2016-08-23

JOAQUIN DIAZ UN ORGULLO DE LA CANCION LA LITERATURA LA POESÍA Y EL FOLKLOR CASTELLANO













VALLADOLID CIEN AÑOS por JOAQUIN DIAZ. RECOMIENDO ESTE LIBRO,visitar la página de la libreria Alcaraván en la Villa del Libro

VALLADOLID 2

 

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En cierta ocasión que visité la Ciudad del Pisuerga tuve la curiosidad de visitas la casa donde habitó uno de los eximios maestros de preceptiva literaria, don Narciso Alonso Cortés. Los que estudiamos humanidades en los 50 nos empollamos su Historia de la Literatura Castellana en papel malo y fotografías de daguerrotipo. Dios mío, muchos recuerdos. Vivía en Nuñez de Arce 34 el académico, el más eximio erudito de las letras hispánicas en los últimos dos siglos. Bajo su guía empezamos a conocer y a amar a los clásicos. Discípulos suyos fueron Gerardo Diego, Alarcos Llorac el ovetense a los que ningunearon sus paisanos a causa de su peculiar opinión sobre el bable y los bablistas (dijo una verdad como un tempo, pues no se puede resucitar una obra muerta) López Anglada, Juan RAMÓN Jimenez, los Machado. Detrás tenía un huerto y una higuera y un lema en latín que decía messor indefessus (segador sin fatiga. Era un latinista de primer orden desde sus tiempos de seminario. Tuvo por maestro nada menos a a don Raimundo de Miguel. Colgó los hábitos en teología pero la pasión por la tradición de aquella iglesia universal, su liturgia, su lengua, permaneció hasta el final de sus días. Murió sin ser demasiado reconocido y casi abandonado. Ay si hablasen las piedras de Nuñez de Arce 34, aquella puerta de piedra arco de medio punto enguichada de barrotes, aquel jardín, aquella higuera y aquella biblioteca de casi cincuenta mil volúmenes pignorada en casi tu totalidad. En cuan poco tienen los españoles de ahora las cosas grandes de su patria, qué poco

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inclinados a los deleites espirituales de la especulación, la lectura, la charla en un café a media tarde.

En el Diario Libertad me publicaban a mis mis primeras crónicas desde Londres. Luego la piqueta deletera y rencoroso de los que no olvidaron a Onésimo Redondo, su eximio colaborador, obligó a echar el cierre. Siempre se atuvo al carácter revolucionario de su fundador. El Norte de Castilla, por contra, y que los admiradores de Delibes ideológicamente fue siempre más acomodaticio y funcional. Cuando vino la transición Manu Leguineche se colocaron la medalla de haber sido el periódico de la oposición al franquismo. Pertenece a la familia de los Alba y su línea editorial de ideas conservadoras, burgués y liberal coincide con el talante de la ciudad de comerciantes, industriales y terratenientes de medio pelo. Valladolid siempre tuvo un aire francés. Algunos de los edificios con sus mansardas en lo alto y los pinos tejados cubiertos de pizarra recuerda un poco a París.

Joaquín DÍaz en este libro sobre su ciudad ha hecho un exhaustivo alarde de dotes documentalistas y muestra las pulsiones de la urbe que cuya historia conoce bien. Valladolid tiene un talante artesano y manual muy tradicionalista donde los zapateros celebran la fiestas de San Crispin, los sastres a san Homobono y los toreros a san Pedro Regalado un cura converso que es a su vez patrono local. Fue ápice de la Contrarreforma, lugar de muchos curas y frailes: los del Babero del Colegio La Salle, los agustinos filipinos, los jesuitas. También de militares: academia de Caballería, regimiento de San Quintín etc. apunta otra peculiaridad, la de las amas secas o nodrizas, exuberantes matronas venidas de Asturias y Cantabria para formar parte del séquito de la servidumbre de familias acomodadas. Cien años en la vida de una ciudad más de ocho veces centenaria no son nada pero la labor realizada por el autor ha sido tan importante como valiosísima y eficaz y, al parecer, por muy poca paga. Nunca estuvo la cultura española en tal devaluación.

Llegó la peste y la pasta -enhoramala- de los vivalavirgen y vivanderos de la Mala Causa y en manos de cuatro mandarines arbitrarios e incultos que procuran que la buena antorcha se meta bajo el celemín, mientras ellos nos deslumbran y ocupan cacho, publican, son agasajados por toda esa patulea de la Mediática pánfila. Con decir que dieron el premio nacional de periodismo a un tal Juan Cruz-en Londres loo llamaban el tuercebotas canario y del polisario-, ya está todo dicho.

He aquí, sin embargo, algo que merece la pena: un libro para el recuerdo, un buen manual de historia local que hace las delicias de un empedernido lector. Cuando abro sus páginas en este otoño de crisis y apago la caja tolondra, mientras el personal se entretiene jugando al apocalipsis con el huracán de NY. La Gran Manzana donde viví el apagón del 77, ay aquel verano de pesadilla, me pareció un pueblón de Kansas City habitado por paletos mientras en Valladolid viven hidalgos.

Voy poco últimamente pero los paseantes de la calle Santiago, Umbral lo decía, eran un poco pijos, siendo él, asimismo, Dios le haya perdonado, envarado y distante con quien le convenía pero, en fin, cada una de las ciudades de Castilla la Vieja tiene una personalidad distinta. En Pinciana, patria de Zorrilla aun  se detecta el orgullo de la que fue urbe y corte hasta el tercer Felipe. Allí fue bautizado el Rey  Prudente, murió Cervantes y toda la ciudad respira un aire entre castrense y místico, orgullo de casta. En León son cazurros y comen conejo. Los de Segovia, judíos. Ávila, augusta, la de los santos y los cantos, buena gente conversa pero no tienen vino. Zamora, la bien cercada por un lado la cerca el Duero y por otra Peñatajada, es larga y no se recorre en una hora; de punta a cabo, diez kilómetros. Yo creía que no llegaba nunca a la procesión un Viernes Santo.

En Burgos viven los altivos. Salamanca docta, circuncisa e imperial donde aun retajan a los niños. Soria, lejana y ensimismada rinde culto a san Saturio y a san Mamerto, es la Mamel alemana bien aireada por el Moncayo. Palencia, gente de pro y los de Logroño, coño, y para de contar, pues Castilla la Vieja [uno aprendió geografía por el plan antiguo antes de que se impusiera esa arbitrariedad territorial de las Autonosuyas] es variada y múltiple y cada villorrio, cada majada tiene una forma distinta de enfrentarse a la vida. Perro viejo al mear alza la patita, que no nos vengan con historias, pero la lectura de este libro me ha servido de acicate para remozar antiguas vivencias.

Porque Valladolid es el meridiano por el que pasa toda la historia de esta nación una y múltiple. Allí se fraguó su unidad. Visito el antiguo convento jerónimo del Prado del que fue prior fray Hernando de Talavera, confesor de la reina santa, el alfaquí celestial, que se convirtió en penal, lo mismo que san Miguel de los Reyes en Valencia. Ese fue el trágico destino, tras la Desamortización, de muchos monasterios.

 Cisneros que le sucedió en el cargo utilizó métodos más contundentes para convertir a los moros de Granada  y no la blandura de fray Hernando, un converso- sus hermanas vivieron a la sombra de la cárcel cordobesa del Santo Oficio - que fue el primero en decir la misa en romance con lecturas en árabe en la catedral granadsina, adenelanandose cinco siglos al Vaticano II en lo de las vernáculas pero esto ocurre en las mejores familias sobre todo viniendo, sin saber adonde vamos, de donde venimos(de las tres culturas y religiones), como demuestra el último párrafo del epilogo de VALLADOLID CIEN AÑOS, inmerso en la tolerancia y la bondad de la que es capaz un alma castellana:”Valladolid ha sido lugar de paso, aldea y corte, incómodo muladar y ciudad elegante, mercado y templo, bastión y villa abierta,Corte y asiento gremial, inspiración y desesperación, crisol y fuego fatuo, noche de sábado y mañana de domingo... todo eso y mucho más ha sido y sigue siendo esta ciudad que se retuerce sobre sí misma como una interrogante y que, como los hidalgos de antaño, conoce sus antecedentes pero no puede recurrir a ellos. Habla entre comillas y piensa en silencio, dejando la voz para quienes recorren sus calles como las antiguas esguevas, ora mansas ora violentas”

Chapó. No se puede definir de forma más elegante lo que es la esencia de una ciudad. Gracias, Joaquín y que vivas cien años por tu elegancia, solercia y bondad, todo un lujo para nosotros castellanos. Biendicho sea el Dío  .

30/10/12

JOAQUIN DIAZ UN ORGULLO DE LA CANCION LA LITERATURA LA POESÍA Y EL FOLKLOR CASTELLANO













VALLADOLID CIEN AÑOS por JOAQUIN DIAZ. RECOMIENDO ESTE LIBRO,visitar la página de la libreria Alcaraván en la Villa del Libro

VALLADOLID 2

 

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En cierta ocasión que visité la Ciudad del Pisuerga tuve la curiosidad de visitas la casa donde habitó uno de los eximios maestros de preceptiva literaria, don Narciso Alonso Cortés. Los que estudiamos humanidades en los 50 nos empollamos su Historia de la Literatura Castellana en papel malo y fotografías de daguerrotipo. Dios mío, muchos recuerdos. Vivía en Nuñez de Arce 34 el académico, el más eximio erudito de las letras hispánicas en los últimos dos siglos. Bajo su guía empezamos a conocer y a amar a los clásicos. Discípulos suyos fueron Gerardo Diego, Alarcos Llorac el ovetense a los que ningunearon sus paisanos a causa de su peculiar opinión sobre el bable y los bablistas (dijo una verdad como un tempo, pues no se puede resucitar una obra muerta) López Anglada, Juan RAMÓN Jimenez, los Machado. Detrás tenía un huerto y una higuera y un lema en latín que decía messor indefessus (segador sin fatiga. Era un latinista de primer orden desde sus tiempos de seminario. Tuvo por maestro nada menos a a don Raimundo de Miguel. Colgó los hábitos en teología pero la pasión por la tradición de aquella iglesia universal, su liturgia, su lengua, permaneció hasta el final de sus días. Murió sin ser demasiado reconocido y casi abandonado. Ay si hablasen las piedras de Nuñez de Arce 34, aquella puerta de piedra arco de medio punto enguichada de barrotes, aquel jardín, aquella higuera y aquella biblioteca de casi cincuenta mil volúmenes pignorada en casi tu totalidad. En cuan poco tienen los españoles de ahora las cosas grandes de su patria, qué poco

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inclinados a los deleites espirituales de la especulación, la lectura, la charla en un café a media tarde.

En el Diario Libertad me publicaban a mis mis primeras crónicas desde Londres. Luego la piqueta deletera y rencoroso de los que no olvidaron a Onésimo Redondo, su eximio colaborador, obligó a echar el cierre. Siempre se atuvo al carácter revolucionario de su fundador. El Norte de Castilla, por contra, y que los admiradores de Delibes ideológicamente fue siempre más acomodaticio y funcional. Cuando vino la transición Manu Leguineche se colocaron la medalla de haber sido el periódico de la oposición al franquismo. Pertenece a la familia de los Alba y su línea editorial de ideas conservadoras, burgués y liberal coincide con el talante de la ciudad de comerciantes, industriales y terratenientes de medio pelo. Valladolid siempre tuvo un aire francés. Algunos de los edificios con sus mansardas en lo alto y los pinos tejados cubiertos de pizarra recuerda un poco a París.

Joaquín DÍaz en este libro sobre su ciudad ha hecho un exhaustivo alarde de dotes documentalistas y muestra las pulsiones de la urbe que cuya historia conoce bien. Valladolid tiene un talante artesano y manual muy tradicionalista donde los zapateros celebran la fiestas de San Crispin, los sastres a san Homobono y los toreros a san Pedro Regalado un cura converso que es a su vez patrono local. Fue ápice de la Contrarreforma, lugar de muchos curas y frailes: los del Babero del Colegio La Salle, los agustinos filipinos, los jesuitas. También de militares: academia de Caballería, regimiento de San Quintín etc. apunta otra peculiaridad, la de las amas secas o nodrizas, exuberantes matronas venidas de Asturias y Cantabria para formar parte del séquito de la servidumbre de familias acomodadas. Cien años en la vida de una ciudad más de ocho veces centenaria no son nada pero la labor realizada por el autor ha sido tan importante como valiosísima y eficaz y, al parecer, por muy poca paga. Nunca estuvo la cultura española en tal devaluación.

Llegó la peste y la pasta -enhoramala- de los vivalavirgen y vivanderos de la Mala Causa y en manos de cuatro mandarines arbitrarios e incultos que procuran que la buena antorcha se meta bajo el celemín, mientras ellos nos deslumbran y ocupan cacho, publican, son agasajados por toda esa patulea de la Mediática pánfila. Con decir que dieron el premio nacional de periodismo a un tal Juan Cruz-en Londres loo llamaban el tuercebotas canario y del polisario-, ya está todo dicho.

He aquí, sin embargo, algo que merece la pena: un libro para el recuerdo, un buen manual de historia local que hace las delicias de un empedernido lector. Cuando abro sus páginas en este otoño de crisis y apago la caja tolondra, mientras el personal se entretiene jugando al apocalipsis con el huracán de NY. La Gran Manzana donde viví el apagón del 77, ay aquel verano de pesadilla, me pareció un pueblón de Kansas City habitado por paletos mientras en Valladolid viven hidalgos.

Voy poco últimamente pero los paseantes de la calle Santiago, Umbral lo decía, eran un poco pijos, siendo él, asimismo, Dios le haya perdonado, envarado y distante con quien le convenía pero, en fin, cada una de las ciudades de Castilla la Vieja tiene una personalidad distinta. En Pinciana, patria de Zorrilla aun  se detecta el orgullo de la que fue urbe y corte hasta el tercer Felipe. Allí fue bautizado el Rey  Prudente, murió Cervantes y toda la ciudad respira un aire entre castrense y místico, orgullo de casta. En León son cazurros y comen conejo. Los de Segovia, judíos. Ávila, augusta, la de los santos y los cantos, buena gente conversa pero no tienen vino. Zamora, la bien cercada por un lado la cerca el Duero y por otra Peñatajada, es larga y no se recorre en una hora; de punta a cabo, diez kilómetros. Yo creía que no llegaba nunca a la procesión un Viernes Santo.

En Burgos viven los altivos. Salamanca docta, circuncisa e imperial donde aun retajan a los niños. Soria, lejana y ensimismada rinde culto a san Saturio y a san Mamerto, es la Mamel alemana bien aireada por el Moncayo. Palencia, gente de pro y los de Logroño, coño, y para de contar, pues Castilla la Vieja [uno aprendió geografía por el plan antiguo antes de que se impusiera esa arbitrariedad territorial de las Autonosuyas] es variada y múltiple y cada villorrio, cada majada tiene una forma distinta de enfrentarse a la vida. Perro viejo al mear alza la patita, que no nos vengan con historias, pero la lectura de este libro me ha servido de acicate para remozar antiguas vivencias.

Porque Valladolid es el meridiano por el que pasa toda la historia de esta nación una y múltiple. Allí se fraguó su unidad. Visito el antiguo convento jerónimo del Prado del que fue prior fray Hernando de Talavera, confesor de la reina santa, el alfaquí celestial, que se convirtió en penal, lo mismo que san Miguel de los Reyes en Valencia. Ese fue el trágico destino, tras la Desamortización, de muchos monasterios.

 Cisneros que le sucedió en el cargo utilizó métodos más contundentes para convertir a los moros de Granada  y no la blandura de fray Hernando, un converso- sus hermanas vivieron a la sombra de la cárcel cordobesa del Santo Oficio - que fue el primero en decir la misa en romance con lecturas en árabe en la catedral granadsina, adenelanandose cinco siglos al Vaticano II en lo de las vernáculas pero esto ocurre en las mejores familias sobre todo viniendo, sin saber adonde vamos, de donde venimos(de las tres culturas y religiones), como demuestra el último párrafo del epilogo de VALLADOLID CIEN AÑOS, inmerso en la tolerancia y la bondad de la que es capaz un alma castellana:”Valladolid ha sido lugar de paso, aldea y corte, incómodo muladar y ciudad elegante, mercado y templo, bastión y villa abierta,Corte y asiento gremial, inspiración y desesperación, crisol y fuego fatuo, noche de sábado y mañana de domingo... todo eso y mucho más ha sido y sigue siendo esta ciudad que se retuerce sobre sí misma como una interrogante y que, como los hidalgos de antaño, conoce sus antecedentes pero no puede recurrir a ellos. Habla entre comillas y piensa en silencio, dejando la voz para quienes recorren sus calles como las antiguas esguevas, ora mansas ora violentas”

Chapó. No se puede definir de forma más elegante lo que es la esencia de una ciudad. Gracias, Joaquín y que vivas cien años por tu elegancia, solercia y bondad, todo un lujo para nosotros castellanos. Biendicho sea el Dío  .

30/10/12

CAMARA SANTA DE OVIEDO

 

Reliquias sagradas que conservan el misterio de la historia de España. El año 79 fui a venerarla un día de lluvia. Después me prosterné ante el altar sagrado múltiples veces. Siento un pálpito especial. Ante el altar se arrodillaban peregrinos franceses una familia. Los apóstoles de la imposta seguían imperturbables su conversación de piedra que dura siglos. Una cháchara en éxtasis pero con esa sonrisa inefable de la juventud, parecen misacantanos. San Pedro con las llaves del reino. Y san Juan imbele. La imagen de san Andrés  ostenta una poderosa cabeza coronada de rizos y del aspa de su martirio. No son testas semitas o dolicocéfalas sino braquicefalas, europeas: san mateo y san marcos parecían hermanos mielgos desenrollando el pergamino de la escritura. Y un apóstol a otro le habla con dulzura casi como si le contase un chiste o le hiciera una carantoña. Santo Matías se aparece con el número 24, simbólico guarismo de los veinticuatro ancianos del Apocalipsis. Es el calvo de la cuadrilla. Había tres cabezas decapitadas sobre el arcosolio del pórtico y la cruz de los Ángeles era un ostensorio de esmeraldas, togas largas, técnica de paños mojados con sus plegaduras, un descubrimiento del arte gótico; gestos hieráticos a fe que no eran unos rudos pescadores pero en el cuadro pervive la serenidad y la risa de Israel pido a dios que no sea mofa.

Las estatuas de la cámara santa de Oviedo guardan, a juicio de los expertos, cierta preeminencia e incluso prelación a las del pórtico de la gloria son menos estáticas que las compostelanas, dicho sean sin detrimento del gran escultor de quien solo el nombre conocemos: maestro Mateo.

Eutrapelia eucaristía es el sentimiento que suscita en el espectador esta visión; es el bien sentir y bien hacer entre la humedad de los siglos este pequeño recinto donde se dijeron misas por primera vez para honrar a la virgen Eulalia emeritense. Esta labor de orfebrería representa un excelente trabajo. La mandorla mística, de la cual surge la figura sedente de cristo salvador en medio de un cerco de cabujones del díptico del obispo Gonzaga, asombra. Este es el haz pero en la contrahaz o envés repujado destaca un calvario.

El oro y el marfil enmarcan tales joyas lo mismo que servían de adorno a la urna de san Julián y san Serrano hoy perdidas como la de san Vicente mártir o la de san Eulogio y san Julián santos todos ellos románicos a la cual los muzárabes profesaban una devoción ancestral. "Tomaron las reliquias todas las que hubieron y fueron por Castilla y así la defendieron" (romance del Cid) los huesos del tabernáculo y la lauda sepulcral de Leocadia, me extasío ante la arqueta de las ágatas en torno a la cruz la rosa de los vientos una cabeza de hombre que surge de las alas de un águila enfrentándose a un grifo fabuloso, el cual, mirándolo, bien resulta un toro con alas.

De cómo llegaron a Asturias esa cruz y estos exvotos es una historia que forma parte de una peripecia tan fantástica e increíble como el viaje del cuerpo del apóstol Jacobo a Compostela en una barca de piedra. Al cabo, en la huida de los cristianos extremeños al norte quedaron depositados en Monsacro para su transporte y reposo definitivo a san Salvador de Oviedo. Don Maximiliano Arboleya Martínez deán que fue de esta catedral (sería fusilado en agosto de 1936) refiere en un opúsculo que a raíz de la persecución de Cosroas rey persa contra los cristianos que destruyó Jerusalén por segunda vez algunos huyeron hacia Alejandría  llevando consigo la cruz del redentor. Allí un obispo piadoso Juan el limosnero los acogió. Egipto acto seguido fue arrasado por los árabes y de nuevo los cristianos hubieron de embarcarse hasta Cartagena y de allá fueron traídas nadie sabe cómo hasta el Monsacro. Alfonso II el Casto las expone por primera vez en Oviedo y manda construir la cruz de los Ángeles 808. Fruela II 950 agrega la cruz de las calcedonias y Alfonso VI rey de de castilla y de León manda abrir el arca santa el 13 de marzo de 1075. Y desde entonces hasta la fecha el arca santa ha sido baluarte de nuestra fe superviviendo a guerras fuegos inundaciones, robos, expolios, asonadas y cuarteladas, estas reliquias guardan entre sus joyas el destino de España y demuestran que San Salvador fue el gran foco de peregrinaciones de las cristiandades europeas. Forma parte de nuestro testamento. Quizás tales huesos o el polvo que queda en medio de piedras preciosas sean nuestro salvoconducto y baluarte en la peregrinación de Asturias cuna de España por la historia.

SAN VICENTE UNO DE LOS MAS ANTIGUOS PATRONOS DE ESPAÑA. CASTILLA ROMANICA HONRA AL SANTO DIACONO ERMITA DE FUIENTESOTO SEGOVIA SIGLO XII



EL ADELANTADO DE SEGOVIA.

El Adelantado” ha salido “El Adelantado” lo voceaba por la calle Real con bronca y acatarrada voz un señor con boina que tenía cara de buena persona seria y fría y acento de segoviano cuando entrábamos en el Portalón a comprar pipas o un cucurucho de castañas pilongas a la seña Isabel viuda de guerra que a su marido Zoilo cabo pieza artillero se lo mataron los republicanos en el Alto León durante la primera embestida los primeros días de guerra y estaba echando la pobre los papeles para poner un estanco que no se lo pusieron nunca, y pendientes de aljófar-no se los quitaba nunca y era una nota saliente de coquetería femenil en medio de aquellos lutos y aquel dolor de la posguerra que no fue tan triste como algunos dicen sino algo más cachonda y fraternal de lo que determinados mendas suponen pues los españoles por aquel entonces éramos pobres pero honraos y lo pasao, pasao que teníamos que tirar palante- cuando no a la Tía Concha que subía y bajaba calle arriba calle abajo con su bandeja atada al cuello con un cinturón de cuero regalo seguramente de alguno soldado compasivo. La Concha vendía el pirulí de la Habana algo de regaliz de palo juanolas para la tos y a veces otras muchas cosas.

La Concha otra pobre era hermana de la Felisa muy guapetona ella y que según dicen y casi lo puedo certificar como testigo de vista no como usuario que uno era un niño por aquel entonces a juzgar por las largas colas de hombres que aguardaban turno ante su puerta de su chiscón ubicado en la Casa la Troya donde nací yo a todas horas había ejercido el oficio más viejo del mundo en la Corte y hasta dicen que fue querida de don Inda don Indalecio Prieto quiero decir y era de ideas.

No la fusilaron de milagro pero la emplumaron y la cortaron el pelo no por puta sino por roja. La Concha pregonaba por las ferias de san Juan o en la tablada que llamen Dehesa del Rey Enrique IV mal llamado el impotente, donde se preparaba el ferial detrás de la estación y mismo al lado el cuartel de la GC el pirulí de la Habana a perra gorda a perra chica caramelos de limón y menta que el que no los come revienta (era la caramelera un prodigio de la publicidad  por el sistema del boca a boca) y a real la media docena.

 Cuando la romería de San Marcos por abril o pasado verano en las fiestas de la catorcena se escuchaba la voz aguardentosa de la Concha dale que dale anunciando a real su mercancía:

-        A ral…. A ral…ral… el pirulí de La Habana para el nene y la nena.  Fresa. Limón y menta el que no los toma revienta

Antes de salir a vender le gustaba su copa de anís o su copita de ojén y salía a despedirla su hermana la Feli en negligé.

 Las dos eran altas y la Felisa lo que se dice una mujerona con aquellos tupés apelmazados sobre las sienes y su cara de mirar antiguo depiladas las cejas que se parecía un poco a la gitana de Romero de Torres el pintor que pintó a la mujer murena la de los billetes de cien pesetas.

 Un domingo por la tarde que había un bautizo porque habían bautizado a un chico que tuvieron la Serafina (pobre serafina que alma más buena, recogió a la Feli desahuciada por la sífilis y se la llevó a morir a su casa) la de la tía Carnerita y su marido el Iglesias, un socialista histórico que acababa de salir del penal de Cuellar y era un rapsoda de profesión que recitaba “El Pillayo” de Gabriel y Galán mejor que nadie, estábamos a la puerta de San Valentín una cuadrilla de chaveas esperando el arrobo y que se estirase el padrino que si no le espetábamos al bueno del padrino aquello de arrobo cagao que a mí no me han dao si cojo al chiquillo le tiro al tejao, pues se presentaron la Concha y su hermana.

 La Feli tan cariñosa como siempre me estampó un par de besos en los carrillos que olían a aguardiente o a vino peleón que tiraba pa atrás pues en la Casa de la Troya esto es en San Valentín numero 4 yo era una personalidad porque mi padre el hombre en aquellos años del hambre nunca volvía a casa del cuartel de vacío.

Venía con él el machaca con un saco chuscos de las sobras de mayorías un fardel de judías o de patatas el rancho mismamente o los desperdicios de las perolas que le regalaban los rancheros y los repartía entre los inquilinos de la corrala.

Todos eran pobres y pertenecían al bando de los perdedores. Sólo había tres familias que habían hecho la guerra con Franco: las dos solteronas del tercero Maruja y Carmen que iban a misa todas las mañanas a la catedral y eran muy amigas del precentor o maestro de capilla don José del Moral una de ellas enfermera de Falange. El cabo de la guardia civil al que llamábamos el señor Juan y del que hablaré después pues al retiro se colocó como portero vigilante en nuestro seminario y allí le veíamos muchas tardes con su gesto adusto entretenido con la lectura del Adelantado de Segovia que se leía hasta los anuncios.  Le interesaban en particular las esquelas.

Era un hombrón. Infundía un poco de respeto cuando le veíamos abandonar el domicilio y estaba de servicio con el tricornio las cartucheras los correajes y el máuser que debía de pesar sus quince kilos. Él se lo echaba al hombro como si nada. A la espalda un zurrón y escarcela impresionante.

Iban de correría y a la puerta de San Valentín le aguardaba el otro número de la pareja un guardia menudito un jijas pequeño renegrido pero con un gran bigote cuyo nombre era Venancio. Se cuadraba ante su superior.

-Sin novedad mi cabo.

 -Pues andando que es gerundio- entonces decía el señor Juan

 Y los dos que parecían la l y la i se perdían calle arriba y desparecían al trasponer la arcada umbría de la puerta del socorro que tenía una repisa con un arcángel flamígero desenvainando la espada y al otro lado un altar con una virgen románica y su galería. Llevábamos una vida militarizada.

 Siempre me impresionó el cabo tan  serio y cara de pocos amigos. Sonaban sus pisadas en la escalera y todo el tillado se resentía. Era un hombrón y mucho más con el chopo a las costillas. No solía dar los buenos días pero una excelente persona y, jubilado, le recuerdo leyendo el Adelantado en su garita de la portería del seminario.

El mal humor y la esquivez de su carácter eran fruto de la enfermedad que tenía. Padecía una próstata muy maligna que le llevó a la tumba. Creo que era un noble hijo del duque de Ahumada. Sirvió a la Benemérita cuarenta años y a la Iglesia los últimos siete de su existencia. Una vida de servicio aunque fuese un civilón a la antigua uno de aquellos mangas verdes que nos hacían poner pies en polvorosa cuando asomaban la gaita y el perfil inconfundible de la pareja avanzaba por los caminos. Guardia civil caminera te llevará codo con codo, Lorca dixit.

 El otro vecino de derechas de aquella corrala era mi padre Silvino que gloria esté. Era  el que traía el rancho del cuartel. Los chuscos les sabían a gloria por ejemplo a la familia de la señora Antonia la catalana viuda de otro fusilado por los franquistas. Vinieron a Segovia  desde Lérida después de un bombardeo con lo puesto y yo prácticamente me crié en aquella casa y crecí escuchando hablar catalán una lengua entrañable para mí pues fueron las palabras primeras que escuché en mi infancia cuando hablaba aquella familia que compartían derecho a cocina con Serafina la hija de la Carnerita casado con el Iglesias del que ya hablé y hermana de Claudio el chato que era el portero de la Gimnástica Segoviana y cuando jugaba en el Peñascal a mí me dejaba pasar de balde a ver el fútbol por ser hijo del sargento Parra.

Claudio cuando estaba en la puerta me colaba y así me colé a ver muchísimos encuentros de tercera división de la Gimnástica de gorra.

Claudio tenía una hermana la Carmen a la que hizo un chico un italiano cuando los balillas de Mussolini estuvieron de asiento en Segovia durante la guerra, -tener un hijo de soltera en aquellos tiempos era una cosa bastante peliaguda por aquello del que dirán y las habladurías- el Antoñito que sería muy amigo mío pues en la infancia no entiende uno de tales prejuicios y los dos salíamos juntos a nidos por Tejadilla.

Me quisieron como a un hijo las de Lérida y yo bajaba a que me diese croquetas la señora Antonia que estaban más ricas  que las de mi madre y a sentarme en la cadira[1] que era más cómoda que las de casa.

Desde entonces siento una veneración y respeto por la lengua de Verdaguer y digo yo que qué tendrá que ver el habla con la política. Los hijos de la señora Antonia se llamaban Ramón el peluquero, Quico que tuvo un garaje de recauchutados en el Camino Nuevo, la Juani que me crió prácticamente y vendía helados mantecados en el Columba por el verano y Agustina a la que llamábamos la Agus que era la que hablaba más en la jerga ilerdense de todo el grupo en un catalán elegante y señorial que a mi me sonaba a uvas y queso y las uvas con queso saben a besos.

En el tercero mirando para las cuevas del Pinarillo vivía la señora Segunda a la que siempre recordaré viejita y encorvada sobre el fregadero lavando cacharros y cerca del puchero de la cocina de carbón. Era tan pequeñita que no alcanzaba la taza del fregadero sino era subiéndose a un tuero. Tenía una cara muy bondadosa, siempre vestía de negro y un lobanillo al lado del labio inferior de la que salían unas cerdas algo así como una barba de tres pelos. O cuatro

 A un hijo se lo fusilaron cuando el Alzamiento. Pertenecía al partido comunista y le dieron mulé en el foso del Alcázar y a otro Gabriel porque era cojo e impedido que sino también le “pasean”.  Nunca se recuperaría de aquel golpe la señá Segunda.

La poliomielitis determinó que aquel hombre tan inteligente estuviera condenado a una silla de ruedas.

 Los del Frente de juventudes le fabricaron por mediación de don Tomás que era el jefe de abastos y que vivía en la casa de la esquina justo al lado de la muralla un coche silla y pedaleando con las manos se desplazaba todas las mañanas a la estación del norte a vender pipas caramelos y cromos.

 La bajada por la escalera del querido Gabriel era tan sonora aunque mucho (plon, plon peldaño va peldaño viene y además el resuello de su penoso respirar) más trabajosa que el del cabo de la Benemérita.

Quico el catalán  le agenció unas rodilleras con neumáticos de camión y unas chanclas para las manos y a rastras se deslizaba desde el tercero hasta el cochecito que le aguardaba a pie de calle.

Era todo un experto en el manejo de su vehículo y los amigos le llamaban el rey de la montaña por la celeridad con que subía las cuestas manoteando sobre los pedales y en una ocasión pues era muy decidido se propuso hacer el viaje hasta Madrid pero al llegar al Portachuelo antes de San Rafael pinchó una rueda y tuvo que traerlo a casa la Guardia Civil precisamente el señor Juan que por aquellos días estaba de servicio por aquellos pagos unos dicen que tras la pista de unos quinquis que robaban gallinas por la Losa y otros que a cazar gamusinos.

Fue una noticia muy comentada en la localidad y salió su foto en el Adelantado pues la hazaña del cojo tuvo mucho mérito. A Gabriel se le quería mucho y todos conocían por lo que le había sucedido que Franco no era santo de su devoción. Sin embargo él y mi padre se hicieron muy amigos y a veces discutían –sin reñir- de política.

Cuando nos mudamos de casa a las casitas militares del Puente de Valdevilla mi padre me mandaba bajar a comprar el Adelantado por toda la pista que no sé si el periódico valía un real como los pirulís de la Concha pero a mí – jo papá no tengo ganas- se me hacía muy larga la caminata hasta el quiosco del Tío Braguetita que estaba junto del Regimiento pero yo no hacía gratis el mandado.

 Recababa de mi progenitor una perra chica esto es cinco céntimos. Nuestro periódico era muy conservador y de derechas o más bien de tono objetivo e imparcial por lo que resultaría inconcebible que el señor que lo voceaba en el Portalón cerca de la Casa de los Picos muchas tardes pudiera aportar a los titulares algo de su cosecha como ocurrió en cierta ocasión en León con Genarín- Jesús la que se preparó- y pregonaba el diario Proa de la prensa del Movimiento.

Una tarde en que había pimplado más de la cuenta y no se le acercaban clientes le puso titulares sensacionalistas al rotativo él mismo y se inventó la noticia:

-Proa…Proa… ha salido Proa… últimas noticias. El Papa Su Santidad Pío XII cuelga los hábitos, y se fuga del Vaticano con la Hilda… Proa. Ha salido Proa. La pareja se va Honolulu de viaje de novios.

La gente se arremolinó en torno al pregonero que despachó su mercancía en un suspiro. Se produjo un alboroto, casi una conmoción social ante la indignación de las gentes bienpensantes que no había sabido percibir una broma de borracho y a Genarín se lo llevaron a la trena los guindillas.

Pero eso solo podía pasar en León tierra de cazurros, en Segovia jamás.

Allí éramos un poco más señoritos circunspectos y delicados. Pobre Genarín esa es otra historia. Todo el mundo conoce su triste final. Lo arroyó un camión de la basura mientras exoneraba el vientre y la vejiga cerca de la muralla romana una noche de viernes santo.

En Segovia había otros singulares personajes como Mariano Conejo el hospiciano que tenía una voz poderosa e iba por las casas a pedir con su traje marrón de los presos y espiaba a las mujeres mientras fregaban la escalera. O Fernandito que una vez se disfrazó de fantasma en la Alameda e iba asustando con una sabana a las parejas. Uh…uh...uh. El Fernandito era un aprendiz de lo que ahora se llama violencia sexual, un violador en potencia, vamos, pero la gente se lo tomaba a chacoteo.

El mismo Tío Braguetita era otra personalidad local. Había estado en Rusia con la División Azul. Regresó del frente del Este con un pie congelado. Le dieron un quiosco pero se emborrachaba con frecuencia y cuando estaba beodo iban los chicos a cantarle:

        -Tío Braguetita… tío Braguetita.

        -Si voy ahí chiquitos os meto un brazo por una manga.

Hacía un amago de salir de su tendejón y los malvados chavales  que le arredraban emprendían una carrera sin parar hasta los jardincillos de Santa Eulalia donde crecía y crece un centenario y señorial almez todo un orgullo de la botánica segoviana. Vuelta y otra vez:

        -Tío Braguetita…. Tio Braguetita.

Pero aquel veterano de una de las guerras más cruentas que ha tenido la humanidad era inofensivo incapaz de matar una mosca. Hay que decir que no cumplió la promesa de maternos un brazo por una manga.

Algunos de sus camaradas ex combatientes se acercaban a visitarle entre ellos el teniente Ricardo que era nuestro vecino un artillero alto y cenceño que debajo de la guerrera siempre llevaba camisa azul y bajaba a comprarle el Arriba y hablaban de los viejos tiempos y de las fatigas del frente de Novgorod y de Leningrado.

El quiosquero que se llamaban Crescencio departía en largas parrafadas con el teniente Ricardo y con el brigada De la Paz también divisionario, aunque todos le conocieran por el apodo de la dichosa bragueta y eso porque la gente que se fija en todo observó  un día que tenía que orinar con frecuencia y tenía un perico dentro de su garita para hacer pis que debía de padecer poliuria o incontinencia de orina y olía por allí a meaos que tú no veas y por el verano todas las moscas del barrio venían a posarse en su bragueta con ronchones sospechosos lo que era recelo de diabetes pero el tío Braguetita no murió del azúcar ni del tenesmo.

Se le cantó el gorigori por otras causas. Una borrachera de anís. La cogió temblona y se lo llevó por delante.

 Sereno era una delicia de paisano. Nos decía algunas palabras en ruso y a mí me enseñó el paternóster en ese idioma…. Otse nash

 La estepa había cambiado su percepción del mundo y decía que el pueblo ruso aunque se les motejara de comunistas y de rojos perdidos eran buena gente. Él mismo ostentaba un icono de la virgen María que le regaló una baba (vieja) o una panienka (moza en polaco) cuando pasó por Grodno que en este momento no me acuerdo a punto fijo.

 De lo que sí me acuerdo es de la bondad de aquel rostro cansado y vencido por los sinsabores de la vida pero que no perdía jamás la paciencia y la serenidad. Nunca nos dijo chico si voy ahí os capo que eso si que hubiera sido más morrocotudo y es con lo que nos amenazaba, por ejemplo, el tío Juvenal el tendero de Castrobocos que tenía peores pulgas.

Don Crescencio sólo se atrevía a sentarnos las costuras de manera más leve: meterle a uno un brazo por una manga no debía de ser gran cosa.

Su entierro se recodará en los anales de la ciudad como uno de los más multitudinarios. Vinieron coroneles y generales entre ellos Muñoz Grande y el general Infantes mandó un telegrama de pésame.

En el Arriba el periódico que llevaba siempre el teniente Ricardo bajo el brazo y era uno de los mejores periódicos que se publicaban en España por las firmas que en él aparecían desde Eugenio D´Ors hasta don Pío Baroja y el mismo Ortega- estamos hablando de una España no de revancha sino de reconciliación- yo me hinché a escribir crónicas desde Londres desde Nueva York así como en  los otros cuarenta y tantos restantes de la querida prensa del Movimiento.

 En el Adelantado hice mis primeros pinitos literarios y di a la estampa mis primeros versos como un romance al Eresma glosando a Gerardo Diego.” Río Eresma río Eresma que vas camino del Duero para estar contigo a solas esta tarde he bajado solo y triste. He bajado con el viento... etc”. Muy malos versos y casi una copia del romancero pero todavía traen un perfume de aquel ayer- años 62 al 64- y algunos números de entonces aun los conservo.

 Recuerdo la bondad con que el director Cano de Rueda aceptaba mis ripios. Pero eso de ver mi firma estampada en la página literaria de los jueves me hacía sentirme un tío importante, casi un Tolstoi. En este rotativo tabloide que tenía forma de sábana y muy pocas hojas probé yo ese veneno, esa comezón que deja en el alma el duende de las imprentas.

. Río Eresma, Río Eresma que vas camino del Duero… Adelantado de Segovia uno de los diarios más antiguos que se publican en España humilde y entrañable y sin demasiadas paginas. La voz de aquel señor con voz ronca que pregonaba el vespertino en el portalón atiza en mí recuerdos de la niñez

 

martes, 23 de agosto de 2016




[1] silla
 
 
 
 
 
 
 
 

releyendo el quijote este verano


CERVANTES CONTRA EL ISLAM Y EL JUDAISMO. EL QUIJOTE LA NOVELA DE LA CATOLICIDAD

 

"Bien es verdad -dice Sancho poco antes de tomar posesión de la isla Barataria- que tengo mis asomos de bellaco, pero todo lo cubre y lo tapa la gran tapa de simpleza mía: que es creer como creo en lo que nos enseña la Santa Madre Iglesia Romana y ser enemigo mortal de moros y judios, debían los historiadores tener misericordia de mí y tratarme bien en sus escritos".

En otro pasaje el gran don Miguel que recuerda los baños de Argel y sus prisiones en Istambol cautividad de la que fue rescatado gracias al heroísmo de un alfaqueque, un fraile de la Merced de Arévalo que se puso en su lugar en el cautiverio, tema de su comedia Los Baños de Argel, y regresa el pobre repatriado enfermo y sin un cuarto a Cartagena, se deshace en alabanzas a Felipe III que en 1610 aprueba la expulsión de los moriscos con esta frase:

—Gallarda resolución de inspiración divina de Su Majestad el Rey Nuestro Señor el Tercero de los Felipes.

Muy distinta es la España de las fechas en que se publica el Quijote (hay situaciones en las cuales la prudencia política manda ser imprudentes y determinarse a actuar con curas de caballo no a base de paños calientes, atajando la cuestión de cercén y no poniendo velas ni flores ni ositos de peluche al pie de las tumbas de los degollados por el furor ismaelita de las cimitarras) con la España de Felipe VI.

Ahora todo son encajes de bolillos.

Me entrego con melancolía en estos días sangrientos de julio a la lectura de Don Quijote de la Mancha mi libro favorito y entiendo mucha razones y recibo muchas respuestas a los misterios del alma humana. Sancho el bueno Sancho, Sancho fiel, llora como un niño cuando se reencuentra con su rucio perdido. Mientras don Quijote, divino loco, cabalga en su Rocinante lleno de mataduras y famélico por falta de pienso. No sé yo cual de los dos personajes está mejor perfilado y guarda un mayor carisma. Ambos cabalgan compañeros eternos por las rutas de Sierra Morena y entran en la Cueva de Montesinos. Se entregan a la libertad del vagabundaje vida austera de yantares parcos el Caballero de la Trise Figura y su escudero —"hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más de vaca que de carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes y algún palomino de añadidura los domingos"— con un tiento a la bota de clarete, si a mano viene.

Sancho regoldaba ajos y cebollas y adobaba la conversación de infinitos refranes y su amo le reprochaba su afición.

En el Quijote no hay paisaje. La naturaleza se sobrentiende. Cervantes es un miniaturista que hace un retrato de las costumbres, los trajes, el mobiliario de la época. Hay ese encanto y pasión por la vida y por los libros. Dice Merejkovsky (los rusos son los que mejor han sabido leer e interpretar al Quijote) que es la gran novela del catolicismo de la contrarreforma cuando alboreaba una época de libertad de culto y pensamiento.

Al despotricar contra los libros de Caballerías se rinde culto a la edad Media. Desde el Quijote los españoles somos un pueblo vagabundo imbuido de saberes librescos.

Pero esta reciedumbre de cristianos viejos no coarta la habilidad cervantina para plasmar una sátira contra el poder civil o eclesiástico. Esta novela es una defensa del pobre y del derribado, escrita desde la tolerancia y la resignación.

"Con la Iglesia hemos topado Sancho". Se aventura a criticar alguna de sus prácticas piadosas como son las peregrinaciones a Compostela. Verbigracia, cuando Sancho encuentra a Ricote aquel morisco de su pueblo que regresa a España después del decreto de expulsión disfrazado de peregrino y le cuenta que eso de las peregrinaciones era una mina. España siempre fue un cuele. Esto no es el Departamento de Aduana de los puertos de entrado a los EE.UU donde te hacen infinidad de preguntas registrándote hasta los calzoncillos, donde al viajero le cunde la impresión de estar llamando a la puerta de un Reich, el del lazareto de la isla de Ellis.

Los romeros se hacían ricos con las limosnas que la credulidad cristiana entregaba a estos bribones. Y cargar en España para descargar en Flandes. Los moriscos habían montado una oficina de recaudaciones en Paris.

El dinero que sacaban de las colectas lo enviaban a Argel para armar la flota de los piratas berberiscos que asoló la costa levantina desde tiempo inmemorial.

El Quijote es un vademécum para entender la vida desde la clemencia y cierto humor resignado con un estudio psicológico de la conducta humana que nunca varía en el tiempo.

No se trata de una novela perfecta sino de un libro genial.

Don Miguel dejaba correr la pluma al desgaire y a veces no se acordaba de los nombres.

Hay descuidos que no pueden explicarse  sino por el desdén que sentía el autor por su tarea (para Cervantes el Quijote fue como un divertimento pues creía que lo firme de su obra estaba en su teatro, en sus poesías o en los Trabajos de Persiles, que son más flojas.)

De manera que cuenta cómo el galeote Ginés de Pasamonte tras ser liberado por don Quijote roba el asno de Sancho, con gran disgusto de éste por la perdida de su compañero de ruta. Capítulos adelante, el rucio vuelve a escena sin más y sin que el autor nos dé explicaciones de cómo ocurrió esto. Asimismo, en la primera parte dice que la mujer de Sancho se llamaba Mari Gutiérrez y en la segunda Teresa Panza, según el gran estudioso de la obra cervantina, el crítico francés Luis Viardot. Tales mermas sin embargo no empañan el lustre de un libro tan maravilloso valedero para todas las épocas y para la mente de la humanidad de todos los tiempos. Al volverlo a releer, siento el consuelo y el orgullo de ser español.