VARELA, CHUSQUERO Y CON UN PAR
Fue casi un presagio que advertía lo que habría de suceder. En la Navidad de 1936 el general Varela, que acababa de liberar Toledo a últimos de septiembre, en una fulminante operación durante la cual hizo un derroche de facultades estratégicas, llevada adelante con el arrojo y la decisión que caracteriza a este soldado raso, el cual de soldado raso subió al empleo de general resultando- su rostro impasible y sus impecables guantes blancos que no se quitaba ni en medio de los más encarnizados combates ocultaba toda la garra civil- uno de los militares más condecorados, estaba a las puertas de Madrid.Su división operaba en Villanueva de la Cañada. Él en persona fue a realizar una descubierta. Avistado por un grupo de blindados rusos que se ocultaban entre la fronda que rodeaba el foso del Castillo de Villafranca, abrieron fuego. El general fue herido triplemente; en el omóplato, en el cúbito del brazo derecho y en un muslo. Esta herida era la que inspiró mayor preocupación a los médicos.Evacuado al hospital de sangre de Griñón, su cuadro clínico no se dio a conocer. De haber trascendido, es casi seguro de que la ofensiva sobre Madrid que Varela con sus tabores y sus legionarios al trote cochinero y a paso de carga venían arreando desde Algeciras, hubiese sido un fracaso.
Le fue extraída la bala, pero la herida se infectó. Por segunda vez, el egregio oficial se negó a que los médicos le amputaran la pierna. No recibió el alta hasta el 11 de febrero. Sin embargo, le dieron tal cantidad de sulfamidas y otros fármacos para contrarrestar el peligro de gangrena que hipotéticamente el tratamiento sería determinante de la grave enfermedad hematológica de la que habría de fallecer el general a principios de 1951.Varela era un hombre duro. La sangre que derramó en Villafranca del Castillo fue un preludio de los ríos de sangre que corrieron por los campos de Brunete. Lejos de amedrentarse, los tres impactos que marcaron su piel lo envalentonaron más. Buscaba el desquite.
La guerra civil se perfila como una bronca en una sala de banderas entre generales monárquicos y republicanos, ascendidos todos por méritos de guerra o por escalafón en las sangrientas y absurdas querellas del Norte de África. Eso por un lado. En el otro flanco estaban situados jefes y oficiales de ascendencia cubana, con una hoja de servicio no menos brillante y meritoria en los méritos por la patria. Era una veta menos entusiasta con la monarquía. La derrota que supuso la pérdida de la última colonia les tornó poco sensibles a la causa de la realeza, como por ejemplo Mola o Sáenz de Buruaga, ambos nacidos en la Perla de las Antillas, de familia militar. El caso de José Enrique Varela Iglesias, hijo de un humilde sargento de infantería gaditano, que habiendo entrado como soldado raso en el Ejército fue el general más significado y discutido de la contienda del 36, después de Franco, parecía distinto, como corresponde a una personalidad singular. Este comunero se va erigir en el primer postulante de a causa carlista. Más papista que el Papa y más papista que los monárquicos, precisamente debido a su extracción advenediza.En la alta oficialidad se miraba a "Varelita" (también era de poca estatura, y no muy apuesto, pero con unos redaños que no cabían en la Tacita de Plata ni en la Isla de San Fernando donde vino al mundo en 1891) con recelo por advenedizo. Sin embargo, la tropa lo idolatraba.
Para más inri se hizo conspirador y monárquico. Más papista que el papa, su ambición, presencia de ánimo y pundonor debió de chocar con los militares de sangre azul. Amigo de Sanjurjo y enemigo de Primo de Rivera con el que en Alhucemas tuvo unas palabras, cuando el dictador en una comida manifestó su deseo de abandonar el protectorado, idea muy congruente y que hubiese evitado mayor efusión de sangre, pero que tanto Varela como Franco consideraban una cobardía, tuvo un papel relevante en el Alzamiento Nacional.A los postres de una comida de campaña ofrecida a don Miguel Primo de Rivera en el campamento legionario de Ben Tieb, y en la que éste se pronunció en pro de la retirada de Xauen y el repliegue táctico de los contingentes españoles en el Protectorado, Varela se levantó y dijo:
-Muy mal. Yo protesto, mi general.
El fogoso Varelita no había sido capaz de dominarse, pensando en tantos compañeros suyos que había sucumbido en aquella tierra humedecida con sangre de tantos españoles.Hombre bondadoso, el insigne ministro de la Guerra, no tomó aparentemente a mal aquel acto de indisciplina por parte de un subordinado que en otras circunstancias hubieran significado un arresto fuerte o la degradación. Este gesto va a dejar un poso de amargura en las relaciones con los falangistas, fundados por José Antonio, un hijo del dictador. Una rama de la Falange, la más revolucionaria y avanzada en sus ideas, atentaron contra él con una bomba de mano el 15 de agosto de 1944, a la salida de misa de doce en el Santuario de Begoña, Vizcaya. También salió Vitorinaamente ileso. Pero tuvo que dimitir a los pocos días de su cargo como Ministro del Ejército, siendo su resignación aceptada. Está claro que era un gran militar, pero mal político.Son contradicciones que se dan en cualquier biografía. El héroe del Alcázar de Toledo, de Brunete, del Jarama y de Teruel, que manifestó de siempre una capacidad especial para granjearse la lealtad de los moros, se malquistó con los falangistas, los militares, en especial los de baja graduación, hablaban pestes de él, porque al finalizar la guerra quiso llevar a cabo purgas drásticas en los regimientos, y Franco siempre le miró con recelo.Sin embargo, puede decirse que si bien el Caudillo hizo una guerra cómoda dirigiendo las operaciones desde una ruló, Varela, un harqueño típico, fue el primero en dar el callo. Su palmarés impresionante con dos laureadas así lo certifican. Organizó las mías o centurias de tropas indígenas, con secciones mixtas de infantería y caballería al modo árabe. Había nacido para la guerra y llevaba la estrategia en la masa de la sangre, con operaciones en Beni Arós contra El Raisuni y la Cueva de Rumán donde desalojó pistola en mano a toda una "yemáa" rifeña. Hablaba varios de los 64 dialectos del Atlas.Destinado a Melilla, poco después del Desastre de Anual el año de 1923 con los episodios sangrientos de Irigueriben, Monte Arruit y Nador, durante una descubierta recibe dos tiros- era la primera vez, hubo una segunda, pero afortunadamente no se producía una tercera- en cada una de las dos piernas, que, pistola en mano, impidió al cirujano que se las cortaran. Había síntomas de gangrena.La frase preferida de este militar africano era "Venga, venga" y "Cinco tiros y avanzando". Consideraba que la mejor defensa es un ataque. No hay nunca que volver la vista atrás. Por ello fue legendaria su temeridad ante cualquier peligro. Esa cualidad o defecto de su temperamento le permitió conservar las dos piernas hasta su muerte ocurrida a los 59 años como consecuencia de una leucemia, así como arrollar al Frente Popular.Varela nunca ahorraba bajas ni escatimaba medios. Todo lo fiaba a su arrojo y a un instinto especial de supervivencia que maravillaba a los moros (con Franco sucedía algo parecido). Sólo por el oído sabía qué sección atravesaba dificultades en el frente o cuál era el flanco más débil del enemigo para por allí presentar batalla. No creía en aquel refrán de "la bala con la que has de morir nunca la sentirás venir".Estuvo destinado en Larache, Ceuta y Alcazarquivir, donde funda la harka, tropas muy experimentadas, excelentes tiradores, que en la chilaba llevaban toda su munición e impedimenta. Nunca sufrió el mal del bled, una especie de morriña o pájara que acomete a los europeos y sabía moverse como Pedro por su casa por las intrincadas callejuelas de la Casbah. Estas fuerzas expedicionarias demostraron su enorme adaptación al terreno, capacidad de maniobras en la lucha de cabilas por las quebradas de los Morabos, Asgar y Temasint, principal reducto de Abd-el-Krim y El Raisuni. Las lomas del Rif conocieron la bravura del teniente coronel Varela.Con la rendición de Abd-el-Krim, y, ascendido a coronel por recomendación de Sanjurjo, es destinado al regimiento donde sirvió su padre en Cádiz. Allí va a organizar las primeras intentonas golpistas, secundando junto con Queipo de Llano, Godet y otros generales la denominada "sanjurjada". Es llevado preso al Castillo de Santa Catalina y luego a Guadalajara donde traba contactos con grupos tradicionalistas y carlistas de Vergara para formar un Ejercito del Norte, el Requeté. En 1934 cuando se alza Asturias y Cataluña se proclama independiente, ofrece sus servicios al gobierno, que éste rehúsa. Azaña se decanta por el general Franco para contener a los mineros y por López Varela para reprimir la sedición secesionista de la Generalidad.Dice el general Mariñas en su biografía que a lo primero la contundencia con que se comportó el gobierno de la República para mantener la unidad de España fue un balón de oxígeno para la lealtad de los militares africanistas, que por algún tiempo pensaron que el gobierno legalmente constituido tenía buena voluntad, pero la lenidad con que actúa y la pasividad ante las fuerzas revolucionarias determinó que la euforia inicial africanista se transformase en desencanto. Ocurriría lo de tantas veces: el Frente Popular, derrotado en el campo de batalla, se alzaría con el laurel de la victoria en la contienda propagandística. Dentro de la clase política, aún la menos lerda, se entregaban a una traca de fuegos artificiales, de contemporizaciones y amaños. Así se justifica e incluso se contextúa documentalmente el pesimismo de Mola para abrir una brecha de salida al marasmo, cuando insiste en la existencia de una conspiración judeo masónica gestada desde el extranjero y en el que son cabeza de Chicharrón los países anglosajones. Mola, que había sido director general de Seguridad, hablaba con conocimiento de causa. Tenía buenas fuentes de información. En las salas de banderas entonces se conspira. Hay quienes piensan como Godet que España puede ser salvada mediante un gesto a lo Pavía, pero su plan fracasa y Franco evacua consultas con Varela. Los dos eran monárquicos, lo que en cierto modo les pone en difícil tesitura ante Mola, un republicano convicto y confeso.Varela en una reunión que sostuvieron en 1936 algunos militares de rango (Orgaz, Villegas, Cabanellas, Mola y Franco) se pronuncia a favor de un golpe de mano fulminante: el arresto del ministro del Ejército que haría él personalmente y la toma de Capitanía. Pero los que le secundan se vuelven atrás. La situación terrorista empeora y ante la ineficacia operativa del gobierno que se cruza de brazos muchos crímenes quedan impunes.Era su estilo. Varela quería un golpe de mano sorpresa. Franco, por su parte, pensaba en una acción premeditada y larga. No se hubiera lanzado a la aventura sin el respaldo de ese "tercer hombre, responsable de nuestra guerra civil, al que nunca hemos visto los españoles la cara", puesto que vivía en Londres. De Tánger, avispero de espías ya por entonces, vino la orden de embarque en el "Dragón Rapide". Había que tener paciencia y barajar, poner las ideas a remojo, someterlas a la acción del catín. La reserva y prevenciones del gallego contrastan con la impetuosidad del de la Isla de San Fernando.El crimen de Calvo Sotelo va a ser la gota que colme el vaso y los cabecillas de la rebelión, aunque con disparidad de criterios hasta entonces, se unen en estrecho haz. Al principio es Mola el que encauza los acontecimientos, enfrentandose airoso al contubernio que se fragua en los áditos o cámaras ocultas del gran templo del dinero y de los círculos máximos de influencia. El desembarco se planeó en Gibraltar y de allí partió la orden llamando a Franco, que estaba en Canarias, a Tetuán para ponerse al frente del Movimiento.Cuando cruzan el Estrecho las primeras barcazas con legionarios y moros, Varela se encontraba detenido en el Gobierno Civil de Cádiz. Una serie de circunstancias gratuitas y el factor fortuna que siempre fue su escolta determinaron que el propio gobernador que lo había llevado preso, dentro de la confusión de aquellos primeros compases, se pusiese a sus órdenes.En una reunión en Sevilla que preside Queipo de Llano se nombra a Varela jefe de operaciones. Con su estrategia relámpago y ataviado con su fez rojo del Tabor de Melilla, los impecables guantes blancos, y a veces el alquicel de seda también impoluto, desparrama las lineas nacionales por todo el sur de la península. Caen Málaga y Córdoba, mientras por el oeste Yagüe ataca Extremadura. Ronda es ocupada con sólo tres bajas. Hay que citar los nombres de Cerro Muriano, de Alcolea y de Granada, pero, sobre todo, en la reconquista del Alcázar de Toledo el 28 de septiembre de 1936, en la que descuella el gran instinto estratégico del general Varela, embolsando mediante una maniobra de tenaza a los que atacaban el famoso enclave, al cortar la carretera Madrid-Toledo a la altura de Yepes.Los guantes blancos y el uniforme impoluto color crema ocultan un hecho ineluctable. Fue Varela el que llevó la parte de León en la progresión bélica. Mientras, Franco hizo una guerra cómoda desde una rulot. Pero esto formase parte de algo ya previsiblemente acordado de antemano. Varela tenía prisa por llegar. En ningún momento hurtó el cuerpo a las balas.
Este va a ser su sino en Brunete, en Concud, el río Alfambra, el Jarama, la batalla de Triticum. Se muestra como el cerebro de la operación y el que en la primera fase de la guerra hizo todo el gasto. Luego, a partir de la batalla del Ebro, cuando su salud se resiente, pasa a un segundo plano. ¿Quizá por diferencias con el Caudillo?
Eso no se puede decir así tajantemente. Lo nombró ministro del Ejército en su primer gabinete de gobierno. Que luego sus rivalidades con otras facciones del espectro político español derivasen en divergencias notorias con los Falangistas y descontento entre la escala básica de suboficiales es otra historia.
Parece que la ambición era uno de sus defectos. ¿ Alguna vez pudo olvidar su condición humilde, de hijo de un brigada chusquero? Parece que en su matrimonio con Casilda de Ampuero, dama de la nobleza vasca, con la que contrae matrimonio ya casi cincuentón, late una idea de promoción social.
Desde sus tiempos de conspirador contra la República se había decantado a favor del Requeté. A raíz del atentado en Begoña el 16 de agosto de 1944, después de un Tedeum, Franco lo aparta de su gobierno. Pero, mal político, resulta Varela con su simpatía personal y esa estrella o baraca que resulta tan importante para los árabes, un gran administrador. En este último cargo de Delegado Alto Comisario del Protectorado de Marruecos triunfa y rinde grandes beneficios a su país donde sabe labrarse la amistad y la admiración de los rifeños. Se había hecho militar en una harka.
Como consecuencia de un cáncer en la sangre moriría en Tánger el 25 de marzo de 1951. Su cuerpo fue trasladado con grandes honores a la Península y sus restos inhumados en el cementerio de Cádiz.
2016-11-15
BABLE: EL CASTELLANO Y LAS PALABRAS MÁS HERMOSAS
Antonio parra-galindo
No hay carretera sin barru nin
prau que non tega yerba ni niña sin amores etc. La tonada crece hacia adentro
como el rumor de los raudales cantarines que de pronto uno encuentra por el monte,
tramontada una sebe o zarzo - la sebe o saepes es latín puro y de
entonación suave no como la de los del Lacio o los de la Dacia, eso me lo dijo
una vez dándole caladas a su pipa el profesor Criado del Val que de filologías
sabía un rato- cuando uno se pierde por las brañas de Manto al encuentro de las
xanas.
Y es que Asturias es el alma y la
cuna de la nación española, temple recio e independiente como la voz de nuestro
juglar el Presi, hijo de guardia civil y socialista hispano y astur temple como
sus tonadas de inimitables filados. Gracias a los satures y los leoneses el
latín que hablaban los legionarios romanos no se arabizó o se perdió de remate
como ocurrió en Tagaste y en Mauritania. Covadonga es más que un símbolo y un
estandarte como Kosovo para los yugoslavos (aquí comenzó a latir el corazón
pequeñito de una nación) fue un antemural que conservó las leyes los usos y las
costumbres y sobre todo la fabla. La j que dicen trajeron los moros pero yo
creo que es fonema vascongado no pasó el Puerto Pajares ni el Somiedo ni Puerto
Ventana.
Hay una serie de características
fónicas que identifican al bable como un dialecto o una lengua y es la
inalterabilidad de la f labiodental
plosiva que enmudece en el castellano y se torna en h, el mantenimiento de la g gutural
frente al acoso de la mentada consonante y la inmutabilidad de x
renuente a hacerse j aunque se mantenga en el Ijuju que es el grito
basico de la danza prima.
Asi que un asturiano de Somiedo
siempre dirá fembra, güeyos (ojos) y güevus huevos y puxar empujar aunque es más aldeano todavía el non emburries.
Otro signo de identificación es la utilización de los enclíticos pronominales y
la proliferación del articulo con el apostrofe así como la tendencia a suprimir
la preposición de y a la predilección del pretérito indefinido en
sustitución del pretérito perfecto o el anterior. Pero existen voces bables
intraducibles y que se desconocen en el castellano habitual:
Pesllar o cerrar con llave.
Abocanar cesar la lluvia
Afrellose y esguardamillose se
deslomó de un golpe.
Arrebalgar o cabalgar a
horcajadas.
Acompangar o comer pan con
compango o monfongo algo de sustancia que siempre se echará en la fabada
Argallo y argallu argallar un
derrumbe o alud a causa de la lluvia
Trebeyar que no es traballar sino
todo lo contrario es el retozar con una moza una tarde de romería por ejemplo.
Xintar comer a mediodía
Mancarse cortarse
Desmangarse descomponerse una
herramienta
Fesoria por azada
Enxereyar o enjaretar.
Por ultimo otra constante en la
eufonía entonación del acento que suena
mucho más meloso y musical que el bronco castellano de Valladolid es la
inclinación por los dominutivos que son cantidades. Así rapaz o chaval tiene rapacín, rapazón y
rapazuco. Jovellanos y Carlos Parada nos advierten que la evolución genérica
está menos evolucionada que detrás de los montes. Así el calificativo bonum
bona bonus que en castellano da bueno en bable es bonu para el masculino bona
para el femenino y bono para el neutro.
El amigo Bono, ese que dice ser socialista.
entonces debe de tener raices de alta
montaña. Mejor casi que no, no oiga. En
alguna de las Polas yo he oído decir vino bono que conserva la estirpe latina de
vinum bonum laeticat cor hominum. El vino bueno alegra el corazón de los
hombros pero Berceo ya nos habla de un vaso de buen vino. En la Rioja hubo por
tanto una mayor evolución. El bable ofrece puntos de contacto o hermandades que
nunca seran totalidades con el gallego. Y uno puede escuchar hablar de
almofallas o hueste. Adur apenas. De azconas que eran dardos pequeños. Daquende
de aquí que. Fabliellas o chismes. Falagueros y falagar. Te falagaré con un
palu de avellana dice la canción en sentido sarcástico. Aquí no es halagar sino
cutir sacudir. Otro asturianismo es tupir. Tupiose el lavabo. Fornados y
furacos agujeros. Leno alcahuete y asmar por conjeturar ver entender. Laceria
de llacerar. Según la región y el valle así la fabla. El idioma de los
asturianos está muy disperso y ofrece la originalidad y talante independiente
de sus hablantes aunque siempre se puede establecer una linea que homologa a
los diferentes bables. Lo difícil y problemático es hacerlo de una forma
artificial como se pretendió hacer con el vasco en el cual los de Navarra y los
de Guecho no se entendían. Al homogeneizar una lengua por las bravas siempre se
pierde la espontaneidad. Los léxicos no se puede enseñar nunca con pistolas ni
a cañonazos.
06/03/2008
OJO CON LOS CHINOS. LA HORDA ASIATICA NOS INVADE
FRENAR LA EMIGRACIÓN CHINA OJO PELIGRO AMARILLO
Mao Tse Tung hablaba a sus guardias rojos de la revolución
por medio de la superpoblación. Los chinos gente enigmatica y asiática horda
nos vigilan a través de Internet, calculan lugares. Su plan estratégico es
invadir. La llegada de Trump a la Casa Blanca puede ser una corriente de aire
fresco para evitar los males de una invasión callada a gran escala y es la que
se está produciendo ahora en España. Los chinos calculan, observan el mapa de
nuestras provincias, escudriñan propiedades. Pronto, si Dios no lo remedia,
vendrá el zarpazo ante la estupidez de todos esos sandios que nos mal gobiernan
nos roban y se enriquecen. Ojo a los hijos del gran Khan a la horda amarilla.
Siento el trepidar de los cascos del caballo de Atila que ahora vuela en avión
y apareja mafias nos vende productos ersatz y quita el trabajo a los nuestros.
TRUMP DESIGNA JEFE DE GABINETE A UN ORTODOXO GRIEGO
President-elect Donald Trump has named Reince Priebus, an Orthodox Christian, as his White House chief of staff come January 2017.
The forty-four year old Priebus has a long history in politics, and is a personal friend of House speaker Paul Ryan, which is expected to help in garnering legislative victories for the Trump administration, The Guardian reports.
Priebus has served as state treasurer and Republican party chairman in Wisconsin, and took up the post of Republican National Convention chairman in 2011, becoming a loyal Trump campaign adviser and helping to garner broad support that led to his victory.
More importantly, the soon-to-be chief of staff is an Orthodox Christian, and through his efforts with fellow Orthodox Republicans, the need for defending religious freedom in places of high risk for Orthodox Christians was added to the Republic Party platform, according to the Greek Archdiocese’s official site.
Priebus is an active member of St. Sophia's Greek Orthodox Catheral in D.C. His 2016 Paschal message reads:
The forty-four year old Priebus has a long history in politics, and is a personal friend of House speaker Paul Ryan, which is expected to help in garnering legislative victories for the Trump administration, The Guardian reports.
Priebus has served as state treasurer and Republican party chairman in Wisconsin, and took up the post of Republican National Convention chairman in 2011, becoming a loyal Trump campaign adviser and helping to garner broad support that led to his victory.
More importantly, the soon-to-be chief of staff is an Orthodox Christian, and through his efforts with fellow Orthodox Republicans, the need for defending religious freedom in places of high risk for Orthodox Christians was added to the Republic Party platform, according to the Greek Archdiocese’s official site.
Priebus is an active member of St. Sophia's Greek Orthodox Catheral in D.C. His 2016 Paschal message reads:
Christos anesti! I want to wish Orthodox Christians around the world a happy and blessed Easter. As our church has done for generations, we celebrate the resurrection of Christ and the love of God in providing a savior. Just as the first Christians praised God at the sight of the empty tomb, we too praise our good and merciful God today for his victory over the grave. Christ's sacrificial work provides an example for us all, and we join with the Psalmist in saying 'You make known to me the path of life.' Easter is a time for the celebration of new life, and I pray we will all draw on that new hope throughout the year,
and on his personal Twitter account he exclaimed: “To my Greek Orthodox friends, Kalo Pascha and Christos Anesti!”
20 de noviembre seguimos de luto. FRANCO HABLABA POCO Y MIRABA MUCHO
20 DE NOVIEMBRE
RECORDEMOS A FRANCISCO FRANCO
Austero, insobornable, sereno, sangre
fría y aplomo, los camareros del restaurante de Tetuán nunca le vieron fumar ni
tomarse una copa de vino, no retiró las paga de haberes del Banco
Hispanoamericano donde tenía la cuenta después de ganar la guerra― miren ahora
cómo trincan esos políticas, el Borbón una
de las mayores fortunas de Europa, Cebrián hecho un brazo de mar, Felipe
Gonzalez un rey midas, el Iglesias se ha comprado un piso, el Onega es millonario,
ese eurodiputado gaditano labró una fortuna vendiéndoles piedras a los ingleses
para rellenar el Peñón―, era un español sencillo con las virtudes pero nunca
los defectos de sus congéneres.
Trabajaba de noche a la luz del
famoso flexo del Pardo que no se apagaba hasta altas horas de la madrugada en
un pequeño alguarín donde había un crucifijo, el cuadro de los Reyes Católicos,
y un tresillo pasado de moda. Hizo la guerra en una ruló.
Poco sabemos quién pagó la
factura y a los pilotos ingleses que volaron desde Croydon hasta Ceuta. Era un
anglófilo con moderación y la vispera del Alzamiento se fumó la clase particular
que le daba Mrs Alonso la esposa inglesa de uno de sus compañeros de armas. Se
llevaba bien con el Islam.
Los moros de la Mehala sentían
hacia su persona un respeto reverencial quasi religioso como si fuera un
enviado del Profeta. Hombres de su talla e inteligencia hacian falta en el
mundo de hoy que han envenenado a los fieles del Corán con historias de odio de
revancha y de muerte ―Clington- guasington por ahí va la cosa porque esta
revolución creo que fue resulta de una conspiración de Soros y sus aláteres
Clinton, Bush, Obama― porque tendríamos un mundo menos violento, más justo.
El tiempo de Franco que ahora
muchos de la Casta maldicen fue para los españoles una era de justicia de paz
octaviana que sólo encuentra en la historia parangón con los tiempos del emperador
Augusto.
Protegió y salvó a muchos judíos
(lo demostré en mi libro Franco y Sefarad un amor secreto pero los muñidores de
la información hicieron un revoltijo con ese preclaro hecho de fuerza palmaria,
las evidencias no le gustan a los celotes que rigen la plana mayor de la
información).
Era austero, sangre fría, hablaba
poco y miraba mucho, aquellos ojos negros penetrantes sefardíes. Haga lo que
yo, no se meta en política.
Gobernó una España difícil siguiendo
los consejos formulados por Maquiavelo. Hizo la guerra en una ruló en la cual
instaló su cuartel general.
A veces se presentaba en el
frente cabalgando en un caballo blanco y los rojos oían despavoridos como si
vieran venir al Caballo del Apóstol. Fue un ganador. He was a winner.
A Hitler le engañó en Hendaya y
dijo de él que estaba endiosado y algo loco, más sonado que las maracas de
Machin... conquistar Rusia, domeñar a Inglaterra... largo me lo fiáis.
Fue el fundador de una España
nueva en la cual vivimos y tenemos. Bajo su mandato empezó a dar señal la TV y
se inventó el gas butano la fregona, el papel higiénico, el robot y el
chupachups.
Se me parten las carnes cuando el
Iglesias, ese aventurero que pasa por comunista pero que fue criado a los
pechos de los servicios secretos ingleses y norteamericanos, precisamente a los
que Franco tumbó estando en vida, nos venga ahora con alicantinas y homenajes a
las Brigadas Internacionales
La alcaldesa Carmena ―otra creación
de los queenmakers― es una señora
poco aseada dicen que va con las bragas llenas de palominos, quienes
precisamente fueron los responsables de que la sangre corriera en España a
raudales y que la guerra se alargase tres años. Don Opas tiene un trono en el
Palacio de Cibeles "Refugees welcome". Acudid a mi regazo todos
vosotros los hijos de puta.
Doña Manola funge en plan augusto
de Lady Liberty pero esta estatua de la libertad madrileña tiene la cara sucia.
Aquellos―volviendo a los
brigadistas de infeliz memoria― advenedizos soldados de fortuna algunos
veteranos de la Gran Guerra, fueron responsables de esta dilación llena de
lutos y de lagrimas hispanas.
Franco había planeado un golpe DE MANO RÁPIDO
con la solercia y efectividad de un estratega y en sus planes estaba tomar
Madrid en menos de un mes y pactar la salida del gobierno de Azaña con el mayor
ahorro de vidas posibles, pero se interpusieron esas hordas de alemanes,
ingleses, polacos, franceses, italianos, eslavos, norteamericanos, a las
ordenes del Carnicero de Albacete. Ya hemos explicado el drama de la Brigada Lincoln.
Doña Carmena, que fue en sus años
jóvenes de la Sección Femenina, eso yo lo vi, y doy testimonio, y Don Coletas
mienten por toda la barba y por esa boquita que se han de comer los gusanos y
miente y especula ese Pablillos Preston el maldito agente de los M16 al que yo
tuve la desgracia de enseñar castellano en una escuela inglesa para niños
pobres.
Franco era un anglofilo creo que
fue su único y fatídico error porque con Preston vino el escándalo y toda esa
basca de desarrapados que derriba de nuestro caudillo las ecuestres estatuas y
lo difama escupiendo contra su memoria.
Algún día resucitará para darles
palpelo aunque solo sea con los galones de cabo imaginaria
MI PRIMO AGUSTÍN FALLECIÓ
Antonio Parra
Hoy estoy un poco cabreado con Dios. La naturaleza se cobró su estipendio y
avasalló, triunfal, la muerte los despojos de mi primo carnal verdadero hermano
Agustín. Hoy se me ha muerto algo de mi
propia alma y cuerpo que lo vi horrible
y macabro en ese rostro arropado en un sudario blanco cuando los del crematorio
destaparon el féretro y apareció pavoroso y desencajado incipiente aviso de
calavera - como me ves te verás; como tú eres yo fui- la orlada de los ojos profundos
como socavones exvoto de la cera todavía con manchones de la sangre que se
congestionó en una agonía que fue tormento y purgatorio. Demasiado.
¿Qué crimen
pudo cometer mi primo para haber tenido que aguantar dos años esta crucifixión
de un melanoma en un pie? No
entiendo. Pongo doble contra sencillo y
los ojos de la carne me llevan a la obscuridad de la nada al final macabro y
absurdo de la vida de un recio castellano de 63 años. Venciendo mi repugnancia estampé un beso
sobre la frente lívida y le hice sobre los labios la señal de la cruz deseando
vivamente que esta persignación fuera fiducia de salvoconducto del viaje a la
eternidad. Para los cristianos la cruz de dolores persecuciones desacatos
humillaciones insultos, contumelias, enfermedades y otras crueles realidades es
la moneda que todos llevamos prendida entre los dientes para pagar al barquero
y sacar pasaje en la misteriosa nave de Queronte. Conviene no escupirla jamás y
tenerle bien agarrada en el mandibular.
Es como si
dijésemos que así atenazáramos inmovilizándole por los mismísimos a un púgil
que siempre acecha, siempre hostiga y acabamos tirándola en la parva como en
aquellas luchas que nos echábamos en la era las tardes de trilla y brega cuando
éramos niños a ver quien era el más fuerte y tú Agustín aunque más bajo que yo
me tirabas contra las cuerdas. Al caer
de espaldas recuerdo que me aterrorizaba el vacío y esta mañana al cabo de
tantos años he vuelto a sentir aquel vértigo de caer de espaldas no a una
mullida parva de espigas tiernas sino a las aguas salobres y tenebrosas del
lago de la eternidad. Murmuré un réquiem por lo bajo que parecía un mutis y
luego en alta voz dije ante sus despojos una frase:
-Agustín, siempre fuiste un
valiente. Le supiste echar un par de cojones a la vida. El cáncer te ha vencido
pero estoy seguro de que tú buscarás revancha en la resurrección del Cristo. Hasta luego.
Todos estábamos aterrados en aquella cámara fría y
desnuda que en el tanatorio llaman la Sala de la Despedida. A ella nos llevó a los del triste cortejo
aunque para disimular ibamos hablando de nuestras cosas tratando de dar un aire
de familiaridad a ese momento tan trascendente una azafata de talle fino y
guantes blancos. Los ojos de la fe avezados
a calzar las antiparras de la teología el dogma y los viejos conceptos me
llevan a la seguridad de que él está cerca de Ti, Señor. A tu lado y que le preparaste a Agustín una
morada en tu reino, allá en lo alto, o donde sea.
Que habrán acudido a recibirle en la gloria los Ángeles
y ese serafín de los prefacios al que entonaba su melodía al armonio su padre
mi tío Pedro que era el sacristán de Fuentesoto en aquellas multitudinarias
misas de Angelis y que su madre, la
Juana, a la que él llamó a voces antes de expirar Madre...madre. Madre y santa María y san Pedro y san
Gregorio y todos los justos de mi pueblo y todos los pueblos habrán prestado
acogida en los prados amenos de la eternidad.
Según dijimos en la recomendación del alma que me cupo el honor de
leerte en tu lecho de muerte a la cabecera de aquella cama del 12 de octubre
tan impersonal y tan fría para ti que eras entusiasmo puro y carcajada viva que
no merecieras reclinases tu cabeza para exhalar el último.
Otro absurdo
que me llena de angustias y de dudas pero no te preocupes, Agus, lo
superaré. Mi fe es más vieja y recia que
todas esas cantinelas con los que nos sorprende el pateta siempre tan oportuno
y tan poderoso que lo llaman el señor que preside los designios pero lo
derrotamos y vencimos con aquellas oraciones tan inspiradas del misal latino y
luego yo te escuché que decías Jesús José y María valedme en mi ultima agonía y
llamabas a tu madre, la Juana a la que yo siempre tuve por santa y a la que tu
hermana Lidia acude al cementerio de Fuentesoto a llevar flores y a suplicar su
intercesión para pedir algún favor o cuando la aflige una necesidad. Estoy seguro de que ella también estaba
allí. Con Jesús María y todos nuestros
patronos tutelares. ¿Recuerdas cuando ibamos a coger botijos de agua a la
fuente grande? A trillar, beldar,
arrancar hieros o algarrobas a Las Suertes Viejas que estaban a casi cuatro
horas de camino, cerca de Valdezate y que para ir a labrarlas había que uncir
el carro a las cuatro de la mañana. O
las moras que cogíamos en un bote por la fiesta de Nuestra Señora.
Con azúcar o
algo de arrope sabían buenas. Estaban
superiores. Aquel mundo que dejamos
atrás no era ni mejor ni peor que el que vivimos ahora pero ya no es. Se apagó el fuego y quedan los rescoldos y
los rencores que aquel pueblo del que salimos
eran muy envidiosos y quejados de esa enfermedad tan norteamericana del
“keep up with the Jones”. De aquella
tierna etapa de la infancia datan las primeras crueldades. Pueblo de cristianos viejos o acaso nuevos
pero de catolicismo y de cristiandad poco, personajes que no te daban una
hogaza o te invitaban a comer asado el día de la fiesta si no estaban ciertos
de que iban a recibir diez. Muy mirados
y muy a lo suyo y, según tú decías, Agustín, muy zorros. Pero estas menudencias y trastornos tales
mezquindades no pertenecen al corpus dogmático, son materiales para la
casuística. Pero hay que hacer balance
sub especie Aeternitatis y llegan el momento de las verdades.
Castilla dio
de sí todo lo que tenía que dar y se ha venido abajo por el mal de siempre: el
morbo visigótico, la ignorancia de los fetiches, las suspicacias y desplantes
entre unos y otros. Siempre busqué el
viejo espíritu pero sólo encontré ruinas y mezquinos destripaterrones. Los hispanos de los que decía un papa Deus
aspicit benignus- ¡qué ironía!- nos vigilamos unos a otros en vez de
querernos y de perdonarnos que es lo que cumpliría. Ese y yo más porque nos hemos hecho
supremamente materialistas y en este tiempo y en aquel y siempre estaba el
tanto tienes tanto vales. Los había que
querían un sitio preeminente en la tribuna de la iglesia y aunque más malos que
Judas pérfidos y traidores colmaban la iglesia de bodigos para ser invitados a
las comilonas en la rectoral.
Reunión de
pastores oveja muerta y ya se sabe el mejor cuarto asado y el cobro de diezmas
en especie que los reverendos se comían en carne pellizcando el culo de la
mejor moza y siendo piedra de escándalo para el feligrés. Algunos no eran muy evangélicos. Querían mandar. Pecados de sexo, bueno pues por ese cabo
todos somos pecadores y no tenía importancia al cabo del tiempo y cuando tantas
aguas han llovido que lo que contaba tu padre el sacristán que en aquellos sanpedros
del ayer el cura de Valtiendas se bebía una cántara y luego no acertaba, arremangada
la sotana, a los pedales de su bicicleta para subir la Cuesta Los Carros o el
de Pecharromán que en cada fiesta le hacía un chico a una moza del
arciprestazgo. O el de Cuevas que se
masturbaba en las eras coram pópulo que tío mas guarro para que le viésemos
todos los chicos. El peor pecado eran la
soberbia, la envidia y la falta de caridad, el querer ser los mandamases y
caciques del pueblo y eso que a sí mismo se llamaban discípulos de Jesucristo. Todo pasó y de aquello quien se acuerda. La vida fue evolucionando. Éramos pobres y felices. Pero la vida tenía cierto sabor y yo ando la
querencia de aquellas horas, de aquellas rosas, de aquel tiempo de amistad en
que éramos como más libres y desinhibidos, de aquellas chanzas inocentes, de
aquel vino. En una fotografía en que comparecemos tú y yo retratados por un
fotógrafo de feria a lomos de un caballo de cartón se nos ven los vientres
abultados. Hambre. Hambre a secas. Gazuza de posguerra y es que no había,
hijo. Cuando tu madre mi tía Juana que
era una santa le daba sopillas para merendar a tu hermano el pequeño que no sé
si era Pedrito o Salva nos poníamos todos en corro o sentados sobre los bancos
de la cocina y éramos felices si nos daba a probar una cucharada y como
pajarinos abriendo el pico. Hambre y no
había. Por eso se nos inflaban las
panzas como a los niños de Biafra.
Vivencias
comunes del pobreza en compañía deba de dejar una huella indeleble como aquella
luz de nuestro pueblo, los olores del establo, el sudor fuerte y perfumado de
las caballerizas, el aroma de estoraque al pasar cerca de la fuente en la cerca
del médico, las esquilas de los asnos en reata del molinero de la Villa que
preparaban unos escándalos de aquí te espero cuando barruntaban una yegua con
hipómanes, o las del burro yeguato del
tío Aquilino grande de alzada y esquelético como su dueño que bajaba para las
pobedas la chaqueta al hombro a regar su cerca la azada al hombro tieso más que
un huso, la mala leche de la Tía Maricruz Nuestra Señora de los siete tobillos
la única en el pueblo que se echaba polvos en la cara y luego supimos que otros
polvos también echaba y a ti te preguntaba muy interesada:
- ¿Tú eres el chico del sacristán?
- Sí, señora, para lo que Vd quiera mandar.
- ¿Y donde anda tu padre?
- A las tierras. A labrar.
- Hogaño le veo poco, hijo.
- Tía Maricruz ni falta que hace
A ti te tenía buen concepto. Por algo será, asumí. Y recuerdo las impresiones que marcan para
toda la vida: las tardes de invierno en el callejón que para calentarnos
jugaban los mozos al chito y nosotros al zorro pico zaino que era un
divertimiento muy antiguo y español. Y los bailes de candil por san Pedro
cuando le mangábamos al Bigote las garrapiñadas y los perillos al hortelano del
Valle de Tabardillo cuando venía a vender y se quedaba en las bodegas, bebía
más de la cuenta y luego le pasaba lo que al cura de Calabazas que no
encontraba el camino y nosotros aprovechando que andaba el hombre un poco
chispa le hurtábamos algún perillo.
O cuando la
noche de Ánimas nos mandaba tu padre a tocar las campanas y allí estábamos
acurrucados en el campanario muertos de miedo los dos. Alguna paloma sorprendida en su nido al
vernos levantaba el vuelo y a nosotros se nos erizaban los cabellos pues
creíamos fuera un ánima. Las castañas y
nueces de Nochebuena. Y los filandones
de San Andrés. Correr el gallo por las
Candelas. Los cantes de ronda cuando se
iban los quintos y al Irineo le tocó a África.
O poner la enramada después de la Minerva y el Corpus. Felices éramos a
nuestro modo. Ayudábamos a misa al cura Saturnino que nos daba una perra chica
o una patada en el culo si nos equivocábamos en el confiteor. La escuela de doña Catalina la esposa de don
Tomás aquel maestro que según decían era de ideas y se libro de ir a la cárcel
alegando que estaba loco y lo internaron en el manicomio de Quitapesares. ¡Dios
mío, al cabo de los años comprendimos la
tremenda injusticia que supone el emparedar a un maestro tildándole de débil
mental por pensar por su cuenta! Aquella
puta guerra, la guerra, y lo peor las revanchas. Por lo general el personal se escudaba en la
religión y la política para dar rienda suelta a sus instintos inferiores, pero
a mí siempre me pareció que don Tomás sí entendía de política. Los demás no.
Era un buen maestro.
Volviendo la
vista atrás uno tiene que volverse cínico o un hipócrita. Todo aquello de entonces ahora sale por lo
visto. Pero a mí los malos ejemplos
clericales no estorbaron mi fe en la religión.
Ahora bien como yo no quería ser un cura de misa y olla como aquellos
que bajaban a nuestro pueblo en la bicicleta con la sotana arremangada que
enseñaban los pantalones negros remendados y a nosotros nos sorprendía que
llevasen pantalones como los demás pues me salí. No quise saber nada. Pero continúo en aquellos valores del
Evangelio y en la piedad y en el amor de Nuestro Señor Jesucristo.
Luego vino la
emigración o evasión del campo a la ciudad.
Recuerdo aquellas vísperas de San Silvestre que nos presentamos en la
plaza con tu motocarro una Trimak recién
comprada cómo nos miraba tu hermano Maudillo que quería venirse con nosotros
para Madrid pero no había plaza en aquel triciclo con el que empezaste a
trabajar, el primero de la saga de una flota de camiones. En el puerto de los leones se planta nevar y
no teníamos cadenas. Hubimos de poner
nuestros abrigos y nuestras chaquetas debajo de las ruedas para el agarre en la
nieve y no sé ni como coronamos la montaña.
A fuerza de tesón, que tú siempre le echaste a la vida muchos cojones.
Los dos tiramos para adelante enderezando nuestras propias rutas.
Algunos
domingos salíamos juntos a alternar o nos metíamos en un bailorro a asustar a
algunas chachas y yo un poco bisoño te pedía consejo sobre cómo había que hacer
para que las chavales te diesen baile y tú decías mira te has de comportar
normal decirle cosas agradables que no vean que te azaras. A las mujeres les gusta saber que tú
mandas. Buen consejo, mas ni por
esas. Hasta tomé complejo de que nunca
tendría novia de que nadie me querría.
Hay que ver, Agustín que cosas se le meten a uno en la cabeza. Y pensaba en aquellos recuerdos agradables
tratando de espantar la sensación horrible de mi beso de despedida, ese olor a
cadaverina, espeso y dulce de los muertos cuando empieza el heder y la descomposición
de la carne y de la sangre. Estaba como
zombie. Desde el tanatorio sur hasta la Almudena
donde iban a hacerte polvo y ceniza había un atasco infinito. Nos perdimos un par de veces en una de las
incorporaciones, casi me choco contra un taxi.
Estaba como alelado.
La noticia
de tu muerte me dejó frío y todavía no me lo creo que puedas estar muerto.
¿Adonde te has ido? ¿Cómo será el cielo? ¿Cómo habrá sido tu entrada en el
Paradiso? Cavilar sobre estos misterios
me saca de quicio, siento como una desazón un cosquilleo en el estomago y es
que la eternidad me da vértigo y quiero suponer -y este es mi único
razonamiento- que de la misma manera que en tantos azares y peligros sentimos
una especie de protección y misteriosamente nos vemos salvados de las
acechanzas y trampas de la existencia, en la hora de la muerte Él seguirá ahí a
pie de obra. Al menos es lo que ponía en
la oración diaconal de la recomendación del alma que te leía cuando estaba en
los estertores de la agonía. Mas una
cosa es predicar y otra dar trigo.
Yo también
tengo dudas y un miedo infinito. A ese
vacío de tus ojos cerrados que dejaban de ser ojos para volverse cuencos de
calavera... A esa sonrisa macabra que vi
en tu cadáver. Bien es cierto que no
eras tú sino tus despojos en la hora del hic jacet mas no por tales reparos
deja de activarse mi congoja. Por eso
iba recordando con tu hermano Pedrito los buenos momentos de cuando éramos
chavales. Bromeando haciendo nuestros
planes ilusionados con el vivir. Bien es cierto que era un subterfugio. Una
escapatoria. No entiendo nada. Tengo la mente en blanco esta mañana hermosa
de verano cuando la circulación en la M 30 es caótica y por la mañana la tele retransmitía
el encierro de san Fermín. Otro breve
responso y más lloros de los deudos de un curita joven capellán del cementerio
cuando llegamos después de perdernos otra vez por las aleas de la inmensa
necrópolis. A mi me hubiera gustado
entonar el Libérame me Domine de Morte Aeterna y musitar el a porte inferi o el
dies irae pero recité estas secuencias de los viejos funerales para mí mismo.
Había mucha
gente y allí estaban tus hermanas Rosario Lidia Salva y Pedrito mi escolta de
poca talla pero de corazón grande el que más se parece a ti. Me impresionó la dulzura de tu nuera
Esperanza que me dio a besar a tu nieta y yo la bendije. Esta niña es clavadita a ti. Y ese pensamiento me confortó un poco. Porque
en esos ojos almendrados se posaba tu luz por ese milagro de los genes y tu
cuadratura. Y el amor que vencerá a la
muerte, en esta megapolis superhabitada de fantasmas donde todo es difícil e
impersonal hasta morir los ojos un poco asustados me alejaron del cabreo que
siento esta mañana de sol con Dios - uno puede a veces estar enfadado a veces
con lo que más quiere ¿no?- me dio cierta tranquilidad e hicimos las
paces. Él está cerca de Ti, Señor. Lo sé.
Le habrás preparado esa morada que se merece tras su crucifixión
del cáncer de piel y la muerte que Tú
quisiste compartir con Agustín, conmigo, con todos, pero Te pido no me des tan
dura prueba como la suya que no sé si lo resistiré. Vermis
sum et non homo, miserere mei,
digo con el Santo Job.
Al regresar
de la Almudena a mí me pareció que entre los ruidos del tráfico de la calle
impersonal los cláxones de los automóviles entonaban un Miserere. Y luego el aleluya de la Resurrección en
Jesús. Aparqué en una de las zonas más bonitas de Madrid Alcalá con Goya y
entré a cortarme el pelo en una barbería.
La vida sigue. Muerte, ¿dónde
está tu victoria? Volví a inquirir sólo
para mi capote. La verdad es que no entiendo nada pero acepto la muerte como
una parte esencial de mi condición humana. Que hoy me embargan la melancolía y
acepto resignado el fin de esta persona tan querida como acepto el mío propio.
Más que nunca hoy recuerdo la frase del Prefacio de Difuntos: Vita mutatur
non tollitur. (La vida se
transforma, no se nos arrebata)
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