VIAJE A FUENTESOTO
Cuando yo nací –es frase
de Shakespeare- una estrella bailaba en el cielo. Ahora que lo pienso tuve
mucha suerte en medio de la mi mala suerte. Tengo dotes proféticas y mis
escritos constituyen en cierta manera un sortilegio del avenir. No es paradoja
pero creo que estuve destinado a una misión: la de santo Domingo de la Calzada
el que escuchó cantar a la gallina después de asada o el de aquel fraile que le
dijo el maestro de novicios asómate a la ventana fray Tomás y verás a un buey
volar. Una mezcla de credulidad, entereza, tenacidad y obstinación dominó mis
días. Me repararon el Seat que no tenía arreglo sin embargo llegué a Fuentesoto.
Muchos fantasmas me encontré `por erl camino. Una estantigua de espectros. Fue el
pueblo de mi infancia. Mi abuelo Benjamín fue mi segundo padre y mi tía Paulina
mi segunda madre. Conocí el hambre, el bullying y os malos tratos como aquel
cabrón que por venganza de mi padre que le arrestó una vez en el regimiento cuando
hacía la mili y lo arrestó me azupó la maula. Aquella perrita infernal color
canela aun parece que estoy viendo sus ojos salvajes me mordió el tobillo y
desde entonces tengo miedo a los canes. Sin embargo, no puedo renegar de mi
pasado ni de mi amor por la Suzi, la inglesa más bella entre las mujeres. La infancia
es la casa madre de un escritor y saludé a los espectros, subí las escaleras románicas
de la torre gastadas de las pisadas del tiempo, doce siglos de bajar y subir
por aquella escalera de caracol, bebí el agua de la fuente Colgada. Los cenobitas
de las Cuevas de san Vicente me incitaron a la oración. Bebí el vino suave de
la taberna del tío Manolón es decir Casa Julián. Todos los personajes que
conocí en mi niñez comparten recuerdo con las Animas Benditas. Sin embargo
recuerdo como signo de amor a Fuentesoto aquella vez que regresé de Inglaterra
con mi mujer Suzanne y mi hija Helen a que conocieran a la familia y de regreso
a Doncaster me negué a lavar el coche un minicooper maravilloso porque la
carrocería estaba impregnada del polvo blanco de las laderas de Fuentesoto, MI ALDEA
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