2015-12-03

EL QUINTO REGIMIENTO


QUINTO REGIMIENTO

 

Alberti se hace lenguas del quinto regimiento, pero aunque la moral combativa estaba por los aires la moral estaba por los suelos. Por eso los rojos perdieron la guerra por falta de disciplina. Ahora resulta que con mi Remember Brunete abrí brecha.

Fue un libro importante aunque silenciado tanto por los demócratas de toda la vida como los vencidos. En la España de hoy no hay censura previa. Hay arrinconamiento y acojinamiento. El quinto regimiento estaba radicado en Serrano esquina Lista. A la entrada en la garita montaba una miliciana máuser al hombro y gorro frigio rojo y el azul como el vermú cinzano

CONSEJOS A LOS QUE SE ATREVAN AL CAMINO DE ABROJOS DE LA LITERATURA

 

Para ser escritor hay que tener alma de asceta y estar dispuesto cuando te levantas a auto flagelarte. Profesión es esta de masoquistas torturados siempre dispuesto al monologo circulando en una frágil embarcación por un río vertiginoso con muchos rápidos en su trazado. Camaleón que se duerme se lo lleva la corriente. Prepárate a remontar las cataratas del Niagara a hacer un salto mortal sin red. Para luego bajar a la cueva y otras veces ascender al quinto cielo. Un escritor es un covachuelista sin manguitos que dice verdades y persiste en el tema no darás brazo a torcer por más que te aspen. Siempre en ruta por diversos estados de conciencia escapando a la mano del tirano. Profesión de soledad apta para célibes. Las musas son celosas y no gustan de compartir el tálamo con la última puta que sale en la tele. Ya sé que eres, colega, algo rabisalsera. Un poco celestino; te gusta meterte en camisas de once varas. Hay que coger el toro por los cuernos. Entre nosotros abundan más que en  la tauromaquia. Hay cornudos jubilados con cuernos tan retorcidos como un morueco viejo, y hay cornudos cornicantanos que acaban de llegar como aquel que dice

EL LIBRO DE SEGOVIA DE COSTA ARRIBAS (II)


TORRE CARCHENA

 

A Torre Carchena la llamábamos la “Alcuza” o aceitera por su aspecto de embudo en lo alto de un pináculo. Era tan empinada que allí nunca anidaron las cigüeñas.  A través de las paginas  LA SEGOVIA OLVIDADA voy al encuentro de mi infancia perdida. Este libro es mágico.  Constituye todo un acontecimiento de segovianía.

Me doy un voltio por el corral de los huesos emplazamiento del osario judío, visité las tumbas visigodas de santos impensables como San Briz y san Medel, bebía de los caños de la fuente del obispo Geroteo entre la Base Mixta y el Regimiento de Artillería. Anduve por el corralillo de san Sebastián en el Postigo del Consuelo donde había una alberca construcción romana al final de la huerta del seminario. ¿Adónde estarán  las piedras sagradas de aquel aljibe?

Hice novillos las tardes de primavera cuando iba con los de mi cuadrilla a los álamos del Campillo. Y al regresar a casa mi padre me zurraba la badana.

—Vaya con mi Antoñito. ¿Conque haciendo la rabona? Eh

—Yo no quería, papá, pero fue  el hijo del teniente Recellado el que me lo dijo eso de hacer chotos.

—Pues para que otro jueves no te fumes la clase, vas a cenar hoy correa de cuero y cintaditas

—Ay, ay

 Vi regresar con cara de cansancio a aquellas monjillas que venían de velar a un enfermo cuando nosotros nos íbamos a acostar después de una noche de farra por las fiestas de San Juan.

Eran las Esclavas, y anduve por los hospitales de la Misericordia, el de los Coléricos que había por entonces un buen golpe dellos. Es la provincia insigne por médicos y los boticarios. 

Me he tomado un cuartillo de clarete con torreznos en el mesón del Vizcaíno ¡qué ricos!

El día de santo Matías cuando las noches igualan a los días y honraban a su patrón los perailes a 24 de febrero con buenos meneos al jarro y me ido a la romería de santa Ana el 26 de julio con los zapateros. No falté a misa mayor el Día de san Homobono. Este santo bendito  tenía la jurisdicción sobre los sastres y de sastres no anduvimos escasos en Segovia, que Quevedo les taimaba: “sastres vienen al infierno vamos”.

En fin, me fui a las verbenas de verano en los jardincillos de san Roque donde me fumé mi primer mataquintos, en mala hora soy incapaz de dejar el vicio.

Allí había un hospital que llamaban de la sabana blanca regentado por los hermanos de san Juan de Dios, le curaban al vapor con sabanas muy calientes. En la villa y tierra al glorioso san Roque peregrino se le tuvo gran devoción, por lo de las bubas. “Arrímate niña que soy san Roque que si viene la peste que no te toque” subrayaba un picarón aire de jota popular.

Avisté en la dehesa boyal legada por el rey nuestro señor Enrique IV concentración de tratantes y muleteros de Cantalejo que se agrupaban en la explanada por las fiestas de san Pedro. Me entero que los frailes hospitalarios tenían una casa de acogida de peregrinos cerca de la Vera Cruz.

El Temple estuvo arraigado en la ciudad, dominaban las sabidurías gnósticas y conocían la rotundidad del octágono 6+1=7, que viene a ser la magia del número áureo, el Siete. O la plenitud. Excelso numero que nos lleva al paraíso.

No sabía que el bendito san Juan de Dios fue un soldado sin fortuna que volvió perniquebrado de  las guerras de Flandes, puso una papelería en Gibraltar que no dio resultado y andaba vendiendo libros religiosos, como yo, por Andalucía. Pasó mucho hambre, se metió a fraile, fundó una orden y eso sí que  resultaría, le llevó a este veterano militar portugués a los altares.

Segovia siempre ha tenido una buena relación con el arte de curar, había buenos físicos judíos y herbolarios como Andrés Laguna padre de la hispana farmacopea.

Aparte del hospital del mal francés había el hospital de san Antón que curaba el fuego sacro. De este santo fuimos los segovianos muy devotos, su fiesta del 17 enero nunca pasó desapercibida. Había tres aras que  le fueron dedicadas al anacoreta anatólico, nos informa e profesor Costa Arribas.

Torre Carchena, otro sitio emblemático ¿de donde vendría ese nombre? Seguro que de la carda. La carda es cárdena. A los perailes se les clavaba el huso entre las manos y aparecían con los dedos cárdenos Segovia siempre llevó la fama y cardó la lana. Estuve siete años bajo la sombra de esa torre ensimismada y no sabía cómo se llamaba. Llamábamos la Aceitera pero su verdadero nombre es Carchena.

Yo vi durante una tormenta de verano cómo por el conducto de cobre del cable tierra bajaban las centellas un día de san Pedro que hubo una tormenta. Echaban chispas los pararrayos.

Con la riada se anegó la huerta. Llovieron piedras del tamaño de un huevo. Quebraron los vidrios y se rompían las ventanas de los balcones del Mayor. Todos encendíamos una vela a santa Bárbara y recitábamos la oración de san Bartolomé.

JM Costa Arribas en su “Segovia olvidada” escribe que la Carchena se derrumbó. ¿Fue sustituida por ese chapitel de ladrillo visto, cubierta de pizarra y es ahora esa espira de lajas que da una prestancia inconfundible al skyline de la urbe romana?

La espadaña de la Carchena arrulló muchos de nuestros sueños adolescentes de grandeza en aquel colegio donde había tantos jóvenes soñadores y poetas, poseídos de altruismo; unos partieron a misiones a predicar el evangelio a lueñes tierras, otros se transformaron en catedráticos, médicos, economistas magistrados y otros se quedaron en humildes curas de misa y olla. Y otros, pecadores, nos echamos al surco. De vez en cuando viene bien una canita al aire o tumbarse a la bartola.

La Alcuza guarda muchos secretos nuestros, daba albergue a los tránsitos por donde paseábamos y rezábamos y era el techo de nuestras celdas. La torre herida por el rayo surge de nuevo su aguja enhiesta en desafío al escalpelo de las décadas.

El enlosado de granito abajo donde se estampaban las centellas y los rayos de las tormentas; era donde teníamos la biblioteca, y yo leí los primeros libros en aquella biblioteca de los PP Jesuitas; recuerdo un tomo de Luis Rosales y la Historia Universal de Cantú entre sus vitrinas.

El patio del claustro resiste rodado por las luces y las aguas puras de Segovia.

En cuanto al convento de doctrinos, yo mismo vi en 1961 cómo los dientes de una excavadora, ariete lúgubre, derribaban la capilla barroca donde se decía misa en tiempos de ejercicios espirituales cuando venían todos los curas de la diócesis y no había altares suficientes.

Los que no tenían altar iban a consagrar a los Doctrinos. Cuyo edificio se comunicaba con el seminario por un pasadizo secreto que otro y yo descubrimos.

En Los doctrinos vivían las monjas carboneras fundadas por don Julián García Hernando y el obispo Pérez Platero.

Una de las novicias era la hermana de Onésimo Monje un alumno de Martín Muñoz de las Posadas que luego se graduaría como radiólogo en La Paz. Fue la primera desbandada. Las carboneras se desperdigaron y ocurrió lo que cuenta Costa en este libro crisis de vocaciones, los frailes morían de viejos los noviciados cerraban y los últimos profesos morían, no hay relevo. ¿Decadencia o que variaron el rumbo los nuevos tiempos?

Me asalta un sentimiento lúgubre con la lectura de esta Segovia olvidada. Miré los muros de la patria mía. Pero esta es la historia.

Gracias al amor a la tradición y al apego al terruño, sentimiento innato entre nosotros, estas moles de la arquitectura religiosa, fundaciones para dar gloria a Dios o para convertirse en centros escolásticos, algunos se salvaron de la piqueta, pero otros no pudieron evitar la ruina convirtiéndose en carbonerías, hospitales militares, o en bailongos, casas de arrecogidas como las oblatas, cuando no, en simple muladares. 

Mucho hizo a favor del legado arquitectónico el marqués de Lozoya. En Segovia no se quemaron iglesias durante la guerra pero sufrieron el flagelo napoleónico (Santa Columba, san Quirce, san Román) ni tampoco el núcleo urbano sufrió los desmanes de los ensanches decimonónicos que acabaron con los recintos amurallados en las ciudades industriales.

Sin embargo, el inventario de cerca de un centenar de edificios dedicados al culto divino habla del carácter, místico de nuestra ciudad alta de castillos y tan torreada que parece una escalera de Jacob al pie de la sierra, y la importancia que tuvo el fervor religioso.

Estas construcciones fueron erigidas mediante donaciones particulares o populares y en ellas se plasma el fervor de los de abajo. No creo que hubiese ningún obispo arrimando material o picando piedra.

Las catedrales son la expresión del aliento de una fe y del sudor y el trabajo de hombres y mujeres sencillos. La popularidad de la devotio hacia san Francisco tiene por exponente que aquí hubo dos conventos de franciscanos, el uno de observantes y el otro de conventuales. Se llevaban a matar y Cisneros tuvo que llamarlos al orden. Otro de capuchinos y tres conventos de clarisas. El rey Enrique IV era muy devoto de san Antonio y el monasterio que mandó construir sigue funcionando en la actualidad. Los otros franciscanos cerraron pero se conserva la ermita de san Antonio el Grande en Hontoria. Allí por aquellos montes solitarios donde el monarca ultimo de los Trastamaras iba a cazar y dicen que lo envenenaron los parciales del obispo Carrillo el Complutense

 

continuará                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                              

 

putin pide a turquia devolver santa sofia al culto cristiano

Rusia insta a Turquía a devolver Santa Sofía a los cristianos

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La basílica situada en Estambul convertida ahora en museo ha sido reclamada por los cristianos ortodoxos ante el temor de que el presidente turco la convierta en mezquita. 
Ante la tensión existente entre Rusia y Turquía y la ruptura de las relaciones diplomáticas, Sergey Gavrilov, coordinador en el Parlamento ruso para la protección de los valores cristianos ha instado al presidente turco Recep Tayyip Erdogan a devolver a los cristianos ortodoxos la catedral de Santa Sofía en Estambul.
Este gesto, en opinión de Gavrilov, sería visto por Rusia como un gesto de buena voluntad y ayudaría a rebajar la tensión entre los dos gobiernos después de que un caza turco derribara un avión ruso SU-24 en la frontera con Siria.
El parlamentario ruso ha recordado, asimismo, a Turquía la inauguración en Moscú el pasado 23 de septiembre de la mayor mezquita de Europa. Inauguración en la que estuvieron presentes el presidente ruso, Vladímir Putin, Recep Tayyip Erdogan, y el presidente palestino, Mahmud Abás.
“Esperamos de Turquía que dé un paso para devolver la catedral a las manos de la Iglesia Ortodoxa de Constantinopla“, han sido las declaraciones de Gavrilov recogidas por RBC TV. Asimismo, ha declarado la intención de Rusia de prestar ayuda financiera para la restauración de la basílica.
Sin embargo, este gesto de entendimiento y de buena voluntad propuesto por el político ruso no parece encajar con la tendencia islamista de Erdogan que en los últimos años ha transformado las iglesias-museo de Turquía en mezquitas ante la alarma de la comunidad cristiana ortodoxa.
Ya en 2014, el viceprimer ministro turco Bülent Arinç sugirió la posibilidad de la conversión en mezquita de la catedral de Santa Sofía y fueron presentadas varias mociones al respecto en el Parlamento turco. Las voces de los cristianos se alzaron en Turquía en ese momento para denunciar una campaña de islamización que afectaba a los templos cristianos. 
La Iglesia ortodoxa ha denunciado en numerosas ocasiones la conversión en mezquita de cinco basílicas cristianas en Estambul que tenían el mismo estatus que la basílica de Santa Sofía. La petición de Rusia de que Turquía acepte devolver la conocida como “joya de Estambul” a los cristianos se enmarca dentro del intento de proteger el templo de su conversión en mezquita




Antonio Parra

Tres jueves hay en el año que relucen más que el sol: Jueces Santo Corpus Christi y el Día de la Ascensión. Aquel día en mi querida Segovia era la fiesta de la Ascensión día gris encapotado de nubes y de dulces cantos silentes del serafín de la dicha. Hoy a este lado de la Mujer Muerta y Siete Picos cúspides sagradas de mi niñez que yo veo o intuyo desde los campos de Brunete, campos de mi “vejentud” luce un sol espléndido de 56 años después y hoy es el Corpus la fiesta solemne de la Eucaristía que en griego significa sentir la gracia y estar en onda con la belleza. Eucaristías y eulogías en mi corazón. Eulogía es hablar bien. Prosperar en comunión con el Logos. El Verbo. In principio erat Verbum. Uno desde entonces ha sido un Eulogio que va por el camino mirando para la hostia que está perpetuamente expuesta en el corazón y que irradia fuego interior. El fuego divino ha bajado a la tierra y estará con nosotros hasta la consumación de los siglos. Este misterio ningún mortal después de Juan Evangeliksta supo traducirlo a palabras de hombre con tanta acucia y perspectiva como Tomás de Aquino. Teología global. Punge lengua gloriosi Corporis Mysterium sanguinisque pretiosi quem in mundi pretium fructus ventri generosi Rex effudit gentium (canta lengua mía el misterio del cuerpo glorioso y de la Sangre que el Rey de las naciones hijo del generoso vientre de una Madre derramó por rescatar al mundo). Mis amigos de la infancia se llamaban Toñi Merceditas Rafita José Luis y mi hermano Javi. La vispera de aquel día la recuerdo perfectamente. Era un dia de calor. Toñi rafita Merche Jose Luis Casado y yo mientras todas las campanas de las cuarenta y tantas iglesias de Segovia repicaban a gloria jugábamos a la malla por entre las peñas del Río clamores. Todavía había neveros blancos en la sierra y hacía calor. Al abuelo Benjamín lo recuerdo sentado en la terraza de aquella casa de Valdevilla recién estrenada. Había traído una cesta de guindas recién cogidas del huerto y pan blanco reciente.

-Ten, hijo, todavía puedes comer hasta las doce de la noche

-¿No peco abuelito?

-No pero tienes que ser bueno y bien mandado.

-Sí.

Aquella merienda fue exquisito yantar de dioses con un corrusco de la hogaza recién encentada a mano al lado del querido abuelo Benjamín que se había echado la boina sobre los ojos perezosamente para resguardarse de los rayos de Apolo que doraban los pretiles del puente romano y proyectaban resquicios lumínicos entre las hojas de la acacia joven. A partir de la medianoche no se podía tomar ni un vaso de agua y la norma del ayun era guardada religiosamente en la católica españa que yo ahora añoro y tan es así que algunos sentían escrúpulos si por descuido habían ingerido algún alimento y cometido sacrilegio. Me desperté casi al alba y en el comedor estaba la sorpresa: mi traje de primera comunión que había hecho para mí a la medida Blas Carpintero el sastre de Segovia de oprigen judío por cierto y al que recuerdo su calva su gran nariz y sus dedos expertos y acariciantes cuando me tomaba medidas. Tan locuaz y buena persona y unos anillos de oro en sus dedos que debían valer una pasta. Por aquellos día el sartorial menester de los alfayates daba para una posición acomodada Era un traje blanco con capa y bordados. Todo era blanco y puro. Una buena capa todo lo capa pero aquel traje de mi primera comunión que me sentaba que ni pintada no tapaba sino que enseñaba un niño puro y feliz. Blanco de arriba abajo. Blanco hasta los zapatos: la corbata pajarita, el chaleco, la camisa, el cinturón, el pasador, las presillas. Todo. El señor Casado y la señora Henar los padres de Mercedita vinieron a participar ver salir de casa al comulgando.

-A ver si nos ensuciamos eh.

Y con las mismas nos encaminamos a pie toda una comitiva de quince o veinte personas porque me acompañaban mis padres mi abuelillo Benjamín mis tíos y mi hermano Javi que iba vestido de marinero y que recibió la primera tunda de mi primera comunión que no era la suya pues no se le ocurrió otra cosa que meterse en un charco y ponerse perdido el traje de marinero. Se puso a llorar y a decir:

-Yo quiero ir primera comunión como mi hermano

-Déjale que está burrísimo.- dijo mi padre dándole un pequeño azote en el culo pero con lo fuerte que era mi padre y lo gorda que tenía la mano de cuadrar piezas de artillería en los campamentos una caricia suya era como la confirmación del obispo.

-Tira palante.

-Yo quiero ir de primera comunión con un traje como el de mi hermano.

-A ver si te callas, Javierito que si no cobras

Cuando llegamos a la iglesia de los claretianos el atrio estaba lleno de familias acompañando a los comulgantes. Bendito jolgorio infantil.

-La vela ¿Habéis traído la vela, chiquitos?

-No.

El señor casado el hombre otra de las personas buenas que jalonaron mi infancia [era brigada de Artillería] fue arreando a comprarla a una cerería. Las cererías abundaban en Segovia por aquel entonces pues éramos católicos a machamartillo y nada de cultura laica. Y con aquel cirio en la mano me acerqué por primera vez al altar. Recuerdo la misa, el sonido del armonium, los cantos como el “Cerca de Ti Señor” el fulgente retablo, las casullas blancas de los oficiantes y las dalmatitas y gorjal de los diáconos y sobre todo la mirada piadosa de la Virgen. La iglesia estaba atestada. De la mano del Padre Sanabria que fue el padrino de todos y que aparece en la foto subimos a la grada y el preste era el rector el padre Alonso nacido en Urueñas y hasta el monaguillo que sostiene la palmatoria. Se llamaba Otero y era un pinta. La iglesia estaba de bote en bote. El padre Alonso nos echó una platica tan breve como hermosa. Habéis venido a recibir a Jesús y este cuerpo que acabáis de tomar os va a convertir en otros cristos. No entendí de todo bien la frase pero se me quedó gravada y desde entonces la vela, mi vela, la que me compró el sargento Casado a toda prisa, estuvo encendida. Luego el desayuno: café con leche y churros con picatostes. Mi madre invitó a todo el barrio. En aquella España las casas estaban abiertas las veinticuatro horas del día y todos éramos de la familia. Ah mi capa blanca, una capa blanca todo lo tapa. Que tape mis pecados. No la llevé puesta sobre mis hombros más que unas horas pero aun me abriga en los recuerdos de los cierzos hielos y escarchas de mi existencia. Ahora al cabo de muchos años entiendo perfectamente a napoleón, el introductor de la cultura laica, cuando vencido y desterrado en santa Elena le preguntaban:

-Mariscal ¿Cuál fue el día más feliz de vuestra vida? ¿Fue Austerlitz ¿Fue Egipto? ¿Fue el día en que vos entrasteis en Paris para proclamar el imperio?

Y Bonaparte movía la cabeza con tristeza a todas esas insinuaciones.

-No. Os equivocáis.

-Entonces ¿Cuál fe?

-El Día de mi primera comunión.

Lo mismo digo. Bendito seas, Señor. Aquel día de cielo gris y nubes bajas llegó hasta mí envuelto con este recordatorio que subo aquí el cayado del Buen Pastor y la Túnica bendita el olor a rosas. El sabor a guindas del huerto de mi abuelo, el traje blanco. Fue un jueves que lució más que el sol. Aquel 22 de mayo de 1952. y mi hermano Javierito cobró.

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