MATEO ALEMAN Y SU
OBSESIÓN CON LOS SOLLASTRES LOS GUISANDEROS VEEDORES BOTILLEROS Y PINCERNAS
Y OTRA GENTE DE LA SISA
Leyendo a los clásicos
me doy cuenta de que la naturaleza es inmarcesible. Cambian los tiempos, nuevos
inventos, otros políticos, pero el hombre sigue igual. Ha empezado el
farragosto y en Madrid nos torramos en la canícula. Cuarenta grados al
tostadero. La prosa de Mateo Alemán sigue tan fresca como el agua de un botijo chorreando
vida española cuatro siglos atrás. Si Quevedo no podía ver a los sastres el
autor del Guzmán de Alfarache la emprende contra los cocineros y rancheros
guisanderos y pirulos que preparaban las grandes cenas de palacio de las cuales
estaban las sepulturas llenas. Si viviera ahora le daba un pasmo, la alta
cocina logra los primeros puestos de la estima social. Está entreverada con el
dinero. Ahí tenemos a Aguiñano el vasco cuyos chistes no soporto y sus platos
menos a ese catalán de la cara cuadrada de Master Chef que da de comer a los
famosos y entretenidas de la tele. Los españoles andan de buen año. Llenan la
andorga y pregonan sus exquisiteces culinarias. Antaño sólo manducaban tasajo
sopas de ajo algún rábano y los judíos adafina. Nos hemos vuelto sibaritas
golosos y dados a la ociosidad que es madre de todos los vicios. La gula cuenta
con grandes predicadores y para algunos es un sacramento. Andamos confundidos en
behetrías y acariciando a la gata de Venus que se nos escapa del regazo cuando
escucha la carrera de un ratón sobrancero. Por la tele habla el quico es un grandísimo
bellaco y los periódicos de la MSN mintiendo más que hablan sobre la guerra de Ucrania no
dejan raso ni velloso. Pero ya lo decía Hipócrates. esto no es nuevo. Ars lunga
vita brevis, las apariencias engañosas y
el juicio difícil. Deme usted cuarto y mitad de criadillas señor Carnicero, a
ver si se me empina que los tengo flojo… A lo mejor es la próstata… no, no es
la próstata que fui al urólogo no más de un mes, téstome las cañerías, están bien.
Es tedium vitae. Abulia. Pocas ganas de vivir… Anímese, hombre que tocamos a
siete y una tuerta… ya.
La sollastría era oficio
vil. El más ínfimo de la escala en el Madrid de los Austria pero ahora ya ves. Los
grandes cocineros se han hecho millonarios. Reparten el bacalao de la crisis. Esas
señoras del estrado son el querer y no poder. Sueñan con bañarse en la fuente
de la fama pero Diana no les deja y para hacerse notar duermen con un solo pie
en lo alto del campanario como las cigüeñas y las grullas. Es lo que le
recomiendo amigo para salir de la crisis vista de halcón paso de buey diente de
lobo y hacerse el bobo