2024-03-20

 

EL KEMPIS

Cada mañana un lector desde el púlpito del refectorio leía pasajes del Kempis. Desayunábamos café con leche en polvo norteamericana un trozo de queso y un panecillo algo revenido, y tomábamos el afrecho espiritual de aquel monje holandés del que se contaban terribles historias. Le iban a canonizar pero abierto el sepulcro encontraron una mueca desesperada. Lo habían enterrado vivo. No lo hicieron santo pero su ascético manual (vivió una vida apartada y conflictiva en el convento) sería el afrecho de generaciones de hombres y mujeres aspirantes a escalar las cumbres de la santidad. Entre los libritos y por los rinconcitos, decía. Poco sabemos de su personalidad. Lo citan como anónimo. Se sabe que era un fraile holandés profeso c. 1380 en la orden de los Hermanos de la Vida Común. Fue ordenado sacerdote 1413. Sus retahílas a la sazón resultaban un tanto oscurantistas, fustiga a los que quieren saber de la Trinidad, pero no imitan sus enseñanzas; son eminencias en teología pero luego resultan tipos soberbios, engreídos, poco caritativos. Sus recomendaciones anuncian el libre examen protestante, algunos de sus capítulos huelen a herejía. Hoy pocos católicos leen el Kempis pero a mí me sigue gustando es frase “entre los rinconcitos y por los libritos” una máxima espiritual que Teresa de Jesús más a ras de tierra y más mujer traduce como “Entre los pucheros también anda el Señor”

 

20/03/2024

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