Osmogenesis y catolicismo. Ahora Roma huele mal
He regresado al viejo seminario de Comillas una escapada a la provincia vecina. Subí al Stella Maris donde jugabamos al futbol hoy es un jardín pero aun crei percibir aquellos canticos a la Virgen sabatinas de mayo. Olía a flores fragancia suavísimas del lirio y a castidad de los jacintos que adornaban el altar al lado de los jarrones. La osmogenesis es un fenómeno mistico. Sobrenatural noi confundir con preternatural que es lo contrario (el diablo tiene tanto poder que puede conseguir que exhalen fragancias místicas ciertas personas y ciertos lugares) hoy no hay osmogenesis que valga en nuestra Iglesia. A muchos curas y obispos les canta el alerón. Traigamos a colación el caso del obispo de Solsona que se ha enamorado como un burro de una divorciada que ejercía espiritismo escribía novelas eroticas y es posible que sea una de esas damas que muestran el conejo por la Red. No conozco a la ínclita tampoco al bisbe muy catalanista él partidario de la independencia que se fue a ver al papa romano directamente para no tener que pasar por el tramite de la Conferencia Episcopal. No sé lo que hablaría con el obispo de Roma pero a mi me gustaría traer a colación un suceso de mis primeros tiempos de reportero. Resulta que cenaban el arzobispo de Madrid Alcalá con el ministro de Educación a la sazón Ibáñez Martin muy carca él y sordo como un tapión pero aquella noche se había dejado en casa el sonotone. Empezaron a cenar. Monseñor había oído decir que la esposa del ministro estaba mala con gripe. Para abrir boca y no habiendo otro tema de conversación el arzobispo le cascó al ministro esta pregunta. Un camarero había empezado a servir la sopa:
— Señor ministro ¿Cómo está su señora?
Hubo un mal entendido. El ministro como no estaba muy fino de oído creyó que no le preguntaban por la parienta sino por le consomé.
—Muy buena y muy caliente, señor obispo, se la recomiendo a Su Ilustrísima de todas todas.
Dios la que se armó en aquellos arduos tiempos del nacional catolicismo. La anécdota le viene al pelo a este reverendísimo prócer
del independentismo y del catalán nacional catolicismo.
La fornicación es el gran enemigo del clero. Monseñor Vendrell viene a ser un don Fermín de Pas a la moderna la historia de una pasión entre la mujer del regente de Oviedo y un alto personaje de la curia episcopal y que por lo visto luego alcanzaría la plenitud del sacerdocio, el orden episcopal le fue concedido. Para más recochineo el obispo de Solsona ejercía el cargo de exorcista. Yo nunca he creído mucho en los exorcistas pero sí creo en el diablo presente en la historia cuyo tufo asalta mis narices todos los días a pesar de mi anosmia. Perdí el olfato con el Covid mi olfato físico nunca el de periodista y España y la iglesia española huele a azufre, queridos hermanos míos que tira para atrás. Y sobre esto he escrito un libro “666 LA HORA DE LA BESTIA”- me gustaría dedicárselo a don Pancho-. Huelga la pregunta al obispo de Solsona sobre el estado de su barragana en la edad media llamaban a las mancebas del cura mulas del diablo porque a la vista está buen cuerpo buen culo y encima escribe de erotismo. El pobre prelado sucumbió a la tentación tiran más tetas que dos carretas. Yo añoro aquellas tardes de mayo en el Stella Maris cuando al subir por la Cardosa te asaltaba ese santo olor celestial (osmogenesis) de la Madre de Cristo efluvios de rosas, jacintos, retamas y la blancura del lirio. Un don de Dios la castidad. Pocos lo consiguen.