2024-08-15

viaje a fuentesoto

 VIAJE A FUENTESOTO

 

Cuando yo nací –es frase de Shakespeare- una estrella bailaba en el cielo. Ahora que lo pienso tuve mucha suerte en medio de la mi mala suerte. Tengo dotes proféticas y mis escritos constituyen en cierta manera un sortilegio del avenir. No es paradoja pero creo que estuve destinado a una misión: la de santo Domingo de la Calzada el que escuchó cantar a la gallina después de asada o el de aquel fraile que le dijo el maestro de novicios asómate a la ventana fray Tomás y verás a un buey volar. Una mezcla de credulidad, entereza, tenacidad y obstinación dominó mis días. Me repararon el Seat que no tenía arreglo sin embargo llegué a Fuentesoto. Muchos fantasmas me encontré `por erl camino. Una estantigua de espectros. Fue el pueblo de mi infancia. Mi abuelo Benjamín fue mi segundo padre y mi tía Paulina mi segunda madre. Conocí el hambre, el bullying y os malos tratos como aquel cabrón que por venganza de mi padre que le arrestó una vez en el regimiento cuando hacía la mili y lo arrestó me azupó la maula. Aquella perrita infernal color canela aun parece que estoy viendo sus ojos salvajes me mordió el tobillo y desde entonces tengo miedo a los canes. Sin embargo, no puedo renegar de mi pasado ni de mi amor por la Suzi, la inglesa más bella entre las mujeres. La infancia es la casa madre de un escritor y saludé a los espectros, subí las escaleras románicas de la torre gastadas de las pisadas del tiempo, doce siglos de bajar y subir por aquella escalera de caracol, bebí el agua de la fuente Colgada. Los cenobitas de las Cuevas de san Vicente me incitaron a la oración. Bebí el vino suave de la taberna del tío Manolón es decir Casa Julián. Todos los personajes que conocí en mi niñez comparten recuerdo con las Animas Benditas. Sin embargo recuerdo como signo de amor a Fuentesoto aquella vez que regresé de Inglaterra con mi mujer Suzanne y mi hija Helen a que conocieran a la familia y de regreso a Doncaster me negué a lavar el coche un minicooper maravilloso porque la carrocería estaba impregnada del polvo blanco de las laderas de Fuentesoto, MI ALDEA

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