2022-01-02
UNA GUERRA EN UCRANIA PUEDE ACERCARNOS AL APOCALIPSIS LO ANUNCIÓ EL GRAN BULGAKOV
BULGAKOV Y EL APOCALIPSIS. LA GRAN CONJURA PARA ACABAR CON LOS ROMANOV
¿Cómo será el fin de los tiempos?
¿Quién será el anticristo… una persona real o un sistema político? Ukrania la
tierra feraz donde los arados se hundían en un suelo de labranza de las tierras
negras hasta tres metros de profundidad, el granero de Europa, y todo ese
légamo de civilización que arrastra sus dos grandes ríos el Don y el Dnieper
hacia Kiev, la santa, la madre de las ciudades rusas, con la gran cruz de san
Vladimiro presidiendo la bocana, va a acabar en la catástrofe de Chernobil que
parece anunciar y presentir en su gran novela la guardia blanca Mixail Bulgakov casi un heraldo del fin de los
tiempos. Era la guardia blanca un cuerpo de elite, del regimiento Preobrayenski
encargada de la custodia personal del zar. Este libro en su planteamiento
coincide con lo que dice Bertrand Russel cuando en 1918 visita
La tierra feraz se transforma en feroz erial.
Se secan las fuentes, resucitan los gigantes, cunde el desamor, las costumbres
se corrompen. Arden los bosques... toda Rusia era un incendio aquel verano de
1918 el año que se desarrolla esta novela.
A lo largo de sus capítulos se escucha el
tintineo de las espuelas de los cosacos que se cuadran ante su atamán y el
repique-canto-metálico de los teléfonos móviles (un presentimiento atisbando el
futuro) la irrupción de los bustos parlantes que se entregan a una vacarme o
borrachera de letanías insufribles para contar la actualidad con una
sonrisa mefistofélica en sus rostros, perfectamente
atildados, la cara lavada, y de una gélida belleza, pero el alma negra,
insensible al dolor ajeno. Son las musas de la democracia, que fungen y fingen
cual grandes representantes del sistema, anunciando a todos:
- Habéis de pasar por el aro, besareis
mi látigo.
Y todo eso sin descomponer el gesto de
hombres-anuncio y la mirada azul de las nuevas sibilas de la tele.
Las sibilas vuelven y es un mundo
sibilino de grandes avances tecnológicos
y de una gran pobreza espiritual, dominado por las técnicas de la propaganda el
que intuyeron los rusos que vivieron o contaron aquellos días de octubre.
Estamos ante una novela profética que anuncia una nueva era con tres cuartos de
siglo de anticipación.
Han ganado los americanos, subraya un
capitán artillero que aguarda el ataque de los bolcheviques al edificio del
Liceo donde los partidarios de la autocracia y la ortodoxia se han hecho
fuertes. Sin embargo el coronel que manda la posición a la vista de la
inferioridad numérica ordena izar bandera blanca.
Suenan los gritos de traición… traición pero
nadie se atreve a desobedecer los hechos consumados. No se puede hacer nada.
Rompan filas.
Se deshace la guardia blanca y los cadetes, el
oficial de dragones, los húsares y los alanos se vuelven a casa con sus botas bruñidas
las espuelas de plata, el sable reluciente y el dolman impecable terciado sobre
las charreteras. Todo eso ya no sirve para nada. Después de rendirse los
coraceros piden vodka para mitigar los efectos del clima bajo cero y se
entregan a una orgía pero no hay aguardiente en el mundo que pueda aplacar las
heridas del alma congelada. Alcohol y sexo, polizontes de una organización
secreta vigilando al ciudadano, que dejó de ser persona para convertirse en
tornillo del gran engranaje y una patulea de jueces para la democracia al
servicio del poder establecido. Los corazones sangran pero la gente acobardada
se vuelve insensible.
Es la debacle. Es el fin de una era. Sin
caballería las guerras ni son guerras ni son nada. No se escucha el grito de botasillas del escuadrón. Se acabó el honor,
la nobleza, las maneras exquisitas y ese concepto de castas que permitió
concebir la existencia desde un punto de vista estético. Se acabó la
literatura. Lo que viene es la lucha de clases, la vulgaridad, el encefalograma
plano. El porno duro, el sexo mecánico, la máquina de follar.
Llegan los sindiós que traen sus
propios profetas, sus escritores, sus panegiristas y publicistas. El
materialismo dialéctico de Marx que permitió por lo menos la educación de las
clases más desfavorecidas abocará al materialismo de los globalizadotes donde
el ser humano no es más que un número, una unidad de consumo bajo el control de
la red de redes.
En definitiva Bulgakov nos vaticina un mundo
feliz, al igual que los grandes utopistas ingleses, pero insufrible. Un judío
que es pillado con las manos en el cajón durante un progrom le ruega a un húsar
que ha desenvainado la espada todo el dinero… te lo daré todo, le dice el reo,
esto será tuyo, y le señala la caja de caudales, si me perdonas la vida. Gracia
denegada. El ulano hunde su sable en el cuello del rabino y le corta la cabeza.
El rabí muere mártir de la causa invocando a Yahvé. Una acción de guerra se
transforma en una teología, la del holocausto, que sustituye a la redención
cristiana.
Chema Israel pero tenemos que ajustar cuentas
mientras los caballos del Apocalipsis galopan por las riberas del Dnieper. Se
terminó aquel mundo que creíamos mejor. Rompan filas, sálvese el que pueda. El
santo y seña del final de los tiempos es que la caridad se enfría, las palabras
ya no significan lo que significaban antes. Flotamos en el vacío y la
inseguridad nos descarría, nos transforma en verdugos siendo en realidad
víctimas.
No hay canon ni medida. Se hunde la
barca de Piotr mientras los bateleros del Volga reman, saludando con el
sombrero cocidos de vodka al que ha de venir que les observa desde la orilla.
Este es Petliura. ¿Quien es Potliura? Según Bulkgakov, el que ha de venir el
interpuesto al que dicen que han visto alojarse en la habitación numero 666 en
un hotel de la calle Lovitskaya pero esta presencia es fantasmal o by hearsay.
Se narra mediante el oído no mediante
la vista y por esto mismo la novela tiene un aire musical más que fotográfico.
La trama no es lineal y el estilo participa de la velocidad y contundencia de
la vida actual.
La “guardia blanca” es narración de
muchas preguntas sin respuesta en esta novela de guerra antimilitarista donde
se ridiculiza a los prusianos y a los estados mayores. No hay combates ni
escenas de guerra. Sólo se escucha el estampido, lejano, de los cañones y se
anuncia que el nuevo orden entrará con sangre y en medio de grandes estertores.
Verdún significará una nueva catástrofe para Rusia, la dejarán sola sus aliados
a merced de la gran conjura de los impíos.
El asesinato del zar será el epílogo a una
historia trágica de furores. El hombre de las patillas largas- Trotzky- se
atusa los bigotes tiene una gran cabeza y proclama la revolución permanente.
Nuevos dolores y convulsiones para el pueblo ruso. Los cielos refulgen con la
estrella roja de los comisarios y el ángel de la muerte escribe sobre las nubes
negras el número de la bestia: 666, el anosmié
lo innombrable.
En medio del caos se abren camino
muchas traiciones, ejecuciones sumarias, deportaciones en masa. Los alemanes
dejarán a los blancos de Ucrania a merced de los bolcheviques. Bulgakov les
llama felones.
Cunde el desamor y el relato de las
vencidas mujeres violadas, campesinos arrojados de su tierra y por todos los
dominios del zar se esparce la enfermedad rosa: la sífilis, como un flagelo
bíblico. El autor era médico especialista en venéreas y el relato que hace de
la enfermedad es puntual. Aparecen unas pústulas en las ingles (chancro)
manchas de color rosa en la epidermis, después subseguirá la ceguera y la
artrosis si no se ataja la epidemia con inyecciones de permanganato. Fue la
enfermedad que sacude a Europa en los años 20.
Dios no escucha, se encuentra remoto
muy a gusto lejos de la humanidad que
sufre rodeado de una escolta de ángeles en el paraíso. En uno de los pasajes,
sin embargo, aparece un pope que predica contra la desesperación. Es la
desesperanza el mayor de los pecados a ojos del Altísimo puesto que viene
impregnado de la soberbia satánica y sólo pueden desesperarse los condenados
del infierno. No conocéis sus misteriosos designios, se lamenta el padre Vladimiro
puesto que el corazón de Dios es fuente de toda misericordia. El dolor y el
sufrimiento colectivo tienen un carácter expiatorio y abrirán las puertas de la
purificación. Este sermón, que recuerda el discurso del padre Zosimo de
Dostoyevsky, pone una nota de claridad esperanzada en medio de la niebla de
pesimismo de todo el relato; 1918 fue un tiempo de tinieblas y su mes de
diciembre fue el más perverso en fríos y en crueldades humanas durante siglos.
Desde luego, se acabó la literatura,
todo concepto de honor y de estética es pisoteado para dejar paso al lucro, la
especulación, los bancos, el gnomo de Zurich corredor de bolsa. Las escritoras
feministas que no escriben con el corazón sino con el coño. A room of my own Virginia Wolf. A los
periodistas les han convertidos en sus lacayos y hablan con un bozal o por boca
de ganso. Mucha gente irá a la cárcel o será marginada por pensar por su cuenta,
nos profetiza Bulgakov. Ya se escuchan las pisadas del ángel del Apocalipsis.
La idea central del libro es que hubo una conspiración universal para acabar
con la ortodoxia proyectada desde el odio a la cruz misericordiosa, una conjura
que es tramada por los que son siempre los mismos, los apóstoles del odio y la
revancha pero al final vencerá el amor. El autor del Diablo y Margarita era uno de los autores preferidos de Stalín
hasta que perdió el favor. Bulgakov muere en Moscú en un bombardeo de los
alemanes a los que tanto despreciara en 1942. ¿Fue ello una corazonada?
Sábado, 01 de agosto de 2009
DICEN QUE VUELVE TRUMP ¿INGENIERO DE LA PANDEMIA GLOBAL? DIOS NOS COJA CONFESADOS ESE FULANO QUIERE DAR UN GOLPE DE ESTADO Y DESTRUIR EL PLANETA YO PREFIERO VIVIR EN MI DOCTA IGNORANCIA
DOCTA IGNORANCIA
Subido al árbol de mi destino
Cual Diógenes
Observo y ayuno
Me preguntan y respondo con el dedo
sí o no
Thumps up thumps down
Porque las palabras con frecuencia desarraigan el concepto
De la noble razón
Contaminan
El silencio oro
La palabra plata
Escuchad, si no, el lenguaje rábula
de abogadotes mal encarados
Que son la peste ahora del justicialismo que nos desmanda
Tenemos sofistas por un tubo
Charlatanes de barraca
Y tertulieros encaramados
Burro grande ande o no anda
y esa Ester que nos mira con ojos de jaca andaluza
que llega de la provincia del ronquido
Tiende las patorras a la cámara
y muestra el muslamen debajo de la falda hasta el ombligo
Escucho música de sirenas y llanto de violines
Son sollozos
en la cuerda floja de mi arpa
Retozos de castañuelas
Antes de dar escribe
Antes de firmar recibe
Tacto de codos
Que ahora todo es gratis y en cultura trabajamos todos para Google que es el turco de los cresos ricachos epulones de California
Que conspiran contra el mundo
y nos lanzan a batallas nucleares
Y PANDEMIAS
y el sátrapa te dice mira éste
Largar bandera
Bocoy desfondado
Hermoso idioma español
Maltrecho, acojonado
Maduro lo defiende con dos cojones
Espasmos de la logorrea
en la que andamos inmersos
Charlistas de verano que aquí todos son amenazas blablá
En pantalla demuestran su estulticia y su convencionalismo
El lazo de la corbata bien añudado
Pero nada más porque son hombres y mujeres clónicos
Mentes vacías
Bocas que hablan sin fundamento
Bustos parlantes
De la caja tonta
Amigos de asesinos etarras
Que hacen caja con la miseria moral de este país
Se revuelcan como cerdos en la mierda
San roque peregrino
España en fiestas
Cleuasmos por arte birlibirloque y mentes retorcidas.
Más sobadas las ideas que el codo de la sotana de un canónigo
Cara redonda y beatifica del santo del pueblo manguitos de percalina negra
Ay aquellas almohadillas para ahincar los codos que yo tenía en mi pupitre latino adolescente
Tiempos que pasaron
Tropología del lenguaje figurado
Y con no poca moralina
Dares y tomares
Una fiera con toga
Verticilo del castañar recién parido
Amílico de mis borracheras
Llena furibundo el vaso de almidón
Con el que me adentro en
Viajes a la región del eterno olvido
y cada mañana mi pandiculación
Despierta España,
Aguija Madrid que te quedas sin gente
Por culpa de los
Ergotistas vampiros del pucherazo
Jactanciosa ignorancia
Huye llora y calla
Este es mi consejo
Que te defenderá de los satánicos
Múltiples pareceres
Que destruyen la patria
Por culpa de las latiniparlas
En mal inglés
Hablando y garlando
Y no hacen nada
Prefiero yo
Mi docta ignorancia
En que me exilio
Desde mi celda
Contemplo las montañas
CRISTO CIRCUNCISO
Pensamientos sombríos
Conjuro pensamientos sombríos
Mirando al sol que nos alumbra
En la tarde de enero
Cuando celebramos el Santo Nombre de María
Y la circuncisión de Xto
Se hizo como uno de nosotros
Conjuró a los oráculos
Con suaves palabras de esperanza
A los aflictos
Cruz fuerza de vida
Pasó hambre y sed
Padeció las bajezas
Del aparato genitourinario
Fue en todo igual excepto
En el pecado
Un sacerdote de Israel
Cercenó mohel EN RISTRE
Con un cuchillo
La telilla del prepucio
Fue Hombre y Dios
Varón de dolores
El Verbo Encarnado
Nos mostró el camino
AYUDANDO A BIEN MORIR
RECOMENDACIÓN DEL ALMA
Estuve a la cabecera de un enfermo, una persona muy entrañable para mí
con el que compartí juegos de infancia y afanes. El Señor ha querido llevárselo antes que a mí
pero las lianas de la sangre y del espíritu se estrechan más allá de la muerte.
Son más fuertes. Le leí la recomendación
del alma. El escenario un inmenso
hospital de Madrid. Frío, aséptico,
impersonal. Escondemos la cabeza los
humanos en gesto de avestruz y vivimos una época en que nuestra suprema
realidad, la muerte para la que nacimos, es ocultada y ninguneada. Se presenta
de improviso, inoportuna, y cuando menos la esperamos, descabalando nuestros
planes y descabalgándonos de la querida vida.
Pero está allí presente. Ningún cura aparecía por allí. Es donde debiera estar la Iglesia y no en la
silla gestatoria de la gran política o el buenismo de Bergoglio: a la cabecera
de los moribundos, al lado de los afligidos, en las cárceles, en las
Barranquillas, cerca del que sufre, haciendo un apostolado que hoy es más
necesario que nunca y no lanzando anatemas por mor de la Educación para la Ciudadanía,
predicando con el ejemplo - ya sé que hay una Iglesia oculta no la oficial y
jerárquica que se guarda “propter metum Iudeorum” o el qué dirán intentando ser
correctamente política pero nuestros obispos españoles debieran cambiar el chip
y hacer lo que hacen en USA que en eso los americanos, los franceses y los
alemanes nos dan cien vueltas tratando de acomodar su acción pastoral a los
tiempos laicos que vivimos y que bendito sea Dios y para honra de ZP no son de
persecución: ganarse a la gente, fundando emisoras en monasterios donde se rece
y se cante las 24 horas del día como están haciendo los ortodoxos rusos y no
micrófonos que ladran en el éter de una España pagana y confundida pues hay pressura gentium, angor cordis. Y, si hay
algún lector iniciado en las grandes verdades teológicas, sabrá que no hablo a
humos de pajas- por aquello de zapatero a sus zapatos. En vez de seguir gozando
de momios y de subterfugios. El enfermo
estaba sedado pero consciente. Alguna vez me sonreía cuando, en castellano, le
leía la papela de las grandes verdades, la que no perdona a nadie y a todos nos
aguarda en el último recodo, impasible el ademán. Somos seres para la muerte. Para ella hemos
nacido. Pero la muerte no es el final y
los creyentes en comunión con la Resurrección de Cristo, nos preguntamos:
¿dónde está tu victoria di? Mi primo es
un tío muy bragado. Siempre los tuvo
bien puestos y no es que portase mucho por la iglesia, que su padre era sacristán
y acabó un poco harto y escandalizado de todo aquello pero estas anécdotas
accidentales nada han de ver con el meollo de su fe vieja y trascendente. Fue
un buen padre de familia de conducta intachable que amó a su mujer y a sus
hijos, un currante en el camión desde las cinco de la mañana. Así que de vez en cuando abría los ojos me
largaba una mirada triste y una sonrisa.
Y trataba torpemente de santiguarse lo mismo que hacía nuestro abuelo al
que también vi morir. Agustín era un Galindo y los Galindo suelen ser gente
altanera de bastante coraje que no se vienen abajo ante nadie ni ante
nada. Una señora cuando me vio con la
estola roja empezó a blasfemar y a decir disparates diciendo vamos hombre donde
se ha visto. Aquí la gente tiene unas
tragaderas enormes para lo que tiene verdadera importancia y pone el grito en
el cielo cuando escucha cantar latines.
El diablo hablaba por boca de las incoherencias e improcedencias
blasfemas de aquella paisana pero yo muy por lo bajo y siguiendo las rubricas
de un antiguo sacramentario mozárabe que me dio un viejo cura amigo mío le fui
recitando las oraciones al oído:
Ponte en camino, alma cristiana, sal de este mundo
en el nombre del Padre Omnipotente que te dio el ser y de Jesucristo Hijo de dios vivo. Que padeció por ti muerte de cruz. Y del Espíritu santo que te derramó su gracia. Y de la gloriosa Genitriz nuestra Madre Santa
María. Y de San José. Y de todos los Ángeles y Arcángeles, Tronos y
Dominaciones, Virtudes, Potestades, el Querubín y el Serafín. En el nombre de los Patriarcas, Profetas y
Evangelistas, Mártires, Confesores, Eremitas, Vírgenes y de todos los
Bienaventurados del Señor. Marcha en paz a encontrar el habitáculo que te tiene
preparado en la Santa Sión. Por Cristo
Nuestro Señor. Amen. Señor de misericordias y de clemencias que
haciendo honor a tu misericordia infinita borras la culpa del que se
arrepienta. Mira, benigno, a tu siervo, Agustín, y perdónale las faltas que
pudiera cometer en esta vida de palabra, obra y omisión. Renueva en él, Padre Piadoso, todo aquello
que por la fragilidad de la carne corrupta o a expensas del diabólico fraude,
haya podido transgredir y anexiónale al Cuerpo Místico de la Iglesia. Ten piedad de su dolor y de su llanto,
conmute ante sus lágrimas y admítelo a la comunión contigo mediante el
sacramento de reconciliación. Por Cristo
Señor Nuestro. Amen. Yo te doy mis recomendaciones al dios
omnipotente, querido hermano Agustín, y a Él que te creó del barro te confío.
Recuerda que con su muerte paga el débito de nuestra fragilidad mortal y ten
piedad de él y de todos nosotros. Y haz
que cuando llegue al Paradiso salgan a recibirlo las legiones de los Ángeles,
la turba de los mártires y de los apóstoles y ciñan sobre sus cabezas la corona
de laurel del triunfo y de los que mueren en Ti. Que la Santa Virgen Madre de Dios le sonría y
que San José le sea guía a tu presencia.
Apártense en esta hora crucial todas las fuerzas de las tinieblas y que
Satanás con sus satélites no lo aterrorice.
Levántate oh Dios y pon en fuga a nuestros enemigos. Desaparezcan los que nos odiaron. De la misma
forma que el humo se disipa por la chimenea así se esfumen o como la cera se
derritan ante la vista del fuego. Queden
confundido y derrotado el Tártaro y no me permitas que los ministros del diablo
atenten contra el que llega ante Tu Presencia. Sea liberado Agustín de todo reato, de toda
culpa por los méritos de la Pasión de Cristo, tu Hijo y entre con él en los
parados amenos del Paradiso y te cuente en el número de las ovejas de su
rebaños. Sea escrito su nombre en la
lista de los elegidos, no en el de los condenados ni precitos. Para que así goce de tu paz por los siglos de
los siglos. Amen.
Después le hice repetir conmigo Sagrado Corazón de Jesús en vos
confío. Canté “Alma mía glorifica al
Señor” del misal eslavónico. Agustín
besó con gesto torpe pero con energía el crucifijo. Nos abrazamos la despedida con un “hasta
pronto”. Pues nunca han de temer a la muerte, que es un paso, un acto
biológico, nada, los que mueren en Cristo.
La harpía seguía pegando voces por toda la crujía. Hombre por Dios. ¿Dónde se ha visto? Pero vino una enfermera de maneras muy dulce
y muy guapa guapísima, rostro tan bello jamás yo he visto y la tranquilizó
¿Quien era aquella enfermera? Sólo
alguien con un poder sobrenatural podría haber sido capaz de amansar aquella
hija de Eva en las garras del dragón pero la hermosa señora aplastaba la cabeza
del dragón. Traía un niño en brazos pues salía del paritorio y detrás suya
avanzaba un hombre de mediana edad, bello varón, el cabello ensortijado
empezando a encanecer y de rasgos judíos.
Salí del hospital con el corazón en un puño y muy abatido porque Agustín
era para mí como un hermano pero lleno de esperanza. En la vida y en la muerte a veces ocurren
cosas extrañas. En agradecimiento y al entrar por la boca del metro recé la oración
del Arcángel San Miguel. Con el oído de la imaginación creía escuchar el
repique a gloriosa de las campanas de nuestro pueblo que hoy ya no se tocan y
que mi primo y yo, el hijo y el sobrino del sacristán, boleábamos a la hora de
alzar cuando niños y mi tío Pedro por sustituirle nos daba una peseta. Somos gente sencilla de la tierra de pan
llevar, cristianos viejos. Me conforta
que pensar que los cambios terroríficos y los vuelcos que hemos padecido no han
supuesto merma al acervo de nuestra fe secular.
A veces pensé es bueno hacer de diacono de vez en vez aunque no ejerza
uno. Mi primo gracias a Dios aunque
padece un cáncer perniciosísimo aun no ha fallecido. El viático no solo se impartía - esa era su
función- para preparar al enfermo a morir a bien con Dios sino para restaurar
su salud. Y aun tengo mis
esperanzas. Confío mucho en aquella
bella enfermera que se presentó de repente con el Niño Jesús y con un hombre
manso y humilde que la seguía y el cual para ser san José sólo le faltaba la
vara florecida. Conviene esperar en un
milagro todavía.