San Millán, la catedral de los arrabales (I)
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EMILIO MONTERO HERRERO
El patrimonio artístico cristiano constituye una parte muy importante del patrimonio cultural de cada nación y por tanto del patrimonio mundial de la humanidad. En concreto, en España el patrimonio cultural de la Iglesia es el 70% del total nacional.
Los que tenemos la fortuna de vivir en Segovia estamos acostumbrados a disfrutar de este soberbio legado, en el que sobresalen los magníficos templos románicos que han llegado hasta nosotros.
Con ser todos importantes, es el de San Millán por su belleza, dimensiones, calidad de fábrica y elementos ornamentales, el que merece ser destacado de tan importante grupo de iglesias. El marqués de Lozoya dijo que podríamos llamar a San Millán la catedral de los arrabales. Con sus 50 m de longitud y 20 m de altura hasta la cúpula, cuenta además con el valor añadido de ubicarse en una amplia plaza que permite su contemplación global a modo de templo exento.
Su construcción, levantada con sillería de piedra caliza, se llevaría a cabo entre 1111 y 1126, reproduciendo la planta de la catedral de Jaca a menor escala. Está compuesta de cuatro ábsides. Tres corresponden a las naves y el cuarto, un añadido posterior, a la sacristía. Cuenta con tres portadas, una en cada costado, y dos galerías de arcos porticados que se añadieron tardíamente a la fábrica principal. En las tallas de sus capiteles todavía se adivinan animales, temas vegetales y escenas bíblicas.
Dos persistencias aparecen como fundamentales en el origen de la arquitectura de San Millán. En primer lugar su torre, con 84m de altura, que pertenecería a una antigua iglesia de los moradores cristianos de la ciudad antes de la definitiva repoblación de finales del siglo XI. La otra persistencia es el lugar sagrado sobre el que se asienta, como muestra el descubrimiento de enterramientos bajo el pórtico norte desde el siglo I d. de J.C.
En el interior de San Millán encontramos tres amplias naves separadas por robustos pilares y columnas, con cubiertas sencillas en sustitución de la techumbre mudéjar inicial, de la que aún se conservan importantes fragmentos.
Los capiteles de las columnas ofrecen escenas del Antiguo y Nuevo Testamento, como los que representan a los Magos camino de Belén y la Huida de Egipto.
Los brazos del crucero se cubren con medios cañones y el crucero con cúpula sobre trompas de estilo califal.
Los brazos del crucero se cubren con medios cañones y el crucero con cúpula sobre trompas de estilo califal.
En el ábside central destaca su altar mayor, presidido por un magnífico crucificado del siglo XIII. Le acompaña la imagen de Nuestra Señora de la Piedra, que se venera en San Millán desde el siglo XIII. En el siglo XVII se levantó una capilla en su honor adosada al brazo derecho del crucero del templo y a continuación del atrio, con el cual comunicaba. La capilla tenía un retablo barroco, ante el que se encontraban cuatro lápidas de piedra de granito, que aún pueden verse en el exterior de la iglesia. Una vez desmontada la capilla, el retablo fue adquirido para el pueblo madrileño de Colmenar Viejo.
En una pequeña hornacina situada en el ábside central se conserva un pequeño fragmento de un hueso reliquia de San Millán, donado por el Convento de San Millán de la Cogolla en 1966.
Situadas a ambos lados de las columnas de la cabecera, se encuentran unas pinturas al fresco románicas que representan a San Julián, Santa Basilisa y a dos Apóstoles en actitud orante; y en el lado de la Epístola la aparición de Jesucristo resucitado a la Magdalena. Todas ellas de los siglos XII y XIII.
Las vidrieras de los ábsides son obra del artista segoviano Carlos Muñoz de Pablos. En el ábside central contemplamos las que representan a San Millán, San Feliz y San Braulio, de estilo románico e inspiradas en los marfiles de San Millán de la Cogolla, y en los ábsides laterales los símbolos de la pasión y cuatro letanías a la Virgen María.
En el crucero destaca un mural de inicios del gótico con tres temas: una escena de pastoreo en lo alto, San Cristóbal y un Calvario. A los pies de la nave central La Circuncisión de Cristo, pintura mural realizada por el artista segoviano Diego Aguilar, en 1585.
La parroquia de San Millán abarca hoy lo que en su día fueron las de Santo Domingo de Silos, Santa Columba y San Clemente, además de los conventos de San Francisco y los Carmelitas Calzados (actualmente Bankia), las iglesias de Sancti Spiritus y Santa Lucía, la ermita de San Roque y el Hospital de la Encarnación, situado en la calle de la Asunción, actualmente avenida del Acueducto, edificado casi enfrente de la iglesia de San Clemente en 1525.
San Millán prevaleció sobre todas ellas, absorbiendo sus feligresías, con las que llegaron también parte de sus archivos, objetos religiosos e imágenes, de la que es depositaria junto con sus propios fondos. El catálogo que atesora San Millán es, por tanto, muy extenso y variado.
En los ábsides laterales sobresalen las tallas de La Soledad al Pie de la Cruz (1930) y del Santísimo Cristo en su Última Palabra (1947), donadas a la parroquia por su autor, el escultor segoviano Aniceto Marinas.