SOLANA EL FELÓN
A Javi Solana –los años no perdonan- con el paso del tiempo se le ha arrugado la cara de pasa que parece un guarriato en pelo malo. Siempre tuvo la voz débil algo gorda y quebrada y el rostro es algo caballuno. ¿Las siete señas del hideputa? Yo no diría tanto. No conozco a su madre que debió de ser señora respetable (vivían por Virgen de Itziar allá por Majadahonda) pero este tío de felonías sabe un rato. Siempre viajó en coche oficial y siempre anduvo en la pomada señorito socialista incluso en los tiempos de Franco. Su gestión al frente del Ministerio de Cultura fue una de las más desastrosas entre los inquilinos que pasaron por las Siete Chimeneas. Desempeño el papel de manso pero recuerden que siempre son los cabestros los que meten a los toros en el corral y él se llevó el gato al agua de la desespañolización con guante de seda. Es un suave con la mirada triste de los castrones. Así debía de tener la mirada esquiva el obispo don Opas el gran perjuro. Me rebelé y me jugué mi vida a los dados. No me echaron pero me desterraron a la hemeroteca un paraíso para un documentalista y allí había mucho testimonio sobre temas de judíos y del gobierno de Franco y la cerraron pero yo disfruté como un enano villano en mi rincón. Había ka verdad poco trabajo y yo aprovechando que el río Manzanares bajaba por debajo de los palacios del Marqués de Perales en uno de sus ramales subterráneos aborrecí del agua y me hice amigo del aguardiente. Azoté calles y tabernas del castizo Lavapiés. Hoy ya por aquellos andurriales no se puede dar un paso. Las tabernas cerraron y los chinos abrieron almacenes al por mayor, los moros montaron chiringuitos donde sólo se puede beber té. Yo sabía que empezaba la globalización y estábamos copados. Solana con su cara larga y tristona me pareció la más perfecta versión de Boabdil el chico y aquel Madrid – adiós mis pavos que atruenan- se perdió para no volver más. Hoy esa zona es un melting pot plurietnico. Yo iba a misa por la tarde al Cristo del Olivar, reñí con un dominico trabucaire que decía la misa comiéndose partes inviolables del canon. Por la mañana estaba en la doce en la iglesia de San Sebastián donde un cura jubilado y enfermo de la próstata (interrumpía el oficio para ir a mear en un pote)y era buena persona me dejaba cantar gregoriano pero era un misa sin quórum. Éramos dos, una vieja sorda y un servidor y en la desolada iglesia olía cerca de los grandes literatos ilustres, -Cervantes y Tirso y Lope que fueron feligreses de la parroquia- a boñigas de gato. Luego me daba una vuelta por Moyano. Muchos duros le di a ganar al desaborido de Riudavets. Me hinché a comprar buenos libros en su rátigo de segunda mano. Desde entonces pienso que los libreros de lance tienen algo de enterradores de la cultura y el bueno de Riudavets un fajo de billetes en el bolsillo despectivo con los escritores y tachándome de loco despachaba su género al estilo barojiano embutido en su blusón de tratante y la visera de plato. Un tipo con harta mala leche. No sé cómo algún cliente no le rompió la cara y contestó a sus impertinencias con un puñetazo. Años negros fueron aquellos de la transición-traición. Mandaba Felipón por interpuesto y había que ir a la agachadiza y hacerse el loco. Caminé por el filo de la navaja. A los ministros de Cultura se les encomendaba la labor de desculturizar u desespañolizar tiempos de la movida empezó el botellón y un alcalde decía que había que estar al loro. Solana se puso en el dedo corazón el dedal de las mentiras y la aguja de marear incultos. Era de Ciencias y confundía los numerales cardinales en sus discursos. Decía doceavo y se le veía el pelo de la dehesa. Su ministerio era un chou de altoparlantes donde los extranjeros venían a por subvenciones. Pero todo eso era deja vu: cargar en España para descargar en Flandes. En Madrid mandaba el President y Madrid era un convite de catalanes o de venganzas de la Campana de Huesca por lo de entonces. Pujol o Puchol, buen pocholo con su aspecto de botijero del Ampurdán y aires de payés, mandaba no hablar español y cuando lo hablaba era sólo para pedir dinero, se paseaba por la Castellana en el Rolls de Franco con las barras señeras catalanas desplegadas ostentosamente en el guardabarros de su coche oficial. Antes de ir a Moncloa recalaba en la embajada estadounidense y la de Tel Aviv a por instrucciones. Este sujeto tan antipático para muchos castellanohablantes y para el español bien nacido hizo que se nos atragantase el catalán y yo dejé de leer a uno de mis poetas preferidos: mosén Cinto Verdaguer. La historia de aquella transición fue la crónica de una traición anunciada. El poder editorial radicaba en Barcelona donde Larra impartía consigna para que sólo se diese a la estampa todo aquello que concernía con la Anti España. Me devolvieron todos mis originales uno tras otro con cartas de respuesta muy ponderadas y cordiales. “No dudamos de los meritos de su obra pero…otra vez será”. Nos quedaba todavía el consuelo de las tabernas de Lavapies para ahogar en vino las penas de escritores sin estrenar. La cultura se puso del revés y el país estaba hecho unos zorros pero agachando la cabeza y a callar. Nos dejaron muy solos. Y de tan incomprendido creo que adquirí maneras autistas según mi psiquiatra. Solana sobrino de por ser vos quien sois un profesor español catedrático en Oxford que se las daba de filosofo y mal escritor del que dijo Unamuno que era tonto en siete idiomas subió como la espuma y cuando le nombraron jefe de los guardias de la OTAN radiante de agradecimiento a Felipe González le dio un beso en la boca. Pasaron los años y a don Javier se le han puesto aires de penco tristón. Parece que no puede con su alma de traidor y le pesa su conciencia trilateralita. En el pecado lleva la penitencia. En su hoja de servicio está el baldón kosovar. El día que mandó los phantoms americanos a Belgrado a bombardear lloré de rabia. Solana Madariaga es de la calaña de don Opas entreverada de Boabdil el Chico. Llorará como presidente de la UE lo que no supo defender como hombre y como español. En el pecado lleva la penitencia. Un día rabiará como don Rodrigo en la horca o como el Lagarto de Jaén.
domingo, 24 de febrero de 2008