2017-05-23


UMBRAL Y LAS APARICIONES DEL ESCORIAL

 

Se aparece ¿o no se aparece? El fenómeno literario de Umbral aquel chico de Valladolid que no se apellidaba Umbral sino Pérez o García que ya no me acuerdo bien acontece al tiempo que el fenómeno sociológico, quasi religioso-místico y morral, que nada moral, tampoco inmoral de las últimas dos décadas del pasado simple.

Ningún miércoles de Ceniza faltaba a su cita de un articulito sobre la cola de Jesús de Medinaceli al cual dedicaba una columna en sintonía con el pueblo de Madrid que fue desde siempre milagrero.

Las meriendas en la ribera del Manzanares comenzaban en el preludio de las calendas en martes Lardero la víspera del entierro de la sardina y así sucesivamente.

¿Se aparece o no se aparece? El personal todos los primeros viernes de mes acudía en tropel con sus garrafillas al pilón de Prado Nuevo, besaba el árbol – un fresno de aspecto terrorífico con las brancas en candelabro- y se pasaba las cadenas, o daba la vuelta a la cerca de rodillas. Un lugar extraño donde acontecían cosas inexplicables, ora por sugestión colectiva, ora porque las fuerzas telúricas que ya encantaron a los zahoríes de Felipe II y de los que habla Arias Montano el bibliotecario de Su Majestad al frente de una de las colecciones de libros más insignes de la humanidad en lo que se refiere a magia natural y oculta.

Y de los que el abajo firmante puede dar testimonio: aromas inexplicables, fragancias exquisitas, danzas del sol, un trece de mayo yo vi cómo se abrían los cielos y surgía la imagen de la Virgen María tal como la pintara san Lucas y se representa en los iconos rusos.

Una verdadera estampa del Perpetuo Socorro se estampó entre las nubes. Fue después de una impresionante tormenta, cayeron rayos y centellas. Una deflagración pegó sobre una encima y empezó a salir humo y del lugar venía un olor infernal. Unas cuantas mujercillas y el que suscribe contemplamos una horrible visión diabólica al ver a un individuo que decía ser de Toledo que empezó a fornicar con una dama coram populo.

“Eso no se hace, amigo, lleve usted a su mujer a holgar entre los setos”, le dije, pero el extraño personaje respondió a mis reconvenciones con una brutal carcajada. “¿Me conoces?” “Yo a ti sí”. “Pues yo a ti no”. “¿Quien eres?”. “Yo soy del mundo” y en esto diciendo desapareció lo mismo que la moza a la que ya había sofaldado y bajado las bragas… recorrieron mis sienes  sudores fríos, tuve una sensación de terror como no me había sucedido nunca, caímos de rodillas y empezamos a rezar el rosario.

Lo dirigía en portugués una había venido desde Coimbra y algunos de nosotros contestábamos en latín.

Anduve subiendo y bajando al lugar varios años. En puridad fui uno de los primeros “virginianos”. Sólo una vez hablé con la vidente Amparo Cuevas quien descubrió hechos de mi vida que yo desconocía o había olvidado, cuestiones demasiado íntimas que no soy capaz de publicar aunque escribí un libro inédito y mi archivo fotográfico anda repleto de instantáneas que tomé al correr de los años. Después cuando empezó la comercialización y explotación de los milagros abandoné las peregrinaciones pero tengo que decir que hay una fuerza extraña que percibo cuando voy al Escorial que casi me arrastra a Prado Nuevo.

¿Se aparece o no se aparece? Dos consideraciones en torno a tal pregunta: el bien el mal conviven juntos pues ya lo dice el refrán “rosario al cuello, el diablo dentro” y hay una iglesia exotérica o exterior y otra esotérica o interior. Esa es mi respuesta y el descubrimiento. Renové mi fe cristiana por la senda de los abrojos y del dolor, renació el amor hacia la Virgen María que se nos inculca a los españoles desde la infancia pero no cabe un “deus ex machina” y Dios no puede ir contra sí mismo al suspender las reglas de la naturaleza. Así y todo, los milagros, las curaciones inexplicables, aunque muchos no saben que nuestra religión es cruz y sufrimiento. En Fátima y en Lourdes que más adelante visité tuve una sensación de rechazo por lo que pongo muy en tela de juicio las apariciones (Garabandal, Medjgore, Fátima, Lourdes, etc). Lo que sí existe es la aparición esotérica hacia adentro. Es la magia del resplandor de los iconos.

Prado Nuevo volvió a ponerme en contacto con la ortodoxia. Me decepcionó el giro de 180 grados que dio Juan Pablo II. El Vaticano dejó de emitir las misas en rito bizantino eslavo que yo seguía cada miércoles o en las grandes fiestas, el Papa Wojtyla hizo la esfinge ante la guerra de Iraq y se quedó mudo cuando el Pacto de la OTAN masacró con sus bombas Belgrado precisamente el día de Pascua y permitió las islamización de los enclaves de Kosovo y Metopia mediante el apoyo a Albania. Uno que es periodista y no un profeta en aquel hecho y al pie del fresno de las apariciones escurialense se dio cuenta de que comenzaba una nueva era con la balcanización de Europa, la secesión de España (por nuestros pecados en fechas no lejanas Cataluña se declarará independiente tal vez junto con Vascongadas y Galicia) la llegada masiva de inmigrantes, la adoración del Becerro de oro y la instauración de los otros dos ídolos semitas: Moloc y Baal, sedientos de sangre humana y requieren holocaustos y sacrificios. Aquello fue como un despertar a contracorriente y a sabiendas de que los que así pensábamos íbamos a ser muy perseguidos.

Se nos negaría el pan y la sal. Pero ¿se aparece o no se aparece? Tan brutal pregunta merece una contestación sesgada a la manera escolástica:

-Partim eumdam, partim diversam.

-Ni sí ni no. Mira a tu alrededor. Observa lo que está pasando. Las certidumbres del pasado ya no nos sirven y hay que creer otro tipo de sociedad, una Iglesia diferente.

Umbral que tenía un radar muy fino para sintonizar estas ondas no sé si fue alguna vez a la campa de las apariciones pero su admiración y su amor platónico hacia la bella Pitita de Ridruejo que fue una de las mentoras de la vidente Amparo Cuevas se afianzaron por aquel entonces y las alusiones las desparrama con sorna y al mismo tiempo con reverencia por sus artículos. Paco cuya prosa es muy femenina, le caía bien a las mujeres y estaba siempre rodeado dellas,  aún a fuer de suscitar la cólera de las sufragistas demodées, como a la Rigalt y otras cursis, todo lo contrario que Cela que las espantaba con la crudeza de su vozarrón, y de forma parecida a Raúl del Pozo, el típico don Juan al que las féminas perseguían hasta el catre y de esto puedo dar fe.

A Umbral le protegían y le mimaban las señoras del ropero y la soriana Pitita, esposa de un  famoso diplomático filipino, era una de ellas. Cuando estuvo malo iba a verle al hospital pero creo que su relación fue del todo inocente e infantil hasta avasallar.

Debía de representársele, cuando veía a la ilustre dama de ojos grandes y de un rostro alargado parecido a Nefertiti, a sus tías de León cuando le cuidaron siendo niño. Toda una paradoja. He aquí a un progre que recala en los saraos de las marquesas (Cuqui Fierro era otra de sus admiradoras) y abomina de las jais de la braga en bandolera y al estricote como si fuese el pendón de Castilla blasón de libertad.

Los hombres inteligentes los que conocen y se les dan bien las mujeres no pueden militar en ese aguerrido  feminismo reduccionista que atenta contra la condición de la naturaleza humana que es un binomio y no una de esa mónadas de las que hablaba Kant.

Así que progre era el pobre Paco Umbral. Feminista no tanto. Era un hombre que vivía por y para la literatura y se disfrazaba de literatura. Hay que saberlo leer y paladear en esos artículos en los que desparrama su alma a barrisco. En su prosa se oculta una clave.

Nada es lo que parece; él supo diquelar lo que se venía encima con esto del aparece o no se aparece: el final del manoseado integrismo católico y del catolicismo en general trufado de contradicciones. Hemos caminado hacia un mundo transparente donde ya nada es lo que solía. Los mensajes de la Virgen librados con voz gangosa y por cinta magnetofónica a través de la vidente en trance a muchos nos hacían estornudar pero tuvimos la percepción de que esto se acaba, que empieza otra era. ¿Wojtyla, vicario de Cristo? ¿Un papa tan político que dicen que estuvo en la nómina de la CIA cuando cardenal de Cracovia?

Vayamos por partes. Se descorrió la cortina y aparecieron las miserias y pecados de la corte Vaticana que ni Paloma Gómez Borrero podría lavar. ¿No os acordáis de cuando entonces?

¿Fátima y Lourdes? No podréis abusar de la credulidad del pueblo sencillo al que siempre lo inundaron de engañifas pero Cristo vive en el mundo, socorre, acude y salva y se manifestaba en un lugar mágico como es el Escorial emporio de la catolicidad pero de forma muy distinta a como pretendían los virginianos.

Tantas guerras, tanta sangre derramada de los españoles de a pie en defensa de la cruz a lo largo de la geografía peleando contra el inglés, contra el hereje, contra el turco. Soldados que, licenciados de los tercios de Flandes, pedían limosna haciendo lucir sus muñones y exhibiendo sus heridas de guerra mientras recitaban la oración del Santo Juez a la puerta de los templos o al pie de las escaleras de San Felipe de Madrid. En Europa y en América morían por nada, por  defender una corte pontificia donde los cardenales tenían cada uno su barragana y comían y bebían como obispos.

Dios perdone nuestras culpas, cubramos nuestras frentes de ceniza, bañémonos en el agua lustral de la penitencia, acudamos a la protección de la Virgen María. Yo percibí el anuncio de estos tiempos globalizadores en El Escorial.

Que la divina providencia no nos deje nunca de su mano y lo digo esta mañana en que rezo por el alma de Paco Umbral que ni siquiera era creyente pero que nos legó una obra maravillosa y Dios se esconde en los libros donde luchan las fuerzas del bien y del mal mucho más  allá de los sermones de Fray Gerundio de Campazas o  de los secretos de Fátima que el tiempo está volviendo apócrifos, una especie fe guija de la catolicidad, y es pecado creer en agüeros, según el P. Astete.

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