2024-05-22

 PALACIO VALDÉS

 

Esto parece Villabroncas y mi labilidad o sensibilidad detectan nuevos nubarrones en el horizonte ¿Más? La calumnia y la baba del sapo. Vivimos en una redoma de malquerencia. Asi que me calzo mis gravas de combate la loriga la rodela y huyo de los torneos dela memoria para refugiarme en la palabra. Don Armandín me devuelve a mis metas soñadas, aquel mundo jocundo y cabal que yo entreví en sueños (soñar es de balde) en mis largas lecturas en la camarilla del internado porque soñar no cuesta nada. Tengo todas sus obras y heraldo del bien no sé por qué misterios desde lo posible lo real a lo soñado mi vida rodó hacia Asturias hacia ese baño del Nalón donde escribió aquel cuento grandioso ¡Solo! Un padre de vacaciones (había estado ahorrando cinco años en una tienda de Madrid para poder pagárselas) que ve cómo su único hijo  se ahogaba. No es que sea poco enterizo pero sí algo sentimental y a mí estas historias me llegan al alma. ¡Solo! ¡Estoy solo en medio de la soledad de España! Sin embargo las novelas de este Tolstoi asturianos me reconcilian con la melancolía y la añoranza que es wel estado dicen que los dioses conceden a los que eligen los dioses. Estamos solos en el universo. El personal no se habla si no es para el escarnio o para sacar la navaja. España siempre fue una grande y libre pero tuvo un enemigo: la ignorancia. Leyendo las crónicas de los viajeros extranjeros del XV y el XVI ya se apunta ese dato. ¡Qué mal se llevan los españoles! El morbo visigótico nos roe los calcaños. España madre benigna de extranjeros y madrasta de sus propios hijos. En el poema del Mío Cid se cuenta el problema en esta tesitura: Castilla face los omes e los desface. Y así estamos muchos de nosotros hechos polv y aguantando mecha.v escucha patria mi aflicción. A pesar de todo España cuanto me amamos. Y acudimos al arte novelístico de opalacio Valdés cuyo numen es inimitable. Todos sus libros tienen esa carpintería narrativa que les falta a la mayor parte de los novelistas nuestros de tronío. Quiero decir los que viven en la plaza. Baroja, Azorín Cela el propio Valle del que tanto habla con reverencia el amigo Umbral. Pero tradúzcame usted al francés al inglés o al sueco a ese don Ramón de las Barbas de chivo o a Cela que salvo en La Colmena o en Viaje a la alcarria se nos queda en nada y sin ir más lejos sus propios libros don Francisco. No me gustan los escritores que impostan la voz y nos estampas en fabardón o en la octava baja sus parrafadas para epatarnos para que anden por ahí diciendo hay que ver lo bien que escribe este chico. Pérez Reverte también puede ser traducido lo que evidencia el valor acrisolado de su obra con la que en parte no estoy de acuerdo pues son novelas de caballerías modernas pero ahí queda eso. Resulta que el escritor más traducido a las lenguas extranjeros fue este avilesino de adopción paisano de juan de Cabaña Quinta y de otros de sus personajes meritísimos de su aldea perdida. Muchos de sus libros que empezamos a leer en la adolescencia y releemos en la senectud nos hacen suspirar por los paraísos perdidos y decir lo de Et in arcadia ego y es que leyendo sus novelas nos identificamos con sus héroes míticos. Palacio trazó un ideal. Una norma de vida. Era un narrador omnisciente  y omnipresente que incorpora la técnica narrativa anglosajona y francesa a la novelística castellana. Cierto es que fue tachado como de derechas pero lo cierto es que el arte carece de flancos. Es total. Ni derechas ni izquierdas. Casilleros no admite tampoco. Sólo la imaginación. La sublimación de lo real. Era un psicólogo porque muy pocos escritores conocían tan bien como él a la condición humana y un filósofo. De su mano me pierdo por los vericuetos de Avilés los chigres de Sabugo y hasta parece que escuchar al ruiseñor del parque de San Francisco subo la cuesta de la carriona o me meto en una de esas confiterías como la de la Morena donde despachaban unos sobaos delicia de manos monjiles. Y Sabugo tente firme. Debía de ser muy goloso don armando según la tradición ovetense donde no hay domingo sin pasteles ni domingo de pascua sin madrina y sin roscón. Y cuando dan las siete en el reloj de la Audiencia me meto en san Isidoro. Hay triduo. Novena y rosario y sermón de campanillas. Me sumerjo en el ambiente. El poder descriptivo de este escritor consigue que el lector se suma en el hilo y el ambiente de lo que cuenta y hasta tome partido. Crea mundo. un privilegio que sólo les es concedido a los genios. Sus obras no nos cansan. Sus libros no se nos caen de las manos. Valle siempre me aburrió. Pío baroja cuenta cosas de una forma desordenada y al desgaire. Azorín aburre a las ovejas. Unamuno está supra valorado y es admirado por los que no lo leyeron nunca. Ortega nos está tan gran pensador ni escritor como le pintan. La gran novela española pertenece a la restauración. El 98 es un bogus magnificado y cuantificado por la inercia literaria de la rutina del caciquismo y el mandarinazgo hispano siempre en manos de unos cuantos y siempre los de siempre pero ni son todos los que están ni están todos los que son. Diré esto aunque me desuellen. Palacio pinta personajes de carne y hueso no proyecciones literarias. Si en la Alegría del capitán Ribot es el optimismo en Tristán o en  el pesimismo todo lo contrario. La novela de un novelista es una autobiografía de ese arte artesanal que se dice escritura. En el Maestrante tendremos el amor de un viejo y en José a Cudillero. Ahí es nada. Las técnicas narrativas nos vienen a persuadir del convencimiento de que la novela no se inventa, se observa. La aldea perdida viene a ser la bandera ecologista de la españa verde del último refugio natural de los amantes de la naturaleza. Tanto palacio Valdés el uno de las Asturias de Oviedo y el otro de las Asturias de Santillana se ereigen en sus paradigmas. Vienen a ser una suerte de enaltecedores de la raza de Pelayo. Que hoy dado como está el panorama falta nos hace. Pulsando las teclas de la novela descriptiva Palacio es un heraldo del ecologismo. Nuestro primer ecologista. Su gran preocupación es la conservación del paraíso natural que le vio nacer. Plantea el problema de la revolución industrial en La Aldea Perdida. Es una especie de guerra de Troya en que kis aquellos – los mineros Nolo y Plutón- derrotan a Demetria (Aquiles) y Jacinto (Aquiles). El verdor de los campos se sustituye por la negrura del carbón. Y este deterioro del medio ambiente va acompañada con la degradación de los protagonistas. En el “Idilio del enfermo” vuelve por donde solía. El campo cura y vivifica. Y en el “Cuarto poder” novela de la corrupción y de la venalidad tenemos un espejo de la España de hoy que es copia exacta de la del siglo XIX en muchos aspectos. Y nos advierte que la transgresión de la fidelidad al paisaje y la del entorno en que se desarrolla la vida del hombre para la muerte. Una advertencia que suena fatídica para un mundo que vive horas aciagas de cambio climático. Sus novelas del campo y del medio rural asturiano poseen una categoría homérica. En las novelas de ciudad Palacio se convierte en un pequeño burgués. Es un hombre de las clases medias. Presenta con crudeza los problemas de entonces: adulterio, alcoholismo, mojigatería, politización extrema, desamor pero las dulcifica. Hay en su pluma una profunda compasión hacia el ser humano y cultiva una visión amable y a ser posible optimista dentro del pesimismo de la condición humana de las cosas. Quería entretener. Por eso tuvo tantos lectores y sus libros fueron traducidos al francés y al inglés. Sus novelas infunden una especie de paz melancólica y nos animan a ser mejores. En los propileos de la poesía épica que añora este paisanín de Laviana, la verdad siempre avanza delante de la belleza y las dos suelen tener una amiga: la bondad. En el arte de Palacio se encuentran parecidos con el de Henry James. Y de la misma forma que la obra de este autor revierte siempre hacia Nueva Inglaterra la del español torna siempre la mirada hacia Asturias. Que para él significa la vida y su alejamiento la muerte. La acción conserva un carácter secundario y la trama se desarrolla como en un duermevela. El claroscuro es punto de referencia y por lo general cada plot. Envuelve otros plots otras acciones y lo que ahora es bonanza puede pronto convertirse en marejada. Su manejo del lenguaje marino todo hay que decirlo también parece impecable. Sus descripciones no son estáticas sino dinámicas y los personajes buscan cada uno su felicidad aunque rara vez la encuentra salvo en el caso de Riofrío el lugar donde se desarrolla la acción del idilio de un enfermo. Conocía el alma femenina don armando y de ahí que sus libros fueran muy populares entre el bello sexo. Las mujeres le miman le escriben le animan se le declaran. No son feministas por supuesto. Uno de los temas más recurrentes es su preocupación por el adulterio y siempre suele acusar a los hombres en vez de las mujeres de las catástrofes sentimentales. Por ese cabo se sitúa cerca del movimiento de la liberación. Su esquema de trabajo la carpintería argumental de sus narraciones se mueven en torno a tres supuestos: héroe-antihéroe-víctima. Sota caballo un poco al estilo de las novelas por entregas y las penny novels  de  bulevar a lo Corin Tellado. Novela popular cuyo  estilo asimila pero pjop que esta  novela popular nunca podrá ser barriobajera

 

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