ARRIANISMO Y MOZARABÍA
Cristo ayer y hoy. El cristocentrismo es eje de marcha sobre el que giró mi vida. En él con él y por él creo y espero y en Cristo nací y con Cristo quiero morir. Acabamos dejar atrás la era de Piscis, el pez y πισθις quiere decir también fe. Lo sustituye la de Acuario. Edad de la mujer. Tiempo líquido. Nos ahogamos en fluidos vaginales. Ellas son hermosas pero imperfectas. Los más ilusos creen entender que- las eras suelen durar dos mil años y antes de Piscis fue la constelación de Capricornio y los profetas de Israel- el cristianismo se ha terminado. Cristo desde luego les asusta a los globales. Pero Cristo está en la historia aunque los curas y la iglesia jerárquica no lo representen. Hay obispos zafios que cometen la torpeza, como ese monseñor Camino, de cohonestar la ley del aborto por el monarca. Si él firmó, él es el responsable. Quieren estar en misa y repicando. No se puede servir a dos señores. No. Amigo Camino, friegas fuera de tiesto. El que firma se hace responsable. Lo dice Santo Tomás en la Teodicea. Pero si hay obispos zafios o poco afortunados en sus manifestaciones – en circunstancias así lo mejor es guardar silencio cartujano- hay curas porros como ese de Toledo. El cual metía mano al cepillo para hacer guarrerías por Internet. Este tipo de curas díscolos o fornicarios nunca faltaron en la historia de la Iglesia. ¿Y qué? El arzobispo de Toledo tenía un presidio preparado para estos clérigos concubinarios o escandalosos. En San Torcaz estaba aquella trena. Allí estuvo el arcipreste de Hita y el de Talavera y también fray Francisco Jiménez de Cisneros. Éste no porque tuviera líos de faldas o de pantalones sino porque rechazaba la autoridad del primado, aquel obispo Carrillo que no paraba en barras, increíble y contumaz prelado del Renacimiento. La iglesia que vemos es sin embargo la aparente. Está llena de pasiones, insidias, politiqueos, cánones, soberbia y estulticia en muchos casos porque últimamente se acusa una baja de preparación en sus clérigos y no hay madera ni altura intelectual. Me interesa más la iglesia que ha mirado a Cristo desde los crismones, los pantocrátores, las velas, las campanas que anuncia la pascua, la liturgia que entona los kyries y lucha por vivir adecuadamente lejos del tráfago de las miserias humanas con los ojos puestos en el misal y en el carpe diem dejando que se crucen los años, las estaciones, los tiempos de bonanza y los tormentosos. Es una iglesia inspirada en la gran obra de Hesiodo Los trabajos y los días. Constituida por campesinos. Adscrita a la era de Pìscis. ¿Podrá adecuarse a la de Acuario y los tiempos de la rebelión de la mujer, de la causa feminista, y de ese non serviam luciferino? No lo sé. Pero estos días en mi Asturias he visitado no pocas iglesias muzárabes o visigóticas. Recogidas, copulares, formando parte del paisaje de los verdes prados en los cuetos y en los valles de la ribera del Nalón. Me ha admirado la gran trascendencia quedan estos edificios al misterios de la Encarnación. Al cristo humano. Es un Jesús cercano amable bondadoso que nada tiene que ver con el Yahvé terrible que habla en El sinai un dios al que se teme pero al que nunca se podrá querer. Tanto judíos como musulmanes pronuncian la palabra Adonai o Alá con miedo. En todas las iglesias orientales y el rito ortodoxo se atisba esta singularidad. Y todo se debe a un hecho que olvidamos. El cristianismo entró en España de la mano del Arrianismo y esta nación no fue católica hasta Recaredo y los últimos godos. En todos los templos había un iconostasio y pila de las abluciones, las oraciones estaban escritas en latín pero solían cantarse en griego. Y emanan de la visión de Arrio aquel diacono de la Beaupolis un arrabal de Alejandría que se atrevió a sostener una recia polémica con el patriarca de Constantinopla a costa de la procesión trinitaria, una de las cuestiones más oscuras de nuestra fe. Arrio decía que Cristo era Hijo de Dios pero hecho hombre y como tal procedía del Padre y fue por él engendrado. Atanasio convoca el concilio de Nicea para refutar su error. Allí se redactó el credo que hoy rezamos todos los cristianos tanto ortodoxos como católicos y protestantes, anglicanos, galicanos, etc.) Constantino que había declarado al cristianismo la iglesia oficial y la creencia verdadera tras la batalla de Puente Milvio no quería que esta disputa teológica arruinase las posibilidades del imperio pero a su muerte su hijo Constancio rehabilita a Arrio mientras Atanasio huye a Germania donde goza de la protección del emperador de Occidente, Constante. El dogma trinitario va a ser el fulcro de la palanca que ponga en marcha a toda una civilización pero mientras en Occidente conserva un aspecto intelectual en Oriente se humaniza a La Segunda Persona de la Trinidad, con todo su carácter soteriológico, con toda su carga de humanidad. Ahora entiendo por qué decía Agustín que es menester que existan herejías, que haya disparidad de criterio porque ello hace más viva a la Iglesia.
Así pues la mayor parte de las iglesias asturianas conservan ese aire de poderosa sencillez arriana y de familiaridad con El Salvador. Es una arquitectura por eso tan maravillosa y tan cerca de nosotros, un signo en medio del paisaje –y todo esto es muy esotérico- de que Jesús estará con nosotros, que no se acaba la historia, a pesar de los obispos torpes, los curas porros como el de Toledo, y los políticos como Zp y otros arquitectos del gran diseño que quieren hacer pasar la apisonadora del rodillo socialista sobre estas España desorientada en los tiempos de la general apostasía. No se van a salir con la suya
Lunes, 01 de marzo de 2010