UMBRAL Y LAS
APARICIONES DEL ESCORIAL
Se aparece ¿o no se aparece? El
fenómeno literario de Umbral aquel chico de Valladolid que no se apellidaba Umbral
sino Pérez o García que ya no me acuerdo bien acontece al tiempo que el
fenómeno sociológico, quasi religioso-místico y morral, que nada moral, tampoco
inmoral de las últimas dos décadas del pasado simple.
Ningún miércoles de Ceniza
faltaba a su cita de un articulito sobre la cola de Jesús de Medinaceli al cual
dedicaba una columna en sintonía con el pueblo de Madrid que fue desde siempre
milagrero.
Las meriendas en la ribera del
Manzanares comenzaban en el preludio de las calendas en martes Lardero la
víspera del entierro de la sardina y así sucesivamente.
¿Se aparece o no se aparece? El
personal todos los primeros viernes de mes acudía en tropel con sus garrafillas
al pilón de Prado Nuevo, besaba el árbol – un fresno de aspecto terrorífico con
las brancas en candelabro- y se pasaba las cadenas, o daba la vuelta a la cerca
de rodillas. Un lugar extraño donde acontecían cosas inexplicables, ora por
sugestión colectiva, ora porque las fuerzas telúricas que ya encantaron a los
zahoríes de Felipe II y de los que habla Arias Montano el bibliotecario de Su
Majestad al frente de una de las colecciones de libros más insignes de la
humanidad en lo que se refiere a magia natural y oculta.
Y de los que el abajo firmante
puede dar testimonio: aromas inexplicables, fragancias exquisitas, danzas del
sol, un trece de mayo yo vi cómo se abrían los cielos y surgía la imagen de la Virgen
María tal como la pintara san Lucas y se representa en los iconos
rusos.
Una verdadera estampa del
Perpetuo Socorro se estampó entre las nubes. Fue después de una impresionante
tormenta, cayeron rayos y centellas. Una deflagración pegó sobre una encima y
empezó a salir humo y del lugar venía un olor infernal. Unas cuantas
mujercillas y el que suscribe contemplamos una horrible visión diabólica al ver
a un individuo que decía ser de Toledo que empezó a fornicar con una dama coram populo.
“Eso no se hace, amigo, lleve
usted a su mujer a holgar entre los setos”, le dije, pero el extraño personaje
respondió a mis reconvenciones con una brutal carcajada. “¿Me conoces?” “Yo a
ti sí”. “Pues yo a ti no”. “¿Quien eres?”. “Yo soy del mundo” y en esto
diciendo desapareció lo mismo que la moza a la que ya había sofaldado y bajado
las bragas… recorrieron mis sienes sudores
fríos, tuve una sensación de terror como no me había sucedido nunca, caímos de
rodillas y empezamos a rezar el rosario.
Lo dirigía en portugués una había
venido desde Coimbra y algunos de nosotros contestábamos en latín.
Anduve subiendo y bajando al
lugar varios años. En puridad fui uno de los primeros “virginianos”. Sólo una
vez hablé con la vidente Amparo Cuevas quien descubrió hechos de mi vida que yo
desconocía o había olvidado, cuestiones demasiado íntimas que no soy capaz de
publicar aunque escribí un libro inédito y mi archivo fotográfico anda repleto
de instantáneas que tomé al correr de los años. Después cuando empezó la comercialización
y explotación de los milagros abandoné las peregrinaciones pero tengo que decir
que hay una fuerza extraña que percibo cuando voy al Escorial que casi me
arrastra a Prado Nuevo.
¿Se aparece o no se aparece? Dos
consideraciones en torno a tal pregunta: el bien el mal conviven juntos pues ya
lo dice el refrán “rosario al cuello, el diablo dentro” y hay una iglesia
exotérica o exterior y otra esotérica o interior. Esa es mi respuesta y el
descubrimiento. Renové mi fe cristiana por la senda de los abrojos y del dolor,
renació el amor hacia la Virgen María que se
nos inculca a los españoles desde la infancia pero no cabe un “deus ex machina”
y Dios no puede ir contra sí mismo al suspender las reglas de la naturaleza.
Así y todo, los milagros, las curaciones inexplicables, aunque muchos no saben
que nuestra religión es cruz y sufrimiento. En Fátima y en Lourdes que más
adelante visité tuve una sensación de rechazo por lo que pongo muy en tela de
juicio las apariciones (Garabandal, Medjgore, Fátima, Lourdes, etc). Lo que sí
existe es la aparición esotérica hacia adentro. Es la magia del resplandor de
los iconos.
Prado Nuevo volvió a ponerme en contacto con la ortodoxia. Me
decepcionó el giro de 180 grados que dio Juan Pablo II. El Vaticano dejó de
emitir las misas en rito bizantino eslavo que yo seguía cada miércoles o en las
grandes fiestas, el Papa Wojtyla hizo la esfinge ante la guerra de Iraq y se
quedó mudo cuando el Pacto de la OTAN
masacró con sus bombas Belgrado precisamente el día de Pascua y permitió las
islamización de los enclaves de Kosovo y Metopia mediante el apoyo a Albania.
Uno que es periodista y no un profeta en aquel hecho y al pie del fresno de las
apariciones escurialense se dio cuenta de que comenzaba una nueva era con la
balcanización de Europa, la secesión de España (por nuestros pecados en fechas
no lejanas Cataluña se declarará independiente tal vez junto con Vascongadas y
Galicia) la llegada masiva de inmigrantes, la adoración del Becerro de oro y la
instauración de los otros dos ídolos semitas: Moloc y Baal, sedientos de sangre
humana y requieren holocaustos y sacrificios. Aquello fue como un despertar a
contracorriente y a sabiendas de que los que así pensábamos íbamos a ser muy
perseguidos.
Se nos negaría el pan y la sal.
Pero ¿se aparece o no se aparece? Tan brutal pregunta merece una contestación
sesgada a la manera escolástica:
-Partim eumdam, partim diversam.
-Ni sí ni no. Mira a tu
alrededor. Observa lo que está pasando. Las certidumbres del pasado ya no nos
sirven y hay que creer otro tipo de sociedad, una Iglesia diferente.
Umbral que tenía un radar muy
fino para sintonizar estas ondas no sé si fue alguna vez a la campa de las
apariciones pero su admiración y su amor platónico hacia la bella Pitita de
Ridruejo que fue una de las mentoras de la vidente Amparo Cuevas se afianzaron
por aquel entonces y las alusiones las desparrama con sorna y al mismo tiempo
con reverencia por sus artículos. Paco cuya prosa es muy femenina, le caía bien
a las mujeres y estaba siempre rodeado dellas,
aún a fuer de suscitar la cólera de las sufragistas demodées, como a la Rigalt
y otras cursis, todo lo contrario que Cela que las espantaba con la crudeza de
su vozarrón, y de forma parecida a Raúl
del Pozo, el típico don Juan al que las féminas perseguían hasta el catre y
de esto puedo dar fe.
A Umbral le protegían y le
mimaban las señoras del ropero y la soriana Pitita, esposa de un famoso diplomático filipino, era una de ellas.
Cuando estuvo malo iba a verle al hospital pero creo que su relación fue del
todo inocente e infantil hasta avasallar.
Debía de representársele, cuando
veía a la ilustre dama de ojos grandes y de un rostro alargado parecido a
Nefertiti, a sus tías de León cuando le cuidaron siendo niño. Toda una
paradoja. He aquí a un progre que recala en los saraos de las marquesas (Cuqui Fierro era otra de sus
admiradoras) y abomina de las jais de la braga en bandolera y al estricote como
si fuese el pendón de Castilla blasón de libertad.
Los hombres inteligentes los que
conocen y se les dan bien las mujeres no pueden militar en ese aguerrido feminismo reduccionista que atenta contra la
condición de la naturaleza humana que es un binomio y no una de esa mónadas de
las que hablaba Kant.
Así que progre era el pobre Paco
Umbral. Feminista no tanto. Era un hombre que vivía por y para la literatura y
se disfrazaba de literatura. Hay que saberlo leer y paladear en esos artículos
en los que desparrama su alma a barrisco. En su prosa se oculta una clave.
Nada es lo que parece; él supo
diquelar lo que se venía encima con esto del aparece o no se aparece: el final
del manoseado integrismo católico y del catolicismo en general trufado de
contradicciones. Hemos caminado hacia un mundo transparente donde ya nada es lo
que solía. Los mensajes de la Virgen
librados con voz gangosa y por cinta magnetofónica a través de la vidente en
trance a muchos nos hacían estornudar pero tuvimos la percepción de que esto se
acaba, que empieza otra era. ¿Wojtyla, vicario de Cristo? ¿Un papa tan político
que dicen que estuvo en la nómina de la CIA
cuando cardenal de Cracovia?
Vayamos por partes. Se descorrió
la cortina y aparecieron las miserias y pecados de la corte Vaticana que ni
Paloma Gómez Borrero podría lavar. ¿No
os acordáis de cuando entonces?
¿Fátima y Lourdes? No podréis
abusar de la credulidad del pueblo sencillo al que siempre lo inundaron de
engañifas pero Cristo vive en el mundo, socorre, acude y salva y se manifestaba
en un lugar mágico como es el Escorial emporio de la catolicidad pero de forma
muy distinta a como pretendían los virginianos.
Tantas guerras, tanta sangre
derramada de los españoles de a pie en defensa de la cruz a lo largo de la
geografía peleando contra el inglés, contra el hereje, contra el turco.
Soldados que, licenciados de los tercios de Flandes, pedían limosna haciendo
lucir sus muñones y exhibiendo sus heridas de guerra mientras recitaban la
oración del Santo Juez a la puerta de los templos o al pie de las escaleras de
San Felipe de Madrid. En Europa y en América morían por nada, por defender una corte pontificia donde los
cardenales tenían cada uno su barragana y comían y bebían como obispos.
Dios perdone nuestras culpas,
cubramos nuestras frentes de ceniza, bañémonos en el agua lustral de la penitencia,
acudamos a la protección de la Virgen María. Yo
percibí el anuncio de estos tiempos globalizadores en El Escorial.
Que la divina providencia no nos
deje nunca de su mano y lo digo esta mañana en que rezo por el alma de Paco
Umbral que ni siquiera era creyente pero que nos legó una obra maravillosa y
Dios se esconde en los libros donde luchan las fuerzas del bien y del mal mucho
más allá de los sermones de Fray Gerundio de Campazas o de los secretos de Fátima que el tiempo está volviendo apócrifos, una especie fe guija
de la catolicidad, y es pecado creer en agüeros, según el P. Astete.
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