REFRANES DE ENERO Y FEBRERO
Enero y febrero eran para los romanos meses fastos. Traían buena suerte. Por el contrario marzo era nefasto y los flamines en el quirinal marchaban con ofrendas y procesiones a ofrecer sacrificios a la diosa Pomona protectora de los frutos de la tierra. Se injertaban los árboles frutales pero yo parece que estoy viendo a mi abuela yendo cada atardecer al gallinero a comprobar si las gallinas estaban bien bajo la tutela del gallo que cantaba más veces y pisaba a sus hembras con más frecuencia que de costumbre.
Porque “por san Antón la gallina pon”.
Bastaba una simple operación que la abuelilla nuestra practicaba con gran habilidad.
Metía mi abuela el dedo en el culo de las ponedoras. A la mañana siguiente cacareaban éstas alegres por el corral y el nidal estaba repleto con la productividad de las pitas de calella. “Por san Antón la gallina pon”.
Era la época en que los pollos salían del cascarón. “Pollo de enero cada pluma vale un dinero” y también “pollo de enero pa San Juan al puchero”.
Si es que el gallo no los mataba a picotazos al temer la competencia insólita del neófito, porque la gallina vieja se prefiere al pollo joven y surgían rivalidades claro está por el dominio del harén.
Los mastos pues en la quintana andaban bien vigilantes.
El desarrollo biológico de estas ánades era mucho más rápido que el de los patos ánsares, los cisnes y de los parros. Y para esta realidad había en mi tierra segoviana otro refrán “el pollo de un año y el pato madrigaño o madrigado.
Sus carnes tenían mejor sabor de haber padreado o tenido relaciones sexuales con la hembra.
Febrero era un mes alegre. Se largaban los días y, aunque no había terminado el invierno, los campos empezaban a romper, había que podar el majuelo y los almendros empezaban a florecer, había que capar las colmenas, y podar el majuelo. Eran acarreados los despojos de los sarmientos que luego eran utilizados para encender la cocina (mostelas).
Solía acontecer que los almendros no cuajaban. Pudiera ser que se los llevase la helada esquilmando la cosecha de almendrucos.
Se mataba asimismo al último marrano que aun hozaba en la cohorte. “Cochino de febrero con su padre al humero”.
Los primeros gochos acabaron en la toza por san Martin pero sus vástagos los de la última lechigada que padreó el difunto eran manjar exquisito cuando amanecía el día de Santa Águeda.
El tostón es un manjar exquisito por la zona de Segovia aunque yo creo que el mejor que probé yo fue en Arévalo provincia de Ávila. Con el lechón de carnes blandas y vinillo joven se comía en muchas casas para celebrar la fiesta de Santa Águeda 5 de febrero, cuando mandaban las mujeres.
Este oxímoron no cuadra con la realidad porque en Castilla las mujeres mandaron siempre. España es un matriarcado.
Con la despoblación y la huida de los jóvenes a la ciudades estos sabios legados de nuestra paremiología se han ido al garete pero están en la memoria de muchos que, como yo sentimos, pasión por la sabiduría popular