Me escribe Nacho Gracia Noriega. Es un escritor y periodista asturiano al que sigo con mucho interés, por su liberalismo y porque es de una sola pieza. Sigue diciendo las mismas cosas que decía hace cinco lustros. Por lo menos, no ha cambiado de chaqueta. Sus descubrimientos sobra la vida asturiana escondida- esa maravilla de usos y costumbres del principado en realidad el más viejo reino de las Españas- siempre tuvieron un interés insólito para el que suscribe. En mi blog he colocado en el índice a muchos viejos escritores y periodistas de LNE, pero a él no.
Acabo de regresar de la región y la encontré algo triste y un poco depre pero aun jaranera, celebrando las fiestas de la Ascensión y de la Balesquida, el día del Bollo o Martes de Campo, cuyo pregón corrió a cargo del escritor llanisco, con quien comparte admiración hacia los grandes astures del principado: Jovellanos, Clarín, Palacio Valdés. Leerlos a ellos y a Gracia no es solo una obligación, es fruición y delicia, consuelo para estos tiempos de ira, cuando muchos empiezan a sacar de la cuadra el guadaño y la trienta, un utensilio que por tierra castellana llamamos el gario. Prefiero esta Asturias fuerte, que siempre fue a su aire, a la oficialista, la de los Premios Príncipe de Asturias. Dos judíos extranjeros van a recibir un buen pico en euros, y eso a pesar de la crisis, que pagamos los pensionistas. Es la Asturias de los que están en la pomada, no la del pueblo y yo estoy con el gran pueblo asturiano, que sigue siendo de Franco por más que ni ZP ni Rajoy – las elecciones no nos van a sacar de atascos- a la sombra de todos esos plutócratas a los que Franco dio salvoconductos, se hayan dado cuenta. Poco se lo agradecieron, pero, ojo, la mentira y el diktat y el yugo que ellos imponen no puede durar mil años. Una pena que la archidiócesis primada ovetense tampoco se haya dado cuenta del perjurio y se haya entregado con armas y bagajes al enemigo, que predomina y es laico-laico-judaico. Mientras exista la mentira y la injusticia un escritor como yo tiene la obligación de seguir escribiendo contra marea y contra iudeos…
De todas formas, gracias Ignacio, por tu carta, aunque tú ni yo comportamos las mismas ideas. Rivales pero jamás enemigos. Eso no lo entienden los que desconocen el fair play. Un abrazo.