TRUMP RESISTE EL
ATAQUE DE FUERZAS SINIESTRAS
Está claro que que a
esos sanedrines ocultos que manejan los hilos del mundo entre bambalinas y
operando en la sombra les desagradó el lema de su programa “American first”. Los
mundialistas son apátridas.
Lanzan la piedra y
esconden la catapulta mas luego aparecen cujando uno menos se lo espera. En España
programaron y orquestado el movimiento de los pijo-flautas que subió a los
Podemitas de Iglesias al poder.
Un grupo de feroces desharrapados
se instaló gracias a estas conmociones y manubrios se instaló en la Moncloa. El
procaz, dicaz y bocazas Pablo Iglesias en colusión con Perico reparten el
bacalao lo poco que quede de España. Ahora este movimiento que algunos
denominan MOM y es una especie de gobierno mundial en la sombra está lanzando a
los negros contra Trump y el objetivo es claro: instalar a alguno de esos
pervertidos en la Casa Blanca.
Los que hemos vivido en
Estados Unidos sabemos que la negritud norteamericana en teoría tiene los
mismos derechos que los blancos pero no se integran. Cuando vivía en Nueva York
quise escribir un reportaje sobre este problema. En Harlem unos cuantos
chavales se subieron al capot de mi coche y me pidieron dinero para permitir
que arrancara. Si no entregaba la pasta, no me dejarían salir o era hombre
muerto.
─Can you spare a copper buddy?
Les dí todo lo que llevaba treinta dolares en moneda
forera y ellos se pusieron a cantar un ritmo muy articulado sobre dollars and
dimes en su slang.
En mi vida pasé tanto
miedo porque aquellos tipos eran armarios empotrados y debían de tener una
fuerza física brutal. Suelen hacer frente a la policía lo que explica un poco
lo que sucedió con ese Floyd de Minneapolis.
Al fin me dejaron
partir ─yo estaba acojonado: aquel Tom me desvalijó a punta de pistola un formidable
revólver del calibre 38 que llevaba ─porque mi inglés de acento británico les
hacía gracias y estaban algo fumados. Cuando llegué a casa en Staten Island
estaba pálido como un muerto y mi mujer hubo de prepararme una tila bien
cargada pues aquella noche en que me atracaron no conseguí dormir como tampoco el
día en que hice una mudanza.
Unos negros me robaron
la mayor parte de los muebles y un abriugo con solapas de astracán, junto con
una bicicleta de paseo que había comprado en Harrods.
Resignado entendí en
cierta manera (learning the hard way)
el problema racial de los USA, una cuestión en parte insoluble aunque el nivel de
vida de los afroamericanos sea superior al de los portorriqueños y los
chicanos. Este inquietante “caucus” de la guerra civil volvió a asomar la gaita.
Lo bueno del caso es que Trump es un hombre de
negocios que siempre buscará soluciones prácticas a problemas concretos y no un
ideólogo como lo fuera Lincoln. Y este movimiento está encabezado por el ex
presidente Barrack Obama el lengua de plata, el único presidente de color que
se ha sentado en la Casa Blanca. Obama es un tipo duro pero nunca un radical.
Me aventuro a pronosticar que habrá consenso y
la movida acabará en agua de borrajas. Los disturbios forman parte ya de la
campaña electoral. Es evidente que los demócratas quieren desbancar a Trump