SE FUE LA CHICA YEYE
Ayer dimos tierra a la chica yeyé una vallisoletana
nacida en Larache padre militar brigada de Caballería. Comió los chuscos del
cuartel. Las primeras novias, las primeras crueldades, en casa a las diez. En
el arma de Caballería los sargentos del regimiento San Quintin que así se
llamaba el cuartel de su padre tenían a su disposición machacantes con el gorro
o chápiro sujeto con barboquejo contra viento y marea. Asi no se les llevaba el
aire. Era el cuerpo más ilustre. Desde que no hay caballería las guerras no merecen
la pena, perdieron interés. Minifaldas y muslos a tope. Mostra il cop ma non toto que decía la Lozana andaluza. Su amor por
Paco, ay Paco. Vida triste la de las cómicas pero hay que acomodarse al signo
de los tiempos. Algunos de nuestros chicos siguen aferrados a la macrobia que
es una enfermedad ocular que les hace ver los objetos sobredimensionados. Yo prefiero
la macroscópica que es echar un vistazo a lo que acontece. Luego se saca el tuétano
del hueso so pena de caer en el vicio de macrología iterativa y prolija dando
vueltas y más vueltas a la parva. Concha Velasco comió chuscos del cuartel y se
vino a Madrid a hacer carrera. Quería ser artista. Descanse en paz. Muere una época.
Fue la chica de la cruz roja. La novia en que soñamos todos cuando éramos
estudiantes, cándidos, melifluas, románticos, ilusos, no sabíamos nada de las
vueltas y revueltas del cruel vivir. Concha llegó a la cima pero otros y otras
quedaron en el camino