñado sobre Andrés Laguna autor del lazarillo y un estudio de las mejores novelas castellanas La Lozana Andaluza escrita por un clérigo andaluz─ sin embargo tras los tiempos de prevaricación vienen los del arrepentimiento y a las tribulación sigue la consolación. Y a la reforma que quería Lutero y los príncipes cristianos ante el bochornoso espectáculo de la corte papal sigue la contrarreforma incoada en el Concilio de Trento.


Sea como quiere, Reinoso obtuvo el puesto de primer camarero (esculco) del Romano Pontífice a cuyo lado estuvo los siete años que duró el reinado del papa de Lepanto. Al morir su mecenas y ser preconizado Paulo IV, el papa Caraffa, regresa a España con un rescripto que le nombra arcediano de la iglesia de Sepúlveda. Paulo IV muere al poco de entrar a reinas envenenado por los judíos y le sucede Gregorio al que pinta Velázquez con cara de mala leche. El beneficio lo permuta primero con el de Toledo y más tarde con el arcedianato de la catedral de Palencia. En su biografía se habla de rentas y ducados y del esplendor en que podía vivir un eclesiástico hispano en aquellos años pero la opulencia, gracias a un proceso de conversión en el que están metidos los jesuitas, la va a convertir en amor a la pobreza. El obispo de Córdoba va a ser el gran limosnero de nuestro Renacimiento, el que convierte en templo católico la mezquita de Córdoba y el obispo que encabeza el cabildo de la catedral cordobesa cuando Luis de Góngora y Agorte formaba parte del coro en calidad de beneficiado. Poco diligente en sus asistencias al rezo de las horas canónicas, Reinoso le multa en varias ocasiones al poeta por ausencia. "Ya tenemos un pastor y sacerdote que se casa con la iglesia con cuarenta mil ducados de dote" se lee en una letrilla gongorina. Góngora no se siente muy impresionado por los proyectos de reforma que pretende acometer el nuevo pastor de la grey cordobesa. Esto le malquistó con su prelado. Sin embargo, es él quien dice la misa de réquiem por su eterno descanso al cumplirse dos años de su fallecimiento, según declara en la biografía de fray Gregorio Alfaro, monje benedictino, en 1604.


Esta biografía resulta interesante pero cae en el defecto de su época que es el panegírico. Más que una semblanza de los hechos y dichos de Reinoso parece querer escribir la vida de un santo de la Contrarreforma. Informa de datos interesantes: Pío V murió de la próstata en 1572 a los 77 y su ahijado el obispo de Córdoba, curiosamente, acabó sus días a causa del mismo mal pero diez años más joven a los 67 años. Fue sucedido por Gregorio XIII el papa que comparece en el retrato que dél hizo Diego Velázquez. Semblanza psicológica de hombre aferrado al poder como decíamos arriba.


El cuadro fue todo un tratado psicológico de la erótica del poder porque no nos engañemos la Iglesia escudándose en el Evangelio ha sido el epicentro del gran poder. El poder corrompe y el poder absoluto corrompe más todavía. Es lo que dice la mirada de ese eclesiástico al que retrata Diego Velázquez entre armiños y púrpuras, juegos de cañas, tapices, boato, cofres, cálices, vasos y cálices y ornamentos recamados de pedrería.


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