2022-07-28

 

VIKINGOS II UNA EUROPA QUE CAMBIÓ A THOR Y ODIN POR JESUCRISTO

 

La primera vez que llegué a Cudillero creí encontrarme en algún pueblo de la Verde Erin o en puertos costeros del Este de Inglaterra como Whitby, Grimsby o Scourborough. Había tipos pecosos rubios como mazorcas. Las mujeres parlaban con su vecina de balcón a balcón con un acento cantarín que sonaba como una melodía. En los concejos del oeste de Irlanda oí hablar así. ¿Sois celtas? No. Son vikingos. Posiblemente. Los celtas fueron una raza indoeuropea anteriores a los escandinavos emparentados con los iberos que se asentaron en Gales o en Vasconia. Pero en esto de las razas constituye un galimatías en el cual no quiero meterme. Bástenos saber que blancos negros amarillos rubios morenos altos bajos gentiles y judíos todos somos hijos de Dios, aunque fuésemos entresacados del barro. De ahí nuestra fragilidad.

Efectivamente puede ser que los pixuetos tengan alguna ascendencia nórdica, durante la Alta Edad Media la costa septentrional de la península ibérica fue batida por piratas noruegos e islandeses. No se asentaron, pero dejaron huella. Tales asaltos eran más temibles que los de los musulmanes. Los moros difícilmente cruzaban el puerto de Pajares mientras los vikingos aparecían por sorpresa grandes navegantes en sus embarcaciones de madera de fresno nadie sabe cómo aquellas cáscaras de nuez se mantuvieran a flote en medio de las galernas atlánticas.

El cine y la imaginación popular pinta a estos salvajes desgreñados vestidos de pieles y cubierta la cabeza con un casco con cuernos. Sin embargo, no eran tan salvajes.

Poseían una sociedad bien estructurada su religión politeísta, su moral, el respeto a las mujeres como seres humanos, algo que les distingue de los griegos para los cuales ellas eran un medio de transmisión de la especie entremedias de los animales vertebrados y el ser humano.

Por el contrario, practicaban la poligamia y la poliandria. Su diosa Freya era la madre tierra o Pachamama de los indios.

 Esta tiene un monumento en Upsala se la representa por un gran clítoris al que accede un enorme falo. En el olimpo escandinavo (Vanir) reinaba Odín el dios del conocimiento que regentaba las aguas y se proclamaba arbitro del bien y del mal, el segundo de abordo Thor el dios de la agricultura y la fecundidad. Ty equivalía a Marte o dios de la guerra.

Todos los guerreros que morían en combate eran llevados a su altar en la Walhalla un enorme palacio con más de mil dependencias donde se administraba el Destino de los hombres: el Fatum romano el Schickall  germánico y el Sudba eslavo. Los poemas de las sagas hablan del padre Elda y el Canto de la Sibila sobre el juicio final o la Enajenación de Gifi. Todos ellos con una morada propia en la Walhalla.

Eran los dioses de estas tribus durante la Edad de Bronce. En los siglos octavo al decimo de nuestra era gracias a las predicaciones de san Patricio San Bonifacio y Cirilo y Metodio abrazan el cristianismo con tan viveza que Irlanda es proclamada la isla de los santos y a orillas del Volga un sueco se convierte en san Vladimir.

 Los noruegos rinden culto a otro de sus reyes santos: san Olaf. Incorporan sus mitos y creencias a la iconografía. El arte románico con sus arpías, sus obispos, sus sierpes y toda esa fantasmagoría en piedra está impregnado de esa trepidante imaginación nórdica sobre el juicio final y del hombre expulsado del paraíso.

No se puede entonces concebir una Europa separada de sus esencias y preeminencias cristianas. Hasta la reforma luterana y el cisma romano las sedes episcopales y los monasterios de todo el continente europeo fueron un baluarte de cultura y sabiduría.

 En todos los pueblos y ciudades se alzaba la torre de una iglesia con su espadaña desde el Cabo Norte hasta Tarifa y desde Coimbra hasta los Urales.

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