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GOBIERNO MUNDIAL ENTRE LAS GARRAS DE LA BESTIA
Prólogo
El
Monte Arés en Atenas era una eminencia sagrada que dominaba la
ciudad griega. Allí reinaban las nueve musas y plantaron su tienda
las amazonas mitológicas. El Monte Arés al que me refiero tiene
poco que ver con el círculo olímpico o el aeropaguita aunque para
mí conserve una naturaleza sagrada. Está en el norte en una región
que los romanos denominaban Betulia por ser lugar donde crecen los
abedules, un árbol al que adoraban los celtas por su piel blanca y
sus propiedades curativas. Este es mi refugio de mi vivir encalmado
despertado por el chillido de las gaviotas cuando baja la marea o
escuchando en la noche el silbido lastimero del búho. Las quimas del
lauredal cobran mayor altura de año en año a medida que yo
envejezco y crecen mis nietos. La escritura para mí es una fórmula
de combate contra la bestia, la que acecha fuera, y la que nos
hostiga dentro de nosotros mismos traspasándonos de incógnitas y
desde mi helicón particular en la falda del monte Arés enhebro
estas crónicas, canto estos solos, prorrumpo en mis paliques que
vienen a ser un responso por la buena literatura. Se trata de
hogueras fugaces y pertinaces, angarios encendidos en la costa contra
la invasión que se acerca. Canto a un mundo que se está viniendo
abajo con la judaización de Jerusalén, la fiscalización de
nuestras vidas y nuestras conciencias a través de la red que han
dejado de ser un itinerario virtual de comunicación para convertirse
en una aduana de control y un servicio de vigilancia. Cada mañana un
abedul adolescente me da los buenos días y me felicita por haber
alcanzado el objetivo haber sido escritor y seguir siendo español
sin renunciar a mis profundas convicciones de libertad en reacción
contra los convencionalismo, los tópicos, las ideas mascadas. Soy un
demócrata pero no se me hace la boca agua como a otros que se dicen
tales y sólo piensan en la alfalfa. A finales del siglo XX se ha
producido en España un regreso a los peores tiempos del siglo XIX y
por la carrera de san Jerónimo se pasea el espectro de Prim,
Espartero, Riego que va camino del patíbulo le dieron mulé en la
Plaza de la Cebada y hasta Rosita la Pastelera viene por la Puerta
de Alcalá. Trágico destino de España entre las garras de la bestia
y en manos de los Borbones. Aquí la historia contradiciendo el
axioma de Demócrito se repite más que la cebolla bajo la tiranía
de las cien familias que se reparten juego, dominan sus cacicazgos y
mangonean en sus cantones. No nos modernizamos por dentro aunque
aparentemente por fuera seamos tan” modelnos”.
Todo esto me ha llevado a revolver en el enjambrazón de crónicas,
artículos, pensamientos, historias y sugerencias sobre aspectos poco
conocidos del latir español a lo largo de casi cuatro lustros.
Quiero darlos a la estampa. El origen de estos escritos surgen como
protesta a la verdad unilateral que nos imponen los de arriba,
enhebrada por la mendacidad de un gobierno mundial que no se cohíbe
en perpetrar crímenes como el de la guerra de Ucrania o de asesinar
moritos en Gaza, que para el que suscribe es un auténtico rugido de
la Bestia, con sus artimañas. Se trata de un zarpazo a la ortodoxia
y viendo los informes de este conflicto un millón de desplazados la
actitud mafiosa deL Rey del Chocolate Prosherenko, la crueldad de los
soldados otanianos que se dicen ucranios me acuerdo que esta guerra
estaba escrita en los protocolos
de los sabios
de Sión los
mundialistas no inventan nada, carecen del poder de imaginación.
Están demasiado asidos a la tierra. Son el cuerpo de la serpiente
que se arrastra llenando los países de babas y lágrimas y
escupiendo constantemente contra la cruz.
Hoy
día de san Fermín de 2014 lanzo de nuevo este libro a los tórculos.
Entre las garras de la bestia es el compendio de la labor de muchos
años. Es miscelánea de crónicas, artículos y reflexiones en las
que estampo mis temores sobre el porvenir de España como nación.
Ciertamente estamos bajo las garras de unas fuerzas ocultas que nos
manipulan, nos engañan, nos irritan, nos confunden y nos humillan al
albur de un sistema político con nombre tan gaseoso como democracia
y que en realidad es un régimen de tiranía a escala global
inexorable e impenetrable. Un escriturista por todos los signos que
se aprecian alrededor nuestro a este sistema que descabala todos los
principios, leyes, seguridades y estamentos con el que el mundo ha
venido funcionando los llamaría el reinado del anticristo. Hasta en
las fechas de caducidad de algunos productos que compramos y en el
código de barras de los artículos viene estampillado el 666. Al
Apocalipsis sucederá la Segunda Venida y eso es un signo de
esperanza. He aquí una de las razones por las que me he decidido a
dar a la estampa estas reflexiones en defensa de la cultura española
denunciando sobre todo las manipulaciones con que las logias
masónicas, más fuertes que nunca, tratan coaccionar a la Iglesia
como consecuencia de la sustitución de la teología del holocausto
por la de la Encarnación. Las fuerzas oscuras, los lacayos de
Satanás mandan en el mundo. Se han propuesto borrar de la faz de la
tierra todo aquello que suene a cristianismo, a catolicidad, a
esperanza que están siendo sustituidos por el odio, el ateismo y la
desesperación. Entonces la pregunta es si el pueblo de Dios se ha
convertido por el gatuperio demócrata en el pueblo del diablo. Como
en el asunto Dreyfuss “yo acuso”. Estas crónicas al desgaire
desde mi Helicón llevan una intención de denuncia caiga el que
caiga. Y la lucha contra los heraldos de la mentira es mi objetivo.
Quizás nos aguarden fechas trágicas pero no hemos de tirar la
toalla. Habrá que perseverar y persistir en la demanda. La gracia
fluye latente cual raudal salvífico debajo de las cloacas.
(I)
LA
NOCHEBUENA DE UN KAROBO EN EL FRENTE DEL ESTE. CARTA A SU MADRINA
A
los veinte mil españoles que murieron en Rusia.
Posición
375 sección de Antiaéreos. Frente del Este 24 de diciembre de 1942
Querida
Aderita:
Recibí
tu carta ayer. La trajeron los del hipomóvil de la Comandancia. No
había podido hacer el reparto en siete días pues hemos tenido una
cellisca de las que hacen época. Estos sí que son tormentas y no
las del Bierzo. Gracias por los aguinaldos con el turrón y la
botella de coñac el detente/bala y la estampa del Niño Jesús que
hemos colocado en sitio preferente de la chabola y está Jesusín
hecho un sol y yo no sé cómo con esos taparrabos blanco puede
aguantar los treinta y dos bajo cero. ¡Cómo es Dios y todo lo
puede! No le harán mella ni las balas y lo que decía nuestro
general el otro día en una arenga que radiaron por radio Berlín:
fuerte será el invierno ruso pero más recia es mi raza.
Y
tan recia, ¡pachas! divino Niño lo puede todo Aguantar la helada y
la nieve que tapa los ojos, hacer callar por ser Nochebuena los
organillos de Stalin. Hasta parece que lo conocen, oye. De vez en
cuando nos lanzan octavillas en castellano muy bien escritas por
cierto y nos dicen mejor estabais, puñeteros, al brasero con
vuestras abuelas o junto a la estufa de un baile y no aquí.
Habéis
venido a defender a un tirano, el señor Hitler, pero un cabo primera
de la Plana Mayor gaditano ex legionario, agarró el altavoz y les
dijo en perfecto idioma de Pushkin que estábamos aquí en devolución
de visita. Que en Cádiz son así de cánidos mentales y que se
mueran los feos y tal y tal. Nos elevó un poco la moral pero la
verdad que no está el horno para muchos bollos y la tenemos por los
suelos... Ojala Jesusito haga un milagro. No estoy muy seguro de que
nos lleguemos a ver en carne mortal. Tampoco importaría mucho. Un
soldado no es nadie. Un número. Un nombre en una esquela, una
inscripción sobre una tumba con un casco de acero y en el vértice
dos palos cruzados. Si caemos en la tierra rusa quiero que sea por
algo y no estoy escribiendo mi testamento pero esta noche es Navidad
y se me amontan las congojas.
Si
me atizan en un fregao
estoy seguro de que tú pensarás en mí. Ah aquel chaval de Soria
que se fue a estudiar a Madrid Filosofía y Letras, luchó con los
rojos pues quería cambiar el mundo. Lo cogieron los nacionales y
para redimir la culpa se apuntó a la División Azul. Un chalao.
Un quijote. Un idealista pero no del todo mal persona. Un cabeza
loca. Que quieres te diga, Derita. A mí esta tierra no se si me
gusta o me disgusta pero me impresiona me embruja. Es tal y como la
pensé cuando leía a los maestros rusos en el caserón de San
Bernardo. Luego está esta naturaleza inmensa inabarcable. Pues
verás nos liamos a cantar villancicos como descosidos y después
llorábamos todos como bobos. Hasta al Teniente Müller- espero que
esta noche no tengamos fuegos artificiales y que los ruskis
no nos localicen con los focos de sus potentes trazadoras porque
entonces empezaría la caza del conejo, que atacan en horda y son tan
valiente y nos les importa morir, suena el pito de un oficial y todos
se lanzan a la bayoneta calada, una columna es repelida y entonces
salta otra y otra y la siguiente- que manda la batería y es un
militar prusiano de aspecto seco y que parece poco sentimental le
rodaban las lágrimas. El tapabocas también te lo agradezco y más
sabiendo que ha sido tejido por ti con una toquilla que era de tu
abuela. La botella de Carlos III nos la chiscamos en amor y amistad
fraterna.
No
me dio a tiempo a dejar un poco para luego pues cuando iba a la
escuela y me daba mi madre un pan y una onza de chocolate lo
mordisqueaba mucho tiempo y decía esto para después. Aquí no
tenemos el sentido del ahorro como comprenderás. Te pueden atizar un
tiro al momento siguiente.
El
cabo Seidenbaum escotó unas salchichas y varias botellas de
aguardiente del que por aquí llaman schnaps
junto con una botella de vodka que tomó de un ruso que hicieron
prisionero y alguien sacó una guitarra y una pandereta. Y fuera
penas. Dirás que somos unos borrachos pero no. Sin algo de calor
en él estomago aquí te arrices pues como te digo aquí hace mucho
más frío que en León. Dirás que por que té cuentos estas cosas.
Pues es que no te tengo nada que contar. Aquí sólo hay nieve y
nieve.
Hasta
los árboles se sumen debajo del talud blanco y se redondean las
casas de los enanitos del bosque como en los cuentos de hadas. ¿Es
Rusia el país de los cuentos de hada con leñador, trineos y mujiks
y coros que cantan como los ángeles? El otro día una panienka de la
retaguardia nos trajo dos panes de mijo y una icono del niño Jesús
pero aquí el Jesusito no está desnudo sino bien fajado y con los
faldones de cristianar como dice el Evangelio de san Mateo.
El
nuestro en taparrabos es más carnal y preciso. Pero ellos que
guardan su religión un poco por lo antiguo son más imprecisos así
que su cristianismo menos concretizado parece que llama más a la
puerta del corazón. Perdona que haga estas reflexiones tan profundas
y teológicas pero uno de loes efectos que he sentido del contacto
con el Frente del Este ha sido por tener mucho tiempo libre, todo el
del mundo, mientras estas de plantón, esperando a que llegue la
muerte, en esas cosas sagradas de la religión. Claro que me acuerdo
mucho de Dios. Sin embargo el teniente Weinmüller no es de la misma
opinión. Piensa que no hay nada después de esto…
Villancicos.
Cantamos La Marimorena y él Veinticinco de diciembre Bum Bum. Por
aquí también hay catalanes y lo entonaron en el idioma de su
tierra. Somos una sección mixta de artilleros alemanes y españoles.
Mi unidad quedó tan diezmada en los últimos días que hubo que
agrupar fuerzas. Nos entendemos como ponemos pero yo he aprendido
algo de alemán aunque casi me entiendo mejor el ruski que me parece
menos difícil y en esa lengua me sé varias frases. Una que nos
aprendemos cuando en las largas marchas pie desde Grodno hasta esta
zona que llaman la Rusia Blanca entrábamos en las isbas o casuchas
de los campesinos medio despeados y muertos de sed y de hambre y nos
salían a recibir niños descalzos abuelas sonrientes y pobres viejos
cubiertos de harapos. Y allí la cantinela de siempre. Y
menia isti ñiet karovo ni malieko que
quiere decir se nos han muerto las vacas no tenemos leche. Pero los
pobres nos daban a los soldados lo que tenían y encendían el
samovar y nos calentaban té con un poco de pan. Nosotros le dábamos
nuestras raciones. Les hacían mucha ilusión las cantimploras de
estaño de la Intendencia española. Pero les daba lástima de
nosotros.
-Por
qué no tenéis ropa de abrigo? Cuando llegue el invierno al Volga os
moriréis de frío.
-
Razón llevaba la babuska. Estos campesinos saben mucho.
Las
abuelas bondadosas nos persignaban en la frente pues así son
cristianas Aderita y eso no me lo suponía yo que nos había dicho
que eran los rusos comunistas y rojos perdidos. Pues no es cierto.
En las chozas aun en las más miserables había imágenes de Nuestro
Señor y de la Virgen. Tienen mucha devoción a la Madre de Dios que
llaman Blogodortisa. La, lamparilla encendida día y noche me
recordaban un poco el altar de mi pueblo cuando íbamos al rosario y
hacíamos genuflexión de rodillas ante el Santísimo. Los rusos no
se arrodillan, se inclinan y se hacen la cruz continuamente. Dicen
que para espantar a los malos espíritus.
Esta
buena gente me impresionó y me pregunté que hemos venido a hacer
aquí a esta tierra a sembrar la muerte y destrucción. Muchas dudas
me asaltan Aderita. Aquí hay un comandante Schmidt que dice que la
invasión de Rusia ha sido un error de Hitler. Que todos creíamos
que lo que había que cambiar eran la desigualdad de pobres y ricos.
Schmidt dice que el diablo se metió en la cabeza loca del Führer.
Y que esto es una chifladura suya que bien caro pagaremos todos,
sobre todo el pueblo alemán.
A
mí la verdad nada me hicieron los rusos pues aquí los comunistas
que había en España no los vemos por ninguna parte, son gente
humilde y llana y muy sufrida como los castellanos, claro que el
comandante Schmidt sólo profiere esas dudas cuando ya llevan en el
cuerpo cinco o seis copas. Y como para su camisa porque puede ser
arrestado.
Yo
soy el cabo pieza de un cañón que llamamos Ocho- Ocho. Me harté a
disparar contra los aviones rusos y alguno he conseguido abatir.
Luego sentía remordimiento. Me daban pena de los pobres que iban en
la carlinga. Eran soldados y jóvenes y con toda una vida por delante
como yo. Pero buena gana cada vez vienen más, son un enjambre. El
otro día sacaron a diez o doce de la Wehrmacht que estaban metidos
en unos pozos de tirador. Eran alemanes casi unos niños. Tenían
los pies congelados, se escucha el día y la noche la música de los
organillos de Stalin. Les paramos de momento pero al poco rato traen
refuerzos y atacan y atacan. Como condenados. Al son de los pitos y
pífanos de sus comisarios. Al fondo el cielo se tiñe de rojo. Y la
tierra nevada de sangre y destrucción.
Es
el infierno de Stalingrado, Ayer estuvieron pasando convoyes de
batallones destrozados de retirada. Eran infantes rumanos. Mal se
presentan las cosas, querida Aderita. Y yo mañana que es Nochebuena
cumplo 22 años. ¿A que he venid yo a Rusia, Dios? Una voz interior
me dice que para cambiar el mundo para hacerle mejor para defender a
España del Comunismo pero la verdad es que no lo tengo muy claro.
Todas esas son palabras huecas de un vanílocuo idealista como el que
te escribe.
Me
alisté voluntario en la División Azul. No sabía dónde me
llevaban ni adonde me metía, al principio todo iba bien y
avanzábamos casi sin pegar un tiro. Yo cogí un mal constipado y me
hospitalizaran en una ciudad que se llama Vilna. Me lo pasé en
grande pues conocí una muchacha y fue conmigo al baile un par de
veces pero al siguiente día al ir a buscarla, vi cómo la sacaban
de su casa unos policías de paisano con abrigo de cuero y cara de
muy pocos amigos. Recuerdo su nombre Ester, era judía y a mí por
“confraternizar con el enemigo” por poco me fusilan. Todo se
quedó en una orden de arresto de dos días en el calabozo y me
enviaron otra vez al frente. Por lo visto la Ester organizaba
partidas contra los alemanes. Las leyes de la guerra son terribles
pero no creo que la enchiqueraran por su raza ni por su religión,
sino por terrorista.
Ya
te lo he contado maja. Aunque no te conozco me pareces una chavala
estupenda y hasta pienso que si regreso con vida de esta ratonera me
gustaría pedirte relaciones. Estás muy guapa en la foto, tienes
una cara de buena persona. Mándame más. En fin tu estampa piadosa
me ha recordado otras navidades más felices y el niño me mira con
cara de ternura y hasta parece que me habla a mí solo a mí y me
dije Celerizo, yo te voy a ayudar.
Y
me quedo ensimismado contemplándole. Mis camaradas dicen que es un
Jesús muy bonito, los alemanes no tienen imágenes pero creo que son
también cristianos, no creen en el papa. Los domingos suele venir
un páter que creo que es luterano se pone un gorro muy raro y una
estola negra como la de don Saturnino el cura de mi pueblo y cantan
himnos y ya está pero no dicen misa como los católicos, sólo
cantar y los soldados los cantan con mucha devoción pues parecen
sentir muy adentro su religión más que nosotros. Para que te vaya
a contar si no son calamidades aunque así me desahogo.
Soy
el único que queda de los españoles porque han ido cayendo todos.
El jueves le atizaron a un asturiano que se llamaba Teófilo Muñiz
Salió a hacer del cuerpo el hombre y por lo visto se puso en un
sitio algo lejos de la tienda que no tenía desenfilada y le
arrearon. A Rodrigo que era mi mejor amigo un obús lo dejó sin
pierna y lo evacuaron a Riga. Pero esta muerte de Muñiz
impresionó. Murió en mis brazos. Llamaba a grandes voces a su
madre y a mi se parte el corazón. Madre…madre…madre. Y el eco
clamaba cual voz en el desierto por la inmensa estepa, retronaba su
voz moribunda. Madre, madre ¿dónde estás? Dios le tenga en su
seno. Pero ¿por qué no baja? ¿Por qué no hace algo ese Dios que
dice que está con nosotros? Lo pone un letrero que llevan aquí
todos los quintos en la hebilla de su uniforme: Gott
mit uns.
Aderita,
me dices en la tuya que no haces más que rezar por pues esas preces
me vienen bien. Tus velas a la Virgen del Camino han dado resultado
aunque pienso que salgamos enteros de aquí va a ser un milagro y de
los gordos. Madre. Madre y las voces que pegaba Teófilo eran las
mismas que otro asturiano también amigo del alma que se llamaba
Agustín al que atizaron a lo tonto y a lo bobo. Era también muy
fraterno. De Cudillero. Me decía que tan pronto acabase la guerra
me convidaba a las fiestas de su pueblo que son por san Pedro y los
marineros hacen una ceremonia muy ocurrente y chistosa que llaman la
amura vela.
Se
llamaba Agustín Fito. Si esta carta llegase a tus manos, yo
quisiera que se las remitiese por favor a su familia que vive en ese
pueblo dándole mis condolencias. De mi vida aquí poco puedo
contarte. Es muy monótona. Los días se parecen unos a otras como
dos gotas de agua. El único aliciente es la llegada de la estafeta
con la carta de casa momento feliz, que se mueran los feos, abajo las
penas. Lo demás comer y dormir. Uno se embrutece y no piensa en
nada. Sólo en sobrevivir pero las balas cuando vienen de a hecho,
como las cartas traen en el membrete tu nombre y dirección y hay que
recibirlas. Pero la que te ha de matar, dicen los veteranos, no la
sentirás venir.
¿Quién
inventaría las guerras Aderita? Todas son guarras las guerras.
Llenas de obscenidades. Parece que las prepara una gentuza. Son los
mismos de siempre. Los discípulos de Satanás los que no pueden
vivir sin verter sangre en el altar de Moloch. La verdad es que
cuando recibí felicitaciones de la Komandatur por haber abatido a
cinco cazas enemigos no me sentí un héroe, me pusieron la cruz de
hierro pero yo estuve de decirle al comandante que se metiera la
condecoración por donde le cupiera y si no lo hice fue por tenemos s
que me fusilen. Fue de pura chiripa mi coronel, respondía. Si
dijese lo contrario mentiría. También me pareció un despropósito
que condecoraran por el merito al valor al camarada que las diñó
mientras estaba en las letrinas. A título póstumo y muerto en
combate rezaba el parte… No me hagas reír.
No.
No me siento un héroe ni odio a los rusos. ¿Por que tener que
disparar contra gente que no conozco y nunca se han metido conmigo?
Velay mis contradicciones, Aderita bueno madrina, Felices Pascuas y
ojalá el año que viene de 1943 sea prospero y mejor que este
puñetero 42.
Estoy
seguro de que nos vamos a ver pronto tú y yo que guay vamos a hacer
buenas migas. ¿Te gustan los bambinos? Claro que te gustarán a no
ser que tengas vocación de monja. Reza mucho por mí y con el
Santo Niño Jesús de Praga, aprieta, maja en tus oraciones, que a ti
debe de hacerte caso pues eres muy buena, una santa. Lo necesito. Y
sin otro particular y desando la pasas bien la Nochebuena se despide
este tu amigo y admirador este Karovo que lo es. Tu ahijado de
guerra. Arriba España.¡ Viva Franco Heil Hitler!, Etcétera.
Fermín
Celerizo, sargento primero de Artillería
Frente
del Este.
Hasta
aquí la misiva. Llegó a mis manos porque lo primero que hizo el
sargento Celerizo cuando fue repatriado de Rusia fue ponerse en
contacto con la novia del muchacho asturiano que fue su compañero de
armas. Aderita, la madrina de guerra, se había casado con otro y
envió la carta a Fifi, creyendo que su ahijado había perecido en el
Este. Desde 1942 no había vuelto a saber más de él. Pero lo cierto
es que Celerizo, habiendo sido hecho prisionero, e internado de un
campo de concentración, consiguió volver el año 1954 con los
expedicionarios del capitán. Eran los últimos de Rusia. Los últimos
de Filipinas también. Unos locos pero gentes como Celerizo tenían
buena madera y que buen vasallo si hubiera buen señor. Esta epístola
desde el Frente Oriental encierra las claves de una bonita historia
de amor. Que desbarató una guerra. Malditas guerras. ¿Quién las
inventaría, leche?
La
carta del sargento Celerizo la encontré yo el otro día hurgando
entre los baúles traperos que hay en el hórreo de nuestra casona.
Era una carta amarilla de color desvaído por el tiempo que estaba
junto a otras e iban dirigidas mi tía Fifi que antes de estallar la
guerra hablaba según decía entonces con ese pixueto
que cayó en la estepa. Sentí una emoción intensa y miedo a
profanar el relicario de una triste novela. La tía Fifí se quedó
soltera. La conocí que venía a nuestra casa y muy cumplida y
ceremoniosa pues había sido educada para ser una señorita nos traía
el bollo de Pascua. De moza debió de ser airosa pero cuando yo la
conocí estaba vieja y algo encorvada. Pensé en Doña Berta la
protagonista de uno de los cuentos de Clarín que quedando para
vestir santos le guardó ausencias al único amor de su vida.
¡Demasiado romántica! Quizás el amor no tenga nada que ver con el
sexo. Pero Tía Fifí se volvió algo gruñona muy murmuradora y muy
beata. Había celado bien el secreto de sus amores. Nunca la vi
llevar otra ropa que no fuese de luto. Con respecto al sargento
Celerizo investigando sobre estas cuestiones llegue a saber que
regresó de las trincheras aunque con un brazo de menos. Le dieron
los del Ayuntamiento un puesto en Segovia y vendía caramelos,
periódicos y chuches. Debajo del mandil de menestral siempre asomaba
el forro de su camisa azul. Era una buena persona. Sin embargo en el
frente contrajo el vicio de la bebida. Los chaveas del barrio de
Santa Eulalia se reían de él y le ponían motes. Le tiraban piedras
a su chiringuito y decían:
-Borracho…
borracho, tío Braguetita.
-Si
voy-respondía-condenados niños os meto un brazo por una manga.
Lo
del sobrehúsa Braguetita le debía de venir porque ya de mayor
estaba algo de la próstata y tenía que salir detrás del quiosco a
hacer aguas menores. Fue un idealista. Un soñador y un perdedor.
Contaba historias extraordinarias de Rusia y cantaba con hermosa voz
de bajo. Una vez cuando yo era seminarista fuimos a entregarle un
aguinaldo como se solía hacer con los pobres de la ciudad por
Nochebuena. Nos miró a todos muy emocionado;
-Que
majos estáis curillas con esa sotana esa beca y ese bonete. Si yo
volviera a nacer me haría pope. Para entonar las letanías y cantar
en ruso el paternóster. Pope ruso. Nada de cura católico.
-¿Y
eso por qué, tío Braguetita?
-Anda
demonio. Cosas de la vida.
Era
un bendito de dios. Murió de una borrachera. Pero no lo hizo por
vicio sino para aliviar los terribles dolores que le ocasionó un
cáncer de próstata. El vino al fin y al cabo es sangre de Cristo y
él creía en la resurrección. Algunas tardes se le veía asistir a
las Vísperas en la iglesia del Salvador o en la de Santa Eulalia y
prosternarse ante una imagen del Perpetuo Socorro que había traído
del frente. Este icono luego desapareció o lo robaron. Era un cuadro
muy valioso y también milagroso.
Si
alguien le preguntaba que por que tenía tanta fe en aquella imagen
que era tan abstracta y tan poco significativa y no como la dolorosa
de Santa Eulalia que parece tan guapa y a la que le hacen todavía
más guapa las lágrimas que ruedan por sus mejillas de escayola el
sargento de artillería respondía invariablemente:
-Precisamente
por eso porque esta Virgen es más misteriosa.
-¿Y
a que viene usted?
-A
pedirle una buena muerte para que resucite con su Hijo al tercer día.
Yo creo en la resurrección.
Entonces
se calaba su gorra y se volvía por donde había venido.
De
ambas parroquias era feligrés. El sargento Celerizo después el tío
Braguetita era un bendito de Dios. Y murió como un santo. El vino le
ayudó a soportar el tormento de su agonía.
Viernes,
21 de diciembre de 2007
2
ALDOUS
HUXLEY
Anunció
un tiempo terrible sin demasiadas ternezas y pasó a los
neoinquisidores la mano por el lomo. Aldous Huxley habló para toda
una época anunciando la posibilidad de un mundo irredento de listas
negras y de nuevos propaladores de consignas y palabras al oído con
planchas masónicas sin tolerar el sarcasmo y convirtiendo en un
delito la alegría de vivir. Un tiempo en el cual la ironía estaría
penalizada por multas por los grandes sacerdotes y los encomenderos
de la persecución y la tortura utilizando fórmulas escritores de
confianza, sus rapsodas, sus pregoneros, sus políticos. ¿No estará
pasando eso en lo que antes era la vieja Yugoslavia – esto se
publicó en el Diario
de Burgos el 5 de
noviembre de 1994-. Aldous Huxley cien años cumple un apocalíptico.
Puede
ser que su efemérides harto incomoda y picajosa para los que andan
pregonando el fin de la utopía resulte irreverente y piensen
suprimirla porque asistimos a una especie de misa negra en la cual
se quiere ofrendar en holocausto a la inteligencia- esta ceremonia no
es sino un vestigio de las viejas ordalías medievales y de la quema
de libros en la plaza pública. Se trata de borrar la memoria de
rescribir la historia. Inane ejercicio porque de los palimpsestos
vuelve a surgir la letra erradicada el nombre incomodo. El nombre de
Aldous Huxley Londres 1894 – California 1963 es tan incomodo como
el de Orwell del que 1984 provocó muchas vestiduras desgarradas
entre los panegiristas de Reagan y de la Thatcher. Con su ironía
arde Huxley al igual que Eric Blair, el nombre real de Orwell, en
resonancia profética; denunciaron los abusos de una sociedad
superdeficiente bajo la vigilancia del Supercofrade con grandes
autopistas de la información yendo y viniendo donde la opinión es
tabú y casi no se puede pensar por cuenta propia en que surgirían
los grandes trusts periodísticos como meollos de la cuestión una
especie de juzgados de la verdad y oficinas de la noticia donde se
gestiona lo que ha de conocerse. Este sí. Este no. Quid
libet et illibet.
La sutil
manipulación de la cosa. Estos reinos de taifas se encuentran
regidos por auténticos midas de la comunicación muy arrogantes que
supervisan las ideas y las conciencias y cobran el barato del miedo.
En Francia empezó a surgir un nuevo individuo le penseur
en congé, el
periodista sin periódico. Vino uno y nos echó a todos. Empezó la
gran desbandada la operación de dispersión y de manipulación. El
gentleman británico una voz valiente que denunciara el caos frágil
de salud y medio cegato tuvo una visión de lince de lo que avendría
en el futuro. Como padre de la novela utópica científica. Un
mundo feliz no era
más que un sarcasmo pero hubo bastantes críticos que se tomaron la
obra en serio. Empezar a ser como si el pasado no existiese y por
supuesto el futuro tampoco existiría. Aldabonazo a la memoria. Cien
años después de su nacimiento la obra de este gran autor inglés
apocalíptico es un toque de advertencia a todos aquellos que tratan
de suprimir la memoria. La generación espontan4ea no se da en la
naturaleza. Tampoco hay el borrón y cuenta nueva a la totalidad.
Huxley intuyó la que se avecinaba con más de un siglo de adelanto.
Las libertades cibernéticas podrían sumir al género humano en la
mayor de las tiranías. Los poderosos utilizan “su libertad” para
conculcar la Libertad y esa Libertad pertenece a los otros aunque
ellos no la respetan. Tendríamos, en consecuencia, bloqueos
económicos, chantajes, invasiones. La comunicación instantánea por
defecto traería la incomunicabilidad pavorosa del ser humano. Y
entre los individuos las familias las naciones. Tiempo de tinieblas.
El regreso al buen salvaje y al Emilio roussoniano supondría la
aniquilación de dos milenios de cristianismo y todavía estaba por
llegar don cesar Vidal el pseudo que oculta su fe y acude a las
manifestaciones con un sombrero de rabino. El hombre un lobo para el
hombre. Prevalecería la fuerza bruta. Aquí nada de ideas.
Regresamos a la selva urbana haciendo tabla rasa de todas las
conquistas sociales en aras de un supuesto liberalismo económico
fomentando la fraternidad universal. Los negros llegarían a Berlín
con un cartel en la solapa en cuyo letrero ponía Europa el paraíso.
Y estaba por anunciarse la gran invasión de almadías pateras y
cayucos sobre nuestros linderos. Uno me dijo en las siete chimeneas
vendrán a morirse a nuestra puerta y aquel colega del gabinete de
prensa tuvo una inflamación profética de la categoría de Huxley.
La ley de la pirámide invertida el mundo patas arriba y la verdad
boca abajo. Este peligroso juego de borrar la memoria dio pábulo al
origen del superhombre nieztschianiniano. Critican a los nazis pero
estos sionistas mucho se parecen a ellos. Son hijos de la gran Z. Se
está creando un nuevo lumpen que es joven y urbanita. Es bueno que
haya muchos analfabetos. En la otra vertiente están los escogidos
people elected
los lacayos del sistema que rinden tributos y obediencia al
Supercofrade. Todos empezamos por entonces a hacer zapping y a ser
peleles del mando a distancia. La esclavitud a la carta. El nuevo
gulag de la aldea global que es aldeanísimo resentido lleno de
resquemores mal pensado y cuajado de vulgaridad que vive entre las
ráfagas de las luces de neón y el pretil de las frases hechas. Sus
vidas cuelgan sobre el vacío pero ellos se sienten a resguardo.
Sería por lo tanto un alto privilegio la probabilidad de pensar uno
por sí mismo. Ilotas informativos sin posibilidad de remisión.
Huxley no era un profeta del viejo Testamento. Por eso no utiliza el
furor de los antiguos iluminados sino el understatement
de los británicos para enfundar su mensaje en un envoltorio como
para no darlo demasiada importancia y para reírse tal vez de sí
mismo. Por más que Cela se mofe con frecuencia y con esa
socarronería suya tan de afilador garbancero. De los profetas que
según él cayeron en desuso en Huxley verdaderamente profeta
tenemos. La más grande tarea de un escritor es la de hablar en
nombre del futuro. Escribir ya los hemos dichos muchas veces tiene
que ver en gran medida con la corazonada o la genial intuición el
rasgo de humor y eso forma parte de ese quid
divinum que ha de
tener la profesión. Los escritores importantes continúan la labor
callada y cada uno en su medida y en su parcela de la Revelación.
Huxley
pertenecía a una escuela de grandes novelistas ingleses quienes
capitaneado por Wells encararon el futuro y ensalzaron la utopía en
sus servidumbres y grandezas con un poco de sorna. La literatura
inglesa aportó a la universal el periodismo, los libelos, la utopía
relacionada en lo protestante con el concepto católico de los
Novísimos. Tomás Moro y Robinsón en su isla. Swift y los viajes de
Gulliver. Belloc.
Chesterton. Orwell.
El robinsón en su isla del tesoro. Todos estos nombres reflejan esa
preocupación británica por el advenimiento de un tiempo nuevo y de
un mundo diferente. Fuentes que manan leche y miel. Ínsulas
baratarias. El dorado jauja todos a bordo del transbordador de Staten
Island. Aldous Huxley de formación científica plasma en sus
escritos el gran pesimismo de su generación esquilmada en las
trincheras de la primera guerra mundial: On
the Margin, Themes &Variations, Point Conterpoint, Those barren
Leaves son
producciones de su primera época. Sobre todo instaura la novela
política que se ha de trastocar en sátira de la vida contemporánea.
Novelas que constituían el aviso de un turbulento avenir según el
crítico G. Sampson. Aparte de Counterpoint fue relevante la de A
Brave New World
porque este título de novela es ya una frase hecha. Tampoco hay que
olvidar La Máquina
del Tiempo y el Post
master General.
En estas obras se hace una critica social pero se insiste en el
aspecto de la injusticia y la dominación de unos pocos que tienen
bajo la bota de la esclavitud el chantaje y la amenaza a unos
muchísimos y la conclusión es la misma que la de la Rebelión En la
Granja de Orwell: todos los animales son iguales pero algunos son más
iguales que otros. Se mantuvo en los precintos de las minorías y la
verdad es que sus novelas nunca alcanzaron los grandes tirajes. Se le
consideró una mosca cojonera que cantaba las verdades del barquero y
tuvo que exilarse a América. En realidad era un emigrante que buscó
en Hollywood un lugar al sol. La Metro Goldwyn lo tuvo en su nomina
como un lujo. Rara vez sus guiones fueron aprovechables pero de otros
se rodó alguna que otra película. Este disgusto con su patria
inglesa es algo que comparten gente de su generación en mayor o
menor escala: Maughan, Wells, Shaw, Bertrán Russell, Graham Green, a
los que les estomagaba la mediocridad y consistencia de la monarquía
inglesa. En especial con Isabel II en el trono. Murió en California
casi ciego a consecuencia de un cáncer en la lengua. Toda su vida
fumó en pipa.
“1984”.
ANTE UNA SOCIEDAD GLOBAL.
La
falsa paz que significa guerra y lucha interior, cuando nos lavan el
cerebro, responsable de la esquizofrenia del mundo actual
Ando
por estos días obsesionado con el irenismo de ZP y toda esa
filantropía de gaita y pandero que nos dice que “tó
er mundo e güeno”.
A eso lo llaman unos buenismo
y otros panfilia, seguramente porque nos ha llenado la tierra de
pánfilos que asoman la gaita por las encuestas con una media
sonrisa. Nuestro presidente es un buen chico y entiendo aunque no
comparta su proyecto maravilloso de alianza de civilizaciones, a ver
en qué para todo esto, que judíos moros y cristianos nos demos el
pico y convirtamos las lanzas guerreras en rejas de arado, como ya
lo vio y profetizó Isaías. No sé… no sé. Veremos a ver.
El
presidente español se está elevando de esta forma a un líder
mundial al poner en marcha la utopía. Mientras sonrie desde el
parapeto de sus cejas circunflejas y se coloca los puños de la
camisa estirando las mangas de su chaqueta. Tiene ese tic.
-
¿No estarás hablando de coña, Verumtamen?... Que se te van a echar
encima los de la COPE, Libertad Digital, EWl ABC, el País, todos, la
voz de su amo. Periodistas al dictado de su señorito y tú no eres
más que un pobre bloguero guitarrero.
-Desde
luego, Quosquetandem, algo sí. Que se mueran los feos. Yo voy a mi
aire, diacono de la verdad siempre canto el evangelio.
-
¿Y un responso por el mundo feliz?
-Todo
se andará, mi dilecto Quosquetandem. Ya sabes, amado discípulo, que
la sátira es uno de los fuertes de los filosos peripatéticos. Yo
creo ser uno de ellos. No se nos nota cuando hablamos de veras o
estamos de cachondeo,
AMANUENSES
Y FONTANEROS
Es
un mero fontanero y un amanuense al del dictado de otros. Estamos
tocando un mundo feliz con la punta de los dedos. Pero de este mundo
súper eficiente y al dictamen de las normas del Hermano Grande y
Gordo (el big
fat cat,
el gato cebón) los libertarios como yo lo vamos a pasar muy mal.
Pido
la venia e invoco la misericordia del Altísimo porque este proyecto
del gran diseño pone patas arriba mis convicciones de cristiano.
Estoy releyendo a mi maestro Orwell con el que trabé contacto en
Hull cuando pasaba hambre y me olvidaba de la gazuza comprando libros
de la Penguin.
Por
un par de chelines sacrifiqué una comida y me hice con dos de sus
libros imperecederos: 1984
y Animal
Farm.
El homenaje
a Cataluña siempre
me pareció inferior pues cuenta sus desdichas en el Frente del Ebro.
Pero
su pluma sutil e inconsútil de una sola pieza vuelve a frisar alto
en sus historias del vagabundaje In
and out London and Paris donde
refiere algo de su biografía como tramp.
Los
mendigos son figuras preocupantes que sin embargo rondan el cerebro
de todo escritor sobre todo si lo es de genio.
El
escritor de raza intuye que su vida puede acabar en la misma rue,
de pordiosero. Dios nos libre.
Muchas
veces indeliberadamente se coloca detrás de un personaje de su
invención y lo que está detrás no es ficción. Le va a pasar a él.
LA
PALABRA ES MAGIA NEGRA
Por
arte de birlibirloque por esa magia que tiene la palabra para crear
para intuir. El buen escritor adivina el futuro Aunque el oficio de
novelista tenga poco que ver con el de profeta arúspice o
quiromante, pero como el profeta habla en nombre de la deidad, como
arúspice introspección las entrañas negras de las aves cuando los
ánsares se ponen a graznar en el Capitolio como pasa ahora y ha
pasado siempre, y en cuanto quiromante tiene algo de brujo y de
prestidigitador que va a la caza mediante la palabra del aura
espiritual que dimanan todos los seres.
En
ellos el poeta encuentra el aura y surgen chispas. En esas estamos.
La soledad del literato, el abandono, la miseria y el hambre que
padecieron los genios.
A
veces escribir es un acto profético y en Orwell el derrelicto del
Embankment a orillas del Tamesis y el guerrero de nuestra contienda
civil que se preocupaba más que de las balas franquistas de su
petaca porque si le faltaban cigarrillos era incapaz de coordinar
las ideas ni de escribir un par de frases.
En
“1984” proyecta el mundo de hoy con sus ministerios de la verdad,
el double
talk
(doble lenguaje) y el new
language
(nuevo idioma) los ministerios de la Verdad y la presencia de un
poderoso gobierno omnisciente como los novelistas malos y
omnipresente como el propio Dios.
UN
MUNDO FELIZ, VIGILANTE EL GRAN HERMANO
El
Gran Hermano de la tiranía tecnológica y totalitaria. Los
“demócratas” (entre paréntesis oiga que yo no tengo nada contra
la democracia bien entendida que como la caridad empieza siempre por
uno mismo) se cabrean mucho cuando se les dice que Orwell no estaba
pensando en la sociedad al otro lado del telón de acero, puesto que
ya cayó el muro de Berlín y al Big Brother lo encontramos por
doquier. Sólo le falto a Eric Blair
un adjetivo; el de americano y ya tendríamos la reseña más cabal.
Es
el imperio el que tira del carro. El sueño global, sueño mesiánico
por otra parte, como lo fue el sueño católico de los españoles en
el siglo XVI plasmado en el soneto de Juan de Herrera de una sola
grey bajo el cayado de un mismo pastor. Lo que pasa el que el
American Dream es laico aunque América sea toda ella una nueva
religión, una forma cultual amén de un credo político.
Quizás
debajo de la chistera del Tío Sam o del pariente que escudriña lo
que escribimos por Internet, el vecino que nos espía (he
is watching behind the fence).
La
amante que no es nuestra amante sino una agente del gobierno, el jefe
que nos persigue, los compañeros de trabajo que auscultan nuestra
ficha y dan el parte si llegamos tarde jó que lío pero vivimos en
el silencio y el terror sonámbulos por los pasillos del gran
edificio que describió Kafka, otro que tal baila en la Metamorfosis
y en The
Trial.
NO
HABRÁ DE PENSARSE EN EL PROJIMO. LA CARIDAD BIEN ENTENDIDA EMPIEZA
POR UNO MISMO
Nada;
que a este paso nos vamos a convertir en cucarachas en un mundo feliz
donde hay que pensar por poderes y adoptar los modos y creencia que
se nos impone desde arriba vía imagen y propaganda. Todos somos
Wilson el personaje de esta novela que sube a su buhardilla
londinense con paso cansino y en cada descansillo se encuentra con un
cartel que le advierte:
-El
Hermano mayor te vigila.
Una
sociedad plana y sin conflictos eso es el irenismo, una herejía de
los siglos V y VI que se ha vuelto a poner de moda. Pero ojo que en
1984 se habla del control del lenguaje. De la doma de las palabras
para que obtengan otro sentido y semántica diferente a aquel para lo
que fueron inventadas y eso es lo temible y peligroso.
La
reducción de todo un idioma a una jerga de no más de mil palabras
como es el lenguaje coprológico neoyorquino, los analfabetismos
mentales, peores que el analfabetismo real, los cerebros bañados en
estupidez y en soap
opera,
el tialismo cultural [la tele nos quiere convertir a todos en tontos
de baba a base de sitcoms
y de películas made in Hollywood], la policía del pensamiento. Y
todo lo demás.
Cuando
escribió este tratado de sociología política novelada nos estaba
adelantando Orwell lo que pasaría en 1984 sino lo que está
ocurriendo en 2008 y lo que ocurrirá en 2010 o 2020. A medida que se
haga más fuerte la presencia de la tecnología será más aleatoria
la libertad de conciencia porque a lo que en realidad vamos es a un
totalitarismo a carta cabal, a un trágala sin contemplaciones.
Pero
eso no tiene la culpa ZP que es un gran intuitivo y un gran amante de
la libertad. Él se limita a poner música a lo que pone el libreto.
El gran demiurgo esconde la cara y utiliza caras y cimbeles y
testaferros. Lo mismo daría Zapatero que Rajoy o Galardón o Merkel
o Bush o Zarcosy, le petit
juif.
Que luego pusieron a Holland que es hijo de un rabino.
IRENISMO
TOTALITARIO LA FALSA PAZ Y EL GRAN ENGAÑO
El
alto mando se ha hecho invisible y es el que controla. Big
Brother is watching you. En
el pais que describe 1984 hay ministerios muy raros. Uno se llama
ministerio de la Verdad y otro el ministerio del Amor pero todos los
años se celebra una fiesta: la del odio en la que aparece el enemigo
del pueblo un tal Stein, un judío al que hay que golpear.
No
sé si Orwell estaba pensando en Big Laden cuando se puso a escribir
en el Londres de la posguerra derruido por las bombas de la
Luftwaffe. También se trata de un enemigo invisible. Quizás irreal
pero al que hay que machacar y sacudir como reafirmación de nuestro
yo. Orwell escribió su obra maestra durante un terrible invierno de
posguerra el del 45 en una isla escocesa, apartado del mundanal ruido
de Londres. Al año siguiente entraría en un sanatorio de enfermos
de pecho en Gales. Estaba tuberculoso perdido.
Dentro
de unos días será san Pelayo de Córdoba, el monaguillo del obispo
de Tuy al que quiso dar pol culo un califa resistiéndose el pobre
niño, y al grito de maricas y lesbianas de todo el mundo unios
invertidos bolleras y pederastas tendrán su fiesta laica y sacarán
a su santo disfrazado de arco iris por las calles de Chueca. Asi la
Virgen de la Paloma se nos convierte en transexual. ZP ha creado un
ministerio que nadie sabe para lo que es. El de la Igualdad.
Pujos
feministas que ya adelanta Orwell en esa mujer pálida y cara de
arpía pelambrera color de arena que le hace la vida imposible al
protagonista Wilson.
Es
la abanderada o alfereza del feminismo de batalla. Pervirtiendo el
lenguaje se consigue un trasunto semántica de la inversión de roles
y de valores. La homosexualidad acaba con la fecundación. Un mundo
nuevo. Un nuevo concepto de familia uniparental. Clonación de la
humanidad a gran escala.
TODOS
ESTAMOS MANIPULADOS. VAMOS A ACABAR EN UN PSIQUIATRICO SI LES HACEMOS
CASO A LOS SACERDOTES DE LA PROPAGANDA
Hijos
probeta. Manipulación genética y manipulación mental pero de todos
estos peligros lo más peligroso es la perversión del idioma. En las
escuelas ya no se enseña castellano. Se enseña lengua y por ahí
por esos textos manipulados por ese prurito de enviar a la hoguera
las viejas y hermosas palabras que duermen en los diccionarios es por
donde puede acabar el mundo. In principio erat
verbum.
Sin
embargo no hay que ser pesimistas. Höldering otro dichter
alemán visionario nos advertía de que las revoluciones de este tipo
dejan un sedimento positivo.
Y
Yeats se alegraba con ese algo nuevo nos ha caído. La hora más
escura
es la de la amanecida dicen los sefarditas. En tal contexto, todos
somos Wilson, todos somos Stein y nos tienta la rubia fláccida con
la cabellera terrosa. El diablo disfrazado de gobernanta-señora de
la limpieza- funcionaria del Big Brother-agente secreta - chivata. No
se puede decir miembro. Hay que decir miembra. No juez sino jueza.
El
Hermano Grande habita entre nosotros. Tanto nos ama que nos ha puesto
la argolla de esclavos en un mundo feliz sin castas ni barreras sin
permisos de residencia ni diferencias interétnicas. Un mundo feliz
revestido de entelequia. No es un paraíso sino una mazmorra adonde
bajan a golpearnos todas las tardes cien demoñillos borrachos.
También lo vio Quevedo como Orwell en sus Zahúrdas
de Plutón.
Las
utopías albergan un propósito bueno y edificante. No son malas de
por sí. Creo que este tiempo que nos ha tocado vivir es bastante
interesante.
A
muchos españoles se les vuelven los dedos huéspedes; no les gusta
Zapatero. Lo han hecho en burro de todos sus palos. Pero él no
tiene la culpa. Él sólo le juega con las cartas que le echan. A mí
sí. Con independencia de que esos ministerios de la Verdad y de la
Igualdad me parezcan peligrosa. You
ought to take the Good and the Bad.
No
todo es malo ni se va a acabar el mundo. Sonrían por favor.
Después
De Las Conmociones, Lucubraciones
Tras
las conmociones del Viernes de Dolores – las profecías empezaron a
cumplirse en los meses que aguardan a la gran traición- ojos claros
pero turbios se despacha a sus anchas en sus instintos e institutos
de venganza (give me
more). Calixta la
novia que tuvo neozelandesa con su cara de kivi y su voz atiplada de
cupletista pelirroja le gritaba aquella frase imponente, Moisés bajó
del Sinaí con las tablas de la ley en mano, y yo sólo soy un pobre
mortal, mientras hacían el amor en la scullery de su piso con
derecho a cocina junto a la estación de metro de Earls Court en
Londres. Oh Emiliano dame más. Me he quedado sin tralla “Me
dejaste a buenas noches”. Calixta criticaba la forma inconsiderada
que tenía Emilio de hacer el amor y su engorde. Se había comprado
unos pantalones en Marks&Spencer que le daban un aspecto payasil
muy holgados de cintura y desde entonces le puso el mote de
Emiliano Pantalones. Eran grises como la luz de atardecer que
iluminaba su penthouse de soltero en la calle Jardin de las Flores
entre Fuljana y Oca Brompton Load. Tenía yo ganas de huir y me uní
al gran corro de la desbandada. Me producía una cierta tristeza. Ya
venían, las vi yo venir, predicas incriminatorias, precitas
instancias. Iba a cambiar la tortilla y yo echándome aquellas novias
tan exóticas que a la hora de pedir no se cortaban un pelo. Dame
más. El personal no quiere saber nada de nadie ni de nada. No me
cuente usted su vida y en ese grado de insolidaridad estamos llegando
a los tiempos del 36 cuando los madrileños en aquel otoño
sangriento se paseaban por la Avenida del Quince y Medio (Gran Vía)
donde la zona de una de las aceras la de Telefónica estaba batida
por los obuses nacionales con un cartel en la solapa que decía: no
me cuente Vd su vida, ya me la sé.
El amor en tiempos de cólera que dijo un cursi pero yo voy a lo mío.
Me siento al volante y tira millas. Venga radiales, duro que te pego
horizontales de encintado vial de raya continúa. ¿Te motiva? Es el
cansancio aquel que te afligía como cuando viajabas desde Essex a
Yorkshire. 180 millas en la A1 en tu mini de color rojo. Parabas a
tomar un café en un pimpi y a hacer pis. Cuando un pueblo es
marrano, eso queda muy consignado en los servicios de las fondas en
el camino real. Y los ingleses son unos cochinos, pero los franceses
lo son aun más y los portugueses para de contar. Todo el país es
como si le olieran los pies. Huele a Fátima y a milagro. A
melancólicas cuerdas de fado. En España por lo menos una taberna
de mala muerte goza de las premisas de un excusado. Y eso es
civilización amigo mío y lo demás son vainas. Tenemos un pueblo
campesino los de abajo que se comportaba. Los de arriba, los condes,
los marqueses, Goya, Picasso, se afrancesaron y todos a mamar de la
teta de la loba capitalina y entre sorbete y sorbete prorrumpen en un
ay lo mal que está este país. Muy bien no vamos… tú come y
calla. Cuando hay movida a esta gran nación que se llamaba España
siempre le sacan las castañas del fuego los de abajo, los curas
trabuicaires, los chisperos, las putas. Y Agustina de Aragón puede
ser un caso. De ahí que el pistolero de Larra nunca me conmueve.
Larra era un señorito y escribía bastante mal. Y en afrancesado
pero cayó en gracia sin ser gracioso con sus cortes de traje a la
medida y sus tallas de lindo pisaverde. Pues no te digo, dándoselas
de entendida, el regalo de pedida de doña Ficticia al príncipe fue
El Doncel de Enrique el Doliente un folletón por entregas con traza
de novela histórica. Malos gustos literarios debe de tener esa doña
Leti. Cierto la tristeza tiene un color no puedo hablar no me
entienden acaso sea muda. No me cuente su vida oiga que es muy triste
no venirme con milongas. Llevamos unos cuantos años con las brigadas
del amanecer haciendo de las suyas y no es el cartero que viene a
traernos un giro o una carta certificada sino el polizonte o el
comisario que llega a ponernos una denuncia y nos ruega vellis nolis
acompáñame amos anda... pero tú que te has creído... predicas
infernales... ese doctor de las mañanas de la tele que debe ser del
hopos y va al copo con nuestras vidas pues lleva años y años en
antena no para de hablar de cáncer... harte el encontradizo o el
advenedizo que tú no te enteras leñes que ellos piensen lo que les
de la gana... tan tan.. ¿Quién? Abra. Un registro. Es usted ulanito
de tal.- yo soy domingo García Sabell el jefe. Tenga la bondad de
acompañarnos. Aguarde que me ataco los pantalones. ¿Puedo ir al
baño? Pues tendrá que hacérselo por el camino. Puro tramite. El
del mosquetón que te observa por la mirilla del mingitorio mientras
que tú evacuas tu vejiga. Una triste saca. Un maldito paseo al
amanecer. Billete de ida al reino del iras y no volverás. La vuelta
no se tarifa. Ni se expende. No existe. De los sencillos y de los
torpes es el reino de los cielos. Esa facultativa de ojos claros y el
culo gordo que archiva su ira y se pasa el día entero zampándose
tarrinas de chocolate. Por eso el culo se le ha puesto como un balón.
Facultad de que decía vuesa merdé. Reñidas oposiciones y hoy tocan
a fajina. El corazón amante. Caballero a sus manos y señora a sus
pies. Escucho en la distancia el largo pitido del tren. Pican al
timbre una madrugada de aquel verano en un inmueble de la Red de San
Luis y ya digo no es el lechero. Nos devoramos unos a otros. Nos
fagotizamos con tanta guerra civil.- fotos trágicas el máuser en
alto. El mono azul y la guerrera postinera recogen mal los
abultamientos de los senos de aquella bella miliciana y un falangista
en la cárcel de san Antón se le escapó un piropo a la vista de su
verduga: niña, te quiero tanto que contigo en el pelotón no me va
importar acudir al paredón, será una muerte dulce. Subían hacia
Cibeles desde el palacio de Buenavista y de gobernación las
camionetas del ejército de la verdad. Un comisario se llamaba Dapena
y nos van a liquidar igual que conejos. Y no le dará pena al gachó
mandarnos al otro barrio. Fue el que dijo éste sobra pues sí sobra
claro que sí. Lo malo es que había mucho más jefes que indios y
los que maulaban y coloquiaban que ya no se les pone gorda. En los
tiempos de la gran duquesa leonesa yo me lo monto con la señora
Maquesa ale. La Política no interesa y el que escribió el estatuto
prostituto se da aires de compinche y fuego fatuo. You
dont tell me fibs.
Pero si eso es el placer de contra en eso precisamente está el
misterio y la maula. Mañana es domingo de ramos y arranco pa Segovia
de estampida. Mis huidos y mis circunvoluciones tienen bastante miga.
El skyline de la ciudad donde yo nací me tranquiliza pero no es para
ponerse sentimentales sino para precaverse que de Segovia ni la burra
ni la novia ni el polvo las zapatillas. ¿Vienes pa muchos días?
Sólo a las procesiones, Fuencisla. Las hermandades, los cristos
rotos, el entierro de los gascones la torre de san Justo proyectando
su sombra en viernes santo contra la luna el rumor lejano de las
aguas del Rasemir, el bamboleo de los pasos y un cirio que arde y
otro que se apaga al penetrar en la zona de corrientes del azoguejo
que nosotros denominábamos el arzobejo. El diablo que aparece a lo
lejos con su tridente. La banda del regimiento marca el paso y los
gastadores estallan sus botas contra el cemento de la calle. La banda
de la academia ataca la Marcha fúnebre. Los prestes entonan el
gorigori en fa bardón. Un moro en cuclillas se acurruca respetuoso
cerca de las tapias del cementerio y él tambien ve el tránsito de
los pasos. El pueblo devoto canta Amante Jesús Mío. Las manolas
visten velo de luto riguroso y adornan su peinado con una peineta de
carey. Alguien con voz de borracho se arranca por una saeta. Sin
belleza no puede haber misterio. Tampoco cristianismo. Se acerca la
Venus victrix con su rozagante manto de dolorosa que porta en la mano
un arrastrapeplos. Todo esta bien drapeado por el que hizo el
planteamiento pero en esta noche hay alguien que nos estorba, las
fichas parece que se mueven y bailan los datos pero todo en esta
atmósfera respira intensidad y tiene lo que los alemanes denominan
spanung.
La novela es un concepto musical y eso mismo lo tiene ahora mismo mi
ciudad. Me arrojo de cabeza, me sumo en el oleaje de los recuerdos a
la busca de una cierta congruencia y del hilo de la fábula. Las
trenzas de Ariadna y su rubia cabellera las llevamos recogidas en
cintas multicolores. Me multiplico, he de hacerme ubicuo y gozar del
don de la bilocación con que el Señor favoreció a algunos de sus
determinados siervos. No he de tomar las cosas ab ovo, ni tampoco
perder la calma. Tengo que perderme en fárragos de burocracia
mientras las mucamas rumanas esperan el autobús en la parada de mi
barrio cuya marquesina se ha convertido en objetivo de los
gamberretes. Lo expliqué en un artículo que este vicio moderno de
las tribus se denomina clastomanía,
un vicio como otro cualquier, tan respetable, verbigracia, como la
del millonario que vive en los chaléts de abajo, los que vierten al
río y que rebusca en los cubos de la basura y los contenedores,
aquejado del mal de Diógenes, acumular y guardar en el nido igual
que las cornejas, pues eso. Ayer le vi al viejo bajar la cuesta de
los álamos subido en una bicicleta de carreras que seguramente no
mercó en la tienda, sino que es una de los muchos testimonios de su
pasión por la rebusca. Extrajo el triciclo de un contenedor. Ser y
tener. Tanto tendrás tanto valdrás. Los romanos tenían una cierta
pasión ordenancista. Suum
cuique, (a cada cual
lo suyo) decían pero eran muy superticiosos y no se fiaban mucho del
provenir cuando volaban las aves en dirección contraria y escuchaban
el dictamen de los arúspices asegurando esto va mal. La crisis. Pues
comamos y bebamos y bebamos que mañana viviremos. Al triclinio y más
tarde al vomitorio. El papado por ejemplo es una constitución
carolingia y la Iglesia como la literatura y su pasión por los
cilicios y las torturas mentales un cajón de sastre. Luego vinieron
a perfeccionar el sistema los visigodos con sus corregidores,
bailíes, paciarios
y el uso del sello y el balduque en los documentos oficiales. Desde
entonces todos los clérigos son funcionarios. En realidad es lo que
debieran ser los curas. Limitarse a su misión de funerales, bautizos
y matrimonios y poner nombres en los libros de registros. Cuando se
salen de esa misión específica ya empezamos todos a mear fuera del
orinal. Clericus del griego “kleros” que no quiere decir otra
cosa que patrimonio. Los límites son pues mucho más modestos que
nuestras pretensiones y si nos ciñéramos a la línea, si fuésemos
un poco más modestos, las cosas empezarían tal vez a ir un poco
mejor. Lo que pasa es que hasta el siglo XVIII trono y altar fueron
unidos y no andaríamos metidos en equipolencias tomistas ni de
discusiones a gritos en las salas de grados. A flor del suelo yace mi
realidad. El lecho o lectum era la siguiente pieza consecutiva al
triclinio porque de grandes cenas están las sepulturas llenas y el
lecho no era más que la tabla donde dejaban reposar el cadáver los
romanos. El descanso final. Pero desde la resurrección el sepulcro
está vacío y eso -¿lo es?- es una garantía de que nosotros
también resucitaremos. Ardua cuestión. Mejor no pensar. La muerte
debe de ser como una gran novela sin capitulo, sin espacios, sin
dialogo sin puntos ni comas ni punto final. Temo a la hinchazón post
mortem la tumefacción y luego los gusanos. La lanzada de Longinos me
hizo sentir sed. Sitio
y pedí a san Pedro que me acercara un vaso. Pero tú eres uno de
ellos. ¿Tú estás en nómina? Me dieron posca
mezclada con hiel. Lo
probé pero no lo bebí y he aquí que he muerto por asfixia como
morían todos los crucificados. Mi cabeza era un paquete de dolor. Me
coronaron con las ramas de una cambronera de púas aceradas y
erectiles. O vos omnes
qui transitis per viam videte si es dolor qualis
dolor meus.
En la caja de un cuerpo humano no puede caber tanto dolor pero yo
resistí hasta el triunfo de la resurrección. Tú, señor, pudiste
(eras el hijos de dios) pero ¿y nosotros, frágiles pecadores? En la
sabana santa quedan marcas de la hematidrosis de Getsemani y del
ziphus vulgaris que fue la zarza con se tejió la corona de espinas.
Un sacerdote tocaba el sistro en el altar de los sacrificios citando
a Jeremías y escupiendo para otro lado. Puaf... ese hombre. Nos vino
s aguar la fiesta. Tenemos que inventarnos otro holocausto- traedme a
Isaac y a un carnero. Se oscureció el sol, se hizo de noche, se
desencadenó un vendaval y el viento silbaba lúgubre entre las
cruces, el velo del templo se oscureció dice el evangelista. Velum
templi scissum est et omnis terra tremuit.
Tremuit. Latro de
cruce clamabat dicens:
memento mei domine memento mei dum veneris in regnum tuum. Dimas esta
misma tarde estarás conmigo en el paraíso le dijo el buen Jesús al
buen ladrón. No es extraño que después de este relato y de las
santas reliquias y marcas del santo síndone haya muchos hombres nos
hayamos enamorado del proyecto de Jesús en la historia. Porque fue
dios lo asesinaron porque era verdad cuanto decía lo contradicen. Y
no hay vuelta de hoja.
ORWELL
ESCRITOR DE ESCRITORES
He
vuelto a las páginas de Orwell estos calurosos y esperanzados días
de la Copa de Europa el pesimismo ambiente que nos embarga a los
españoles por lo demás tan inconscientes y vitalitas adoptando una
actitud frente a la crisis pastueña y resignada moruecos que llevan
entre los cuernos un cartel con la leyenda de “échame
pan y llámame can”.
La gran prosa de este escritor tan inglés y tan universal hace
evadirnos de los vaticinios apocalípticos sobre el incremento de los
impuestos el “corralito”, los hierofantes televisivos que nos
meten mano al pensamiento. He decidido no escuchar a Intereconomía
donde hay un fulano conductor de un programa de línea abierta apto
sólo para masoquistas y para los pobres viejos que viven en la
cultura de la queja que es como una burbuja. Moaning…
Moaning.
Nos queje usted tanto, haga algo, tome decisiones resolutivas. A mí
que soy algo judío y creo en la ley del Talión Dios me ampare y me
perdone si los sicarios matasen a alguno de mi familia, voy a por
ellos. No me gusta ser víctima, detesto a las plañideras pero el
locutor en cuestión parece un disco rayado contándonos la
desintegración de España, el derrumbe de las cajas. Quiere matar a
los viejos en la antigua radio de Serrano Suñer el ex nazi.¡Esa
boquita tuya de piñón, amigo Eleuterio Ramos, parece una escupidera
de sinrazones, una gárgola de odio y a un radioescucha de Málaga,
le dejó con la palabra en la boca! Modos absolutistas del hijo de
coronel.
Trato de escaparme del pensamiento único que anticipara Orwell. Los
que suponen que su “Granja
de cerdos” y su
“1984”
constituyen una sátira contra la utopía capitalista. Tiraba la
barra mucho más largo y se refería al mundo en 2012.
Antiayer, por
el contrario, y qué diferencia entre los tertulianos ingleses y
alemanes de los nuestros, presencié un debate televisivo en la BBC-
cómo me recordó mis años londinenses- dirigido por el gran David
Dimbleby
hijo de uno de los grandes personajes de aquella casa en el que los
participantes se quejaban de que la libertad de prensa se encuentra
en entredicho en el propio UK. La llegada de Rupert Murdoch y el 11S
acabaron con lo poco que quedara de libertad. Cargó a lo largo de
sus breves y azacaneados lances contra el Capitalismo,
Catolicismo, Sionismo y antisemitismo, Islam,
el Pacifismo,
el Comunismo,
el Troskismo.
No conoció en su hora el empuje revolucionario y casi demoníaco del
Feminismo
reduccionista que ha puesto del revés a toda la sociedad occidental.
Es muy de hoy. Tampoco el movimiento gay tenía en los años 40 el
predicamento de que goza hoy. España se ha convertido en un
laboratorio de este feminismo causante de la guerra de géneros. Eric
Blair únicamente conoció a la lucha de clases y al sufragismo. La
violencia doméstica poco arraigada en Inglaterra y si se produce
porque allí el matrimonio también está en crisis existe una
consigna de maquillar los casos de atentados en la intimidad del
tálamo y aminorarlos para que no cunda el efecto llamado al igual
que se trata de silenciar los suicidios pero en España a lo que se
ve existe un sentimiento morboso de convertir en primera página y
entradilla de los telediarios de asesinatos conyugales sin que los
noticieros se adentren en pormenores o analicen las circunstancias
desencadenantes. Culpando al varón nunca a la mujer. Está visto que
en España no podemos vivir sin terrorismos. La violencia de género,
numero y caso se ha llevado por delante a más gente que la ETA.
Conjuguemos verbos y declinemos pronombres personales. Esta sociedad
a la cual parece irle la marcha se desintegra en su célula más viva
que es la familia. Parece ser que eso es lo que se pretende. ¿Quién
gana de estos luctuosos sucesos? Los abogados y los bancos. Tragedias
cotidianas que los periodistas del duerno cuentan con la impavidez
del que se bebe un vaso de agua. ¡Qué horror! Pero seguiremos con
George Orwell. Escritor de escritores, que ha resucitado al inglés
inconformista y al comunero castellano que llevo en mí. ¡Viva la
rebelión en la granja! El gran porquerizo se ríe de nosotros, nos
trata como a cerdos, a patadas y observa si nuestros jamones son lo
suficientemente gordos y demócratas antes de sacrificarnos en la
toza.
ORWELL
QUISO HACER UN ARTE DEL PERIODISMO POLÍTICO
Todos
aquellos que piensen que la novela ha de ser un espejo que se tiende
a lo largo del camino como reflejo inerte e impávido de lo que se ve
y lo que se halla, lo que se trama, lo que acontece, cuando entren en
la apasionada prosa de Orwell se han de dar con un canto en los
dientes pues él es un anti Balzac que cuando se pone a escribir es
porque una rabia le conmueve o le abruma una rabia de denunciar una
injusticia o descubrir una mentira. Un libro para él ha de contener
un mensaje, una tesis, una quemazón interior que hace arder en el
alma solitaria y a lo mejor vanidosa de todo escritor un fuego
misterioso. Así que ni espejos a lo largo del camino ni hojas de
ruta ni omnisciencia ni otras paridas, que son artilugios para los
poco agraciados en este oficio donde abundan los romos y los
novelistas malos.
Esos
carriles decimonónicos con estar ya muy gastados y ser harto
aburridos siguen no obstante una herramienta de trabajo para los
escritores malos y acomodaticios Vg.: Vargas
Llosa
y tantos y tantos escritores ingleses o norteamericanos del momento
que llenan páginas y más páginas de los suplementos dominicales.
Sin embargo, del advenimiento de estas ranas literarias que croan al
borde de la charca George Orwell ya nos previno.
Son
los eternos compañeros de viaje, los comparsas de la orquesta y su
llegada ha ido en detrimento y desdoro del arte de las buenas letras.
keep
the Aspidrista flying… Put a spool ib Baodicea´s chariot
son frases que se me quedaron grabados de alguno de sus libros.
Consciente
de la era que le había tocado donde la política ancilaria de los
mercados, de los bancos y el gran capitalismo, Orwell se revela como
un animal político y también se rebela. Por eso lo pasó muy mal y
fue un incomprendido.
Murió
tuberculoso a los 47 años, fue un vagabundo por las calles de
Londres y de Paris y de tan fatal experiencia va a nacer su mejor
libro Down
and out London and Paris.
Fue
funcionario del Servicio Imperial de Su Majestad, soldado mercenario
en la guerra de España, periodista de la BBC de donde le expulsaron
bajo la sospecha de ser un agente comunista siendo así que no podía
ver ni al fascismo y el comunismo.
Fue
quizás para él un drama remar contra corriente y tratar de mantener
su independencia en una era de auges del totalitarismo en que había
que definirse; o se está con unos o con otros, o eres blimp
o antiblimp.
Al menos no había sonado la hora del “pensamiento único” y
consigue publicar a pesar de ser odiado por la “inteligencia”
británica que le llamaban el “vagabundo”.
Eric
Blair había nacido en la India en 1903 hijo de un civil servant de
origen escocés. No tuvo formación universitaria, no consiguió una
beca para Oxford. Fue autodidacta llegando a escribir quizás el
mejor inglés en prosa la más sólida de los años treinta y
cuarenta.
Empedernido
lector de largas horas, consiguió un trabajo como dependiente en una
librería londinense y en esta pasión por la lectura cuajó un
estilo, límpido, directo sin los floreos y arrequives usuales entre
los literatos de su generación.
Cinco
años estuvo enrolado con la policía montada de Burma y esta
experiencia le puso en contacto con la brutalidad y la corrupción de
sus camaradas con los nativos. De regreso a la metrópoli la
depresión del 29 le hace perder el trabajo, cayó en la pobreza y se
convierte en un “tramp”
en un “homeless”
de esos que hemos visto dormir en las calles de Londres entre
cartones.
Conoció
el sufrimiento cara a cara y vio la muerte de cerca en el frente del
Ebro donde le pegaron un tiro una mañana cuando contaba en la
trinchera un chiste a sus camaradas acerca de los consejos que daba
la policía imperial cuando una súbdita de su majestad graciosa iba
a ser violada por un local: aceptar lo irremediable:
-Just
close your eyes, keep your mouth shut and think of England
Fue
evacuado al primer hospital de sangre en Barcelona y egresó a
Londres. Su enrolamiento en las Brigadas Internacionales obedeció no
sólo a motivos de ideas sino a razones económicas como a tantos y
tantos mozos ingleses de su reemplazo en la cola del paro.
Ir
a la guerra de España, aparte de toda una aventura, supondría algún
dinero aunque muchos no volvieron para contarlo. De esta experiencia
nace uno de los mejores libros que haya escrito un inglés sobre la
guerra civil española: Homage
to Cataluña.
Narra
lo que vio: el gran desbarajuste, las luchas internecinas del bando
republicano y plasma su odio como miembro del POUM comunista hacia
los comunistas. Eric Blair es un autor genial pero lleno de
contradicciones. Sus simpatías hacia los catalanes a los que siempre
consideró españoles, habida cuenta del surgimiento de personajes
como Arturo Mas,
Pujol,
Rovira
y toda la patulea de grandes separatistas chocarían con lo expuesto
en sus libros.
Ve
en los nacionalismos una expresión de los demonios del siglo XX.
Caracteriza tales movimientos como inestables, irracionales,
xenófobos, pretenden que su lengua y que su raza son las mejores.
Son inestables y se hallan llenos de complejos racistas. Se declara
pro-judío y ridiculiza a los graciosos que en el music hall
devanaban chistes antisemitas. Sin embargo, advierte de los peligros
del Sionismo
que podría tomar el testigo del catolicismo como movimiento
nacionalista universal de cariz religioso.
Uno
de los escritores que más le desplace de su tiempo es Chesterton,
ese escritor cockney que cree que la religión romana frisa por
encima del protestantismo y el paganismo aunque no niega que el autor
del “Candor
del Padre Brown”
sea un novelista original con garra y con genio. Como muchos
británicos Orwell veía a la Iglesia Católica como un instrumento
de colonización espiritual. El Vaticano
fue para ellos una potencia extranjera.
Dijo
en su tiempo verdades de a puño y la verdad con frecuencia duele.
Sin embargo, gozó de la oportunidad de denunciar el estalinismo
cuando corrían los más crudos vientos siberianos de la guerra fría.
Él
no lo sabía pero contra lo que en realidad estaba arremetiendo este
lobo solitario era contra lo que vendría al final de la guerra fría
y tras la caída del muro de Berlín: el doble lenguaje y la dualidad
de pensamiento y el control del individuo merced a la introducción
de la electrónica en el mundo de la comunicación. Su gran libro
1984
no ha sido reeditado con la frecuencia que debiera porque es un
manual de usuario para saber lo que está pasando en un planeta
globalizado y unipolar.
No
convendría mantener a este gran novelista inglés en el ostracismo.
Es un maestro del arte moderno de la literatura aunque muy poco
convencional. Cada vez que algo le ponía de los nervios escribía
una novela yendo así contra toda la preceptiva del arte narrativo.
Fue un elegante periodista y escritor de escritores denso de ideas
que dio a la estampa esas grandes utopías que fueron 1984
y Animals
Farm
ARBÁS
LUGAR MÁGICO
Se
viene bien desde Busdongo corazón arriba entre gollizos gargantas y
desfiladeros que hablan de la sierra madre, torres románicas,
pueblos viejos del antiguo reino leonés que guarda perfumes mágicos
del arca sagrada de las españas. La tierra empieza a ascender a
levantarse, dueña de su empinación mítica pasadas las revueltas
pinariegas del Rabizo. Yo siempre paraba en la Venta la Tuerta a
desbeber y a dejar que se columpiaran mis niños. Habré hecho el
camino mil veces. La primera vez una noche de julio del 68 iba yo a
probar mi primer seiscientos galano y a ver a una media novia que
tuve en Oviedo. Aquel amor se ha muerto y ahora de vez en cuando la
llevo un ramo de flores blancas a su tumba un cementerio entre
castaños y cipreses sobre una colina vigilante del trajín fabril.
Tengo las sensaciones de aquel primer viaje metido en los cuadriles
de mi memoria. En Busdongo probé por primera vez la sidra y cruzado
el puerto paré en una romería que había en el pueblo más bonito
de la península ibérica por la vista y el nombre que se llama Flor
de Acebos y ahora en lugar de flores a María recuerdos y
melancolías es lo que llevo. Estos parajes de montaña siempre han
tirado de mí siendo una orientación o querencia inexplicable. Ya no
bebo culines como entonces y Flor de Acebos es casi una aldea
deshabitada razón la crisis la gente se va muriendo cierran las
casas se derrumban los hórreos y ya no se escucha el cloqueteo
musical de las lecheras que bajaban con la herrada a la cabeza
avisando al son de sus madreñas ay mozas de mi juventud ¿Dónde se
fueron que se hizo de tanto galán y caballero que fue de tanto
frenesí? Lo risueño del pasaje no cura mis melancolías esta mañana
de domingo manriqueño. Virgen de Arbás, ruega por ella, protégela
en tu dulce seno. Ahora no me olvido cuando paso por estos riscos de
encomendar su alma con un padrenuestro y me prosterno ante la tumba
de don Luis Menéndez Pidal el restaurador de este templo y que tiene
escrito sobre la lauda del arquisolio un impresionante epitafio que
dice: “líbrale
señor de la eterna condenación de la misma forma que él salvó de
la ruina este templo”
ARCEDIANATO
DE POLA GORDÓN (carta la Nueva España
Sra.
directora LNE
Gracias
por el artículo de la edición 14-V-2014 del ilustre archivero de la
catedral de Oviedo Agustín
Hevia Ballina
glosando un libro de Carlos Luque
Cabal
acerca de un tema poco conocido como es la adscripción a la diócesis
ovetense de buena parte de las parroquias del norte de la provincia
legionense: algo más de medio centenar.
El
hecho ciertamente se percibe por el acento del bable allí hablado,
así como por la estructura del románico rural de las iglesias de
aquellas aldeas reestructuradas durante el barroco siendo rey Carlos
III, o, antes, tal vez, ofreciendo singular parecido con los templos
y monasterios a la umbría de Pajares (campanarios de dos ojos en
lugar de torres como en Andalucía y ambas Castillas, exiguos
trazados, con antojana en vez de atrios en lugares apartados y
recoletos).
Hasta
la reforma cluniacense de Alfonso VII la archidiócesis ovetense,
según creo, era sede primada y su jurisdicción alcanzaba hasta el
Miño adentrándose en tierras lusitanas.
Toda
esta zona ofrece parajes bellísimos desde el Bierzo hasta Liébana
con importantes núcleos monásticos (Babia, maestros templarios,
los conventos del valle del Órbigo y Baños de Luna así como
Astorga, núcleo de la dominación romana) y toponimias excelsas que
hacen pensar en su pasado romano: Ponferrada, Riello, Villablino,
Bobia, Villarejo, Amio, Murias y otros enclaves situados a la
estribación de la cordillera cantábrica al pie de los Montes
Universales. En tales atravieses a la sombra de impresionantes
cárcavas, gollizos, y esas sillas de montar tamizadas de canchales y
cantos rodados, verdaderas autopistas por donde bajó el hielo del
cuaternario que dejaron los glaciares, se constituye el núcleo de
la “fabla” (bable) astur leonesa que se escuchó durante la Edad
Media de aquí hasta allende riberas del Duero, penetrando en
Extremadura.
Era
el idioma del antiguo reino de León con sus usos y costumbres, sus
fueros y sus instituciones jurídicas, su forma de aparejar y de
construir, además de una vestimenta con influjos moriscos.
A
los notarios se los denominaba “fiel de fechos” y las casas eran
construidas con galerías de madera por delante; adentro, el estragal
o tinelo pero con poca portada y sin corral; mas bien, la quintana al
lado de la casería. El almiar asturleonés y la corraliza sustituyen
al pajar que tanto les gustaba a los vascos cuando irradiaron su
hegemonía hacia Castilla.
Extremadura,
Zamora y Salamanca fueron la frontera prevenida en baluarte contra
la morisma por leoneses y asturianos.
A
diferencia de vascos y gascones, los astures no jugaban a la
pelota. En Asturias se ven pocos nidos de cigüeña y escasean los
frontones. Preferían los bolos y el aluche
(lucha leonesa) y con la unificación a Castilla se implanta el Fuero
Juzgo o Derecho Romano del común, una de cuyas notas más salientes
sería el decreto de las Cartas Pueblas para la repoblación de
yermos y baldíos otorgada por Alfonso X el Sabio.
De
la premática alfonsina surgen las cinco Polas ( Somiedo, Laviana,
Allande, Siero, Lena) que debieran ser seis porque al cupo ha de
unirse Pola de Gordón.
Remontada
la cordillera, encontramos la Puebla de Sanabria en la confluencia de
Galicia, Asturias, Portugal y Castilla la Vieja. Una de las regiones
léxicamente más ricas de la Península es la sanabresa.
El
bable que se hablaba en la región nororiental de Zamora, poco
estudiado, fue el gran cuaderno de campo de dialectólogos tan
avisados como el profesor Alarcos
de feliz memoria.
Una
de sus tesis se refería a la fractura del latín; sus diptongos y la
conversión de aspiradas y fricativas o viceversa darían lugar a las
variantes regionales. Vg.: multus
evoluciona a moito
en portugués, molt en catalán mu en bable y muy castellano; fecit/
fizo, factus/
feito; cordis/ cordial/ curaçao.
La
aspiración de la f como famis,
farina, fons,
es total en castellano (hambre, harina, hontanar) pero no desarrolla
en el asturleonés; fame, fonte, farina.
Es
un idioma, en cuanto al habla, riquísimo que desconoce la j y las
guturales fuertes traídas por los árabes pero muy pobre en cuanto
idioma escrito, carente de literatura (y sin textos que atestigüen
no se va a ninguna parte), sin hacer mención además de la
peculiaridad de sus variantes dialectales (un bable en cada valle y
en un tiempo en que las comunicaciones no eran buenas) y ello se debe
a que los documentos estaban escritos en el idioma de la Iglesia del
siglo IX al XII de la hegemonía astur leonesa.
Pretenderlo
resucitar sin un cabal conocimiento del latín que da estructura y
cimiento a las lenguas románicas es pegar palos de ciego. Por esto
pienso que el bable moderno suena un tanto artificial y de pie
forzado aunque no haya perdido su lozanía.
Lo
mejor sigue siendo la entonación de un idioma tan melodioso y
cantarín y con peculiaridades sintácticas como es la posposición
del pretérito indefinido y el articulo reforzando al pronombre
posesivo (el
mío pa… dixomelo anoche un paxarín,
etc) que se conservarán siempre.
Con
el gallego y con el vasco unificado ocurre otro tanto al igual que
con el catalán en liza con el valenciano y el mallorquín.
El
castellano no aparece hasta finales del s. XIII cuando ya campeaba la
fusión de los tres reinos. Es por lo que muchas de las voces en las
que se comunicaba el vulgo desparecieron pero la labor de la iglesia
en la aculturación y parcelación administrativa de esta región es
verdaderamente gigantesca.
Sin
los cartularios, los censos, libros de apeos, las tazmías, los
diplomas los documentos notariales de las donaciones pro anima, los
registros bautismales, nupciales y funerarios que anotaban
minuciosamente los sacerdotes de la iglesia latina, sería una
entelequia o vano ejercicio la labor de los historiadores.
La
iglesia trabaja de largo con esa parsimonia imperturbable ante el
paso del tiempo y ese “festina lente” de los pendolistas
monacales pulsando sus péñolas sobre los cuadernos de becerro en
letras capitulares y caligrafía visigótica, cantando el salterio y
rezando las Horas. Merced a su apartamiento y su distanciamiento de
las cosas del mundo quedó estampado en tales documentos el afán y
el trajín de un tiempo tan belicoso como solemne y entusiasmado con
la utopía europea. ¡Sublime paradoja! De ahí que se dijera que
España fue la cultura perfecta.
España
y algunos obispados concretamente el de Oviedo archivísticamente son
el país mejor dotado del mundo y la labor organizadora del clero,
ingente.
Gran
parte de nuestra grandeza cultural y ese poder civilizador se la
debemos a esos clérigos y frailes que vivieron y murieron en el
anonimato.
Es
por lo que el artículo del canónigo Hevia
Ballina
merece todo encomio como contribución a la verdad histórica.
La
división política en provincias que trajeron las constituciones del
siglo XIX es arbitraria y responde al talante ordenancista y
centralista del ideario napoleónico y de la Revolución Francesa.
A
mí me parece que no fueron como se debe colocados los hitos y
mojones de los limites. La división política no se compadece con la
diferenciación real de las comarcas. Las lindes eclesiásticas, por
ende, se adecuan mejor, tanto al paisaje como al paisanaje ,a la
estructura mental de una país o de una región.
Eso
se percibe cuando se viene a través de la N.VI: después de
remontar el Rabizo, dejando atrás la Venta de la Tuerta, percibes ya
el aire asturiano, notas la brisa del verde. Los edificios poseen una
estructura diferente, las casas con solana se dispersan por el campo.
Se cruzan bellos paisajes e iglesias con estructura asturiana como es
la ermita del Buen Suceso o el antigua priorato de Arbas (de “arva”
campo de pación en Lat.) datos que revelan un pasado glorioso que no
conviene olvidar en medio de este mundo sujeto a las intercadencias y
bandeos de la globalización.
Merece,
por tanto, la pena hablar de estas cosas en la salvaguardia de
nuestro acervo común, cuestiones políticas aparte. Enhorabuena por
su artículo, don Agustín.
lunes, 22 de marzo de 2021
RECOMENDACIÓN
DEL ALMA
Estuve
a la cabecera de un enfermo, una persona muy entrañable para mí
con el que compartí juegos de infancia y afanes. El Señor ha
querido llevárselo antes que a mí pero las lianas de la sangre y
del espíritu se estrechan más allá de la muerte. Son más
fuertes. Le leí la recomendación del alma. El escenario un
inmenso hospital de Madrid. Frío, aséptico, impersonal.
Escondemos la cabeza los humanos en gesto de avestruz y vivimos una
época en que nuestra suprema realidad, la muerte para la que
nacimos, es ocultada y ninguneada. Se presenta de improviso,
inoportuna, y cuando menos la esperamos, descabalando nuestros
planes y descabalgándonos de la querida vida. Pero está allí
presente. Ningún cura aparecía por allí. Es donde debiera estar
la Iglesia: a la cabecera de los moribundos, al lado de los
afligidos, en las cárceles, en las Barranquillas, cerca del que
sufre, haciendo un apostolado que hoy es más necesario que nunca y
no lanzando anatemas por mor de la Educación para la Ciudadanía,
predicando con el ejemplo - ya sé que hay una Iglesia oculta no la
oficial y jerárquica que se guarda “propter metum Iudeorum”
intentando ser correctamente política pero nuestros obispos
españoles debieran cambiar el chip y hacer lo que hacen en USA que
en eso los americanos, los franceses y los alemanes nos dan cien
vueltas tratando de acomodar su acción pastoral a los tiempos
laicos que vivimos y que bendito sea Dios y para honra de ZP no son
de persecución: ganarse a la gente, fundando emisoras en
monasterios donde se rece y se cante las 24 horas del día como
están haciendo los ortodoxos rusos y no micrófonos que ladran en
el éter de una España pagana y confundida pues hay pressura
gentium,
angor
cordis.
Y, si hay algún lector iniciado en las grandes verdades teológicas,
sabrá que no hablo a humos de pajas- por aquello de zapatero a sus
zapatos. En vez de seguir gozando de momios y de subterfugios. El
enfermo estaba sedado pero consciente. Alguna vez me sonreía
cuando, en castellano, le leía la papela de las grandes verdades,
la que no perdona a nadie y a todos nos aguarda en el último
recodo, impasible el ademán. Somos seres para la muerte. Para ella
hemos nacido. Pero la muerte no es el final y los creyentes en
comunión con la Resurrección de Cristo, nos preguntamos: ¿dónde
está tu victoria di? Mi primo es un tío muy bragado. Siempre los
tuvo bien puestos y no es que portase mucho por la iglesia, que su
padre era sacristán y acabó un poco harto y escandalizado de todo
aquello pero estas anécdotas accidentales nada han de ver con el
meollo de su fe vieja y trascendente. Fue un buen padre de familia
de conducta intachable que amó a su mujer y a sus hijos, un
currante en el camión desde las cinco de la mañana. Así que de
vez en cuando abría los ojos me largaba una mirada triste y una
sonrisa. Y trataba torpemente de santiguarse lo mismo que hacía
nuestro abuelo al que también vi morir. Agustín era un Galindo y
los Galindo suelen ser gente altanera de bastante coraje que no se
vienen abajo ante nadie ni ante nada. Una señora cuando me vio con
la estola roja empezó a blasfemar y a decir disparates diciendo
vamos hombre donde se ha visto. Aquí la gente tiene unas
tragaderas enormes para lo que tiene verdadera importancia y pone el
grito en el cielo cuando escucha cantar latines. El diablo hablaba
por boca de las incoherencias e improcedencias blasfemas de aquella
paisana pero yo muy por lo bajo y siguiendo las rubricas de un
antiguo sacramentario mozárabe que me dio un viejo cura amigo mío
le fui recitando las oraciones al oído:
Ponte
en camino, alma cristiana, sal de este mundo en el nombre del Padre
Omnipotente que te dio el ser y de Jesucristo Hijo de dios vivo.
Que padeció por ti muerte de cruz. Y del Espíritu santo que te
derramó su gracia. Y de la gloriosa Genitriz nuestra Madre Santa
María. Y de San José. Y de todos los Ángeles y Arcángeles,
Tronos y Dominaciones, Virtudes, Potestades, el Querubín y el
Serafín. En el nombre de los Patriarcas, Profetas y Evangelistas,
Mártires, Confesores, Eremitas, Vírgenes y de todos los
Bienaventurados del Señor. Marcha en paz a encontrar el habitáculo
que te tiene preparado en la Santa Sión. Por Cristo Nuestro Señor.
Amen. Señor de misericordias y de clemencias que haciendo honor a
tu misericordia infinita borras la culpa del que se arrepienta.
Mira, benigno, a tu siervo, Agustín, y perdónale las faltas que
pudiera cometer en esta vida de palabra, obra y omisión. Renueva
en él, Padre Piadoso, todo aquello que por la fragilidad de la
carne corrupta o a expensas del diabólico fraude, haya podido
transgredir y anexiónale al Cuerpo Místico de la Iglesia. Ten
piedad de su dolor y de su llanto, conmute ante sus lágrimas y
admítelo a la comunión contigo mediante el sacramento de
reconciliación. Por Cristo Señor Nuestro. Amen. Yo te doy mis
recomendaciones al dios omnipotente, querido hermano Agustín, y a
Él que te creó del barro te confío. Recuerda que con su muerte
paga el débito de nuestra fragilidad mortal y ten piedad de él y
de todos nosotros. Y haz que cuando llegue al Paradiso salgan a
recibirlo las legiones de los Ángeles, la turba de los mártires y
de los apóstoles y ciñan sobre sus cabezas la corona de laurel del
triunfo y de los que mueren en Ti. Que la Santa Virgen Madre de
Dios le sonría y que San José le sea guía a tu presencia.
Apártense en esta hora crucial todas las fuerzas de las tinieblas y
que Satanás con sus satélites no lo aterrorice. Levántate oh
Dios y pon en fuga a nuestros enemigos. Desaparezcan los que nos
odiaron. De la misma forma que el humo se disipa por la chimenea así
se esfumen o como la cera se derritan ante la vista del fuego.
Queden confundido y derrotado el Tártaro y no me permitas que los
ministros del diablo atenten contra el que llega ante Tu Presencia.
Sea liberado Agustín de todo reato, de toda culpa por los méritos
de la Pasión de Cristo, tu Hijo y entre con él en los parados
amenos del Paradiso y te cuente en el número de las ovejas de su
rebaños. Sea escrito su nombre en la lista de los elegidos, no en
el de los condenados ni precitos. Para que así goce de tu paz por
los siglos de los siglos. Amen.
Después
le hice repetir conmigo Sagrado Corazón de Jesús en vos confío.
Canté “Alma mía glorifica al Señor” del misal eslavónico.
Agustín besó con gesto torpe pero con energía el crucifijo. Nos
abrazamos la despedida con un “hasta pronto”. Pues nunca han de
temer a la muerte, que es un
paso, un acto biológico, nada, los que mueren en Cristo. La harpía
seguía pegando voces por toda la crujía. Hombre por Dios. ¿Dónde
se ha visto? Pero vino una enfermera de maneras muy dulce y muy
guapa guapísima, rostro tan bello jamás yo he visto y la
tranquilizó ¿Quien era aquella enfermera? Sólo alguien con un
poder sobrenatural podría haber sido capaz de amansar aquella hija
de Eva en las garras del dragón pero la hermosa señora aplastaba la
cabeza del dragón. Traía un niño en brazos pues salía del
paritorio y detrás suya avanzaba un hombre de mediana edad, bello
varón, el cabello ensortijado empezando a encanecer y de rasgos
judíos. Salí del hospital con el corazón en un puño y muy
abatido porque Agustín era para mí como un hermano pero lleno de
esperanza. En la vida y en la muerte a veces ocurren cosas extrañas.
En agradecimiento y al entrar por la boca del metro recé la oración
del Arcángel San Miguel. con el oído de la imaginación creía
escuchar el repique a gloriosa de las campanas de nuestro pueblo que
hoy ya no se tocan y que mi primo y yo, el hijo y el sobrino del
sacristán, boleábamos a la hora de alzar cuando niños y mi tío
Pedro por sustituirle nos daba una peseta. Somos gente sencilla de
la tierra de pan llevar, cristianos viejos. Me conforta que pensar
que los cambios terroríficos y los vuelcos que hemos padecido no han
supuesto merma al acervo de nuestra fe secular. A veces pensé es
bueno hacer de diacono de vez en vez aunque no ejerza uno. Mi primo
gracias a Dios aunque padece un cáncer perniciosísimo aun no ha
fallecido. El viático no solo se impartía - esa era su función-
para preparar al enfermo a morir a bien con Dios sino para restaurar
su salud. Y aun tengo mis esperanzas. Confío mucho en aquella
bella enfermera que se presentó de repente con el Niño y con un
hombre manso y humilde que la seguía y el cual para ser san José
sólo le faltaba la vara florecida. Conviene esperar en un milagro
todavía.
EL
CURA DE VERICUETO DE CLARIN
Refleja
la candidez y humildad de aquellos presbíteros aldeanos en la
Asturias rural de pasadas épocas. No lo toquéis más que así es la
rosa. Desde el siglo nono Europa se estructuró en parroquias,
cánones, rentas. Al morir muchos fieles dejan sus propiedades al
obispo. Sin las “donaciones por el eterno descanso de los difuntos”
que dio pábulo al surgimiento de los monasterios no se puede
entender la Edad Media. Así es la historia. Nadie la podrá cambiar
ni el propio pontífice actual: un afán de eternidad que se
compadece con las rentas, y del oficio surge el beneficio el oro
metal de la pureza y explica un poco la codicia del párroco de
Vericueto que era casto como el manso cordero y amaba a sus
feligreses pero tenía una adición irrefrenable al julepe.
Las
sombras de los campanarios se proyectan sobre los campos. Una torre
en mi lugar ¿Por qué no leer a Chesterton? La religión cristiana
es evangélica pero también estructura, canon y arquitectura. Modulo
y modulación porque la Iglesia era una sociedad perfecta que
aspiraba a compaginar la ética y la estética en un eclectismo casi
místico que sus enemigos pretenden convertirlo en un problema de
bragueta. No; los hombres estamos hechos de barro y acusamos nefastas
tendencias.
La
modernidad ha dejado vacías y sin apenas contenido estas magnificas
fábricas de los catedrales, los oratorios, los retablos, los coros
vacíos, no se escucha a los puericantores, los maestros de capillas
que denominaban precentores se sumieron en largo mutismo, al igual
que los púlpitos; se muestran solitarios los claustros, los tímpanos
y toda esa grandeza que se explaya en la cúpula de Bernini, en el
arte gótico y románico y en el pórtico.
Dicen
los hermeneutas que la Iglesia que fundó el pobre hijo del
carpintero se engalanó de oro y de riquezas. El evangelio, no
obstante, se convierte en una religión mistérica a imperativos
paganos de los ritos órficos.
Hay
un Christus músico porque el alma humana es musical y cantando se
reza dos veces y por supuesto que la fe entra por el oído, ya que
hay cosas que percibe el corazón y que la razón no ve. La búsqueda
de la armonía, la paz del alma, el concento de las voces y el
contento de las almas ha sido una de las beatitudes de nuestra
iglesia católica, formaban parte de su código de valores, reflejada
tal vez en la majestad del Pantocrátor.
Ahora
por lo visto en las galerías infernales suena la música rock y se
escucha la algarabía de la confusión de Babel. ¿Qué fue de los
himnos de Pascua, de Adviento y de Pentecostés, de los responsos?
¡Ay, acompaña a tu dios alma mía pues en el infierno no hay
armonía y todo es estridencia global! Y a mí no me queda otro
remedio que cantar con el salmista: “invaderunt
tuam gregem lupi rapaces, ¿cur nos deseris?”
(lobos hambrientos invadieron tu rebaño, Señor, ¿dónde estás?).
O sumirme en el ademán que recomendaban los místicos alemanes del
abandono en las manos divinas ante lo que repugna a nuestra mente:
gelassenheit
(quietismo). En
España y en la Iglesia ha dado la vuelta al aire y todo parece del
revés. “Le Espagne
¡quelle folie, quelle affreuse demence”.
No nos queda otro remedio que darle la razón a Víctor Hugo
Hay
un Christus arquitecto, un Cristo taumaturgo y un Cristo pedagogo
pero ahí está el pobre cura de Vericueto en su curato de las brañas
dándole a la brisca o al señor cura de Arbín viniendo de la feria
del Boñar con un potro del ramal que luego resultó caballo viejo,
los gitanos le habían teñido la melena. O al magistral de Vetusta
don Fermín de Pas el hombre con sus dudas y con su pasión sexual.
Y
nada se diga de los jesuitas y sus aberraciones de Gijón que pinta
Pérez de Ayala en su AMGD
o los sacerdotes de
su Educación
sentimental. Estamos
fraguados en barro y debajo de una sotana siempre alienta un hombre
sujeto a sus pasiones y mermas de la naturaleza humana.
En
un acto de humildad el Papa Francisco se ha confesado pecador.
Arrieros somos y eso le honra. Quizá el futuro esté en ese
desprendimiento de todo lo accidental, la renuncia a las riquezas y a
lo honores. Quizás el futuro lo determine el cura de Cudillero con
su carrito de la compra por las aleas del supermercado pero ¿qué se
hará de los inmuebles, de los seminarios y de los conventos, de los
noviciados sin alumnos, o de los tirocinios jesuíticos atestados
otrora? ¿Una nueva desamortización en perspectiva con sus bienes
mostrencos que suscitarán la codicia de las clases pudientes de
manera que aquellas posesiones gananciales engrosaron el peculio de
los que teñían bien cubierto el riñón como sucedió con la ley de
Mendizábal?
Da
pena ver iglesias normandas en Inglaterra habilitadas como pubs o
discotecas. ¿No será esto una rendición o, cuando menos, una
confesión de parte del fracaso de la iglesia, o el corolario a las
reformas conciliares? Esto no ocurre en Oriente. La iglesia ortodoxa
está viva y pujante para bien o para mal. Efectivamente la idea de
convertir los templos abandonados en lazaretos, asilos y casas de
acogida en refugio de los sin techo y de las oleadas de inmigrantes
que están llegando sin parar, como sugiere el Papa Paco, no es
sugerencia desdeñable pero ¿por qué no meterlos en la iglesia de
san Pedro y que el altar del confesión sirviese de hogar a los
advenedizos en su mayor parte musulmanes? Menuda papeleta. No nos
hundimos en tremedales. Para mí la respuesta la da el arcipreste de
Cudillero con su bolsa de la compra, pidiendo la vez y sacando
número en la cola del Alimerka. La regla de oro nos la da san
Agustín: “ama y haz lo que quieras” pero también san Ignacio (y
eso lo sabe bien Bergoglio que es jesuita) en tiempos de tribulación
no hacer mudanza. Señor que vea
TOMÁS
SALVADOR SUPERA A CERVANTES
Cuerda
de Presos, fechada entre los meses de marzo a junio de 1953, es una
de las grandes obras de imaginación que se editan en la postguerra.
Un verdadero poema en prosa, análisis psicológico que revela
grandes conocimientos del alma humana por parte del autor, y un
homenaje a los abnegados hombres, escogidos entre los más selecto
del pueblo llano que integran la Benemérita. Además de un canto a
España en el paisaje de la solana de las montañas
cantabro-artúricas.
El
argumento se basa en la conducción o cuerda de un preso que realizan
pocos años después de ser fundado el Instituto desde la localidad
de Villablino en la raya del Bierzo hasta Vitoria, donde es reclamado
el interfecto por una serie de asesinatos ocurridos en la región
alavesa entre 1872 y el 76.
Los
dos números del comando son Serapio Pedroso Buján, ya veterano y
con muchos años de servicio, que corresponden a bastantes leguas de
andadura, y muchos soles y muchos hielos en la hoja de servicio,
peinando los caminos y Silvestre Abuín Corvino, bisoño y recién
ingresado en el cuerpo.
Ambos
adscritos al puesto de línea de Murias, en la primera compañía de
la comandancia de Villablino, han de realizar esta misión de
conducir al preso Garayo a manos del juez. Se trataba nada menos que
del Sacamantecas, famoso asesino en serie.
Para
los dos guardias civiles es un servicio más en medio de las
dificultades y aperreo de la andadura. Para el penado un paseo hasta
la horca. Su captura en tierras gallegas había significado para el
pobre Garayo, una mente morbosa y enferma, niño maltratado por su
madre y que tenía dificultades en su relación con las mujeres, un
paseo hasta la horca.
Durante
el viaje duradero once días justos el lector convive con las
particularidades y manías de unos guardias civiles retratados al
natural y acaba por entender el por qué custodios y custodiados
llegan a comprenderse y hasta tenerse simpatía, aunque el conducido
sea un criminal que tuvo atemorizado en su día a todo el Condado de
Treviño, sin menoscabo de las obligaciones del servicio y de los
planes que urde el convicto para escapar.
Una
noche en Cistierna aprovechando el pervigilio y la fatiga de sus
vigilantes lo intenta pero su conato de fuga es abortado a
culatazos. A partir de ahí, ya es un hombre vencido que marcha con
la cabeza hundida entre los hombros, los codos trabados y el gesto
sumiso. Ha de caminar siempre delante:
-No
vayas tan deprisa, Garayo que no vas a ningún baile.
-Sí,
señor guardia.
Esta
corriente de simpatía es algo más que el síndrome de Estocolmo.
Tomás Salvador que ha realizado un buen trabajo de campo y que con
pluma maravillosa describe las vicisitudes de estas andanzas por el
antiguo Reino de León bucea en la psique profunda del criminal
donde hay un alma dulce y desdoblada por la violencia de unos
instintos asesinos que el Sacamantecas no puede controlar. Es como
el dispositivo de un resorte. Cuando ve una mujer, en desquite de
algún agravio inferido allá en la infancia o váyase a saber, se
acerca a ella con las peores intenciones.
Fue
un caso parecido al del famoso Destripador de Londres y de muchos
otros violadores a los que su personalidad depara la corbata de
hierro. Aquí se demuestra que son víctimas ellos mismos de una
mala inclinación que no es otro cosa que una enfermedad mental.
Las
ideas fijas, las fobias, las obsesiones que asedian su imaginación
definen a Garayo como un psicópata. El libro es un tratado de
metodología carcelaria y, amen de eso, bueno para saber geografía
u ensanchar conocimientos.
Serapio
Pedroso se nos muestra como un arquetípico civilón del XIX: duro
de pelar, que no ha de bajar nunca la guardia. Con la disciplina, el
uniforme, el libro de firmas, y los registros y partes de novedad.
Cuando se brinda la ocasión, trata de leerle la cartilla a su
compañero Silvestre al que aquel servicio arranca de los brazos de
su novia gallega. A la par se sirve darle algunos consejos:
-Las
mujeres son como Dios quiere que fuera. No hay por qué estrujarse
los sesos.
La
tercerola pesa lo suyo y el uniforme te hace ser austero y concebir
la vida de otra manera. No es tampoco granjería el destino de la
cónyuge de cualquier miembro de la Benemérita. Siempre con los
bártulos de un lado para otro y viviendo sin comodidad pero en la
camaradería de las casas cuartel. Compartían con sus maridos un
magro pasar y una existencia de penurias y de sacrificios.
El
servicio es el servicio. Y la pareja lo realiza en jornadas de
treinta kilómetros, a veces un poco más, siempre y cuando no
protesten demasiado los tobillos. Una conducción era de los de más
responsabilidad y compromiso campo a través. Arriesgado porque el
agro español era avispero de bandidos. La comitiva tenía que
bordear los pueblos y evitar las ciudades. La vista de los reclusos
inspiraba en los lugareños piedad mientras para los guardias que
los llevaban esposados con las manos a la espalda eran objeto de
mofas e invectivas, cuando no eran recibidos a tiros.
No
se trataba de un cometido fácil. Los números habían de caminar
con la tercerola al hombro. Hay un cuadro de Fortuna y otro de José
de Alisal que por cierto era paisano del escritor, natural de
Villada, Palencia, que revela lo dramático de la escena de estas
conducciones cuando los presidiarios habían de ser arrancados
materialmente de las manos de sus mujeres e hijos.
Los
haberes y gratificaciones por este concepto eran de unos céntimos
por lo que los celosos y beneméritos funcionarios tenían que
compartir el pan duro, la cebolla y algún tarugo de queso con los
conducidos. El mismo agua, el mismo sol. Era igual el cansancio. Al
término de cada marcha que debía ser efectuada bajo luz cenital,
nunca de noche, los tricornios de capas negras y correajes amarillos
deberían hacer entrega del prisionero a la autoridad competente,
que lo encaminaba al calabozo. Ellos pernoctaban en la casa cuartel,
si lo había. Si no, en la posada.
Hay
sociología, geografía y lírica en estas páginas. En las que se
deslía una verdadera poesía a la sierra del Bierzo y al río Duero
de aguas claras y molineras que en la provincia de hace guerrero y
prevenido en frontera. Pero sobre todo, Tomás Salvador exhibe una
caudal de conocimientos sobre la historia de aquellas tierras a las
que ama.
Era
hijo de un hijo del Cuerpo. Había nacido en Villada (Palencia) y a
la legua se nota que llevaba a la Guardia Civil en los tuétanos. Y
esto determina que en su pluma impasible no anide jamás el
resentimiento. Los civiles conocen a España y España les conoce a
ellos. Esta índole de conocimientos les permite fijar el fiel de la
balanza en un término medio. Ni el entusiasmo delirante. Ni el
pesimismo a ultranza. Su política es, siempre que se pueda, pasar
de largo y dejar las cosas a su aire. En aras del bien común
conviene hacer la vista gorda.
Sin
embargo resulta difícil no dejarse llevar por la emoción cuando la
pluma de Tomás se mete en el alma de sus tres andariegos
personajes: don Quijote y Sancho detrás de la sombra de un hombre
arrepentido y vencido, pero con el mosquetón al hombre. Por si
acaso, a sabiendas de que a la pareja en el descampado siempre puede
aparecérsele un delincuente. ¡Cuántos de sus abnegados números
impunemente perdieron la vida en emboscada al ser sorprendidos por
salteadores que acechaban con su naranjero o los retacos metidos
entre la faja, detrás de una peña o a la salida de una cárcava!
Por
eso mismo, conviene cabalgar con tiento. Paso corto y vista larga. Y
ojo al cristo que es de plata. Es añadido de algunos para cuadrar
la máxima. En Andalucía dado lo quebrado de su geografía y para
hacer frente al bandolerismo de Sierra Morena iba montada. Se les
llamaba “los de a caballo”. Nutrían sus escuadrones
contingentes jinetes bien apercibidos en la monta de caballos
árabes.
Años
adelante, la Guardia Civil se haría de infantería. El atuendo
típico: borceguíes o piales, rara vez almadreñas, leguis o
polainas, guerrera verde y pantalón de tela del mismo color, una
escarcela para los partes de ruta y hoja de servicio, que también
hacía las veces de morral para guardar el vino y una botija de agua
(se les prohibía el vino cuando salían de correría), cartucheras
de cuero, camisa de hilo, capote azul marino con forros y vueltas
rojas sobre correaje amarillo, tricornio forrado de tela, mosquetón
y machete a la cintura. En traje de gala, tan apuesto y donde los
sastres se esmeraron por realzar la hombría de bien y la belleza
varonil, el calzón es blanco y el tricornio va adornado con
lengüetas gallonadas. Y una manta de Palencia para combatir los
relentes que se solían terciar como todos los soldaditos. Era el
uniforme acostumbrado de la infantería española que se inspiraba
en el ejército napoleónico.
“Es
bueno andar.-escribe- el alma parece que se libera y deja de sentir
las pesadumbres del infortunio”. Soldados de patrulla, peatones
del bien común, fuerza armada que vela por la paz, y que ha servido
a muchos amos por poca paga y dedicación constante. Guardias que
conocen la sed, el polvo y las incomodidades de la inclemencia
meteorológica, pero siempre en su puesto. Sin despear. Sin derecho
a la protesta. Su perfil se hace familiar apareciendo por la cintura
del horizonte allá a lo lejos o de sorpresa al revolver de una
garganta, surgiendo de una loma o alzando sus siluetas
inconfundibles por el fondo de un barranco.
Son
la sombra misma de Juan Español.
Carretera
y manta. Paso corto y vista larga. Los civiles han por nombra no
murmurar unos de otros ni hablar mal del compañero. El Duque de
Ahumada pensaba que la política era un mal necesario, menester al
cual se dedicaban los más serviles. Aunque era consciente de que
tenía que rendirles vasallaje en aras de la lealtad a la patria y
su vocación de servicio.
Serapio
y Silvestre hacían las rutas de las viejas legiones romanas,
dejando a un lado la Ruta de la Plata, se desvían hacia Ciestierna
por el Itinerario de Antonino. Es un viaje lleno de aventuras
novelescas y de vicisitudes varias que dan lugar a que el autor se
luzca al describir sobre el mapa las costumbres, tradiciones e
idiosincrasias de esta parte septentrional del Reino de León que él
conocía bien. “La Cuerda” es a la vez un libro de viajes al uso
de aquellos años de comienzo de la década que marca los comedios
del siglo XX: “Judíos, Moros y Cristianos” y “Viaje a la
Alcarria” de Cela, “Pata de Palo”, de Bartolomé Soler,
primorosas narraciones de andar y ver, pero, como novela la del
Sordo de Villada parece que aventaja a las demás.
Por
el camino el uno al otro hablan de sus cosas o se cuentan historias
como los viejos peregrinos. El libro en cuestión tiene algo de
novela de caballerías y de “morality”. Para entretener la
caminata el guardia Pedroso draga sus recuerdos. En estos apólogos
quien más sale a relucir es su abuelo, “un arriero muy listo
cuando estaba sereno, pero muy poco cuando había bebido más de la
cuenta”. Anotan toda la vida que les sale al encuentro. Por
ejemplo, es memorable la entrada de un convoy de ferrocarril que
entra en el andén de La Robla un amanecer de octubre o la
descripción de la fiesta de san Froilán patrón del reino leonés
en el Boñar. Los juegos de bolos y el chito o las peleas de aluche.
Al
llegar a Villadiego Tomás salvador nos ilustra sobre una cuestión
de filosofía histórica y nos refiere cómo a los judíos nadie les
quería por la usura y los continuos desmanes que su presencia
ocasionaba en las ciudades. Los bandos de Pedro I fueron los
síntomas de un primer alzamiento sionista contra los cristianos.
El pueblo pronto les escogió como culpables de sus males. La corona
de Castilla hubo de intervenir poniendo a las aljamas bajo
jurisdicción real.
Fernando
III otorga una premática en virtud de la cual todos los judíos
podrían acogerse a sagrado en la iglesia de san Lorenzo de aquella
villa. De ahí viene la famosa frase de “tomar las de Villadiego”.
Uno
corre el peligro de perderse en soliloquios extasiado ante la
insólita maestría de esta obra al seguir los pasos de estos tres
seres humanos. Un criminal camino del patíbulo y sus vigilantes.
Tres hombres que dan pasos por el sendero. Con ellos aprende a
resguardarse del frío y del calor, a aguantar la fatiga y el
hambre. Fijándose en la estrella Polar emprende el derrotero del
norte. En Villalón se inicia en los secretos de la fabricación
quesera. Que por cierto el cuajo que se derrama por las cinchas le
vale al guardia Pedroso para alivio de su conjuntivitis. “Cerca de
Poza de la Sal - el pueblo de Rodríguez de la Fuente- la vista le
empezó a dar guerra. Parecía tener arena en los ojos”. Una buena
mujer le saca una tarriza llena de cuajada y con ella se unta los
ojos enfermos. “Ya no tendrá que pedir la baja”.
En
lo alto de la torre de la iglesia de Mora dos cigüeñas parecen
estar jurándose amor eterno mientras que con las dos tarreñas de
su prolongado pico machacan el ajo. Es otoño pero por las noches en
el campo se escucha machacona la estridulación de los grillos. Unos
arrieros, ahítos de vino, discuten a la vera de un camino. Han
desenganchado y sus monturas descansan y rumian al pie de los
brancales de un carro. Pero al ver venir los guardias cesan al punto
la riña y se quitan las boinas con respeto.
-Buenas
tardes y menos voces. ¿Adónde se camina?
-A
tierra Gordaliza del Pino para lo que quieran ustedes mandar.
-Con
Dios.
-Vayan
en su compañía, señores civiles.
Poco
más adelante, unas lavanderas restriegan su colada a la sombra de
un alisal ribera del Órbigo y lanzan miradas subrepticias para
Silvestre el guardia joven, pero su compañero profiere un
comentario jocoso y aguas que no has de beber déjala correr pero el
guardia Silvestre Abuin no puede por menos de sentir saudade de la
novia que dejó allá cerca de Ponferrada. El deseo siempre tira.
Unos lavancos festejan posar entre los carrizos de un cilanco y
luego espantados emprenden un viaje raudo y multitudinario como si
fuesen de boda. El preso les mira con envidia y sus acompañantes se
hacen a un lado para dejar a las aves pasar.
Erasmo
Soria, natural de Salamanca, hablaba en verso y cuidaba de los
encuartes o corrales de relevo de la antigua diligencia en la
mansión o descanso de la ruta que conectaba en poco menos de 24
horas a Burgos con Bilbao. El trío hace un trayecto corto en este
medio de locomoción y se sienten volar. A Pedroso lo encajonan en
la rotonda o compartimento vigilando al conducido mientras su
camarada trepa a lo alto del pescante con el delantero y el
postillón. Se escucha el golpear de la tralla y el bramido de las
ruedas, una revolución de flejes y muelles que se disparan hacia
adelante y hacia atrás. La diligencia era el último grito de la
velocidad. Tomas Salvador hace un nostálgico canto a este carruaje
al que por aquellas fechas le quedaba algo más de medio siglo de
vida.
Las
descripciones que realiza lo mismo que las observación son las de
un genio. Lo mismo hay que decir de la acción y el interés que
reclama la atención del lector. Todas estas virtudes le confieren
el título de novelista mayor de su generación. Dio a la estampa
tres obras maestras, tres clásicos, de una tacada: “División
250", una de las mejores historias de la segunda guerra
mundial, “Cabo de Vara”, y “Hotel Tánger”. Sus producciones
no se parecen ninguna entre sí. Cultivó no sólo el tema
psicológico y la literatura carcelaria sino también obras de
ficción y hasta literatura para niños. A Tomás Salvador, al que
recuerdo embutido en su camisa azul poco antes de morir, en un
reportaje que le hizo Lalo Azcona, con su cara de comisario pachón,
no le perdonaron ciertos desvíos de lo que hoy se considera la
corrección política aunque no fuese de ningún bando. Él no
devolvió la pedrada. Era un guardia civil con un concepto de
servicio de Estado. Decepcionado de la política y por los
vencedores, colgó la chapa y se dedicó íntegramente a la
literatura. No tuvo dificultades para publicar pero nunca ganó
dinero. Se ganaba la vida con un quiosco en las Ramblas. Tenía un
concepto humilde de su oficio y en “Cuerda de Presos” llega a
aparecer él como uno de los múltiples personajes del retablo según
una tradición de colarse de rondón en sus propios libros. Ya lo
hicieron Cervantes, Petrarca, Bocaccio y el Dante. Él se convierte
en zapatero. Escribir una novela lo comparaba a hacer un par de
zapatos. Un novelista no viene a ser sino un maestro de obra prima,
pero, ojo, que él lo bordaba. Abordó, insistimos, todos los
géneros desde el infantil hasta el de evasión pasando por el
histórico. Con mucho “Cuerda de presos” nos parece su entrega
mejor. Labra en él un monumento a la sufrida Benemérita. Escrito
con el corazón grande de un buen hijo del cuerpo, el final es
enternecedor. Cuando entrega Pedroso a los miñones a su pupilo
siente como un cosquilleo en los adentros al tiempo que le entrega
todo el tabaco y todas las vituallas que porta en el morral. Siente
una pena infinita y demuestra que el Sacamantecas no es más que un
pobre diablo. Su obsesión con las mujeres le venía de los malos
tratos e inseguridad incoada en las palizas recibidas de mano de su
madre, pero el mundo es así. Está mal hecho y hay cosas que no
tienen solución. Hay gente que nace para ser carne de presidio y de
horca. Garayo, verbigracia. ¿No habrá un Dios que se apiade? Y si
El no se apiada, porque está lejos o demasiado alto, ¿no nos
tendremos que apiadar nosotros que también somos victimas y
viruleros de grado o a contramano porque la humanidad no cambia? Esa
parece ser la tesis de esta pequeña gran obra de arte escrita desde
la resignación y majestad cervantina.
En
el camino de vuelta y ya de correría, no de conducción penal,
Tomas Salvador sentado en la tajuela de su chiscón de zapatero, los
vio pasar. Les dijo adiós con la mano y volvió a su lezna y a su
bramante. Un buen libro se confecciona igual que un par de zapatos
a la medida. Con paciencia. Con tesón. Metiendo el tirafondo con
maestría. Que ensamblen todas las piezas y que el conjunto ofrezca
la impresión de un totum continúum a prueba de tropezones y
caladuras.
En
estos días críticos de sobresaltos, amenazas y revanchas, cuando
suenan clangores de guerra en lontananza, la obra del Sordo de
Villada (consecuencia de los estampidos artilleros de cuando estuvo
en Rusia en el Voljov) es un referente de perdón y de misericordia
cristiana. Pocos han entendido igual que él lo que es un guardia
civil ni nos han demostrado a lo largo de toda una saga de historias
que nos elevan el animo y nos hacen sentir mejores la grandeza de
ser español. Hoy es un autor olvidado y preterido. Algunos hasta
lo llamaron loco. Ni sus propios camaradas lo entendieron. Por
impolítico. Sin adscripciones determinadas ni bandos y eso aquí
parece que no lo perdonan.
11
de abril de 2002
GUARDIA
CIVIL AL SERVICIO DE UN ESTADO REPRESOR
Murió
la Matute y se disparan los panegíricos a los escritores del
régimen pasó igual que cuando la muerte del García Márquez se
dispararon ditirambos y cantos epinicios cuán bueno era la política
infarta la literatura es la táctica de la culebra reptante y hay
algunos libros que hieden a la peste masónica. Olía a cadaverina
en la feria del libro no acudí al paseo del Retiro este año para
qué para verle la cara a ese sacristán mediocre que prepara las
velas de los turiferarios del sistema y construye las casetas
feriales durante todo el año para tener a la vista durante quince
días todo el año. Compartí sotabanco con ese sacristán me dieron
un pupitre sobre el que acodarme recado de escribir y un ordenador y
en ese exilio dorado me tiré los últimos cuatro años de vida
laboral que no fueron fáciles hasta recibir la absoluta de la
jubilación. Fue una especie de recompensa a mi vocación de
escritor recuerdo el rostro agradable de la bella Maite y todos
aquellos libros que me daban escolta todas las tardes alguna visita
a la cafetería de la esquina las buenas tardes a las conserjes y la
vigilancia de aquella mujer de la limpieza zamorana del pueblo de
los garbanzos. Mi literatura nada tiene que ver con la de estos
escritores supervaloraos. A Gabo fui incapaz de hincarle el diente.
Demasiados años de soledad, hojarasca tropical y novelas de
iniciación en cuya verborrea se pierde el lector y títulos
excesivos que han pasado a ser frases hechas. El coronel no tiene
quien le escriba. Fueron nuestros nombres raídos del libro de la
vida pues qué bien. De Ana maría Matute no conseguí terminar su
“fiesta al noroeste” creo que el tronío que se la dedica
obedece al hecho como el de carmen Laforet de ser mujer en la recia
feminización de la literatura campaña en la cual andan inmersas
las logias la fama tiene que ver con el hecho y el cohecho hoy
firman novelas hasta las chicas de la tele.
Un
lustro transcurrido de mi jubilación y ha prendido en mi el afán
de escribir y de publicar que es para lo que he nacido y me doy con
un canto en los dientes y por más que postergado les hago un corte
de mafia a los serviles del Establecimiento. Voy a mi aire con tanta
fuerza que el otro día pedaleé hasta Avilés tres horas de día y
cuatro de vueltas y al tomar el empalme de mi aldea donde me
pusieron la multa los civiles y me quitaron el carné desde mi
bicicleta vi un sol enorme que caía como una hostia dorada sobre el
horizonte y se hundía en la mar hermoso espectáculo una fiesta al
solis invictus era la víspera de san Juan, la onomástica de los
Juanes, ivanes, Hans. Me metí en la cama despeado pero feliz dando
cabo al último capítulo de la enorme novela de Tomás Salvador
cuerda de presos.
Es un libro lleno de sabia ternura de ponderación imponente
estructura estilística dentro de su sencillez y el robusto acerbo
lexicografito que resucita palabras del buen decir castellano.
Homenajea al sufrido pueblo español representado por esa religión
de hombres honrados que es la guardia civil pero no esta guardia
civil que manda a recaudar a los agentes de trafico y freír a
multas al ciudadano la ministra de la cosa esa judía catalana que
se llama María Seguí bajo cuya férula la sufrida benemérita como
en Casas Viejas vuelve a ser un instituto represor. Por ahora sólo
son multas de tráfico. Pronto se ordenará la consigna de tiros a
la barriga al estilo de Manuel Azaña. La serpiente sigue
arrastrándose en su propia baba. Sin embargo, la relectura de esta
novela ha constituido para mí un homenaje y el mejor regalo
onomástico de san Antonio en los setenta años que acabo de
cumplir. Atracón de palabras y de belleza un verdadero tour de
force narrativo libro de andar y ver. Camino de la horca desde
Murias en León hasta Vitoria en el señorío de Álava llevan preso
a JUAN Díaz de Garayo y Argandona alias el Zurrumbón y el
Sacamantecas asesino en serie que se llevó por delante a ocho
mujeres año 1870 escoltado por los números Serapio Pedroso Buján
y Silvestre Abuin Corvino del puesto de Murias de Paredes primera
compañía de la línea de Villablino comandancia de león. Circulan
por brañas y barrancos, cruzan ríos como el Orbigo el Esla, el
Ebro o el Recachichi la manta terciada el tricornio con visera y la
teresiana sobre el cogote. El presidiario las manos atadas no lleva
nada, va por delante semidescalzo pero comparte el magro yantar del
zurrón de los guardias. Se entabla una relación humana en la cual
prende cierta ternura o por lo menos compasión hacia el asesino un
alavés que fue monaguillo iba para cura se sabía el confiteor y
tuvo siempre dificultades en su relación con las hembras. De las
ocho que mató todas eran viejas y del oficio. La primera vez fue
por el pago de un servicio, la saludadora le pidió un real de más
y esta deuda fue la causa de que acabara la pobre mujer estrangulada
al borde de una cacera. Vaya un tío por dos reales que se decía en
la España de aquel entonces. Es el tiempo de las guerras carlistas
de conmociones políticas y de grandes inventos: el tren, la
fotografía, el regadío, la diligencia y los corrales de relevos
que habiendo nacido al mismo tiempo que la Benemérita en 1844
tendrían una vida efímera. Las postas dejan de existir arrolladas
por el ferrocarril, luego por el automóvil pero supusieron un
adelanto notable ya que acortaban el tiempo de los trayectos. En el
siglo XIX, antes de la llegada de la diligencia, de Oviedo a Madrid
se tardaba día y medio. Jovellanos invertía en este mismo viaje
según cuenta en sus diarios tres jornadas. Los corrales de encuarte
fueron un tópico poético que atrajeron la pluma de Campoamor, de
Larra, de Pereda, de Clarín y de Espronceda. Se entablaban
amistades y surgían relaciones que duraban toda la vida durante el
viaje y los escritores románticos no dejan de acusar en sus
narraciones el vaivén de los carruajes los saltos de los baúles y
maletas del equipaje en la baca, las mulas delanteras disparadas a
la carrera los juramentos del auriga en el pescante, el estruendo de
los flejes y los saltos en los baches el gemir de las ruedas, el
chirrido de las galgas de frenado. Había comenzado la era de la
velocidad. Tomás Salvador describe a un personaje triunfal todo un
Eneas de aquella iliada que eran los corrales de encuarte donde
descansaban y se hacía el relevo de la tracción de sangre los
carromatos don Erasmo Soria jefe de enganche en uno de estos
corrales perdidos en la provincia de Burgos cerca del desierto de
Lora que hablaba en verso… era como el pan bendito el que lo tiene
lo come y el que no se queda frito… “Erasmo Soria me llamo
natural de Salamanca con la derecha me persigno y cuido mulos con la
manca”. Desde su ventanilla controlaba don Erasmo las hojas de
ruta y de pascua adviento en aquellas soledades oteaba el paso de
los correos. Era un hombre acecinado con la nariz como un cuchillo…
“vivo yo en mis soledades llega el viento y yo le canto. El que se
cruza en mi camino se cruza en mi entendimiento libre de ver la
ocasión y comprender la opinión que sustento de vivir cara al
tiempo libre alegre y satisfecho”… este funcionario que se
dirigía a los pasajeros hablando en aleluyas era el último de la
estirpe de una raza de versolaris. Hay otros personajes inolvidables
como aquel doctor de Coculina cerca de Poza de la Sal que van a
visitar. Cae la noche a Serapio le duelen los ojos el polvo de las
roderas le ha ocasionado conjuntivitis les recibe su mujer uy cuanto
tarda le habrán llamado para asistir a algún parto. Sí… sí…
un parto. Los civiles van a dormir a la posada y a la mañana
siguiente cuando ya están en ruta se presenta el bueno de don
Ubaldo a caballo pidiendo disculpas y excusas no pedidas acusaciones
manifiestas. Al galeno por lo visto le había surgido un compromiso
que poco tenía que ver con Hipócrates sino con Venus. Le receta a
Serapio unos mejunjes caseros calomelanos sulfato de cinc y una
pomada de nitrato en la córnea. Por lo visto lo que tenía el
agente de la autoridad era un catarro a la vista por la falta de
higiene y porque en una de las pernoctas agarró un virus de una
persona enferma con difteria. El sufrido número de la Benemérita
se siente mejor pero en Villalón le dan a beber el suero de una
tarrina y luego se lo aplica a los ojos y nota un gran alivio. La
cuerda hace pensar a veces en las aventuras del quijote pero en
ternura y compasión hacia la humanidad compungida este tremendo
escritor de Villada supera a Cervantes por su lirismo por su
conocimiento del alma humana y por la didascalia. La novela es una
narración de historia y de geografía planteada desde el amor a
España vista a través de los ojos cansados de un guardia civil
veterano y otro más joven que sueña con casarse cuando acabe la
conducción del Sacamantecas con una moza en León que se llama
Camino. Se calcula se tasa y se pesa por el modo antiguo de áridos
y líquidos fanegas celemines, adarmes y onzas heminas cahices
leguas libras azumbres arrobas y varas. Una legua 5.6km son 666
varas y un cahiz 666 litros. Es impresionante el acerbo léxico que
acerca al lector entrañándole con el paisaje y el paisaje. El
libro es como una melodía en que se registran los mejores sones de
las viejas palabras de los pueblos de la provincia del norte de
León, Palencia, Burgos en la raya con las montañas y es un canto a
la GC.
Guardias civiles hombres de aquellas tierras redimidos del arado
soldados civiles de pueblo en pueblo siguiendo la tradición de los
merinos, los miñones forales cuadrilleros de la santa hermanada
corregidores y corchetes y alguaciles. El guardia civil es un
soldado del pueblo al servicio del orden y la ley instituto fundado
en un tiempo de convulsiones políticas en la lucha contra el
bandolerismo. En Andalucía era un ejército montado y en Castilla
se hizo de infantería, iban de dos en dos, adalides del
compañerismo, si te llevas mal con el otro mejor que te tires al
río. Sus servidores conocen el aperreo diario de las marchas y
correrías por el campo el fusil al hombro nunca en bandolera cuando
se iba conducción, las polainas cubiertas de polvo, la teresiana
cubriendo el cogote, la manta terciada, pernoctando en campo abierto
cerca de los lamederos de las dehesas boyales o en puestos de línea
mal abastecidos, los jergones cubiertos de mugre y de chinches.
Garayo el pobre es capaz de afeitarse utilizando la lija de una caja
de cerillas y de quitarse los pantalones con los grilletes amarrados
a los tobillos. Marcha unos pasos delante de sus guardianes con la
cabeza hundida entre los hombros los brazos péndulos. El guardia
civil es un soldado del pueblo con la cartilla y el libro de firmas
siempre a mano. Uno de los artículos del reglamento prohíbe la
burla y la murmuración. Mas, si dura es la vida de estos abnegados
números de la benemérita mucho mayor sacrificio era el de sus
esposas, expuestas a largas desapariciones del marido que salía de
correría o a traslados con los enseres en un carro de un puesto a
otro. Hay un momento al final de la novela en la cual el guardia
viejo no puede más, se rompe, está harto de servir a un amo oculto
que le paga pero a quien desconoce y sabe poco de su sacrificio. Es
la escena cuando llegan despeados con el prisionero a Pancorbo y un
sargento jefe de línea le lee la cartilla a Serapio y le recuerda
que muchos de sus compañeros se encuentran en similar situación:
“mire, muchos de nosotros perecieron de frío o ahogados en las
riadas abrasados en los incendios pero ellos sabían que la mayor
fuerza es el ejemplo y que el ejemplo obliga a ir mucho más allá
adonde vaya el más valiente, el más honrado, el más sufrido de
los hombres. Y la GC ha querido ser siempre ejemplar aun sabiendo
que más allá del deber y del ejemplo está la muerte. Sin nombrar
a los miles de camaradas que ahora cruzarán las carreteras de toda
España, quiero que sepa que la fatiga de ahora ha sido la fatiga de
siempre”.
Tales
frases harían en sí mismas memorable a este libro pero por el
mismo se cruzan personajes que no han sido nunca tan bien trazados
en la literatura española ni por el mismo Cervantes como el maestro
del Boñar que sabía todo sobre las calzadas romanas o la cantinera
que con sus sesenta años a cuestas servía el café a los
soldaditos de campaña en un cuartel de infantería, las lavanderas,
los cantemisas, las ferias o el fotógrafo Dupont un francés
itinerante que retrataba a los paisanos o el pintor Valdivieso al
que dieron una paliza por haber hecho un cuadro muy sugerente del
cuerpo serrano de la mujer de un alcalde. Tomás Salvador capta la
vida de la España del siglo xix con la misma pericia que lo hizo
Cervantes con la del xvi o tal vez mejor. Es una injusticia que un
tesoro de tanto valor esté arrinconado. No se le hizo justicia,
puso una editorial y se arruinó, camisa azul pero con Franco y
sobre todo con los franquistas no quiso saber nada, se le heló una
mano en el frente del Este, y de su experiencia en la Blau escribió
una novela profética sobre el resurgir de la Rusia cristiana y de
la resurrección de aquellos soldaditos ruskis que vio morir al otro
lado de las empalizadas en los combates de Leningrado, División
25o,
montó un puesto de periódicos en la Plaza de Cataluña y se lo
cerraron. Murió en la miseria. Hijo del cuerpo, se hizo policía de
la ronda secreta en Barcelona, de mozo lució la Por eso me enoja
tanto pasearme por las casetas de la feria del libro para
encontrarme con tanto sacristán tanto profesor mediocre y
escritores de alubión. España desprecia cuanto ignora y eso es un
ominoso designio que nos persigue. Cuerda de presos no es un
thriller ni una novela romántica no hay sexo ni casi trama pero
debiera ser libro de lectura obligatoria en los parvulario y por
supuesto en la academia y en los cuarteles de la guardia civil el
benemérito instituto de cuya probidad y lealtad se han aprovechado
gobiernos de todos los pelajes y colores. Tomás Salvador no morirá
nunca. Su recia prosa castellana iluminará el camino de las nuevas
generaciones. Cantó a la GC y dijo que el benemérito instituto no
ha de ser un cuerpo represor como pretende el actual gobierno del
mr. Rajoy aunque no cabe esperar otra cosa del inepto pontevedrés
al que llaman don Rajadizo el Mirífico.
28/06/2014
CANTAMAÑANAS
Y BUTANEROS. NUESTRO NUEVO PERIODISMO
Ya
cantan los pájaros al albor. La primavera se adelanta. Llueve. Menos
mal. Grande eres en tus obras, Señor. Rezo el salmo 62 de Laudes del
Oficio Parvo a Nuestra Señora.
“Ad te de luce vigilo”.
Hay que estar en guardia contra tanta cabeza de chorlito. Esa plaga
que nos invade. Ya están aquí los butaneros y cantamañeros. Entre
col y col una lechuga. Entre cuña y cuña comercial un mitin.
Tararí... tí.. Ti. Alzamos al redoble de tambor y toque de
cornetas, prietas las filas, montañas nevadas.
Por
favor no me pongan ese pasodoble tan nostálgico de la España que
perdimos que mi alma se desinfla. Se enternecen mis fibras y las
piernas se me vuelven flan y los dedos huéspedes. Y me entra un
cierto desapoderamiento de los sentidos. España es una y cabal. No
volvamos a partirla en dos. Nosotros seguimos en esa misma demanda y
llevamos repitiendo esta consigna de reconciliación lo menos ocho
lustros. Ni la izquierda deletérea progresista y a veces sin sentido
nacional. Ni la derecha nostálgica, ególatra, testaruda y que no
piensa en los demás. Mi corresponsalía en Inglaterra y Washington
me llevo a la persuasión de que somos un pueblo grande y hermoso
pero con frecuencia manipulable y papanatas. Esto es caer en la
trampa de la guerra civil. Y desde entonces me fío poco de los de
Oxford y Cambridge. Mi alma mater
es Alcalá.
Me
gustaría ser paloma que sabe convivir con la bandada. Es un ave
cándida y social. Más que halcón egoísta y rapaz volando a su
aire. Pero aquí los halcones con harta frecuencia se convierten en
pavos reales muy finchados y despampanantes desplegando su bonita
cola pero que son incapaces de volar. Volemos pues. Y volar es
convivir de la misma forma que gobernar es transigir. Perdonar. Se
nos va la fuerza por la boca. Dos pasos delante y uno detrás.
Me
desenchufo o le doy al guial -amigo de las ondas cortas y del DX,
distancias desconocidas que llegan por el cañón de los sueños,
esa gamellón
de la imaginación, tubos catódicos, brahones y retahílas. Y
abandono las estacionales nacionales.
MÚSICA
MAESTRO
La
radio enchufo, un poco más de música maestros y no tanta
información/desinformación. Menos palabrería. Es la radio el
mejor instrumento de transmisión de ideas, afectos, sugerencias
(deberían sacar más los micrófonos a la calle a ver lo que el
pueblo opina, vox populi, vox Dei) puede convertirse en un
instrumento de incomunicación. ¿Serán galgos o serán podencos?
De todo hay en la viña del señor pero esos gigantescos programas
mañaneros cuando canta el ruiseñor y suenan las arengas y los
mítines - parece ser que hay montada toda una estrategia del horror
y del encono, pero a fin de cuentas esta es la democracia o la de
unos pocos con derecho de pernada y de opinión- ponen al oyente en
pie de guerra, no son ideas. Cesen las crispaduras. Ese que tiene
la voz un tanto aflautada y la cara de máscara. Es un clown. Más
feo que Picio y listísimo más listo que el hambre y la verdad es
que no lo hace mal. Imposta la voz, maneja bien el castellano pero
no es más que un mimo, un momo y ambos vocablos dan en memo. Su voz
sale de las cavernas de la derecha antisocial. No creo que le
importe demasiado Miguel Ángel Blanco y tampoco condenando a la
horca a De Juana le vamos a devolver la vida ni a él ni a los
guardias civiles pobrecitos que alevosamente tronzó en la flor de
su edad. Ya los pagará. Si no es en esta vida en la otra. Tiene
mucho purgatorio si es que no va a las calderas de Pedro Botero -que
será lo más probable- de morros y de cabeza. Y mientras le llega
su hora, carne de frenólogo y de manicomio. Dios proveerá y dios
lo juzgará. Además, fue excarcelado por una disposición
incomprensible de los del fraque y la toga.
Un
juez en tiempos de Aznar le redujo cadena y los dos mil años de
condena se quedaron reducidos a dieciocho. En agua de borrajas.
Total. Son ladridos las que se ponen en circulación: chantaje,
manos blancas, presidente al paredón. Ultraje y las palabras se
vuelven espadas y consignas y el personal las repite como loritos en
las tertulias en los chats y en los foros. Clama la voz, la mía, en
el desierto. Calma, señores. Un poco de recapacitación.
Aquí
lo que importa es el muerto. El cadáver sobre la mesa. Un muerto
mil votos. Cincuenta mil. Un millón. ¡Qué triste realidad! Así
que el personal marcha camino del trabajo y se apretuja en el metro
o en el autobús repleto de hordas haloetnicas, que seguramente el
siglo XXI va a ser el de las grandes masas, del descorrimiento de
pueblos, de la perdida de ese centro de equilibrio que era Europa y
el cristianismo en su mejor versión la católica, con el cabreo de
haberse desayunado el sapo mañanero. A las masas se las maneja
mejor con el horror pero este axioma determina no pocos retos a la
libertad de expresión.
DEMOCRACIA
Y CORTE INGLÉS
Ruede
la bola de la información-desinformación. El control de las
prensas y de la palabra o la imagen que baja por el éter puede
llevarnos a una nueva era de hombres robots con el cerebro bien
lavado mas no así el corazón. Los trusts y los grupos de
comunicación se imponen y hacen la guerra entre ellas. Recuerdo a
principios de los noventas las luchas internecinas entre servios y
caníbales. El grupo Z y el grupo Prisa y el de la Cope capitaneado
por Antonio Herrero. En esa lucha de golpes bajos y patadas en la
espinilla valía todo. Desde la difamación hasta la más inaudita
vesania. ¿Es que llevaba razón aquel vasco que dijo y ahora lleva
una vida monástica en un pueblo de Guadalajara que somos una tribu?
Leguineche quiero decir. Gran reportero de todas las guerras pero
creo que esto le viene un poco estrecho. Como a mí que estoy de
vuelta de todo. Pues muy bien somos una tribu. Que pasen los
periodistas y coman que dijo el ínclito Romanones.
Las
espadas están en alto siempre en esta maravillosa profesión donde
han resucitado querellas antiguas sin la crudeza del siglo XIX desde
luego(recordemos que Azorín, el impávido Azorín, fue a por Maeztu
que era algo vehemente y que había puesto la novelística del autor
de Monóvar del Campo cual hoja de perejil) con una navaja cabritera
y al ceceante Valle Inclán el de las barba de chivo lo dejó manco
otro colega Manuel Bueno con un verduguillo, la herida se le
infectó, los duelos de la literatura fueron famosos en aquel tiempo
y yo he visto a un colega en Londres atizarle un botellazo al
corresponsal de un diario de la competencia) estas determinaciones
ab
irato
de poco sirven pues la violencia es algo inane pero son el pan
nuestro de cada día en esta profesión. Uno tiene que llevar rodela
y hasta un coselete antibalas creo que eso ocurre aún en
Hispanoamérica cuando se va a la redacción. Uno escribe y uno
habla desde la dilección y con un afán ético o moralizador, o al
menos así debiera de ser, desde la sátira y desde el perdón, pero
no hay manera para no hacer -dulce razón de amor- de mi querida
patria una España encabronada y acojonada
.
Pero la crispación, esa palabreja que tanto se usa ahora, llega por
el aire y el Evangelio me dice “no luchareis contra los hombres y
la carne sino contra los malos espíritus que viajan por el aire”
(palabras de la ordenación de diáconos en la Iglesia grecolatina).
Y el advenimiento de los grandes Midas de la comunicación todo un
fenómeno sociológico. Seguimos luchando contra los molinos de
viento aun corriendo el riesgo, ya lo sabemos, de acabar con los
huesos quebrantados y molidos. Peleando con la dialéctica de la
destrucción, oye. En esta sociedad de la imagen parece ser que el
hombre carece de vida interior
.
Su existencia se desarrolla hacia afuera. A mí que me dejen en paz.
Fútbol.
Quiero Fútbol. Panem et circenses. En algo hay que entretener a las
masas y mantenerles distraídos. Dales pan y circo ¿Y a los
periodistas? Que pasen y coman. Hay que ver que contrajodido y
puñetero era ese conde. Y los medios de comunicación dejaron de
ser un servicio público para convertirse en la bandería de los
intereses comerciales. No me quejo. Esta es una democracia vigilada
y hay que ir de compras al Corte Inglés.
Es
la vida moderna. O lo coges o lo dejas. Y la cosa empezó con Franco
que trajo aquí a las grandes multinacionales. La Revlon, la
Perkins, la John Deere, General Electric. Etc. uno escribió una vez
en contra de la Westinghouse y la standard cuando estábamos
comprando centrales nucleares a Estados Unidos y por poco me echan
del “Arriba”. Un lector escribió una soflama contra mí. Me
llamó buey. Ya estoy muy acostumbrado a este tipo de dicterios y
tengo anchas espaldas aunque carezca de la entereza e importancia de
Calvo Sotelo. La guerra civil vino como resultado de una crispación
que yo lo he estudiado bastante bien por antiguas rencillas entre
militares africanistas y peninsulares. Recíclese, don Verumtamen.
Pues me reciclo pero a lo mejor no lo consigo Eso lo logró un genio
de la comunicación que se llama José María. Se acabó el tiempo
de las plumas galanas y de los nombres rimbombantes. Y vinieron los
García los del Olmo las Encarnas de día y las encarnas de noche,
degollaron a Balbín que en su programa La Clave había conseguido
un nivel de excelencia como en pocas televisiones del mundo con la
excepción de la alemana y la francesa se había adquirido. Lo
descabezaron alegando que su audiencia era de minorías, lo que era
un infundio, y vivimos en los tiempos de las grandes masas. Furbo...
Furbo y salsa rosa, se ha dicho. Butaneros y cantamañanas y la
información se ha tornado alienante y alienígena - tratando de
emular a los anglosajones- aunque ha vuelto la tradición
panfletaria del libelo estilo siglo XIX. Por esta vía se puede
aniquilar perfectamente el alma de las naciones y crear un nuevo
tipo de sociedad con otros atavismos y tics. El lavado de cerebro
suma y sigue y la verdad es que la Iglesia que está en la mira de
esta labor de zapa no lo ha querido ver o, si no lo ha querido ver,
y por aquello de si no les puedes vencer únete a ellos, se ha
subido al carro de los vencedores. Los grandes fenómenos en antena
de la emisora de los curas se declaran agnósticos y luteranos. Yo
pienso que si mala fue la era de Felipe González para los que nos
hemos ganado la vida escribiendo la de Aznar fue nefasta. Una
concatenación de torpezas y errores pero la verdad es que no tuvo
él la culpa como tampoco la tiene ahora Zapatero que han de acatar
las disposiciones de un teléfono rojo oculto en alguna parte y
quien manda, manda. De esta forma mantener una independencia de
criterio resulta no sólo oneroso y peligroso sino algo casi
imposible. Lo dijo Ramiro y murió por esa idea: el gran problema de
los españoles que se despellejan entre sí desde una izquierda
antinacional y una derecha cerril. Hay a muchos que nos sigue
gustando este proyecto de futuro basado en la síntesis y vivir,
sentir y escribir con una idea de Estado en la cabeza por encima de
las facciones y encontronazos de partido.
Volvemos
al sectarismo y a las divisiones de derecha, a la banalización de
lo importante, a la cursilería de la escopeta nacional y acaso al
caciquismo que hizo fracasar a los dos regímenes constitucionales
que tuvo España. Ahora estamos en la tercera y a la tercera va la
vencida. A ver si puede ser. Joaquín Costa expuso el proyecto de
Ledesma en otros términos pero casi en la misma idea: el problema
es de la despensa y la escuela. Ahora gracias a Dios no hay hambre,
las barrigas parecen ahítas, pero puede volver a haberla. Sin
embargo la gran ignorancia nacional sigue vigente. Es una escopeta
cargada que nos lleva al guerracivilismo. Convendría pues una mejor
educación de las masas irredentas. Nada tengo con el admirable
luarqués José María García al que ya empezamos a llamar en la
escuela de Periodismo de la Iglesia el Butanito - me alegro de que
se haya recuperado de su enfermedad y que siga fumándose sus buenos
vegueros- pues venía a clase, las pocas veces que iba, con una
casaca del mismo color y en una Vespa.
Siempre
con prisas. Mirada de águila. Un tapón de tío pero listo como el
hambre y con una voz de Esténtor, maravilla en un cuerpo tan
pequeño, que impostaba y que dio lugar a un estilo inconfundible y
una voz propia ante los micrófonos. Es la gran cuestión en
literatura y en periodismo: encontrar tu propia voz. El estilo es el
hombre. Con poco bagaje cultural sin embargo supo sintonizar con las
apetencias de la gente. Y los españoles de la primera transición
encontraban en el deporte no practicado sino de la grada una válvula
de escape a su adrenalina.
Por
eso en los ochenta se dormían escuchando las diatribas del pequeño
y rubiales Butanito contra Porta, Soporta y don Jesús Gil que más
de una vez le envió los padrinos. En fin, Furbo... Furbo el nuevo
dios de los españoles. Reyertas. Es la cólera del español
sentado. Yo quiero creer que el personal no desea que se le informe
sino que se le arponee. Los españoles dicen somos masoquistas. Le
tenía al pobre Porta aquel presidente de la Federación de Futbol
un soplón a la puerta de su vivienda y todos los españoles
sabíamos cada noche a qué hora en qué minuto y cuánto duraba el
paseo cuando don Pablo sacaba a su perro a mear. El mejor estilo de
Pueblo lo acreditó este García. Creo escuela y ha tenido no pocos
imitadores.
Que
se han hinchado a ganar perras en una profesión que proporciona
algunas satisfacciones y bastantes sinsabores poco dinero y bastante
caspa. Que es más que nunca el Cuarto Poder. El parlamento de
papel. Aunque no es buen síntoma para una democracia el que la
política se haga en las redacciones y que algunos prebostes y
mandamás del sector tengan más peso específico que muchos
ministros. Malo. Ahora hemos pasado de la pajarita de papel a la
pajarita de las tertulias con un equipo de opinadotes pluriempleados
mientras la gran masa periodística. Haría falta una buena limpia.
A ver si el nuevo rey Felipe VI acaba con todos estos tertulianos
que chupan cámara y micrófono a piñón fijo. Figuran como la clá
de la clase política, ocupan bastante cacho arrogándose las
funciones del parlamento. Volvemos pues a tener una democracia de
papel.
Pero
la información es poder y hoy es el Poder con mayúsculas. En su
modestia uno que no es de derechas ni de izquierdas no entiende
estas querellas de patio de vecindad porque a Butanito le hayan
degollado una entrevista con el Loco de la Colina. Tenemos dos manos
y dos ojos ¿no? Convendría seguir entonces sin bandazos a babor y
estribor la trayectoria de la recta. Proa. Proa. Era un diario
vespertino de León por cierto y un cachondo se lió a voces una
tarde de allá por los años cuarenta cuando los periódicos se
voceaban como si León fuera Londres y anunciaba:
-
“Proa” Ha salido “Proa”: El Papa se casa con la Hilda y se
marchan los dos al Caribe en viaje de novios.
Horror
¡qué titular en pleno Nacional catolicismo! El vendedor debía de
estar borracho o debía de ser Genarín. Cerraron aquel periódico
que era de la cadena del Movimiento tres meses y a su director por
poco lo amarran en blanca a la sombra del “hotel” San Marcos.
Como a Quevedo por un soneto. Un titular mal trabado podía valerte
no una misa sino que te lo dijeran de misas en aquellos tiempos Y de
la misma casa salió don Luis del Olmo que creo que era locutor de
la REM (Radio Cadena del Movimiento) en la emisora de Astorga. ¡Qué
voz, señores, qué voz! Y ¡cómo la imposta! Creó escuela. Y
enamoraba a las señoras cuando salía en antena aquel mozo de los
ojos tristes y la voz seductora. Un maragato de Astorga. Moris
captus -es lo que significa maragato- cautivado por los moros esto
es tornadizo y don Luis con su varonil voz cautivaba a las
parientas. Y todas las señoras se iban a comprar al Corte inglés
con gran alarma de los maridos que protestaban:
-Esto
es el colmo don Luis del Olmo.
Me
lo encontré una vez que fui al Arrabal de Arévalo a vender libros
cuando por culpa de una miliciana del feminismo me suspendieron de
empleo. Estaba comiendo en La Pinilla del Olmo. Le acompañaba un
guardaespaldas. Ni media palabra durante el almuerzo. Don Luis tenía
los ojos tristones. ¡Y qué tenga yo que estar aquí vendiendo
libros como un cabrón y venga a comer el plato del día y este
señor a la carta! Ante el mejor cochinillo! Soy tan buen periodista
como él. La verdad es que don Luis y su zaguanete comieron poco y
yo me hinché a sopas y garbanzos. Desde hace muchos años,
inconsciente de mí, he renunciado a guardar la línea.
-
Mira, Verumtamen, - me dije a mí mismo - Tú vives mejor que él.
Te acabas de zampar un cocido a lo pobre que no se la salta un
gitano y te has echado al coleto dos medias botellas de tintorro de
la tierra que te hace ver la vida de otra manera. Arriba los
corazones. Súrsum corda. Eres mucho más feliz. No llevas
guardaespaldas pero eres más feliz. No cambiaste de chaqueta y
duermes con la conciencia más tranquila.
Ahí
está la maula. Que no cambiamos de chaqueta. Seguimos aferrados a
ciertos ideales de la España eterna y nos trataron de locos y de
borrachos. Se nos cerraron todas las puertas. Hicimos mutis por el
foro pero seguimos al pie del cañón. Tenía que ser así en
cumplimiento de las palabras del Caudillo que lo dejó todo atado y
bien atado - y sigo pensando que su palabra es verdadera, aunque
cometió el grave error de dejar de heredero al Borbón- y si su
heredad se desata, creo que el ZP lo que intenta es salvar los
muebles, habrá gresca. Por aquel mandato nuestro sacrificio. Nos
ofrendamos nuestras vidas y nuestra carrera en holocausto. Éramos
los albaceas de aquel legado histórico. Que haya paz y progreso
entre los españoles y tuvimos que hacernos el loco y mirar para
otra parte y aguantar estas tabarras de butaneros y cantamañeros y
la melancolía de esas emisiones oceánicas de costa a costa la voz
sexy de la radio una cosa parecida en tío a lo que es la Cristina
Schlichting en mujer. ¡Dios qué voz más sensual! Y lo mejorcito
de por aquí. La escuchas y piensas en el amor, qué voz de mujer,
Además hija del Cuerpo. ¡Si no fuera tan carca!
Uno
se pregunta cómo puede ser esto. Sólo ocurre en la radio de las
repúblicas bananeras pero la verdad es que el talante de este
pueblo es inclinado al caudillismo también en lo informativo. Eso
revuelto con un poco de masoquismo porque al español de abajo le
suele ir la marcha y nos da la fórmula. Los que postulamos un
periodismo serio, una literatura como Dios manda y un saber estar y
saber ser en demócrata tuvimos que callarnos. Hacer un mutis por el
foro o ponernos a leer los Intereses Creados de don Jacinto. Que en
estas guerras mediáticas que nos desinforman con su noticierismo y
su culto a la personalidad fantasmagórica laten miras utilitarias.
Detrás de estos grupos se ocultan muchas perras. ¡Ah, amigo! La
ambición humana carece de límites. Sosiéguense, señores.
-Así
que no es usted de derechas don Verumtamen. -Ni de izquierdas. Lo
mío es el la revolución social sindicalista. El comedio no el del
pobre Adolfo Suárez al que tan mal hemos pagado por sus
incalculables servicios prestados. Tampoco. Pero busco el
equilibrio. Cuando todos hemos perdido el centro y un poco los
papeles. Virtus in medio est. Buena consigna para un país de
desequilibrados. ¡Señores de la tele radio no nos azupen los
perros!
POR
EL CAMINO DE SANTIAGO. A PERRO VIEJO NO HAY TUSTUS
Con
el Calixtino por libro de cabecera, guía y vademécum de
peregrinaciones, un legajo del siglo XII escrito por un tal Américo
Picaud, un gabacho que ya nos pone de vuelta y media a los españoles
esgrimiendo los antecedentes que esboza la picaresca sobre buen
pueblo pero mala gente que dijo el otro cuando se topó con los
muros de Benavente (escopeta nacional y España sin españoles sería
el paraíso terrenal), mi amigo don Xanti y yo nos hemos echado a
los caminos, bordón en la diestra, nuestras recias botas, nuestros
buenos peales, buenos propósitos y mejores resoluciones en el alma
que pecadores fuimos y pecadores somos. El vino que no falte. Y el
breviario de antes de la guerra también iba en la mochila. Para
espantar el diablo que no deja de enredar incluso en las soledades
cantábamos en latín los maitines y laúdes a la aurora con el
precioso himno monacal de “Iam lucis”, la tercia antes de la
siesta, vísperas con el primer rayo del crepúsculo y completas al
entrelubricán somnoliento. Nos lo pasamos bomba. Damos grandes
rodeos al pisar las ciudades pero los viejos lugares de la
Transcantábrica posábamos en veneración. Esquivábamos las
carreteras y los farolillos rojos de los puticlubs que animan las
cálidas noches agosteñas, cabe el arcén de las autovías, los
apartábamos con un vade retro. A estas edades no es para que te den
una medalla de condecoración si no te llama la atención la
jodienda. A perro viejo no hay tustus. ¡Oh pecadores de la nueva
Babilonia!
En
una localidad del camino cantamos la Passio a dúo al pie de un
Santo Cristo milagroso y lo hicimos con tanta unción, mi buen
Xantipa de grave y yo atacando los agudos del cronista que narra los
acontecimientos en la noche del Viernes Santo, un diácono ruso se
nos agregó y bordaba los bajos del repertorio de Palestrina, que el
cura y algunas beatas nos invitaron a chocolates con churros. Grande
es nuestra fe y grande es España por más que me pongan como un
trapo los unos y los otros, aunque los peores seamos nosotros
mismos.
-Eso
no tiene enmienda. A otra cosa mariposa.
Y
dijo el Marquillos de Obregón y es a lo que iba pues no puedo
desenredar ese enredijo de misterio que me hace tirarme al monte,
claro, o buscar el refugio de las tabernas, pues la frase forma
parte del laberinto en el que estamos inmersos:
Si
eres por ventura español donde quiera que llegues has de ser mal
recibido aunque te pongan buena cara. Que aquesa ventaja hacemos a
los nacionales del mundo ser aborrecidos de todos; cuya sea la culpa
yo no lo sé.
Ni
yo tampoco pero vengo empapado del rocío de las veredas, con la
música de algún malvís entre las orejas, el rumor del agua cerca
de las cárcavas, la visión edénica de los gollizos, gargantas y
cuchillares, restos de antiguos glaciares que alfombran la manta de
los montes de la Robla, el silencio edénico de los castañares
ocultos entre las sierras, los cristos rotos y las imágenes
venerandas de santos arrumbados- qué se la a hacer un santo no es
más que un trozo de madera y una bandera un cacho trapo y ahora se
están rige un nuevo furor iconoclasta contra aquello que tanto
venerábamos- que esperan en las iglesias cerradas a cal y canto, el
tañer del cimbelillo en las ermitas del monte que a veces nos
parecían tocar solas y nos sonaban a milagro no sé por qué, el
donaire de algunas mesoneras que no niegan una sonrisa y un vaso de
agua al peregrino, la borrina de los puertos, suspiros de tul en el
paisaje de encaje, o el sonido isócrono de las olas sobre la mar de
Vegadeo. O los ecos del canto de una salve al atardecer en alguna
aldea perdida del Bierzo. O la armonía de la catedral de Santiago
que dicen que el que llega allí por primera vez se transforma; si
está triste se alegra y, si enfermo, cura de toditas todas, y si
nervioso le penetra en el alma una calma infinita que trastoca el
hervor diabólico, el tráfago luciferino de la ciudad hediendo a
azufre y a exhausto de tubo de escape. Traspuesto el monte de Gozo,
es cosa digna de mención que parece que se te alegran los pies y
dejan de protestar como en algún tranco de la ruta en que estuvimos
a punto de tirar la toalla. Gracias al vino que es sangre de Cristo
y la fe. Toda esa belleza y dolor que trajo al mundo el cristianismo
y que para mí sigue siendo la religión alegre y verdadera diga lo
que diga don Haro Tecglén. Tachín tachén. Áteme esa mosca por el
raro. Y luego en la catedral compostelana estaban los paneles que
mezclan el cielo con la tierra del Pórtico de la Gloria. La
perfecta caja acústica de la ortofonía con que fueran diseñadas
las bóvedas. El canto llano que ensalza con salmos acompañantes el
movimiento pendular del botafumeiro. Los miembros cansados, el
rostro contento.
¿Habremos
conseguido la gran perdonanza? No lo sé ni tampoco me importa
mucho. Se hace camino al andar, y lo más importante: Hemos ido por
las ranuras de la puerta estrecha pero aquí hemos vuelto con nuevos
bríos y con fuerzas de refresco. No hay, no puede haberlo, país
más bello en la tierra. En mi zurrón, yo hubiera querido meter en
mi zurrón de peregrino tanta hermosura. No me cabía tanto amor en
las alforjas. Al volver de Compostela regresaba ligerito y casi
repartiendo besos.
-Oye
a ver qué hacemos.
-Vamos
de correría.
-¿De
correría sin la guardia civil?
-De
romeros camino de Compostela. A misa no voy porque estoy cojo pero a
la taberna poquito a poco.
-Alguna
vez habrá que compaginar la religión y la diversión y con esa
idea fija en la mente hicimos la salva de los andantes. Una hogaza
de pan tierno, algunos torreznos y tajadillas de la olla que saben a
gloria en pleno campo y algún que otro laustibideo con un par de
besos al jarro. Y de hoy en un año que el Dios nos conserve en paz
y buenos
-Qui
multo peregrinanntur paulo minus santificantur (mucho
peregrinar y santificarse poco pero a pesar de las reconvenciones
del Kempis lo pasamos bomba).
-Eso
es el del Imitación
de Cristo. Pero
aquel monje flamenco dicen que luego se suicidó o que murió mal y
por eso no lo canonizaron aunque gracias a su libro- admirable poder
de la literatura que una cosa es predicar y otra dar trigo-
canonizaron a muchos. Ya ve usted lo que son las cosas. Ese librillo
es una fábrica de santos aunque con un poco de oscurantismo, un si
es no es misoneísta y una miaja quietista. Hoy si viviera el
anónimo autor lo escribiría de otra forma. En la actualidad los
émulos del Evangelista actúan de otro modo pero se sigue el modelo
copiando. Cristo alfa y omega hoy ayer y siempre. Y lo demuestra el
hecho de que siga habiendo tantos crucificados y tantos crucifijos
incluso en el canalillo del tetamen de Prosperina. Las nuevas chulas
se colocan el símbolo al pecho que no saben lo que es pero que en
el fondo las debe de proteger en medio de la hoguera de sus
vanidades. Que les sienta como un tiro a tanta paganía. Y los
futbolistas cuando saltan a la cancha o marcan un gol se santiguan.
-Cruz
al revés.
-No
creo que llegue a tanto. Es la puñetera coquetería. Ya sabe usted
que si tres son los peligros del alma mundo, demonio y carne, las
mujeres agregan otro que las pierde: el buen parecer. Pero yo quería
volver a la Imitación
pues de niño lo repasé cien veces.
-No
me vaya usía a salir con toda una teología de la peregrinación
que ya sabemos por donde va y los sabuesos de la información o de
la inquisición andan peinando las Webs en pesquisas de sospecha y
si con barbas san Antón y si no la Purísima Concepción. Hechos. Y
nada de dichos. Facta
non verba que dijo
el clásico. Cíñase a la banda.
Pues
eso mismo. Salimos don Xanti y yo- su nombre de pila es Xantipa- un
hermoso día de la Transfiguración después de llevarle laureles a
san Salvador cuya talla se venera desde hace siglos en un rincón
junto a uno de las responsiones del lado de la epístola en la
catedral ovetense. Allí es un día grande el 6 de Agosto y
cumplimos la promesa del viejo rito de llevar el ramo y colocarlo a
los pies de la imagen en la peana. El
que a Santiago va y no visita San Salvador por honrar al siervo se
olvida del Señor.
Y tanto. Por eso, muchos a Oviedo lo llevamos en el corazón. Es la
ciudad de siempre, nuestro “oppidum” anímico, un refrigerio de
cortesía y de elegancia, oasis en el desierto intelectual que nos
aqueja, punto de fuga, venero de dichas y de desdichas, memorial de
recuerdos, unos buenos y otros no tanto. Oviedín del alma, sombra
de la aceitera donde don Fermín enfilaba su catalejo, plaza del
Fontán y fachada de san Isidoro donde jugaba a la pelota Tigre
Juan. El cuerpo podrá salir de tus recintos sagrados pero el alma
jamás te abandonará. ¿Oviedo? ¡Presente! A mí me nacieron en
Segovia de la misma manera que a Clarín lo parió su madre en
Zamora por una casualidad pero es – omnium consensu- que yo me he
vuelto pixuetu hasta las cachas y hasta lo dice mi forma de parlar y
de expresarme con giros y expresiones de la antigua fabla jovial.
Dejamos la Argañosa y el roquedo del Padrún a un lado y a la vera
del Nalón río matriz de las Españas con un descansín en Mieres
del Camino para yantar dimos vista tras largo trajín a los airosos
muros de Santa Cristina de Lena en lo alto de un mogote que fue para
los primitivos asturcones monte sagrado al que escoltan rodales de
castaños y un buen manto de abedules de copas esquemáticas y
tronco albar. Dios debiose de echar siesta en el paraíso antes de
venirse a fundar por aquí estas encartaciones donde los horizontes
son sublimes, buen refugio para el que venga huyendo del moro, o de
la quema y quiera vivir a escondido. El oratorio de Santa Cristina
joya embelesada del ramirense reina señero en el horizonte. Es la
llave de los puertos. Sacha, nuestro ruso y del que hablaré más
adelante hizo la genuflexión prosternada según el rito bizantino
ante el altar de la santa. Estaba abierta la ermita y delante del
iconostasio, en pié, como mandan los cánones, entonamos el
Akathistos
el más antiguo himno a la Madre de Dios que se conoce. Como se nos
había olvidado el griego a Xanti y a mí que también estuvo
conmigo en el seminario de Comillas, lo tarareábamos dejando que el
diácono ruso llevase la voz cantante. Respondíamos a la plegaria
con el radesti
(alégrate) cuando el oficiante concluía una de las veintitantas
estrofas. Ora pro nobis. Fue emocionante y como se nos hizo de noche
allí mismo en aquel Tabor de veneración de la vieja España
cristiana tiramos la boina y acampamos la noche, para, al alba, con
el sol ya en las bardas de Campomanes, acometimos la recia subida al
Pallares que no es grano de anís.
-Antoñito
mucho te pesan las arrobas.
-Más
me pesan mis pesares por mis pecados.
-Pero
estás aun hecho un recental. Tira palante.
El
bordón, la capa de límiste o paño de Segovia de color amusto
(pardo), el sombrero capón en son de penitencia, la calabaza que yo
sustituí por una cantimplora militar que me legara mi pobre padre
recuerdo de los campamentos y las maniobras y todos los arreos del
peregrinaje debían de ser un curioso espectáculo para los que
pasaban por aquellas soledades. Estampa curiosa que no pertenecía
al tiempo del ordenata y del móvil.
Los
pueblos están casi desiertos, las casas deshabitadas. Ya no quedan
niños y probinos los
viellos no pueden ni
tenerse pero alguna abuela salió a la puerta para saludarnos
deseándonos buen viaje.
-Vayan
con Dios
-Y
que Él a usted la acompañe, hermana.
Hace
treinta años hubiésemos sido un espectáculo y hubiéramos
arrastrado tras nos a una recua de rapaces saliéndonos al camino a
pedirnos una estampa o una perra chica para caramelos.
El
peligro de los romeros jacobeos eran los canes. Ahora es la
velocidad y hay que hacerse a la cuneta no te lleve por delante un
treinta ruedas. Algunos camioneros saludaban con deferencia y otros
con compasión al vernos vestidos de aquellos capisayos pasados de
moda. Una tipa malos pelos y la cara pintada de daifa que por lo que
dijo nada amistoso llamándonos cabrones y del pepe por la
ventanilla:
-Relicarios,
tenéis más moral que el Alcoyano.
Era
una rubia de bote y a mí quedaron ganas de retrucar lo del bueno de
Jimmy que ya se sabe rubia de bote el chocho morenote por no caer en
su misma falta de decoro y devolverla el corte de manga.
-Andididiai.
Otro
motorista nos hizo el signo cabruno. Por lo visto le irritaba
nuestra cruz de palo al pecho, la calabaza, la ristra de veneras y
la esclavina penitente. Nosotros respondiendo bien por mal
contestábamos con el signo apotrocaico o señal de la cruz que es
aval de paz, de reconciliación y de volver la otra mejilla. En fin
que parecíamos unas antiguallas en este siglo de vórtices y de
telediarios para perder el resuello. Les da corte nuestra presencia.
Nos persignamos. El paisaje era de auténtico cuento de hadas. Los
pueblos de la derecha reclinados sobre el vértigo de la montaña
parecían figurillas de un belén. Tanta hermosura quitaba la
respiración. Abandonamos morriñosos Asturias pero respirando a
pleno pulmón el aire limpio de las cumbres. Don Xanti que anda un
poco frayau con
lo del azúcar perdía huelgo en algunos recuestos y hubo que parar
varias veces hasta coronar el alto.
Arbás,
arriba de las revueltas de Pajares, vino a darnos las tardes. Es
también un emplazamiento producto de algún exordio nuncupativo a
Júpiter pues los romanos sabían donde alzar sus piedras y prueba
de ello es que en todos los lugares elegidos por ellos uno se siente
siempre a gusto. Eran los arva
o campos. En este emplazamiento mágico y magnífico se
establecieron los cistercienses. Era el primer monasterio de las
Monas o Nonas, nueve en total que abrían el paso a los límites
astures como un cordón de oración y de trabajo. Fue una de las
fundaciones más antiguas de los bernardos. El sitio le encantaba a
Menéndez y Pidal, oriundo de Pajares, y todos los veranos se perdía
por aquí.
Pero
de estos extremos, así como de otros, sobre qué hacíamos tres
sexagenarios locos embarcados en la aventura del Jacobeo así como
de quien eran mis misteriosos acompañantes, un cura corito al que
le habían quitado las letras dimisorias por darle al cristal y un
diacono ruso que no sabemos de donde había salido se lo contaré en
la próxima entrega, si Dios me guarda una semaneja más de vida,
sobre mis andanzas por el camino de Santiago, y si vuesas mercedes
me dan gracia y un poquito de su paciencia. Por el momento, vale. De
regreso saludo a mis lectores que a buen seguro no me habrán echado
de menos pero de algo hay que morir y algo habrá que escribir y más
se perdió en Cuba y regresaron cantando. Vueltos a la faena, la
verdad es que te añoraba, Madrid, que ya no te quedas sin gente
sino más llena a rebosar. Pues antes que te olvide, Virgen de
Atocha, se secará la fuente de la alcachofa, que decía Luis
Candelas que tampoco vivir muy lejos de la Mariblanca y fue allí
donde le apiolaron.
-Viene
usted hoy de una euforia que lo tira.
-
Pues sí la verdad es que no me puedo quejar de la vida. Parezco un
buque de guerra desplegando el pabellón de combate.
-
Hombre, no creo que esto sea la guerra
EL
DEAN DE COMPOSTELA Y EL ROBO DEL CALIXTINO
Don
José María Díez Fernández, cuando yo lo conocí de prefecto en
el seminario diocesano de segoviano era un rubiales hermosa
cabellera lisa y pelo casi de mazorca misacantano prefecto del Mayor
que usaba sotanas caras de cachemir las que cosía Zurita sastre
eclesiástico de Valladolid y se paseaba por los Tránsitos luciendo
un breviario de piel con cantos dorados. Le llamábamos el Gallego y
nos hacía mucha gracia su acento sobre todo cuando en las pláticas
de fin de mes nos ponía en antecedentes de los riesgos que se
corrían con las amistades particulares una plaga en aquellos
internados endogámicos y con todas nuestras hormonas en ebullición
cierto que queríamos ser santos y dignos ministros de la iglesia
pero, si el alma intentaba planear hacia las alturas, al cuerpo le
tiraba el fango: hay
que distinguir entre amigos amigotes amiguetes y amiguiños.
Tenía un sentido del humor galaico y una mirada que calaba detrás
de las gafas de montura de oro. Una eminencia en teología, en
cánones. Pero sobre todo se sabía bien la historia de la Iglesia
en sus miserias y grandezas. Todos sabíamos que algún día
llegaría a obispo o a príncipe de la Iglesia. Nos entusiasmaba por
su espontaneidad y su sentido del humor que recordaba un poco a esa
bonhomía tan galaica de las cuadrillas de gallegos que nos llamaba
cada verano Rosalía de Castro. Os los mando como nenos y vuelven
como negros. Y a él también le encantaban las tradiciones romanas
de pueblos como Urueñas donde no conocían aun los zapatos sólo
las abarcas e imitaba el acento arevaco con que se expresaban los
moradores de por aquellos castros y tesos que hablan un poco en
arandino alargando infinidad las terminaciones interrogatorias.
¿Fuiste a por aguaaaaa? Pues sí pachasco. Y esta interjección de
pachasco le llamaba mucho la atención al Rubiales porque no existía
traducción al gallego. Sólo eu
carallo.
He de confesar que fue uno de mis maestros a los que quiero y
respeto y les dedico en parte mi libro seminario
vacio: los pecados mortales de la iglesia
una crítica a los cambios en la Iglesia y una patada en el culo a
los mojigatos sin dos dedos de frente que no saben que los ex
seguimos
amando a aquella iglesia y nos sentimos hijos della por más que no
nos corresponda ni atienda nuestro aviso. Sin embargo don José Mari
un cura inteligentísimo- venía de la Gregoriana y de la de
Salamanca- no pertenecía al cupo. Es ahora el deán de Compostela.
Le vi ayer en Informe Semanal. Estaba hecho un mozo. Llevaba en la
sotana la cruz colorada de los caballeros de Santiago la misma que
lucía Quevedo y los reyes de España en la pechera. Hace unos años
un libro interesantísimo que una mano negra se encargo de retirar
de la circulación, la misma que ha hecho que el mayor escritor en
lengua castellana esté descatalogado y sea un raro o curioso fuera
de la circulación. Premática
contra Iudeos
creo que era el título que descubrió para gloria de la literatura
española y bien de la Iglesia este canónigo archivero y hoy deán
de Compostela. Era un texto inédito y puede que tan singular haya
sido la causa de la sorda y recia persecución que tuvo que padecer
este sacerdote a causa de esas fuerzas ocultas y santas mafias
instaladas en el seno de nuestra santa Madre Iglesia. Es la peste
que lo envuelve todo, domina los gobiernos, los sindicatos, la
judicatura, los parlamentos y desde el Vaticano concilio segundo ha
penetrado en las cavas vaticanas. Nube maligna. Humo satánico. Uno
ha seguido los pasos de aquel lucense que vino a desbravarnos a los
latinos de Segovia y he sido también archivero, periodista como un
hermano suyo, muy literato y polígrafo. Me apasiona la cultura de
España y he escrito de omni
re scibili
y el que dice España dice de toda la iglesia. Cuando estaba en
Alcalá en el AGA estudié el Calixtino un tesoro del siglo XII que
es un vademécum o guía de los que se ponían en camino sin ahorrar
detalles por escabrosos que fueren. Así previene a los caminantes
de que esquiven el País Vasco porque allí no son todavía
cristianos y conservan algunas costumbres de la paganía como es el
bestialismo y el códice es taxativo al respecto: “Fornican
con la mula, la burra o con la cabra y tiran cantos a los forasteros
o les desvalijan si cruzan su territorio”.
¿Habrán sido algún caco del PNV el cual dolido por estos
renglones del ilustre manuscrito del siglo XII ha querido vengar la
afrenta contra su sentido nacionalista? ¿Estará en las garras de
Bildu o de ETA o la madre que lo parió? Como archivero y curator de
tesoros a los que no se les puede tasar hoy víspera de la fiesta
del apóstol le ruego al patrón de España que interceda por
nosotros y mueva el corazón duro del ladrón. Es posible que mañana
se produzca el milagro y aparezca el libro más antiguo de España y
que Dios consuele a mi antiguo prefecto el deán de Compostela que
me consta andar muy afligido. Hombre cordial generoso y uno de esos
hombres al que gusta escuchar porque una conversación con el
Rubiales es una lección magistral. Virilidad y sabiduría fueron
las prerrogativas de este canónigo. Sé que todos los curas de
Segovia o ex curas que iban a visitar la tumba del apóstol le
hacían una visita y él acogía con los brazos abiertos y hasta les
honraba con una queimada a los que llegaban procedentes de nuestro
viejo seminario conciliar entonces atestado hoy vacío. Estoy seguro
de que cuando le hagan obispo a don José Mari se volverá a llenar.
Fue para mí como para muchos de nosotros aunque hiciésemos chanza
de su acento- cuando hablaba en gallego cerrado no hay quien lo
siguiera- uno de esos hombres que dejan poso y marcan ruta. A mí si
no de Santiago lo que me hubiera gustado haber sido canónigo de
Mondoñedo.
-¿Y
por qué non lo fizo, don Verumtamen?
-Prestabanme
las mozas por aquel entonces.
-Acabáramos.
-A
la vejez viruelas
-Hay
en todo este negocio del robo del Calixtino algo muy raro.
-Desde
luego. Parece más que una trama policíaca, algo gnóstico. Ya sabe
usted, don Quosquetamdem, que Santiago es el hito de los caminos de
la cristiandad cuando se cerró Jerusalén y Aladino expulsó a los
cruzados. Ahora los de la New
Age
y la masonería fuerza dominante en el Vaticano quiere expulsar a
Jesús de la sede de Pedro. Sólo nos queda Compostela.
-En
verdad le digo que nunca vi pasar por estos caminos del Reguerín
donde usted y yo hablamos tanto romero. Llegan de todas las partes
sobre todo de Alemania y de Centro Europa buscan la estrella, la luz
del Oeste.
-Pero
el diablo en todo mete el rabo, y en todo se entromete y es por eso
por lo que han robado el Calixtino, un acto terrorista más en este
caso contra la cultura de la masonería.
-Pero
al final Cristo vencerá. Non vos preocupad.
-Eso
es lo que le decía a usted el gallego cuando le veía triste por el
seminario cuando se meaba en la cama.
-A
José Maria Díez yo te mando un abrazo. Que luzca siempre esa
insignia de la cruz roja sobre el pecho.
-Una
cruz que es como una daga.
-Desde
luego la letra con la sangre entra. No hay que confundir el culo con
las témporas y nada de ñoñerías.
Cae
la tarde sobre el Reguerín. Al otro lado del valle suenan
estampidos de los primeros voladores de la fiesta. Las olas espuman
agua mansa sobre los cantiles y un ruiseñor oculto en la sebe
despide al día con un sol melancólico que acaricia los ojos y dora
de rayos oblicuos los campos. El pájaro melifluo se entrega a su
tonada en latín en honor del patrono de España:
Defensor
almae Hispaniae
Jacobe,
hostium
Tonitrui
quem Filius Dei
Vocavit
filium.(oh
Santiago apóstol, defensor de la patria hispana contra sus
enemigos, al que el hijo de dios llamó el hijo del trueno)
Aquí
en Asturias se siente más que en ningún otro lado la presencia y
el “iuvamen” del Hijo del Trueno.
Posdata:
luego se descubrió que el ladrón de la joya bibliográfica era uno
de los electricistas al servicio de la catedral, vecino del mismo
Compostela el cual abusando de la confianza del cabildo, se llevaba
el dinero de las colectas, esquilmaba los cepillos con las limosnas
de los peregrinos y dijo barbaridades y calumnias de su mentor y
protector, nuestro querido don José María nuestro prefecto de
estudios en el seminario de Segovia Miércoles,
07 de marzo de 2012
Muy
ilustre Sr. Deán,
Catedral
de Santiago de Compostela,
D.
JOSÉ MARÍA Díez Fernández.
Plaza
del Obradoiro
16705
COMPOSTELA,
(Coruña)
Mi
querido don José María:
Me
tomo la licencia de remitirle mis dos libros Seminario
vacío y Franco
y Sefarad un amor secreto.
Fui alumno suyo en Segovia y me consta lo mucho que Vd. amó a
aquella tierra como nosotros le queremos a usted. Para mí fue uno
de los maestros que más influyeron sobre todo en aquellas clases de
historia. Sé lo mucho que habrá padecido con ese asunto del robo
del libro (tribulaciones que manda el Señor para probarnos) por el
bien, la verdad y la justicia, pues he sido archivero y reconozco lo
mucho que se sufre cuando algún ladrón mete la mano en un tesoro
tan grande como el Calixtino.
También
he sido periodista de la Prensa del Movimiento donde ejercí de
corresponsal en Londres y en Nueva York. Ustedes buenos sacerdotes
diocesanos me enseñaron a decir la verdad y defender a mi patria y
mi fe, y en esa demanda sigo. En mi libro salgo al paso de las
calumnias que se han formado contra Franco ese hombre de bien,
militar de pro, y gallego aunque sus origines quedan demostrados
eran sefardíes. Sin embargo no ha tenido la SRI un valedor tan
insigne desde los RR.CC.
Las
logias- estamos en lo de siempre- con sus maestres y contramaestres,
sus consignas y planchas hacen trizas de su memoria. Sé que usted
conoce bien el tema porque publicó, años ha, un texto inédito de
Quevedo contra
Iudeos. En este
libro mío sobre el Caudillo me pregunto si la Teología del
Holocausto no ha suprimido la de la Redención. Todo ha dado un
vuelco. ¿Quieren cargarse la historia? ¿Por qué ese odio al
cristianismo?
Y
otro punto que toco es que nosotros fuimos hechura de la Iglesia.
Nos moldearon en el mismo molde. Quod
scripsi, scripsi.
De
sus pláticas interesantísimas guardo un grato recuerdo, aunque
fuese un prefecto estricto; nos tenía que desasnar, veníamos con
el pelo de la dehesa) porque es usted don Josémari un gran orador y
profundo escritor saqueé la conclusión de que ser cristiano no es
un problema de bragueta y con cierta sátira dejo caer la idea a lo
largo de mi Seminario Vacío que he tenido que publicar a mis
expensas, pero ya conoce usted el panorama porque ha conocido sobre
sus carnes la calumnia y la protervia de los nuevos amos del mundo
que manejan los círculos de la información.
Soy
un proscrito como periodista y escritor y preterido. Nunca fue la
libertad de conciencia tan manipulada y controlada como ahora. Me
aflige y es una idea que expongo en mi novela el silencio de
aquellos que debieran dar un paso al frente y decir adsum.
Usted no pertenece al cupo ni de los liberticidas ni de los
apostatas.
Sé
lo que es un poco el silencio de Dios y por eso redacté estas
humildes cuartillas que espero que no sean materia de escándalo
para usted sacerdote de Cristo y deán nada menos que de Compostela.
Nadie ha llegado tan alto entre nosotros. Estoy seguro de que el
apóstol hará un milagro y el preciosísimo texto. Usted no se
atormente, señor deán, mi querido maestro, eran unos profesionales
y ninguna culpa tenía el archivero sino ciertas gentes aleves que
anda por el mundo.
Le
abraza en Xto. y le da las gracias con todo mi afecto y respeto en
recuerdo de aquellos viejos tiempos. Le rogaría que si me hace la
merced de leer ambos libros me diga su opinión, aunque sea adversa
y aunque me excomulgue. Yo soy un hombre casado con dos matrimonios
y cinco hijos todos arriba pero me gustaría morir en un convento o
monasterio y ser ordenado al menos de diácono para cantar la
Passio.
Espero que esté bien de salud. Siempre fue un gallego fuerte como
aquellos segadores que llegaban de Galicia a los que canta Rosalía
y que yo alcancé a ver en mi tierra castellana en mi niñez
Suyo
s. s. s.
APARECE
EL CODICE CALIXTINO INTACTO. ASI LO HABIAMOS ANUNCIADO. UN MILAGRO
DEL APOSTOL
Albricias
y loado sea Jesucristo. Al fin apareció sin magulladura alguna el
precioso códice Calixtino. Ya lo adelantábamos en este blog. Ha
habido mucha gente en el mundo que rezaba por su recuperación. Un
hecho milagroso a mi juicio y entre ellos me encontraba yo que soy
amigo y discípulo del señor deán don José M Diez Fernández.
Recé con ganas y se lo pedí con ansias a la Virgen de los
tránsitos y al Apóstol.
Me
consta que el señor deán de Santiago ha pasado un calvario pero
los que conocemos a este asturiano de Coaña radicado en Galicia
donde lo llevaron sus padres cuando era niño es varón recio y con
presencia de ánimo. Bendito sea Dios. Los ladrones del códice del
medievo han sido la incultura en que vivimos y el desconocimiento de
nuestra historia patria que ha sido suprimida por decreto de
nuestros manuales. Y en ese cupo entran muchos periodistas y
campaneros del sistema, pero se ha visto que hay una España que
sigue incólume que trabaja como los policías, los médicos, los
enfermeros y algunos escritores y periodistas a los que se nos veda
el acceso a los rotativos y a las editoriales de tronío. Ellos son
la cáscara y nosotros el meollo
Estaba
en manos del electricista del templo, un mangante desaprensivo y
medio loco al que la cabeza no le rige y que fue beneficiario de la
caridad del señor deán al que pagó sus favores con una terrible e
inexplicable venganza. Contumelia y calumnia contra su benefactor
fueron la moneda con que pagó los beneficios y exceso de confianza
con que le trató el canónigo e insigne escriturista.
La
reaparición ha ocurrido vísperas de la fiesta del Apóstol
Santiago, un hecho milagroso, insisto que nos anima a los que
padecemos persecución por la justicia y tribulación a perseverar
en la demanda. Las puertas del infierno no prevalecerán, oh roca
sagrada de Israel, España, ten fuerte.
Dos
advertencias a la prensa laica que no para de decir tonterías- leo
el Mundo que hace una entrevista a Eric el Belga- el mayor ladrón
de nuestro patrimonio que expolió nuestras iglesias desde décadas,
no se debiera dar cancha a los delincuentes y a los ex terroristas y
un terrorista de nuestro acervo patrimonial es este tío que vive
tan ricamente en Málaga- acusando a la iglesia compostelana de no
haber tomado medidas de seguridad. Eso es falso. Ruge la marabunta.
Los enemigos de la fe no pierden ripio a la hora de atacar a la SRI.
Soy aparte de periodista archivero y sé lo fácil que es caer en
manos de forajidos que abusando de la bondad y la quiescencia de
los funcionarios cometen robos o sacrilegios. Hace un par de años
se llevaron mapas de la propia Biblioteca Nacional que cuenta con
unos circuitos de seguridad impenetrable. No, el archivero de
Santiago, don José María Díaz Fernández, no cometió fallo
alguno y en honor a la verdad ha de ser exonerado. El ladrón era de
la casa.
El
electricista furtivo pagó de esa manera sus favores de una forma
desaprensiva y criminal que a punto estuvo de ocasionarle la muerte
al buen canónigo, piadoso y caritativo sacerdote, un sabio – como
explicamos aquí- al que puede su bondad y su campechanía. Nació
en Galicia pero es un asturiano cabal por su generosa forma de ser y
así lo corroboran los que le conocemos de antaño. Mis
felicitaciones a todos. La Policía Nacional ha actuado como la
derecha del Glorioso Apóstol. Una labor impagable. No todo está
mal en nuestro país. A los que había que meter mano es a los de
arriba, a nuestros políticos, a los que están en la cresta de la
ola de la comunicación y son un baldón para los que sentimos y
hemos amado la profesión periodista. Yo no me rindo.
Santiago
cierra a España. Que gran noticia en estos tiempos de crisis. No
perdamos la esperanza. Enhorabuena, don José Mari, y que el señor
deán descanse. Pido a dios que haya acabado la campaña de
desprestigio y persecución contra su persona. La cosa viene de
lejos como apuntábamos arriba. Estas tempestades no surgen por
generación espontánea, tienen un origen, una causa en la perfidia
diabólica de “los de siempre”.
06/07/2012
15:44
CAE
LA NIEVE DE OTROS INVIERNOS. PUBLICO MI TERCER LIBRO EN LA WEB
Tal
haya el que tal hizo. Publico mi tercer libro en www.manuscritos.com.
Pueden encontrarlo en la Web y bajo mi nombre este es título Los
lais de Villon.
Garantizo al que baje mi texto, ¡Vive Dios!, a su ordenador que se
lo va a pasar bien. A mí mismo me sorprende al releer estas páginas,
pasados dos lustros de haberlas redactado, la concinidad de mi prosa
y la elegancia musical de los versos de este poeta medieval,
seguramente el más grande en idioma francés, cuando canta a las
filles d´autrefois
(las novias de otro tiempo) y a la neige
du temp jadis(la
nieve de otros inviernos). Su lengua es un berbiquí. No se emboza ni
pinta máscaras antes bien revela –buena reflexión y meditatio
mortis para un Día
de Difuntos- y descubre: lo que somos:
Desengañarte
he, engreído, que no eres más que mierda. Vienes al mundo entre
sudores y flujos vaginales y te vas por la misma puerta. Te pasas la
vida metiendo ruido y haces pedorretas a través de los ocho
orificios que tiene nuestro cuerpo. Viento anal y bomba fétida.
Después, ceniza eres y la nada te corteja. Eres polvo y del polvo
vienes y al polvo regresas.
Es
justo lo que dijo Shakespeare y Faulkner en El Viento y La Furia. La
vida es un cuento lleno de ruidos que nos cuenta un idiota. Villon no
sé si era judío pero al menos está empapado de la sabiduría del
Libro de Job. Su Balada de los Ahorcados es por lo menos una buena
cavilación para este Día de las Ánimas que nos exhorta a salir de
nuestro azacaneo casquivano por lo de la sentencia del juicio y las
arengas de los copinos, copones y copleros que garlan y garlan
micrófono en ristre y crispan, irritan e encabritan al personal. La
propaganda no tiene nada que ver con la literatura. El arte es la
verdad y estos que nos adoctrinan desde sus emisoras debieran pensar
para no cansar y desorientar al personal en lo que ya dijo el
Arcipreste de Hita poco antes de que Villon publicase sus cuartetas
francesas y que tienen algo del estro profético de Nostradamus:
Huélgame
de mujer chica, breve sermón, cama pequeña y corta ración
Poco
sabemos de los humildes orígenes de uno de los grandes de la Lengua
de Molière. Fue seguramente fruto de los amores de un canónigo de
Notre Dame con su barragana. Su escasa fortuna fue la de tantos y
tantos expósitos que se vieron en la obligación para guardar las
apariencias de llamar tío a su padre biológico y seguramente él
mismo fue cura o por lo menos alcanzó órdenes, no sabemos si
mayores y menores, pues en sus vagabundajes lo encontramos diciendo
misas secas. Como los cartujos y los curas revoltosos a los que sus
obispos quitaban las letras dimisorias y la licencia para consagrar.
Anduvo condenado a muerte por matar a otro estudiante de la Sorbona y
en una cárcel sacerdotal entre los barrotes celulares de la
Inquisición redacta su famoso Testamento libro profético y un
ataque en toda regla contra los desmanes del clero. Su Balada de los
Ahorcados era cantada o al menos yo los escuché por los estudiantes
del Mayo Francés. Izas y rabizas en Paris. En sus versos donde
ridiculiza a la bordonería de los peregrinos a Santiago como Chaucer
o como el Kempis que ya acusaba a los romeros de frívolos:
Peregrinantur sed no sanctificantur
(los peregrinos son unos disipados a juicio del místico de Anterp o
Amberes). Villon fue sin embargo un vagabundo total y parece ser
incluso que perteneció a una cuadrilla de salteadores de caminos.
Cura revoltoso y díscolo pero su tiempo al alborear el siglo XV fue
testigo de la gran relajación monástica. Los monjes giróvagos y
las monjas que acababan en mujeres de la vida airada. Sin embargo
Europa no ha perdido todavía la fe. Villon se siente profundo
creyente en medio de los dislates de su estragada vida. Mira a la
estrella e invoca a María. Pocos cantaron desde presidio a la Madre
del Dulce Mirar Consuelo de Tristes con tanto fervor y transporte.
Esta es la razón de amor de sus insuperables lays rezumantes de
acrimonia satírica contra las malas costumbres de los papas obispos
y cardenales pero también transidos de la elegancia de los
provenzales. En este libro los apasionados de la mariología podrían
atisbar una relación del culto de hiperdulía, tan importante en el
Catolicismo –María es Madre de la Iglesia- con los cátaros en su
obsesión por la pureza y una gran admiración por la mujer. Por el
Midí proliferan los puyes o fratrías de la Virgen entonando sus
lais, sus romanzas, sus mimos, sus farsas, sus fablieux
provenzales fruto del saber enciclopédico. Van de un lado para otro.
De villa en villa. De castillo en castillo Villon es un trovador que
surgido de la gleba canta a su amada al pie del ajimez. Inalcanzable
amor imposible. Para luego irse al burdel. Pronto se arrepiente. Cae
y se levanta. Fustiga los vicios clericales pero ama a la Iglesia.
Eso se ve. Parte de su obra genial como la Vesse
(el pedo) se han
perdido. Entre dos peñas feroces sale un hombre dando voces.
Píntenme de verde ese acertijo. Pero sus versos –ya sea esto lo
más importante- sirven para gloriarnos de esa capacidad de
autocrítica que siempre gozó el cristianismo. Esa tolerancia que
desconocen otras religiones del Libro. Su estilo es el del argot
parisino. Se nota que conocía bien el percal de Panam (Paris). La
Sorbona. El XVI Arrondissement.
No era un guiri ni calzaba zuecos ni se expresa en patois. Y tiene un
asombroso tinte de modernidad. Escribe su Testamento estando en
capilla en la cárcel episcopal de Toulouse a la vez que lega las
escasas pertenencias de su humilde defroque
a sus amigos desnuda su corazón, hace reflexiones sobre la vida y sí
mismo al tiempo que traza una panorámica del espectro social en la
baja edad media pidiendo a Dios que perdone su alma. Cuando está a
punto de subir los peldaños de la horca llega el indulto del obispo.
Había matado a otro sacerdote en una reyerta el Día de Corpus
Christi fiesta que los franceses llaman La Fête
Dieu. Después de la
venia se le pierde de vista. Estuvo considerado siempre un poeta
maldito pero fue el padre de Rabelais, de Quevedo, origen de la
literatura picaresca o del desencanto. Sus versos que aun hoy no han
perdido la frescura ni la modernidad hacen reír y llorar a sus
numerosos lectores. Villon sigue vivo. Vive
la France. ¿Qué
sería de nos sin los heterodoxos? ¿Adonde iríamos a parar sin las
moscas cojoneras? ¿Sin los malditos? La realidad se trocaría en un
encefalograma plano. Así que yo dedico estos lays a mis enemigos a
mis émulos y a los camaradas del rencor. Buenos estaríamos. Nunca
se saldrán con la suya. Me queda aun mucha fe en Cristo y mucho
recado de escribir todavía gracias a Dios. El mundo se está
poniendo muy interesante y no es como ellos nos lo cuentan o quieren
que sea.
BULGAKOV
Y EL APOCALIPSIS. LA GRAN CONJURA PARA ACABAR CON LOS ROMANOV
¿Cómo
será el fin de los tiempos? ¿Quién será el anticristo… una
persona real o un sistema político?
Ucrania
la tierra feraz donde los arados se hundían en un suelo de labranza
de las tierras negras hasta tres metros de profundidad, el granero de
Europa, y todo ese légamo de civilización que arrastra sus dos
grandes ríos el Don y el Dnieper hacia Kiev, la santa, la madre de
las ciudades rusas, con la gran cruz de san Vladimiro presidiendo la
bocana, va a acabar en la catástrofe de Chernobil que parece
anunciar y presentir en su gran novela la
guardia blanca Mixail
Bulgakov casi un heraldo del fin de los tiempos. Era la guardia
blanca un cuerpo de elite, del regimiento Preobrayenski encargada de
la custodia personal del zar. Este libro en su planteamiento coincide
con lo que dice Bertrand Russel cuando en 1918 visita la URSS y
asegura que la revolución bolchevique fue obra de judíos rusos
americanizados. Los hechos de esta novela se desarrollan aquel
invierno trágico de 1918 y en Kiev entre grandes celliscas de nieve.
La
tierra feraz se transforma en feroz erial. Se secan las fuentes,
resucitan los gigantes, cunde el desamor, las costumbres se
corrompen. Arden los bosques... toda Rusia era un incendio aquel
verano de 1918 el año que se desarrolla esta novela.
A
lo largo de sus capítulos se escucha el tintineo de las espuelas de
los cosacos que se cuadran ante su atamán y el
repique-canto-metálico de los teléfonos móviles (un presentimiento
atisbando el futuro) la irrupción de los bustos parlantes que se
entregan a una vacarme o borrachera de letanías insufribles para
contar la actualidad con una sonrisa mefistofélica en sus rostros,
perfectamente atildados, la cara lavada, y de una gélida belleza,
pero el alma negra, insensible al dolor ajeno. Son las musas de la
democracia, que fungen y fingen cual grandes representantes del
sistema, anunciando a todos:
-
Habéis de pasar por el aro, besareis mi látigo.
Y
todo eso sin descomponer el gesto de hombres-anuncio y la mirada azul
de las nuevas sibilas de la tele.
Las
sibilas vuelven y es un mundo sibilino de grandes avances
tecnológicos y de una gran pobreza espiritual, dominado por las
técnicas de la propaganda el que intuyeron los rusos que vivieron o
contaron aquellos días de octubre. Estamos ante una novela profética
que anuncia una nueva era con tres cuartos de siglo de anticipación.
Han
ganado los americanos, subraya un capitán artillero que aguarda el
ataque de los bolcheviques al edificio del Liceo donde los
partidarios de la autocracia y la ortodoxia se han hecho fuertes. Sin
embargo el coronel que manda la posición a la vista de la
inferioridad numérica ordena izar bandera blanca.
Suenan
los gritos de traición… traición pero nadie se atreve a
desobedecer los hechos consumados. No se puede hacer nada. Rompan
filas.
Se
deshace la guardia blanca y los cadetes, el oficial de dragones, los
húsares y los alanos se vuelven a casa con sus botas bruñidas las
espuelas de plata, el sable reluciente y el dolman impecable terciado
sobre las charreteras. Todo eso ya no sirve para nada. Después de
rendirse los coraceros piden vodka para mitigar los efectos del clima
bajo cero y se entregan a una orgía pero no hay aguardiente en el
mundo que pueda aplacar las heridas del alma congelada. Alcohol y
sexo, polizontes de una organización secreta vigilando al ciudadano,
que dejó de ser persona para convertirse en tornillo del gran
engranaje y una patulea de jueces para la democracia al servicio del
poder establecido. Los corazones sangran pero la gente acobardada se
vuelve insensible.
Es
la debacle. Es el fin de una era. Sin caballería las guerras ni son
guerras ni son nada. No se escucha el grito de alarma de los
botasillas del escuadrón. Se acabó el honor, la nobleza, las
maneras exquisitas y ese concepto de castas que permitió concebir la
existencia desde un punto de vista estético. Se acabó la
literatura. Lo que viene es la lucha de clases, la vulgaridad, el
encefalograma plano.
Llegan
los sindiós que traen sus propios profetas, sus escritores, sus
panegiristas y publicistas. El materialismo dialéctico de Marx que
permitió por lo menos la educación de las clases más
desfavorecidas abocará al materialismo de los globalizadotes donde
el ser humano no es más que un número, una unidad de consumo bajo
el control de la red de redes.
En
definitiva Bulgakov nos vaticina un mundo feliz, al igual que los
grandes utopistas ingleses, pero insufrible. Un judío que es pillado
con las manos en el cajón durante un progrom le ruega a un húsar
que ha desenvainado la espada todo el dinero… te lo daré todo, le
dice el reo, esto será tuyo, y le señala la caja de caudales, si me
perdonas la vida. Gracia denegada. El ulano hunde su sable en el
cuello del rabino y le corta la cabeza. El rabí muere mártir de la
causa invocando a Yahvé. Una acción de guerra se transforma en una
teología, la del holocausto, que sustituye a la redención
cristiana.
Chema
Israel pero tenemos que ajustar cuentas mientras los caballos del
Apocalipsis galopan por las riberas del Dnieper. Se terminó aquel
mundo que creíamos mejor. Rompan filas, sálvese el que pueda. El
santo y seña del final de los tiempos es que la caridad se enfría,
las palabras ya no significan lo que significaban antes. Flotamos en
el vacío y la inseguridad nos descarría, nos transforma en verdugos
siendo en realidad víctimas.
No
hay canon ni medida. Se hunde la barca de Piotr mientras los
bateleros del Volga reman, saludando con el sombrero cocidos de vodka
al que ha de venir que les observa desde la orilla. Este es Petliura.
¿Quien es Potliura? Es Bandera el cabecilla nazi que se ha puesto de
actualidad ahora en la Ucrania de Proroshenko el rey del chocolate un
títere sin cabeza en el gran guiñol estratégico norteamericano.
Con su servidumbre y el golpe de estado en la plaza de Maiden puede
haber empezado la tercera guerra mundial. Según Bulgakov, el que ha
de venir el interpuesto al que dicen que han visto alojarse en la
habitación numero 666 en un hotel de la calle Lovitskaya pero esta
presencia es fantasmal o by
hearsay.
Se
narra mediante el oído no mediante la vista y por esto mismo la
novela tiene un aire musical más que fotográfico. La trama no es
lineal y el estilo participa de la velocidad y contundencia de la
vida actual.
La
“guardia blanca” es narración de muchas preguntas sin respuesta
en esta novela de guerra antimilitarista donde se ridiculiza a los
prusianos y a los estados mayores. No hay combates ni escenas de
guerra. Sólo se escucha el estampido, lejano, de los cañones y se
anuncia que el nuevo orden entrará con sangre y en medio de grandes
estertores. Verdún significará una nueva catástrofe para Rusia la
dejarán sola sus aliados a merced de la gran conjura de los impíos.
El
asesinato del zar será el epílogo a una historia trágica de
furores. El hombre de las patillas largas- Trotsky- se atusa los
bigotes tiene una gran cabeza y proclama la revolución permanente.
Nuevos dolores y convulsiones para el pueblo ruso. Los cielos
refulgen con la estrella roja de los comisarios y el ángel de la
muerte escribe sobre las nubes negras el número de la bestia: 666,
el anosmié lo
innombrable.
En
medio del caos se abren camino muchas traiciones, ejecuciones
sumarias, deportaciones en masa. Los alemanes dejarán a los blancos
de Ucrania a merced de los bolcheviques. Bulgakov les llama felones.
Cunde
el desamor y el relato de las vencidas mujeres violadas, campesinos
arrojados de su tierra y por todos los dominios del zar se esparce la
enfermedad rosa: la sífilis, como un flagelo bíblico. El autor era
médico especialista en venéreas y el relato que hace de la
enfermedad es puntual. Aparecen unas pústulas en las ingles
(chancro) manchas de color rosa en la epidermis, después subseguirá
la ceguera y la artrosis si no se ataja la epidemia con inyecciones
de permanganato. Fue la enfermedad que sacude a Europa en los años
20.
Dios
no escucha, se encuentra remoto muy a gusto lejos de la humanidad
que sufre rodeado de una escolta de ángeles en el paraíso. En uno
de los pasajes, sin embargo, aparece un pope que predica contra la
desesperación. Es la desesperanza el mayor de los pecados a ojos del
Altísimo puesto que viene impregnado de la soberbia satánica y sólo
pueden desesperarse los condenados del infierno. No conocéis sus
misteriosos designios, se lamenta el padre Vladimiro puesto que el
corazón de Dios es fuente de toda misericordia. El dolor y el
sufrimiento colectivo tienen un carácter expiatorio y abrirán las
puertas de la purificación. Este sermón, que recuerda el discurso
del padre Zosimo de Dostoievski, pone una nota de claridad
esperanzada en medio de la niebla de pesimismo de todo el relato;
1918 fue un tiempo de tinieblas y su mes de diciembre fue el más
perverso en fríos y en crueldades humanas durante siglos.
Desde
luego, se acabó la literatura, todo concepto de honor y de estética
es pisoteado para dejar paso al lucro, la especulación, los bancos,
el gnomo de Zurich corredor de bolsa acude a la llamada y en todos
los garitos se mira para las evoluciones del índice Dow Jones. A los
periodistas les han convertidos en sus lacayos y hablan con un bozal
o por boca de ganso. Mucha gente irá a la cárcel o será marginad
por pensar por su cuenta, nos profetiza Bulgakov. Ya se escuchan las
pisadas del ángel del Apocalipsis. La idea central del libro es que
hubo una conspiración universal para acabar con la ortodoxia
proyectada desde el odio a la cruz misericordiosa, una conjura que es
tramada por los que son siempre los mismos, los apóstoles del odio y
la revancha pero al final vencerá el amor. El autor del Diablo
y Margarita era uno
de los autores preferidos de Stalin hasta que perdió el favor.
Bulgakov muere en Moscú en un bombardeo de los alemanes a los que
tanto despreciara en 1942. ¿Fue ello una corazonada?
SEGOVIA
MISTERIOSA
Habiendo
transcurrido mucho tiempo de aquel suceso, cuando veo caer las hojas
de los arces y de la sófora plantada por mí mano, me acuerdo de
todo lo acontecido aquella noche como si fuera hoy mismo. Sálvame oh
Dios y ten piedad. Los árboles de mi barriada se desnudan de su
polisón bajo el sol del veranito de san Miguel y las mañanas son
claras en este dulce septiembre cuando las plantas dieron su fruto y
granzón del año nueve. En Asturias fue una cosecha buena de manzana
y la Virgen de las Viñas que veneran en Aranda fue pródiga con
nosotros, gran parte del mosto cosechero ya está metido en la
bodega. Aquello ocurrió allá por el cincuenta y tantos. Es otro
mundo después del móvil y de la televisión interactiva. La
Humanidad ha dado pasos de gigantes. No miro pues atrás con ira sino
con nostalgia, aceptando siempre la voluntad del Redentor y sus
inescrutables designios. Creo que Cristo se ha hecho invisible pero
reina en la Historia.
Las
hojas del jardín-acabo de cortarles las ramas supernumerarias de las
madreselvas con una cizalla eléctrica, ¡ah si mi abuelo Benjamín
levantase la cabeza y viera estos inventos, él que fue un labrador
segoviano de hoz y de zoqueta e iba a binar las viñas cojeando por
su pata reumática!- y ya es otoño tiempo de plenitud. Se acerca
octubre. El día uno se cumplirá 54 años en que yo iba detrás de
un maletero con gorra de plato de maletero jurado y con chapa por
las calles de Segovia. Ingresaba en el seminario. Querían hacerme
cura.
Subimos
por la canaleja. En un nicho en plena muralla nos dio los buenos días
una virgen románica y yo iba detrás del de la carretilla. Manolo
que portaba mi baúl recién comprado y cuyos herrajes relucían como
el oro y la ropa dentro olía a nuevo toda recién comprada por mi
madre y repasada por mi tía Dominica. Todos me decían que tenía
que ser bueno y comerme los libros y que esperaban la hora de mi
cante misa, que abandonaba el siglo, pero no llegué a los extremos
de Calixto Priscos
uno de mi pueblo al que después de una misión que dieron los
pasionistas decidió irse a los frailes. Fue a despedirse del
personal. A por la gala. Quien le regalaba unos huevos. Quien un
choricillo. Quien le daba dos pesetas. Fue a despedirse muy
compungido en la creencia de que no regresaría al pueblo jamás pues
tenía intenciones de irse al Congo de misionero.
-Bueno,
tía Polonia. Ya hasta el Valle de Josafat que nos volvamos a ver.
-Pues
¿cómo hijo? Eso es el día del juicio final. ¿Es que no piensas
volver al pueblo?
Calixto
Priscos dijo sentencioso.
-No.
-Abandono
el mundo, sus pompas y sus vanidades, señora Polonia.
-Muy
fuerte te dio, muchacho.
-Sí
para ganar la gloria y sacrificarse. Hacer penitencias y todas esas
cosas que nos decía el cura y que no cumplíamos pues somos
pecadores.
-¡Ay
pecadora de mí! ¿Y qué te doy de gala?
-Lo
que le parezca bien. El camino es largo hasta el convento y vamos en
mulo.
-Bueno
pues aquí tienes una chicharronada que acabo de cocer. Para que te
la comas cuando pases por cercas del río Botijas que allí siempre
que voy al Lenar a visitar a la Virgen me da hambre.
-Como
usted guste. Y lo dicho hasta que nos veamos en el cielo. Allí a
gozar y cantar salmos por toda la eternidad. Ya sabe que el que
quiere algo le cuesta.
-Muy
bien hijo me pareces que tienes vocación. Espero que en la otra vida
no nos aburramos de tanto cantar salmos.
-No,
señora, seremos espíritus puros
Pero
el bueno de Calixto a los quince días estaba de vuelta en
Valdebriga.
La tía Piquilaya que le había regalado una gallina se mostró muy
sorprendida.
-Hombre,
Calixto, ¿tú por acá? Tan pronto. Pues nos decías que hasta el
Valle de Josafat. ¿Qué pasó?
-No
me probaba, tía Piquilaya.
-Anda
demonio. Y no me vuelvas a llamar tía Piquilaya que yo me llamo tía
María.
-Pues
vale, tía María.
Yo
no sabría a puntualizar a ciencia cierta qué hecho desencadenante
motivó mi llamada al sacerdocio. Tal vez fueran aquellas confesiones
torturantes con el fraile jerónimo después de haberle visto las
bragas a May mi vecina o si sería por ferias cuando un arcipreste
que andaba por ahí desterrado por los pueblos de la iglesia porque
había tenido un lío con una moza a la que sacó palante por dos
veces y me dijo hazte cura que se vive muy bien. Mira yo. Digo mi
misa y todos los días a cazar y a pescar, no paro. Mis feligreses
son muy buenos las feligresas sobre todo. Hemos formado un coro y
tenemos un club parroquial y echamos cine los domingos. Además los
curas somos siempre un seguro de vida para los padres cuando se hacen
mayores a la vejez. Yo los tengo conmigo a una hermana y una sobrina.
Casi somos familia numerosa. El cura aquel se llamaba don –Evaristo
y era amigo de mi padre con el que había estado en guerra. Era un
tipo muy sano que se fumaba sus buenos puros y no se andaba con
remilgos. Pero lo que creo que me empujó al seminario fue una
película que echaron en los claretianos que creo que se llamaba
Siguiendo Mi Camino y trabajaba Bin Crossby. O puede ser que también
influyera mi carácter introvertido, mi amor a mis libros y sobre
todo a las ceremonias litúrgicas de cuando era monago en la
catedral. Más adelante lo explicaré.
Están
cayendo las hojas de este otoño y qué lejos están aquesas
primaveras del 55 y no me rindo sigo siendo un idealista. Caen las
hojas de la acacia de mi jardín. Una a una dos a dos y musitan una
canción al caer:
-Púdrete
grano que mañana serás espiga.
El
mundo sigue su rumbo imparable y en la historia como vengo diciendo
no cabe marcha atrás. Los acontecimientos nos desbordan. Carecen de
lógica o no hay un diseño establecido. Pero debemos ser optimistas
y confiar en Dios. Ese pipo de melocotón o de durazno que ahora
arrojamos al desgaire sobre la cerca dentro de un tiempo será un
frutal frondoso. Es la estela que dejan detrás los hombres: un
árbol, un libro, a lo mejor un hijo.
Hoy
devano recuerdos, drago mi memoria y en el flahback del tercer ojo de
la imaginación regreso a aquel paraninfo en aquella noche del
velatorio del pobre Pénjamo que paz descanse. Miro para los altos
techos de la ataujía del artesonado mudéjar (Segovia puede que
fuese una ciudad judía, también morisa y gótica hasta las cachas.
En el siglo XIII todos se convirtieron con su rabino durante las
luchas dinásticas de los últimos reinados de los Trastámara cuando
en Castilla eran preponderantes pero también fue significativa la
aportación árabe con sus alarifes y huertanos; bajo el reinado de
Enrique IV había en el alcázar una guardia mora y el propio rey se
sentaba a la morisca y sabía leer en letra cúfica, escuchando con
gusto la música de adufes, laúdes y chirimías; cierto que tuvo
algunos detractores que le llamaban impotente pero en esta ciudad al
hermano de Isabela lo queremos mucho) y parece que contemplo aquella
decoración de roleos en los bordes con carreras de ninfas que
saludaban a Afrodita saliendo del baño (Anadiodema) como si el
artista hubiera querido realizar un recorrido por toda la mitología.
Trato
de leer aquellas grafías latinas bajo las escenas cinegéticas de
Diana Cazadora, de Nabia para los vacceos, de la Venus desnuda
surgiendo del amor de una ola, como si fuera de la costilla de Adán,
según la Biblia. Desde entonces soy del convencimiento de que el
cristianismo no se produce por generación espontáneo sino que es el
resultado de unos hechos y creencias antiguas. Los héroes del Olimpo
se convertirían en nombres del santoral cristiano. Hércules es san
Jorge. Hermes Trismegisto ampara y explica en cierto modo el dogma
trinitario. Atlas se convierte en san Cristóbal, Esculapio en san
Nicolás y así sucesivamente. Venimos del griego- Cristo era un
judío helenizante de origen esenio- del latín, esa lengua
maravillosa, y del hebreo. Estas tres raíces conforman el mundo
occidental mírese por donde se mire. Con todo la memoria de Israel
pervive en mi Segovia. No me llamen antisemita porque digo la verdad
como el profeta Jeremías.
En
estas representaciones la ninfas de vestes etéreas que el dios
Neptuno las puso en el mundo soplándolas por la boca sostenían en
sus manos vagorosas cuatro camafeos sitos en la mitad de cada ángulo
del paralelepípedo. El modillón del norte efigiaza a Luís Vives.
Al sur había un retrato de los Reyes Católicos, al este el de
Francisco de Vergara helenista de Alcalá y que fue maestro de
latinidad en aquel centro. Era amigo del doctor Laguna otro segoviano
ilustre y que fue perseguido por la Inquisición a causa de sus ideas
erasmistas. Completaba la lista el rostro de Laínez el gesto adusto
irónico y como sorprendido. Debajo y entre hojas de laureles se leía
el epígrafe de la compañía: AMDG. En el de Vives con una gran
gorra de visera cubriendo su cabeza se leía “Vives semper vivas”.
El
camafeo de los Reyes Católicos era el que tenía más arrequives más
hojas de roble y de laurel alrededor. Bajo el águila explayada ponía
“ex pluribus unum” y el “tanto monta” que eligieron los
norteamericanos como divisa de su republica federal, sólo que en su
lema imperial hay una particularidad, la del águila calva de las
Rocosas, la española es sólo águila caudal o de San Juan
desplegando un pico enorme y fuertes garras como para levantar a
estos reinos hacia las estrellas. Plus ultra. Luego estaban también
el yugo y las flechas que nada tienen que ver con el fascismo como
consideran algunos lerdos. Son simplemente las flechas del poderío y
el yugo de la labor.
En
esta pared estaba escrito la historia y esbozado los sueños de
nuestros ideales. “Sic vos non vobis” ponía en el lema del
doctor Vergara. De este modo el cuadrado se incorporaba al círculo;
es más: lo probaba en demostración empírica. Lo cóncavo y lo
convexo se juntaba. Era toda una parenética de la perfección o
sermón pronunciado no con la voz sino pintado al pastel. “Sic ad
astra”. El lema apuntaba hacia lo alto, buscad la perfección,
caminar pisando los luceros de la excelencia. Por ese camino se va a
las estrellas. Y es a lo que aspirábamos al citius fortius altius.
Algunos se estrellaron o nos estrellamos no cabe duda pero no hay que
achacarlo a nuestros maestros que nos dieron lo mejor que tenían
sino que nosotros éramos imperfectos y no dábamos más de sí. Y
aquí hay que traer a colación la tan manida frase orteguiana de que
el hombre es el hombre y su circunstancia.
La
búsqueda de la excelencia, la aspiración a todo lo noble, la ruta
de la perfección mediante la renuncia y la abnegación cristiana, la
doma de la voluntad, el control de las pasiones: la lengua, el
vientre, la ira y la lujuria. El rector que no daba puntada sin hilo
nos decía que aquellas ninfas descocadas representaban a los siete
pecados capitales. Éramos de barro y querrían hacer de nosotros
superhombres. Pero el padre Cabezas le contradecía.
-Esas
señoritas, señor rector, son las nueve musas: Melpómene,
Terpsícore, la teatral Talía, Polimnia, Urato, Erato, Euterpe, Clío
y Caliope que es la más bella de todas.
El
profesor Cabezas aunque era de ciencias sabía también lo suyo y
daba gusto escucharle sobre todo cuando no estaba cabreado porque no
nos entraban los logaritmos ni eso de los números primos. Sin
embargo apuntaba un detalle que toda esta mitología de Venus
Anadiodema, Diana, Neptuno, las Nueve Musas parecen estar corriendo
por la pared y parece que van al encuentro del cristo de los ojos
bajos que constituía el epicentro de toda la representación
pictórica. La precisión del matemático me pareció sumamente
importante y no he dejado de cavilar a lo largo de los años. El
Verbo humanado es el epicentro de todo lo que acontece y que la cruz
seguirá presidiendo el horizonte de todos los siglos y nadie la
podrá arrancar ni derribar. Pero venimos de los griegos los latinos
y de la Biblia y estos tres polígonos basan el Nuevo Testamento. Mi
carga es ligera y mi yugo es suave. Desde aquel crucifijo que pendía
sobre el baldaquín de damasco que amparaba el sitial donde se
sentaba el obispo nos ligaba al pasado clásico y nos invitaba al
futuro y a la modernidad pero sin renunciar a la tradición porque
sería destruir el molde en el que nos vaciaron a los europeos.
Nuestro
profesor de literatura, otro gran hombre y otro sabio, don Tirso al
que llamaban Coramvobis no se cansaba de insistir en este punto y
parecía entrar en éxtasis cuando explicaba a Cicerón, escaneaba
los espondeos de Virgilio y nos familiarizaba con Eneas, con el gallo
a Esculapio y hacia que aprendiéramos las cinco declinaciones, las
conjugaciones, los ablativos absolutos, los verbos irregulares y nos
ponía tareas, un párrafo o pensum que teníamos que memorizar y
soltarlo en clase. Ahora mismo todavía me acuerdo porque lo que
pronto se aprende tarde se olvida y decía así:
“Flumen
est Arar, quod per fines Aeduorum et Sequanorum in Rhodaum influit
incredibili lenitate ita ut oculis, in utram partem fluat, judicari
non possit” (el río es el Saona que en las fronteras de lose eduos
y los secuanos con lentitud increíble desemboca en el Rodano de
manera que no se puede decir a simple vista qué río es el principal
y cual el afluente)
Por
aquella traducción algo libre Coramvobis me puso un diez. Nunca se
lo agradecerá bastante aquel canónigo gordo y ágil que venía al
estrado siempre deprisa y llegaba cinco minutos más tardes a veces
oliendo un poco a anís, pues incentivó un amor al Latín que sigue
vigente en mí hasta el día de hoy. Dios tenga en su morada a aquel
buen sacerdote.
CORRESPONDENCIA
ENTRE MENÉNDEZ Y PELAYO Y JUAN VALERA
Desde
1877 hasta 1905 Juan Valera y Marcelino Menéndez y Pelayo sostienen
una nutrida e intensa correspondencia que es paradigma del género
epistolar, casi único en su género, precisamente en un país donde
no abunda la categoría memorialista. El español es grafómano por
excelencia pero no muy dado a las expansiones de esta índole aunque
aquí los mozos escriben copiosas cartas de amor de las que alcanzada
edad provecta se arrepienten y cuando regresan a estas cartas
olvidadas que duermen en un cajón piensen para su capote: “caray
las chorradas que escribía yo entonces pero no era yo; guiaba mi
pluma mi corazón enamorado u otro afán”.
Estos
escritos, rara avis
en las letras castellanas, intercambio intelectual entre dos autores
próceres, son un testimonio inapreciable para conocer una época
singular en la historia del parlamentarismo y de la democracia
española como fue el tiempo de la Restauración. Dos partidos
tornantes: Canovas y Sagasta, un pacto de caballeros concertados para
el bien común, representados aquí por Menéndez y Pelayo, tildado
de ultramontano, casi un neo del catolicismo reaccionario y montaraz
y don Juan Valera, un liberal, humanista. Sirviendo a una misma
monarquía desde campos políticos diferentes. Son dos señores que
se muestran por encima de las intransigencias de secta y las
banderías políticas. Todo un paradigma.
Interesante
en todo este intercambio epistolar es la parte corográfica. Valera
hace confidencias a su comunicante acerca de todos los lugares a los
que visita. Presidió las legaciones diplomáticas de Su Majestad en
Lisboa, Washington, Bruselas y Viena. Incomprensiblemente faltan en
estas relaciones todo lo concerniente a San Petersburgo donde él
también fue embajador. Sus impresiones sobre dichas ciudades y sus
moradores no tienen desperdicio.
Por
ejemplo los portugueses son para él españoles descastados que
renunciaron a su iberismo en aras de un secular vasallaje a los
ingleses. La altanería lusitana le parece insoportable y nota cómo
en Washington las gentes salen a la puerta de las casas “para tomar
el fresco igual que en cualquier lugar de Andalucía o de la Mancha”.
Observa cómo los norteamericanos tienen un concepto diferente al de
la literatura al que podamos tener nosotros. Ya entonces corrían por
Nueva York las novelas por entregas. Edgar Alan Poe rendía culto a
las narraciones del terror pero en general las letras yanquis tienen
una connotación práctica siguiendo las pautas de Benjamín
Franklin. Si le cuentas por ejemplo a un neoyorquino que eres
escritor pensará probablemente de ti que eres un dirty
old man
libidinoso que se pasa la vida emborronando cuadernos de guarradas
pornográficas.
Mientras
en Europa son importantes las elites entre los gringos se escribe
para las masas. Esta apreciación de don Juan Valera me parece que
tiene un gran interés y conserva plena actualidad.
En
Bruselas el personal se aburre como una ostra y se dedica a comer y a
beber cerveza de alta graduación mientras connota cómo Viena se
convierte en una ciudad de suicidas cuando sopla el “Föhn”(viento
terral de los Alpes).
Desde
Madrid Menéndez y Pelayo, gran bibliófilo, devorador de letra
impresa, le encarga libros. Al propio tiempo le da cuenta de sus
progresos en la redacción de sus proyectos literarios que son por
esa época bastante ambiciosos. También le solicita cartas de
recomendación para algún amigo que quiere opositar a cátedras o
aspira a algún sillón en la Academia. Salta a la vista que los que
se cartean son dos seres humanos, no dos extraterrestres. La cultura
no está reñida con el jabón y los poetas y escritores no siempre
han de llevar greñas e ir desaliñados.
Sin embargo, mi
experiencia triste es de tratar en este tiempo con archiveros es si
éstos son auténticamente seres humanos. De ahí mi satisfacción
ante este referente. Don Marcelino no sólo fue un hombre de letras,
el archivero mayor de estos reinos, sino también ser humano de una
sola pieza. No atendía demasiado al acicalamiento personal como
todos los dipsómanos. Valera, por el contrario, era el espejo de la
pulcritud.
De
singular interés son los juicios de valor de don Marcelino sobre
algunos aspectos de la vida literaria complutense dando cuenta y
razón de lo que se publica. Por esta correspondencia desfilan los
nombres de Palacio Valdés, escritor con gancho en aquel momento y
que le parece “demasiado realista”. Los dos temen a Clarín como
crítico. La Pardo Bazán está muy interesada por los rusos. Galdós
va a su aire. Et
sic et coeteris...
El
egrabense no oculta su desaliento y la astenia productiva. Ha dejado
de escribir novelas y sólo redacta algunos cuentos. Se queja al
cumplir los 59 años de ser un viejo. Le cansa leer y teme quedarse
ciego. La temática de este carteo lleno de enjundia tanto filosófica
como informativa, puesto que ambos realizan un estudio de época, es
estrictamente estética. Uno y otro son hombres de ideas. Pero rara
vez mientan la política. Cabe notar que en la correspondencia datada
en 1898 no existe la menor referencia a la crisis de Cuba. La muerte
de Canovas es sólo objeto de unas breves líneas. El eminente
estadística cayó asesinado victima de un atentado terrorista en el
balneario de Santa Águeda, Guipúzcoa, el 7 de agosto de 1897. La
bala del anarquista Angiolillo – por ese cabo nuestra hoja de
servicios no puede ser más dramática: la mayor parte de nuestros
primeros ministros no suele morir en la cama- fue el prólogo de
nuestra decadencia iniciada con la pérdida del último florón de
las Antillas.
Sagasta,
empecinado en la cuadratura del círculo, hasta el último hombre y
hasta la última peseta, se vio inerme y con las manos atadas para
lidiar con el gigante yanqui y sus maulas. La voladura del “Maine”
fue una impresionante maniobra política de auto golpe. De entonces
hasta ahora son expertos en la materia. El jingoísmo, los hechos
consumados, las campanas de Randolph Hearst que siguen sonando a
media noche en las manos yertas y universales de Ciudadano Kane.
Estamos ante el caso de la trama de la novela de Chesterton “El
hombre que fue Jueves”. El ladrón he aquí que es el jefe de los
guardias. Y el inventor del terrorismo como arma política es el
súper agente secreto encargado de acabar con los maleantes con la
dinamita a cuestas, transformado en una especie de gendarme
universal. Historias de involución. ¡Si yo les pudiera contar!
En
la época de las cesantías en este coloquio epistolar a muchas
leguas de distancia los abajofirmantes y derechohabientes del parnaso
español, dos auténticas plumas galanas, dos fueras de serie, se
intercambian letras de recomendación para cada uno de sus
comilitones políticos. La izquierda de don Juan y la “derecha”
de don Marcelino se entienden bajo cuerda y dialogan, un maravilloso
ejemplo para los españolitos de 2004 que viven tiempos tan
crispados. Son dos elegantes que poco tienen que ver con la
canallesca. Cada uno posee un concepto de España y la ama a su
manera.
Pese
a la diferencia de edad y de inclinaciones un tanto bohemias los dos
debieron de compartir alguna que otra francachela. Ya despunta por
entonces las inclinaciones etílicas del santanderino que le habían
de conducir a la tumba. Todos sabemos que Menéndez y Pelayo fue un
sabio de vida bastante desarreglada. Libros, vino y mujeres fueron la
norma de su juventud. El cordobés, de bastante más edad, era de
condiciones más áticas y serenas pero en sus buenos tiempos debió
de gustar de echarle alguna canita al aire.
Frecuentaron
un garito en la calle Barquillo por nombre “La Sinagoga” donde
debía de haber unas hebreas bellísimas, sueltas de espíritu y de
lengua y que tenían nombres de guerra tan sonoros como Aspasia,
Rodopis, Hipatis y otras Raqueles lacrimosas. Amen de comprensivas e
inteligentes debían de ser mujeres muy sensibles y cariñosas.
Valera desde el extranjero indaga sobre el estado de salud de las
pupilas y Menéndez y Pelayo, asiduo cliente del local, le manda
recuerdos de su parte. Todo queda en casa pero los detalles no pueden
ser más humanos. La prestancia de Valera como escritor de epístolas
es destacable. He de decir que aunque sus producciones que leí
antaño- “Pepita Jiménez” y “Juanita la Larga”- las encontré
demasiado almibaradas y sin gancho; sin embargo estilísticamente es
perfecto. Como memorialista sus juicios no son nada desdeñables y su
prosa cuajada de primores brilla a gran altura y sus pronunciamientos
sobre el mundo que le circunda son definitorios y definitivos.
Todo
indica que debió de ser un andaluz diserto y culto, hombre de mundo,
muy hábil y con muchas tablas que solía escaparse por la tangente.
En los vaivenes de los partidos turnantes supo nadar y guardar la
ropa hurtando el cuerpo a las diferentes crisis de gobierno que
siempre le encontraron a muchos kilómetros de distancia o con el
charco de por medio. Eso en España donde las relaciones personales
se encabronan con tanta facilidad es una ventaja de la cual sabe
sacar partido.
Tenía
don de gentes. Era buen psicólogo pero en Lisboa se siente
abatidísimo. Percibe el fracaso de unidad de los pueblos ibéricos
detrás de los cuales se encuentra Inglaterra como muñidora de
conflictos. Como siempre. Por eso sus dictámenes antilusitanos son
auténticos veredictos: “Esta gente está archiperdida por haber
renegado de su casta y por ser ridículo arrendajo de los ingleses...
Yo no quiero a Portugal sino despoblada... el portugués es finchado,
carrancudo y tieso”. ¿Qué le ocurrió al autor de “Pepita
Jiménez” en Portugal?
De
todas formas estas cartas son un baremo para estudiar su estado de
ánimo. Parece ser que tenía un carácter depresivo. “Hoy no estoy
para nada-escribe- Soy el rigor de las desdichas”. Por el
contrario, su corresponsal en la Academia siempre estaba embarcado
en alguna aventura literaria y era proverbial su poderosa capacidad
de trabajo. “Me sorprende la capacidad que posee usted para
escribir” le confiesa Valera en una misiva al tiempo que le confía
un encargo: ir a la estafeta a encontrar unas cajas de habanos que le
perdieron en Correos y que se fueron por la posta. Los vegueros
debían de ser lo mejor de Vuelta Abajo dado el interés que muestra.
Las
averiguaciones del eminente polígrafo surten resultados y las cajas
aparecen y don Juan se los fumó a la salud de su corresponsal desde
el exilio dorado. En agradecimiento desde Lisboa remite a don
Marcelino una serie de tomos sobre la poesía de los hispano hebreos
(el tema judío le apasiona al autor de los “Heterodoxos”) que
habrían de hacer las delicias lectoras de un hombre como él
bibliópola empedernido y siempre a la caza de raros y de curiosos y
que llegaría a acumular una de las bibliotecas más surtidas del
país.
Hay
un cierto holismo, una interdependencia que llega casi a la telepatía
entre estas dos mentes privilegiadas, protagonistas intelectuales de
una de las épocas más interesantes de la historia de España.
Literariamente fue nuestro segundo siglo de Oro. Un faro de luz que
alumbra un mundo sumido en las tinieblas de las covachuelas y de los
manguitos. Estas cartas son el vivo reflejo de una amistad
entrañable. Podemos conocer algunas intimidades de uno y otro.
Verbigracia, la esposa del diplomático era gastiza y dada a los
dispendios copiosos. Echa de menos las tertulias de Madrid y se queja
de su astenia productiva. Refiere la impresión que le causara la
ciudad de Washington con su moderna traza, las grandes avenidas.
“Esto es como la Granja pero al por mayor”. Se asfixia de calor a
orillas del Potomac. Los mosquitos, libélulas y cocoyas son un
martirio en las noches de verano. No hay aceras. Las dimensiones de
los ríos y del propio país son desbordantes. Desde Nueva York a San
Francisco- apunta- hay la misma distancia que desde Cádiz a Arcángel
atravesando las distancias de un continente enorme donde la
naturaleza es todavía virgen.
Allí
le sorprenden algunas desgracias familiares como la muerte de su hijo
Luisito a los 16 años. Menéndez y Pelayo le manda el pésame al
tiempo que le refiere que acaba de pronunciar una conferencia sobre
Raimundo Lulio. Asimismo, le envía un ejemplar de “La Regenta”
novela que acaba de aparecer en Madrid en 1884 con gran escándalo
para el clero ovetense.
He
aquí el juicio que emite don Marcelino sobre la novela de Clarín
que siempre le parece que vale más que Pereda: “ En él se anuncia
un grandioso novelista en medio de ciertas inexperiencias y rasgos de
mal gusto”. Ambos comunicantes hacen gala de su espíritu sodalicio
pues entonces los amigos lo eran para toda la vida pese a las
divergencias políticas.
En
1885 muere Alfonso XII y Menéndez y Pelayo dice que Verdaguer es el
mayor poeta de España aunque adolezca de un cierto victorhuguismo.
Valera por su parte manifiesta la ilusión que le hace el que “Pepita
Jiménez” está ya en los tórculos de un editor neoyorquino. Él
será junto a Palacio Valdés uno de los pocos autores españoles
traducidos a ese idioma. Tanto a ingleses como norteamericanos les
merecemos poco crédito. Jamás nos hicieron caso y en todo autor que
es vertido – loor de enemigo – hay latente casi siempre una
intencionalidad política. A pesar de que aquí se ha escrito mucho y
bien y nuestra literatura sea quizá más interesante que la
anglosajona y sólo comparable a la rusa, escribe el gran escritor
cordobés.
En
1886 don Juan es trasladado a Bruselas. Por aquellos días es
comidilla en los círculos literarios complutenses la decisión del
político español don Manuel Silvela de publicar la obra completa
de Sor María de Ágreda, amiga también por carta del rey Felipe IV
y autora de la “Mística Ciudad de Dios”, un bizantino y prolijo
tratado acerca de la vida de la Virgen María. Estamos en un tiempo
en el cual la gente se interesa por el espiritismo. El mismo Valera,
sin llegar a ser un hierofante o experto en materias ocultas,
perteneció a una sociedad teosófica. Aunque él creía firmemente
que las letras y no la superstición eran signos de renovación entre
los pueblos. Y en sus lucubraciones por carta estos dos amigos creen
todavía viable un próximo renacimiento de España. “Desde hace
dos siglos- afirma el embajador con tristeza- hemos remedado mucho a
los extranjeros renegando de nuestras cosas. Nos hemos mostrado algo
bárbaros por despecho aceptando acusaciones como alabanzas o
haciendo gala del sambenito que nos ponían”.
Los
dos quieren ser castizos sin sonar a arcaicos y refutan el “absurdo
regionalismo catalán” y están determinados a demostrar que España
después de Grecia, Inglaterra e Italia ha sido uno de los grandes
países civilizadores del mundo. ¡Qué gran verdad!
DE
TAL PALO TAL ASTILLA. CENTENARIO DE JOSÉ MARÍA DE PEREDA
Oiréis
que se dijo: “pueblo chico, infierno grande”. En parte toda la
novelística de José María de Pereda se centra sobre tal
ocurrencia sin encontrar otra solución que una huida hacia la
naturaleza como remedio a las pequeñeces de la mente y el humano
sentir. Hay una colisión irreparable entre el pensar grande y el
párvulo vivir de nuestras existencias cotidianas destinadas al
fuego del fracaso o la pira del olvido. Y es que en medio de un
paisaje arcádico, donde se percibe a cada hora de sol o en las
mismas vigilias nocturnas con un pueblo acurrucado entre montañas
bajo la luz de la luna, y vigilado por cimas ciclópeas que se alzan
como dioses encaramados, hitos telúricos, deidades oscuras emanadas
de lo más profundo de la tierra, se desarrolla la acción de “De
tal palo tal astilla”, un estudio cabal de la hipocresía y una de
las novelas de ambiente rural cargadas de mensajería, invitando a
la reflexión no sólo sobre el latido de las pasiones del hombre
decimonónico sino también de la condición humana de todas las
épocas, de suyo ruin. Pereda, en esta entrega, y de una tacada,
realiza una radiografía exhaustiva de la avaricia (don Sotero el
usurero), el amor mojigato y con intereses de Águeda, bella
muchacha pero cargada de prejuicios, fruto de la mala educación
religiosa de la época. En la configuración de esta mentalidad
torcida tienen que ver mucho los curas, monjas y frailes. En cambio,
uno de los personajes más limpios y generosos que cruzan las
páginas es Fernando, el hijo de un médico volteriano al que apodan
“Pateta” (referencia al pata de cabra o sátiro con que la
imaginación popular antigua representaba al diablo) y que se
enamora de la rica heredera, Águeda. Sin embargo, su pasión, en
un ambiente de comidillas, murmuraciones y habladurías de
Valdecines, “habitado por gentes cristianas pero maliciosas y
suspicaces” de que el mozo aspira a la mano de la rica
legitimaria no tanto por amor como los dineros de la hacienda. ¿Por
qué me quieres, Andrés? Por el interés. El autor nos mete de a
hecho en medio de un ambiente cargado de maledicencia, de segundas
intenciones, que llega a resultar opresivo. Lo que son los pueblos.
Bastián, hijo fornecino de don Sotero, y que el hipócrita pretende
casar con Águeda, para quedarse él con la hijuela, vendría a
representar, la fuerza bruta. La escena del intento de violación
por parte de Bastián abortada in medias res por Macabeo que entra
en la habitación donde la protagonista intenta zafarse de la
lascivia del bestia de Bastián implorando la ayuda de la Virgen y
rezando el rosario, trepando por un breval es una de las mejor
conseguidas, por la intensidad y trepidante descripción del relato,
en toda la novelística española. Cuadro duro y con suspense que
hace pensar en películas antiguas de Alfredo Hitchcock o en novelas
de Edgar Alan Poe. Todos conocemos las ideas del escritor montañés.
Unos crían la fama y otros cardan la lana. Y los juicios que
dispersa en este libro escéptico y bañado de tristezas perturban
el clisé de derechismo ultramontano de él preconcebido. Tiene que
ser precisamente él, un ultramontano, quien denuncie los abusos de
las mentes retrógradas. A trancas y barrancas se esfuerza por
salvar la virtud de la heroína pero tiene que condenar al suicidio
al bueno de Fernando que había cometido el “atrevimiento de poner
en tela de juicio las verdades fundamentales y las enseñanzas de la
Santa Madre Iglesia”. Sub límine, late una el desencanto de
Pereda con aquel género de vida rancio y cargado de prejuicios.
Levanta la tapadera de la olla ferviente al tiempo que nos presenta
un drama de pasiones rurales que se desarrolla en el último de los
paraísos perdidos. Potente, seguro de sí mismo, y con pluma
certera y elegante, traba un cuadro narrativo que es hoja de
filiación del Santander y de las Asturias en general de la segunda
mitad del Decimonono. La novela, todo un manual de psicología
agraria y balance sociológico objetivo y realista de las cosas como
son y no como debieran ser, se publica sólo un lustro antes de La
Regenta. El argumento, salvados algunos matices, es parecido y la
intención poco más o menos. El estilo también, brillante. En
ambos casos sendos escritores hacen acopio de la manera de decir
montañesa. Asturias, como se sabe, se divide en dos categorías
hablantes: una, los que, cuando van a la hierba, llaman a la zoqueta
para afilar el dalle colodra y, otra, los que la dicen zapico. Dos
bandos , dos terminologías para un mismo concepto. Pereda pertenece
al primer grupo. Clarín al segundo. Sin embargo, la hierba que
amontan en el almiar es la misma. O parecida. Tanto el uno como el
otro aman profundamente la naturaleza asturiana y la santanderina
pero critican un poco la intolerancia de sus villorrios y aldeas
poblados por cristianos viejos de mentes algo retorcidas. Pueblo
chico infierno grande y la Iglesia parece que se regodea de la
ignorancia de sus feligresías. Este analfabetismo es buen caldo de
cultivo para su medro. Para los curas chirles el santo temor de Dios
no es el principio de la sabiduría. Más bien, lo contrario. El
conocimiento allega dolor y crítica contra los valores
establecidos. Vénganos el tu reino pero que no sea ahora mismo. Por
el momento, la fe del carbonero. ¿A qué meterse en camisa de once
varas? El cura de Valdecines es un santo varón de Dios pero corto
de luces y carece de respuesta a las dudas contra la fe que le
presenta el hijo de Pateta. Traza un plan para su conversión. Es un
método gradual y paso a paso que le va a servir de poco porque su
postulante, desesperado por las habladurías, opta por arrojarse
desde una roca tajada. Al escribir De Tal Palo don José María
derrocha fuerza y hace un alarde de dominio omnisciente, tan
importante en novelística. Que los hechos que narras no se te
sobrepongan . Que tu lleves siempre la rienda. Y no se te desmanden
los jacos de la cuadriga. Tú, autor, siempre controlas, galga en
ristre, desde lo alto de la berlina. La novela es el arte de atar
cabos. La perfecta y congruente sindéresis. Una verdadera delicia
es, en su caso, la lexicografía. Esa forma de hablar castiza y
precisa en castellano rotundo y eufónico llamando a las cosas por
su nombre. En la descripción topográfica del escenario grandioso
de las quebradas que lo vieron nacer pocos le ponen un pie delante.
Pereda es un Argos de la hipotiposis literaria. Resulta, por
contera, que el escritor santanderino es más liberal de lo que
creyéramos y menos carca -velay los prejuicios- de lo que se
supone, aunque su vieja fe cristiana es recia. En los retratos que
nos quedan de él, de señor chapado a la antigua, con balandrán de
catorceno y monóculo, tiene cara adusta de un rebeco siempre a
punto de triscar de risco en risco por los sacrosantos fueros de la
tradición. Debía de haberle dado Dios un genio vivo y
cascarrabias. De mil demonios debía encontrar su ama al viejo
solterón de la casona de Tudanca las mañanas que se levantaba con
el pie izquierdo. Pero sus rabietas se acababan pronto. Debía de
ser, como todos los Contreras, algo contradictorio. Agraz por fuera.
Dulce por dentro. Más ruido que nueces. Perro ladrador poco
mordedor. Hay traza de genialidad en la forma como nos presenta a
don Sotero el meapilas fariseo y avariento a quien remata en los
últimos trancos del libro con una angina de pecho. Una corazonada
tal vez. A veces lo que uno escribe se cumple. El autor de La
Puchera moriría de lo mismo. El arte de la literatura tiene
aspectos misteriosamente oníricos que nos ligan a los humanos con
la antigua profecía y la quiromancia. Casi todos los buenos libros
son premonitorios. Pero la grandeza de esta novela no para ahí. Hay
un estilo maravilloso. Inimitable. Él siembra pautas. Traza caminos
que nos llevan a conocer los giros y las peculiaridades de una
región. Hay dos bables, insistimos: el de las Asturias de Oviedo,
desde Parres a Ría de Eo, de los que llaman zapico a uno de los
aperos más utilizados por el Norte y los de las de la Montaña que
lo designan colodra, desde san Vicente de la Barquera hasta Potes.
Pero juntos denominan a ciertos pájaros de la misma manera: la
negra miruella o miruello de pico largo y hondo como una laya que
escarba el futuro, o el pomposo tordipollo o la picara aguzanieves
que abreva junto a los cilancos. Los asturianos conocen como pala a
secas al trente o tridente, lo que en ciertos recodos de la España
citerior, allí donde adentra sus manantiales del idioma Castilla la
Vieja apelan gario, voz vascuence, lo más probable, igual que murio
y murias (montón de piedras), carro, corral, etc. El primero es
renuente a la jota que dicen trajeron a España los moros: xatu y
xata, mientras los de Santillana del Mar ofrecen una prosodia más
evolucionada, porque acaso estuvieran más en contacto con la Meseta
que sus vecinos al otro lado del puerto del Escudo. Así,
pronuncian: jato y jata por novillos y novillas uncideras. Un poco
más abajo llamarán a este torito que aun no ha cumplido dos años
choto. Se encuentran múltiples variantes en el bable occidental y
en el oriental
pero hay términos aldeanos que no varían en una y otra de las
modalidades de las dos orillas de la ría: quima, narvaso, asubiar
(poner a cubierto el ganado). Algunos hablistas exaltados de ahora
mismo debieran hacer cura de humildad leyendo a Pereda. Pero los de
una y otra zona encumbran el carro y echan mano de la sarzuela para
que no se entorne. Luego “empayan” toda la balumba a través del
boquerón del pósito. Si hurgas en el fondo de cualquier español
te encontrarás con el alma de un pajar, donde duerme el pobre y
donde fuimos engendrados muchos de nosotros. Que era en ese lugar
donde las parejas se escondían para hacer el amor. ¡Ah la “vita
bona” que ahora echamos en falta, el sabor de la tierruca, la
aldea perdida y encaramada en los recuerdos, retaguardia de toda una
estirpe que ha visto como han quedado francos de servicio a impulsos
de la tecnología aquellas antiguas palabras que decían tanto! Hoy,
caídas en desuso y tan añoradas a medida que el idioma se
empobrece. El espíritu indomable de los ultramontanos ariscos
vuelve por donde solía. Se pretende crear un idioma vivo y en
continua evolución donde sólo hubo una lengua muerta y hoy
fenecida al pasar a mejor vida toda una civilización de matiz
campesino, sin asiento literario apenas. ¿es atavismo o es
inducción foránea? Quieren entronizar a un dialecto, uno de los
más hermosos del castellano plus minusve, eso sí, de buenas a
primeras y ad nutum, en conformidad escueta con su libre albedrío,
conforme les da Dios a entender a los nuevos filólogos de aluvión,
pontífices de la tan cacareada cosmocracia que no es más que un
embuste, y untados por una mano extranjera, como lingua franca. Una
tarea para la cual hace falta no sólo mucha cara sino también
bastante imaginación. Con las lenguas no valen malabarismos de
prodigiador. No son un conejo que el osado circense se saca debajo
de la chistera. En nuestro patrio solar gozaron de categorías de
lenguas junto al castellano el vascuence, el gallego, el valenciano,
el catalán y el mallorquín. Pero al paso que vamos, se van a sacar
diccionarios hasta del castúo. Debe de ser por un atavismo recio.
Existen en nuestra historia pulsiones suicidas y de tarde en tarde
asoman la oreja. Es tributo de nuestro estirpe con estos bueyes
hemos de arrejacar la linde aspérrima. Este es el país de la real
gana. En De Tal Palo Tal Astilla se hace una crítica de la sociedad
que conoció su autor. Emperejilada por los poderes fácticos de los
que traza un análisis objetivo y sin emblema de facción. En su
punto de mira está la Iglesia con su “legión de curas ignorantes
que socavan voluntades y conocen quien es quien a través del
agujero del confesionario (toda información es poder), se
enriquecen a costa de diezmos y relaciones fabulosas sobre el
Purgatorio”. La barca de Pedro, en boca de don Fernando, consiste
en toda una nube de frailes comilones y lascivos que saquean los
hogares sin conciencia, perturban las almas y quitan la paz en los
hogares a veces mancillando la honra de las familias. Una gusanera
de monjas rebelándose contra las leyes de la naturaleza cantando
con voz gangosa salmos en latín contrahecho. Una lista de papas
disolutos y crueles como Alejandro VI, la Papisa Juana,
Julio II. Un tropel de beatas arrepentidas que con sus pecados de
juventud repoblaron la inclusa. La Iglesia ha sido mazmorra del
entendimiento durante los últimos tres siglos, concluye. La cita es
demoledora, pero - relata refiero- no le falta su miga de razón. Es
pertinentísima al hilo de lo que está sucediendo en la actualidad,
cuando vemos a un babeante pontífice aferrado a su silla
gestatoria, que se resiste a condenar, por lo que pueda pasar, los
crímenes de los sionistas nazis y los atropellos de ese general
israelí con cara de sacamantecas. Los blindados bombardean y cercan
con tropas de asalto la iglesia de la Natividad de Belén. En la
mente sólo una idea fija: salvar los muebles en medio de las
terribles cosas del acontecer diario. El cielo parece empedrado de
amenazas, pero los que tienen la responsabilidad de dirigir y
auspiciar, referente y faro de la grey, miran para otra parte.
Mientras, recogemos los escajos de la gran zarabanda libertaria del
pasado. Todo en nuestro redondel parece que pincha: los rostros, las
palabras, los titulares de los periódicos, los discursos en el
parlamento. Es la hora del vértigo y de los remordimientos de
conciencia. Pereda, que tanto abominaba de la política encarnada
por el rostro de Espartero, el héroe de Luchana, huía de ese mundo
ficticio de los salones y de las largas parrafadas de los
periódicos. El cuerpo le pedía Montaña. Pese a ello, la carne
pecadora no hurta el cuerpo al cinismo in ánima vili. Mas,
disgresiones aparte, Pereda es el primero en dar la voz de alerta y
este mensaje de dolor y cordura vendría avalado por mosén Cinto
Verdaguer. El poeta catalán, contemporáneo del autor del Sabor de
la Tierruca también barruntó que se avecinaba guerra civil. Ésta
tuvo un primitivo contexto religioso. Pereda deja caer la profecía
en boca de sus personajes, lo mismo que el poeta catalán quien
también sufriría persecuciones de su obispo, Murgades, salidos del
magín de un señor tan poco sospechoso de herejía, de derechas de
toda la vida, carlista al igual que el poeta de la Canción del
Canigó. Ambos no lanzan una diatriba contra el dogma y la tradición
sino que hacen una reflexión en voz alta sobre la moral de algunos
clérigos y su falta de ética. Y acerca de adónde nos puede llevar
el apoltronado clericalismo trasnochado de la sociedad española
finisecular. Clarín, que como digo era un místico, se une
igualmente al coro. La cuestión religiosa es el eje cobre el cual
gira el argumento de la novela que nos ocupa. Que es de las
denominadas de tesis en la forma de narración costumbrista.
Abordada desde el punto de vista de un español profundamente
religioso que se escandaliza de las puerilidades y gazmoñerías de
los sectores papistas exaltados cuya piedad finca en el despropósito
y su conducta de doble pauta poco recomendable. Sus mañas traen a
la memoria la infausta imagen de la monja inglesa que pontificó
bajo el nombre de Juan VIII. De hecho, el cura de Valdecines, que
“es un santo”, nada se parece al magistral ovetense, Fermín de
Pas, emblema de la altanería, el lujo y la riqueza. El cura de
aldea vive en la pobreza y la humildad una vida ejemplar, no se mete
con nadie, pero tiene un ama que lo trae por la calle de la amargura
con su chismorrería noticiera y destripacuentos. No olvidemos que
estamos en el país de Celestina y esta dueña, que escucha de
detrás de las paredes y espía por el hueco de la cerradura,
anticipa a las comadres de la prensa del colorín. Es por esta
sirvienta que cunde la novedad del noviazgo entre el joven médico
hijo de Pateta, “que pedía iglesia”, dispuesto a renunciar a su
convicciones ateas en aras del amor que siente hacia la mayorazga,
por toda la aldea. Las malas lenguas se encienden y ocasionan que el
pretendiente despechado, al oír que busca dineros y no amor en la
doncella, opte por despeñarse por un barranco. La rectoral es una
isla de paz en medio del arbolado océano de codicias, malos
quereres, y de lujuria que embarga Valdecines. Bastián representa a
todos estos pecados capitales. Pero la bondad del preste no basta
para contener la furia del huracán de intrigas y su escasa ciencia
teológica colma la medida y la curiosidad de un ateo convencido, un
hombre de mundo, como es el hijo de Pateta. Las respuestas que da al
neófito son desvaídas. Fraseología sin contenido. Explicaciones
insípidas. Evasivas y lugares comunes como contestación a los
grandes interrogantes de la existencia. Aun no había nacido Teihard
de Chardin. La Iglesia siempre suele llegar con veinte minutos de
retraso. Cuando no son siglos. La rivalidad ciencia y razón sigue
su ruta. Cada una por senderos diferentes. Bastián, el labrantín
embrutecido, a instancias de don Sotero que lo convence, se decide a
forzar a la muchacha. Precisamente en la maravillosa noche de San
Juan cuando media España danza al borde de la hoguera, transida de
canciones y añoranzas. Es la fiesta del amor y la renovación por
el fuego de la vida que no cesa. El valle ardía como un ascua bajo
la luna. Se colocaban las enramadas. Por doquier se escuchaban los
cantos de ronda y los conjuros mágicos. Toda esta belleza se
contrapone a las maquinaciones diabólicas del hijo espurio del
usurero que acude a la cita que le había diseñado éste ahíto de
vino. He aquí una dualidad infierno paraíso. La existencia es una
pugna sin fin de ambas fuerzas opuestas. La encerrona que había
urdido el avaro no surte efecto. La ausencia del baile de Bastián
había suscitado sospechas en Macabeo que se cuela saltando la tapia
desde las ramas de una higuera a la alcoba donde el intruso se
proponía consumar su propósito. Gana el bueno pero se detecta
cierta artificio en el pergeño de la aventura. Pereda es mejor
descriptor que narrador. Sus argumentos, aunque algo pretenciosos,
dejan al descubierto flancos menos sólidos. Hay ocasiones en que
corta por lo sano y se nota su tendencia a utilizar el “deus ex
machina” y comodines fáciles del convencionalismo de folletón.
Sin embargo, sus acuarelas del paisaje montañés no tienen rival.
Por ejemplo, la rapidez y brillantez como nos describe la rectoral
por una de cuyas ventanas asomaba sus ramas un manzano y detrás del
árbol se mostraba el paisaje de un valle de ensueño. Sus libros
son perfectos marcos edénicos. Hasta se escucha el tintineo de los
cencerros de las reses que pacen en el ejido. Allá en el fondo de
la artesa policroma y festoneada de prados que recuerdan a un tapiz
verde enmarcados en rodetes de avellanos y zarzales presentan sus
quimas al sol, como la guarnición de un regimiento que rinde
honores, los bosques de las riberas. Se hace un claro y aparece el
río, un hilo de plata que llena el aire de reverberos y de
fulgores. Siempre hay vida crepitando en el fondo del desfiladero.
Planean los azores y una banda de verderones huyen a toda velocidad
de los pájaros de presa. Se escucha el relincho de un caballo
confundido con el tañido de una campana que toca a vísperas en la
atardecida estival. “Tiene que haber un Dios, esto no ha empezado
porque sí, tuvo que existir premeditación proteica, ayúdame,
Señor a encontrarte. Tu creaste a Águeda y eso me basta” razona
don Fernando en sus cavilaciones. Pero lo que hay son dioses que
aguantan la mirada de la vieja Hécate de blancos pechos, calva y la
cara manchada que esparce sobre la tierra un brillo lento que da
ditas de oscuridad y de noche a los amantes y enronquece sus
gargantas sanjuaneras en el desvarío del vino y los cantos de
bacantes. Selene reina en la fiesta del fuego. Ya es casualidad.
Mientras se esparcen por el valle el eco de los coros de mozos que
salen de ronda. El dios de los judíos es un Zeus oscuro y de malos
modales y de un puritanismo estricto que se compadece poco con la
paganía practicada por la humanidad durante miles de años. En el
Norte no se deja de creer en él porque así SIRi
lo ordena, pero la cabra siempre tira al monte y en la noche augusta
de San Juan de creencias trasfundidas el pueblo vuelve a poner en
sus pies y en sus labios la agitada danza de Pan. Son deidades más
amables que al menos se ríen, tienen líos con los mortales y hasta
con las hetairas del Hades, o empinan el codo para aplacar su ira o
el despecho. Jehová no lo hace nunca. Desde lo alto de los riscos
Ojanco asoma su rostro de cíclope. Pagano y señorial, se sube al
pavés de los gollizos escarpados de la cima de los montes. Mueve de
un lado para otro como un periscopio que busque la colimación
precisa para catalogar de lo alto las aldeas donde tuvo adoradores
antaño, hasta que llegaron los misioneros irlandeses y los monjes
ingleses de la primera regla de san Basilio y san Columbano y le
quitaron el puesto. Cesaron los sacrificios y las laureadas en su
templo. Él quedaría sólo y compuesto con el único ojo que le
quedaba. Y cuentan los advertidos que lloró. Es el Polifemo de los
celtas. Sus movimientos torpes y su lengua estropajosa advierten que
se ha dado a los excesos del vino. Al tuerto de los montes cántabros
no se le escapa una. Cataloga al instante y con una sola pupila
alcanza a ver, como por un catalejo, tanto como si tuviera dos. El
disco de Hécate le hace añorar los alegres días del Olimpo cuando
era mozo. Por más que inmortal, siente los muchos años entre las
piernas. Por eso está borracho. Porque hay cosas que se escapan a
su control. En cierto modo le dan pena los mortales “chismosos,
cizañeros, baldragas” y vierte desde el lagrimal del ojo bueno su
llanto macroscópico sobre Valdecines. Al asubiarse el sol, Ojanco
se ha asomado al valle de la mano de la luna. Resucitaron con él
los viejos gigantes. Uno de ellos, san Cristobalón que como
Prometeo carga sobre sus espaldas los pecados y dolores del mundo o
como Miguelón el Arcángel que sustituyendo en sus funciones a
Esculapio tras el trasvase de poderes del paganismo al cristianismo
afina los cachivaches de su romana al objeto de pesar las almas, las
cuales esperan afuera de la Laguna Estigia, el limbo o el
purgatorio, para su catalogación y ensilaje. El ojo del Polifemo
celta aparece esculpido en las estelas circulares del Valle del
Buelna que recuerdan por su trazado a una cruz enmarcada en el
espacio redondo. Es la esvástica. La rueda mágica, la cuadratura
del círculo. El movimiento continuo de la vida. Símbolo de la
reencarnación en el que creían los pueblos indoeuropeos como
recuerdan los cipos funerarios a la cabecera de la tumbas
irlandesas. En Fuentesoto de Fuentidueña a cincuenta leguas de esa
localidad cántabra presiden la tapia de un cementerio misterioso
donde parece que la soledad es tan elocuente que a través de ella
los muertos quieren decir algo al viandante que se encarama hasta el
cerro. El viento de las parameras aúlla un mensaje sin confines:
“Yo al tiempo me lo domino”, creemos oír. Y es que el Ojáncano
habla, como ve, al derecho por su ojo torcido. He aquí una única
pupila que todo lo abarca. La cruz es un pozo sin fondo. Antes de la
tarde del Gólgota en multitud de grafías y murales ya parecía
regir los designios del orbe. Representa lo que gira. La tierra es
abrazada entre sus aspas. El cura de Valdecines gime bajo el peso de
la carga que le encargó el obispo. Pies quietos. A la chita
callando has de sustituir a Jesucristo por los fantasmas
mitológicos, pero la querencia de los ídolos vuelve en días tan
significados como la del veinticuatro de junio. Judíos moros y
cristianos por una vez se ponen de acuerdo y rinden culto al esenio.
La voz que clamaba en el desierto vestido de áspera marlota y
convertía a las multitudes en el Jordán. Es una personalidad
gnóstica del que dicen poco las escrituras pero que tanta
importancia ejerció a la hora de modular los sentimientos de las
antiguas supersticiones que se bautizaban bajo su concha. Los viejos
dioses desconocidos son desplazados por el Degollado que hizo el
primer gran milagro de que las fuerzas oscuras se transformasen en
santos. Uno para cada necesidad y par cada día del año. Allanaba
los caminos del que habría de llegar. El precursor bautizaba en
agua pero su primo bautizaría en el Espíritu. ¿Habrá que creer
estas cosas sólo por el mero hecho de que son increíbles como
diría Tertuliano? He vencido al tiempo. Los años, la generaciones,
los siglos, las eras los tengo subyugados. Al buen párroco se le
había asignado un cometido de Argos poner a Zeus la túnica de
nazareno, amarrarle fuerte para que no se fuese de picos pardos con
las diosas del Olimpo, traerlo al redil, conseguir que formula el
voto de continencia. Si no puedes lograrlo, sé cauto al menos. Ten
tus barraganas pero con disimulo. Que no se entere nadie. Algún
escriba malintencionado le robó el fuego a los dioses, cuando mandó
predicar amor a los enemigos. Le dio la vuelta al argumento. Los
bárbaros del norte cambiaron de chaqueta y se bautizaron en masa
con todo su pueblo. Los antiguos templos paganos se convirtieron en
iglesias juraderas. Y los pretores en arzobispo, conservando el
palio de su antigua investidura pagana dentro de la nueva fe. Para
Clodoveo. Para Alfredo. Para Ludovico que acudieron a recibir las
aguas crismales con todos sus súbditos. Panagia pasa a ser la
Theotokos ante los protestos de Nestorio que se hacía una pregunta
asaz congruente en Efeso. ¿Pero puede Dios tener madre siendo
eterno y careciendo de principio ni fin? A lo cual encolerizado
responde Atanasio que únicamente según la encarnación Jesús
nació de María virgen. Misterio incomprensible. Entre los Siete
Varones Apostólicos y Leovigildo hay un espacio blanco que los
cronistas mas avisados de la historia de la SIR no han podido
llenar. Es como recomponer el rompecabezas de un mosaico bizantino.
Entramos aquí en el laberinto. De tarde en tarde los paisanos de la
braña quieren volver a ser como las deidades en las que dejaron de
creer. Potan la crátera llena hasta los bordes de nepente, la
bebida del olvido. Ojanco por entre las sediciosas nubes asoma su
aterrador jeme. En su vagar inconsistente se deshace el nudo
gordiano. Los ermitaños entre las cuevas bajan del despoblado a que
les laven la muda y algunos aprovechan para echar una canita al
aire. De la cayada pendía la carcajada de Simón el Estilita. No se
puede abrazar la vida contemplativa del yermo sin un poco de
cinismo. San Pacomio no se lavó una sola vez en su vida por mor de
no caer en la tentación. Satanás indefectiblemente tenía por
costumbre aparecerse en la forma de una garrida hembra de buenas
partes. Él la hacía salir de la cueva blandiendo una antorcha
encendida y murmurando un latinajo “de bonis mulieribus non est
notio”( nunca se oyó que hubiese una mujer buena, caramba). Y he
aquí a un cura de pueblo que tenía ya, como sus latines, los
tratados de teología empolvados, siendo interrogado por un
agnóstico de buena fe pero que trata de volver al redil de la
Iglesia por amor a su Águeda. El rústico abate suda, resopla, se
palpa los treinta y tres botones de la sotana de cachemira. A causa
del uso esta prenda por los hombros se estaba volviendo de un color
pardo. Ya era vieja. Como el que la llevaba. El visitante con sus
dudas le coloca en un aprieto, pero él le propone una método a
seguir en su camino de regreso a la fe. Mientras, las fuerzas
oscuras seguían trabajando. Allí estaban las cohortes de la
desconfianza, las testuces de la murmuración, las centurias del
egoísmo, que tiraban para abajo. Las manos sacerdotales pretenden
sacar al pobre náufrago del pozo de la desesperación. A veces la
gracia no puede contrarrestar la primera de las leyes naturales, la
fuerza de la gravitación universal, y se reconoce impotente y
vencida. Los cuerpos son para la tierra, tiran hacia abajo, mientras
las almas quieren volar. El vulgo resentido, la grey de cristianos
viejos, invoca antiguos prejuicios y privilegios, para calificar de
hereje a un agnóstico que intenta creer. Por misterios de la
condición humana la bondad y la nobleza sin puestas fuera de
combate por las huestes de Satanás. El Pateta se muestra de súpito
y cuando nadie lo espera. En plena noche de san Juan, cuando el
tiempo se detiene ante el ara sacrosanta del solsticio estival.
Cuando las gentes se afanan en buscar la flor del agua y piden
amparo al culiebre, al goblin que presidía las divinidades del
bosque druida y a las ondinas o saltan sobre las hogueras de retama
que iluminan la sombras con el fuego de la purificación. La Montaña
rinde culto a los viejos ídolos en un intento por regresar al
sincretismo telúrico. Se escuchan las voces ancestrales del suelo y
de la sangre y las gentes intentan ser paganas. Pales pone música
de fondo a esta algarabía extendiendo su manto protector de
pastores y de ganaderos que amaban la juerga, el pandero y las
noches sin dormir. Los gaiteros vienen tras ella. Música de
chirimías y el ronco sonar del paloteo que acompaña a los brincos
de la danza prima. Las fuerzas oscuras no son otra cosa que un
inventario de las casualidades y misterios de la biología. La
lechuza vuelva de rama en rama ocultando su lúgubre grito que tiene
algo de hilarante y burlón entre las hojas de los copudos robles.
Es el pájaro de Minerva. Cuanta más sabiduría acumulas menos
sabes. Y cuanto más sabes, más sufres. El baile es una plegaria
que se hace con los pies en honor de la divinidad oculta. Besos
estallan en la oscuridad. El amor pagano triunfa entre risas y
gemidos. Los pecados arrastran su peplo por le camino. El cura no
sabe qué hacerse. Se siente desbordado por otras presencias. Su
religión enseña la abnegación, el dominio frente a las
inclinaciones de la naturaleza pero tales instrucciones no
constituyen sino retórica. No otra cosa es la doctrina eclesial
almacenada en unos cuantos librotes insulsos. Pales ven a reinar.
Baco y Afrodita te hagan escolta. Bastián no puede consumar su
violación. ¡Todo es tan nuevo y tan viejo a la vez! Mientras,
resuenan por la hondonada los ecos de los cantos de ronda que van a
perderse a los pies de las estrellas impávidas. Son las resonancias
magnéticas de un mundo entregado a su liturgia órfica de
venerables y antiguas cadencias y para las que el corazón de la
vieja España siempre tiene puesto un altavoz. He aquí a la vida
que se renueva. Brota y renace la savia. Las parejas se aparean. La
llamada de la sangre. Celo estacional en los animales y en el hombre
y en la mujer sin cesura. Y en esto Macabeo, apercibido de los
siniestros planes de Bastián al que el usurero emborracha antes de
ir a cometer la vileza, trepa por un breval contiguo a la tapia del
domicilio y coge al violador y a su víctima in medias res. Águeda
lo considera un enviado del Cielo. Era la Virgen María que había
escuchado sus plegarias impidiendo la consumación del ultraje.
Pereda narra la escena a lo vivo con su peculiar estilo donde se dan
cita la potencia imaginativa con la exactitud estudiosa del
lenguaje. Es el suyo un castellano en adobo de cachaza y buen humor
con resabios de sorna aldeana. Relata, no predica. En esta obra se
hace el retrato de una España rural hacia 1879 que es cuando está
datada la entrega. Coloca sus potentes anteojos en la atalaya de
mando. Realiza una colimación muy audaz del universo que brilla
dentro. Nos describe un planeta psicológico con variedad de tipos.
A través de su pluma conocemos cómo respiran y qué piensan los
contemporáneos del novelista. De qué pie cojean. A qué aspiran.
Su golpe de vista es certero. La vista de Pereda parece la lente de
un poderosísimo telescopio con buena escala, o microscopio, según
se quiera, capaz de ver las cosas como son. Al natural. Enfoca para
Valdecines y nos da a entender que pese a su ubicación ideal inter
montes no es la meliflua Arcadia sino más bien un aparatoso
infierno donde reina la mezquindad. El hombre sigue siendo lobo para
el hombre. No hay mejora. El discurso, un tanto tolstoyano y
fatalista, en su tono patético, trae a mientes reminiscencias del
modo literario ruso, pero Pereda es un español chapado a la antigua
de talante libérrimo, sólo embridado por sus creencias y carencias
religiosas, que comprende y ama a su país, aunque le duelan sus
defectos. Entiende el drama de las dos Españas. El eco de los
cantos se pierde camino de las impávidas estrellas. Son resonancias
magnéticas de un mundo feliz. La vida que se abre paso. El tallo
que brota. Los pájaros hacen boda mientras el rebeco en su berra
llama a la hembra. Todo lo que vuela y todo lo que corre se entrega
a una cópula ininterrumpida de sol a sol. Es lo único que
diferencia a las bestias de los hombres. Ellas se aparean en el celo
estacional mientras en el ser humano la libido es constante. A todo
esto, Macabeo apercibido de los siniestros planes de Bastián al que
el avaro previamente emborracha trepa por un breval contiguo a la
tapia del dormitorio donde la muchacha es retenida de rehén y coge
al violador in medias res. La victima lo considera un enviado del
Cielo. Por fin la Virgen a la cual ella invocó aterrorizada ha
escuchado sus súplicas impidiendo la consumación del ultraje.
Pereda narra la escena a lo vivo con su peculiar etilo donde se dan
cita la potencia imaginativa con la exactitud del lenguaje adobado
de cachaza, un sentido del humor metido en agua de sorna aldeana.
Cuenta cosas. No predica. En esta entrega que data de 1879 hace el
retrato de la España rural durante la Restauración. Coloca sus
potentes anteojos en la atalaya observatorio de su bravía casona y
a través de una colimación minuciosa coloca al lector ante un
universo que brilla dentro. Nos describe un orbe psicológico. A
través de la pluma perediana conocemos cómo respiran, qué piensan
sus contemporáneos. Y de qué pie cojean. Cuáles son sus
aspiraciones. Su golpe de vista macroscópico tiene el poderío del
agua caudal. Enfoca para Valdecines y nos da a entender que pese a
su ubicación ideal inter montes no es la meliflua Arcadia soñada
sino un averno de pasiones donde reina la mezquindad, la
maledicencia y la malquerencia de unos con otros. El hombre sigue
siendo un lobo que por una inclinación atávica o por idiopatía
ingénita se dedica a fagocitar a sus semejantes. Le gusta
simplemente hacer daño. No hay mejora. Entretanto, y sin perder
ripio, cabalgan Quijote y Sancho. Ante tanta contradicción como le
envuelve al autor de Peñas Arriba de los labios del escritor parte
un suspiro de resignación o tal vez de rebeldía. Pereda es un
especialista en estos tacos de resignación admirativa que plagan
sus libros donde no hay palabrotas: cáspritis, aticuenta, carafles,
bodoques, trastajo, pantoques y carpanchos. Por vida del chápiro
verde, voto a bríosbaco y otras expresiones de furor. Juramentos a
la antigua que carecen del matiz coprológico y vulgar en el que hoy
se adentran nuestras conversaciones. Son rancios vocablos que maciza
en su prosa y sirven de cebo del donaire. Pereda es un escritor de
mar y de montaña a la vez de pluma nerviosa y lábil que parece que
se dispara al rodar por la pendiente de gargantas y desfiladeros de
la comarca de Potes. Sus párrafos retumbantes y llenos de colorido
recuerdan a las aguas bravas del Río Ebro al nacer en Reinosa por
cascadas que brincan sonoras de peña en peña. Si la prosopopeya
valiera para algo, su retrato ¿qué nos diría? Ha aquí un
caballero de rostro alargado, magro de carnes, gesto severo, mirada
de lince bajo las dioptrías de su monóculo, tagarote venido a
menos, persona algo crédula y entusiasta, de talante bonachón mas
algo colérico, también un poco coqueto, aunque solterón, gastaba
tupé como don Práxedes Sagasta. Bajo su sombrero de ala ancha y
embutido en su anguarina pasada de moda se esconde un soñador
marcado por los desengaños y vacilante en las viejas convicciones.
Le ha tocado defender un mundo que se derrumba y en el que sólo
cree a trancas y barrancas. Se ha cansado de fustigar a los
comilitones del sensacionalismo y las corrupciones y bobadas de los
señores diputados de la Carrera de San Jerónimo. Ha asumido el
oficio de profeta y no se cansa de repetir que España se va a la
hoyo. Su estilo es sesquipedalii
pero aunque con algunos repámpanos no cae en la elación ni el
hinchamiento de los decimonónicos. Es un señor de campo que lo
mismo baja a Santander para buscar un remedio a sus vacas que
padecen jaldíaiii
que entra en los figones de Puerto Chico a comer marmita con los
pescadores. No es casa con nadie. No es un baldragas ni un melifluo.
Le gusta llamar a las cosas por su nombre. Tiene por costumbre echar
mano de paremiologías, pues su decir es sentencioso, como aquel que
dice: “Todas las gentes me dicen cómo no te casas, Juan. Las que
me dan no las quiero y las que quiero no me dan”. Como buen
cuentista es algo chismosón. Lo que le coloca a un tris de la
socarronería. Ama la vida y en cuanto a ideas defiende la tradición
por más que para eso tenga que hacer encaje de bolillos con vista a
atar cabos. Por lo que sus novelas de tesis son una iniciación al
arte de la esgrima psicológica. Su mirada es limpia y aguileña.
Debió de ser poco tolerante con las flaquezas de los que le
rodeaba. Se había vuelto misántropo al fin de sus días. Sin
embargo, no le duraban mucho sus prontos. El asco que le inspiraba
el caciquismo lo remediaba con su entusiasmo por el paisaje
privilegiado de los Picos de Europa. Galdós podrá tener un arte de
narrar más certero pero es más aburrido que él. El canario va a
lo seguro mientras el montañés se encarama muy pronto a sus
riscos. Al que más se parece, cada uno en su orilla, es a Clarín.
Sus obras ciñen bien el viento. Orzan la nave de la misma manera.
Pero mientras el uno idealiza la aldea en sus cuentos morales el
otro la detesta. Ambos se sienten muy a gusto contemplando y
describiendo el paisaje. Pueblo chico, infierno grande. Pereda era
pesimista sobre la condición humana. Era también católico, feo y
sentimental lo mismo que Valle Inclán. Es también carlista y se
siente abroquelado en una forma de vida del pasado al cual no puede
renunciar y que únicamente le depara disgustos. A su entender la
Iglesia viene a ser el comodín de la costumbre. Rara vez Pereda
pone al dogma en tela de juicio y se aferra a la fe del carbonero
mientras Alas, como buen místico, intenta encontrar otros caminos y
fustiga la moral de situación del clero trabucaire y salaz. A
diferencia de su vecino de provincia, don Leopoldo era un liberal de
cuerpo entero. Pero, como los hombres han de estar por encima del
bardal de las ideas, unos y otros se llevaban bien y hasta llegaron
a entablar un flujo de correspondencia interesante.
9
de abril de 2002
RODRIGO
ROYO ESCRIBIÓ LA GRAN NOVELA DE LA GUERRA CIVIL.
Destituyeron
a Pedrojota el director del Mundo you
are fired baby
vuelven los de siempre con la misma frase y no es que me cayera bien
el personaje al que he puesto en berlina en estos papeles por su afán
de protagonismo porque quería ser una especie de Ciudadano Kane en
estos cotarros editoriales y aquí el ambiente es muy discretito y
son habas contadas, luego esa pasión por el “scoop”
y convertirse en émulo de Woodward y Glinstein queriendo ofertar a
sus lecturas un nuevo Watergate (tú y tus puñeteros masteres,
Perico, la eterna obsesión del pisotón) y España no son los
EE.UU. mas bien, la corte de los milagros que advirtió Valle Inclán,
una corrupción coronada, patio de monipodio, cárcel de amores
desdichados, albero de rufianes con el pelo engominado, ladrones de
guante blanco, proxenetas mediáticos, desolación intelectual en la
calle pasotas, ilotas ya que muchos nos sentimos desterrados en
nuestro propio país ciudadanos de segunda mano, e idiotas esta es la
corte del Rey Juan Carlos un monarca que se aferra a la herencia que
le dejó Franco pactando con el contubernio, y con quien haya que
estrechar lazos con tal de conservar un trono que para él ha sido
más bien una poltrona diciendo en vez de que dejad que los niños se
acerquen a mi real persona dejad que los banqueros se enriquezcan,
Botín tan campanudo, cuello de toro y estirado que parece que no le
cabe un piñón por el culo, quedó con todo porque la política en
este país como la economía es un perenne quítate tú para ponerme
yo, tú déjame a mi, arriba las banca me quedo con todo (todo el lío
que se ha preparado con los Eres, el acoso a Bankia,
pasa por este pasiego sin escrúpulos y poca alma erigido en el rey
del mambo) contando sus usuras en estrados de rojo magenta ha ganado
no sé cuantos miles de millones este año menos que el anterior y
mucho menos que el que viene, hoy te quiero más que ayer y menos que
mañana.
Pedrojota
se la cogía con papel de fumar ante los descalabros y desafueros del
exterior y se liaba a estacazos con lo doméstico. Aplicaba dos
raseros y dos varas de medir. Era un perrito faldero a los pies de
los poderes ocultos, ahí lo tenéis prosternado ante el pasiego y
los comparsas en política internacional (en las guerras de Iráq,
Siria y Libia no fue nada crítico como puede ser por ejemplo el
Guardián
enviando reporteros empotrados que terminaros rehenes de la
guerrilla en esas conflagraciones internacionales que preparan los
señores de las contiendas o wormongering
que basan el desarrollo económico en la producción de armamento) y
en lo nacional se convertía en un león rapante cuyos zarpaos
impactaron sobre todo a la Zarzuela pero allí tienen la piel de
elefante y los paramentos son de cemento armado como la cara de
muchos políticos y los bunkers que construyó Hitler, llámame regio
y échame pan que este año mi balanza de pagos carece de menguas en
bodigos. Cien mil euros del ala para ti Koeniguin y otros setenta y
tantas para la nieta del taxista (estos asturianos ¡qué
arribistas!). El presupuesto de la casa fue reducido un 2 por ciento.
Parierunt montes.
¡Qué generosidad! Te habrás escocido majestad. Los españolitos
pagan de IVA 22 por ciento ¿para pagar el presupuesto de la casa
real, los vuelos de la Griega que se va todas las semanas de compras
a Londres, para modelitos de doña Ficticia? Amigo Perico, te dices
riguroso pero estás toreando de salón, tío o te torean quicio.
Otros,
como J.L Cebrián
y Enrique de Ybarra
todo poderosos consejeros delegados de la prensa de la competencia
(ellos se repartieron la túnica sagrada y se cobraron los despojos
de la prensa del Movimiento y la Cadena Azul), supieron mejor nadar y
guardar la ropa. Más mediocres sí, pero más acomodaticios o
avezados a situaciones peligrosas, no se atrevieron con Barcenas, el
chivo expiatorio de los pecados de Rajoy, ni con Noos, ni con Gurtel
ni con el Gal, todos esos escándalos que a los españoles nos han
conmovido a lo largo de una transición tan difícil pero que más
allá de los Pirineos se la refanfinflan.
Perico,
macho, quemaste la pólvora en salvas; has cometido un error, eres un
jabato pero te ha perdido tu valentía y tu arrojo quizás sólo
producto de tu ambición, de la gente de la ribera dominado por ese
defecto tan español de creerte el ombligo del mundo y de defensor de
verdades de a puño. Tu pundonor y tu ética profesional son dignos
de alabar pero practicaste un quijotismo con una prosa en pelo malo y
si de puertas adentros concebiste la política como el albero de un
anfiteatro romano o un circo donde los gladiadores celtibéricos
andan a cuchilladas de puertas afuera no caben altruismos ni
amistades grandes conceptos (derechos del hombre, panfilias tó
er mundo e güeno,
quieto todo el mundo, con qué se come eso, feminismo reduccionista,
sexo sin barreras, violencia de género, y mucha constitución, esa
constitución pero ¿para qué país?) y nosotros los demócratas
somos los buenos y ay que ver qué malo es Putin y qué pérfidos los
rusos y cuan maravillosos los ingleses y los que no estén de acuerdo
se les declara nazis y en paz. No, las cosas no son así.
El
cosmos no se divide en buenos y malos aunque los anglosajones
conciban la historia de la humanidad como un western sino por
círculos de intereses económicos y estratégicos. Es la merma que
encontré en la gestión editorial de este Mundo
tan poco facundo porque los otros diarios de la competencia eran la
voz de su amo y voceros de los clanes internacionales o esa mano que
mece la cuna de la globalidad pero quien puede poner el cascabel al
gato claro está. La defenestración de este joven periodista (ya no
tanto) para mí como para muchos otros que bregaron en este durísimo
aunque maravilloso menester de la comunicación ha traído recuerdos
dolorosos y alguna que otra reflexión dramática.
Verbigracia,
cuando Rodrigo Royo nos reunió a los redactores de SP
para anunciar que el diario cerraba sus prensas. A Rodrigo Royo lo
acogotaron los banqueros del Opus
y los ministros de esa secta en el gobierno Franco el año 69 (López
Rodó, Carrero Blanco, López Bravo)
y la publicación, retiradas las remesas de la publicidad, murió de
inanición. El caso Metesa, a la sazón homologable con Filesa,
Gurkel y el caso Noos
actuales, que habíamos denunciado desde el Servicio de Publicaciones
irritaba a los ministros tecnócratas pero tampoco sus amigos
falangistas fueron con RR
generosos y solidarios porque el SP haciendo honor a sus capitulares
se iniciaba con un concepto de servicio
a España y no al régimen, adelantándose a su tiempo, le estaba
haciendo sombra al Arriba.
PJ
se va con una indemnización supermillonaria lo que ha hecho
sospechar a muchos que hubo tongo en esta movida y RR acabó
arruinado, sus bienes personales confiscados y padeció una verdadera
persecución hasta su Dodgedart
le fue embargado al pobre y hubo de emigrar a México. Ahí se acaban
los paralelismos. Pedro carece del acumen literario, inteligencia,
bondad y mejor pluma, que le sobró a Rodrigo y de su visión
periodística garantizada por años de corresponsal en America y su
experiencia en el frente del Este. Tampoco es un gran novelista como
Rodrigo Royo que escribió la mejor novela de la guerra civil Todavía
y algunas de las mejores del franquismo: El
Sepulturero y
el Establishment. Él
y otro falangista Tomás Salvador fueron los mejores escritores de
los años cuarenta a los setenta aunque ahora sus nombres y plumas
sean olvidados por los demócratas de “toda la vida”.
Sin
embargo, su alocución de despedida el otro día a sus redactores me
trajo las memorias el trancazo de Santiago Cordero. A Pedro Jota que
se va pero se queda sus redactores le miraban con cara de admiración
y una sumisión de doctrinos en la pupila. La chusma de SP era bien
distinta. Había redactores (joder que ganao,
cuando miro atrás sin ira me echo a temblar) de cuño maoista, otros
que se decían directamente comunistas, anarquistas, tipos que iban a
la redacción con navaja y una tea incendiaria en los fondillos del
pantalón por si había que prender mecha as aquel garaje que hacía
las veces de redacción, y otros que sufrimos lo nuestro por nuestras
inclinaciones jonsistas ¿Cuándo tendrá fin la persecución y el
sufrir y padecer?
Aquellas
tristes asambleas acabaron como el rosario de la aurora y minaron la
salud de un valenciano de calidad lleno de proyectos hermosos pero
que murió incomprendido. El director del Mundo
se ha ido de rositas entre aplausos, ditirambos, piropos y rendibú,
mientras que nosotros casi acabamos a trompazos. Por eso me causa al
mismo tiempo que pena por las estrecheces de una profesión que no
cambia también risa al irse Pedro Jota al paro con una bolsa de
dinero que le garantizan un futuro feliz.
A
Rodrigo lo dejaron con una mano delante y otra detrás. Su
linchamiento de hará cosa de 45 años nada tiene que ver con éste
porque a Pedro. J. Ramírez lo han defenestrado de figurón y
suaviter in modo
pero las cosas siguen igual y volvemos a las mismas. Los vencedores
de la guerra civil trajeron en el macuto un proyecto de revolución
social y económica pero las fuerzas de la reacción aquí siguen
siendo muy poderosas y todo se queda igual que estaba y de esta
manera los vencedores se convirtieron en vencidos. “Gracias a Dios
que hemos vuelto a la normalidad… recostada sobre los muros
leprosos de la tapia de su historia España volvía otra vez a
bostezar”; con dicha frase acaba la novela Todavía
de Rodrigo Royo. Más que una sentencia o el parlamento de un
personaje de ficción resulta una profecía.
TODAVIA
LA MEJOR NOVELA DE LA GUERRA CIVIL
Por
ser el otro día las Candelas no corrimos el gallo la antevíspera
pero fuimos en procesión con las paridas con un pichón y dos
tórtolas y a la mañana siguiente una vela a san Blas que nos
librará de la tos ferina. Con hogueras honramos a santa Brígida y
hoy santa Águeda bendita nos muestra, pudorosa, los pechos
cercenados por el pretor Quinciano
a cuyo apetito carnal
no quiso condescender aquella doncella romana ¿Por qué, cobarde,
cercenas las tetas de una mujer? La gloriosa virgen siciliana nos
amamantará con el maná de la Redención y los zamarriegos están
que lo tiran. Es fiesta en Zamarramala y dicen que hoy mandan las
mujeres aunque no lo crean las “Pusis” Cristo fue el primer
feminista. Pero me inhibo, no quiero leer las noticias amenazadoras
noticias que coartarán nuestras libertades y, uncido al carro
vigilante de Google, me sumo en una de las novelas que guardaban
turno en las filas de mi anaquel “Todavía”
de mi maestro Rodrigo Royo y paso una horas deliciosas estos días
primeros de febrero cuando vuelven las cigüeñas y la epacta llega
bien apretada de festividades y honras significativas a los santos
mártires, confesores y santas vírgenes de nuestra Santa Madre la
Iglesia.
¿Será
que en las auras de la noche hay un remecer de primavera? La novela
de mi maestro y director el que me abrió las puertas carreteras de
esta profesión y parece que me habla desde las páginas del libro
primorosamente editado y que fue premio Ateneo de Sevilla 1974 es un
grito frente a las crueldades del destino y un susurro de resignación
pues tendrá que ser así aunque no sea justo tanto olvido. Escuché
la voz de Rodrigo, su carcajada, su estilo inimitable. Escribir es
encontrar una voz propia que llega entre las alas de los ángeles y
me acuerdo de la frase de Quevedo Escucho
con mis ojos con los muertos vivo en conversación con los difuntos.
Es la magia de la literatura y hay que dar gracias a Dios porque los
españoles podemos hallar verdaderos tesoros escondidos en los libros
de autores a los que dieron de lado, de apellidos malditos, ristra de
nombres descatalogados.
Ningún
texto de los que pregona el Mundo
Facundo en sus
páginas culturales ensalzando mediocridades en inglés logra la
talla de un manuscrito como este (Rodrigo Royo siempre escribía a
mano y con pluma, nunca a máquina.) Claro esto es la ley del embudo.
España vive un proceso de desespañolización tendente a privar a
las nuevas generaciones de la verdad y del goce estético. España
despanzurrada y exangüe, España sin medula. Es un ente de razón,
una mariposa disecada entre las páginas de un misal.
Este
olvido es para mí mucho más nocivo que todos eso escándalos
financieros que siendo graves en sí tienen por objeto comerle el
coco al españolito de pie, lavarle el cerebro. Friegas de papel de
estraza de crispación, insultos al pasado. El mensaje de esta gran
novela dice que los vencedores habiendo ganado la guerra luego la
perdieron en la paz dentro de un marco largo de la legalidad y la
reconversión tecnológica, del fracaso de las ideologías. De ahí
nos viene el letargo.
Los
luchadores por la libertad de uno y otro consorcio devinieron
esclavos. Hemos vuelto a la normalidad, se escuchaba el
aullido cenagoso de la mentira. Las espadas lucían en el aire
luciendo su desquite. Los goznes de la historia chirriaban
estridentes con su oxidada marcha atrás. Estamos otra vez en el
punto de partida pero qué hermoso era el verano en Alea. Queremos
mujeres y a vosotros ¿os gustan las profesionales o las aficionadas?
Igual me da, yo lo que quiero es joder… pero en la inmensa
oscuridad del cielo las estrellas se desvanecían asustadas...
Miguel
Chorreta
el anarquista y Rafael el falangista el hijo del terrateniente se
parecen y se complementan en su bondad en su lucha por el bien común,
apéndice psicológicos de las contradicciones del novelista, y son
dos aspectos de la vasta personalidad del autor que en Alea (Alcira)
en la Mancha valenciana efectúa un canto a su patria chica como
apéndice de su patria grande. Alea
era una tarjeta postal un pueblo con castillo en manos de veinte
familias. Alea.
Alcira. “alea jacta est”. Nunca sin embargo pasaremos el Rubicón.
Viene
la revolución y Chorreta
manda fusilar al dictado de lo que le impone su mente pero
contraviniendo los consejos de su corazón al cura a don Práxedes y
a otros diez más. Les dan el paseo de madrugada a la luz de los
faros de un Hispano Suiza con el motor al relentí iluminando la
ardiente oscuridad del barbecho una noche de agosto. Escena
impresionante. Cuando entran los nacionales y cambian las banderas,
Chorreta y sus compinches serán pasados por las armas, cabe las
tapias del cementerio. Escena no menos impresionante porque entre le
pelotón de soldados hay algún militar que se desmaya y rehúsa la
orden de fuego. Rafael el falangista quiso creer que la labor había
sido dejada a medias por el anarquista pero a Rafael también fue
engullido por las pirañas de la normalidad.
Ni
Galdós ni Baroja hubieran sido capaces de describir una cosa así,
con tanta solercia, con tanta acuidad, con tanto salero. Eran
demasiado garbanceros, demasiado famosos y en este país unos
ensillan y otros cabalgan. Rodrigo Royo realiza un tour
de force en tales
episodios con capacidades sinfónicas porque era aparte de un gran
escritor y periodista un excelente violinista. Cruda trama pero tan
árido escenario se le hubiera ido de las manos a cualquier narrador
menos capaz. Entre medias se dan cita la ternura, el amor, las dudas
porque ni unos ni otros son enteramente buenos ni enteramente
perversos. La guerra se escucha lejana en este pueblo de la
retaguardia. El enfrentamiento de dos ideologías urde los hilos del
pathos
que dejaría un reguero de sangre y más de un millón de muertos.
Después, cada mochuelo a su olivo.
Miguel
Chorreta (maravillosamente descrito y una prolongación del alma del
novelista) aparte de guerrillero se muestra como un organizador capaz
que piensa en el futuro e idea un sistema de pozos artesianos para
extraer de los montes cercanos un raudal que llevase el agua al
pueblo. Luego está la gracia, la chispa, el donaire y el interés
que hacen interesante y maravillosa a una obra de arte, el lenguaje,
la sintaxis de un estilo sencillo pero por eso mismo inimitable.
He
escuchado la voz de Rodrigo a lo largo de estas páginas, sus
carcajadas, su inconformismo, su intolerancia, su bonhomía y su
perdón porque era generoso y magnánimo con sus semejantes (Padre,
perdónalos) y la alacridad frente a las cuestiones sexuales.
El
capítulo del burdel de Valencia donde conocen el amor los jóvenes
de Alea constituye una obra maestra de psicología así como la
descripción del amor platónico que siente Rafael hacia su novia
Carmenchu
a la cual no llega a conocer en sentido bíblico Los
hombres y las mujeres cuando les ha salido callos en el corazón se
arrepienten de no haber consumado el amor de su adolescencia. El
hombre a veces lo perdona y se lo perdona a sí mismo. La mujer no se
lo perdona jamás ni se lo perdona al hombre. .
Ello
revela un gran conocimiento por parte del autor de la psicología
amorosa. Estas rendijas del pasado quedarán en el recuerdo como
burletes que nadie conseguirá tapar. Miguel el jefe del comité es
el buen salvaje pero el destino le va a jugar una mala pasada a este
anarquista cuyo ideal consistía en hacer el bien y si no lograba
hacer el bien realizar el menor daño posible a sus semejantes.
Hay
la escena de la castración de un miliciano e incluso la violación
de una mujer que a no ser por la pericia para relatar que exhibe el
autor hubieran resultado chabacanas pero se convierten en elegantes
páginas de humor y de distanciamiento cervantino.
“Todavía”
es un clásico, sin duda una de las grandes novelas de nuestra guerra
civil escrita de forma sencilla, ágil pero manejando infinidad de
recursos de fabulación que sólo poseen aquellos hombres del
Movimiento (Tomás
Salvador, Luis Romero, Emilio Romero, José Luis Castillo Puche,
Rafael Sánchez Mazas, Rodrigo Royo, Cela, Vicente Soto)
toda una pléyade surgida en aquel illic
et nunc que nunca
volverá a repetirse en España. “Todavía”
me ha traído esta noche auras del azahar de los naranjales
levantinos en este día frío de Santa Águeda cuando en Madrid
empieza a sentirse la primavera. La última vez que lo vi ante una
mesa enorme de caoba de director de periódico – parecía un
evacuado de la guerra civil- de la calle San Roque, cerraba hostigado
por unos y por otros el diario Informaciones
daba sopas a un gatito que le habían regalado las monjas y me dijo:
-Hora
es ya de irse a escribir una novela
Nunca
la llegó a escribir pero se puso a tocar el violín para amansar a
las fieras. Sus acreedores le zarandeaban por la pechera. Murió a
los pocos meses.
“Todavía”
fue su testamento literario pero esta noche de febrero oí su voz que
me gritaba. Rodrigo era un ángel encaramado en lo más alto de un
lucero. Lo fusilaron unos y otros y su voz o su lamento que escucho
desde mi celda es el llanto de España. Todavía no nos podrán
arrebatar el entusiasmo, el goce estético que nos produce una obra
de arte, aunque lo hayamos perdido todo, hasta la camisa a manos de
los arrebatacapas de siempre. Estamos rodeados y hoy el cine, la
tele, los periódicos, los “books”
son una herramienta propagandística. Fuera quedan pocos todavías.
Mejor encontrarlos adentro.
CÁRCEL
DE AMOR
El
vagabundo que tiene algo de andarríos, correcaminos, corta vaguadas
y de serpa de la historia de España entra en la noble y heroica
villa de Arévalo resonándole música de Joaquín Díaz en el
cerebro. Escucha los ecos de los pasos perdidos y resonancias de un
pasado de esplendor. Adentro. Plectros del rabel, sonoridades de
clavecín, cuerdas de tripa de vihuela cantan alegres pavanas en las
cámaras del recuerdo, y de paso va dragando su memoria,. Se pierde
por el arrabal, se toma un café con leche en la barra del Chafa y va
a ver a su amigo Elías que era el jefe de los guardias del
Ayuntamiento pero no está, se ha jubilado. Morral al hombro y
arreando su bicicleta que canda en un poste cerca del templete desde
donde tocaba la bandas de música, derrota sus pasos perdidos bajo el
arco de Alcocer. Nada tiene que ver este arco que da entrada a la
alhóndiga arevalense con el Alcocer moro de Guadalajara donde según
cuenta Camilo “no he visto en la tierra gente más burra que la de
Alcocer que tiraron al cristo al pilón porque no quiso llover”.
No, los de Arévalo siempre fueron más refinados y tolerantes. El
pueblo atrae a primera vista con la disposición de sus calles y de
sus plazas, los escudos nobiliarios en las puertas derrumbadas donde
aun flamea la oriflama del lambrequín triunfal de los que ganaron
la guerra de Granada. Llama la atención por el número de sus
iglesias, siete, majestuosas, las más viejas serán seguramente la
de Santa María y la de San Martín. Arévalo todo muralla y torreón
evoca el romanticismo de la corte de Isabel la Católica.
ES
Arévalo un navío rompeolas entre Arevalillo y Adaja, puentes y
peñas y obradas de labranza. Ya se decía que la Moraña, comarca
cerealera por antonomasia, daba el mejor trigo de España. Ah cárcel
de amor. Todo en la vida es cárcel. La tierra es cárcel de la mar,
la vida es cárcel de muerte como el remo y la nave son cárcel del
agua y el matrimonio suele ser mazmorra donde los que se profesaron
fidelidad y respeto mutuo suelen a andar a palos. Rodríguez de San
Pedro, un converso de Peñafiel dedica esta obra que ve la luz casi
simultáneamente con el Amadís de Gaula que por cierto se publica en
Arévalo, en 1492, coincidiendo con la toma de Granada, y la dedica
a una judía conversa, azafata del séquito de la Reina Isabel, que
se llamaba doña Marina Emmanuel Fonseca de origen portugués a la
cual festeja en sus versos aunque sin demasiada fortuna.
El
texto hoy infumable pero muy del gusto de la época, porque alcanza
veintidós ediciones tanto en Castilla como en Alemania, Francia,
Inglaterra y Flandes inspira, por ejemplo a santa Teresa “Las
Moradas”. Amor divino y amor profano se dan la mano. Esta cárcel
de amor es una alegoría con mucha retórica mitológica y toda la
simbología habida y por haber.
El
poeta viniendo de Andalucía de la guerra contra el moro se topa, en
Despeñaperros, con una torre alta de castillos donde hay un negro
que guarda la entrada. Este cerbero tiene a su alcance una serie de
alguaciles que se llaman Ansia, Pasión, Deseo, Dolor y Grave
Cuidado. Llama al caminante y le invita a entrar para explorar cada
una de las dependencias de esta cárcel donde los amantes penan y
desfallecen de dolor. Al tiempo que le va contando la historia de los
amores desdichados acaecidos en Suria ciudad de Macedonia.
San
Pedro alegoriza y alegoriza bien, siguiendo los patrones de los
gustos estético- juglarescos de su época, pero con una
particularidad el amor platónico no es sino una proyección
fantasmagórica del amor de carne y hueso. Este judío tiene los pies
bien asentados en la tierra. En tal sentido, formula un alegato
contra la misoginia dominante y toda esa secuela de prevenciones y
reservas que siempre tuvo hacia la condición femenina la SRI.
Los
curias tampoco se andaban por las ramas y ridiculizan a los
caballeros andantes que desconocen equivocados que las dulcineas no
son más que una versión poética de maritornes. “Mulier aula
diaboli, aquilonis percussio”, clamaban los escolásticos, citando
al Eclesiastés.. Son el aguijón de la tarántula y el anillo de la
boa. San Pedro, por su parte, enumera hasta catorce razones por las
cuales es preciso querer bien a las mujeres. Por ventura la violencia
de género no es un invento de ahora. Existía ya a fines del siglo
XV. “Muchos maridos, repentidos de haberse casado, danles mala
vida a sus mujeres, vanse dellas, o las matan”, alega, aduciendo a
la par los ejemplos de algunas egregias damas de la antigüedad
insignes por su virtud: Lucrecia, que violada por Tarquino, se dio
muerte ante la presencia de su marido natural y se clavó un
cuchillo:
“Sabrás,
marido, que pisadas de hombre ajeno horadaron tu lecho donde aunque
el cuerpo fue forzado quedó el corazón inocente porque soy libre de
culpa, mas no me absuelvo de la pena” Porcina la mujer de Bruto
acabó sus días comiéndose las brasas antes de caer en la
tentación. Penélope la esposa de Ulises urdió una artimaña en su
ausencia. Requerida de amores por varios galanes, les contestaba que
accedería a sus deseos cuando terminase de hilar la tela que estaba
tejiendo. Penélope tejía la pleita por el día y desenvainaba la
rueca por la noche por lo cual la labor nunca estuvo acabada hasta
cuando regresara su esposa del largo viaje. El catalogo se alarga con
otras egregias féminas bíblicas, como Sara, Rebeca, Débora,
Judith, Ester y alguna más, asin que faltaran damas tan rotundas en
el pelear de Castilla como doña María de Molina, doña Gonterodo la
asturiana o doña María Coronel. Esta ilustre segoviana, también de
raíz conversa, se hallaba en Sevilla, cuando su esposo se encontraba
en Tarifa defendiendo la plaza contra la morisma. Requerida de amores
pues era moza de buenas partes y de singular belleza y a punto de
caer en la tentación optó introducirse un hierro candente por su
natura –cruel suplicio- a consecuencia de cuya quemazón falleció.
Prefirió la muerte antes que perder la honra. Sin embargo en el
Corbacho del arcipreste de Talavera se nos previene contra la
naturaleza y las artes seductoras de las señoras para los cuales la
lealtad no existe. Griñones y tocas. Contra lo que ha venido
creyéndose la corte de los Reyes Católicos no fue tan puritana como
algunos piensan. Más bien licenciosa. Iñigo de Loyola que pasó su
adolescencia en Arévalo, siendo paje en aquella corte donde la
música y el baile eran tan importantes, muestra su decepción ante
el desabrimiento y fugacidad de tales amores. El autor de Cárcel de
Amor va a pasar poco más o menos por el mismo avatar. Su libro es
prohibido por la inquisición. La azafata doña Marina Emmanuel de
Fonseca le da calabazas. Por toda Castilla retumba la retahíla de
“judíos a enforcar”. Se acusa a los hebreos de haber financiado
las guerras con Portugal. Los judíos catalanes se hayan sumidos en
pleitos con Diego de Santangel el contador mayor de Aragón y
depositario de las arcas reales castellanas Velasco de Cuellar, que
estaba casado con María de Guevara, la tía de san Ignacio, cae en
la sospecha de delitos de peculado por apropiación indebida de arcas
públicas.
En
fin, la historia es un perfecto subir y bajar. Resuena el eco
melancólico de las zampoñas que estallan su música contra los
escudos nobiliarios de las casas derrumbadas y acarician los
cristales de los antiguos miradores adonde no se asoma nadie y que
otrora espejaron la sonrisa de una dama enamorada. Arévalo y alma.
Esta villa donde se escribió el Amadís y las Sergas de Gutierre de
Montalvo, que es la prez castellana, pues el que Castilla ha de tener
en Arévalo, Olmedo y Medina ha de vencer” atrae como un imán a
todos los caballeros andantes, a todos los soñadores que piensan que
alcanzar un mundo mejor es algo hacedero y al alcance de cualquiera.
Luego vine el fracaso. Se les derrumba la Cárcel de Amor y cuando
llegan los desengaños acuden a la iglesia de Santo Domingo y se
prosternan ante la Virgen de las Siete Angustias como hizo el propio
Diego de San Pedro y el propio cronista que venía a la plaza del
Arrabal los martes. Abrió una librería de lance pero el negocio se
vino al traste. Los morañeros, o saben mucho y no tienen más
necesidad de aumentar sus conocimientos, hartos de ver subir la
cuesta con sus jumentos cargados de libros a los frailes de Sto.
Domingo durante siglos, un poco como hacía el cronista en su Rover
atiborrado de raciocinios y silogismos escolásticos hasta los topes,
o desdeñaban por vanidad la concupiscencia del saber que suele ser
tan deplorable como la que lleva al hombre a la lujuria, la avaricia,
o la ira. Pero allí hizo dejó buenos amigos. Alternó con ellos por
las tabernas del Barrio Húmedo y se iba después a meterse un
cochinillo entre pecho y espalda regado con un cuartillo de vino de
Medina y luego pa casa, no sin antes rezarle una salve a la Virgen de
las Angustias. Nuestra Señora de los siete cuchillos por la que se
siente mucha devoción, una devoción que luego se trasplantó a
Andalucía por orden de doña Isabel, sin embargo más enteriza y de
mayor rigor como expresión del dolor materno la castellana. La
imagen granadina va más atalajada. En Granada la llaman la Abuela y
las Angustias de Arévalo son la primera Macarena que se conoce.
España siente el cristianismo como algo pasionista y dolorista por
influencia semita. Leamos a nuestros clásicos la mayor parte de
origen converso que llevaban las palabras de Jeremías en sus
adentros porque eran los únicos que leían en medio de una multitud
de analfabetos. Toda nuestra literatura del Siglo de Oro tiene
resonancias bíblicas.
Asimismo,
El judío Diego de San Pedro, lo que son las cosas, es uno de los
grandes panegiristas de la Reina Católica a la cual ensalza en sus
versos:
“La
más alta maravilla después de la sin mancilla/ es la Regina de
Castilla… es nuestra reyna cabal en las España amada y temida del
bueno y del comunal y de todos en general”
Es
un misterio, uno de los grandes enigmas históricos, saber la causa
por la cual tanto odian a esta figura precisamente a aquellos que
tanto favoreció ya que su corte estaba rodeado de ellos. A Franco,
que para más INRI, era de origen judío, le ocurriría lo mismo Eran
conversos del judaísmo. Que se habían pasado al cristianismo en
masa un siglo atrás. El edicto de Expulsión parece ser que fue muy
limitado porque no llegaron ni a tres mil los hijos del pueblo
elegido que abandonaron estos reinos con motivo del decreto. Eso está
poco estudiado al igual la interacción entre modos y costumbres
formularios hebraicos y usos y costumbres de castellanos viejos. Bajo
la luz triunfal de Arévalo sestean mejor los horizontes de nuestra
historia tan enrevesados y enmarañados. Y es que Sefarad fue para
muchos la verdadera Tierra Prometida.
LA
PAZ EMPIEZA NUNCA. EMILIO ROMERO NOVELISTA
La
paz empieza nunca es
el título profético de una de las grandes novelas de la postguerra
escrita por Emilio Romero poco después de haber sido rehabilitado en
su cargo de director del diario Pueblo
del que fue destituido en 1952 por sus desavenencias con la facción
más encastillada y menos aperturista del Partido.
Se
trata de una novela que tuvo casi veinte ediciones y fue un suceso
literario en aquellos años. En ella el autor narra sus experiencias
autobiográficas de combatiente en el bando nacional que se tuvo que
pasar en un rocambolesco lance campo a través de San Rafael.
El
protagonista al final de su aventura se ve incurso en la campaña
contra el maquis, o guerra sucia, “un tipo de guerra que no le
agrada”.
El
libro es un tour de
force narrativo
manejando con gran alarde los recursos estilísticos. Emilio Romero
quiso ser Galdós y se parece algo a Galdós, tanto físicamente, en
su senectud, como en la forma de redactar con prosa clara, objetiva,
muy rica en matices y sobre todo con desenfado. Ésta del desenfado
fue una de sus cualidades más señaladas.
En
las páginas de la obra nos da cuenta el autor de algunas de sus
inclinaciones y rasgos de carácter. Por ejemplo, su astenia y su
elegancia. Conocí en Arévalo a su sastre quien me comunicó que a
don Emilio le gustaba ir siempre de punta en blanco y que era muy
aficionado a las corbatas, algunas de ellas aparatosas y chillonas,
una rémora que debe de haber heredado Carrascal al que designó a
cierra ojos y con sólo mandarle el interesado un par de artículos
corresponsal en Alemania. Y es que entonces Madrid y no Nueva York
era para los periodistas la tierra de las oportunidades.
Emilio
Romero puso en vanguardia a este menester que siempre fue un humilde
oficio con sueldos de hambre y que él dignificó.
Creo
que España está en deuda con él por ese cabo. Y ahora comprendo
también el veredicto de José Luis Navas acerca del libro del
querido Jesús María Amilibia, el cual me parece que por un exceso
de recursos y por haber sido un especialista y casi un creador en
este país de la prensa rosa, lo que decíamos antes los famosos,
corre el riesgo de cierta deformación encauzando la historia por la
trocha que menos conviene y más se atisba.
Y
son las hablillas de con quién me acuesto y con quien me levanto, a
usted que le importa. Se ve que el bueno de Chusmari se ha trabado
mucho a Jesús, el portero del número 24 de la calle O´Donell,
donde precisamente tiene ahora el despacho el mejor abogado de Madrid
que es mi hermano Luis Fernando. A mí me encanta darme una vuelta
por allí a echar un vistazo. La finca sigue teniendo el mismo aire
de dignidad que entonces y eso que los porteros ya no van de galones
como antaño.
El
puertas u ostiario (los había en todas las mancebías y los llamaban
cohénes, que es palabra judía y que tiene que ver con esa parte de
la humana fisiología que son el arma de guerra de tales
establecimientos, aunque la casa de don Emilio era del todo
respetable y vedada a las visitadoras) le debe de haber contado
alguna historia para no dormir pues ya se sabe que en esto del sexo
como en dineros, como en santidad, la mitad de la mitad.
Las
hipérboles están a la orden del día pero sus enemigos bien que
procuraron atacarle por esa flaqueza y fueron yendo y viniendo con
chismes al Pardo pero el General, cocinero antes de fraile, que
pudiera ser todo lo que fuera pero de gazmoño nada y que antes de
general había sido legionario y sabía lo que era llevar el lastre
de cantineras en retaguardia, no hacía ni caso. Camilo Alonso Vega,
director de Gobernación, pertenecía al mismo bando de hacer la
vista gorda. Si no puedes ser casto chiquito, por lo menos. Que seas
cauto.
-Nos
ha jodío, mi general- le contestó un cabo.
En
ese campo España siempre fue más tolerante. Mucho más que
Inglaterra y los países de la Reforma protestante.
-De
nimis non curat praetor.
-¿Qué
dices?
-Que
pelillos a la mar.
Lo
que no cuenta esta biografía aparte de sus aficiones sartoriales y a
los trajes de chaqueta cruzada, a las corbatas de colorines. Iba
siempre como un pincel y parece ser que sus gustos los imitaría
Adolfo Suárez, aunque no se podían ver.
También
le privaban a los aftershave caros. Eran sus manías por acudir al
Rastro los domingos por la mañana porque le encantaban las
antiguallas y los libreros de lance. Gran lector, en eso compartía
los gustos con Franco. “Si no hubiera sido periodista, me hubiera
gustado ser chamarilero”
A
misa iba poco don Emilio que siempre se blasonó de sus ancestros
judíos pero nadie más compasivo y tolerante aunque de anticlerical
le quedaban viejos atavismos. Respetaba a los curas pero en su sitio
sin demasiadas prosopopeyas como eran los falangistas de antaño.
Católicos
sí pero tibios y en materia de fe nada más que lo preciso. Odiaba
la superstición y en la novela “La paz empieza nunca” se mofa de
esa afición de los hispanos por los fetiches. Una cruz de Caravaca
que le colgó su madre al cuello antes de partir al frente le tuvo a
cobro de los fregaos del Ebro. “Mamá. Puede ser- dice el
protagonista- pero yo no estoy de eso tan seguro”.
A
pocos periodistas les he visto escribir con tanta soltura y
desparpajos sobre los curas ye-ye a los que ponía a caer de un
burro. Pablo VI estuvo siempre en el punto de mira de sus acerados
dardos.
Después
de haber leído aquellos magistrales artículos de Emilio Romero,
como por ejemplo, en el que contesta a la carta de protesta del papa
Montini contra el general Franco. Le recomienda al Santo Padre
que cuide su propio
corral y no interfiera en cuestiones de tejas abajo, me di cuenta de
que los romanos pontífices reciben una categoría y trato exagerado
como representantes de la divinidad en la tierra, una aserción sobre
la cual conviene entablar reservas.
Romero,
que siempre estaba al verlas venir, intuiría la debacle que estaba a
punto de desatarse en el seno de la Iglesia. Y eso lo dijo con mucha
sorna. Entre claveles y flores su majestad es-coja. Con muchos
arrequives y tocando muchos palillos.
La
novela que más me gusta es El
vagabundo pasa de largo
donde plasma las tiernas memorias de su infancia en Arévalo.
Fue
un niño feliz. Hay secuencias de esta gran novela que se me han
quedado fijadas en la memoria. Tal la descripción de las costumbres
arevalenses, el dramático descarrilamiento de aquel tren correo, las
correrías por las tabernas del barrio húmedo, la magistral traza de
algunos tipos de acusado carácter humano que llegó a conocer. La
topografía simpar e iluminada de las Morañas donde el trigo crece
sin agraña como dijo el clásico. Las fiestas y romerías, el
impresionante castillo o aquella tartana propiedad de uno de los
hombres más ricos del pueblo y de los más calaveras, derecho de
pernada con todas las criadas que entraban a su servicio, a la que
veía aparcada en una ensenada que hay pasado el puente sobre el
Arevalillo. Nadie a la vista y el carruaje se movía que adelante y
atrás con amoroso vaivén.
Los
bastidores se balanceaban, la mula paciente enarcaba las orejas pues
había oído algo. Aquello pegaba brincos de santibamqui. El toldo
del carruaje se movía hacia arriba o hacia abajo. De adentro del
pescante llegaban resoplidos, ayes y gemidos.
-Ese
carro como siga así va a acabar haciendo molino. Parece cosa
impropia de duendes y aparecidos.
-Ni
mucho menos. Es don Sisenando que estrena nueva maritornes.
-¡Jo
qué tío!
Por
esa zona que tan bien describe el autor han puesto ahora un
puticlub. Media Castilla es casi un lupanar rodante. Pero no nos
escandalicemos. Eso es más viejo que el “andao pa lante” y
nuestros abuelos también sabían cómo divertirse.
Emilio
Romero se define aquí como un andarríos, un vagabundo de la
noticia, un escritor de muy sólidos principios al que le gustaba
hacer la rabona de niño. No terminó ninguna carrera. Lo convirtió
en periodista estampillado Juan Aparicio que lo mandó con el carné
en el bolsillo a dirigir La
Mañana de Lérida.
Allí tuvo sus choques con las fuerzas vivas y es enviado a Alicante
al mando de otro periódico de la Cadena del Movimiento. Sus ideas
revolucionarias provocan reacción en el clero y es detenido y
llevado a comisaría. Por esas fechas publica La
conquista de la libertad
y Los pobres del mundo
desunidos.
Su
sombra protectora, el que le libra de todos los líos fue Dionisio
Ridruejo. En 1952 es llamado a dirigir el Diario
Pueblo. La tirada
sube de veinte mil a doscientos mil ejemplares. Pero es destituido
por uno de esos líos de familia entre falangistas. Emilio había
sacado la cara por un compañero.
Juan
Pujol le oferta un sitio en el Diario
Madrid. Aquel niño
al que sacaron de la Arcadia feliz de Arévalo conoce las arideces y
traiciones de la España cotidiana. Fue toda su vida un soñador, un
gran idealista con los pies en el suelo. Hizo una larga carrera
habiendo sido el hijo de un humilde telegrafista de la capital de las
Morañas. Pero creo que nacer en Arévalo, el que a Castilla ha de
vencer de su parte Arévalo y Medina ha de tener, marca impronta; y
he aquí que el chico llegó lejos. Era apuesto, simpático y tenía
un don especial para las mujeres. Las más importantes fueron su
madre, Mercedes y su mujer María José, aparte de sus hjas, Mariví
y Amparo y sus nueras. Después de la “catedral” hubo bastantes
“ermitas”, entre ellas Rosana que le dio un hijo, pero menos de
las que se dicen.
Emilio
Romero en sus prosas y en sus artículos plasma esa alegría de vivir
que contagia y entusiasma, el recochineo algo lipendi y desenfadado
de años felices. Suelo
ir a las fiestas de Arévalo donde se rifa todos los años por las
Angustias el 9 de febrero un gallo en su honor. Arévalo es el pueblo
de la Arcadia feliz”.
Siempre que voy camino de Asturias paro allí. Me recuerda los buenos
tiempos, los de Emilio Romero, que son los nuestros. Ah, y en la
“Pinilla” el restaurante de la rinconada se come opíparamente.
Hago la salva en honor del viejo maestro, un escritor, un compañero,
un novelista que merece todos mis respetos. No conviene ajustar
cuentas. Las nuestras ya están todas saldas. Hemos pagado el reato y
el alboroque. Basta de maulas.
KOSOVO
INDEPENDIENTE ¡PELIGRA EUROPA!
Hoy
segundo domingo de Cuaresma según el calendario gregoriano es un día
triste para los que profesamos la fe en Xto y creemos en la Europa
Libre; no en la de los mercaderes ni en la de contubernios. Kosovo
por un diktat o trágalas de las superpotencias se proclama estado
independiente.
De
esta forma se consuma un plan estratégico de gran diseño y alta
gama urdido por los americanos que tuvo sus fases y sus escaladas en
la guerra de Yugoslavia, en el bombardeo de Belgrado la noche de
Pascua ordenado por el Pentágono en el que mandaba una checoslovaca-
es un decir- Margarita Albright y con las anuencias y bendiciones de
un neutro, un manso, el socialista Javier Solana Madariaga.
El
Vaticano, un polaco pontificante, fue culpable de semejante tropelía
pues hizo la agachadiza y murmuró un vasallo de don Pedro I el
Cruel, rey castellano, cuando un judío y un cristiano llegaron a la
manos y con un puñal luchaban por su vida:
---
Ni quito ni pongo rey pero ayudo a mi señor.
Y
el señor del papa era un tal mister Bush que no fue a besar el
anillo ni el pie al papa y a recibir la rosa de oro, sino al revés.
Wojtyla-aquella
inacción e inacción queden para la historia aunque al de Cracovia
lo quieren elevar a los altares, pues menudo santo bajado del cielo a
garrotazos- no movió un dedo para ayudar a sus hermanos orientales
que profesan la fe cristiana. En el recuerdo los grandes sufrimientos
de los servios que contuvieron al Turco en la Batalla del Campo del
Mirlo en 1382. Belgrado la ciudad blanca no renunció a su fe ni
quiso pegar pechas al sultán de Estambul.
Todas
las cristiandades del este saben de las crueldades e imposiciones,
tributos de las cien doncellas, el velo en la cabeza de las mujeres y
las niñas rusas y ucranianas búlgaras y rumanas que eran
arrebatadas a sus padres y llevadas a la Gran Puerta a ejercer la
prostitución.
Dios
los perdone por su sacrilegio. Aquello fue una judiada, un golpe bajo
al talón de Aquiles de Europa, esa faja que se extiende desde los
Balcanes al Guadiana cuyos ojos lloran de miedo. Hoy es un día
triste para los que amamos la fe ortodoxa. ¿Es este el dialogo de
civilizaciones, la armonía de civilizaciones de la que nos hablan?
¿O es la ley del embudo?
Creo
que Zapatero ha cometido un craso error que lo pagará caro en su
segundo mandato, si gana los comicios de marzo, por apoyar el ingreso
en la UE de Turquía y por desatender los consejos sabios de Vladimir
Putin que le ha advertido y recomendado que vele por sus intereses.
No se puede tirar cantos contra el tejado de tu vecino si el tuyo lo
tienes de cristal.
La
islamización de Kosovo y de Metopia la patria de san Jerónimo y de
san –Ambrosio donde por primera vez se cantó el Tedeum va a
suponer que hierba por los bordes del puchero europeo, el español
sobre todo.
Las
Vascongadas, la Galicia, la Cataluña, Ceuta y Melilla van a pedir la
independencia. El estado español fraguado en la unidad ganada con
mucho sacrificio, esfuerzo, luchas y sangre, se desarticula, se
desmedula.
De
esta forma se consumará otro proyecto inicuo cuyo primer peldaño ha
sido la independencia o chantaje a Europa incoado con la
independencia de la vieja Metopia cristiana (para los turcos Kosovo y
también Albania) los banqueros de Londres de Franco y de Wall Street
puede estar contentos porque en el mundo muslímico se abren nuevos
mercados y todos aquellos que sueñan en un Europa de las patrias y
de los parias porque habrán consumado una venganza. Nos la tenían
guardada.
Este
humilde periodista desde estas humildes páginas se siente en la
obligación ética de denunciar semejante afrenta a nuestros valores.
Hoy me siento más mozárabe. Más cristiano de las catacumbas porque
en público no me dejarán profesar mi fe. Es la ley de Mahoma.
La
ley del embudo que cohonestan y aúpan los consorcios banqueros pero
si la burbuja económica estalla y nos meten a todos en el corralito
de las crisis pecuniarias a ZP no le arriendo la ganancia. Se puede
venir abajo como una melaza todo este sistema basado en el engaño,
la coacción, las orzas, las urnas y los arúspices embusteros.
Me
parece que en Kosovo han empezado a graznar los ánsares capitolinos.
¡Ojo al cristo que es de plata!
ARGAVIESO
AGOSTERO
Estábamos
en el puente de Segovia empezó a llover.
-No
es nada sólo una nube-dijo El padre Ubaldo
-¿Una
nube? Sí, sí, una nube. Se abrieron las compuertas del lacrimatorio
celeste-repliqué
-Tú
no te preocupes, que siempre que llueve abocanás
El
padre Ubaldo el eremita era asturiano. Yo, siendo de Ronda y habiendo
pertenecido a la misma compañía de soldados en la cual él estuvo
bajo las banderas del rey en Nápoles, Sevilla y Flandes, de vez en
tarde caminaba a visitarle en la cueva donde vivía al otro lado del
río y, traspuesta la Puerta del Ángel, socorría en la medida de
mis posibles al camarada pero a él nunca le faltaban bastimentos
porque el pueblo de Madrid es de condición devota y generosa.
Nos
metimos en el cobertizo cerca del Humilladero. La lluvia solemne
hisopaba las copas de los cipreses de la sacramental. Pronto, la
creciente del río ocluía los ojos de la puente de la Segoviana y
saltaba casi amenazante hasta los guardalados y pretiles arrastrando
la corriente muchos objetos. El Manzanares aprendiz de río estaba
irreconocible. Rugía como un torrente y la corriente se llevaba
algunos corderos de un rebaño que pacía en las riberas, varios
cochinillos y hasta las piedras de lavar de las fregonas que aquella
tarde no bajaron y, pies para qué os quiero, haldeaban anhelantes
calle de Toledo arriba buscando donde guarecerse, cuando vieron
zigzaguear por el horizonte de la Casa de Campo los primeros avisos
del cordonazo de san Francisco.
-Centellas
tenemos.
El
padre Ubaldo encendió el fuego y puso a hervir un cuartillo de leche
de su cabra en un puchero. Por la campana del llar penetraba una luz
color ceniza, el de aquella tarde macilenta, travesada de relámpagos
y truenos.
-¡Bueno
va! Pease san Pedro y se estremezcan los cielos
Una
vieja devota que servía al anacoreta empezó a cantar el responso
del Justo Juez y luego vino el trisagio… santo dios santo fuerte
santo inmortal líbranos de todo mal amen. Como colofón de las
plegarias de la mujer que las musitaba, nerviosa y mirando para el
ventanillo por donde se colaba toda la fuerza del argavieso, vino el
santa Bárbara bendita en el cielo estás escrita con papel y agua
bendita en el nombre de la cruz paternóster amen Jesús… San
Bartolomé se levantó cuando el gallo cantó con Jesucristo se
encontró y le dijo, etc.…
Al
agrego de la lumbre nos calentábamos y secamos nuestros mantos
empapados del agua. Al ermitaño le manaban ríos por la cogolla y
mientras se secaba el jubón enunciaba oraciones por lo bajo pasando
las cuentas del enorme rosario que colgaba del cinto. Un cuenco de
leche nos entonó el cuerpo mientras afuera la furia del argavieso
azotaba las murallas de la villa y corte. La vieja puso una vela a
santa Bárbara y tapó con su sayal un gran espejo (la luz refleja
atrae al rayo, parece ser) que había a la puerta de la cueva…
santo dios santo fuerte… santa bárbara bendita en el cielo estas
escrita con papel y agua bendita en el nombre de la cruz pater noster
amen Jesús. Era la oración de los relámpagos que todos los
castellanos aprendimos desde niños
El
anacoreta sacó un crucifijo que guardaba debajo de la esclavina y lo
besé con la misma unción con que treinta años atrás besé la
bandera de nuestro regimiento prometiendo lealtad al rey Felipe III
nuestro señor.
Escampó.
El argavieso iba de vencida. Salió el sol. Los caracoles
procesionaban a orillas del Manzanares portando en el arca de su
caparazón las memorias de un soldado de los tercios que, licenciado
de sus banderas, se metió a monje tratando de ganar su santa vida en
religión.
-¿Habremos
doblado ya el cabo de las tormentas?
-Ahora
soy alférez de Cristo y milito en otras banderas.
-¿No
será la misma? Piénselo bien su paternidad. No marremos el golpe
pues importa mucho.
-De
nada vale ganar todo el mundo si pierdes tu alma y te condenas- dijo
el freire.
Yo
apenas reconocía en aquel bondadoso donado, en aquel fray Ubaldo al
bravo capitán de mi compañía. Antes de regresar, metió en la
escarcela vacía que yo llevaba, harto de correr caminos y de
mendigar puertas, un bodigo. Me bendijo y yo de rodillas besé sus
manos:
-Gracias,
mi capitán
-Soy
ahora Ubaldo, el anacoreta de allende el río. Nada queda de aquel
pecador cruel que mató a cien herejes y violó a treinta mozas en el
Saco de Namur.
Subí
Costanilla de los Desamparados arriba, confundido entre los rebaños
de la mesta que regresaban de la Extremadura. Era por el mes de
abril. Delante caminaba cuernos ensortijados el morueco que
sobresalía eminente entre un mar de lana, balidos y polvo. Detrás,
la manada. Cuando entraba por el portal de mi casa tocaban a
vísperas. Mañana sería la fiesta de la Santa Cruz. El padre Ubaldo
mi capitán de los tercios meditaría al amor de la lumbre sobre los
novísimos, lloraría los pecados de acción y de omisión de la vida
pasada. Unas cuantas viejecitas con una vela en la mano se
encaminaban al adoratorio del Santo Niño del Remedio. Y en san Ginés
henchían el pecho de las bóvedas las notas del órgano hábilmente
tecleadas por el precentor de aquella colegiata, un tal padre
Espinel, también asturiano pero nacido en Ronda. La magistral
melodía del buen clérigo alegraba el rostro de Dios. Mi vida se
llenaba de música y de literatura. Notas para aplacar la cólera de
los cielos. Palabras para ahuyentar las centellas del argavieso.
AL
CATÁBULO (filigrana en forma de alegoría)
-Eh,
vosotros, los del último banco, fuera de clase.
Estábamos
en una lección de Teología Moral que daba don Benigno y con las
mismas sacamos el banco a los pasillos y nosotros y nuestras sotanas
nos metimos para adentro y aquí no pasa nada pero luego vino el
Rector que era el arcediano Linderos y nos envió a toda la cuadrilla
al Catábulo, las viejas caballerizas, convertidas en cochiqueras de
donde partía olores mefíticos a causa de los cerdos estabulados.
Por nochebuena matábamos el cerdo para el gasto del internado. Eran
tiempos de carestía y de posguerra y con la beca nos moríamos de
hambre.
Tuve
por premonición aquella advertencia porque me pareció la que se
venía encima la idea de que nunca tendría amigos y los que así se
nombraren serían o de la acera de enfrente o del bando contrario.
Con esa clase de amistades no se necesitarían enemistades y para de
contar porque a lo largo de mi vida se ha cumplido el castigo. En el
Catábulo debieran de estar las cuadras de Alfeo; así que todo ello
era una condena a trabajos forzados de por vida. Tú nunca llegarás
a nada. Con las labores de Hércules vaciaríamos la laguna Estigia e
Ícaro alzaría en su vuelo la piedra hasta más allá de donde
planean los buitres y cuando ya estaba a punto de alcanzar la cumbre
la piedra se le caía del pico porque así estaba escrito pero a
otros de mis condiscípulos les fue mucho peor porque a unos los
matarían en la guerra y otros que llegasen a cantar misa serían
tratados a patadas por el obispo y otros ya con el pan de la
proposición en las manos se volverían para atrás y dirían que
nones eso de ir a misiones o enterrar sus vidas en la aldea perdida.
Mauro mi compañero de terna se volvió loco y lo llevaron a
Quitapesares le daban congojas, veía cosas raras hablaba sólo y de
noche le daban sudores, se le erizaban los pelos al pobre porque
decía que se le aparecía el diablo. Fulgencio mi primo se casó con
una monja y Florentín fue un santo varón. La cuerda tendría que
romperse por alguna parte y todo por aquella mala broma que le
gastamos a nuestro profesor de Teología. Estábamos metidos en una
tesis del doctor Angélico sobre la predestinación y nos aburríamos
y empezamos a enredar a tirarnos bolas de papel unos a otros y claro
don Benigno se puso como una fiera y nos echó pero aquello fue más
que una reprensión. Fue un castigo divino a vivir entre boñigas y
bostas de vacas y vaquerizos durante toda la existencia y más que
una existencia toda la eternidad… para siempre… para siempre. ¿Y
Saulo y Mauro y Licinio, Generoso, Clodoaldo? ¿Dónde andarán?
Nunca
darás remate a su tarea. Fuimos propuestos para jefes de escuadrón
y acabamos de forzados a las órdenes de Tántalo, el cuatralbo de la
gran galera del destino. En el Catábulo no olía bien pero por el
invierno se estaba calentito, se sentía bostezar a los caballos, a
las patitas de las potras golpear el suelo de piedra y a las vacas
ronzar mientras mugían sus terneros. Lo peor de todo fue estar
expuestos a la envidia y la calumnia y a la enemistad y traición de
los falsos amigos… para siempre… para siempre… para toda la
eternidad y que cada uno se las apañe se coma las uñas o se fume el
pijo. O vos omnes qui
transitis per viam videte et sentite si es dolor Sicut dolor meus.
De ese modo y a nuestra manera íbamos a ser crucificados con Cristo,
portando la cruz a cuestas, sacerdotes unos, rebotados o apostatas
otros pero que bebieron su infancia en el mismo jarro y fueron
destinados al palo, iban subiendo al monte de la Calavera sin arrimos
de cirineos ni el paño de lágrimas de las verónicas.
-La
Verónica era el paso de Semana Santa que más me impresionaba en las
procesiones que presenciaba aterrado desde la acera de la Canaleja.
Por medio de la calle y escoltado por la guardia romana caminaba una
mujer joven con una túnica blanca cubiertos sus hombros de un manto
azul portando en las manos el sudario con el santo sindone.
-¿Quién
era la Verónica?
-Una
hebrea. En realidad se llamaba Beronice
y era una de las santas mujeres que acompañaron al redentor desde
Cesárea de Filipo. Beronice la victoriosa que estaba casada con
Zaqueo el enano el que se subió a la higuera y pasó su vida en ella
haciendo penitencia sentando ejemplo de los primeros monjes. Beronice
llevó su pañuelo a Roma y su reliquia milagrosa curó al emperador
Vespasiano
de un cáncer de nariz tan malo y putrefacto que los gusanos entraban
y salían por las aletas y ollares de su apéndice nasal enfermo. Fue
martirizada y enterrada en las catacumbas de Santa Priscila. ¡Qué
cosas! ¿No te parece una bonita historia.
-Claro
que sí. Mucho sabes, Ostiario.
-De
chico me leí los Apócrifos y algunos pasajes me los supe de memoria
y es que me gustó leer. Es una segunda vida, Eustacio
-Claro,
por eso tienes pocos amigos.
-Mis
mejores amigos están en los libros y ellos forman parte de mi
condena.
-Son
buenos consejeros y menos peligrosos.
-Naturalmente.
-¿Te
hicieron feliz?
-Hombre
no del todo pero leer es como vivir una segunda vida.
-Eso
es tan cierto como que la Cara de Dios está en Jaén- gritó
Eustacio entusiasmado.
Eustacio
era el ángel de la guarda de Ostiario
Puertas
el de la broma del banco en aquella clase de Teología cuando
quisieron gastarle una broma al catedrático don Benigno que les
costaría cara pero que impregnó su vida de querencia de lo alto y
de sabiduría. Vivieron todos lejos de los devaneos, ambiciones y
prodigalidades de los que se dedicaban a los dineros y a la usura.
Ellos pensaban que la televisión era un aula de violencia, se
aburrían en los telediarios y conjeturaban que una de las “dictoras”
o locutoras de tronío que tenía los ojos verdes era el diablo que
se aparecía a los españoles a las tres en punto disfrazado de mujer
hermosa. Después los tertulieros bieldo en ristre aventaban la parva
de los espíritus malignos narrando un evangelio al revés de
infamias, corrupciones, atentados, revoluciones, conspiraciones,
amenazas, vejámenes a mujeres malos tratos a los hombres entonando
desde su ambón electrónico de forma muy redicha en tono de sibilas
la mala nueva. El aperreo informativo era como quitarle las ganas de
vivir al más majo.
Ostiario
y el ángel se retiraron a su humilde celda porque ya tampoco se
podía ir a misa y se entregaban a sus preces y penitencias. De allí
a un rato exhalaba la habitación un aroma celestial y se escuchaba
el murmullo de un río de letanías. Veían la cara de Dios y ahora
resulta que aquel pobre predicho, un “pregonado”, condenado por
todos los hombres, víctima de las maledicencia de los fachas, los ex
fachas, de los que fueron azules y se volvieron del color de la grana
no por ideas sino por interés acomodaticio y al que expulsaron del
paraíso quitándole la estola pero se arrepintió tuvo un 20 enero
cuando los rusos celebran al Bautista una teofanía, escucharon el
himno de los coros y el Catábulo se convirtió en una amplia sala
con las techumbres adornadas de alfajías policromas y columnas de
jaspe con capiteles de oro macizo donde sonaba el violín y el ritmo
y el concento de la armonía. Eustacio por mandato de dios expulsó a
la bestia. La habitación no era una cuadra sino un palacio una gran
sala donde se iban a celebrar los desposorios de un príncipe. El
Esposo era el Hijo de Dios que contraía nupcias con la iglesia.
Llegó Pomonio
que le robó la frase a Judas “a
qué tanto lujo, maestro, por qué ese dispendio, toda esa inversión
se lo podríamos dar a los pobres”
y el Arcángel Divino entonces desenvainó la espada, derribó al
calepino pues su rostro parecía un diccionario de chistes o un
tratado de gramática parda de la silla gestatoria donde se había
apoltronado al grito de “Quis
Sicut Deus” y
blandiendo su espada flamígera amenazante miraba hacia su gran
trasero:
-Fuera
de aquí, usurpador.
Y
fue así como fue destronado el antecristo y arrojado a las tinieblas
exteriores con pinta de jesuita. Un serafín leyó luego el sermón
del monte y Eudocio le dijo a su protegido Ostiario a la oreja muy
quedo:
-Tú
no te preocupes porque los últimos seréis los primeros. Aborrecidos
de los hombres os nombra por vuestro nombre como amigos el propio
Dios. Persevera.
Todos
los que allí estaban lloraban de alegría y se limpiaban las
lágrimas con el paño de Beronice
-Entonces
¿lo de la expulsión del aula magna de aquel seminario vacío y la
condena a los trabajos de Argos era mentira?
-No
era mentira sino una parábola porque el idioma divino nunca podrá
ser entendido por los hombres sino a través de imágenes y signos.
Ostiario
se quedó con la boca abierta:
-Ah
Y
a partir de entonces para el pobre ex seminarista no hubo más
catábulos. Se acabaron las cuadras de Alfeo y las casas de fieras.
Sin embargo, no habría que perder de vista a la gran patulea de
espíritus dañinos que se habían apoderado del alma de las mujeres
y de los hombres. Uno de los ayudantes del Signífero
después de aquella infernal derogación pontifical se acercó a
Ostiario muy misterioso y le recomendó lo que solían decir los
mandos a sus guardias civiles cuando salían de patrulla paso corto
vista larga y ojo al cristo que es de plata; esto es:
-No
seas ingenuo ni cacatua, Ostiarín, no te fíes ni de tu sombra,
desconfía de los que te llaman por teléfono y se dicen tus amigos.
Te están vigilando los malditos esbirros de Hitler, los topos de la
Inquisición en desguisa de alzacuellos vaticanos, cáfila de herejes
y rufianes con cara de cura, los lobos se disfrazan de corderos y las
serpientes cambian de camisa.
-Así
es. Gracias por advertírmelo, ángel bendito que yo no me daba
cuenta. Son muy suaves tus palabras a mi oído.
De
aquel día después de pasar por las horcas caudinas vigilaba a
Pomomio que
ese también era una buena pieza. Dejemos que el bausán de Arévalo
siga haciendo momos y los espantapájaros sigan marcando paquete
obsesión de putos y de peleles que esos no asustan ni a los grajos.
Hoy como vuelan bajo pues eso: hace un frío del carajo
jueves,
23 de noviembre de 2006
A
GARROTAZOS
“Tenemos
tal afición los hispanos a rompernos unos a otros la crisma que
todos los sucesos ocurridos en nuestro país de que pueden
aprovecharles los aficionados a composiciones históricas resultan
coetáneos o dependientes de una guerra civil. Diríase que los
nacidos en esta tierra de garbanzos somos capaces de todas las
virtudes cívicas y de todos los afectos privados, de todas las
grandezas y heroísmos, excepto el del amor fraterno”. La cita es
del novelista granadino Pedro Antonio de Alarcón y creo que viene al
pelo de la situación en la que estamos viviendo precisamente ahora
que se acerca Nochebuena cuando conspirará contra nosotros la
melancolía, el consumismo como escapismo y una alegría postiza. Nos
siguen escupiendo desde arriba, nos mean en la cabeza y hemos de
decir que llueve . Nos continúan calumniando y nosotros perdonamos.
Es muy duro esto. Lo que dice el escritor accitano, Guadix y la
alpujarra en el pensamiento, somos más moros que cristianos y la
verdad es que nos queremos muy poco. Uno maneja buena información
gracias a Dios y por eso pienso que este gobierno dadas las
circunstancias mundiales no está haciendo una claudicación – la
opinión contraria la respeto pero para entenderme hay que volver a
los tipos del Circus y a las tabernas del canal londinense donde Ian
Fleming y Philby beben cerveza y maestros del disimulo tratan de
encubrir traidores, vuelve la guerra fría que pronto se va a tornar
caliente, no será una guerra de bloque sino de actitudes vitales y
mores y la verdad que tal y conforme está el patio y lo propensos
que somos los españoles a las estocadas la alianza de civilizaciones
puede ser un deterrent.
Yo no alcé bandera blanca pero la verdad tengo más miedo que al
moro o al infiel a ese fulano de mi barrio que me espía, sigue mis
pasos, me calumnia y me metiera un navajazo por la espalda a la
ocasión propicia que se dice que es mi amigo y mi paisano. Y a lo
mejor va a misa de doce. Ya no tengo edad para alistarme pero
prefería una trinchera y cañones y más cañones y aquí estaba yo
que tener que ir al frente de la insolidaridad incomunicada de la
malquerencia de las personas normales listas para denunciarte. La
soplonería en auge puede que pronto empiecen los paseos. ZP quiere
pasar eso me consta pues insisto uno maneja sus buenos datos y ha
sido periodista destacado y ocupado garitas de observación
importante. Vivo rodeado de chacales pésimamente educados porque no
creen que se ha muerto Franco y muy mal informados. No hay salida. He
ahí toda la cera que es la que arde. Somos el país inventor de dos
palabras que en inglés implican complicaciones testarudamente
celtiberias: “guerrilla” y “vigilante”. Lleva razón el autor
del “Escándalo”, “La Pródiga” o el “Niño de la Bola”
al meter el dedo en la llaga. La verdad es que nos queremos muy poco.
En la pasada guerra civil hubo frentes, heroísmos y hasta canciones.
En la próxima ya no podrás entonar aquello de si me quieres
escribir. Pero seguirás escuchando el silbido de los pacos y las
bayonetas caladas encontráis en ese tipo que reta al subir al
autobús con los ojos o la señora que te llama acosador y te prepara
un trepe o un juicio de faldas porque vas contando al conductor
algunos chistes verdes ofensivos a las feministas camino de casa.
¿Acosador, mi alma? Pero qué dice usted. Yo ya no estoy para coger
pesos. La acosadora y la abusadora es usted que me denuncia que me
echa de casa que me insulta que me amarga. Ese es el tenor de la
actual guerra civil en las presentes circunstancias. Muchos hombres
dando tumbos por las calles españolas batiendo la grava de vaivén
en vaivén de refugio en refugio de hospicio en hospicio. Es la peor
guerra civil que hayamos parecido precisamente por eso porque aquí
nadie dispara pero las almas se han vuelto insensibles, el egoísmo
manda y hay sensiblería solidaria para el étnico que viene allende
los mares mientras al indígena se le condena al ostracismo. Tampoco
hay tantas bajas aparentemente pero esta guerra se dirime con armas
invisibles como por ejemplo la bomba de neutrones que deja intacta
las propiedades y destruye a los cuerpos y las almas por dentro. A mí
me hubiera gustado vivir en los tiempos de Alarcón y haberme
marchado con él a las ordenes de Prim en la batalla de los
Castillejos y haber escrito paginas que hoy tienen una gran
relevancia como el Diario de un testigo de la guerra de África (ama
al musulmán pero no renuncies nunca a tu religión ni a tu casta ni
a tu patria) y que murió casi en la pobreza en el número 92 de la
madrileña calle de Atocha el 19 de julio de 1891. Había dejado de
escribir más de diez años antes, habiendo confesado su desaliento
por el rumbo que cobraban los acontecimientos en la patria: “Me
siento un hombre que no pertenece a esta época”.
Su vida literaria con grandezas y altibajos – héroe me admira la
garra literaria y el patriotismo- encierra el paradigma del ex
seminarista que quiso ser militar y escritor. Su biógrafo Martínez
Kleiser descubre ese carácter zigzagueante, esa inquietud de andaluz
que quedó seducido por Madrid y hasta se compró una quinta en
Valdemoro. Se había dedicado a la vida política con O´Donell.
Interrumpió su carrera política pero volvió a riscar la caja de
cerillas de la imaginación y salió “Final de Norma” y el
“Escándalo”. No ganó mucho dinero. Se le murió un hijo de
corta edad y aquejado de depresiones renuncia a la vida de los
salones. ¿Adónde voy yo con esta barriga? Se lamenta en una carta
a su hermano. Es la misma pregunta que hice yo varias veces a mi
propia Inquisición. La Pardo Bazán le hace una entrevista poco
antes de morir y le encuentra pálido de una gordura fofa. Ay esa
gordura de los deprimidos y calumniados de las Españas que siendo
liberales y tolerantes se les tacha de ultramontanos cavernícolas.
Fachas. No lo entendieron. A veces le veo en la foto señor moreno
calvo de la bellida y negra barba y hasta diríase que pudiera ser un
abuelo nuestro que murió en la guerra de Cuba o un antepasado
lejano. Moro por fuera godo por dentro. Un gran español. Una pena
que sea un clásico descatalogado. Sus novelas inspiran ternura,
interés, poesía y vibración de la naturaleza y son una invitación
para la reflexión. Pero ¿quién es ese señor? Don Pedro Antonio de
Alarcón. Hace dos veranos viajé a la Alpujarra y creo haberme
encontrado con su fantasma onírico cuestas arriba de Lanjarón. Todo
un espolique del alma andaluza y española. Siguiendo sus pasos
coronaremos el Mulhacén. Su diagnostico: mejor una hora de lectura
que responder ala provocación con la cabritera. Mejor un treno de
Jeremías que un trágala perro que aquí la gente tiene muy mala
leche o es muy agria que un oiga, oiga, usted no sabe con quien se
juega los cuartos. Lleva razón don Pedro Antonio aquí el personal
va con la escopeta cargada o porta una navajilla que le sirve para
algo más que para comer
EL
CANTO DE LA PASIÓN
Se
acerca la pascua hoy es Miércoles Corvillo y ayer fue Martes Lardero
con Lunes de Carnaval el día antes, son viejos rastros de una
fiesta medieval superviviente que ya carece de sentido pues aquí ya
no hace penitencia ni el tato y la única penitencia que tenemos es
desayunarse cada mañana el sapo de los informativos y vivir como
corresponde nuestro tiempo de silencio. Todos los años tenemos por
costumbre algunos de mi curso reunirnos en Arévalo previa visita a
la Virgen de las Angustias ante cuya imagen se prosternó otrora
nuestra Reina y genuflexión ante la tumba de María de Guevara la
protectora de San Ignacio. Un padre nuestro a las Benditas Animas por
los fallecidos del grupo que la muerte va clareando las filas del
consorcio de los antiguos curillas y ya les hemos cantado el gorigori
a muchos. Luego comida en la Pinilla tostón del bueno y regado con
los mejores caldos de las Morañas. Para a media tarde largarnos a
una iglesia de un pueblo cercano cuyo nombre no diré. Allá
cantamos la Passio a tres voces con gran solemnidad en fa bordón y
con esa majestuosidad del canto llano que deja a Mozart a la altura
del zapato y lo siento por lo que piensen algunos melómanos pero
aquí el espíritu está por encima de la letra. Y en música cuanto
más sencillo mejor y no lo toquéis más que así es la rosa. Creo
que ningún texto salido de la pluma de hombre supera la divinidad de
este pasaje de San Juan en el que se alcanzan cimas narrativas nunca
superadas. Nosotros al recitar la monodia de los versículos nos
sentimos como en una nube. Milenaria cantinela llena de penetración
psicológica, de misericordia y de perdón en que se cuenta un hecho
histórico que ahora la corrección política trata de negar o amañar
a su propia conveniencia. Es la fuerza en el maravilloso pathos
calado de concisión y de agilidad diacrónica del latín elevada a
la enésima potencia y no el latín clásico sino una lengua muy
posterior el que fue lengua franca de la iglesia del medievo pero la
melodía entra en simbiosis con el canon recitativo y luego están
los tres tonos: el tenor del cronista, el contralto de la vox populi,
de Pilatos, el Sanedrín, Pilatos, el Buen Ladrón, y el bajo del que
personifica al Maestro. Durante toda la edad media solía cantarse a
la cuaresma en los atrios de las iglesias. La pasión caló
profundamente en el alma del pueblo, fue fuente de inspiración del
arte popular y los diferentes pasos quedaron plasmados en las tallas
de los imagineros. Se trata de un hecho central de la historia humana
que no admite ni claudicaciones ni concesiones. Hay un pasaje al
final de esta narración en que el evangelista cuenta cómo José de
Arimatea el discípulo oculto de Jesús y que se había mantenido a
distancia de los acontemientos “propter
metum Judeorum”
(por miedo a los judíos) a pedirle le entregue el cuerpo del Señor
para embalsamarlo. Ese miedo electriza a toda la historia y es muy de
hoy. Cristo se sublevó contra él y llamaba gallinas a sus
discípulos, hombres de poca fe. No tengáis miedo. Pero a ver quien
es el majo que se atreve a ponerle el cascabel al gato; claro él era
el Hijo de Dios y nosotros pobres pecadores llenos de complejos y de
respetos humanos y que para colmo tenemos todos los días que comer,
se nos vuelven los dedos huéspedes. Antes cuando los obispos
gastaban mitra y nadie se atrevía a cortarles las ínfulas de por
detrás o el báculo doctoral este miedo esa sensación de canguelo
ante las fuerzas oscuras y el qué dirán se había superado porque
el catolicismo era dueño de sus destino pero, ahora, ya quedan comos
prelados de la talla de un Gelmirez y aquí lo que tenemos es al tal
Blaquez, ese obispillo, por ejemplo, que hace encaje de bolillos con
sus frases, para contemporizar y adobarlo todo para que el arrebatado
Bedoya desde las páginas de su órgano diario les dé su aprobación
y no los excomulgue a los de la conferencia episcopal. Aquí está la
esclava del Señor. Pues muy bien. Pero antes no era así. Pedro
vacila al caminar sobre las aguas y se escucha el grito que sonó por
primera vez en Tiberíades. Sálvanos Señor que perecemos y Él
vuelve a castigar nuestro encogimiento de hombres de poca fe.
Nosotros no sabemos si pertenecemos al cupo de los de José de
Arimatea más bien creo que sí pues en el grupo del discípulo que
tiró de navaja y le cortó la oreja a Malco en el huerto de los
olivos creo que no estamos. Hay mucho acurrucadillo en nuestras
filas, otrora prietas y hogaño en merma, pues no están los tiempos
para muchas alacridades. Los hay misacantanos otros que lo dejamos ya
con la tonsura – no nos echaron fue una opción nuestra- sobre
nuestros occipucios. Tuvo la culpa alguna que otra romería como
aquella a la que nos largamos Pipe el sobrín del obispo de Oviedo y
yo de San Vicente de la Barquera. Es una vida la que dejamos a
nuestras espaldas pues la mayor parte de nosotros estamos a punto de
alcanzar la jubilación y algún miembro del grupo vive ya de a hecho
en la residencia sacerdotal, el asilo de los curas y por último los
hay que son abuelos y van por el tercer o cuarto matrimonio. Nos une
sin embargo frente a nuestra senectud y a la ceniza y el pelo blanco
que unge nuestras cabezas la fe moza y vivificante “ad
Deum qui laetificat juventutem meam” (al
Dios que alegra nuestra juventud) de nuestro tiempo de ilusión
alevín. Claro que precisamente nuestra debilidad y nuestras
carencias lo que nos da fortaleza para no contemporizar con alguna de
las cosas que suceden a nuestro alrededor. Y fue precisamente un
friolero y un acojonado – toda su vida tuvo miedo- como don Pío
Baroja aquel al que no faltaron arrestos para proclamar las verdades
del barquero al diagnosticar los males que nos aquejan pues aquí el
separatismo siempre fue un cáncer con metástasis. Por ejemplo, el
gran escritor vasco siempre fue del pensamiento que el problema
catalán como en su día lo fue el portugués es una cuestión judía
que renace de vez en cuando pues en este país vamos sin solución de
continuidad desde la mierda hasta la guerra civil. Es el genio de
Avinareta que vuelve triscando por sus fueros. Don Pío no era
precisamente del bando de Arimatea. La piedra rechazada por los
arquitectos es elegida como roca basal. ¡Qué grande Baroja, qué
intuitivo, qué genial! Cuya biografía recomiendo pues sus dichos
mantienen una actualidad imperecedera y acaso expliquen esa corona de
espinas que el judío Carod, buen discípulo de Companys otro del
clan, responsable de nuestra guerra civil que trajo al pobre Azaña a
mal traer, nos ha pasado por el pico en mimo sacrílego, sin que se
hayan producido aquí trifulcas tan graves como las de las viñetas
del profeta, ni se haya procesado al irreverente pues los jueces se
lavan las manos como Pilatos. “Et
in hoc homine nullam invenio causam, etc”
Tampoco el horno está para bollos pues controlan el call
de Gerona donde don Narcís nos toca el órgano y por las noches nos
ponen en antena a don Cesar Vidal, un libro nuevo cada quince días
oye ¿Cómo podrá? Pero aquí si no eres del Sanedrín y no estás
en su horma no te bautizas y están haciendo maravillosamente la
maniobra de la tenaza. Atacan por los dos flancos. Por la izquierda y
por la derecha lo que les convierte en poco menos que invencibles
aparte de temibles. Al fin y al cabo Cristo es el abanderado de
nuestra libertad. “eleuteros” le llamaban los griegos
(libertador). Así que los de mi cuadrilla para desagraviar
profanaciones como la del bueno de don Carod con su cara de morsa nos
reunimos a entonar la passio, a leer a don Pío y a comer jalufo en
la Pinilla. Que por cierto tal y como lo preparan en Arévalo está
riquísimo.. Los de mi cuadrilla somos godos, viejos creyentes, o
“staroi vierushi” como nos llaman los de la Ortodoxia. Empieza
nuestra cuaresma, tiempo de perdón. Humillemos nuestras cabezas.
Amen.
PACTO
ARMENIO TURCO CONTRA RUSIA
Arturo
Koestler escribió una novela sobre los Kazares la XIII tribu
desaparecida de Israel la de Zabulón a la que se perdió el rastro
y, perseguida, fue a parar al Cáucaso al pie del monte Ararat donde
posó el arca de Noé cuando cuajaron las aguas del diluvio. Es una
de las regiones más bellas y desconocidas del planeta por la
feracidad de sus valles y la calidad de sus vinos y de sus frutas.
Sitio misterioso de donde arrancó la humanidad y fue el origen del
cristianismo. Supuestamente, los kazares se bautizaron en masa y allí
florecería después del imperio romano una de las cristiandades de
mayor solera. El rito armenio que es una fusión de la liturgia
latina y la griega- los armenios fueron de los primeros pueblos en
peregrinar a Compostela según consta en el Codex Calixtinus y
trajeron con ellos las claves del arte románico al principio de la
edad media- es hermosísimo aunque admite el armonio y otros
instrumentos músicos, que están vedados en el canon de los
orientales, sólo admiten la voz humana y en vez de iconostasio tiene
presbiterio. Sin embargo, ha padecido Armenia una historia trágica
de guerras y de calamidades. Los turcos hacían incursiones en sus
montañas y se llevaban a sus muchachas y a sus mocitos imbeles como
esclavos a los harenes de Estambul. El 24 de abril de 1917 un enorme
ejército de jenízaros arrasó, debeló, devastó la hermosa Erevan.
Es uno de los mayores genocidios que se conocieron en la historia.
Perecieron se calcula que millón y medio de seres inocentes.
Ciudades como Virap fueron pasto de las llamas. Los monjes del
monasterio de Tatev donde el abad Mesrop Maschtot pontificó durante
seis décadas- fue el inventor del alfabeto armenio una mezcla de
griego, romano e indio- en número de quinientos fueron pasados a
cuchillo. Ese holocausto atroz pesa en la conciencia de los armenios
a los que la invasión otomana desplazó por toda la faz de la
tierra. Y guardan memoria. En todas las familias hubo algún muerto.
A lo largo de mi carrera periodística en Londres y en Nueva York he
conocido muchos armenios. El corresponsal de la TASS un tipo bien
parecido el pelo rizado espeso y muy moreno, un ario típico y la
nariz ganchuda podría pasar por un andaluz o por un extremeño en la
ONU se hizo amigo mío y una vez dijo:
-Nosotros haciendo honor a
nuestro ascendiente errante, sabemos muy bien lo que es la diáspora.
Pero somos los cristianos más antiguos del orbe. Hay una cruz en
nuestra bandera que tiene el color del albérchigo, el árbol y el
fruto que lo identifican. Los armenios son muy industriosos, buenos
comerciantes, amantes del clan. En Londres compraron una iglesia
anglicana en los Jardines de Evelyn cerca de donde yo vivía y allí
celebraban sus misas. Les oía cantar los domingos. También me
confesó que Rusia fue el mejor aliado que tuvieron contra ele
enemigo común el que les echó de sus tierras y les despojó del
Ararat su monte sagrado. Los hitlerianos no consiguieron izar la
esvástica en el monte Ebrús. Se lo impidió un general armenio
héroe soviético de la batalla de Stalingrado. En 1991 una de las
naciones de mayor abolengo del planeta – abrazó el cristianismo
en el 301 tres lustros antes del edicto de Constantino-recuperó la
independencia pero hubo un terremoto terrible el año 88 y la
terrible guerra de Ngorno Karabak. El pasado miércoles el presidente
de esa republica, Sacrisjan, firmó un tratado con el presidente de
Turquía después de un partido de fútbol entre las selecciones
nacionales de ambos países. Se abrirán las fronteras y habrá
intercambio de embajadores entre Erivan y Ankara pero el Cáucaso es
un avispero. Alemania apoya con gran escándalo de su opinión
pública el ingreso de los otomanos en la UE. Los norteamericanos a
través de la Merkel quieren incrementar su zona de influencia en
este punto caliente y centro de paso entre Asia y Europa. De lo que
se trata es de arrinconar a Rusia tras el intento fallido de Georgia
donde manda un gangster y un señor de la guerra como Saakashvili.
Pero el presidente armenio no parece ni de la misma cuña ni de la
misma madera que su homólogo georgiano. Hay que confiar en que este
acuerdo no sea el pretexto para una nueva noche de Walpurgis en el
Cáucaso.
ARRIBA
ÁNIMAS
-
Arriba animas.
-
Tan. Tan.
-¿Quién
es?
-Soy
yo.
-Déjalas
hijo, rézalas un padre nuestro que ellas solas se irán.
Estaba
yo pensando en aquellos cuentos de noviembre cuando había filandón
por las casas y nos contábamos cuentos de ánimas. Eran la
historias de terror, eso que ahora los bobalicones imitando a los
ingleses llaman novela gótica. Mi anima vagaba por el paraíso de
los recuerdos mientras mis labios musitaban avemarías y
padrenuestros de réquiem por el seminarista fallecido. Y sucedió-
caso curioso- que estando los tres acurrucados en nuestro
reclinatorio con el apoyabrazos de terciopelo rojo, casi cagados de
miedo con Peralta y Fenogreco que le habíamos ido a rezar al hijo de
María la Viuda la lavandera que tuvo la desgracia de ver morir a su
marido en presidio y todos los jueves hacía el trayecto que separaba
su casa de planta baja en las Escalerillas de san Policarpo donde
estaba la judería vieja para traerle al difunto la muda, algún
bocata y alguna estampa de san Antonio-todo iba y venía en el talego
nuestro matute que esperábamos los jueves a la hora del coche de
línea como agua de mayo- meditando sobre la vanidad de las cosas
terrenas, algo que no se comprende muy bien a los once años, tampoco
aquella absurda muerte, dieron las doce muy solemnes y sonoras con un
sonido lúgubre que amedrentaba toque de queda. Era la hora del
curfew
o couvre le feu, cuando se cerraban las puertas de la ciudadela,
pasaba la ronda y se escuchaban las alarmas de los centinelas.
Tapemos el fuego. Vayamos a acostar, apaguemos las hogueras
exteriores y encendamos las del alma, y fue en ese momento en que
tocaron a clamor las campanas de la Aceitera cuando el muerto al que
velamos alzó una de sus piernas. La izquierda. Se escuchó como el
crujido de unos huesos. Crac. Fue un movimiento mecánico pero su
zurda quedó en vilo, como preparada a darle una patada en el culo a
todo esto. La cara no se movió. Seguía arrebujada en aquel mórbido
pañuelo blanco con que se ataban los maxilares de los difuntos para
que no se desprendieran. A los muertos parecía que les dolían las
muelas. Los tres nos miramos lívidos. A Fenogreco se le erizaron los
cabellos. Que yo nunca vi tal cosa y clavaba la mirada presa de
terror. Peralta salió de estampida y fue dando voces despavoridas
por los tránsitos:
-Ha
resucitado. Ha resucitado. Gudiel vive.
Fueron
a dar aviso a la comunidad. A los pocos minutos estaba allí el padre
rector blanco como una pared pero sereno. Con el jaleo se despertó
todo el seminario y pronto un tropel de filósofos y de teólogos con
la sotana desabrochada o bien en pijama o en calzoncillos unos
cantando el Tedeum, otros gritando:
-Milagro…milagro
Se
preparó una bulla histérica. Los seminaristas se agolpaban a las
puertas del salón de grado formándose un tapón como en el callejón
de la plaza de los encierros de San Fermín. Querían ver al
resucitado. Don Chespi se había revestido de capa pluvial y acudió
al lugar con la cruz alzada. Se organizó una procesión con dos
velas encendidas, salmos. El coro entonó las primeras estrofas del
Iste Confessor.
El inglés nos quería llevar a todos a la iglesia del mayor para
celebrar una misa de acción de gracias. El padre Rector tuvo que
mandarlos parar. Porque no había tal. En realidad la muerte es el
triste sino de los nacidos del vientre de una mujer y pocos
resucitan. Sólo Xto resucitó y Penjamo, quiero decir Gudiel, no era
Lázaro. Todo se debía a algunos actos reflejos que se operan cuando
el corazón deja de latir. Mientras, las demás vísceras siguen
funcionando. El profesor de Matemáticas el padre Cabezas que era un
jesuita muy competente nos explicaba de la mano de la biología que
la muerte física es un proceso lento que tarda varias horas a veces
hasta dos días en consumarse una vez incoado el rigor
mortis. De ahí que
la iglesia oriental sea remisa al levantamiento del cadáver hasta el
día siguiente del óbito. Durante el interregno y antes de la
putrefacción que acontece cuando el corazón deja de bombear sangre
se producen infinidad de movimientos reflejos. Hay partes del cuerpo
que continúan funcionando. El pelo y las uñas crecen, pueden
moverse las pestañas e incluso el globo ocular al tacto, se entonan
los esfínteres, la vejiga exonera orines y la próstata flujo
seminal. De ahí que cuando se va a proceder al levantamiento del
cadáver de los ahorcados el juez de paz se encuentre en un aprieto
al comprobar que el interfecto tuvo una erección al expirar. Es lo
que decía el P. Ros
jefe de estudios de la Sección de Ciencias y que venía de la
Pontificia de Comillas. Tenía tres carreras y al terminar la de
Ingeniero de Telecomunicación se había metido a jesuita. Así que
hasta para estirar la pata se toma la muerte su tiempo. No es algo
instantáneo, contrariamente a lo que se considera, incluso en las
situaciones de muerte súbita. Con tales explicaciones alumnos
profesores y criados se volvieron para la cama un tanto decepcionados
por la falsa alarma. Don Marciano el Ecónomo entonó otro responso.
Estaba el hombre muy compungido pues nos dijo que sentía un gran
aprecio por Enrique Gudiel. El coro de los teólogos se despachó por
ultima vez con la secuencia del dies irae cuyas notas no podían ser
más tétricas máxime pasada la media noche… in die illa tremenda
Recordare Jesu pie quod sum causa tuae viae ne me perdas ille die.
La imprecación solemne de Tomas Centano preguntando solemne sobre el
misterio de esta existencia y sonando solemne bajo la losa del
firmamento en los cementerios o alzándose sobre las cresterías de
las catedrales góticas. Así fue siempre. Así será eternamente. El
cadáver de nuestro compañero cobraba una lividez amarilla por
momentos. Ya empezaba a oler. La pierna volvió a su sitio. Recordaba
un poco el cuadro de Van der Weyden lección de anatomía. Su regreso
a la vida no fue sino un espejismo. A Peralta, sin embargo, le dio un
taque de nervios. Hubieron de llevarlo a la enfermería y Berengario
Fenogreco las monjas de abajo, a las que llamábamos ancilarias por
lo de ecce ancilla domini y a esa orden recién fundada por el Rector
pertenecían y también las invisibles porque nunca se las veía. Nos
daban de comer por el torno y era zona de clausura la cicuta, lo
hincharon a tazas de tila. Poco a poco se fueron calmando pero
aquella noche mis dos compañeros de terna sellaron el pacto del
ángel un convenio bastante macabro. Peralta y Berengario se
ajustaron para comunicar el uno el primero que muriese de
presentársele al otro doquiera que estuviera y a la hora que fuese
de aparecido para comunicarle cual había sido su suerte el día del
juicio particular ese que se celebra en el instante mismo de la
muerte según la teología. Tendrían que anunciar si se habían
salvado o se había comunicado. Ambos asimismo hicieron promesa de
entrar en una orden contemplativa. El uno entró cartujo y el otro
trapense. Al correr de los años visitando la cartuja de Miraflores
algo me dijo un monje de aquel suceso. Peralta fue el primero en
morir y cumplió lo prometido. Una noche cuando los monjes celebraban
Maitines oyeron un extraño ruido como si hubiera aterrizado un carro
de fuego en la nave de la iglesia y tal fue el estremecimiento que
hasta la misma estatua de don enrique el Doliente que está allí
enterrado al lado del Evangelio experimentó una extraña sacudida y
se escuchó una voz muy alegre pero poderoso.
-Salvado,
me he salvado. Soy salvo, Berengario por la misericordia divina.
Ni
creo ni dejo de creer pero conociendo lo cabezota que era Jesús
Peralta no me extraña que movilizase a toda la corte celestial para
ir a cumplir su promesa. El fraile me dijo que cesaron en este punto
las misas gregorianas y se le tiene como un santo, uno de los muchos
santos anónimos que ha espigado como un florilegio de beatitud la
orden de San Bruno, a mi viejo compañero de terna. Misterios de la
gracia. Por lo que a mí respecta, y volviendo a cuestiones más
pedestres y menos encaramadas, y aun desconociendo cual será mi
suerte, si estaré en el numero de los cordero o en el de los
cabritos, entre los bienaventurados o entre los preditos. Me es
indiferente. Sólo acertaré a decir que en aquel viejo caserón me
enseñaron a amar a Cristo y he tratado pecador de mí seguir su
senda. Lo importante es haber vivido esa fe y esa esperanza. Ir al
infierno, a la gloria o al purgatorio me da lo mismo. Me trae al
pairo como suele decirse. Me pregunto si no habré tenido ya
suficiente infierno y purgatorio con los dolores que me han deparado
mis días: las enfermedades, las humillaciones, los fracasos, los
desdoros. ¿No ha sido suficiente mi lote? Tiene usted mucho
purgatorio, me dijo una vez un confesor.
-Padre-repuse-
¿no le parece que no he sufrido lo suficiente para tener que ir a
padecer allá? ¿No bastó mi lote?
-Hijo,
hijo, no digas eso. No cometa el mayor pecado de los condenados al
averno que es la desesperación.
-Creo
que el papa acaba de suprimir el purgatorio y el limbo.
-Entonces
¿qué hacemos con el cepillo de las ánimas?
Mi
reverendo se quedó de un aire:
-Eso
digo yo
La
muerte no me asusta y no tengo miedo a nada, únicamente al pecado y
a Dios, por más que en nuestra primera entrevista Aldeorrillo me
espetase a bocajarro que era un miedica y en aquella ocasión me
quedé clavado en mi reclinatorio viendo cual sería el desarrollo de
los acontecimientos. Mis dedos se aferraban maquinalmente al rosario
y me dio por reír en lugar de salir de estampida como hicieron
Peralta y Berengario. Había algo cómico en aquella situación. No
tuve un acojone. Tuve un descojone. El muerto había alzado una de
sus extremidades como si estuviera en clase de gimnasia. Ciertos eran
los toros: la pierna izquierda de Gudiel se elevó. Arriba España.
Se echaba de ver por dentro de la sotanilla los fondillos de sus
pantalones bombachos de pana muy corcusidos. En la pernera aparecía
una mancha sospechosa color marrón que corroboraba la diagnosis del
P. Ros sobre el rigor mortis. Al morir unos se mean de gusto otros se
van por la pata abajo y otros eyaculan. Avante toda. No somos nadie.
Diré en conclusión que me dan menos miedo los muertos que los vivos
aunque las cosas del más allá y los fenómenos preternaturales
incentivaron mi morbosa curiosidad y de ahí mis idas y venidas
durante cinco años al prado de las apariciones o de las
suposiciones. Huelgo con libros esotéricos que nos hablan de los
enigmas y hasta creo en duendes y aparecidos y leo con fruición las
vidas de los santos-algunas me parecen infumables- pero en fin quien
no conoce a los hombres no conoce sus aberraciones y sus vicios. En
el Escorial no he visto a la Virgen aunque ocurrieron cosas
inexplicables. Por donde anda Dios anda también el diablo. De ello
hablaremos más adelante. Por el momento: arriba ánimas.
ARTURO
MAS Y SUS COFRADES EN USA SERÍAN PASADOS POR LAS ARMAS POR DELITO DE
ALTA TRAICIÓN
Odio
la violencia, me repugna la guerra pero amo a mi patria y estos días
ese catalán con cara de dolerle el estomago- tipo antipático y
engreído mas feo que un caganet- se encarga de insultarnos y decir
las mayores burradas los que amamos a nuestra patria y hemos jurado
bandera. Corren malos días para la gente decente, los españoles de
bien, y si Cataluña se independiza, porque aquí Rajoy no ha dicho
ni mu, esta democracia se va a convertir en una opera bufa en la que
todos han ido a robar. Dineros catalanes en Suiza, mutismo gallego y
escucho por ABC radio al bueno de Teofanías Sahagn el meritorio de
Cirilo Rodríguez el que me acusaba a mi y a toda la gente de la
prensa del movimiento de ser corruptos por que porque el era un
becario de una Fulbright de mil dólares y de lo que se trataba era
de subir, el PSOE pedía degüellos, ahora este ínclito milita en
las huestes de la derecha informativa porque el ABC no es lo que se
dice un periódico rojo, casi me dan ganas de llevarme la mano a la
pistola.¡qué país, vaya tropa! Tropa indigna de corruptos,
villanos y traidores. Esta democracia puede acabar como el rosario de
la aurora pero con su pan se lo coman, yo ni quito ni pongo rey, allá
ellos que lo arreglen y se repartan el bacalao. Creo que va a hacer
violencia. Mas tiene la suerte de pertenecer a una nación como la
española a la que zahiere y detesta. En los Estados Unidos ya le
habrían dado mulé los servicios secretos o los jueces lo habrían
sentado en la silla eléctrica. Aquí somos más tolerantes pero a mí
me parece que el lemosino don Arturo sería un buen candidato a la
corbata de hierro. Sus vilezas le harían merecedor del garrote vil
QUIRÓGRAFO
DE LA ASCENSIÓN
Esperanza
entre mis teclas. San Apolinar frisa alto y dejo de fumar en este
bello día de julio. Sed
aliud est coelum aeternum.
Ojos que miran al cielo como en la oda de fray Luis, y dejas pastor
santo tu grey en este valle. Uno es el cielo inmaterial y otro el
cielo aéreo. El matiz es importante porque en ambos cielos moraban
los espíritus; en uno los ángeles, angelica
turba coelorum exultet
y abajo los demonios. Una era una cucaracha alemana con el pelo de
estropajo y las mandíbulas como garras de la hormiga atómica. Sed
exultet turba coelorum que todos esos nada podrán contra mí. El
cielo aéreo es lo próximo a la tierra pero el empíreo es otra
historia muy diferente. Al cielo aéreo fue sublevado o subllevado
Elías el profeta. Y transportado hasta una remota región que se
trova en paradero secreto hasta el fin de los tiempos. Coelum
quippe terrae proximum est.
Cuando bajó al limbo Jesús resucitado al tercer día, palabras
máximas, soniquetes y comodines, son sus palabras, rescató a los
justos. Esto es pura mitología. Señor que duro es creer pero
aquí se guardan los sellos de la vida humana en el quirógrafo de
la ascensión. Et
mortuos debitum persolvit.
Pagó con su muerte la deuda de los muertos, no obstante el redentor
no padeció a la muerte propiamente dicha, la superaría. La
ascensión por su propio pie y no en manos de ángeles fue el
finiquito de la resurrección. Elías fue transportado al cielo
igual que san Pablo en un ataque de gota coral seguramente y la
virgen fue asunta. Diferencias por tanto de contorno entre
sublevación, asunción y ascensión. Esa fue una de las primeras
cosas que nos enseñaron con el catecismo. A Elías lo tomaron los
ángeles de la mano lo mismo que a Enoj para superar el lastre de la
gravedad pero Cristo se elevó de su propio pie y con la fuerza de
su mano. Se eleva por tanto sobre las miserias de este siglo y los
pálidos reverberos de la gran belleza del padre se reflejan en
las obras que hizo. La ascensión es la fiesta más platónica del
calendario cristiano. Y dicen los comentaristas que el Señor
coelorum
fastigia penetravit.
El fastigio era un techo de doble vertiente. Derribó las
potestades diabólicas ¿Qué
me pasa? Mientras especulo de tan altas razones mi existencia
subyace en la abyección y la miseria. Sede a dextris meis dijo el
salmo y Esteban el día de su lapidación vio los cielos abiertos et
filium hominis stantem a dextris.
Hay una diferencia entre sedere
et stare.
El stare es algo más transitivo. Al sedereo sentarse realiza un
papel más activo en favor de aquellos que en la tierra invocan su
nombre. Íbamos diciendo que se acercaba un tiempo de mártires. Y
va induido de la estola (cpitraxil)
de gloria. Todos los santos bizantinos portan la estola cruzada
sobre los hombres con la cruz a manera de estandarte. Me queda un
año para jubilarme y esto va a ser otra via dolorsa. Ascensión
significa exaltación de la humanidad. Al subir con Cristo a la
gloria el cristiano se convierte en algo sublime y así lo afirma el
quirógrafo o compromiso de nuestra salvación.
Pero
el ave ignoró la senda. Semitam
ignoravit avis.
Sea. Elevata
est magnificentia tua super coelos.
En él con él y por él y en él triunfamos de nuestra corrupción
de nuestra podredumbre. Sin embargo Él nos dice que el camino
hacia la excelsitud es la humildad, la mansedumbre, la claridad. De
esta forma un día podremos gozar de su plenitud. Hay que
circunvenir las tentaciones y adversidades y suprimirlas plantándola
combate mediante la huida. El cuerpo que se eleva a efectos de la
potencia divina. El amor viene saltando los montes. Ecce
hic veniet saliens in montibus. de coelo venit in uterum, de utero
in praesepio, et de praesepio venit in crucem, de cruce in
sepulchro et de sepulcro redit in vitam et de vita in coelum.
¡Jolín too much! Muy brillante. Mucha hiperdulía.
TEATRO
E
IGLESIA
La
noción del teatro como una liturgia y de la iglesia con un
escenario con sus decorados pertenece al ámbito del pensamiento y
la literatura rusa. Sin estética y sin arte y sin misterio no hay
religión. Creo que fue Iván Bunin que cuenta una misa entre los
expatriados rusos de Berlín y llega a la conclusión de que el
acto parece la representación de una drama solemne con sus
decorados con sus caracterizaciones y puesta en escena. Los
rubriquistas saben mucho de esta intima conexión de lo sagrado con
las artes escénicas porque la pintura y la música y la escultura
son sagradas, tienen ese hálito o palpitación de la divinidad
incombustibles. Es como un proceso en el que la inspiración se
somete a la férula de las corcheas y las fusas y las semifusas. Una
buena partitura, una sinfonía, es contar una historia inefable que
avanza entre tinieblas. Por eso cuando entramos en una iglesia nos
sentimos diferentes, acaso seamos diferentes. Nos embarga el roce
de lo trascendente, la vivencia de lo ultrasensible. Esa misma
sensación nos acomete al pisar la alfombra de un patio de butacas.
Para los rusos esto es el equivalente a una confesión de parte, y
la música cantada resulta en ese sentido una confesión de lo
inefable. Ante el altar ante la grada del proscenio o calzando el
coturno los diálogos a veces se vuelven monólogos.
Así
que en un decorado teatralmente tan perfecto como Petersburgo la
arquitectura se vuelve música de gusto neoclásico y ese amor a las
tres unidades de Catalina la Grande. Tanta línea recta tanta
magnificencia parece no ir a compás con el sinuoso carácter de los
rusos que es circular y romboide como las cúpulas mágicas del
oriente. Pero en la ciudad de los zares las piedras se vuelven
pentagramas o versos de Pushkin tan refinados tan respetuosos con las
normas de Boileau. La ciudad tiene alma de fuego y en los
atardeceres parece que le nacen llamas a los domos y todo se vuelve
fulgores e incandescencias. La ciudad orillas del Neva adquiere
perfiles de estrella, armando la distancia un dintorno de fulgores
en que cabrillean las torres de las iglesias en forma de llama sobre
el espejo de las aguas del estuario. De la mano de cualquier
compositor alemán instalados en la ciudad nos parece gastar el
tiempo (die
Zeit verzheren)
porque Petersburgo tiene también alma filosófica. En ella pudiera
Kant ser vecino de Dostoievski. Es rusa y es alemana.
Avancemos
un poco más; no seamos retrecheros, no nos quedemos meramente con el
paisaje. Volvamos a la historia. En 1582 hubo una victoria cosaca
sobre los tártaros y el zar hizo una donación a las iglesias y
monasterios (Soende). En cada uno apostó un carillón o garita
[karyl]
semejante veleidad le da a la capital un carácter de fortín, de
plaza fuerte amurallada contra las ventiscas que vienen por el
Báltico. Otra nota a destacar es el aspecto religioso. La iglesia
más grande de toda la cristiandad mayor incluso que san Pablo de
Londres y la basílica del vaticano está en san Isaac. Esta visto
que cristo estorba con sus planes de redención a otros demiurgos.
Por eso le llaman cínico y tonelero agresivo [ausfallend]
un profesor de ciencia itinerante o wanderlehrer que se expresaba en
parábolas. Su palabra quedó prendida como mechón de humo sobre
las cornisas. Cristo es nuestra antorcha. Aspiramos a su visión,
vamos a su encuentro pero nos entorpecen los grilletes trabas del
pecado (compedibus)
de nuestras ligaduras carnales. Sin embargo, en Petersburgo se siente
la resurrección de la carne. El alma se eleva y las cimborrios y
orondos chapiteles de la catedral de Kazan inician una ascensión
ante nuestros ojos, suben y suben, ascienden. Son una metáfora de la
metamorfosis espiritual que ha de transformar y reformar al hombre.
Christus
glorioficatio nostra.
¿La caridad y el amor cierran la culpa? Charitas
operit multitudinem peccatorum.
El Redentor nos condona la deuda. Es lo que en aquella ciudad se
siente o a mí me pareció sentir.
24
de julio de 2008
LUNA
DE AGOSTO
Baila
mi esperanza como la flor de edelweiss
Entre
las teclas
Sueños
que no aprehende el volumen de mi pipa
Entre
volutas caprichosas
Que
se elevan lentamente
Y
salen al prado a besar la luna del jardín
Siento
en mi alma el ser/no ser
Entre
tinieblas
La
luz queda tenue
trazando
oscuro camino
Eólicos
molinos alzaronse gigantes
Reyes
de la breña y la braña
En
la sierra de los vientos
Y
esta visto que xto. estorba a los globales
Que
su idea no es mi idea
Ellos
no me entienden
Sólo
la luna nos entiende
Y
yo me desentiendo por la fe la escritura
Moro
en el refugio de la cuartilla virgen
Y
en el aprisco de las redondas blancas
pulsión
de mi sentir donde estampo la furia del grito ahogado
Con
cien mordazas
Vuelvo
por el camino de la Mocha Grande
Hacia
la casa.
Ya
la Mocha Chica han hecho della una parcela
Y
la luna refleja en lo alto
el
rebrillar de mi pena.
Las
cabrillas fugitivas y solemnes
Se
unieron a la orquesta.
If
you cant win them all, join the mob.
Es el pregón ese fue el lema de los acomodaticios al rumbo de los
años
Fue
la flor de mis desengaños
Filosofía
de perra gorda
Amor
de juventud.
Quimeras.
CONJURO
Así
que dios con nosotros. Tengas tranquilidad de conciencia y paz en el
espíritu. Largos sean tus días y tu trabajo de provecho pero la
respuesta que obtienes es inequívoca. Apártese usted de mí señor
pateta y se retuerce la serpiente en sus arillas. Marivientos pega un
portazo. El mensaje franciscano paz y bien no es de este mundo. Así
que me repliego en mí mismo y con la humildad del Maestro que
quisiera para mí mismo replico: Si en algo falté dime en qué. Si
no por qué me golpeas. Y voy a un rincón a llorar, a lamerme las
heridas y a cantar la Passio (que resuenen los cánticos de
resurrección por toda la tierra, que nuestras vidas sean un perpetuo
coro en la misa de ángeles, pues vaya un aburrimiento, siempre las
mismas respuestas, las mismas patas de banco, la eternidad es
monótona pero no queda otra). El orgullo satánico que no cesa, se
revira en la culebra, ya digo. Y sus retortijones ocasionan cambios
planetarios. La actualidad narrada por inocentes bustos parlantes y
chicas clonadas caballeros recién salidos del armario que son
cabelleras fabricadas en serie es un continuo agitarse y retorcerse
del rabo de la lagartija ahora con pluma. Hicks
and hips my dear old friend.
Divinas palabras
de perdón. Que tengas paz en tu alma. ¿Y tú quien eres, santurrón?
El acontecer marca un rumbo brutal parece ser que la brújula del
mundo viene marcada por la desesperación en un desorden aparente que
controla el gran controlador valga la redundancia. Cuida de tu casa.
No tires cantos a tu vecino si tu techo es de cristal. En el estrado
de entrada de la gran conserjería vigilan y escrutan la puerta
principal las grandes milanas. Son viejas, usan pantalones de
milicianas y van por la vida de feministas disfrazadas. No son
centinelas hacia fuera que las llaves del castillo fueron entregadas
hace algún tiempo. Su jurisdicción, su perímetro es guardar el
redil de las ovejas. Sus miradas penetrantes matan como las del
basilisco. Tienen poco trabajo pero gozan de un siento. Una de ellas
muy emperifollada acude a su alguacilazgo vestida de pantalones al
grito de consignas que recuerdan parábolas de destrucción y de
saqueo. Era fregatriz y la promovieron a inspectora de la gran parva
unos humos que tu no veas odia a los hombres y se ha convertido en
una especie de boogyman,
el coco o sacamantecas en la garita de control. El diablo la azuza y
la controla. Vivimos en un perpetuo día de Santa Agueda bajo el
mando de la escoba y el blusón de las señoras de la limpieza. Oiga
fiche. ¿Está usted ya más tranquilo? Mucho más tranquilo que
vuecencia. Tiene pinta de ave rapaz la que me lo dice. Milana bonita.
Guardesa en su trono y retahílas, muchas retahílas. Hagan juego.
Las ascendieron, les quitaron la mopa y las pusieron de vigilantes de
la parva incierta y ahora nos vienen con esos humos. A las que
barrían las hicieron jefas de negociado. Por eso la casa está sin
barrer. La casa de España.
EL
DÍA DE NUESRTRA SEÑORA
Tras
la lluvia de estrellas que llamaban “Lágrimas de san Lorenzo”
apogea el verano, el grano ya en el silo o en troje, los marranillos
gruñendo en la cohorte, traje de fiesta camisa blanca – venga esa
muda, chiquitos y a lavarse esas roñas de por el enverano y yo
pecosillo que era de niño y que creía que las pecas de mi rostro
eran culpas duro restregarme la cara con papel de lija pues yo era
muy crédulo por aquel entonces y seguí las recomendaciones del
Pedrete que era el jefe de la cuadrilla y un guasón por poco me
desgracia- los agosteros ajustados por san Antonio recibían la
soldada, las noches eran algo más cortas, el relente de las
sonochadas anticipaba los rigores de los primeros fríos del otoño
pero toda Castilla era un ascua de fulgores. De cohetes, rechiflas,
arreboladas cantores y rondadores. Los ecos de la gaita el tamboril
retumbaban lontananzas. El cielo de la noche, con más estrellas que
nunca, aparecía iluminado de voladores. Se escuchaban a lo lejos
los cantos de ronda, el bramido de los toros que iban a ser lidiados
en el encierro, toros enmaromados que lidiaban a hurtadillas en las
capeas a la luz de la luna. La vida para mí por aquellos días era
una bonita película. Como hacían en Peñafiel, buen pueblo pero
mala gente, decía mi abuelo Benjamín que era muy ocurrente y tenía
una sentencia para todo y él siempre prefirió los encierros de
Cuellar que eran mas limpios, no se enmaromaba a las vaquillas y el
vino era menos traidor. Además a los de Peñafiel como a los de
Fuentepiñel (muchos barros y poca miel) les decían pueblos beatones
mucho golpe de pecho, mucho cura, mucha misa y mucho rosario y mucho
pésame señor y por detrás la coz de la mula Muina. Zas. Siguiendo
los consejos sabios de mi querido abuelo que gloria esté huí
siempre de los hipócritas y camándulas como del pedrisco y me dan
cien patadas esos mulos zainos con cara de no haber roto un plato,
das media vuelta y tienes la navaja en la espalda o la patada en el
culo. No. Mi fe y mi esperanza en Cristo es algo total y coral nada
de particular. Aquí del rey abajo ninguno o vamos todos al cielo o
no se salva ninguno. No hay preferencias ni distingos en el amor
divino sino llaneza total. Por mucho que hagamos el mundo nunca
cambiará. Somos pecadores. Sólo el buen Jesús salva, sólo Él
perdona. Lo malo viene cuando uno quiere ser más que el otro y
quiere entrar en el cielo por la puerta de atrás. La santidad, la
virtud el heroísmo, no están reñidos con la humanidad, esa
humanidad que el Hijo de Dios aceptara y en la que se reencarnó
accediendo al dolor, a la risa y al llanto e incluso compadeciendo a
las mujeres pues en su paso por la tierra siempre anduvo rodeado de
putas, recaudadores del fisco y de borrachos. Los farisaicos
predicaban una religión que era todo lo contrario: muchos
ringorrangos más de remate raza de víboras, sepulcros blanqueados.
En Cuellar y en Aranda caguen la orca otro lugar hacia el que
Benjamín sentía cierta querencia pudieran ser más brutos, aunque
no tanto como los de Espirdo que querían meter en la iglesia el
pendón de través como toda la gente de la ribera pero no estaban
tocando a la novena a todas las horas y mucho pésame señor y luego
hacer daño al prójimo. En Cuellar hubo una vez obispo y en Aranda
casa de la prostitución. Ahora sí que estamos buenos. Pero estas
rivalidades de campanario hinchen y reaplanan toda la geografía y la
historia española. La historia de los de Fuentepiñel muchos barros
y poca miel y los de Fuentesoto culo roto siete varas y otro poco se
repite en esta tierra de coritos la mina y el mar. No vamos a cantar
el prefacio como hacía mi abuelo para entretener las horas de
trillo. La Asunción era la fiesta de Valtiendas (para que me
entiendas) íbamos en bicicleta, echábamos un baile y un traguillo
en la bodega y otra vez pa casa pero una vez cuando volvíamos nos
tiraron piedras. A esos. A esos. Las diversiones de aquellos tiempos
solían terminar a cantazos o a garrotazo limpio por un quitare esas
pajas. Ya digo España siempre tuvo la sangre municipal y espesa. Los
de Vallehelado no pueden ver a los de Campaspero y aquí los de
Supterval en la hondonada no aguantan a los de Cabruñada que están
en rasa y unos son aldeanos de la braña y otros marineros pero
incluso entre los propios brañeros montesinos los de Brañaseca no
soportan a los de Peña Umbría que es pueblo al abrigo de un arroyo
naciente, unos someros y otros soteros y así sucesivamente. Debió
deber de ser difícil gobernar a un país como éste con pueblos de
tantas madres, hijos de tantas leches y procedencias. de muchas ubres
y muchas leches son las que mamamos algunos de grado y otros a la
fuerza. Es lo que dicen los repipis cuando aluden a nuestra
extracción haloetnica
pero son de esa forma triunfó la fe católica un poco a las bravas.
Sin embargo recuerdo aquellos quince de agosto cuando siendo paje y
monago catedralicio el deán me mandaba al cancel por donde hacía su
entrada triunfal el señor obispo a llevarle la cola al prelado (en
el buen sentido de la palabra). Los obispos en aquel entonces hacían
alarde del esplendor litúrgico en fiestas tan señaladas y llegaban
a tomar posesión arrastrando una capa magna de tres metros. El
organista hacía sonar desde el coro las notas del Tedeum y los
añafileros municipales hacían sonar el clarín y la tamboreada.
Casullas bordadas en oro y capas pluviales del siglo XIII y los
canónigos estrenaban mucetas con lanas de cordero nuevo adornando
sus pescuezos. De
Maria nunquam
satis y a la Iglesia
todo le parecía poco para honrar a la Reina de los Mares, la madre
del Verbo, la emperatriz de las Montañas, la Mujer vestida de luna y
calzada de sol que ennoblecía la naturaleza brindando pródigos
fruto, intercediendo por los pecadores y derramando dádivas y
prodigios sobre los limpios de corazón. El quince agosto era la
apoteosis de la hiperdulía ese too
much que nunca
supieron entender los protestantes y del que se siguen riendo los
volterianos. La virgen asunta. Transportada al cielo en manos de los
ángeles tal vez en un carro de fuego. Los ortodoxos la siguen
llamando la fiesta de la Dormición. La madre de cristo no conoció
los rigores de la muerte. Simplemente se durmió según la tradición
en casa de san Juan en la isla de Patmos. El fervor popular y la
tradición suplen con creces la falta de rigor histórico pero es un
dogma definido por el papa Pío XII que forma parte del depósito de
la fe en el que hay que creer para salvarse. Asumpta es María in
coelo… el mejor cuadro de este misterioso que yo conozca lo pintó
un pintor anónimo desconocido y que se guarda en la iglesia de santo
Domingo de Arévalo. Allí aparece una doncella tendida coronada de
flores que disfruta de un largo y placentero sueño. Obdormit in
Domino. Simplemente se durmió y de esa forma venció a la muerte.
Hermosa fiesta. La Madre del Mundo derrama todas sus gracias sobre
él, pero para entender este misterio hace falta ser español o de
Vallehelado o de Valleumbroso, de Valtiendas para que me entiendas o
de Fuentesoto culo ruto, del llano o de la ribera, de la marina o de
la braña siempre a hostias pero queriéndonos mucho. Muy creyentes y
muy pecadores. Ella Nuestra Señora fue un regalo que hizo Dios a la
fe tibia de nosotros españoles pueblo tan genial que aquí cada cual
se ata sus moscas por el rabo y tiene su geniecito y temperamento,
tan visceral como marial y conflictivo. A ver si de una puñetera
vez Ella consigue el milagro de que nos llevemos bien, cosa harto
difícil.
lunes,
17 de agosto de 2009
AZOGUEJO
SEGOVIANO AULA MATER DE LA PICARESCA
Segovia
buenos aires alta ciudad cuajada de elevados empeños. Cuando se
asoma el visitante por ese balcón bien ventilado que es la Canaleja
se le aparece la Mujer Muerta amortajada entre sus berroqueños
pliegues el niño a la cabecera y el diseño en forma de túmulo del
vientre las rodillas y los pies. Cuenta la leyenda que era una
hermosa goda que se interpuso cuando justaban por ella dos caballeros
un moro y un cristiano y quedó atravesada por el afilado acero de
uno de ellos. Fue mártir del amor. Este panorama ofrece al viajero
una esencia mística de amor intacto circunscrito al ideal de la
pureza de un deseo… (¡Oh el amor siempre el amor!) Pero, si se
quiere entrar con la realidad de España habrá de bajar unos metros
al real de la feria del azoguejo. Todos los jueves, mercado. Venían
los labrantines de villa y tierra con sus pellizas sus dientes de
ajo, puestos de albarcas, candiles y aperos (horcas, foces, trillos,
bieldos, zoquetas, sombreros) yo los contemplé de niño, era una
viva escena del medioevo. Todavía caminaba bajo los arcos del
entrecuesto del acueducto algún señor envuelto en la capa parda, el
sombrero ladeado rematando en cucurucho, calzado con piales y
albarcas a la vieja usanza. Azoguejo pequeño zoco viene del árabe.
El lugar fue una de las universidades donde nació la picaresca. El
Portillo de Valladolid, el arrabal de Arévalo, Zocodover en Toledo,
el Potro cordobés y el Perchel malagueño atraían a la gente
desocupada y errante. En Segovia los perailes. En Córdoba los
agujeros o vendedores de agujas. En Madrid en las Escaleras de San
Felipe y la Puerta de Guadalajara soldados licenciados de las guerras
de Flandes que, que para vivir, habían de azuzar el ingenio o
exponer sus heridas o sus desnudos muñones a la puerta de las
iglesias entonando la oración del Justo
Juez. Llovían los
ochavos ante estos cuerpos mutilados que en los viandantes inspiraban
compasión. Triana y la Puerta del Sol ofrecían el grado de pícaro.
El doctorado honoris causa pero eran sitios peligrosos. En Segovia en
Valladolid en León o en el Fontán ovetense en comparación no eran
más que noviciados. Los perailes los del gremio de cardar y apartar
y los tundidores eran los que vareaban la lana y otros se hacían con
el provecho… unos cardan la lana y otros se llevan la pana. Los
mercaderes de Ávila y Medina, judíos todos o conversos, que
comerciaban con los Países Bajos el famoso límiste
segoviano o el paño de veintidoseno.
Dicen los historiadores que la vida en la edad media era gremial y al
hilo de esto en Segovia cada una de las profesiones se constituyen en
barrios o en parroquias: la Trinidad era el barrio de los caballeros
junto a otra parroquia la de San Juan. En San Esteban los escuderos y
los curiales del cabildo capitular. En San Millán los areneros y
hortelanos. Los agricultores pertenecían a la parroquia de Santo
Tomás y el Cristo del Mercado. En San Lorenzo, barrio de ascendencia
morisca, los alarifes. En el Salvador los sastres. En Santa Eulalia
toda la gama de la industria textil y así sucesivamente. Segovia era
una de las ciudades más ricas de Castilla no sólo en el sector
lanero y su iglesia mayor poseía la renta más elevada en trigo
avena y cebada que se guardaba en un silo administrado por un
canónigo que desempeñaba el cargo de cillero. Por el entrecuesto o
aceña del acueducto manaba no sólo agua, también dineros. Eso lo
supieron los romanos. Mis paisanos desde Trajano hasta nuestros días
prefieren la austeridad al lujo y suelen disimular bajo un aire
ropavejero sus riquezas. Debajo de una mala capa hay un buen bebedor.
Si los de Segovia fueran marineros- y algo deben de serlo porque el
alcázar semblanza ofrece de un navío que surca los trigales de la
vega baja hacia la Almunia- podría cabe decir de mis paisanos que se
aferran a la grímpola de la prudencia y aferran con tesón el
cataviento de la lealtad. En el azoguejo al pie del acueducto por lo
demás yo he presenciado cómicas escenas como aquel tratante de
Cantalejo al que le sacaron la navaja unos gitanos por haberles
vendido un yeguato por un burreño o aquellos marraneros del blusón
negro y la tralla gris que eran expertos en el arte de la balichería
(robar
puercos metiéndoles el dedo en el ano para inmovilizarles) y otros
muchos lances de la inventiva picaresca.
HURRA
POR HAROLD PINTER
Siempre
me ha intrigado el misterio de Azorín como me ha impresionado el
misterio que late en todo tránsfuga, su metamorfosis o las alas que
le crecen al gusano en el claustro materno de la crisálida hasta
llegar a ser mariposa. Y digo esto porque hace justamente un siglo en
el otoño de 1905 después de regresar de la Mancha donde preparó un
texto el escritor de Monóvar con motivo del cuarto centenario del
Quijote ocurrió la conversación del antiguo revolucionario y
anarquista que escribía iluminado por la tea incendiaria -la iskra”
de Lenin- pasquines y panfletos de silva lección y de variada índole
se convierte en amanuense autor, áulico y conservador .
Literaturizador de postín. Pasen los periodistas y coman que clamaba
Romanotes; es que no queda otro remedio oye. Publicaba en la tercera
de ABC y aún me acuerdo de alguna de estas terceras que yo leía con
interés de aprendiz pero sin fruición estética, pues el estilo de
Antonio Azorín es paso de bueyes y a mí siempre me gustó cabalgar
de otra manera. Quevedo por ejemplo es un ritmo más rápido. Va a
galope. A los cuatro pies. En el trayecto de Argamasilla de Alba
hasta Atocha cae el antiguo redactor de soflamas cae del caballo y se
opera en él el camino de Damasco. El viejo nihilista se convierte
en señor con bombín que acude a las monjas de la en carnación a
misa de doce. Yo nunca entendí muy bien por qué Fernández Pombo mi
profesor de Redacción idolatraba al escritor murciano. Porque a mí
nunca me han gustado los transmudas y acomodadizos. Al estilo de Raúl
del Pozo, de Cela ofreciéndose para ir a la caza de rojos, o fulanos
como el Sánchez Dragó (nadie ha sacado tanto partido a los quince
días que se tiró a la sombra en Carabanchel con Tamames, Múgica
Herzog etc., para pasar factura cuando todos sabíamos que ese señor
que escribe ilegible y piensa menos que refrita). Es increíble. Los
ex franquistas contra Franco copan las páginas, reinan en las ondas,
se sientan en los consejos editoriales. El Dragó se tiró media
existencia haciéndole la pelota a Lara. Se trata al parecer de una
servidumbre de paso en este oficio donde el que no adula no mama y el
que no sabe pasarle la mano por el lomo al jerifalte, reírle las
gracias, airear sus pedos, poco medra.
Cuando
escribía con su nombre de Martínez Ruiz era el enfant terrible del
98 tanto es así que en muchos de los periódicos en los que
aparecía su firma se daban de baja escandalizado por sus ideas
disolventes los lectores de la suscripción. Antes del año cinco
cuando se produce el camino hacia Damasco Antonio Azorín era una
especie de Harold Pinter al que no le crecían los pelos en la
lengua. Ni contra los militares, ni contra la Iglesia ni contra las
costumbres. Llegó a ser abogado del amor libre un tipo tan pazguato
como él y que tuvo esos aires de mosquita muerta. Pero como aquí
el crimen no paga y la izquierda sólo da berrinches don Antonio se
nos hizo de derechas harto de criar caspa. Seguía entusiasmado por
Montaigne el autor que más cita en su obra pero se hizo anglófilo.
El alicantino quiere adoptar las flemas de los clubs londinenses y
hasta se declara incondicional de los sastres de Savile Row. Se puso
a bien con los curas y adulaba a los ricos. Sus novelas no se
mueven, no tienen acción, muy poca trama y apenas plot pero eso sí
rezuman sartorial elegancia Asistí al entierro de Azorín allá
por el año 64. Era el único escritor con derecho a acceder a las
aulas en aquellas quintas y levas del franquismo por el Imperio
hacia dios. Azorín el gesto bonancible, flemático y reposado, muy
británico, su paraguas rojo, era al único que leíamos en los
colegios de frailes. Junto con los primeros premios Nadal, Baroja,
mucho Lorca y acabamos aburridos de Machado. Los jesuitas habían
proscrito a Pérez de Ayala que para mí es el mejor de toda la
leva del 98 por más que a veces su anglofilia exagerada le lleve a
cometer ciertos errores de esencia y norma histórica, también
estilísticos, a causa de una novela que escribió A.M.D.G
poniendo a la Compañía de chupa me domine [nunca se me borrará la
escabrosa escena de esta en que una mujer entra en la celda de uno
de los prefectos del noviciado que tenía fama de santo, se quita la
sotana y aparece hecho un fauno, libidinoso con aquellas patorras
que ocultaba los capisayos, los calcetines pinzados con liga, y
aquellos labios de sapo y trata de besar a la dama que era la madre
de uno de sus pupilos; ésta huye llena de horror, no es para menos]
Creo que se trata de una descripciones cargadas de erotismo mejor
llevadas de toda la prosa española. El asturiano a diferencia del
alicantino no era un escritor de gabinete ni recamara sino paseante
en cortes y prosador a la luz del día. Si alguno de los libros de
don Ramón cargaba delantero por los afeites clásicos era porque él
era de esa manera: ático, tradicional. Sin embargo, los renglones
de Azorín de puro lineales le salen torcidos. La escritura de
Ayala era trasunta de lo que veía en la naturaleza. Por el
contrario, Azorín es un escritor de escritores.
No
es la vida la fuente de la imaginación sino los libros. Cuando
llegó a Argamasilla de Alba para escribir sobre el pueblo oriundo
del Quijote no preguntó por donde estaba la posada, dónde los
arrieros, dónde la ventera dónde el cura de misa y olla. Pidió
que le llevasen a la biblioteca municipal. De ahí que los que
entendamos un poco literatura [no me glorío sino en la fe de N.S.J]
pues llevamos medio siglo en la brecha y puede que nos pase como al
herrero de Mamblas que de tanto trabajar en la fragua se le olvidó
el oficio. Escribir puede comportar, amén de una ascensión a los
cielos, una bajada a los infiernos. Por ende, a mí me cae Azorín
un poco gordo porque aparte de cleptómano en las librerías de
viejo, y eso me da cien patadas, nunca se emborrachó con el vino
espeso y peleón de las tabernas donde recala el obrero. Era un
anarquista de salón como todos esos “rogelios” que he citado
previamente. Oportunistas. A Unamuno al que mi profesor de
Preceptiva Literaria el P. Penagos gustaba de llamar “unamona”,
una alacridad que sólo puede permitirse un tipo que había pasado
muchos años en Bilbao aunque fuese santanderino le pasa tres
cuartos de lo mismo. No atraen demasiado porque tienen truco, mucho
adobo y artificio, para luego acodar sus escritos con fórmulas de
otros y aparte de que suelen tender al chaqueterismo como toda esa
pléyade a la que antes he aludido. Una de las mayores calidades
artísticas de ese hombre era su patrimonio de la contradicción. Es
la condena de los que impostan la voz y hablan por boca de ganso. No
son naturales. Evolucionan sí pero siempre serán consecuentes
consigo mismos y lo que dijeron.
Un
ejemplo de congruencia sería Harold Pinter. Su Nobel merecido. El
otro día crucificado en el lecho del dolor y desde la silla de
ruedas que le tiene postrado con cáncer habló por todos nosotros.
Entonó un “eli, eli, lamma sabactani” (Dios mío, Diosa mío
por qué nos has abandonado). Esta postura crítica es la misma que
hacía cuando en los sesenta íbamos a una boite
a ver la representación de su Tea
Party
porque nunca se le permitió representar sus obras en los teatros
nacionales sino en las buhardillas y sotabancos de Londres. La misma
voz recia y bronca de profeta de Israel que desvela la desolación
del pueblo y al propio tiempo alza los puños. En ese puño crispado
de Harold Pinter he visto reflejada parte de mi biografía. Después
de todo y contra lo que creen muchos turiferarios y perfumeros del
sistema siempre con el incensario a cuestas entonando cantos de
alabanza a los Estados Unidos, el nombre de la Bestia se escribe con
B de Bush, B de Blair y B de burro. El mundo está gobernado por una
panda de mangantes. Ya está bien. Franco nos entusiasmaba pero toda
esta panda de franquistas renegados a uno y otro lado del espectro
pues no podrán borrar de sus vidas al general que es su sino me dan
cien patadas en los molletes. La voz inconfundible me ha
reconciliado un poco con el mundo con mi dolor, con mi propio
ostracismo. Es Daniel en la cueva de los leones. Abro las páginas
de mi manuscrito rechazado “Franco y Sefarad un amor secreto” y
me ufano de haber dicho lo que queda dicho. Bien por Harold Pinter,
un hombre de la barricada y que nos demuestra que el mundo seguirá
existiendo y nosotros vivos mientras haya un judío que diga que no.
Ha ocurrido también con Arthur Koestler cuyo centenario ha
transcurrido en el mayor de los mutismos pues claro su versión de
la guerra española, impolítica e incorrecta, no es la misma que
están refiriendo los profesionales del pelotazo. Nunca me causaron
ningún beneplácito los Wendehaalsche
o turncoats.
Por eso Harold Pinter vivirá eternamente.
Los
libros de Azorín el mundo nada perdería si desaparecen en un
incendio lo mismo que todos esos impostadores de voz o impostores
del autobombo como el Dragó. Lo del chisquete, la viagra y lo demás
seguramente que es un farol. ¿Hasta cuando tendremos que aguantar
su atril, sus lentes de media luna y concha, su cara de ciervo, sus
cataliniarias y jactancias de lo bien que funciona con esa japonesa
que podía se su nieta (otro miles gloriossus) de pontífice máximo
de fiscal de la literatura y de inquisidor de libros en los
programas a los que solo lleva a sus amigos? Es el franquismo
instalado en esta democracia, mudada la camisa. Ya digo que aquí
fusilan siempre los mismos. Por eso claro aquí carecemos de
escritores como Harold Pinter. Resulta lacerante ver tanto duerno
que abreva a tanto pastueño de un rebaño acomodaticio que bala en
manada. Va de rabadán en este cordel delante de los carneros el
bueno de Sánchez Dragó. Verlos pasar delante de las cámaras
constituye todo un espectáculo. Es un tiro, tú. Todos son iguales.
Novelas que van a la papelera o libros de ensayo que tiraba Umbral a
la piscina.. Como Azorín ciento y la madre con todos los hijos de
San Luis y de Julián Marías que en paz descanse que parecen haber
descubierto Londres oye. Os los regalo. Jesús ¡qué tropa nos
atropa!
BABLE:
LAS PALABRAS MÁS HERMOSAS
No
hay carretera sin barro ni prao que non tenga yerba ni niña sin
amores etc. La tonada crece hacia adentro como el rumor de los
raudales cantarines que de pronto uno encuentra por el monte,
tramontada una sebe o zarzo - la sebe o saepes
es latín puro y de entonación suave no como la de los del Lacio o
los de la Dacia, eso me lo dijo una vez dándole caladas a su pipa
el profesor Criado del Val que de filologías sabía un rato- cuando
uno se pierde por las brañas de Manto al encuentro de las xanas.
Y
es que Asturias es el alma y la cuna de la nación española, temple
recio e independiente como la voz de nuestro juglar el Presi, hijo
de guardia civil y socialista hispano y astur temple como sus
tonadas de inimitables filados. Gracias a los satures y los leoneses
el latín que hablaban los legionarios romanos no se arabizó o se
perdió de remate como ocurrió en Tagaste y en Mauritania.
Covadonga es más que un símbolo y un estandarte como Kosovo para
los yugoslavos (aquí comenzó a latir el corazón pequeñito de una
nación) fue un antemural que conservó las leyes los usos y las
costumbres y sobre todo la fabla. La j que dicen trajeron los moros
pero yo creo que es fonema vascongado no pasó el Puerto Pajares ni
el Somiedo ni Puerto Ventana.
Hay
una serie de características fónicas que identifican al bable como
un dialecto o una lengua y es la inalterabilidad de la
f labiodental
plosiva que enmudece en el castellano y se torna en h,
el mantenimiento de la g
gutural frente al
acoso de la mentada consonante y la inmutabilidad de x
renuente a hacerse j
aunque se mantenga en el Ijuju que es el grito básico de la danza
prima.
Así
que un asturiano de Somiedo siempre dirá fembra,
güeyos (ojos) y
güevus
huevos y puxar
empujar aunque es más aldeano todavía el non emburries.
Otro signo de identificación es la utilización de los enclíticos
pronominales y la proliferación del articulo con el apostrofe así
como la tendencia a suprimir la preposición de
y a la predilección del pretérito indefinido en sustitución del
pretérito perfecto o el anterior. Pero existen voces bables
intraducibles y que se desconocen en el castellano habitual:
Pesllar
o cerrar con llave.
Abocanar
cesar la lluvia
Afrellose
y esguardamillase se deslomó de un golpe.
Arrebalgar
o cabalgar a horcajadas.
Acompangar
o comer pan con compango o mondongo algo de sustancia que siempre se
echará en la fabada
Argallo
y argallu argallar un derrumbe o alud a causa de la lluvia
Trebeyar
que no es traballar sino todo lo contrario es el retozar con una
moza una tarde de romería por ejemplo.
Xintar
comer a mediodía
Mancarse
cortarse
Desmangarse
descomponerse una herramienta
Fesoria
por azada
Enxereyar
o enjaretar.
Por
ultimo otra constante en la eufonía entonación del acento que
suena mucho más meloso y musical que el bronco castellano de
Valladolid es la inclinación por los diminutivos que son
cantidades. Así rapaz o chaval tiene rapacín, rapazón y
rapazuco. Jovellanos y Carlos Parada nos advierten que la evolución
genérica está menos evolucionada que detrás de los montes. Así
el calificativo bonum- bona- bonus que en castellano da bueno en
bable es bonu para el masculino bona para el femenino y bono para el
neutro.
El
amigo Bono, ese que dice ser socialista. entonces debe de tener
raíces de alta montaña. Mejor casi que no, no oiga. En alguna de
las Polas yo he oído decir vino bono que conserva la estirpe latina
de vinum bonum
laeticat cor hominum.
El vino bueno alegra el corazón de los hombros pero Berceo ya nos
habla de un vaso de buen vino. En la Rioja hubo por tanto una mayor
evolución. El bable ofrece puntos de contacto o hermandades que
nunca serán totalidades con el gallego. Y uno puede escuchar hablar
de almofallas o hueste. Adur apenas. De azconas que eran dardos
pequeños. Daquende de aquí que. Fabliellas o chismes. Falagueros y
falagar. Te falagaré con un palu de avellana dice la canción en
sentido sarcástico. Aquí no es halagar sino cutir sacudir. Otro
asturianismo es tupir. Tupiose el lavabo. Fornados y furacos
agujeros. Leno alcahuete y asmar por conjeturar ver entender.
Laceria de llacerar. Según la región y el valle así la fabla. El
idioma de los asturianos está muy disperso y ofrece la originalidad
y talante independiente de sus hablantes aunque siempre se puede
establecer una línea que homologa a los diferentes bables. Lo
difícil y problemático es hacerlo de una forma artificial como se
pretendió hacer con el vasco en el cual los de Navarra y los de
Guecho no se entendían. Al homogeneizar una lengua por las bravas
siempre se pierde la espontaneidad. Los léxicos no se puede enseñar
nunca con pistolas ni a cañonazos.
BARTOLOMÉ
LEONARDO DE ARGENSOLA. RIMAS. CRISTIANISMO Y MITOLOGÍA
Pegaso
era un caballo alado que pacía en los montes del parnaso. Los
dioses iban a darle agua a las fuentes de helicón. Pegó una coz un
día y por toda la tierra brotaron los manantiales de los ríos que
van a dar a la mar. En el espejo de los hontanares de helicón se
reflejan las estrellas. Júpiter ordenó entonces a Ganímedes que
bajara del empíreo y le nombró su copero. Este Júpiter romano o
padre Zeus de los griegos era un dios caprichoso de reacciones
imprevisibles, tenía virtudes pero también defectos. Las parcas
tejían el paño del destino y en sus inescrutables designios.
Júpiter hacía lo que le daba la gana con el destino o fatum
de los hombres, de los pueblos, de los animales y de la cosas. Tenía
derecho de pernada tanto con las mujeres o con las diosas y de estos
ayuntamientos nacían monstruos y criaturas perfectas. El bien y el
mal juegan al escondite a través de la mitología pagana la cual
observa no pocos puntos de contacto con el Génesis y toda la
Biblia. Tenía por costumbre violar a todas las ninfas. Por ejemplo,
de uno de sus estupros con Plota nacería Tántalo que tenía
inclinaciones al canibalismo, descuartizaba a sus hijos y se los
comía. Tántalo o Cronos
el tiempo que devora fue condenado al tormento de la sed y no pudo
comer el fruto del árbol del bien y del mal.
Un paralelismo que guarda inequívoca similitud con la versión
bíblica de la condena por el pecado original. Sin duda, el libro
sagrado fue inspirado por dios pero parece beber en las fuentes de
los dioscuros y aparte de eso en algunos de sus capítulos se
semejaba más a una novela de hazañas bélicas en la cual bajo la
mirada de una deidad olímpica, veleidosa y llena de prejuicios y
favoritismos hacia los elegidos no brilla la bondad y la ponderación
del dios de las misericordias, bondadoso para los suyos. Hay que ver
como se las gasta Yahvé con los de casa, pero cruel hasta el
exterminio y lleno de prejuicios para con los que no fueron
elegidos. Un dios materialista, exclusivista y xenófobo que instiga
el racismo y la primacía étnica del pueblo judío. Jehová viene a
ser una versión canónica de los delirios jupiterinos paganos. Esta
misma prevención debió de embargar el ánimo de algunos de
nuestros clásicos, quienes escandalizados por el Antiguo
Testamento, vuelven sus ojos hacia la mitología sincretista. Este
bien puede ser el caso de los Argensola sobre todo de Leonardo
porque Lupercio es otra cosa. Los dos aragoneses, los dos clérigos,
los dos buenos cristianos pero llenos de dudas vuelven sus ojos a la
latinidad para encontrar respuestas al misterio del ser humano que
no se encuentran en los textos sagrados. La vida es breve y el
hombre bajo el yugo del destino se siente muy poca cosa. Además la
Biblia como la mitología está plagada de estupros, incestos,
asedios, traiciones, destrucciones, guerras, calamidades. Sólo en
el Nuevo Testamento encontramos una divinidad clemente, igualitaria,
que habla de renuncias y sacrificios cuyo código de valores se
resiste a aceptar los imperativos de la naturaleza basados en la ley
del más fuerte. El dios que trema en el Sinaí o sobre las faldas
del Olimpo se contrapone al que expira en el Calvario. La vida es
breve y el hombre que avanza uncido al yugo del destino es bastante
poca cosa mientras Euterpe toca su flauta. Todo es subrepticio o
bajo cuerda y obrepticio
esto es obtenido por procedimientos violentos como cuando Júpiter
disfrazado de cisne consigue los favores de Leda que traiciona a su
esposo Tinodoro. De este adulterio nacieron los mellizos Castor y
Pólux que cabalgan juntos por el cielo. Su cabalgadura es una de
las Siete Cabrillas o los Siete Bueyes del septentrión que
despliega la Osa Mayor y protegen a los navegantes. En versión
cristiana este papel lo cumplen san Telmo y san Nicolás. El
canónigo Argensola, al que debían de agradarle los capones y se
daba buena vida alternando el coro de la seo con sus estudios y
excelsa escritura, empapado de Plinio, de Plotino y de Hermes
Trismegisto, nos pone en antecedentes de una crisopeya para andar
por casa al tiempo que analiza estas combinaciones míticas con los
artículos de la fe. Por ejemplo, Trismegisto el tres veces justo y
el tres veces santo nos lleva a las conjeturas sobre el dogma de la
Trinidad que nació precisamente en Egipto al pie de las pirámides
allí donde cuando otros pueblos andaban sumidos en las
anfractuosidades de la prehistoria ellos cultivaban las matemáticas
y las bellas artes. La filosofía y la teología se proyectan a
través de la retórica porque a lo primero era la palabra y sin
ella los hombres se alejan del pensamiento de dios y vuelven a la
barbarie. Argensola saca su cantimplora que llevaba siempre debajo
de la muceta como las mozas de Villalón
y da de beber a los que andan sedientos de belleza y de verdad con
ese talante libérrimo que caracteriza a los aragoneses porque para
libre, según Gracián, Aragón. No sufre el río Ebro márgenes ni
puentes. Su genio es conceptista, no culterano que ya llevó tras sí
sus pámpanos octubre. Y había en el Olimpo un buey coceador que
tiró una patada a Ganímedes que era un tanto presumido. Todo se
vino abajo y al cabo de nueve meses nacieron niños hermafroditas.
Llegó la hora de los putos y de la paidofilia harto común en los
albores del siglo XVII español como lo fuera en la Atenas
degenerada. En los cabildos catedralicios algunos capellanes
comandaban su propio cupo de escolanos con los que se divertían en
juergas y bacanales contraviniendo el precepto clásico de máxima
puero debetur reverentia.
Comían como gochos y fornicaban como monos. La figura del lenón o
alcahuete es arropada por la iglesia bajo cuerda.
Es
frecuente que mancebías y prostíbulos en ciudades castellanas
hallen cobijo al pie de las catedrales a tenor de la vida perezosa
de estos claustros relajados. Y es que el diablo cuando no tiene
nada que hacer mata moscas con el rabo. Con frecuencia las ninfas
devienen harpías y eso es verdad muy de ahora del siglo XXI pero en
el XVII donde las costumbres estaban tan depravadas como hoy se
hacía la vista gorda. Son pecados particulares de los eclesiásticos
que a nadie importan con una diferencia y es que a la sazón la fe
tenía prelación sobre las conductas individuales y a la cruz de la
fecha es al revés. Las sibilas asoman su faz de bustos parlantes
desde los casalicios de las pantallas abrasadoras de la tele
cantando las alabanzas del dios único que es la fuerza del dinero,
del sexo, el look
y el buen parecer. Brindan sus trofeos a los vencedores del mundo y
condenan al infierno a los perdedores, los desheredados de la
fortuna. El arte dejó de rendir tributo a la estética. La armonía
deviene cacofonía y parlamento monocorde de unos cuantos
encaramados cuyo discurso es tan cansino como repetitivo. Los
grutescos cuadros de Picasso supervalorados no dejan de ser
grotescos. El arte de Talía ha muerto. Euterpe hace gemir su arpa
por las esquinas. Tersipomene dejó de existir. Los coribantes con
sus estolas recamadas de oro bendicen a las bayaderas de gestos
frenéticos. Mi niña quiso ser cantatriz, luego actriz y se
convirtió en saltatriz. Escuchamos las causídicas protestas de los
rábulas porque aquí todo son pleitos y litigios. Se habla de
sociedades filantrópicas y enejes que han expulsado de los corros a
las almas caritativas pues la caridad es vicio cristiano y prevalece
la filantía o el egoísmo hedónico. La mitología tiene que ver
con la alegoría y a las explicaciones teologales sobre el origen de
la vida y el propósito existencial, si es que alguno cabe. Pululan
entre nosotros narcisos y narcisas preguntando al espejito mágico
eres tú la más bella de las mujeres. Nuestra moderna clase
política poblada de aristarcos caciquiles tiene que ver con el
rancio establecimiento romano del quirinal. Salgan los tertulianos,
entren los quirites. Una bacante no es lo mismo que una vacante
porque aquí lo que sobran son putas y lo que falta es trabajo y
como donde no hay harina todo es mohína los abogados tienen
trabajo, nos chupan la sangre los usureros.
Leer
a Argensola promueve sorpresas incontestables como por ejemplo que
la mentalidad del español ha cambiado poco desde 1613 salvo que
estemos maleando y aun teniendo más seamos más infelices que en
las décadas de los Habsburgo. Las campanas de Velilla tañen solas
a clamor cuando barruntan un difunto. ¿Estarán anunciando la
muerte de Europa? Sigamos en el ostracismo de nuestra concha o en el
petalismo de nuestra hoja. Lo menos llevadero es el exilio interior
que padeció este cura/poeta aragonés y sufrimos ahora nosotros.
Leonardo prefirió ser villano en su rincón gozando del
apartamiento de una rectoral luego una canonjía en Zaragoza
que un cortesano al uso. Nacido en Barbastro en 1561, estudió en el
seminario de Huesca y nos cuenta cómo era la vida hispánica
durante el reinado de Felipe II, estuvo a punto de embarcarse como
capellán de la Invencible, luego viviría las alteraciones
aragonesas adoptando una postura neutral durante la turbulenta fuga
de Antonio Pérez. El justicia mayor pues para libre Aragón otorgó
salvoconductos al prófugo y renegado traidor granjeándose la ira
filipina. Conocedor del árabe ayudó al maestro Utrera a catalogar
los manuscritos en letra cúfica que se guardan en la biblioteca del
monasterio del Escorial. Su poesía es sesuda de elevados
entendimientos y afín al conceptismo barroco. Tanta sensatez y
gravedad siempre caracterizaron al talante aragonés. Debió de ser
de baja estatura y algo entrado en carnes pero muy aficionado al
mundo grecolatino. Se lamenta por ejemplo en este verso de la
dejadez que sienten sus paisanos por la historia… con
mármoles de nobles inscripciones fabrican hoy en Sagunto tabernas y
mesones. Y en sus
poemas -uno de los mas famosos es el dedicado a las ruinas de la
Itálica- nos deja ese poso de tristeza por aquel mundo perdido de
los dioses disolutos. El cristianismo heredó en la liturgia el
verbalismo y la solemnidad nuncupatoria de los Coribantes. La tiara
de los obispos es el legado de la cidaria de los sacerdotes persas.
La religión predicada por san Pablo está en deuda con aquella
paganía a la que predicó el apóstol cometiendo en su ardor
misionero el de desencadenar la destrucción sacrílega del templo
de Afrodita en Efeso, dando muchas voces. Precisamente allí murió
la Virgen María y de aquella ciudad del Asia Menor irradia su
culto. Cuando visita el buen clérigo aragonés la ciudad de Segovia
hacia 1613 se queda extasiado ante el acueducto construido por
Trajano y por la calidad de los paños del primer enclave de las
merindades castellanas. Cierto que a veces sus metáforas resultan
un tanto lexicalizadas
o gastadas y que con frecuencia cae en el prosaísmo pero resulta
una delicia y un consuelo volver a él en estos tiempos de crisis.
La mayor desgracia de los españoles acaso sea dar de lado a su
excelsa literatura e ignorar su glorioso pasado.
EL
AÑO DEL SAPO. (Contemplando un capitel románico)
Letraherido
y aterrado por la sonrisa del batracio (un sapo que me persigue que
tiene la voz gorda y los pies planos cara de chino y tez de gitano)
he acudido a la didascalia del arte románico para ponerme a cobro
del enemigo y extasiarme en los pórticos de la gloria y en los
capiteles historiados, ménsulas y girolas de las iglesias de mi
país, vidas de Cristo, sus milagros, y también gárgolas con las
fauces abiertas donde el dragón que acecha estos días está muy
significado. Me he sentado sobre el respaldo de las misericordias
donde el mundo animal y vegetal está explicitado, para alivio de
mis cansadas posaderas, como un viejo chantre derrengado, harto
estoy de especular. Las virtudes y los vicios, el ángel y la
bestia, se dan la mano en esos poderosos frisos estatuarios que son
sermones en piedra. Parenética triunfal del arte mudo del siglo
XII.
El
maestro Mateo era un teólogo itinerante que explicaba con el buril
y la gubia los evangeliarios a un pueblo que no sabía leer.
Penetremos por ejemplo en el jardín litúrgico de San Vicente el
diacono una ermita de mi pueblo solitaria donde le doy al mando del
casete y empiezan a sonar la himnodia de una grabación de una misa
ortodoxa y es como si las flores de piedra volvieran a echar hojas
vegetales. El rito mozárabe se parecía mucho más gracias a su
exhuberancia y maravillosa himnodia al griego que al romano. Pocos
templos muzárabes quedan más debajo de la sierra la única rara
avis la de Melque en Toledo. Fueron destruidas por la morisma
almohade que no se comportó en su afán iconoclasta de una forma
tolerante al revés que los cristianos que transformamos en aras
católicas y consagramos las viejas mezquitas – ahora quieren
recuperar la de Córdoba en gesto aparentemente amistoso pero yo veo
en esa reclamación un deseo de revancha poco acorde con el diálogo
de civilizaciones y sus predicados- y ésta de Segovia fue erigida
por bautizados que vinieron desde Jaén en los términos de una
antigua tebaida huyendo de la persecución de los califas. Me
esparzo por estas soledades y campos del pueblo que pisé de niño.
Ahí está el Tetramofros por ejemplo efigies de león águila
hombre buey los cuatro elementos o los cuatro puntos cardinales o si
se quiere las cuatro vías de la ascesis mítica (purificativa,
ilativa, amativa, unitiva) y los cuatro brazos de la virtud para la
unión con Dios: tribulación, abnegación, humildad y presencia de
xto. en la historia. Me anego en el coloquio fantasmal de estas
tallas tan elocuentes dentro de su mutismo. Es año nuevo y habrá
que cambiar de vida, volver a la virtud, ahorcar los vicios. Aquí
se encuentran las esencias las presencias y potencias del karma
iluminativo. Conviene tener muy presente estas consideraciones
porque el mundo anda hoy un poco a la decrépita. Las estatuas del
pórtico de la gloria de mi pueblo me hablan en paremias. Todo son
símbolos y aforismos bajo el arco abovedado irguiéndose en pico de
mitra. Veo los arcángeles turiferarios con las alas papeloneadas.
Los escribas redactan sus anales. Hay una mártir seguramente Sta.
Catalina, ¿o es Sta. Bárbara?, la cual aparece con los senos
expuestos y otro bienaventurado que camina portando la cabeza en las
manos. Estas semblanzas son como analectas o fragmentos literarios
que los monjes estudiaron antes de Completas o antes del gran
silencio cuando en los monasterios cistercienses –el edificio es
lo que queda de un viejo monasterio de bernardos se prohibía
articular palabra cerrado el ocaso, quede callado el hombre y hable
Dios al alma- se establecía la fórmula del taceant
omnes que no se
levantaba hasta el Benedicamuns
Dominum de Maitines
al quebrar albores del día siguiente, para aprender la ciencia de
las artes liberales y de la botánica con sus propiedades
terapéuticas. Así por ejemplo Atermidoro recomendaba precaverse
contra la lenteja granulada y oscura y raíz de todos los males. El
serpol o tomillo se utilizaba contra las mordeduras de serpiente y
el ajo era escudo contra los maleficios. El hinojo estimula la
sangre. La lechuga es recomendada por los padres de la Iglesia para
guardar la castidad. El llantén vale para el dolor de cabeza y el
lirio que se mantiene fresco o se pone mustio en el momento que lo
toca una mujer es bueno para conocer si es moza o no la doncella.
Los tímpanos de la catedral de Chartres son todo un tratado de
botánica. Allí la hiedra, la vid, el rosal, el laurel, el roble o
el acanto son utilizados para expresar conceptos de la filosofía
hermética. Cada planta tiene un poder curativo o se corresponde con
una virtud cristiana. Así el helecho con la humildad. La venenosa
mandrágora con el hombre. La calabaza con el orgullo y la
fecundidad. El sicómoro se identifica con la incredulidad del
pueblo elegido. El cardillo y la ortiga con la vanidad y la fuerza
respectivamente. El escaramujo o heleboro plasma la envidia. Debe de
ser por eso por lo que este seto florece tanto en forma de falsa
zarza por tantos rincones de los campos de España. El liquen es la
soledad y la escarola el ayuno. La reseda o retama la inocencia y la
rosa triunfal el martirio. La artemisa era utilizada en toda la edad
media contra el baile de San Vito y la pasionaria morada anticipa el
dolor y la enfermedad llevados con paciencia. La valeriana llamada
hierba de San Jorge se utiliza contra las enfermedades nerviosas y
el escaramago planta crucífera y humilde que encontramos por
ejemplo al borde de los caminos simboliza en la emblemática
litúrgica la mansedumbre del que por amor a Dios se deja pisotear.
Las fuerzas de Belial son ingentes y contumaces como demuestra este
paseo por cada una de las categorías estancas del bestiario pero el
mérito de la Pasión del Redentor las vence al haber pagado por
nuestro rescate con su muerte. Tengamos esperanza. E inclinemos la
cabeza bajo el yugo. Cúmplase tu voluntad que ducunt
volentem fata, nolentem trahunt
decía Virgilio de Mantua (al que se resigna los hados lo conducen
pero al que se rebela lo arrastran. ¿Adónde? ¿Al cadalso como al
pobre Sadam Husein Alá lo haya perdonado? La Bestia hace fotos por
el móvil y nos hace señas para que nos vayamos preparando pues su
obsesión es la muerte, la venganza, y el asesinato, quiere pasarnos
la pluma por el pico. Mal comienzo para el año del batracio. Los
mártires mueren en el patíbulo y los tiranos en la cama tan
ricamente, lo acaba de decir un hombre de Dios como es el patriarca
Alexei de Moscú al que yo escucho todas las homilías. Pero un día
Dios hará justicia y Cristo Salvator dará paso al Christus Iudex
que vendrá a juzgar a buenos y malos y los pesará en la estatera
(romana) del valiente Miguel. A un capitel románico hay que
analizarlo despacio porque en la piedra se hallan escritos el futuro
y el pasado. Observo sin embargo –y esa es acaso la primordial
enseñanza de los frescos que contemplo- dentro del absurdo de la
veleidosa fortuna y del dictamen del capricho del azar una cierta
congruencia o la ley del encadenamiento universal de la materia. Es
la “exporosis”
de Heraclio. Ese continuo fluir. Año del sapo. Ya cantan las ranas
de enero o las oigo al menos cantar es imaginación mía al borde de
las charcas y de los cilancos. Pronto empezarán los sonoros de los
gatos. Estamos bajo el coturno y las alas del Psicagogo –el arte
románico siempre nos revierte al culto miguelino que en Oriente es
san Jorge sometiendo a la bestia con su espada- y aunque la lucha
será larga no hay que dudar de quien será el trofeo al final. De
las fuerzas de la luz que de remate pondrán en fuga con su
presencia a las tinieblas de la zozobra que hoy como hace diez
siglos se esparcían por el mundo. Aquellos monjes repobladores de
la Reconquista tenían muy presente la idea del Hortus
conclussus y de los
jardines de María. De ahí que gran parte de los monasterios
fundados en el medievo se hallen dedicados a la advocación de la
Virgen. En ellos se honraba al Cristus musicus
y al Cristus structor
(albañil) pero hay también un Cristus medicus
y otro Cristo que es hortelano. Toda nuestra farmacopea arranca de
los cilleros monacales. Los frailes del Cister pasaban una parte del
día encerrados en oración en la iglesia y la otra en el campo a la
recogida de las cosechas y de las plantas oficinales. Por eso sabían
tanto. Ora et labora. Seguían la máxima de San Benito pero
profesan un amor vagoroso, poético, a la Madre de Dios que era
asimismo Madre de la Sabiduría (Sofía) y que por qué no decirlo
guarda reminiscencias ancestrales esta hiperdulía del culto a la
vieja Cibeles madre de la tierra y de la fecundidad de los romanos.
No quiero adentrarme en el misterioso fenómeno de las vírgenes
negras. Esta madre dulce e intercesora ante el Señor de los
desamparados se transforma con concomitancias con el culto miguelino
en la Mujer calzada de luna y vestida de sol del Apocalipsis. La que
derrotará al mal. Está claro que toda está flora y fauna místicas
de los rostros pasmados y algo naif del románico necesita de un
hermeneuta. Llevo parte de mi vida contemplando estos retablos y
puedo decir con orgullo que soy un iniciado mirando a la mandorla o
almendra mística del Pantocrátor. Existe una verdadera cohobación
de creencias e interpretaciones que nos llevarían a misterios de
orden cabalístico. ¿Por qué a san Columbano, por ejemplo, se le
representa con un cardo borriquero? Porque es el patrón de los
imbécil es, comentan algunos exegetas. Era irlandés dicen los
ingleses. La paloma representa a la Virgen María y al Paráclito.
Los sátiros, las esfinges, las arpías, la hidra, los pigmeos, las
sirenas, los onagros y los centauros de los atrios románicos son la
personificación del mal y de la duda. Al diablo lo pintan en figura
de mono pero cuando es más peligroso y terrible es cuando el
artista se refiere a él en la forma de sapo. San Melitón en su
beluario utiliza otros motivos aparte del inmundo batracio: lobo,
hiena y cerdo. El cuervo es la providencia y la astucia. Es el ave
que volaba al desierto para llevar a san Antón dos panecillos.
Algunos alcanzan la edad de cien años La perdiz simboliza la
generosidad pues muchas veces empolla los huevos que puso su
hermana. Trae la suerte lo mismo que la araña que teme tanto al sol
como el maligno teme a la iglesia y realiza gran parte de su labor
textil por la noche a boca de oscuridad. El águila es garantía del
orgullo y del tesón de la ascensión mística. Es el único animal
que puede mirar al sol a los ojos sin cegar. La tórtola idea al
igual que la cigüeña amor conyugal y fidelidad desde que las
tórtolas fueron ofrecidas en Jerusalén cuando María se presentó
en el templo. San Epifanio considera al buey como emblema del
sacerdocio. El ave fénix que vive de las semillas del fresno es el
pájaro de la resurrección al igual que el pelicano eucarístico
que se hace sangre a sí mismo para dar de beber y alimentar a sus
polluelos. Todas estas faunas quiméricas nos dicen que temamos al
dragón y nos guardemos del basilisco. Del unicornio también hay
que huir pues es animal crudelísimo pero hace referencia por su
color blanco a la castidad.
San
Isidoro nos habla de un ave fabulosa por nombre portación que tiene
las patas de perdiz la cabeza de conejo y el cuerpo de león. Su
funcionalidad ayudar a los maridos engañados. Avisa con su propia
muerte cuando sabe que su amo ha sido engañado por la esposa. Y por
esto mismo y dada la habitualidad de los cuernos nos dice el santo
que nada de particular tiene que se haya extinguido. El hipocampo o
caballo de mar tiene que ver con las gemonías o cloacas del alma.
Su mirada es inteligente y llora con voz humana al igual que el pavo
real bello de aspecto pero que emite unos sonidos desagradables.
Al
cangrejo lo convierten en símbolo de la herejía pues camina hacia
atrás al igual que sus parientes el escorpión y el alacrán. El
castor es la vera efigie de la circunspección. El lobo de la
avaricia. El zorro de la trapacería. El jabalí del furor y el
leopardo de la cólera. La hiena cambia de sexo – esa era la
creencia- practica la antropofagia y la bisexualidad, el tribadismo,
lo suyo es la sodomía y lleva plasmada la lujuria en su inmundo
hocico pero puede llegar a hablar como el hombre a decir de santa
Hildegarda de Bingen. A ver quien da más.
Y
para finalizar un consejo o resolución de cabo de año. Por lo que
más quieran huyan del sapo. Es muy dañino y peligroso y nos lo
quieren entronizar como señor del mundo poniendo la verdad en
cuarentena y los libros y las noticias quizás haya que leerlas por
el exergo quiero decir del revés. La víbora y la sierpe nos miran
con sus ojos pasmados. Todos sabemos al pueblo que representa. El
adepto ocultista guardase bien de posar el pie en los llamazares y
escondrijos donde vive este ofidio con boca de pez y ojos casi de
ser humano. Cuando se cruza con la mujer engendra un híbrido
terrible: la arpía. Sin embargo hay están los catorce santos
auxiliadores para nuestra defensa. San Jorge el primero es el de los
de a caballo pisotea al diablo y es abogado contra el herpes.
San
Blas siempre a dos velas nos libra del cáncer laríngeo. San Erasmo
lleva una cabra con las vísceras enrolladas contra los males de
estómago. San Pantaleón con las manos clavadas abogado de tísicos.
San Vítores la cruz en la mano nos libra de los tics y espasmos.
San Cristóbal gigante del Niño Jesús nos lleva por el buen camino
y lo invocan taxistas y camioneros. San Dionisio que porta en sus
manos la cabeza nos defiende de la posesión diabólica. San Ciriaco
contra el mal de los ojos. San Acacio coronado de espinas contra el
dolor de cabeza. La cierva de San Eustaquio nos libra del fuego. San
Gil tiene por símbolo a un rebeco que ahuyenta el pánico y las
pesadillas nocturnas. Santa Margarita que amarra a un dragón
protege a las preñadas y les hace parir en hora corta. Santa
Bárbara con su torre y su copón rematado en una Hostia es remedio
contra la muerte repentina. Santa Catalina con su rueda nos ayuda a
salir airosos de los exámenes.
La
Iglesia, sabia y que prevalecerá hasta el fin de los siglos, nos
invita a visitar esas maravillas de los viejos templos para cargar
la batería, extasiarse en la contemplación sosegada de sus
testeros y tímpanos eclesiales, para reunir energías contra las
tribulaciones y persecuciones que se avecinan en este año que
acordándome no sé por qué de Álvaro Cunqueiro gran aficionado
como yo a estas fábulas y bizarrías del ocultismo he querido
bautizar como “el año del sapo”. Feliz 2007 para todos los
gnósticos. Y los que no lo son.
BESULLO
EL PUEBLO DE CASONA
(viaje a los Ancares II)
Demetria
es un personaje que surgió de la pluma del gran novelista avilesino
Armando Palacio Valdés. En la protagonista de La “Aldea Perdida”
se trazan los rasgos del carácter de la mujer astur y el cronista,
el amanuense, el reportero que viaja y huye, tal vez de sí mismo, y
que va camino de la encartación geográfica de los Ancares
(volverás a región) y que había leído mucho de este tema cuando
era muchacho se va a encontrar a la heroína de sus sueños en un
baile de rueda la noche de san Juan. El baile de rueda que se baila
al de por junto y con los dedos entrelazados no tiene nada que ver
con estas danzas modernas que han traído los americanos donde cada
uno se menea o contonea por su lado como dios le da a entender. Está
sujeto a unas reglas de pasos, movimiento y ritmo. Se baila de
puntillas la danza prima que es la jota del norte. En sus punteados
se encierra el misterio de algo telúrico, ibérico, el brío y el
salero carpetovetónico al compás de las notas de la dulzaina, el
chistu o la gaita. En sus orígenes era un zapateo guerrero. Tiene
sus componentes eróticos de parada nupcial y al mismo tiempo un
sentido quasi místico religioso en honor a los dioses tutelares de
la fecundidad. Marte y Venus se menean juntos por el corro y nos
sacan a bailar. Al escuchar los arpegios del redoble muchos
españoles nos ponemos en trance para adorar la Madre Tierra. Los
filados del roncón hacen pensar en el caramillo del dios Pan. Algo
muy rústico y sencillo pero a la vez muy grande y al escucharlo el
alma pega brincos. Es lo nuestro lo autóctono. El corazón se nos
va de romería. Demetria sin embargo no es una hetaira ni una
bayadera ni una bacante sino una moza de un pueblo con sayas y con
mantillas corpiños camisa y enaguas de blonda cubierta de lana
hasta el refajo así y todo su poder erótico es más evocador que
el de esas pilunguis de la tele con las nalgas al aire. Demetria es
el ideal de mujer, la amachu
de los vascos. Asturias es también un matriarcado y se nos aparece
en un corro con los ojos encendidos. El Nuberu y el Culebre bailan
también en la hoguera por esos milagros de la tecnología o por
algún duende que se atrinchera dentro de mi cámara de fotos
echándonos una mirada de fuego basilisco como si los dioses nos
advirtieran de que los derechos de la mujer con tanto feminismo y
tanto ministerio de la cosa nunca fueron tan conculcados. Y es que
Demetria ha muerto. La mataron los periodistas y radiofonistas duro
hablar de la violencia de género, quieren acabar con la gallina de
los huevos de oro, destruir a la mujer. En todo esto que está
pasando hay algo satánico de la rebelión de Luzbel pero nuestro
ideal femenino, que nunca existió en la vida real ha resucitado en
un baile de candil de los de antes. Y me encuentro con el personaje
que plasmó mi soñar de muchacho sobre algo tan complicado e
incierto como el Eterno Femenino, el punto de partida de ese
cherchez la femme
que mueve en el mundo y que acaso sea una de tantas trampas que nos
tiende la naturaleza para perpetuarse a sí misma. Somos en el fondo
unos pardillos pero nos arrimábamos a la querencia. Esa efigie de
hembra idealizada sólo existe en nuestra mente… sin embargo, Viva
Demetria. Nosotros tuvimos la fortuna de retratarlos y se nos
apareció en la compañía de duendes y trasgos. Por arte de magia
de la noche sanjuanera un asunto clave si se estudia la dramaturgia
de otro gran poeta astur, Alejandro Casona. Que sus mercedes lo
disfruten. Y gratis.
Besullo
es pueblo abandonado, aldea fantasma, la casa del poeta del amigo,
del admirado dramaturgo – regresó a España de su exilio
argentino fumando tabaco negro, ¡ah Castilla que face los homes y
los desface!, un hombre bueno- que nos hizo soñar en inquietantes
señoras que llegaban a la aurora y que desaparecían luego en un
recodo de nuestra adolescencia para no volver más- María del
Sotrondio fue una de aquellas damas del alba, el eterno femenino,
pasó la ronda de la noche sanjuanera, un rostro en el paraíso, una
sombra nada más- y peregrinas que pasaban camino de Compostela y a
su paso por el borde del lago desde el fondo de las aguas subía la
vibración de las campanas de la iglesia de un pueblo sumido cuando
construyeron la presa. Creo que por entonces estábamos en estado de
gracia por eso venían visitarnos dulces peregrinas y escuchábamos
el tañer de campanadas en las profundidades de la mar galana.
¿Dónde se fue aquella mujer que vino en la noche vestida de una
capa blanca y se marchó a la aurora signándome en la frente y
dejándome una marca?
LA
HUERTA DEL NISO
Poeta
igual a profeta y Casona anticipa en sus versos el desmadre de la
presa que ocurriría veinte años más tardes en Ribadelago.
¡Aquellas noches de san Juan cuando íbamos a coger la flor del
agua, danzas en torno a la hoguera, fuego mágico! ¿Quién no se
enamoró de nuestra Natacha? ¿Quién no zarpó hacia lejanos mares
en la barca sin pescador, o contó las consejas al lado del llar
como el cuento de la pájara pinta? Gañía el viento por la
pumarada con las cuerdas de arpa de las ramas de un manzano y
alzaba notas de sinfonía mientras asábamos castañas y bebíamos
el vino nuevo que trajeron hasta estos riscos pumariegos los
arrieros castellanos. Éramos ingenuos y románticos, con la cabeza
a pájaros, los sesos se nos volvieron agua. El teatro lírico
casoniano refleja aquel mundo evanescente. La vieja casa rural que
se nos ha derrumbado. Crece la maleza en la pomarada, las puertas
del gallinero desportilladas reciben el sol a raudales por entre los
cañizos del tejado, cayó el hórreo en un airón, se asilvestraron
los perales de la Huerta del Niso que daba gloria verles cuando el
abuelo Pepe los cuidaba y ensillaba la yegua y cabalgaba. Era un
abuelo apuesto y galán. Cortejaba a las mozas de la contornada.
Pero un día también vino a verle la Dama del Alba.
-No
tengas prisa Pepin de Xuana pero la hora ya está cumplida.
-¿Hay
pera compota?
Fue
su último deseo y fueron sus últimas palabras, lo único que dijo
antes de que se lo llevaran las parcas.
Los
criados le velaban en el zaguán bebiendo vino, contando viejas
historias y cascando nueces en aquel velorio rural de hace cincuenta
años. No somos nadie
-De
hoy en un año.
-Y
usted que lo vea, señor amo.
CANTARES
DE GESTA
Escuchábamos
con ojos encendidos el romance de don Bueso o el de doña Alda que
cantaban los juglares llegados de tierra de moros o el de la loba
parda y que bien sonaban aquellos versos en boca de los gañanes
cuando conducían al aprisco a la majada. Un rabadán tenía un
rabel y un mastín con carlanca de defensa contra el lobo. Antes de
lo lírico fue lo épico y los héroes de España entonces cuidaban
rebaños por estas veredas encaramadas. ¿Resucitarán algún día
los gigantes? Alejandro Casona un asturiano cabal incorpora a su
teatro la fuerza del romancero, toda esa lírica oral, historias sin
argumentos, sólo hay que seguir el hilo de la canción y cantársela
al que conmigo va. Lo grande de la vida es inefable e inexplicable.
Los límites de la poesía rozan el misterio y no la toquéis más
que así es la rosa. Del corazón brota una jarcha. Creo que el
Romancero es la mejor onza de oro que ha entregado la literatura
castellana al tesoro de las letras universales. Es genuino. Es
anónimo. Es español. Y además se cantaba. Nosotros inventamos los
cantares de gesta y la cosa no tiene vuelta de hoja. De la misma
manera he tratado de incorporar esta mística del romancero al
periodismo. Mis articulitos, humildes, carecen de un tema, pero son
algo recitativos que se cascan como huevos al pasar, girando en
torno a una idea o más en alrededor de una palabra, para de esta
forma ir contando cosas al desgaire. Brochazos y zarpazos en
frases convulsas. Yo, no canto mi canción sino a aquel que conmigo
va y el que tenga orejas para escuchar que atienda.
LARES
VENIDOS A MENOS
La
casona donde nació Alejandro se ha caído pero todavía muestra,
erguidas, solemnes, mirando hacia el valle los siete balcones. Bajo
por la Corredoria acongojado con pensamientos tristes. Los jóvenes
no saben quien fue Casona y sólo de oídas habrían escuchado que
era uno de aquellos jóvenes entusiastas junto con Dalí con Lorca
del grupo La Barraca que recorrieron España en un carromato y
echaban comedias en el ayuntamiento o en las escuelas. En este país
el problema sigue siendo una cuestión de escuelas como dijo Costa
pero regresamos al analfabetismo cibernético a esa literatura para
apaniguados a esas sibilas en forma de rostros parlantes que se
repiten más que la cebolla.
El
amanuense huye a toda crin del sofá donde se crían mollas,
aburrimiento, sitcoms,
convertidos en los perendengues de la aldea global, y tira contra la
pared el mando para hacer zapping y vaga por estos riscos en
libertad, feliz y contento de haber llegado a viejo y poder decir lo
que le pete.
-
Ande yo caliente y ríase la gente pero que me dejen hacer lo que me
dé la gana. Dijo el escarabajo a sus hijos vení acá mis flores
-Me
las piro.
-Hace
Vd. muy bien don Nicomedes.
-¿Me
vendes tu escafandra, Vitines? Lo que me cumple a mí a estas
alturas es vivir dentro de una campana neumática.
-No
soy buzo. Me pasé mi vida al aire libre. Me acongojan los
ascensores y los espacios cerrados. Creo que lo mejor que podría
mercarse su señoría son una de esas viseras orejeras que llevaban
las caballerías para no espantarse. Para mirar adelante. Y Vd. se
espanta mucho
El
personal aquí está quemando las naves de su propia historia,
desprecia a sus valores y a sus hombres más valiosos. Nos hemos
americanizado y amariconado y a la larga pasará cuentas…
libertad… libertad. Pero aquí lo importante es agachar la cabeza
bajo el ala y poner el cazo.
El
cronista aplaude los apotegmas del presidente Chávez el venezolano
que dijo que los yanquis constituyen el gobierno más sanguinario de
la tierra. Son warmongers a los que les engorda la sangre. Y ahí
están contándonos la actualidad mundial sus hombres y
mujeres/ancora, sus relamidos bustos parlantes, admen
y conmen
heraldos anunciantes de guerras y follones asesinatos. Sus
parlamentos y sus oráculos son para deprimir al más majo pero es
de lo que se trata, de dominar al ser humano por el miedo, tenerlo
agarrado por los cojones, una forma de dominación como otra
cualquiera.
EL
INQUISIDOR VALDÉS
Viven
en la mentira y les engorda su propia mierda. Creen que son libres
porque tienen la sensación o el espejismo de poder elegir a sus
propios lideres, un presidente tonto mejor que un listo cada cuatro
años, porque así puede ser mejor manejado manijado o "manayeado...
o yea" por las multinacionales.
Y
el cronista recuerda con ironía cómo estuvieron a punto de
expulsarlo del país de los usa porque contó a sus lectores en una
crónica que un sputnik ruso había sido derribado por los
guardacostas americanos. Los del SAC (Strategic Air Command)
llamaron a capítulo desde Washington y amenazaron con expulsarlo
del país. ¿Es esto libertad, es esto civilización? Pues yo me
vuelvo a Astorga y camino de ella va subiendo por las sendas que
arrodean los rastros y las pinas vargas de Leitariegos. Trae pan y
vino en el zurrón con algo de queso y unas morcillas que compró
en Salas el pueblo del inquisidor. Allí un cura amigo lo trató a
cuerpo de rey y se prosternó- tuvo ese suerte aunque nunca
coleccionó momias ni es muy partidario del morboso compilar
corambres, dejemos a los muertos en paz en sus sepulturas, no
comamos su asadura- ante la tumba de don Fernando Valdés que no
hubo obispo más galán que aquel martillo de herejes. Cierto que
empapeló a Carranza el metropolita toledano pero algo haría fray
Bartolo para que el arzobispo de Sevilla le llamase a capitulo y le
acusase de herejía por no sé qué majaderías había escrito en
una catecismo sobre la oración mental y la vocal. El arzobispo de
Sevilla que no pudo alcanzar la mitra toledana y acaso esa fuera la
razón de la gran trifulca con el prelado toledano al que procesó
por hereje- duerme el sueño eterno y espera a que suene la trompeta
del Juicio Final entre humedades que no parecen afectar al mármol y
al jaspe de su monumento cinerario. Un perrito de aguas duerme su
sueño de piedra a los pies del arzobispo.
PÍPÓN
Los
asturianos son recios y muy rehechos y no se casan con nadie. Son un
pueblo básico y fundamental de cristianos viejos cuya fe se afianza
y guarece en la roca desde donde les protege la Santina. Pero no les
gusta que le hablen mucho del inquisidor acaso porque eso viene de
raza y algunos llevan su inquisición interior. Nunca permitirán
que les hable recio o les enmiende la plana sobre todo mi amigo
Pipón que de ese personaje cree saber más que nadie. El personal
anda por aquí de muy mala leche y ¿quien no se desayuna un cabreo
con todos esos sapos que nos sirve en bandeja la televisión? El
cronista que viene de la corte huyendo del cubileteo de la política
y la exasperación que domina al personal prefiere no discutir ni
hablar de don Mariano que siempre le pareció un político
resucitado de últimos del diecinueve y principios del veinte porque
le recuerda a don Tancredo y además es un periférico como lo era
Maura, que tuvo aprender castellano en el Espasa porque su lengua
era el chueta y la cosa acabó como acabó. Dejen en paz a don José
Luis que más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer pero
estas nociones no le caben en la mollera al bueno de Pipón muy
pepero él. El cronista lo que quiere es triscar por estos riscos y
perderse por estos caminos de cabras recordando las viejas tonadas
de cuando era muchacho. Algo que le toca al cronista por ese cabo
quien para espantar los malos espíritus se arranca por una vieja
tonada que aprendió una tarde de domingo triste escuchando la radio
nacional en aquel programa de coros y danzas:
“esta
noche ha llovido mañana hay barro pobre del carretero se atranca el
carro, asómate niña a ese balcón que si no te asomas ramo de
flores… llamaré a la justicia que te aprisione con las cadenas de
mis amores…”
Y
otra más
-Dicen
que tienes tres gochos según pregona el tu pa. Y yo digo que son
cuatro y yo digo que son cuatro. Con la gocha de to ma. Permita dios
de los cielos que san Juan caiga en domingo, el cura ya lo han
matado y yo corteje contigo.
Andale.
Ijujú.
Al
fedatario o amanuense que sube por las cuestas y rampas que acometen
los viales de los puertos con su bota de vino y su borona y una
hogaza de pan bregado o candeal algo de cecina y una par de
morcillas (morcielles) que le echó al talego su mujer como viático
del camino, una navajilla para cortar el corrusco, pues ya le faltan
bastantes dientes, su indefectible cuaderno de campo y una cámara
fotográfica que le regaló su hija mayor por su santo y con la que
retrata todo lo que se mueve y lo que nos se mueve (robles, alisos
que llaman humeros por esta zona, algún ailanto, muchos sauces y
pinos que se convierten en abetos a medida que se sube, algún
raitán parlero tan diminuto que es casi invisible pero que bien
canta sobre la quima del castañar, un rebeco, una fuina
asustadiza y dos vacas marelas que por aquí llaman ratinas que
pacen en un prado armentío la mansa y cencida hierba) y al cantar
estos aires de la tierrina se le ponen los pelos de punta debajo de
la montera picona que las lluvias y los soles del camino han
transformado en sombrero de peregrino. Recuerda la primera vez que
oyó aquellas canciones en un festival de Coros y Danzas por RN.
Cuando escuchó no hay carretera sin barro nin prau que no tenga
hierba ni mocina de a quince que non sea guapa o fea… pasa la
ronda que alegre es… de noche non puede ser que me prende la ronda
que me riñe el alcalde, decidió hacerse foramontano y la vida le
hizo rodar por una de esas casualidades del destino o por la Divina
Providencia hacia estos cuetos, puertos arriba, y por eso da muchas
gracias a Dios porque se han consumado sus sueños. El cronista es
un hombre satisfecho y en paz consigo mismo por más que no lo
parezca. Es una pena que los mozos de hoy en día no aprendan estos
aires de la tierra y se sepan sin embargo todo el repertorio de
canciones en inglés de memoria. El signo de los nuevos tiempos.
Pero no conviene pegar coces contra el aguijón. Son los vientos
nuevos de una nueva cultura que arrasa. Vivimos bajo el paraguas
nuclear de Norteamérica y sólo personajes un tanto zumbados como
el carcamal de don Nicomedes se atreven a reivindicar, ejerciendo de
abogados de diablo, una procuraduría mal pagada en estos tiempos,
todo aquello a riesgo de quedar mal ante los amigos y que los
colegas te tomen por un orate pero don Nicomedes, átame esa mosca
por el rabo, dice, cuenta y no acaba, lo que ellos sienten pero no
se atreven a decir. Y así se saca la espina.
Hace
un par de horas que salió de un pueblo que dicen Teverga donde vio
la momia de un obispo incorrupto revestido de pontifical con su
mitra anillo pastoral guantes morados de seda cáligas bordadas con
hilo de oro y capa pluvial en el escaparate de la sacristía de un
monasterio-el prelado sonríe con la sonrisa macabra de la calavera
acurrucado en su vitrina esperando la resurrección de la carne- y
que debió de ser un santo. Al poco enfila los cotarros de Tineo y
allí le recibe una traca triunfal de cohetes. Hay folixia.
Está de fiesta la localidad. Los tinenses celebran la fiesta de san
Roque con fuegos artificiales. Así es la vida. El hilo que separa
la tristeza de la risa es muy tenue. Los esmorgantes – un término
gallego que se utiliza en esta zona- o cuadrilla de festeros están
de muy buen humor y le invitan a varios culines de sidra que el
caminante bebe con delectación y muy a sabiendas por la sed y
cansancio de la ruta. Cuando canta la sidra en el vaso bien tirada y
con buen pulso por los escanciadores se dice que los ángeles
mixian
y el zumo de la sidra fermentada ríe y salta en el borde del vaso
que tu no veas soltando una espuma que debió de ser aquella
ambrosía que bebieron los dioses griegos en el olimpo y les volvió
inmortales. No es una espicha. El andarríos se queda a la verbena.
Han montado un palenque en medio de la plaza y un grupo de mozos y
mozas ataviados en traje regional baila el zapateado de la danza
prima, la giraldilla y la chacona, bailes ancestrales. No hay nada
más erótico por la virilidad, el brío y el salero de estos saltos
y medias vueltas de sayas y de basquiñas. El caminante se queda a
mirar emocionado, saca su máquina de retratar digital y tira
algunas placas. De pronto ocurre algo misterioso; en alguna de las
fotos aparece un cuerpo de luz como un hipocampo o caballito de mar.
-Este
debe de ser el culebre.
-Andá.
-Pues
mira ésta de aquí. Esa mujer con los ojos de fuego, esa moza bien
hecha, rubia de ojos azules, jacarandosa y bien plantada. ¿Sabes
quien es?
-Sí.
Esa es Demetria, la heroína asturiana de la Aldea Perdida, tal y
conforme la describe Palacio Valdés. Estuve enamorado de ella en mi
adolescencia.
-Esa
moza no es real pero se te ha aparecido en carne mortal en esta
hermosa noche de agosto. ¡Viva san Roque! Y también el Nuberu y
el Culebre.
El
cronista piensa que a causa de esos misterios de la tecnología
óptica los duendes del camino le han jugado una mala pasada pero
prefiere seguir soñando en los signos y presagio de la literatura
que luego vienen a concretarse en medio de la existencia real pues
Asturias es mágica, la provincia que encierra las claves que
contiene el arcano de los misterios de España.Por eso es tan
hermoso el oficio de la literatura porque nos libera, nos acerca al
criador para más tarde experimentar en nuestra carne las vivencias
aprendidas en los libros.
-No
tienes que dejar de escribir, Nicomedes. Ni tampoco de retratar. A
veces te entra galbana y tedio vital.
-Claro
que no. Es para lo que nací. Lo único que sé hacer. Dios sea
bendito.
-
Para que veas. Dios se esconde en los libros y el ángel de la
inspiración y del hallazgo aguarda en algún recodo del camino.
Tengamos esperanza.
-Duro
y a la cabeza.
-Pero
con tiento, Nicomedes, con tiento. Un periodista tiene algo de espía
y ha de ir por el mundo con mentalidad de guardia civil: paso corto,
vista larga y ojo al cristo que es de plata.
-Con
prudencia y con paciencia que es una virtud cardinal. Ninguna de las
dos me incumben.
-Es
que no estas homologado
VIVA
SAN ROQUE Y EL PERRO
Atronaban
las gaitas tristes y alegres. El roncón y el silingüelo no pararon
en toda la noche. Nicomedes tuvo que tomarse para calmar la emoción
un par de culines más en una caseta donde se expendían licores y
había paisanos que tiraban al pato rodante, como en las ferias de
antiguamente, con una escopeta de perdigones con poca puntería la
verdad pues algunos iban ya algo enfilaos y luego se retiró a
dormir casi de madrugada, cuando estalló el último petardo, en un
almiar de por allí cercas embutido en su saco de dormir. El cielo
era limpio y la noche clara, hermosa noche de agosto, noche de san
Roque. Arrullado por sus sueños por la bella Demetria. El Nuberu y
el Culiebre montaban guardia en aquella era de Tineo que el
peregrino pasó en un suspiro a la belle
etoile. Hay
ocasiones en las que la divinidad se nos manifiesta.
-¡Viva
san Roque!
-Y
el perro
San
Roque pensó el cronista fue además peregrino. Curaba la peste. Es
un santo que hoy hace mucha falta aunque su nombre ya no figure en
los misales ni las epactas. Fue suprimido por anacrónico en el
último concilio. Da igual. En su honor se sigue bailando en corro
la danza prima que es un baile mágico, de mucha hermandad y muy
erótico. Que evoca los tiempos en que éramos un pueblo total en
que nos amarrábamos de la mano unos a otros. Todos nos sentíamos
participes, miembros de un solo afán, adscritos a un grupo y
pertenecientes a una comunidad. Hoy nos sentimos muy demócratas y
miramos a nuestro prójimo con agresividad. Habla nuestra lengua sí
pero acaso sea un extraterrestre. A veces nos preguntamos si esto
es vida, si este aire que respiramos es real. Se lo pregunto a mi
ángel de la guarda que esta noche se llama Vitines. Lo he conocido
en el chigre después del baile de candil. El ángel de la guarda y
de la literatura esta noche se llamaba Vitines. Extendía su espada
hacia una lejana estrella donde Alejandro Casona el admirable
montaba guardia en la más alta estrella escondida y lejana. Velando
estaba el poeta de Besullo a los luceros.
BIENVENIDO
MR. MARSHALL. WELLCOME GONDOLEZA
Cuerpo
de gacela y una cierta sonrisa entre las cortinas de unos buenos
piños la cara amable y humana del adusto ceño que frunce Bush y
sus señores de la guerra Condoleezza esa...esa digo Rice viene a
Madrid. La verdad es que se trae un aire a Loretta King la viuda del
mártir de la segregación racial. Mis bondadosos lectores no saben
lo que era aquello. Me estoy refiriendo a Alabama años 60. El
ghetto. Escuelas autobuses y hospitales y por supuesto iglesias
(allí nacieron los espirituales y los blues del sur, cada oveja con
su pareja, y cada gallo en su caponera. Y, si lo supieran, se iban a
enterar de lo que vale un peine. El mundo sigue adelante a marchas
forzadas paso adelante dos atrás. A los nostálgicos del aznarismo
que están impregnando la vida española de una filosofía de cloaca
y de un lenguaje duro de sofismas, entelequias, tautologías y
argumentos ad hominem aunque no digan palabrotas pero su corazón es
una sentina del revanchismo y el odio convendría recordarles la
teoría de Demócrito. Nadie se baña dos veces en el mismo río, la
guerra fría del pasado se desvaneció en las brumas del futuro, el
general don Vernon Walters que en paz descanse ya no escribe en el
NYT pero aquí vuelve no sé porqué la caza de brujas y el deseo de
barrer rojos debajo de la alfombra. ¿Dónde están los rojos oiga?
Ha caído el muro de Berlín. Otros muros se han levantado, sobre
todo, muros y barreras de incomprensión y de estulticia, el peor
enemigo el peor de todos, en los corazones
Una
vez me hice un costa a costa y por equivocación o porque era mayor
mi ingesta de cerveza de lo habitual me equivoqué de puerta en los
infames WC de una gasolinera perdida en Dixie Land y fui a exonerar
mi afligida vejiga a un “gents” sólo para negros y por poco me
pegan un tiro. O
yes I had a dream.
Era la frase y el gesto de Martín Lutero King por todo el país en
las marchas de los derechos civiles. A él lo asestaron un tiro como
se lo dieron a John y a Bob y a Lincoln. Pero dicen que las sangres
de los mártires son semilla de cristianos y la de aquellos hombres,
americanos de pro, germinaron la amapola de una cierta tolerancia.
Wellcome Condoleezza (vaya nombre, que suena a góndola y a
tarantela de galfonieri enamorado, que fueron a ponerte hija pero es
cierto en los suburbios de Chicago los padrinos no se andan con
remilgos a la hora de cristianar en la capilla bautista a una
cristiana nacida de nuevo, born
again).
Esta señora es un emblema de los pasos gigantes que ha dado
aquella América del profundo sur.
En
las noches de la iguana de calor y desazón un vaso de güisqui al
lado de la mecedora y sobre el regazo el Colt para espantar
murciélagos o cazar brujas o cazar negros, don William radiografió
aquel país, aquella pesadilla desde su prosa entablillada sobre
las cuartillas empapadas de alcohol y desde el bamboleo de la
mecedora. Mucho cambiaron las cosas desde entonces hasta este
complejo mundo que vivimos recién amanecida la aurora del siglo
XXI. Yes,
I had a dream.
Y
toda esa desazón racista de violencia que dinamizan las novelas de
Faulkner vuelve a hacer acto de aparición: las rampas de misiles en
Chequia y en Polonia o la amenaza de un ataque contra Teherán o los
cadáveres que a todas horas nos ponen sobre la mesa; con tanto
muerto de por medio y con tanto cadáver ambulante no se puede
seguir adelante pero habrá siempre que buscar una salida, no
echarse al surco.
Lenguaje
de frontera pero es así como se fraguó aquel país. La ley de la
supervivencia y en Nueva York sobrevive sólo el más fuerte o el
que consigue adaptarse a los nuevos imperativos del medio. Nadie se
baña dos veces en las mismas aguas. No. Después de todo se sienta
en el Departamento de Estado una negra. Una tataranieta del Tío
Tom, fruto de la manumisión esclavista, preside uno de los mayores
centros de poder de la tierra. Verdaderamente, en este caso se hizo
carne de profecía el aforismo de que USA is
the land of opportunity.
La inteligencia y el valer- y dicen que su mente trabaja con tanta
rapidez y acuidad como el disco duro de un microprocesador- no hacen
distingos de edad, sexo o color de la piel.
Algún
día podrá alcanzar la Casa Blanca una mujer. Yes
I had a dream.
Lutero King no derramó su sangre en balde. Habitualmente la
cancillería norteamericana estaba en manos de los llamados whiz
kids
o superdotados. Todos clonados. El mismo rostro, idénticos gestos
un lenguaje común, y hasta una misma dieta la del astronauta para
deshacerse del tejido adiposo inútil, cuerpos elásticos, talles
cenceños (Brown, Weinberger, Schlessinger, Foster Dulles) que
parecían hechos a la medida y cortados por el mismo patrón. No
parecían humanos sino robots. Aunque hubo algún anglo como Clark
el gobernalle del State Department estaba en manos de judíos de
origen alemán. Cyrus Vance, un elegante wasp de Harvard, todos los
demás formados en politécnicas, fue una excepción.
Kissinger,
el más conspicuo de todos, hablaba y pisaba con pies de plomo, paso
a paso, step by step, de secretario volante. En sus circunloquios se
refería al efecto dominó porque encriptaba la idea de que iba a
caer el muro de Berlín y el que avisa no es traidor; y se cabreaba
muchísimo cuando le decían que hablaba con cerrado acento alemán,
asustado tal vez de su pasado, y la verdad es que pensaba en alemán
aunque se expresara en el midwest English con acento bávaro.
Esta
merma le hizo odioso a muchos periodistas pues se decía que el
bueno de Henry era algo gafe. Recuerden el abrazo de la muerte a
Carrero, de Makarios, de George Pompidou, y el finiquito que supuso
su gestión durante el Watergate para Nixon. Hasta tal punto que a
veces cuando iba a un país el personal se abstenía de darle la
mano por sí las moscas. Sus conferencias de prensa ofrecían claros
en filas y bancos pues muchos periodistas nos absteníamos de
asistir a ellas por si acaso.
Ese
no parece ser el caso de Gondolezza Rice quien también es el rostro
humano con faldas pero no a lo loco de la Administración Bush y su
apafuegos oficioso, una cándida paloma en medio de un corral de
halcones y ese sector armamentístico en el que Dick Cheaney se
sitúa como gran caporal. Nada tiene que ver con su predecesora
Magdalena Albright mal hablada y contumaz. Sus cojones, si es que
los tenía y no ovarios, poniendo sobre la mesa, estuvo a punto de
provocar una guerra nuclear al final de la guerra fría, fue la que
dio la orden de bombardear Belgrado. Ni con la Dama de Hierro. Ni
con Golda Meir. No. Gondolezza es fina como su tipo, sonríe gélida
con esos sus dos paletos de Miki Mouse y pisa fuerte, una
negociadora hábil, pertenece a la gran escuela diplomática de
Columbia, puño de hierro con guante de seda, desde luego.
Es
una máquina fría e impersonal. Nada de gafancias aunque yo que el
presidente Zapatero estaría en guardia habida cuenta de lo
alborotado que anda este cotarro contra esta jauría de perros
rabiosos buscando las partes blandas del presidente, que es un tío
valiente, y de León, y todo un líder, precisamente lo que a esa
derechona mostrenca le falta y pueden darle una dentellada; al fin y
al cabo este es un país cainita, no tiene un sentido ni una moral
de Estado, ni una leal oposición porque les falla el olfato de la
democracia. Mire, mire, ése es el que no se levantó en el desfile
al paso de estrellas y barras, duro con él. Todos estos están
llamando a su primo el de Zumosol. Se desgañitan, piden árnica.
Profesan un pro americanismo feroz de palomitas de maíz, del pavo
del Día de Acción de Gracias y siguen cortándose el pelo a
cepillo por la moda de los sesentas, parece se han caído de un
guindo, cornflakes al desayuno y comida rápida.
Los
corifeos de las ondas se desgañitan en una histérica campaña de
insultos contra su señoría que hay orquestada toda una campaña de
acoso y derribo. A veces me pregunto si no habrá resucitado
Goebbels o si anda por ahí Lord How- How haciendo radio desde una
emisora clandestina de Londres. Veladas amenazas, bélicas
proposiciones. Hay una derecha ersatz - son tapados y sucedáneos
que esgrime la razón española en justificación de sus desazones
pero está visto que España les importa un ardite- que ha escogido
a ZP como cimbel de sus desfogues. Para ellos la política es un
duelo entre gladiadores. Por eso tantas cosas en este país andan
tan a cara de perro. Echan mano del agravio comparativo, le mientan
a uno la madre si no piensa igual que ellos. Vea, compre y compare:
Sarkozy. Otro emigrante que ha alcanzado las alturas del Elíseo.
Muy bien cuanto me alegro; encantado de haberle conocido pero
Francia y España nada tienen que ver. Son la curva y la línea
recta en un mismo ensamble. La trigonometría de Descartes y los
senos y cosenos de Montaigne poco casan con la Metafísica de
Francisco Suárez. Aquí somos culteranos, también conceptistas y
vamos a nuestro aire.
Aquí
fueron siempre las tres unidades de Racine odiosa cosa. Nos repatea
la grandeur y cada uno va a su bola hablando mal del prójimo y
despellejando su propio país, algo impensable para un gabacho.
Sarkozy. Bien. ¡Pues vaya un modelo que me propone! Tiene un cierto
aire de falso Napoleón. Será por la napia, y todo en él es un
sucedáneo y Francia es un polvorín, cosa que siembra inquietud
entre los politólogos norteamericanos. Y la política, eso lo saben
Gondolezza Rice y José Luis Rodríguez Zapatero no es más que el
arte de lo posible. Una está haciendo de bombera de las
extralimitaciones internacionales de Bush y el otro tratando de
encontrar compostura para los desmanes de toda una generación
esforzada en el desmembramiento del estado español- mala herencia
recoge- evitando corra más sangre en el Norte y de reconciliar a
los españoles.
Zapatero
es un soñador. I had a dream pero los sueños pueden venir bien en
política. He aquí el tenor de algunas de sus propuestas. Que Miaja
aquel jovial general carbayón al que llamaban “Pepín el
decidido” porque era un ovetense al que no le faltaran redaños
encuentre un lugar al sol en la historia militar española y una
vitrina en el museo del Ejercito porque era tan africanista y tan
español y tan patriota como el que más o como los pudo ser
Franco, que se repare a todos aquellos españoles que lucharon por
una causa, justa o no, y que perdieron y tuvieron que emprender el
camino del exilio, recoger sus bártulos, hacer de tripas corazón y
como dice el Clásico tomaron sus huesos todos los que hubieron y
con ellos fueron por Castilla y así la defendieron. Es el lenguaje
del Cid. Otro trastejado.
Don
Claudio Sánchez Albornoz nos dijo una vez en casa de Mariano
González Aboín, su sobrino al que los rojos le fusilaron a su
padre militar, y a al historiador y profesor eminente le mandó el
Dictador para Buenos Aires Franco, que nunca perdonaría a los
azules el que profanaran y destruyeran su biblioteca. Es el
santuario de un escritor, sus queridos libros y papeles verlos
dispersos le causa un dolor de muerte porque en ellos está
enterrado todo su alma y afán.
Pues
bien yo entiendo las vacilantes tentativas de la memoria histórica
de ZP como un acto de reparación hacia todo aquel dolor, todo aquel
exilio, toda aquella sinrazón. Es un lenguaje asimismo que
entienden perfectamente en el Departamento de Estado. Verbigracia,
allí se tributa honores de héroe de la patria al general Lee
habiendo sido un rebelde y un perdedor en su guerra civil. Por otra
parte, nuestro presidente no le ha dado quebraderos de cabeza a la
Administración sin llegar al colaboracionismo servil de su
predecesor- el que no se levantara del asiento al paso de la bandera
americana no es más que pura anécdota a lo mejor estaba cansado o
no se enteró bien del protocolo- en el dialogo entre palestinos e
israelíes su alianza de civilizaciones ha servido para tender
puentes en lugar de destruirlos sobre todo en el acercamiento del
Turco a Europa. Todavía mucha gente se pregunta si será hacedero y
viable el dialogo con el islam que ha de hacerse desde parámetros
laicos y desde la libertad de conciencia personal y no desde el
confesionalismo.
Su
política con Marruecos donde los americanos no quieren
interferencias -con el reino alauita tiene firmado Washington el más
antiguo tratado de amistad estampado por el primer presidente de los
Estados Unidos- ha sido equidistante lo que es muy de agradecer
porque el país norteafricano donde se ha derramado tanta sangre
española es un terreno acotado de la política USA. Los americanos
organizan su política en Europa a través de esta lealtad alauita
por un cabo y por otro y por otro apoyándose en su bulldog o
guardián fiel de sus intereses que son los brits. Inglaterra se ha
convertido en su aliado de primer rango. La Casa Blanca tiene hilo
directo con Downing Street. Blair y Bush han tocado un dueto durante
bastantes años. Sin embargo, en esa música empieza a haber
desacordes, suenan algunos gallos. Debe de ser que hay alguien que
desafina en la orquesta. Por otro lado la gestión de la
Administración Zapatero no supuso riesgo a la estrategia
occidental. No ha nacionalizado la banca por ejemplo ni tuvo roce
alguno con los concernimientos yanquis aquí. El caso Dolphi me
dirán. Las reclamaciones al maestro armero. Lo que es bueno para la
General Motors es bueno para los EE.UU. de América. Los
trabajadores de esa empresa de fabricación de componentes
automovilísticos afectada por el cierre no debieran dirigir sus
reivindicaciones contra Chavez ni meter bulla en Sevilla sino de
protestar en Madrid. Oiga doña Gondolezza por qué nos deja a más
de mil y pico familias en la calle y casi media Andalucía a la luna
de Valencia. Pero aquí como vivimos en la cultura de la queja
rebozada en demagogia la culpa de todo lo que nos pasa la tiene ZP.
Ya digo lo han escogido de cimbel. Es el chito con que algunos
juegan al tango. Irresponsabilidad y poca reflexión española.
Por
otra parte la secretaria de Estado llega a Madrid después de un
encuentro delicado con Putin en Moscú. La política del actual
mandatario de la Casa Blanca hace aguas en Irak y suenan clangores
de guerra del clan armamentístico encabezado por Cheaney para
bombardear Irán de una forma selectiva como en la crisis de Kosovo.
La invasión israelí del Líbano ha llenado el aire de
interrogantes en el propio Israel donde se cuestiona la alacridad
con que Olmert dio la orden de hacer rodar los tanques y este último
país tiene enfuriadas a gran parte de las cancillerías europeas
con la judaización de Jerusalén.
La
Ciudad Santa ha dejado de ser cabeza de las tres culturas de las
tres religiones como lo fue Toledo en la antigüedad. El siguiente
paso puede ser la reconstrucción del segundo templo con lo que
quedarían prácticamente descartadas las otras dos religiones del
Libro y que honran por padre a Abrahán. Madrid debía sacar alguna
contrapartida de la debilidad de la política exterior
estadounidense por ese cabo. Capitulo de terrorismo. ZP ha sido un
negociador brillante por ese cabo aunque con sus mermas y con las
interrogantes que pueda plantear el futuro pero el término
terrorismo no es unívoco en Washington y en Madrid. Lo que allí
significa una cosa. Aquí se refiere a otra. Nada que ver Alicaída
ni con ETA ni con el de los provos del Ira quien por cierto acaba de
deponer las armas y, salvadas las diferencias, pueden ser un
referente de pacificación digan lo que digan las martingalas. Es el
signo de los tiempos: la reconciliación. Por ejemplo, la iglesias
ortodoxas rusa del patriarcado de Moscú y la del exilio zarista
acaban de firmar un abrazo de Vergara habiendo sido antagónicas. Y
aquí nadie lo comenta. No nos enteramos. Vivimos sumidos en
nuestras propias broncas y mirándole al vecino su hoja de parra a
ver si deja los huevos al descubierto. No es eso. No es eso. Así
que bienvenida, doña Gondolezza.
¿Leche
en polvo? Ni hablar. ¿Queso de bola? Tampoco; todas las tardes de
mi infancia adolescencia los tuve para merendar. Y de antiamericano
menos. Todavía recuerdo con emoción a aquel vecino que te llevaba
una tarta cuando eras nuevo en una barriada. La buena gente
ordinaria que sufre y trabaja y que ignora lo que no le interesa.
Que sabe poca geografía. Muchos no sabían ni donde está España.
¿En algún lugar de Europa? ¿Sí? Pero tengo algunas reservas
sobre los tan cacareados tratados de amistad. América no tiene
amigos vengo a repetir. Sólo intereses. A los dictadores (Somoza,
El Cara de Piña-con Fidel no han podido- Strossner, Pinochet, el
Sha, Jomeini y el propio Sadam que acaba de columpiarse en la horca
y fue su aliado en la guerra contra Irán) luego les dan la patada.
Ser amigo de los Estados Unidos a veces no quiere decir nada. Es
como tener un tío en Alcalá
En
mis tiempos, mucha leche en polvo y queso amarillo y armamento viejo
de los desechos de la guerra de Corea nos daban. Estuvimos largas
horas esperando a Mr. Marshall pero luego va el tío y cruza el
pueblo en aquella limusina de color negro a toda marcha como en la
película de Berlanga. Pasó de largo. Nos dejó con la palabra en
la boca... Americanos, os recibimos con alegría.... y Manolo Morán
y Pepe Isbert lanzando una arenga desde el balcón consistorial.
España siempre tuvo la sangre municipal y espesa.
Que
por cierto algunos panolis quisieron que la censura metiera mano a
la secuencia lo mejor de la película: cuando la dichosa banderita
de marras se la llevan las aguas de un arroyo boñigas. Algunos se
sintieron ofendidos como si se hubiese pisoteado el templo de lesa
patria. Fueron con el cuento al General y éste, que era hijo de un
héroe de Cavite donde los gringos nos dieron caña, y que había
leído a Insua otro gallego como él y mucha cachaza testigo de
cargo del Remember the Maine, y que a estas cosas de las banderas no
les daba demasiada importancia les mandó con cajas destempladas.
Archívese. Tampoco es para ponerse así.
-Aquí
somos españoles ¿No? ¿Y con sentido del humor? Pues archívese.
BUENA
ORINA BUEN COLOR
Ya
ha florido mayo, título para una gran novela de un novelista de la
escuela andaluza, ahora olvidado siendo valioso, Alfonso
Grosso.
Unos van con flores a María [es un símil porque los mayos de ahora
traen bombas bajo la chilaba, la gente anda aterrada y cuerpo a
tierra, y entre flores y rosas Su Majestad es coja, y espían las
merdellonas, bajan con los cubos de la calumnia oliendo a sudor y no
se cambian la camisa, tusonas y fregatrices, da consignas don
Bigbroder
el de la voz gorda, corren por la TV gigantes y estafermos que vivir
es un sin vivir, una eterna paradoja, el personal se vigila a la
rebatiña, dietas para adelgazar, buenas andan las comadres] y otros
preferimos entonar el romance del Prisionero. Siempre vivimos
emparedados en la cárcel del amor y por un supuesto lean:
“Que
por mayo era por mayo/ cuando hace la calor/cuando los enamorados
van a servir al amor/ y yo triste y cuitado yago en aquesta
prisión...la la la larala/ que no sé cuando es de día/ni cuando
las noches son/ sino es por aquella avecilla que me cantaba al
albor/ Matómela un ballestero/. Déle Dios mal galardón... La la
laralalá”
Oigo
el crujir de las cadenas. El estallido de los cerrojos. Los manojos
de llaves del Cerbero que vigila. Siempre en capilla. Estamos en
capilla. Al nacer se nos condena a todos a muerte y eso muchos no lo
saben. Pertenecen al cupo de inmorales ilusos que piensan que se van
a quedar aquí para simiente. Los vigilantes de la parva nos
escrutan con mil ojos de Argos. El personal no hace nada, está
desorientado y tales desasosiegos determinan que ande la red cargada
de electricidad. Son duros de oreja y el corazón hanlo de pedernal.
Les cantas las cuarenta y se cabrean. Se rasgan la vestimenta y
exclaman: ¿Quién? ¿yo? Sí, tú, mosquita muerta. Hay mal
ambiente y no debía de haberlo. Echan las culpas a un zapatero pero
este hombre en política hace su trabajo. Obra prima. Buen trabajo
mientras los otros andan sumidos en la cultura de la queja,
quejicas, ¿qué hay de lo mío?, yo me mato por mis garbanzos ¿No
serán ellos los remolones? ¿Los sepulcros blanqueados? ¿Los
insolidarios? ¡Oh qué tiempos más interesantes!
-
Mientras dure, Ejusmodi....
-
Sé por donde vas, Verumtamen, pero qué bonita canción esa del
romance del prisionero. Un poco triste la verdad y melancólica
aunque de menos nos hizo Dios. Una pena que los jovencitos de hoy
ahora desconozcan el romancero.. Andan los tiempos muy alterados con
esto de la política. Pero tras de tiempos vienen tiempos y eso es
también del romancero
Serán
carne de cañón o usuarios del verdugo que anda por ahí en la
ronda de las celdas. Centinela alerta. Literatura carcelaria siempre
excita mi compasión y existe una gran novela río de Eduardo
Zamacois que cuenta las desventuras de los penados en San Miguel de
los Reyes. Eso era un convento del cister y la desamortización del
1833 lo convirtió en uno de los penales más temibles en la
Península. Se llamaba la obra que me causó impresión cuando la
leía hace como diez años Los
vivos muertos.
Tomás Salvador escribió otra epopeya memorable en Cuerda
de presos” y
otra Cabo
de Vara.
Por temática, el Hacho. No llores niña no llores no llores que yo
no lloro aunque me lleven a Ceuta a pelear con el moro. El sufrido
pueblo es sabio y tuvo que aguantar prisiones, tiranías y
arbitrariedades. Aquí por menos de un ardite te meten en cintura y
acabas arrastrando cadenas entre bretes y grilletes. Dios no lo
permita. Propugnan la caza de brujas, Macarthy resurrecto. A veces,
la cárcel ha sido morada pasajera o definitiva de todo gran
español. Pero ¿a qué no acaban en la trena los mediocres? Pues
no. Más bien no. Y los machacantes del esbirro siempre hicieron
carrera. Déme usted un cigarro. Ese pensamiento se me atraganta.
Quiero pasar humo. Nos vigilamos unos a otros. Hay por ahí
esparcida mucha madera de inquisidor y la red es el tornavoz de
mucho escritor diletante y deprimido. Se observa al personal pero
con eso no hay cuenta, Verumtamen. El arte de contar es la maula de
fingir. Uno parece que está detallando su autobiografía y lo que
está haciendo es atisbar la reacción del otro por un ventanuco.
Buena orina, buen color y tres higas al doctor. Ponemos en pepitoria
un corte de manga y parece que acabamos de dejar nuestra alma
cubierta de abrojos y sangrante entre las zarzas. Qué va. Solo es
un truco. Escribir es seducir y hasta cierto punto engañar contando
mentiras piadosas, En todo escritor subyace un buen impostor. Bonita
forma de hacer tururú. No me vengas con monsergas. No me gusta
Voltaire pero tiene algunas máximas aprovechables como cuando
espetara que las palabras se esgrimen para ocultar los pensamientos.
Sirven para esquivar los golpes y son coselete en la taleguilla
para burlar los derrotes de mihuras astifinos que corretean por el
albero y andan a cornadas cuando uno menos se lo piensa y ayudadme
zancas que en esta vida todas son maulas.
¿Entonces
escribes para hacer tururú? A veces. Nada más razonable que un
corte de manga a tiempo. Los romanos en estas ocasiones se colocaban
un humeral sobre la chepa al que llamaban la indutia.
Los padres conscriptos confiaban a esta prenda talar el cuidado de
sus personas contra los gargajos que les escupía la plebe
disconforme en el foro. Eso, los senadores que los militares
portaban el gladium
y a ellos no les escupían, por si las moscas, pues menudos eran
los decuriones, desenvainaban a la primera de cambio y el
paludamentum
o capote de guerra para arrebujarse contra el relente de las
madrugadas, los juegos duraban dos días y hasta una semana. Y con
ellas se presentaban en el circo a ver pelear a los hoplomachi
o gladiadores reciarios (peleaban con red) y andabatas (con casco).
Roma y la vida política eran un espectáculo y lo que la chusma
quiere. Panem et circenses. Y lameculismo. Mucho lameculismo.
Halagos. Lisonja y jabón
Así
no murmuraban ni entraban en contubernios contra el emperador..
Cuando yo llegué de Nueva York después de haberme partido el pecho
por mi país con razón y sin ella fui recibido con un gracias por
los servicios prestados y ale usted es uno de tantos, la gente va a
su rollo, es insensible para vibrar ante las issues
(temas) del patriotismo como pasa en Inglaterra, Estados Unidos o
Francia. Yo me sentí un poco como aquellos soldaditos de Mola que
regresaron a Larache después de resistir diez meses en un blocaos
de Dar-Akoba, diezmada la compañía y después de pasar gurruminas,
se preparó un desfile militar y no asistió nadie. Los pobres
sorches se sintieron desolados ante esta incomprensión de la
retaguardia ellos que se estuvieron batiendo el cobre en la
vanguardia. Paso y por partes. Escarbe. Haga memoria. Navegamos ya
en aguas válidas. Ya no son caballeras ni pujan en torrente. El
tiempo, sin embargo, anda un poco revuelto. Para esta época vienen
fenomenales los cocimientos de genciana. Pueden ayudar a algunos a
combatir la depresión. Otros pacientes de estreñimiento crónico
se hinchan a Evacul
la aspirina contra el estreñimiento pero van al baño y se
sorprenden de obrar cagalutas y pedos de conejo, el vaso de su
dentadura postiza montando guardia toda la noche en la taza del
retrete esbozando una sonrisa macabra que anticipa la calavera.
Cagan poquito porque su amo no les quiere mucho que mucho te quiero
perrito mas de pan poquito o excretan ladrillos. A esos hay que
decirles que si quieren pan vayan al batán que allí un perrito que
caga poquito le alcen el rabo y le den un besito. La envidia es
causa de su estreñimiento mental y a causa de ella les llevan los
demonios. Pero, no hay que preocuparse: ya se les pasará. Pues vale
pero no cante usted muy alto ese bello romance no vaya a despertar
usted a los carceleros que son legión aunque no lo parezca en esta
época de derechos humanos hay manga ancha para algunas cosas pero
para otras cosas que uno considera leves o un simple ejercicio de la
libertad de expresión son implacables y si las dices puedes acabar
en la trena. De hecho no somos muy libres. El andamiaje está
montado sobre las varas de medir y las vigas del miedo. Llama a
seguridad. Que vengan los lictores. Y es con el látigo del terror
con el que se tiene dominados a los pueblos. Es por esto por lo que
se les ha declarado la guerra a las ideas y pensar por tu cuenta
puede ser un delito. No. No quiero cantar las tristes estrofas del
romance del prisionero que yo recuerdo haber oído interpretar a
algún rabelista que se acercaba al baile en las fiestas de mi
pueblo.
-A
buen entendedor..
-¿Cuál
es entonces la solución?
-Fray
Jarro
EL
DUQUE DE BORBÓN HONRA SU ESTIRPE
Luis
Alfonso de Borbón, el hijo del Duque de Cádiz, honra a su estirpe
y mantiene la serenidad en estos tiempos difíciles. Contra viento y
marea y pese a las tragedias familiares que han rondado su vida (la
muerte de su padre y su hermano, que aparecen en esta foto tomada
por mí en 1981 en el Valle los Caídos, en circunstancias
misteriosas, aun no aclaradas del todo, ni la una ni la otra porque
a medida que pasa el tiempo crece la sospecha de conspiración, y el
hostigamiento contumaz que realiza contra su madre la prensa de la
entrepierna aunque ella demuestra pese a sus líos de alcoba ser una
Franco, una señora, que se ríe de tanta estupidez programada,
saliendo a campaña de infundios contra su abuelo, (Maricarmen no es
la Belén Esteban por mucho que os corroa, malsines) ha defendido
también a su bisabuelo.
Dios
bendiga al hijo de tan alta señora y por cuyas venas corren sangres
de los Franco empapadas de amor a España.
Toda
una soez orquesta de voces desentonadas hizo acto de presencia
contra la familia del Duque de Cádiz
.
EL
GRECO. EL DIVINO SEPELIO DEL CONDE ORGAZ (apuntaciones para su
centenario).
Dado
lo cargado y la crispación del ambiente y como dicen que es llegada
la hora de la bestia y el funeral para nuestra patria, marché la
otra tarde a Toledo y me planté ante el insigne lienzo en el cual
está encerrada buena parte del genio singular de lo español y al
regreso me senté a escribir con calma, mucha calma, mi alma
sedienta de belleza y tratando de evitar las contiendas que nos
afligen pues ya los pasos de la aurora andan pisando la incierta luz
del día y a batallas de amor campos de pluma que decía Góngora
que equivale en poesía a lo que era el Greco en la pintura, quiero
decir: un genio. El genio de los genios. No estaba ante un cuadro
sino ante el molde de un enigma. Allí pasé dos horas de la tarde
dándole a la cometa de mis sueños.
“Tal
galardón recibe quien a Dios y a sus santos sirve”. Esta frase
murmurada entre dientes por los prestes que ofician las exequias,
san Agustín revestido de capa pluvial y mitra de obispo y san
Esteban con la dalmática diaconal, sirve para poner música de
fondo a la escena que da marco al entierro del conde Orgaz, lienzo
donde se estampa con auténtica veracidad una de las páginas más
realistas de la historia de España y un cuadro de costumbres. El
Greco junto a Velázquez es pintor poco decorativo. Ambos buscan el
alma de las cosas y su arte es el arte de la síntesis. Con tales
mimbres que servirán de materia prima de lo sublime [una leyenda
local consistente en las mandas que dejara a una iglesia de la
ciudad, la de santo Tomé: unas cántaras de vino, unas cargas de
leña, unas hogazas de pan a los pobres, y algunas monedas para
misas gregorianas] se enhebra el enternecedor milagro. Existe de más
de eso una gran familiaridad con la muerte, de acuerdo con la
mentalidad de la propia época, y la necrofilia de una monarquía
como la de Carlos V quien en los últimos años de su vida en Yuste
gustaba de asistir a la celebración de sus propias exequias, sin
que el gesto tuviera nada de macabro; antes bien se veía como lo
más natural del mundo. Allí estuvo, nada más y nada menos que fr.
Bartolomé Carranza, dominico, que luego sería primado de Toledo
durante un año hasta que le echasen mano en Torrelaguna los
corchetes del santo oficio que lo incriminaron de herejía por un
cierto catecismo que había dado a la estampa en Flandes y por sus
conexiones con Carlos de Seso, el fautor del luteranismo en España,
un italiano que fungía como corregidor en Toro, y los conventículos
reformistas de Sevilla y Valladolid.
Así
se las gastaban entonces. Eran los tiempos recios a los que alude
santa Teresa en sus escritos elípticos, y los difficilia
habemus témpora
de Luis Vives. Toda esa reciedumbre, esa tortura de una época
cuando temas como la existencia del purgatorio y la teología de la
justificación por la fe eran de tanto monto, pues hasta las
verduleras en Covent Garden y en Zocodover, duchas en teología,
debatían con tanto ahínco esos temas como ahora lo hacen nuestros
contertulios de la radio sobre la guerra en el Golfo Pérsico, el
sexo con garantías o la violencia de género, sujeto muy del agrado
de los articulistas en sus coloquios tribunicios. Al socaire de
estas cuestiones sobre la vida futura, el fin del hombre, sus
relaciones con la divinidad, plasmadas en las fimbrias de esas
casullas que con tanto gusto pinta el Greco con su arte minucioso
aprendida en el trabajo de los artistas de iconos orientales, los
cuerpos pierden peso en sus magníficas producciones para dejar que
se alcen hacia arriba, la mirada transfigurada, los espíritus. Son
en él recios los trazos, espectaculares las caras iluminadas por
una luz que emana de adentro.
Parece
extraño que en este tiempo tan iconoclasta como el nuestro pueda
ser entendida y admirada la iconodulía del Cretense, que, a
contrapelo de sus delicadezas y exquisiteces formales del pudibundo
recato en que va a caer la sociedad de su tiempo, sabe interpretar
en sus briosos desnudos las donosuras del cuerpo. El chipriota vive
este tiempo 1541- 1614 a caballo de los reinados de Carlos V y de
Felipe II. Es contemporáneo del concilio de Trento. Ahora se trata
de relacionar su pintura con el modernismo. Incluso, con motivo de
su exposición en la National Gallery, se ha propalado la nueva de
que su “Visión del Apocalipsis” inspirara a las “Señoritas
de Aviñón”. Ya es mucho pedir pero todo lo que sube el Greco de
cotización va en desdoro y menoscabo de la de Velázquez. Y eso,
tampoco. Vaya lo uno por lo otro pero esta prelación del chipriota
con respecto al sevillano quizás tenga que ver con los tiempos que
corren, más relacionados con las angustias y torturas, la luz
fantasmal y los desnudos deformes y hasta homo, que con la placidez
de don Diego que no se busca complicaciones en su pintura.
Al
fin y al cabo era pintor de corte, una aspiración que Domenico no
alcanzara nunca porque sus desgarradas visiones no encontraron
plácida acogida en la retina del monarca, y mira que Felipe II era
un experto en el Arte de Apeles. Pero el rey no llegó a entender al
griego que se adelantó a su tiempo. Y no es reivindicado hasta los
románticos del siglo XIX. Es sólo a principios de 1900 cuando
empieza a ser conocido y hablar los críticos de su peculiar
macropía que le hacen ver caras alargadas y el mundo irreal. Que
dos bienaventurados ausentándose por unos instantes del paraíso
bajasen a Toledo, la capital del imperio, hasta que Felipe II en
1561 decide trasladar la capitalidad a Madrid, para dar sepultura al
noble y cristiano caballero entra dentro de esa cotidianidad ante la
presencia de la muerte. Y casi se concibe como un hecho corriente y
moliente esta intervención del más allá.
En
el arte de Greco hay algo de órfico; la pintura se hace música y
es imposible entenderla sin el acompañamiento de esa gran
polifonía, como reverberando en el fondo, que engozna sus
composiciones. No hay que perder de vista este carácter que tienen
sus cuadros de “troparios” o melodía bizantina. El Greco en
este cuadro que supone el triunfo de la misericordia y del amor,
esenciales al cristianismo, pinta dos cuadros; el superior y el
inferior. Los cielos y la tierra se dan cita en el acontecimiento.
Ambos planos son estancos y para bien o para mal no llegarán nunca
a juntarse. Paradójicamente el plano terrenal gana la batalla al
celestial. El Greco pinta las cosas como son o debían ser según
los cánones del ideal platónico pero se cohíbe ante los
tremendismos y las ficciones del más allá. En eso se parece un
poco a Velázquez quien tampoco supo pintar a los dioses. Y hasta
supo reírse dellos como demuestran su fragua de Vulcano y el Baco
figurativo. Uno y otro, empero, saben dislocar el dibujo para
transmitir el movimiento de las cosas, “dando espíritu al leño y
vida al lino” que diría Góngora.
En
este divino sepelio
lo que está arriba es inferior en calidad a lo que está abajo. Es
mucho más desdibujado e imperfecto. Pues para él lo que acontece
de tejas abajo es mucho más importante que lo que pudiera dilucidar
el más allá. Sin embargo, la moderna crítica - me refiero a un
artículo de John Updike- dice que es al revés. Todas una galería
de rostros comparece haciendo corro ante los dos insignes fosores
quienes sujetan por los sobacos y las piernas al difunto amortajado
con toda la regalía. ¡Cómo brillan los aceros de su armadura! A
la vista está que por una vez el espacio tridimensional gana la
batalla al tiempo continuo. Los ojos posan ante todos y cada uno de
los asistentes al duelo. Afloran una serie de personajes que,
tristes y enlutados, hacen rueda de respeto. Muy engolados, pero
serenos. El blanco de sus gorgueras rizadas contrasta con el negro
de sus tiesos jubones. En la capa llevan algunos bordados la cruz de
la Orden de Santiago. Admirable es la técnica de paños mojados,
que acentúa la trasparencia, con la que está bordada la
sobrepelliz de uno de los oficiantes, mientras un franciscano y un
dominico rezan los responsos, y un monaguillo, el hijo del propio
Domínicos Theotocopoulos, Jorge Manuel, mira “para la cámara”.
Hay un cierto exacerbamiento de la silueta a lo que se une el
proverbial estrabismo estético de este autor. La vida no es más
que un perenne destello. Hace de preste oficiante don Diego de
Covarrubias. En la pechera de la pañosa de los circunstantes se
borda la cruz colorada de los maestres de Santiago. Ni que decir
tiene que estamos entre caballeros.
¿Podrá
haber en el mundo algo más melancólico que un entierro? Los dos
frailes explican a la posterioridad el augusto suceso sin parar
mientes en lo que acontece sobre sus cabezas puesto que ya va dicho
que el Greco, pese a ser un pintor virgíneo, lo es más de la
tierra que de los cielos. Toda su vida fue una ascensión
incandescente hacia ese plano superior, un regusto por la quimera.
Plasma el maestro con mayor acierto el cielo en la tierra que al
revés, pues su realismo no le permite transubstanciar lo que sus
ojos, poros del alma, no visualizan. De esta manera el ángel de la
guarda llevando al cielo el alma del conde Orgaz, representada en la
forma de un niño, es mucho menos creíble que las caras de los
caballeros que asisten impertérritos al desarrollo del milagro. No
cabe cosa tan extraordinaria en medio de un hecho paranormal. Tanta
familiaridad ante lo que es poco consuetudinario resulta francamente
portentosa como si los circunstantes estuvieran habituados a vivir
con el prodigio. Ninguno de ellos muestra ninguna sorpresa ante la
presencia de los dos santos bajados del cielo para hacer las veces
de enterradores. Estos son dos aparecidos y sin embargo su aspecto
no puede ser más real. Acaban de irrumpir en escena un anciano
obispo y un joven misacantano. Sosegaos. Sabe trasladar al lienzo la
España de Felipe II en plena apoteosis de una ciudad: Toledo. El
pintor, que borda primorosamente las fimbrias de sus ornamentos,
pues ni la capa pluvial de san Agustín ni la dalmática del primer
diácono dan pasmos, tampoco se sobresalta al narrar los
acontecimientos. La piedad melancólica es el hilo conductor del
suceso narrado con toda la majestad pero al mismo tiempo con toda la
sencillez. El Greco es el pintor del catolicismo universal al que
aspiró España en su siglo de oro, en el que cupieran bajo la vara
de Cristo sin exclusiones nacionalistas o chovinismos todos los
pueblos. No puede haber entonces pintor más insigne de la
ortodoxia. Que dos santos bajen del cielo para dar sepultura a un
caballero que era legatario de esos ideales de universalidad nada
tiene de extraño. La sociedad española a la sazón estaba
acostumbrada a vivir con el milagro. El Entierro es la faz
emblemática de todo aquel pensamiento. Ni ante la vida ni ante la
muerte un hidalgo español ha de perder la compostura. Dicen que el
enlosado de Santo Tomé al recibir la visita de los dos santos se
llenó de fragancias celestiales pese a lo cual todos los que
asistían a la ceremonia permanecieron quietos e impertérritos.
Entre
los figurantes estaban don Juan de Austria, Góngora, los hermanos
Covarruvias, el hijo del artista y el propio Greco que deja su firma
estampada en griego en los vuelos del pañuelo de uno de los
personajes, cabe la hopalanda.
No
es un cuadro lo que pinta, sino una idea, un estado de ánimo. Estos
caballeros, que se apiñan circunspectos con sus rostros ligeramente
buidos por la tristeza colmada de serenidad ante la paleta del
artista asisten ensimismados al portento. Héticos, silentes, con
una punta de desequilibrio en el mirar - ¿para dónde miran esos
ojos que parece que están viendo lo que acontece más allá?- los
personajes que retrata el Greco bien pudieran ser alguno de aquellos
hidalgos que vagaban por la Imperial Ciudad arriba y abajo de
Zocodover y que para disimular el hambre publicando que habían
comido salpicaban la barba de unas migajas de pan. Almas ardientes
embutidas en estómagos vacíos vivían una segunda vida interior de
absoluta indiferencia frente a las cosas de este mundo. El autor se
desentiende de su obra y el Greco tiene poco que ver con esta
austeridad. Sus biógrafos afirman que gracias a sus cuadros nadó
en la abundancia y se condujo munificente como Creso en una Toledo
empobrecida y demacrada pese a ser entonces la corte. Murió
arruinado y en la Ciudad Imperial las farras que se corrió y la
fama de juerguista, cosa que poco tiene que ver con su arte,
hicieron época. Es el pintor de cámara de la “dives toletana”iv
llevando una existencia regalada en aquel palacio de alquiler, que
contaba con veinticuatro estancias, propiedad del quiromántico
marqués de Villena, del que decían las crónicas que ni palabra
mala ni obra buena. El tren de vida y la fastuosidad del candiota,
que ganó muchos ducados con el arte de Apeles, casan poco con la
frugalidad de los personajes a los que traslada al lienzo. Todo arte
emboza ya de por sí una contradicción. Aunque el Greco se asimiló
plenamente a las costumbres y al espíritu de Toledo,
identificándose con él, vivía como un veneciano. Incluso,
contrataba músicos para que le amenizasen las comidas. Insistimos:
la música es muy importante en la pintura solemne y celeste de este
genio del cristianismo.
No
hay según eso una identidad plena entre retratista y retratados. Su
forma de pintar es una manera diferente de entender el mundo, a
través de esos semblantes con traza de llama, dotados de un
singular dramatismo escénico.
El
estrabismo estético del autor les confirma una alargadera que
algunos atribuyen a determinado defecto óptico del propio
Theotocopoulos quien, según referencias, en los últimos años de
su vida cayó en la locura. Pero tal extremo no ha podido ser
probado y contiende con la envergadura de este griego transterrado y
transtornado a Castilla que pintó Toledo como un verdadero sueño
lunar bajo una luz lívida de ocres. Parece ser que la tesis sobre
la enajenación mental del Greco se sustenta el haber pasado por la
casa de locos del hospital del Nuncio de donde extrae los modelos
para perfilar sus doce cuadros sobre el apostolado, cuadros
conservados todos ello en el monasterio de las Pelayas de Oviedo. El
Greco es un pintor de las almas y en toda alma hay un eco del
infinito que se plasma en un cierto grado de enajenación.Tuvo
infinidad de detractores. El más insigne fue el propio Felipe II,
buen conocedor del arte de Apeles y en lides pictóricas peritísimo
pero que nunca llegó a entender su manejo de los colores. Tuvo un
pleito con el cabildo de Toledo porque en el Expolio, inicio de la
pintura de la edad moderna, se resiste a pintar a las tres marías a
longe, como nos relata el Evangelio. De hecho, el propio monarca,
que entendía de pintura, pero de gustos absolutamente
convencionales, que no le permitía entender ni su estrabismo ni su
tendencia a descoyuntar las figuras, como tampoco el áspero
colorido con que formula las escenas de sus personajes atormentados
- el Greco es una sabia combinación de lo ponderado y de lo
desmedido-, mandó que fuese colgado en la sacristía del Escorial
el famoso martirio de san Mauricio y la Legión Tebana encargando
otro lienzo sobre el mismo tema y del que ahora apenas se habla a un
tal Cincinatti. Este fracaso yuguló las aspiraciones del candiota a
convertirse en pintor de cámara.
Pero
él, pintor de eternidades, nunca podría ser un pintor de cámara
al uso. No han comprendido sus detractores que era un pintor de
eternidades. Su obra permaneció minusvalorada sin un reconocimiento
categórico hasta bien entrado el siglo XX.
Domínicos
Theotocopoulos (lit.
El muy hijo de la madre de Dios) nacido en Candía en 1541 hace
honor al título de su apellido. Rompe con los moldes clásicos y ya
en Castilla abjura de su romanismo y de su helenismo para erguirse
en portavoz del tétrico y a la vez sereno misticismo hispano. En su
obra se presenta una antinomia entre lo real y lo ideal. Y pinta a
base de crueles borrones impresionistas, muy poco convencionales
pero que son de un gran efecto sobre todo en los paisajes de Toledo
bajo la luna, cuando la luz circunfleja y espectral se derrama hasta
derrumbarse sobre lo gollizos y cuchillares del Tajo. El Greco es
poesía marial, el triunfo del bien sobre las fuerzas oscuras.
Manuel B. Cossío, su indiscutible biógrafo, señala que en el
Expolio nace la pintura moderna. Hay en él un exacerbamiento de la
silueta, por lo que resulta uno de los tres grandes retratistas de
todos los tiempos junto a Leonardo y Velázquez.
Exégeta
de los paraísos perdidos viene de la filocalía de los bizantinos.
Es su obra de un platonismo excéntrico y de un cristianismo
melancólico. El Greco en España se desentiende de sus maestros
venecianos y queda transfijo ante los iconos fanariotas que lo
vieron nacer. El resultado de esta mezcla de sangres es algo
profundamente español: sus cuadros se entienden mejor mientras se
escucha en lontananza a los coros del monte Athos. Carece por
ejemplo de la desesperación y pathos del arte protestante. De
Rembrandt pongamos por caso. Desconoce, asimismo, las estridencias
de los bufones. Es un arte enteramente aristócrata, pero de un
exotismo criollo, por lo de mezcla de credos, cuasi abrazador. Hasta
en los locos del Apostolado se deja translucir un poso de cordura.
Supo pintar a los locos de Cristo. El Caballero de la Mano en el
Pecho y el busto de san Juan de Ávila refrendan ese supuesto. Arte
incorrecto que rezuma corrección. Pinta las esencias, va al grano.
Por eso se denomina pintor de pintores. De la vida del
greco-chipriota poco es lo que se sabe. Que provenía de una familia
de recia estirpe cristiana que huyó de Constantinopla el año de la
invasión de los turcos, 1453. Que antes de afincarse en Toledo,
donde se casó y tuvo un hijo, Jorge Manuel, anduvo por Italia
aprendiendo dibujo del Tizziano y de Rafael. Que supo transmitir al
lienzo toda la carga de grandeza del alma de Castilla. Que tuvo
muchos pleitos con el cabildo de la catedral, con la dirección del
Hospital de Illescas por cuestiones que no hacen al caso y que murió
en Toledo en 1614.
CISNEROS
EL ALFAQUÍ DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
Hay
tres aspectos poco subrayados en la figura y en la obra de este
titán de la historia española (y pocos tan calumniados e
incomprendidos pues el propio Cesar figuró en el cupo de sus
detractores los que no comprendieron su gigantesca labor de
pacificación y de creación de un estado). Uno fue los seis años
que pasó en Roma a la mira de un cargo. Sólo consigue buenas
palabras y unas letras dimisorias para la tenencia de un curato en
un pueblo de la Alcarria, Uceda, que le costó una temporada en las
cárceles del Arzobispo de Toledo. Aquel obispo Carrillo un príncipe
del Renacimiento protagonista activo de las guerras civiles entre
partidarios de doña Isabel y la Beltraneja debió de ser una mala
bestia. Debió el clérigo que luego se haría franciscano de
sentirse decepcionado a la vista de las corruptelas simoniacas de la
curia papal de Alejandro VI y asqueado lo mismo que Juan Ruiz el
arcipreste de Hita aquel clérigo muzárabe al que llevaron a la
ciudad eterna negocios tan temporales como era pedir dispensas del
celibato hubo de decir: “yo vi allá en Roma do mora Santidad que
todos las dinero hacían humildad”. Cisneros como el de Hita hubo
de volverse con las orejas gachas. Unos ladrones le atracan por el
camino y le quitan todo lo que llevaba excepto las cartas de
recomendación. A Juan Ruiz le aguardaban las prisiones del primado
de Toledo don Gil de Albornoz otro mitrado difícil y a Gonzalo de
Cisneros las de su sucesor Alonso Carrillo corte imperial ejercito
propio y hasta un número indeterminado de hijos fornecinos.
Entonces los obispos montaban a caballo en todos los sentidos de la
palabra pero que no se entere tu mano derecha lo que hace la
izquierda y poblaban los monasterios masculinos y femeninos y las
canonjías de bastardos y de bastardas. Otro hijo natural de
Fernando de Aragón aspiró a la mitra toledana pero ésta por deseo
expreso de la Reina Santa fue para su confesor de quien en punto a
amoríos los cronistas nunca pudieron decir ni media. Fue un hombre
austero y observante de la regla de San Francisco. No obstante y en
definitiva este escándalo que le causó la corte romana le hace
sentirse más católico y más hispano visigótico y esta fue acaso
una de las razones por las cuales quiso restaurar el viejo misal
hispano romano. Cisneros busca el arca perdida. En esta tentativa
de sustitución del rito romano por el mozárabe se ve también un
intento de reconciliación con el Islam. Este viene a ser uno de los
aspectos más desconocidos de la personalidad del eclesiástico. Se
llama rito mozárabe en honor a un rey de moro Toledo Muza Arabi que
fue muy tolerante y respetuoso con el culto de los hispano romanos
sometidos que siguieron practicando su religión hasta bien avanzado
el siglo XIII con la llegada de los almohades fundamentalistas.
Tampoco Alfonso VI mal aconsejado por su mujer doña Constanza y los
cistercienses franceses respetó la mezquita de Toledo situada en
lo que es hoy la catedral. Hechos lamentables e irreversibles de la
historia. Las flaquezas y el orgullo humano se arrogan el privilegio
de hablar en nombre de Dios cuando en verdad lo que están poniendo
en el escaparate es su propia protervia y vanidad. De cualquier
manera el cardenal nombrado regente se siente atraído por la
solución de la unidad religiosa y de la búsqueda de un
entendimiento con el Islam después de la toma de Granada. El
buenismo
de Hernando de Talavera que ya en el siglo XVI predica en pro de la
abolición del latín y quiere que el oficio divino lo entienda la
gente. Pero al arzobispo de Granada esto es a Talavera no lo toman
en serio los moriscos a los que quiere convertir. Según un cantar
de aquel tiempo los ciegos de la Alhambra “arzobispo de Granada
cara de oveja y carne de cabra pero arzobispo de Toledo dar caperuza
y hacer cristiano nuevo. Los métodos de Cisneros para la
pacificación del Albaicín eran mucho más drásticos de acuerdo
con los rasgos de su carácter de una gran firmeza pero al mismo
tiempo compasión y munificencia. Cisneros participa de la obsesión
franciscana de un acercamiento mediante el amor y la compasión de
Mahoma a Jesús. Por eso quiso irse de misionero a Berbería y por
eso planificó la toma de Alcazarquivir. Una saludadora en Gibraltar
a punto de embarcarse para tierra de moros le quitó esa idea de la
cabeza. Sus enemigos lo acusan de un auto de fe que tuvo lugar en
Granada en 1497 con la quema de unos cuantos ejemplares del alcorán.
No llegaron a treinta. Sin embargo manda recoger todos los libros de
medicina que se encontraban en las mezquitas del reino de Granada
cuyo numero asciende a más de treinta mil y los traslada a Alcalá
algunos de ellos podrán todavía consultarse en la biblioteca
nacional escritos en árabe y con caracteres cúficos. Y la quema no
fue ordenada por el metropolita de Toledo sino por un fámulo suyo
un clérigo por nombre León que más inri era de origen morisco.
Dios nos libre de la furia del converso. Este afán de unidad de las
tres religiones monoteístas es la idea motriz que le lleva a fundar
la universidad complutense. La primera piedra se coloca en 1499 y en
1508 cuando el prelado acaba de cumplir los sesenta y tres años de
edad se inaugura el curso un día de san Lucas allá por setiembre y
los estudiantes procesionan a lo largo de la calle mayor luciendo
sus vistosas becas cada una del color al colegio que pertenecen.
Estos son doce como los doce apóstoles: el de San Ildefonso, el de
San Pedro y san Pablo, el de la Madre de Dios de los teólogos,
Santa Catalina para los bachilleres en Artes, Santa Balbina de los
retóricos, San Ildefonso el de los latinos. San Eugenio al que
después llamarían de San Ambrosio y el de san Jerónimo o
Trilingüe porque se impartían clases en romance en hebreo y en
árabe. Fundó, con las mismas, un hospital para estudiantes pobres
el de San Lucas donde trabajó Iñigo de Loyola como enfermero para
pagarse la matricula en el de San Eugenio. En total sumaban 46
cátedras. El plato fuerte del menú eran la filosofía y la
teología pero en Alcalá se hace la innovación de establecer una
facultad de Medicina y Anatomía otra de Matemáticas y seis para
las Sagradas Escrituras. En sus aulas enseñaron Lebrija, el
Brocense, Antonio de Nebrija, López Zúñiga y Pinciano el divino
maestro en lengua griega y los segovianos hebraístas Alonso y Pablo
Coronel. Así como un numero indeterminado de domines que conocían
la lengua árabe a la perfección. Todo ello va dar pábulo a la
monumental versión de la Biblia políglota. España conoce gracias
a este príncipe de la iglesia una época de esplendor como no había
conocido desde la Escuela de Traductores de Toledo. Sin Cisneros
acaso no hubiese sido posible Cervantes que era además alcalino ni
Calderón ni Tirso ni Lope ni Juan de Ávila ni san Ignacio de
Loyola. Todas estas cosas me cuenta cuando me quito la boina todas
las mañana camino del trabajo y paso ante la estatua iluminado de
Fray Francisco que mira orgulloso para la fachada de la Universidad
de piedra gualda de fina labra y en cuyos modillones se encuentran
encerrados los arcanos de la misteriosa historia de mi patria. Viva
Alcalá escuela de hombres y espejo de tolerancia. Yo también soy y
me siento complutense.
La
cuarta década de Alonso de Palencia detractor y cronista de Enrique
IV
Digna
de una novela policíaca es la peripecia del manuscrito de la cuarta
década de la Gesta
Hispaniorum
de Alonso de Palencia desde su redactada por un amanuense italiano
que “fusiló” su latín porque las actas fueron recogidas de
oído hasta su entrada en el archivo de la Academia de la Historia
sito en el palacio del Nuevo Rezado, ese caserón de la calle del
León, una de las arterias del viejo Madrid donde abría sus puertas
la gran pescadería de los maragatos y había varias librerías de
lance, cerca de donde vivieron Cervantes y Lope y tuvo su convento
Tirso de Molina.
En
ella hace unos años me encontré yo una vez con mi profesor de
Arte, Azcarate y le convidé a una copa de ginebra en una cutre
taberna que debió de alarmar al viejo profesor y salió pitando. Si
hubiese sido don Marcelino Menéndez y Pelayo entre cuyas pasiones
figuraban después de los libros el orujo montañés y el anís tal
vez no se me hubiera hecho tal desprecio pero es que uno es un poco
vagabundo de las estrellas y mis singladuras por el mar de la verdad
y de la ciencia me llevan a océanos etílicos.
Los
libros son compañía y soledad pero gracias a estos navegantes de
la literatura, las bibliotecas, los archivos y los tenderetes de los
libreros de lance- el más singular el de Riudavets en Moyano en la
época que me ha tocado vivir- entre los cuales me cuento el vulgo
puede tener noticias ciertas de problemas de la historia de España
aun no resueltos. Para mí es mucho más novela de intriga este
manuscrito que el propio código D´Avinci.
Durante
la guerra de Independencia los anales de Alonso de Palencia fueron a
parar al monasterio de Montserrat y allí lo conservaron los
benedictinos hasta la desamortización de Mendizábal en que
llegaron los infolios a Madrid.
La
aldaba de la suerte estaba llamando a la puerta. Durante la segunda
parte del XIX los escritos de Alonso de Palencia estuvieron sujetos
a una profunda controversia sobre su autenticidad y si sobre era
conveniente verterlos al castellano del latín, habida cuenta de las
barbaridades contra un augusto monarca español que en sus páginas
se injertan.
A
la primera pregunta los eruditos dijeron que en vista de la
antigüedad del papel y de la letra gótico humanista dijeron que
sí, pero el amanuense que lo compuso al dictado del propio autor
era anónimo y a la segunda unos dijeron que no y otros que sí.
El
mamotreto a día de hoy sigue sin traducir. Fue uno de los pocos que
se salvó de la quema. Otras obras de este mismo autor que era un
escritor compulsivo como algunos trozos de su Guerra de Granada
quedaron perdidos. Las Décadas fueron un poco la joya de la corona
de la docta institución junto con la Gesta Roderici Campodoci o
Poema del Cid.
Don
Enrique IV vivió sólo medio siglo pero los cincuenta años de su
existencia desde 1425 hasta 1474 en que fallece en Madrid fue una
época muy interesante en los anales españoles porque representan
un tiempo de cambio que marca el fin de la edad media y el comienzo
de la moderna. Pocas figuras de la monarquía castellana por otra
parte han hecho correr tanta tinta de plumas agitadas siendo tan
vilipendiadas al propio tiempo.
Ya
apuntamos arriba cual pudiera ser la razón de tanto menoscabo y una
de ellas el haberse ganado la enemiga del pueblo elegido como
consecuencia de los desmanes acaecidos en Burgos reinando su abuelo
y los de Segovia de 1410 con el robo sacrílego de las hostias
catorcenas. Parece ser que no hubo en Segovia a diferencia de Burgos
tumultos ni asaltos a la aljama. Todo quedó en desagravios
eucarísticos y la institución de las procesiones devotas a las que
tan inclinados mis paisanos. Que acudían embelesados a escuchar los
sermones apocalípticos y antisemitas que pronunciara san Vicente
Ferrer en la iglesia del Cristo del Mercado. Hablaba en valenciano y
sus oyentes le entendían en castellano. En estas diatribas contra
judeos Dios debía de hacer un milagro.
Los
incidentes más notables fueron por este orden:
Toma
de la plaza de Gibraltar (1462) que costaría arduo trabajo y
muchos muertos. El recuerdo del asalto a Gibraltar y al fuerte de
Archidona determinarían en su personalidad de bon vivant una
inclinación a los pactos y a los consensos. Enrique IV si hubiera
vivido en el posfranquismo a lo mejor se hubiera hecho de UCD. Le
repugnaba derramar sangre, no le gustaban los extremos y ante la
infamia y el ataque frontal se observa en él una constante: la
escapada.
Se
registra la primera sublevación de Cataluña instigada por los
franceses pero ahí el que iba a ser su hermano político Fernando
de Aragón hila fino y compra las voluntades de los barceloneses
para que no se separen de la corona de Aragón y en 1463 se
decretan las paces con Luis.
Conflictividad
con Portugal y con Navarra. El monarca castellano conjura el recelo
de los navarros y de los lusitanos mediante sendos matrimonios los
cuales fueron muy desgraciados.
Revueltas
de los nobles y de la iglesia, en una crisis social que aboca a una
guerra dinástica y va a ser el germen de la sublevación de las
comunidades.
Su
reinado no puede desligarse del de su padre Juan II el cual tuvo un
reinado turbulento a la sombra del gran valido Álvaro de Luna pero
no por ello menos interesantes pues la corte fue mecenas de
artistas, poetas, juglares, pero de él heredó la medrosidad y el
carácter irresoluto y la pasión por las artes y las cosas buenas
de la vida, incluso algún que otro gatillazo.
Por
último hay que estudiar dos aspectos biológicos interesantes.
Enrique IV era hermano de un costado de Isabel la Católica y del
príncipe Alfonso por cuyas venas corría sangre lusitana, hijos
ambos de Juana de Portugal y aquel de Blanca de Navarra. La segunda
esposa de Juan II murió loca en el castillo de Arévalo a los
cuarenta y dos años de enviudar y esta esquizofrenia por la
consaguinidad viene a brotar en la mujer de Felipe el Hermoso hija a
su vez de los Reyes Católicos que arrastró una vida longeva y
solitaria en el castillo de la Mota. Otro paralelismo que ocurre es
la muerte prematura de Alfonso quien llegó a ser coronado rey con
el nombre de Alfonso XII pero no llegaría a gozarlo. Murió
exhausto después de una noche de amores e igual le acaecería a su
sobrino nieto el infante don Juan príncipe de los Reyes Católicos
en plena mocedad. La historia maestra de la vida muestra a los
hombres en sus miserias y en sus grandezas, la eterna pasión de
mandar, que promueve batallas y conjuras sin cuento, y el ardor
sexual, rueda de la existencia, sólo que en ciertos casos acerca al
hombre a la muerte. Eros y Tanatos son hermanos gemelos Es la
primordial lección que se concluye de esta apasionante y
embarullada historia que nos narra en sus anales el bueno de Alonso
de Palencia tratando de estudiar un poco la condición humana.
EL
TESTAMENTO DE DOÑA URRACA Y LA VIOLENCIA CONYUGAL. CONFESIONES UN
CURA DE ALDEA
Anduvimos
al Burguillo este fin de semana luna de lobos encinas chaparros un
almez munificente en la ribera del río que no sabemos lo que
pintaba por allá y algún espantapájaros. Se van los veraneantes y
pronto empezarán las vendimias, afila sus ojos y sus garras el
garduño, los buitres se dejan ver solemnes y silenciosos
circunvalando despectivos la vertical del aire.
El
oso busca querencia madriguera para la invernada Tierra misteriosa:
tomillares, cardos borriqueros, la genciana y el cantueso y otras
hierbas que desconozco esparcidos por la plataforma de aquella
meseta de soledades.
Por
allí pasaba una calzada romana que atravesaba desde Asturica
Augusta hasta Tarraco los costillares del macizo ibérico. Quedan
algunas lajas del viejo empedrado y los restos de una gran
necrópolis visigoda.
Aún
no han llegado las palas debeladoras del paisaje que meterán la
vertedera de sus dientes gigantes y en vez de surcos colocarán
cimientos para domar el paisaje de urbanizaciones a marchas forzadas
de ladrillo y de cemento. Segunda vivienda, casa en el campo, yo
siempre albergué un sueño y en el fondo de las aguas enigmáticas
del pantano yace con sus artes, sus aperos, sus arcas, sus llaves y
sus huertos todo un pueblo llamado Linares de donde era mi amigo
Barbolla.
La
verdad es que Madrid queda un poco lejos. Por estas lindes pasó un
día el Cid camino del destierro. Valles de Almazán, vegas de Osma,
la vieja Uxama. Soria fría, Soria, pura, cabeza de Extremadura, que
cantaba el poeta Bandadas de jilguerillos tiene querencia a la
zarza.
Por
san Frutos ya se sabe. No en vano lo bautizaron al buen godo eremita
con la sobrehúsa del pajarero. Uno se siente a gusto por estos
riscos buen tiempo de septiembre de alboradas frías pero a más de
mediodía estorba la chaqueta.
Mi
amigo Elpidio que es cura por estos contornos no diré cual pueblo y
el nombre también es fingido nos tumbamos a la bartola a tomar pan
apoyados de un codo como hacían los romanos que se derrumbaban para
comer-costumbre que aún se conserva en Castilla sobre todo en el
campo- en su triclinio y en un ahí nos las den todas le echamos
mano a unas tajadillas, un torrezno, un par de cascos de cebolla
comida humilde y sana regada con unos cuantos tiempos a la bota y de
hoy en un año.
Es
la hora de tomar el pan y aquí se está bien.
El
reloj marca las cinco y nosotros llevamos desde la salida del sol
zamarreando por estos tesos entregados a la noble ocupación de ver
pájaros, no matarlos, sólo diquelarles con nuestro catalejo y
tirar alguna placa, cámara digital en ristre.
Barzoneábamos
por los terreros y nos saludaban desde lejos las retamas y la flor
de la camamila. Tierra de pan llevar a trechos. El jabalí y el lobo
al acecho. Yo llevo un eremita en mis adentros y así se lo confieso
a don Elpidio que comprende mi asqueo de la civilización, del
tráfago, el pago de la hipoteca, los atascos y el metro y alza la
mano y señala unos gollizos que parecen la marca de un glaciar en
los bordes del inmenso lago. Allí estaban las cuevas de los Siete
Altares.
-Lo
ibas a pasar mal. Te ibas a aburrir de lo lindo. La vida cenobítica
que tú ansias no es nada fácil.
Acaba
de pasar el vilano y se dirige por la hondonada hacia Fresno de
Cantespino que es el pueblo con el nombre más bonito más sonoro
de Castilla después de Madrigal de las Altas Torres. Allí, hacia
el año 1111 vivía con su amante el Conde de Cantespín cuando su
marido legítimo vino a por ella, mató al conde y se llevó a doña
Urraca la pobre a un convento de Teruel.
Ella,
cabra que tira al monte, y cerrera de condición, se escapó del
aragonés con la ayuda de sus mesnaderos castellanos.
Hablamos
de mujeres pero Elpidio, mi compañero de terna en el seminario hace
ya muchos años, pone oídos de mercader, no suelta prenda. Ya a
estas edades... Si los curas se jubilaran a mi compañero le tocaría
dar carpetazo el año que viene pero los curas no se jubilan. Sirve
a cuatro parroquias y dos anejos. Está hecho un roble pero misar
todos los domingos y fiestas de guardar supone un recorrido de sus
buenos ochenta kilómetros entre pitos y flautas. Tiene que binar
consagraciones y ponerle mucha agua al cáliz de su sacerdocio. Una
vez, cuando iba a decir la eucaristía de un pueblo a otro, le paró
la GC y en un control de alcoholemia dio positivo. Don Elpidio le
explicó su problema; siete misas en siete pueblos, una tras otra.
-Y
a mi no me gusta aguar el sanguis. La sangre de xto. es la sangre de
Xto. y hay que apurar el cáliz hasta las heces, mi sargento.
-Pues
va usted aviado, padre. Pero siga su camino.
El
sargento de la Benemérita hizo la vista gorda y a nuestro curilla
no lo metieron en la cárcel ni le quitaron puntos del carné. Hay
escasez de sacerdotes, la juventud ha dejado de ir a misa, que en
las parroquias sólo aparecen viejos, y abunda la violencia de
género. Y como las cosas no parece que tengan remedio pues litro y
medio. Agua y ajo. Si te pega tu Paco pues agua y ajo. Ay Paco. Mi
curita tuvo que ir a poner en muchos sitios paz. Es una tarea muy
complicada y desagradable porque dos que duermen en el mismo colchón
se vuelven de la misma opinión. Mejor no interferir. De algo tan
positivo como es la emancipación de la mujer que es persona humana,
que busca su vida y su libertad, se ha derivado una problemática
que parece insoluble tal y conforme están las cosas.
-La
cuestión es insoluble pero el matrimonio es indisoluble nos decían.
Algo para toda la vida.
-También
existe en esta tierra nuestra mucho moro posesivo. Dios nos libre de
los celos de Othelo y del maté porque era mía.
-No,
no las matan por cuestión de sexo, Elpidio. Ni siquiera por la
honra a lo mejor. Las asesinan porque se ven perdidos y en la calle.
Es cuestión de pasta y de dineros. Los jueces fan toda la razón a
ellas que se quedan con todo y ellos se desesperan. El origen de los
litigios conyugales como todo tiene un matiz económico. Sin
embargo, discuten y andan a palos.
A
don Elpidio le da mucha pena que antiguos feligreses suyos buenos
padres de familia acaben en la rúa de vagamundos. Y todo porque se
llevan mal con la parienta. Tratan de meterlas en vereda pero por el
testamento y la maldición de doña Urraca que vaga por estas
tierras cuando una mujer sale traviesa no hay dios que las meta en
vereda. ¿Solución? Agua y ajo.
-No
sabes el favor que me hizo Dios cuando abracé el celibato,
Antoñito.
-Pues
sí y lo que decía don Camilo a sus guardias si no podéis ser
castos por lo menos sed cautos.
-Yo
estoy casado y me ha ido bien aunque con todo y eso tocó pasar mis
malos trances, pero en general bien no me arrepiento
Las
desavenencias conyugales son incluso en el campo no ya meramente en
la ciudad una pandemia. Ha caído una estructura. Se acabó una
forma de vivir y abre sus batientes el portón de una nueva era.
Está claro que la mujer tiene derecho a su libertad, no vale aquel
prejuicio de la pata quebrada atada a la mesa y en casa como
pretendió hacer Alfonso el Batallador con doña Urraca. Hoy las
mujeres salen. Son más independientes. Eso es de cajón y en ese
cajón puede que también esté metida la Iglesia. Que tendrá que
andar lista, reformar su estructura ni meterse en berenjales. Los
patrones medievales no sirven. Uno visitando estos riscos, y todos
estos pueblos románicos que vivieron a la sombra despreocupada de
un campanario durante milenios, tiene ese barrunto. Que faltan curas
es un secreto a voces y que, si esto sigue así, muchas iglesias de
Castilla, Andalucía, Asturias, Aragón, León, tendrán que echar
el cierre. Por agotamiento de la raza. Que una institución tan
veneranda como es la familia, tan arraigada en España, pues nuestro
país tiene una constitución tribal, dé en quiebra traerá
aparejado que se cancelen muchos templos. Don Elpidio y yo hemos
sido testigos de este cambio que hará cosa de medio siglo nos
parecía inasumible.
-¿Sabes
quien era doña Urraca, Elpì?
-Pues
que ha de hacer. A los moros por dinero y a los cristianos de
gracia.
-
Hay que ver. Los curas estáis en todas. Eso es con lo que amenazaba
a su padre Fernando I de Castilla cuando hizo las particiones del
territorio. Meterse a puta si no le daban una hijuela con más
garantías.
-Le
tocó Zamora la bien cercada. Por uno la cerca el Duero y por otro
Peñatajada.
Mi
amigo Elpidio que ya nos sorprendía en el seminario cuando era
capaz de soltar una tesis de Aristóteles en latín sin perder el
huelgo. Tenía buena memoria y era un apasionado de la historia. Un
cura tiene que saber de todo. Pero a la pobre doña Urraca, que era
algo pendón, su marido el Batallador y hay un documento en Simancas
que así lo avala, la sacudía el polvo. A ella a lo mejor le
gustaba la marcha: “Faciem
meam suis manibus sordidis multoties turbatam esse; pede suo ne
percuisse omni dolendum est nobilitatem”
(tengo la cara desfigurada por sus puñetazos y me pega patadas en
el trasero; lo que me duele no son los golpes sino que se haya
olvidado de mi dignidad de reina.) Que ande a puntapiés un rey con
su reina no es cosa que se vea todos los días pero la violencia de
género no hace distingos de condición. Escala los talamos y los
altos estrados. Este testimonio del siglo XII ya demuestra que el
zurrar a la parienta es más viejo que el andao para adelante y no
se detiene ni ante las propias testas coronadas. Luego mi amigo
Elpidio socarrón me dice que si la zurraba algo haría. Y aquello
de si te pega tu Paco pues agua y ajo. Es mejor no meterse en estos
enredos. Aunque no hace ascos a la idea de los curas casados dice
que el celibato demuestra la sabiduría de la iglesia.
-Y
su hipocresía-le replico.
-Yo
creo que estamos muy bien así.
-Pero
sois lo último de una estirpe. Esto es un fin de fiesta.
-Que
te lo crees tú.
-La
vida de casado es más dura que la de soltero-, salto yo como un
resorte.
-Partim
eumdam partim diversa, Antonio. Que no eres lógico y te has
olvidado de la asignatura que nos enseñaba don Fausto López.
-La
verdad amigo mío que sois un poco misóginos.
-Qué
va. Somos más cómodos. En la vida hay que evitarse
complicaciones. Ya sabes lo que dice el Eclesiastés de ellas: aula
diaboli, aquilonis percussio.
-El
aula diablo y el picotazo del escorpión. Pero creo que la mujer es
también lo mejor de la vida.
-Puede
que sí y puede que no. Dubitatio
metódica cartesiana
que decíamos de seminaristas.
Elpidio
el cura se me queda pensativo y añorante y murmura:
-Yo
no sé. No tengo experiencia. Nunca lo caté. Tampoco lo echo de
menos.
-¿Nunca?
Ni un vulgar casquete
-Moriré
entero como mi madre me echó al mundo.
Le
creo. Mi condiscípulo era incapaz de mentir desde cuando éramos
pipiolos y juntos ingresamos en el seminario a< los once años.
-Qué
cosas. De buena te libraste pero yo también conocí a párracos que
andaban con el ama a puntapiés como Alfonso el Batallador.
-De
todo tendrá que haber en la viña del Señor. Puede que existiera
ese tipo de violencia en las sacristías. Al fin y al cabo los curas
también somos hombres.
Está
diciendo la verdad, don Elpidio no es el típico cura mocero o el
que se va de marcha a los puticlubs de carretera. El un buey suelto
que bien se lame. Toda su vida muy independiente. Para él el
celibato no ha supuesto problema. La soledad sí lo es. Las bodas de
plata de su sacerdocio las celebró en el 92, año mágico. Ni feliz
ni infeliz. Todo a ratos. Tuvo que pasar malos trances porque ha
vivido una de las épocas más traumáticas de la iglesia. Ha sido
un buen cura de aldea. Lo que le costó más duró fueron las
innovaciones litúrgicas, pastorales e incluso teológicas que
vinieron con el Concilio y que para muchos curas fueron una especie
de cambio climático. Un terremoto. Un tsunami en rectorías y
curias.
-¿Sería
el cambio para bien?
-En
algunas cosas-responde don Elpidio- sí en otras no tanto.
Ahora
le preocupa la violencia de genero y me lo cuenta. Muchos de sus
feligreses se están separando. No se aguantan. Las casas y las
familias se vienen abajo. Y yo le digo que más valiera que esos
maridos acaparadores echasen un poco más la vista gorda, tuvieran
más mano izquierda y sepan lo que contaban nuestros abuelos de que
los españoles solemos tocar a siete y una tuerta, viejo resabio del
harén moro que corre por nuestras venas.
-Eres
un machista.
-Lo
que soy es realista.
Elpidio
me mira con aire de superioridad incrédula y abandonamos el lugar
ameno. Se desploman sombras desde la montaña, corre una brisilla y
hay que ponerse la chaqueta. Ni contigo ni sin ti tienen mis males
remedio. Y la cuestión de la jodienda no tiene enmienda. ¡Si
tuviéramos la mano un poco más quieta! Me acuerdo del testamento
de doña Urraca, una reina de Castilla, nacida en Oviedo, que fue
algo ligera de cascos y a mí siempre me cayó simpática pues llegó
a contar entre la larga lista de sus amantes con un arzobispo. A los
cristianos de balde ¿Y a los moros? Por dinero, pero de ellos no
hay registros en las crónicas.
Callades, hija callades,
le dijo el rey Fernando su padre al testar. Esa palabra no
pronuncies. Y ella gritó puta con más fuerza. A los moros por
dinero y a los cristianos de gracia, lo que tradujo en verso libre
Quevedo con aquello de gallinas y mujeres todas ponen. Unas huevos y
otras cuernos. Pobre doña Urraca. Fue la reina de los tristes
destinos como doña María de Molina.
-No
murió por las tabernas, ni tampoco tablas jugando que él murió
sobre Zamora, vuestra honra resguardando- cantaba el romance.
Deslices
de la humana naturaleza. Pobre doña Urraca.
-Me
alegro, sin embargo, de verte, Elpidio. Estás hecho un toro.
Se
ríe y dice:
-No
creas, las apariencias engañan, también caen los cedros del
Líbano.
Luego
al despedirnos echamos el ultimo traguillo de la bota y él me
bendice unos rosarios que he traído para regárselos a mis hijas. A
ver si con la bendición de Elpidio encuentran un hombre que no las
maltrate cuando se casen.
ENRIQUE
IV “HABEBA UNA GRANDE VERGA”
“E
EL Rey dom Enrique Nuestro Señor aveva una grande verga nos daba
deleite como cualquier ome pagando su débito viril en la coyunda”.
Este testimonio aportado por las meretrices de Segovia y que recoge
el gran Dr. Marañón a humo de pajas en su magistral estudio
biológico sobre el tan denostado rey castellano tira por tierra, al
parecer, todas las acusaciones de impotencia que contra su real
persona descargó la historia.
La
historia no la escriben los vencedores sino los traidores y este
puede un caso manifiesto de interpretaciones de tercería interesada
y capciosa. Los parciales de su hermana doña Isabel le sentaron
las costuras. ¡Pobre hombre, un pelele difamado en los anales! Las
cosas sin embargo no fueron tan negras como las pintan ciertos
autores- Con don Enrique Castilla acusa los estertores de una nueva
época, la moderna y eso trajo convulsiones sociales: carestía de
monedas de vellón, bandidaje que venía de Francia e Inglaterra, un
cúmulo de malas cosechas pero los cronistas obvian la gran
arquitectura de aquellos años de los últimos castillos mudéjares,
la invención de la imprenta que tuvo por escenario un pueblo de la
provincia donde se dieron a la estampa los primeros documentos en
letras de molde. El rey y el obispo contrataron los servicios de un
ambulante bohemio del que apenas se sabe más que el nombre: Juan
Parix, que viviría en el alcázar. Los sinodales de Aguilafuente
se publicaron de la mano de este maestro en 1492.
A
Su Majestad se le quiso mucho en Segovia donde tenía su corte gran
parte del tiempo cuando se iba a cazar a los montes de la
Despernada. Curiosamente vivo cerca del castillo de Villafranca
donde estaba la guarnición de este castillo en los predios de las
dos Villanuevas la del Pardillo y la Cañada que por entonces eran
tan sólo monte pero aun quedan las eras de la antigua villa hoy
desaparecida. Su abulia y su amor a la caza puede que se confundiera
con la impotencia y no era otra cosa que cierto desencanto con
aquella Castilla que le tocó vivir plagada de intrigas y de
conspiraciones promovidas por la nobleza, la jerarquía y los
judíos. Tedium
vitae.
Hastío de la vida. Desencanto de la política.
Tanto
el historiador Alonso Palencia como Hernández del Pulgar eran
amanuenses a favor de su hermana Isabel a la que se denominó la
Reina Católica, amanuenses amañadores porque exageraron o
deformaron algunos sucesos y sólo el franciscano Diego Enríquez
del Castillo al que nombró don Enrique su cronista particular tras
la muerte de Juan de Mena, se permite hablar con cierta discreción
y benevolencia sobre estas supuestas mermas de Enrique IV pero sin
echar su cuarto a espadas a la hora de desbaratar ciertos infundios.
Desde luego le tocó tarifar con aquellos arzobispos como don Alonso
Carrillo que era una mala bestia. Aun se le puede contemplar a su
reverencia de cuerpo entero vestido de pontifical ante el convento
de las monjas de San Diego, de mediana estatura, renegrido, calvo y
con malas pulgas. Tarifar con dicho prelado no debió ser fácil
porque era un señor de horca y cuchillo y enseguida sacaba la
espada. Utilizaba el báculo cual arma arrojadiza. Era un aguerrido
prelado prevenido en frontera.
Él
fue el promotor de la gran afrenta denominada el pelele de Arévalo.
Este acto infausto no ocurrió en la villa arevalense sino en Ávila.
En comandita con el obispo de Calahorra el cual sería más tarde el
cardenal Mendoza – tuvo 33 hijos naturales reconocidos-, el
marqués de Villena don Juan de Pacheco y después de destronarle
arrebatando de su cabeza la diadema de la corona, el cetro de su
mano y el manto de armiño de sus espaldas nombraron soberana y
heredera a doña Juan la Beltraneja supuestamente habida de su
matrimonio con la reina doña Juana la portuguesa pero de cuya
concepción hablaban las malas lenguas fue debida a don Beltrán de
la Cueva la Beltraneja. En fin un bochornoso espectáculo porque
aquella imagen era una retrato del propio monarca.
El
urdidor verdadero, el que manejaba los hilos de la conjura en la
sombra, muñidor de todos los enredos, fue uno de esos personajes
siniestros que de vez en cuando cruzan por la historia de España:
el marqués de Villena “ni
palabra mala ni obra buena”,
De don Juan de Pacheco quiromante y conocedor de sortilegios y artes
diabólicas se hablaba que tenía dominada la voluntad regia, que le
había dado un bebedizo. Marañón presume muy bien que don Enrique
sufriera de melancolía en parte porque la reina portuguesa debía
de ser un caso parecido a doña Urraca, una ninfomaníaca que a los
moros por dinero y a los cristianos de balde. El rey empezó a
sentir la depresión psicológica a raíz del repudio de su primera
esposa doña Blanca de Navarra de la que no hubo descendencia al
parecer por esterilidad de la soberana, y esto consta por el
testimonio del privilegio de “fiel
de fechos”(una
especie de báscula moral que levantaba acta de los actos humanos
incluso los más insospechables), bárbara e inaudita costumbre de
los tiempos medievales porque en las bodas regias y para conjurar
los achaques de bastardía y de cuestiones de legitimidad que dieron
pábulo a no pocas guerras se colocaban en la cámara regia tres
pajes, un notario y dos pincernas y todos ellos testificaron que
doña Blanca era virgen y que fue desvirgada en la noche de bodas,
como corresponde, y que el lienzo que pusieron sobre el lecho fue
manchado con sangre y esperma. El paño de pudores dijo, máquina
de la verdad, que su Majestad no tuvo contratiempos en su noche
nupcial. No sucedió pues lo que cuenta Góngora en su inmortal
soneto:
Con
Marfisa en la estacada
Entrose
tan desguarnido
Que
su escudo aunque hendido
No
pudo rajar la espada
No
se vio en trance tan crudo
Ni
vuestra vergüenza pudo
Cuatro
lágrimas llorar
Siquiera
por dejar
De
orín tomado el escudo
Estos
mirones pudieron dar cuenta de que el rey no era impotente y que
tenía todos el aparato genésico en condiciones. Era un varón de
aventajada oscura, de aspecto taciturno y reservado, tardo en sus
reacciones, de enfermizo semblante, y dicen los cronistas que “allá
donde ponía los ojos mucho le duraba el mirar”
Los
juicios que vierte Marañón sobre la impotencia de don Enrique
acaso fueran juicios de parte o meras conjeturas sectarias: el pie
valgo, el aspecto fofo y algo feminoide de su persona (no vamos a
entrar en detalles), aunque es posible que esa perdida de la
virilidad ocurriera debido a una enfermedad de carácter urinario
como el mal de piedra y a lo mejor un cáncer de colon o de
próstata, agravados con la edad. Se le acusaba al propio tiempo de
verse rodeado de una guardia morisca – nada de particular tenía
esto porque el rey cristiano se fiaba, lo mismo que Franco, más de
los musulmanes que de los cristianos- y de haber adoptado algunas de
sus costumbres como sentarse a la morisca y deleitarse con música
de adufes, gaitas y chirimías. Hablaba la algarabía.
Tales
cargos señalaban que era “una ofensa a la religión cristiana el
traer consigo a moros infieles y de holgar y salir a cazar en su
compañía y que esta gente eran expulsos o prófugos de Granada
donde no habían querido seguir la facción del rey Chiquito
(Boabdil) y que forzaban a las cristianas que encontraban de
camino”.
Para
mí al igual que para muchos historiadores todas estas hablillas son
el resultado de la falsedad, del mal ejemplo, el ansia de poder y la
hipocresía de aquellos príncipes de la iglesia: el ya mentado
Carrillo, el cardenal Mendoza, el obispo de Coria, Iñigo Manrique,
el almirante don Fadrique Enríquez que era el suegro del rey de
Aragón don Juan padre de Fernando el católico, y era judío
converso. Todos ellos más que en el bienestar de sus súbditos y el
ejemplo y la edificación de sus fieles tenían su mira puesta en
las riquezas, en los devengos, martiniegas, diezmos y primicia. El
pueblo esquilmado gemía bajo la bota de todos estos tiranos,
algunos eclesiásticos como los maestres de Santiago que por acá
dieron bastante guerra y los de Calatrava, y otros de la más
encopetada nobleza que se jactaban de traer sangre de los godos y de
venir de la pata del Cid.
La
historia demuestra que esta divinización de los templarios se
corresponde con una verdadera demonización, con los poderes ocultos
Aquellos monjes soldados asimilados a monasterios fronterizos en
punto a cristianismo dejaban bastante que desear por crueles y
malsines y opresores del pueblo como fue el caso de la trama de la
famosa comedia de Lope, Fuenteovejuna: un reitre calatraveño abusa
de una moza y el pueblo pide cuentas al rey que entonces estaba por
encima de la Iglesia
Le
hicieron abjurar a don Enrique en la reunión habida en la villa de
Cigales (buen vino debieron de beberse aquellos cabrones) pero luego
el rey como era irresoluto y de carácter inhibido se volvió atrás
y se fue a cazar puercos a los montes de la Mocha Chica y de
Navalcarnero y ello daría lugar a toda una guerra civil, a las
banderías famosas castellanas del siglo XV a los despechos del
maestre de Calatrava don Pedro Girón a varias luchas y batallas
entre castellanos y portugueses por culpa de la Beltraneja: las
batallas de Toro y Albuera y al tratado de los Toros de Guisando, un
punto de inflexión en la historia española, pues no hay mal que
por bien no venga, en el que Enrique IV nombra su sucesora y
princesa de Asturias a su hermana Isabel.
Hay
en Segovia o había dos olmas principales. Una era la de San Miguel
donde fue jurada reina la princesa de Asturias un 12 de diciembre de
1474 y otra la olma del convento de San Antonio el Real aledaño al
palacio del monarca.
La
leyenda dice que fue el rey nuestro señor don Enrique de Trastámara
el que la mandó plantar y yo la he visto oronda y solemne echar
ramas muchas primaveras a este prodigio forestal pues estaba cerca
del Campillo, donde comienzan los arcos del acueducto y donde yo
jugaba de niño al fútbol en los terraplenes del campillo. Esta
olma fue talada en los años 80 a efectos de la grafiosis una
enfermedad forestal que acabó con nuestras famosas olmedas, pero la
conseguí fotografiar.
Cuando
iba a mi pueblo ante esta olma me cuadraba y me echaba a temblar,
guay de mi España. Don Enrique al que tanto quisimos en Segovia
porque fue un poco el alma de la ciudad, que recibió como señorío
propio a la edad de catorce años de su padre el rey don Juan II y a
la que gustaba de llamar mi Segovia no fue ni tan impotente ni tan
malo como argumentan sus detractores. Es un consuelo saber que
“tenía una grande verga”, una buena polla castellana, vaya. Con
lo que querrá decirse que era un hombre como los demás, ni mejor
ni peor, muy campechano y convivial como eran en otra época los que
nacieron a los pies del acueducto, que gustaban de comunicarse,
darse los buenos días, acudir a las ferias y a las bodegas, echarse
de vez en cuando una cana al aire, devotos hasta cierto punto y don
Enrique profesaba un fervor muy significado a san Antonio de Padua y
pertenecía a la cofradía de las cinco llagas, (lo enterraron en
Guadalupe de hábito franciscano) pero sin pasarse, amante del
traguillo en la bodega y una charla con los amigos ante una ración
de escabeche bonito de cubillo en que se contaban historias de
cuanto entonces y se adobaba la conversación entre besos al jarro y
de hoy en un año, salud es lo que hace falta, que en el cielo le
veamos, si se brindaba por un difunto, con retraheres y
chascarrillos, en una palabra, un castellano de pura cepa, nada
engreído y al que la corona le venía un poco grande y acaso el
cetro le pesara más de la cuenta, prefería la cachava. ¿Entonces
por qué le difaman? Por crueldades de la política y por veleidades
del destino. Trataremos de esclarecerlo en este libro. La historia
-vuelvo a insistir- en este país no la escriben los vencedores sino
los traidores.
ENRIQUE
IV Y LA IGLESIA
La
iglesia española había adquirido un gran poder e independencia
frente a Roma gracias al llamado Cisma de Occidente. Una gran parte
de los prelados de Castilla y Aragón se inclinaban por el pontífice
de Aviñon en cuya sede se instaló uno de sus nombres de mayor
relumbre: el Papa Luna Benedicto XIII. Hubo obispos tan significados
como el primado de Toledo Gil de Albornoz que estuvieron con la
“legalidad” y la legalidad entonces no era el Vaticano.
Se
produce entonces una literatura y una tradición irreverente hacia
la primacía papal habida cuenta que el poder en este lado de la
cristiandad residía en el episcopado. Roma estaba lejos y no tardó
en condecorarse con una aureola negra de corruptela, perversidades,
puterío, practicas simoniacas y esta corriente de opinión se
detecta en autores castellanos como Juan de Mena, el Marqués de
Santillana, el Arcipreste de Hita y el de Talavera. Estas invectivas
se disfrazan de alegoría como en el “Laberinto de Fortuna” (en
la corte de Roma se excomulga a los vencidos y a los vencedores se
corona”)
y otras son más directas como en el “Libro del Buen Amor” (yo
vi en Roma do es la santidad que todos al dinero facían humildad).
La Silla Apostólica es considerada un comodín y como juzgado de
última instancia para dirimir litigios y sobre todo pleitos
matrimoniales.
Enrique
IV quiere ver anulado su matrimonio con Blanca de Navarra y ello
ocasiona una de las muchas contiendas civiles entre el príncipe de
Bearne y la corte castellana. Pío II reclama dineros y fa largas.
Esto de las nulidades matrimoniales va a ser uno de los grandes
negocios del palacio de San Juan de Letrán. Entre los reinos
cristianos veían en el Papa la última ratio o suprema corte de
apelación cuando querían dar marcha atrás en sus bodas, y éste
con estos dimes y diretes y sus monseñores hacían caja. El sexo ha
sido una fuente de divisas para la curia romana porque así son los
humanos y porque el catolicismo se ha entendido como un problema de
bragueta desgraciadamente en desdoro de las enseñanzas evangélicas.
En sus predicaciones Jesucristo pasa de largo y como de puntillas en
lo que se refiere a las relaciones entre hombre mujer. Sólo
anatematiza contra aquellos que promueven el escándalo pero aquí
tenemos a toda una ingente masa de confesores, curadores de almas y
directores de conciencia que con mentes enrevesadas sembraron el
bullicio, los escrúpulos y el dolor en muchas almas tiernas,
haciendo caso omiso de los traumas que han causado en sus dirigidos
cuando se han producido abusos sexuales.
La
Moral y los Cánones nos llevarían siempre a un terreno pedregoso
de quien peca, cómo y con quien. Por ejemplo, en la edad media se
consideraba un pecado muy gordo ver desnuda a la mujer. Sólo estaba
permitido el coito dentro del tálamo conyugal y así y todo sin
morbo, a pelo, el aquí te pillo, aquí te mato porque incluso
dentro del lecho de los esposos el goce se consideraba una
desviación de la moral cristiana. De Roma llegaban las bulas de
cuaresma, los reescritos, los anatemas, las sentencias inculpatorias
por concubinato o la absolución de culpas que eran materia
reservada al Papa. Estas prácticas se consideraban una rutina pero
el pueblo era muy creyente, creía en el cielo, el infierno y el
purgatorio, y al expirar dejaba mandas de misas y de limosnas o
hacía donaciones pro anima que tanto han Enriquecido a la Iglesia.
Los obispos eran magnates y sus clérigos próceres.
Gozaban
de inmunidad penal y en parte su poder se acercaba al de los mismos
reyes. Sin embargo, dentro de esta jerarquía corrupta y dominante
de los siglos XI al XV, cuando los arzobispos eran próceres y
señores de horca y cuchillo, nunca estuvo el cristianismo tan
arraigado y seguro de sí mismo pese a las limitaciones de sus
pastores que a veces eran lobos disfrazados de piel de oveja, ni fue
tan firme la fe. Existía el convencimiento de que el cristianismo
era la religión verdadera y mi país con razón y sin ella. Se
moría por esa fe. ¿Por qué? Porque había un propósito común de
avance frente al Islam y una liturgia que se extendía por toda
Europa desde Portugal hasta Suecia y desde Inglaterra al Principado
de Moscú. ¿Y el Papa? Bueno, bueno, dejémoslo estar. El
pontificado no era un fin sino un medio como timonel de la Iglesia.
Lo importante era Cristo.
Entonces
la Iglesia tenía un cuerpo muy grande y una cabeza pequeñita que
no se asomaba a la televisión y vivía prisionera en San Juan de
Letrán, lo que exacerbaba su carácter mágico. Se le besaba el pie
y todos los reyes querían ganar como mejor trofeo de sus vidas la
rosa de oro o ser proclamados defensores de la fe como ocurriría
con Enrique VIII de Inglaterra el cual despechado en sus anhelos de
disolver su matrimonio con Catalina de Aragón, se puso de manos
traseras, renunció a esa fe que defendía y fundó una iglesia por
su cuenta. Al intentar rebasar el límite de sus competencias el
pontificado se produjo la hecatombe religiosa de la edad moderna. En
parte Roma tuvo la culpa de Lutero y de Calvino.
La
otra culpa de la rebelión la tuvieron las epístolas de San Pablo
que desencadenaron una tormenta de fundamentalismo y de Biblia a
palo seco. Castilla se va a quedar sola en la quijotesca defensa de
la utopía papal aunque los castellanos fuesen poco fervorosos en
sus practicas religiosas pero siempre respetaron la tradición.
Enrique IV, aunque tibio con moderación, favoreció a los
franciscanos y hace donaciones y mandas para que las Clarisas
abriesen dos conventos en la ciudad. En uno de ellos estaba
instalado su palacio y esta generosidad hacia los frailes menores se
repite en Madrid y en Toledo donde dice la tradición que tuvo
amores con una monja que era priora de aquella congregación.
La
consecuencia a extraer de esta interpretación es que con frecuencia
hacen más por Jesucristo los que se consideran a sí mismos
pecadores que santurrones. Porque tan importante como la fe es la
tradición y es por ende que al convertirnos en martillo de herejes
en Trento los españoles nos enfrascamos en la defensa de una causa
perdida. ¿Ocurrirá otro tanto con el mundialismo, el entendimiento
entre civilizaciones de ZP? Otra vez don Quijote y Sancho. Los
españoles no solemos ser gente pragmática aunque en este país
haya muchos listillos
En
las Gesta Hispaniorum sale a relucir esta desconfianza hacia la
primacía romana que se compadece con la alegría de vivir aunque
fuese en pecado mortal. Los obispos no solían decir misa a diario,
tarea que delegaban en sus capellanes. Únicamente oficiaban en las
solemnidades. Y éstas tenían un poco de convención social y un
mucho de espectáculo porque la Iglesia no consiste meramente en
cánones y en casuística. Relata un historiador del siglo XVII que
un confesor niega la absolución a un penitente porque había tenido
cinco cópulas con su mujer en una misma noche… quinque
in eadem noctem;
eso era lascivia y un mal uso del sacramento del matrimonio
destinado a la procreación no al deleite. Esta obsesión sexual que
tanto daño hizo a la iglesia puede que sea una aberración de su
doctrina soteriológica. La iglesia es también filocalía, culto a
la belleza, melodía y misterio.
La
misa no viene a ser más que la representación alegórica y teatral
del drama de la redención. Después de eso, que cada uno haga de su
capa un sayo y allá con su conciencia. La norma evangélica es el
ideal al que aspira todo bautizado a sabiendas de que contempla una
meta inalcanzable. Los hombres hemos sido fraguados en barro.
La
fe del carbonero tan denostada tiene entonces lados inefables. Y un
poco es la fe del carbonero la que practica Enrique IV quien no
acaba de entender al primado Carrillo, su enemigo jurado. Se muestra
humilde y pese a todo mantiene en su corte a un cabildo de
capellanes. Uno de ellos será Diego Enríquez del Castillo quien
escribió la crónica de la batalla de Olmedo pero un día que se
fue de putas le robaron el ms. Seguramente los parciales de Alonso
de Palencia.
Quinque
cognitiones in eadem nocte.
Que barbaridad. Entonces los había que eran superman. Sin embargo a
estos clérigos disolutos, a estos obispos que iban a la guerra y
tenían sus mancebas, creo que nadie se atrevería a profanarles una
capilla o entrar una noche en un templo a robar hostias consagradas.
Los culpables se expondrían a un buen ladrillazo de Roma. La
iglesia de entonces era plaza fuerte. En la actualidad se bate en
retirada y eleva a los altares a jerarcas tan dudosos como Wojtyla.
Yo me quedaría con don Alfonso Carrillo que sigue ostentando su
báculo y su mitra en esa estatua de bronce de Alcalá mirando para
Cisneros que tampoco era manco por eso cabo y se fue a pelear con el
sarraceno a Oran. Pero este concepto de la fe se defiende con la
espada y de que la letra con la sangre entra la habían asimilado
los cristianos de la tradición muslímica y de los largos años de
brega durante la Reconquista. “Mete tu espada en la vaina”
recomienda Jesús a Pedro en el huerto de Getsemaní cuando Cefas en
un arranque de coraje corta la oreja a Malco uno de los que bajaron
a prenderlo. Ciertamente el pensamiento cristiano es pacifista y
“dejado” en los brazos de la Providencia pero la religión
católica la integran seres humanos pecadores y de la misma forma
que los mahometanos no siguen la ley del Corán con frecuencia y los
judíos caminan por la historia de espaldas al Sinaí porque también
son pecadores no se puede pedir peras al olmo ni exigir la
perfección a la jerarquía eclesiástica de la cual ellos carecen.
Esta actitud es muy condenable pero se encuentra muy extendida
cuando se recrimina a los seguidores del Crucificado matar en nombre
de la Cruz. Sin embargo los ocho siglos de la Reconquista¿ no
fueron una guerra defensiva y en cuanto tal perfectamente licito el
batallar?
EL
CRONISTA HERNANDO DEL PULGAR Y ENRIQUE IV
Y
vi a don Hernando aplicado a su pupitre cálamo en ristre yugo y
atril escribiendo en las largas noches de invierno en su aposento
del castillo de Coca. Cartas fueron venidas y consejos anotaciones
bíblicas para el que quisiera llevar. Al obispo de Tuy Diego de
muros arrojado a una prisión de Coimbra por haber echado en cara al
rey de Portugal don Juan segundo sus insidias contra Castilla,
corría el año 1478 y el poder regio primaba sobre el episcopal.
Los mastines de la grey ladraban desde el púlpito excomuniones con
brios apocalípticos. Los profetas y los que decían verdad eran
arrojados al foso de los leones. Iban y venían con sus sacos al
hombro cargados de profecía.
Ese
año de 1478 nació el príncipe don Juan y todos creyeron que era
el precursor o Mesías de las españas que por entonces no era sino
Hesperillas, nombre que debía al de una estrella speros
que seguían los marineros griegos cuando viajaban al oeste en busca
de las columnas de Hércules pero hete aquí que las famosas
pilastras se estaban derrumbando pero este clérigo escritor
proponía servir a dios con devoción, al rey con lealtad y a la
patria con amor. Escribe a la reina doña Isabel cómo con el latín
que le enseñaba Beatriz Galindo y dice que es lengua zahareña que
no se deja aprender de los que tienen muchos negocios y
preocupaciones en la cabeza pero la soberna era lista. Al paso
advierte a un canónigo de Sevilla tiempos revueltos y algaradas por
lo de los cristianos nuevos que trajeron divisiones discrepancias,
descalificaciones sobre la mala condición inquieta de natura de los
españoles. El tal canónigo llegaría a ser cardenal de España y
era converso pese a su apellido Pedro Hurtado de Mendoza. Los
hispanos, señala, en la guerra son perezosos y en la paz
escandalosos. Tenía buen ojo clínico don Hernando y hace una
evaluación periodística del mundo que circumvolaba en torno a su
mirada aunque no deja de reconocer que se siente parcial del bando
isabelino y detractor de don Enrique. Admite empero que el monarca
lo era todo menos cruel porque a diferencia de otros ostentadores de
cetro y corona de su tiempo – Juan de Portugal mató a su privado
y a su propio hijo; en Navarra los envenenamientos estaban a la
orden del día y el rey de Aragón respondía a las venganzas
catalanas con la contundencia sangrienta y homicida del badajo de la
campana de Huesca- no colgó a nadie y los desmanes en Castillas
corrían a placer porque en los patíbulos crecía la hierba. ¿Por
pusilanimidad del rey absoluto o por bondad? Vaya usted a saber. Lo
cierto es que cualquier historiador avisado ha de notar una carga de
animosidad contra sus personas. Es destacable en este terreno el
rijoso Palencia clérigo de origen converso. También lo era Pulgar
aunque no llegase a los extremos de animadversión de aquel rey
cazador y abúlico que se convergería en el risum teneatis de los
nobles de las intrigas lusitanas de los obispos en especial de del
primado Carrillo y de Navarra. Le habían hecho casar a la fuerza
con una princesa que llevaba las tres efes fatídicas de ser fea
floja y fría y colorada.
No hay que preocuparse. Eros y Tanatos se unen en el mismo lazo y la
muerte es el último de los dolores terribles pero dura poco lo
mismo que el coito sexual.
Quemaron
Escalona por entonces y otras muchas ciudades de Castilla a causa de
las rivalidades y bandos entre las casas ducales, las episcopalías
y los maestrazgos el de Calatrava con el de Santiago, el de Avis con
el de Montesa. En el cerco de Montanchez por ejemplo perecieron mil
jinetes y doscientos ballesteros. Toledo estaba revuelto y a favor
del rey portugués. En Sevilla serían provocados desmanes por los
conversos y hubo un asalto a la aljama. El pueblo se alza en armas
contra la usura de ciertos prestamistas y el lujo y la lujuria de la
iglesia dominada por antiguos rabinos. El biógrafo jurado de los
reyes católicos escribe una carta muy sentida a la reina y ésta
otorga el perdón general. Lo acontecido en Sevilla se relaciona con
los desmanes habidos en Burgos cien años atrás y en Segovia casi
paralelamente, en Toledo y en Zaragoza.
Pulgar
entona un misereatur y aduce razonamientos del antiguo testamento
que conocía bien y de los que están trucados sus cartas y sus
comentarios a las coplas de Mingo Revulgo. El arzobispo hispalense
es preconizado cardenal de Toledo. Se inicia la primacía de los
Mendoza de gran importancia en la iglesia castellana.
Entona
don Hernando el misereatur y le dice a la reina que mire en su
magnanimidad cómo los hombres son todos inclinados al mal y le hace
advertencias de la mala índole de los españoles quejándose de los
tiempos disidentes y banderizos que corrían, suplica clemencia y
doña Isabel se la concede.
El
conde de Cifuentes cae prisionero de los moros en la batalla de
Atarija. Muy afligido debió de estar el buen conde en su mazmorra
cargado de cadenas. Como en el famoso romance no sabe cuando es de
día ni cuando las noches son si no es por una avecilla que le
cantaba al albor, matosela un ballestero, déle dios mal galardón.
Vía epistolar le consuela el buen cronista diciéndole que aprenda
árabe pero maldita la gracia que le debía de hacer a Cifuentes
iniciarse en la algarabía. Pagaron su rescato en una fuerte suma de
ducados y regresa a sus posesiones alcarreñas harto enojado el
prócer.
Muchos
buscan el tenue consuelo de la filosofía. Estas décadas
turbulentas en que el feudalismo da sus últimos suspiros están
llenos de senequismo. Las gentes de bien emigran al exilio interior
el alma contrita. Los pueblos tienen los gobiernos que se merecen.
En la corrupción de las costumbres están la destrucción y la
muerte mientras los predicadores, esos mastines de los que hablan la
Coplas de Mingo Revulgo, no dejan de proferir en sus broncos
ladridos al barruntar el cerco de los lobos a la majada advertencias
apocalípticas sobre el enojo de la divinidad contra una humanidad
corrompida. Poco más o menos, la misma situación que hoy. Es por
lo que el cardenal Mendoza, un converso, establece la Institución
de Sevilla 1478 con enojo del maestro Pulgar que trasluce su
disgusto y ciertas simpatías con los herejes y tacha de albardanes
o burros a quienes critican su postura. Los quiciales sobre los que
se soporta el cancel de las puertas del firmamento ceden a la furia
de los tiempos. Escribe una carta, desengañado, a una hija monja
profesa clarisa en Dueñas alabando su decisión de haber abandonado
el siglo y haberse sacudido el yugo del matrimonio y vivir alejada
de los miedos, los locos gozos y discordias, las lides acechanzas,
iras, enemistades, mentiras, lisonjas, engaños, porfías,
ambiciones, envidias, osadías, lujurias, fuerzas y estupros,
menguas, pobrezas, adulterios, sacrilegios y herejías, calumnias,
juicios inicuos, trabajos y latrocinios del mundo. Al trasluz de
esta lista de maldades se observa que el ambiente no ha cambiado
demasiado en las mentalidades del hombre del siglo XV y del XXI. El
hombre, agrega citando a san Agustín, no puede vivir sin trabajo,
sin dolores y sin temores. Avanza la técnica, llegan nuevos
inventos pero la condición humana sigue idéntica a sí misma pese
al celo de los moralistas, las evaluaciones y directrices que
formulan los sociólogos y psicólogos. Es consuelo el que da la
religión a los perdedores. Según él, guarda de los peligros y
alegra el corazón aparte de que permite ver los toros desde la
barrera, nos dice aquel padre desengañado y que recuerda con
tristeza sus alegres años de estudiante en la Sorbona donde se
encuentra con un compañero que había tomado el habito de los
dominicos y le dijo que si no hubiera pecado tanto no habría
aborrecido tanto el pecado. Una anécdota parecida a la que se
produciría medio siglo más tarde cuando Ignacio de Loyola amista
en Paris a Francisco de Javier. De qué te sirve el mundo si pierdes
el alma.
Lejos
del inmanentismo actual aquellos castellanos creían que esto era un
valle de lágrimas o una mala noche en una infame posada. Lo
importante, de lo que se trataba el existir, era la salvación del
alma.
Hay
en estas letras o cartas observaciones metereologicas. Los siglos
medievales terminan con décimo quinto en que se enfría la tierra.
Acontecen grandes rigores climáticos. Las montañas y los mares
desatan sus furias y Pulgar ve también en esto una señal del dedo
de dios.
Al
obispo de Coria a cuya silla accede desde el decanato del cabildo
toledano le dice que siente acidia y que le repugna el escribir
porque estoy cansado de tanta muerte, tantos robos, asonadas,
fuerzas y desafíos cada día más abundantes en las diversas partes
de estos reinos. Don Francisco entra en su diócesis a lomos de una
pollina blanca el año 1473. Descendía de conversos lo mismo que
Lope Barrientos que ocupaba la silla de Cuenca y autor de Tizón
de la Nobleza Española.
La idea de la honra preside las relaciones y las cosas hasta la
desmesura al igual que el más allá.
Y
es la religión el eje de marcha de la reconquista. El infiel tiene
que ser dominado o convertido y que la cruz ha de triunfar sobre la
media luna y el candelabro del tartaja. Ningún otro país del mundo
fue victima de ese ideal a excepción de los Estados Unidos que
trata de imponer el yanquísimo democrático como un dogma de fe.
Como resultado de esta aspiración y de tratar de imponer tu
religión, tu forma de pensar a viva fuerza se desencadena la guerra
y como bien demuestran las calendas de la actualidad que hoy son los
telediarios. La mercadotecnia norteamericana vive por y para la
guerra porque la guerra reditúa muchos más beneficios que la paz.
Ya los romanos adoraban a la diosa Belona como compañera de cama de
Mercurio. Las armas que arruinan y destruyen no pocas vidas y
ciudades a una pequeña minoría les hacen ricos. Recordemos las
arcas llenas de arena con que el Cid Campeador engañó a Raquel y
Vidas haciéndoles creer que guardaban oro. Un detalle significativo
que demuestra que en la Reconquista las aljamas hebreas tanto en la
zona cristiana como entre los muslimes gozaban de la protección del
rey castellano y de los taifas porque subvenían los intereses
bélicos de unos y otros, prevenían las escuadras, dotaban de
maquinaria de destrucción (espadas, torres de asalto, testuces,
pólvora y artillería) a los ejércitos. Campos de Haceldama, el
oro de Judas, la maldición del progreso, la usura como palanca de
cambio. Claro que la táctica se volvió contra ellos en 1492 y esto
es lo que vuelve determinante la gobernación del último de los
Trastámara tan denostado por sus enemigos. Detrás de su supuesta
afeminación, relajo, impotencia del rey de la granada y del
agridulce reinar se encontraba el auge del pensamiento castellano,
de las artes, la literatura y la ciencia. El afán de utopía del
alma grandiosa castellana que soñaba otros mundos. Y detrás de don
Enrique mal llamado el Impotente estaba la corte de su padre don
Juan II con su estadillo de poetas, astrólogos, sus frailes
iluminados, sus geógrafos. Nada surge por generación espontánea.
En
Hernando del Pulgar se echa de ver esa típica melancolía española
del escritor que se siente inerme de tanto batallar y solo,
profundamente solo, recordando las ansias de su juventud, las izas y
rabizas, el baile de la chacona con sus recuerdos de la vida bona,
los amoríos ardientes que siembran la melancolía en el corazón
apagado ya y sin fuerza de un viejo prostático e impotente. Amar
después de los sesenta es hacer el ridículo. Cruzada esa raya
liminar, los hombres se ven obligados a un voto de castidad forzosa
ENRIQUE
IV Y LOS JUDÍOS
Se
ha intentado comparar a Enrique cuarto mal llamado el impotente con
Carlos II el Hechizado pero todos los historiadores son contestes de
que no puede haber parangón tal. El Trastámara era valiente- fue
el primer monarca que devolvió a España el peñón de Gibraltar y
resultó herido en la toma de Archidona al poco- vicioso amante del
vino y de las mujeres aunque es posible que también de los mozos y
la sospecha de su bisexualidad no probada habrá de ser investigada
por los investigadores, muy poco rezador y su amistad con los moros
le hace ser sospechoso a algunos de sus contemporáneos de sectario
de Mahoma. Le gustaba la caza, correr toros y cañas y más de
alguna vez se le vio en algún torneo sobre el palenque pese a su
horror a la sangre por las heridas inferidas en el asalto a las
almenas de Archidona. Mientras el Austria era un imbecil y un caso
clínico de los desastres a los que puede llevar la naturaleza:
enano, casi deforme y supersticioso, puesto que creía en fantasmas
y en aparecidos. No Enrique IV no fue el baldón de la monarquía
absoluta ya que en su época de convulsiones, revueltas y aventuras
se crearía el germen de la unidad de la patria. Su hermanastra
Isabel va a recoger el testigo. Los más calamitosos reinados que
convirtieron a España en una caricatura de sí misma fueron dos:
uno absolutista con trazas de constitucional el de Fernando VII y
otro constitucional con trazas de absolutista el de Juan Carlos I al
que puso Franco. Éste no solamente no ha recuperado Gibraltar sino
que entregará Ceuta y Melilla a su primo el alauita y puso el país
a los pies de los caballos norteamericanos que estampan sus cascos
apocalípticos contra el empedrado internacional; la eventual
secesión de Cataluña, el pavoroso desempleo juvenil, la llegada en
masa de inmigrantes de todos los rincones del planeta y seres tan
despóticos y repelentes como Esperanza Aguirre, Aznar don José
Mari, ZP, Federico Trillo, Bono don José, el Chávez, Rajoy don
Mariano soplando gaitas y doña Trino la culona la cancilleresa que
pasa la mano por el lomo a la Obamesa y por supuesto Rubalcaba, ZP,
y ese león de Grau catalán arbitro de todas las instancias y caldo
de todas las salsas Pujol el caganer,
que recuerdas a los antiguos validos medievales siempre a la caza de
un momio y defensores cada uno de su parcela local para afianzar la
privanza. Con don Enrique España aun en agraz se estaba fraguando
mientras con don Juan Carlos se descompuso y esto parece la corte de
los milagros trufada de una turba de soplones y aduladores: Herrera
en la Onda, los malditos tertulianos como Fernando Jáuregui, Pilar
Cernuda y la cohorte de cantamañanas que se configura con el enano
Lucas el de las radios de la mañana hasta llegar a don Herrera en
la Onda que iba para cantante y se quedó en radiofonista más
chulo que un ocho. En periodismo mejor no hablar pues ahí tenemos a
don Tirantones Coloraos con su gran tonsura que se permite el lujo
de haber mujer de plexiglás. Todos ellos nos machacan las meninges
o nos aterrizan los ojos con novelones de gran calado como los de
Carmen Navarro la hija del Yale o los folletines de Pérez Reverte,
haciendo gracia al lector de mencionar a los de la telebasura y la
prensa del bulevar en cuyo pináculo se encarama el áulico Hola,
protolameculos nacional donde manda un cura astur que de primeras
era republicano y al que conocen con el alias del Hormiga, con todas
las revistas del colorin detrás. Entre unos y otros dejaron a
España y a la gran cultura española convertida en un patatar
lituano. Y todos estos buitres, epitome de la ambición y las ansias
de poder dejan muy pálidas las esferas de aquellos maestrantes y
magnates de la nobleza castellana de la decimoquinta centuria
castellana: El primado Carrillo, renegrido, petizo, hombre correoso,
generoso con los de su bando, violento, infumable eclesiástico, los
obispos de Coria y de Mondoñedo, don Pedro Girón, don Suero de
Quiñones el del paso honroso del Órbigo, el duque de Betanzos y
otros muchos de la cuadrilla. Que aquellos prelados al lado de los
“modelnos”
se han quedado en hermanitas de la caridad. Ellos nos han tirado al
lago de las pirañas. Con ellos por ellos y en ellos España va
cuesta abajo.
El
solo hecho de haber ganado la plaza de Gibraltar al año siguiente
de ser coronado debiera de hacer del Trastamara uno de los monarcas
más honorables del elenco, pero aquí hay una conspiración
sepulcral para los hechos medulares y los hombres que los claros
varones de Hernando del Pulgar hoy son botarates se publica la
gallofa, se persigue a los buenos escritores y los libros escritos
en el reinado del Rey Felón duermen el sueño de los justos dentro
de un cajón, olvidados en un altillo o una gaveta. En cuanto a lo
de impotente vayamos por partes Porque ahí queda el testimonio de
las putas de Segovia que don Enrique estaba mejor armado que un
carabinero, como aseguraban las pilunguis de Segovia. Es un hecho
ineluctable que se enamoró de una azafata portuguesa de su segunda
mujer doña Juana de Portugal que se llamaba doña Guiomar de
Castro. La reina la echó fuera de Segovia pero doña Guiomar siguió
siendo visitada en Arévalo donde la puso casa y renta; y otro de
sus romances lo tuvo nada menos y nada más que con la abadesa de un
monasterio de Toledo que se llamaba sor Benilde. ¿No haría Enrique
IV a pelo y a pluma? Que va o por lo menos no era tan impotente como
dicen los que le calumnian, entre ellos el doctor Marañón que fue
un buen judiazo.
Entonces,
¿de donde le viene tanta infamia? Muy fácil. Sus relaciones con
los judíos adquirieron un sesgo poco favorable porque ya en tiempos
de su padre últimos años del reinado de Juan II se produjo el
ultraje sacrílego de las sagradas formas en la iglesia de San
Facundo que conmovió a la ciudad. La hostia que hervía en un
caldero de la sinagoga empezó a subir por el aire y se produjo el
llamado milagro de la Catorcena. Parece ser que tales actos
sacrílegos suelen producirse cuando los judíos tienen mucho mando
y es suceso continuo y lamentable en la España de 2011 al igual que
lo era en la España de 1418: quema de las puertas de la iglesia
católica de Santa Catalina en Majadohonda, atentado contra varios
templos de Barcelona, robos de copones en los Caramancheles y así
sucesivamente. El hecho en la Segovia del siglo desencadenó toda
una conmoción popular. Esa enemiga o animadversión no sé si
justificada pero real tenía un trasfondo económico porque los
judíos eran los alcabaleros y freían a impuestos a la comunidad.
Por otra parte se daba el hecho curioso de que los hijos de Moisés
se bautizan aunque en oculto sigan practicando la Ley Vieja. Este
parece ser el caso de Alonso de Palencia burgalés que era algo
pariente de Pablo de Santamaría el rabino de Burgos que convertido
a la fe de Jesús llega a arzobispo y su hijo Alonso de Cartagena al
que se atribuyen las Coplas del Provincial y que sería obispo de
Málaga era pariente de Palencia. En ese contexto habría que
examinar el origen de las opiniones que vierte contra el soberano
embadurnadas de contumelia y de hechos reales. Medias verdades. Su
IV Década alude a las indecisiones y a los calamitosos sucesos por
las burlas que cundían por todo el reino sobre los cuernos que le
puso don Beltrán; sin embargo, su paternidad la reconoce su propia
mujer doña Juana en Buitrago cuando es interpelada al respecto por
el cardenal de Albi cuando iban a casar a la Beltraneja con el rey
francés.
-¿Jura,
Majestad, que Juana es hija del rey su marido?
-Sí,
lo juro- dijo la portuguesa con un acento que tenía cadencias de
fado. Su voz se perdió por los montes y valles de Somosierra
Se
pasa por alto el que plantara por vez primera vez el pabellón
castellano en la Roca de Gibraltar y amen de eso fuera el promotor
de las guerras de Granada. Mucho apreciaba a los moros porque
hablaba el árabe y había adoptado algunas de sus modas o lucía en
el campo armas arábigas pero fue el primero en darse cuenta de que
la unidad nacional tendría que tener un trasfondo de unidad de las
tres religiones a la sombra de la cruz. Su hermana Isabel recogerá
esa antorcha.
ENRIQUE
IV AGRIDULCE REINAR
Aquella
navidad de mi niñez tocamos la zambomba, hicimos música rascando
la botella de anís con el almirez y cantamos villancicos ante el
belén que había colocado mi hermano Nano adornando con musgo el
portal traído de las peñas de la cantera donde se afanaba en su
pobreza el Tío Enrique y su cuervo al que había enseñado a hablar
y a decir palabrotas a los chicos. Con papel albar se hizo una
especie de arrollo y a la orilla estaban las figuritas de las
lavanderas. Un pastorcito iba camino del portal con un cordero al
hombro. La cena pobre consistió en castañas y algo de asado. El
villancico que cantamos aun resuena en mis orejas. “Sobre tu
cunita niño he visto arder una farolica como la del tren… que
alumbra con gas a la medianoche y a la madrugá” era un cantar
ferroviario y era apropiado para aquel momento pues vivíamos al
lado de la estación cerca de la Dehesa Boyal que donó al concejo
Enrique IV y donde se celebraba por san Pedro la gran feria de
ganado. El pitido del tren traspasaba el silencio de la madrugada.
Habíamos aprendido cuando dormíamos y la señal acústica de los
convoyes que iban lejos nos despertaban a distinguir a un mercancías
que solían circular hasta el alba, del correo de Santander o del
automotor de Medina o los trenes militares que llevaban soldaditos
hasta África. Mi padre se puso algo melancólico recordado otras
navidades del ayer, los pensamientos se alejaban en la evocación de
las Nochebuenas en la majada o en el frente de Teruel. La nochebuena
se viene la nochebuena se va y nosotros nos iremos para no volver
más. Levantados los manteles, mi padre me preguntó si iba a misa
de gallo y yo le dije que sí, tengo que ayudar. ¿Quién es el
capellán? Don Valeriano. Pues abrigate, hijo. No olvides el
tapabocas ni el pasamontañas. Había caído una gran nevada y era
tan brillante la luna que la noche parecía iluminada. Hasta llegar
a la fuente de la Dehesa tenía que pasar el puente de Valdevilla,
atravesar la cuesta que eleva el Río clamores al ocultarse como un
Guadiana, cruzar por entre medias de la Base Mixta y la cárcel
cerca de los jardines de Villangela, desde donde se subía por la
plaza de toros a los centenarios depósitos de agua del acueducto,
la fabrica de Caretas donde se fabricó el biscuter y la de Klein
donde se fabricaran caretas antigas de la primera guerra mundial.
Todo era campo por aquellos días de mediado el siglo XX pero en el
siglo XV tupido bosque donde solía cazar el Rey Nuestro señor y
sería precisamente en una quinta de recreo donde se alzaría el
palacio-monasterio bajo la advocación de San Antonio de Padua, san
Antonio el Real. Hacía yo el recorrido cuatro veces dos por la
mañana y dos por la tarde y me conocía cada recoveco, cada castaño
de Indias y allí empezó mi fascinación por roma y por la historia
de España desde aquel día que vi sacar unos huesos en una rumba
romana que excavaron a la puerta misma de donde estaba la casa del
capellán de las hermanitas de los pobres. En el epígrafe se decía
que la difunta era una “puella” (muchacha) que falleció a los
quince años. Tanto el capellán don Pablo como don Valeriano
leyeron el epígrafe y rezaron una oración por el eterno descanso
de aquella adolescente muerta en los tiempos de Trajano. Hacía frío
y me abrigué con el tapabocas. En la dehesa boyal dormían los
rebaños de la Mesta miles de cabeza de ganado. Los mastines me
ladraban al pasar pero el rabadán de vigilancia me advirtió que
caminase sin miedo, los perros no te harán nada, chaval, y menos
hoy, repuse hoy que ha nacido Dios:
-¿Vas
a misa de gallo?
-Sí,
señor.
-Pues
felices pascuas, zagal.
Cerca
de la base mixta y frente al dispensario antituberculoso me asomé a
la verja donde yacía desportillado un carro de combate de la
primera guerra mundial, ruedas enormes, ¿Qué haría en Segovia
aquella reliquia de la batalla del Somme? Rápidamente al rebufo de
los muros leprosos de la huerta de las monjas, altos muros
misteriosos de adobe me planté en el convento escondido entre un
bosque casi de olmas. Como don Valeriano se había puerto malo le
sustituyó como oficiante el capellán del hospicio don Ramón. Que
era un cura alto con un gran corpachón que remataba en una cabeza
de garbanzo y una voz profunda. Conocía todos los misterios de la
historia de España aquel buen capellán. Entré en la sacristía y
sor Fuencisla la demandadera ya tenía preparadas las vinajeras,
sentí su voz detrás de las cortinas de la clausura del coro bajo:
-Buenas
noches, sor Fuencisla.
-Buenas
noches, hijo y alegría.
-Sí,
señora, alegría y placer que esta noche nace el niño en el portal
de Belén.
-Me
gusta ¡qué bien te los sabes! Debes de ser un chico listo.
-No
se crea, sor, el latín no se me da mal pero no me entran las
matemáticas
Sor
Fuencisla estaba más contenta que unas pascuas y me dijo que en el
convento hubo fiesta y también entonaron villancicos al Niño Jesús
como en todos los hogares españoles por tan señalada fecha. Al
poco llegaba don Ramón que venía tosiendo- pues era un empedernido
fumador y moriría el hombre al poco tiempo de la caja cambios-
desde el zaguán un tanto azacaneado y moviendo para los lados la
cabeza y con las botas cubiertas de nieve manteos y capisayos al
desgaire accionando los brazos largos. Pendulaba en todas
direcciones el buen capellán su cabeza insignificante y pequeñita,
de garbanzo. Sí; tenía un melón ridículo sobre los hombres pero
en aquella testa cabía toda la historia de España de la cual nos
daba clases magistrales y se cabreaba muchísimo cuando aquellos
libros de texto ponían cosas muy desagradables sobre el monarca de
la granada y del reinado agridulce. Por eso en el seminario los
latinos le pusimos de mote Don Cicerón que es lo que significa el
apodo en la lengua del Lacio. Creo que por ese cabo me convencí de
que el rey segoviano había sido difamado y que sería preciso
rehabilitar su figura de tanto escarnio.
Se
vistió el presbítero a toda prisa los ornamentos blancos y yo
mismo con otro monaguillo que se llamaba Otero salimos con paso
solemne de la sacristía, uno portaba el cirial y el otro un
incensario. El coro empezó a entonar la antífona:
Asperges
me, Domine, hisopo et mundabor. Lavabis me et super nivem dealbabor.
Miserere
mei Deus secundum magnam misericordiam tuam. Vidi aquam egredientem
de templo et omnes ad quos pervenit aqua ista salvi facti sunt et
dicent: aleluya
Las
notas gregorianas del asperges en tono andante ma non tropo
resonaban hermosas cantadas por las voces blancas de las clarisas y
habían sonado en aquel templo desde su fundación por el rey don
Enrique nuestro Señor durante medio milenio. Era el catolicismo “at
work” en su gloriosa tradición de “business as usual”. Pasan
las generaciones, nacen y mueren los hombres, las primeras que lo
cantaron yacían en humildes sepulturas, amortajadas con el cordón
franciscano de tierra en la Huerta del Nogal en el patio central del
convento. Luego don Ramón con su voz cascada y potente de fumador
empedernido pronunció el exorcismo:
Exaudi
nos domine sancte páter aeterne Deus et mittere digneris sanctum
angelum tuum de coelis qui custodiat, foveat, protegat, visitet
atque defendat omnes habitantes in hoc habitáculo
El
preste sabía que su negocio tenía que ver con la eternidad y
rogaba para que alejase el espiritu del mal a todos los moradores de
aquella casa. Amen. Estaban todas las lámparas encendidas. El
retablo de la crucifixión con sus maravillosas figuras de arte
flamenco en relieve, tan vividas y tan copiadas al natural que
hacían pensar en cómo era el rostro de los hombres en la edad
media, no sólo los reyes sino los menestrales, los rabadanes y los
tejedores que iban y venían a Flandes con la lana de las merinas de
Segovia, refulgía como los chorros del oro. San Antonio de Padua,
talla neogótica, con un misal en la mano, y su cerquillo de fraile
menor iluminándole el rostro En las paredes de damasco colgaban
algunos cuadros religiosos con reporteros en los cuales se
representaba el escudo de armas de los Reyes Católicos, (que
dotaron al convento, si bien fue su predecesor el que lo fundara
habilitando para la ocasión una finca a la afueras que tenía para
sus recreos cinegéticos) y escenas de la Natividad y allí estaban
los bancos de roble macizo que lucían entremedias las armas de
Castilla y el blasón del penúltimo de la Casa Trastamara: una
granada. Buen símbolo porque decía don Enrique:
-He
aquí mi agridulce reinar.
Estaban
vacíos los bancos porque debido a la gran nevada había acudido
poco personal a aquella misa del gallo. Únicamente cuatro viejas
así como el carpintero Geroteo el mejor feligrés de aquella
comunidad, una buena persona pero que tenía fama de empinar el codo
un poquito y aquella nochebuena había pimplado de más porque olía
a anís que le llevaban los demonios cuando fui a darle a besar el
portapaz. Con esa generosidad de los beodos el bueno de Geroteo y
sonriéndome cordial sacó de la pelliza una moneda y me dio un duro
de plata:
-Toma,
monago, tu aguinaldo.
Pocas
veces a lo largo de mi carrera como monaguillo y seminarista he
visto brillar tanta alegría y tanta munificencia como en los ojos
de aquel borrachín. Tampoco tanto oro. El cristianismo suele ser
generoso. Un duro cinco, pesetas de las de entonces constituían un
dineral para los niños de mi edad. Guarde Dios tu alma cristiana,
Geroteo y este gesto me persuade en mis convicciones de que nada es
lo que parece en este mundo que hay que ir con pies de plomo a la
hora de enunciar juicios de valor. Cuando fue a besar al Niño y yo
sostenía a don Ramón el humeral, Geroteo con paso vacilante y la
cara roja me guiñó un ojo. La misa terminó en la efervescencia y
candor con que la liturgia católica guarda para esta santa noche.
En la iglesia hacía un frío que pelaba porque no había
calefacción ni estufas por aquel entonces. Sin embargo puede ser y
así ahora lo pienso que la luz que fulgía de la estrella del
portal de Belén calentase nuestros cuerpos y nuestras almas. Ya en
la sacristía las buenas monjitas nos agasajaron con vino de misa
soplillos y pastas. Sor Fuencisla que me tenía buen concepto me
encareció que fuese bueno y que estudiase y que siguiera devoto de
San Antonio. Así lo soy y lo he sido toda mi vida. El órgano
remató glorioso una fuga de Bach interpretada por una de las hijas
de Santa Clara de Asís que en el siglo había estudiado siete años
de conservatorio, Sor Jesusa, y las notas golpeaban caricias sobre
los empinos de las bóvedas de crucería y los arcos escarzanos y
conopiales. Dirigiendo mensajes de amor divino hacia la luna llena
que asomaba yerta y pasmada por entre los vitrales de la nave del
crucero Una nochebuena más. A la salida y entre la euforia de los
vapores del licorcillo de consagrar más de tres copas generosas me
tomé con la aquiescencia del capellán y de la propia priora que un
día es un día, bajó un arco que lleva al salón del trono, tuve
una visión. Yo vi acercarse a un caballero, llevaba sobre los
hombros un ropón de cordero que le cubría la pelliza, un turbante
como los de los moros. Era rubio, trabado de hombros, una barba
rojiza, los pies grandes, las manos como manoplas de segador y un
aspecto campechano pero había una indecisión que recobraba su
persona, timidez y amabilidad, transmitía llaneza y familiaridad.
Bien pudiera pasar por un tratante de los que acudían al azoguejo
los jueves de mercado y que después de comer cordero asado regado
con clarete de Peñafiel se ponían un palillo entre los dientes y
se sentían felices en su pobreza, pero había una distinción en su
rostro y unos ojos claros y misteriosos de rey godo, cuya sangre
corría por sus venas mezcladas con las de todas las dinastías de
Europa: los Valois, los Plantagenet, los Lancaster y la de la casa
de Anjou y de Viana y un cierto reposo pleno de dignidad, porque,
“donde ponía- escriben los cronistas- la vista mucho le duraba el
mirar. Este lento mirar le convertían en un ser distinto a los
demás. A todas luces se trataba de un personaje majestuoso. No
debía de ser muy friolero aunque bien pudiera ser que los cuerpos
gloriosos no acusan el acoso de los incidentes climatológicos ni
padecen enfermedades. Era don Enrique igual que yo me lo imaginara.
Me recordaba a mi abuelo con su nariz y con sus fuertes corvas, la
cuadratura algo petiza de los labrantines que por aquellos días se
pasaban la vida inclinados sobre el surco, segando, bieldando, dando
haces en ese ir y venir castellano que llaman acarrear. Todo es
movimiento y variación.
Se
fue a sentar junto a una mesa de pino junto a un altar y se reclinó
sobre el respaldo del sillón frailuno. Había mandado traer un
brasero y de vez en cuando revolvía la ceniza con una badila.
-Hace
frío en Segovia y mucho más la noche de Navidad. Ven, chiquito.
Comprendí
quien era el fantasma. Mis sueños o mis delirios me habían
trasladado hacia el propio Rey el cuarto de los Enriques de
Castilla.
Aquí
estoy, Majestad.
Somos
paisanos. A ti te bautizaron en San Millán y yo recibía las aguas
santificantes en la de San Martín.
¿Y
eso cómo lo sabe, Majestad?
Las
almas de los difuntos somos espíritus puros y podemos penetrar en
todos los misterios de la condición humana. Conocemos el pasado el
presente y el futuro. He venido a darme una vuelta por mi heredad.
Este era mi palacio de verano. En vida a mí me gustaba mucho
cazar. Cuando abatía un jabalí lo asábamos a la estaca en esa
cocina enorme del monasterio que tú habrás visto y luego nos lo
comíamos en amistad aunque por su ley la carne de cerdo estaba
prohibida. Menudas cuchipandas.
Ya
pero cuando el hambre aprieta vacan las normas y prescripciones del
Alcorán. Dios es uno. Y mis súbditos bebían vino a escondidas.
Eran mis mejores soldados. Como albañiles insuperables. Xadel
Alcalde un morisco de Burgos con su cuadrilla de alarifes construyó
estos muros donde tú estás. Eran los que trabajaban por estos
reinos. De mi huerto se cuidaba un tal Abderramán y cultivaba un
pejugal que era digno de ver por sus lechugas y sus rábanos. Ese
Abderramán edificio el monasterio del Paular. Eran todos ellos
moros de Aragón.
Ya
pero cuando el hambre aprieta vacan las normas y prescripciones del
Alcorán. Dios es uno. Y mis súbditos bebían vino a escondidas.
Eran mis mejores soldados. Como albañiles insuperables. Xadel
Alcalde un morisco de Burgos con su cuadrilla de alarifes construyó
estos muros donde tú estás. Eran los que trabajaban por estos
reinos. De mi huerto se cuidaba un tal Abderramán y cultivaba un
pejugal que era digno de ver por sus lechugas y sus rábanos. Ese
Abderramán edificio el monasterio del Paular. Era todos ellos
moros de Aragón.
No
me sorprendió aquella respuesta de aquel bien rey cristiano de ojos
cansados que parecía harto de pelear. En aquella fatiga se
reflejaba quizás la eternidad del mundo. Dentro del movimiento y
variación todo es igual y también la sabiduría del conocimiento
de los hombres. La condición humana sigue aferrada a los principios
de la casuística. Me dijo que uno nacía ladrón, otro forzador de
doncellas, aquel homicida y esotro para la gramática o la
especulación. Unos se entregan al vino y a los placeres de la panza
y otros sólo prueban el agua. Unos blancos y otros negros, unos
grandes y otros chicos. Unos valetudinarios y enfermizos y otros que
no toparon jamás con un galeno. Y entretanto realizaba estas
reflexiones jugaba con la granada de su blasón como si fuese una
pelota. Ama y haz lo que quieras, comentaba san Agustín pero eso es
sólo retórica. Nunca se podrá acomodar a esa perspectiva de amar
al prójimo como a ti mismo. Tales expresiones no resultaban sino
hablar bonito. Tu pusilanimidad alteza nace de tu sabio conocimiento
del ser humano. Prefiero cazar por esos montes. Las alimañas del
campo son menos dañinas que algunos palaciegos de mi corte. Eligió
buen símbolo como lema para su reinado agridulce. La granada es el
fruto que más se parece al almíbar y al acíbar. Más que un
blasón era una profecía. Entraremos en Granada mas eso quedará
para mis sucesores. ¿Y de qué nos servirá vencer a los moros si
no somos dueños de nosotros mismos?, dijo en un tono más
reflexivo. La iglesia se había transformado en palacio. Sonó un
rabel y unos puericantores cruzaron la habitación y saludaron al
Rey:
-Buena
pascua y buenos años, Alteza.
Don
Enrique se les quedó largo rato mirando pero no pronunció palabra.
Subía y bajaba la música del rabel alternando la clave de los
arpegios. Uno de los juglares de palacio con motivo de la Navidad
para hacer dedos componía un madrigal a su amada. Un rabino con un
cantoral enorme con herrajes se llegó hizo una reverencia y le besó
la mano. El librote que llevaba bajo el brazo era el Talmud con
todas las enseñanzas. Se sentía el ladrar bronco de los lebreles
de la jauría. Piafaban los mulos en las caballerizas. El pastelero
de Madrigal en la cocina alimentada por leños de roble preparaba un
guiso preferente. Otros rancheros doraban la carne de un buey que
sería servido al día siguiente en el convite que daba su Majestad
todos los años por estas fechas a los nobles de Segovia, al
corregidor y al obispo. Le miré de nuevo y su aspecto era de total
fatiga como si humillado y preterido hubiera alzado bandera blanca
frente al cruel destino. Entonces despareció la visión. Todavía
me dio tiempo a vagar por las dependencias de la mansión. Estaba
habitada por frailes menores de la observancia y por claustrales.
Los descalzos discutían con los calzados. Uno de forma muy violenta
apostrofaba a un compañero que decía llamarse fray Pedro de
Villacastín por habérsele visto por malos pasos a altas horas de
la madrugada por los lupanares de Segovia y este respondía que
acompañaba al rey en estas giras por la ciudad a casa de las
visitadoras y que más pecaba la lengua que el ojo. Contó la
historia de doña Guiomar de la cual el rey estaba muy prendado con
gran enojo de la reina doña Juana. Otro de los religiosos contaba
cosas maravillosas del monarca no sólo sus proezas sexuales de
quinque
in eadem nocte
sino su fuerza inaudita de domador de leones porque tenía una
partida de estos animales que le había regalado el rey de Granada y
que él solo entraba en la jaula para darles de comer y que estas
fieras en lugar de atacarle le lamían la mano. Observantes y
claustrales se llevaban a matar por lo que la conllevancia resultaba
harto problemática en aquel monasterio. Pleitos entre claustrales y
observantes, la cosa llega hasta Cisneros y parece mentira que
perteneciendo ambos bandos a la misma orden del cordón sus
actitudes tengan poco de seráficas y mucho menos de cristianas.
Igual ocurre entre los agustinos regulares y los monacales, el
Carmen descalzo y los que llevaban zapatos.
Al
rey cristiano de ojos cansados que parecía harto de pelear le
hastiaba la vehemencia con que cada feudo enarbolaba su estandarte
porque -sepan cuantos- era un príncipe que detestaba la violencia y
se desmayaba a la vista de la sangre. Me preguntó qué que era lo
que quería ser de mayor y torció el gesto.
-Tú
no vales para clérigo ni para político. Tienes alma de guerrero
pero como eso no puede ser, abrazarás la vida áspero e ingrata de
las letras; escritor, mi cronista.
Aun
desconociendo a punto fijo cual era el significado de aquel augurio
que enunciaba (ciertamente, a mí me gustaba emborronar y mandaba
mis articulitos y mis cuentos al “Sígueme” y a la “Hoja
parroquial y alguna vez mi nombre en letras de molde) la idea me
atraía. Escribir por tu propia cuenta y riesgo, tener ideas
personales, no vivir a lo borrego, no comulgar con ruedas de molino
y pensar por boca de ganso, lo que diga la masa, peligroso oficio y
arriscado afán. Me iba a uncir al yugo compartiendo el infortunio y
la soledad del hombre de letras. Largas vigilias, trabajo perdido,
mayúsculas decepciones, mensajes del naufrago dentro de una
botella. Vivir hablando y pensando con los difuntos apartándose de
los vivos. A sabiendas de querer robar el fuego sagrado a los dioses
y de entrar en el laberinto de Creta burlando al cancerbero
universal, ese que no habla, no sabe no contesta y cuando lo
interrogas hace un movimiento de sí o no con la cabeza. Recorrer el
dédalo de la literatura si no llevas contigo el ovillo de Ariadna
es exponerte a las cornadas del Minotauro que es un Mihura que no
falla ninguna de sus embestidas. Los pensadores son humillados y
ofendidos. Al vulgo no se le puede llevar la contraria que sólo
cree en el poder y en la riqueza en los placeres del lecho y de la
mesa.
-Pese
a todo, niño segoviano, conocerás el Bien, la Verdad y la Belleza.
Y ese es el Cristo- dijo su Majestad rompiendo un largo silencio de
taciturnos pensativos- Aunque se desprecie la doctrina y las togas
cedan a las armas. Serás rebelde y comunero.
-Entraremos
en Granada, señor.
-Eso
se hará. Pero yo no lo veré. Boabdil chiquito entregará las
llaves de la Alhambra a mi sucesora y hermana. Se habrá consumado
un sueño, culminaremos el prepósito de venganza de la ignominia de
la Cava Florinda. Ese es el sueño de España, la unidad nacional
bajo el reinado de la cruz. Yo no sé si lo he conseguido pero peleé
en Gibraltar y aquí están las heridas en mi cuerpo para probarlo y
mis caballeros, Enrique de Guzmán y el Conde de Niebla colocaron el
pabellón de Castilla en lo alto del peñote.
-Actualmente
sólo hay ingleses y moros.
-Hasta
que Gibraltar no sea tierra española cundirá la desazón y
volverán los bandos y las armas de los españoles unos contra
otros-dijo el Monarca Misterioso. Y prosiguió:
-Soy
amigo de moros porque quiero atraerlos hacia nuestra causa. Son
buena gente pero acérrima. Muy cabezotas, hijo, muy cabezotas. Lo
malo es que detrás del moro está el judío y ambas religiones
confabuladas contra nosotros constituyen un enemigo casi invencible.
Ello forma parte sin embargo de la maldición de don Rodrigo.
Casi
me dieron ganas de abrazarle pero como sabía que era un ángel o un
trasgo que bullía en mi cabeza no me atreví. Me quedé mirando
para el artesonado de siete faldones que se alzaba sobre nuestras
cabezas, una maravilla del arte morisco, con las estrellas de David
labradas en pan de oro y toda esa esgrafía morisca de talante tan
segoviano que huye de estampar en las paredes la figura humana y se
entrega a los arabescos y ajarafes, en labor de ataujía, para no
desairar al Profeta. Las tres culturas bajo la preeminencia de la
cruz eran impronta enriqueña y se perdió mi mirada entre los
baquetones y boceles de la capilla de Santa Úrsula. Más arriba
coronaba el palacio la espadaña de ladrillo rojo con su tejadoz
liso de pizarra, su tortea y su veleta. La campana estaba sonando a
maitines y en el halda podría leerse la inscripción latina
Henricus
me fecit.
-Muchas
misas me habrán dicho las queridas monjas
el
aire se remansaba y cruzaba los ámbitos del monasterio una inusual
quietud. Estábamos en el salón del trono el rey y yo arropados por
la imagen del querido san Antonio que él donara y un cristo atado a
la columna que debió de salir del buril del Divino Morales.
Defenderemos la verdadera fe y Dios nos ayude. De lo que ocurra
después mejor no preocuparse. Alguien llorará sobre nuestras
cenizas. En la sala capitular la tumba que él construyó para su
enterramiento. Lo inhumaron en Guadalupe al lado de su madre la
portuguesa doña Juana. Recordé un cantar que me enseñó mi madre
al Antonio divino y santo:
si
busca milagros, mira: muerte y error desterrados
miseria
y demonio huidos leprosos y enfermos sanos
el
mar sosiega su ira, redímanse encarcelados, miembros y bienes
perdidos recobran mozos y ancianos
el
peligro se retira los pobres van remediados cuéntenlo los
socorridos díganlo los paduanos
En
aquel instante el espectro despareció y yo me perdí por los
pasillos del gran laberinto de la existencia.
LOS
MORISCOS
Me
estoy temiendo la fecha de 1609 por algo que diré ayuso con motivo
de la llegada masiva de las pateras y el libro de las grandes
reivindicaciones históricas que algunos dedos malignos abren hacia
atrás y con tal de causar el mayor daño, con ánimo de injuria y
grave daño moral, y de escupirnos en la sopa. Reivindicarán estos
la memoria de Miramamolín y los intelectuales del pesebre se
entregarán a la disipación y lucubración inteligente sobre el
regreso de la algara. Esto de la alianza de civilizaciones no es más
que un pretexto para execrar nuestro pasado y volvernos las mangas
del revés. Los moros tuvieron que partir porque, vencidos en el
campo de batalla, no quisieron aceptar nuestras reglas.
Sencillamente no se adaptaron y picados de su orgullo se mofaron de
los usos y costumbres. Han pasado cuatro siglos y seguimos en las
mismas.
Fray
Hernando de Talavera a raíz de la toma de Granada fue encargado por
los Reyes Católicos de predicarles el Evangelio, tratarles benigno
y con tolerancia pero los imanes reían en las propias barbas del
arzobispo y confesor de la reina santa o se limpiaban el culo con
las páginas de Marcos y Lucas. Total que siguieron aferrados a sus
costumbres y practicando el bandolerismo. Tuvo que venir Cisneros,
más drástico y puño de hierro en guante de seda pero menos
contemporizador, y devolver el ten con ten haciendo con el Alcorán
en la plaza pública una almenara. Lo que ha ocurrido el 11M
testimonia que, por desgracia, el Islam aunque predique la paz con
la boca pequeña en el fondo es una preceptiva de guerra. Alá es
grande. Este grito que entona el almuédano todos los días cinco
veces desde lo alto del minarete es una convocatoria en verdad a la
yihad.
¿Tendrá
que volver a meterlos en vereda don Juan de Austria?
Triste
realidad que a los españoles ocho siglos de continuo batallar lo
refrenda pero aquí no se quiere ver la realidad, nos venden humo y
lo compramos a toneladas (ay si el humo gravara) con eso de la
alianza de las civilizaciones, todo un invento que les sirve a los
hijos del Imperio Dañado de antídoto o de pretexto para
reconquistar la promisión mientras que para el Occidente será todo
una triaca que acusará sus efectos mortíferos no tardando mucho.
Nos dan belladona y la ingerimos por esa boquita como si fuese tila
o hierba maría luisa. Hemos metido el enemigo en casa y estamos
incubando los virus deletéreos que acabarán con nuestro organismo.
Lo de esos chicos paquistaníes del Yorkshire y tan británicos que
uno vendía fish and
chips corrobora tal
presunción. Y aquí cuando las morerías tan populosas como las de
Barcelona, Valencia, Madrid o el Viejo Reino de Aragón y nada
digamos de Murcia porque esta gente no ha venido a ciegas sino
guiados por sus consuetas que les han apuntado el papel de
vengadores de Boabdil, la emprendan a tiros con ese furor ciego, ese
fanatismo que los caracteriza, veremos grandes motines y
convulsiones interétnicas. La secuencia de bombas y atentados
terroristas no ha hecho sino comenzar.
-No
hay que olvidar tampoco lo que pasa en Yugoslavia.
-Ni
en el Bronx.
Esto
del melting pot
va a causar a nuestros nietos más de un dolor de cabeza. El
mestizaje que practicaron los españoles en América, nunca los
ingleses ni los alemanes protestantes, fue uno de los regalos del
catolicismo a la cristiandad pero está visto y comprobado que sin
la cohesión de los lazos religiosos esto de la mezcla de razas es
un wishful thinking.
Religión vine del verbo atar en latín y de ahí religare
es lo que más ata y vincula al persona pero los españoles nunca
estuvimos tan desvinculados.
Me
temo que el 1609 se convierta en una gran vendetta contra el rumbo y
el perfil de uno de los aspectos más señeros de la historia: el
triunfo de la fe evangélica. Vendrán los comisarios y farautes de
los poderes oscuros e intentarán transformarla en el watershed
de 1492. Al fin y al cabo todos sabemos que moros y judíos en
España siempre se entendieron bajo cuerda y de hecho Rabat es un
gran bastión sefardí. Y ambas creencias participan del mismo odio
a la Cruz. Por eso dentro de cuatro años nos invadirán los
estudios, monografías, simposia y seminarios acerca de la morisma.
A Isabel la Católica que es para los castellanos como nuestra reina
madre la volverán a poner a caldo y decir que era una guarra. Ya
nos conocemos. ¿Quién erigirá y pondrá de nuevo en su sitio el
pendón de nuestros mayores? ¿Quién se prosternará ante la cruz
alzada? ¿Cuándo resucitará España? La están repoblando de
etnias diversas metiendo en la piel de toro gente a mogollón y
haciendo un barrido de memoria de cara a 1609. Es la hora de las
tinieblas. Aleve y a la agachadiza pues aquí el pueblo no nos
enteramos de porque los del poder oculto tienen mano izquierda y a
través de los surcos oscuros menea sus infames albarcas el
sembrador de cizaña.
En
ese cantoral se conmemora la expulsión de los moriscos por Felipe
III. Ayer una alaroza en el autobús, sayas y mantillas, el velo de
los pudores sobre la cabeza,
yihlah, y móvil
último modelo, me miró con odio, un odio viejo africano, mirando
para la cruz que yo llevaba al cuello. Los ojos de esta muchacha no
transmitían curiosidad o coquetería femenil sino revancha. A su
manera iba pidiendo guerra. Pedía la mano que le quitara tanto
refajos. De la misma manera que muchas esas madrileñas del todo
destocadas que nos vienen haciendo un calvo desde sus Levis que por
detrás allá donde la espalda pierde su casto nombre, descubren el
canalillo de la rabadilla y por delante los dulces y amenos
recovecos que descienden al monte de Venus. ¿Qué metemos al pájaro
en el infierno, niña? Oiga se está pasando usted tres pueblos. Las
moras van cubiertas de los pies a cabeza y algunas con gurka.
Debía
de haberse dado cuenta de mi vista pesquisidora anterior porque
dicen que la cara es espejo del alma y yo soy incapaz de engañar y
mi rostro debió de expresar involuntariamente la sorpresa del
contraste. Mientras las españolas van medio desnudas con esos
vaqueros ajustados que abrochan muy por bajo la cintura y dejan al
aire el glúteo, nos fotografían el canal de la rabadilla allá por
donde la espalda pierde su honesto nombre, insinuando por delante
las montuosidades pilosas del pubis. Las tapadas erre que erre en
su numantinismo talar. Son muy suyas estas jarifas mientras nuestras
chicas van tan descocadas.
-Parece
que las viste una modista enemiga.
-Quiá.
Estas no van a la moda y gastan poco en ropa.
La
insolencia y el gesto de desafío de la morita a mí me dio que
pensar y es para que muchos políticos se llamaran a andana
contrasta con la indiferencia y suavidad de nuestras cristianas que
salen a la calle prácticamente en taparrabos. Con sus abuelas eso
no pasaba. En la Castilla profunda y hasta en Baleares que es más
morisca todavía se tapaba a la hembra de los pies a la cabeza.
Mahoma
que era un lascivo sabía sin embargo lo que se hacía pues en el
juego amoroso loo que se guarda resulta más provocativo que lo que
se ofrece al amante. El cristianismo que viene de Roma y de su
pasión por el desnudo adora a un Dios crucificado que deja patente
bien su humanidad viril velada por un paño de pudores. Toda una
lección. Pero nuestros abuelos renunciando a los usos y costumbres
quisieron también encerrar a sus mujeres y recatarlas y aprendieron
la costumbre de los musulmanes de celar la hembra. Y tanto la
celamos y guardamos con siete llaves que de ahí nos vino el
renombre de celosos Yo he visto ir en mi pueblo ir a misa a las
tapadas. Si se encontraban camino de la iglesia con un hombre que no
fuese su marido tenían que hacer la vista gorda.
-Ni
tanto ni tan calvo.
-Pues
sí.
-¿Me
permite que le cante una copla de Segovia?
-¡Mientras
no estorbe!
-Allá
va:
Arriba
abajo /que a mi novia le he visto el refajo/ abajo arriba que a mi
novia le he visto la liga
Es
una vieja canción mozárabe como lo era el “Me casó mi madre”
donde se capta esa doble moral, ese sentido ambiguo de la gente
fronteriza.
Estoy
por cantársela a la alaroza en el autobús de Brunete, que de
tanto resayo como lleva en el cuerpo va provocativa y a lo mejor me
entendería. Además hoy me voy de v vacaciones y me importa todo un
cojón de Mahoma. Donde las dan las toman. Sí señor.
OLIGOANTROPÍA
ESPAÑOLA
“Las
indias son lujuriosísimas, paren presto, mucho y bien” dice López
de Gomara historiador de Carlos V en su Relación de Indias. Tal
perspectiva “animó”, precisamente llaman al siglo XVI el siglo
del amor, a no pocos españoles a cruzar el charco y luego corrió
el rumor de que los hombres por allá eran algo sodomíticos y
holgazanes- mejor nos lo ponen- en el cumplimiento de sus
obligaciones de todo tipo y que para colmo practicaban el
canibalismo en aquellas caponas que vio una vez Pizarro en un pueblo
inca; dicen que la carne de cerdo es parecida a la de hombre.
Y
ahora en ese viaje de ida y vuelta que es la historia ocurre al
revés. Cuando estoy en la cola del Intercambiador me doy cuenta que
el aserto profético es casi un dogma de fe. Y Bernal Díaz del
Castillo, otro historiador del emperador, con su lenguaje
cuartelero, afirma: “las indias nos decían cuando llegábamos a
los poblados si dios nos lo dio es para que lo usemos”
refiriéndose al sexo.
La
manipulación genética y esas noticias alarmantes que llegan de
México sobre la normalización del aborto y la venta a cachos de
trozos de feto (¿en qué mundo vivimos?) Precisamente donde los
españoles vieron las primeras vacas corcovadas, el árbol del mtl,
los cacuyos y el pájaro uncicilín, el más pequeño del mundo,
puede suponer el holocausto de una civilización. Desde luego que
España es un pueblo viejo que padece oligoantropía, al no nacer
niños, este país sucumbirá como nación.
El
problema es mucho más pavoroso que el del separatismo o el
terrorismo. Mao lo dijo: “la bomba demográfica os estallará en
vuestras manos”. O el pez grande se come al chico ¿Será un
castigo de Dios? ¿Una de las siete plagas bíblicas?
Pues
parece que se cumple. La doctrina de la Iglesia al respecto que como
creyentes, más que por imposición política por responsabilidad
moral, hemos acatado me parece congruente: aquí cabemos todos si
se practicasen medios anticonceptivos naturales y no abrasivos y si
en este mundo la riqueza estuviera mejor repartida y no hubiera
tantas injusticias sociales que es lo que determina la oscilación
de la balanza migratoria, aparte de otros intereses estratégicos y
geopolíticos de que las razas pujantes, disciplinadas, con un
respeto profundo hacia la mujer se erigen en dominantes. El
patriarcado romano fue devorado por los matriarcados godos, y Roma
tuvo que promocionar la ley Popea para incentivar la natalidad
cuando ya era demasiado tarde con los cascos de los caballos de
Atila cabalgando hacia el Lacio.
¿Podría
haber lugar para todos? O dicho de otra forma: la mesa de san
Francisco donde comen cuatro comen cinco. Ardua solución que se
enfrenta con los principios económicos del reparto del papel y de
los bienes escasos. Pronto no habrá vituallas. Se desabastecerán
las reservas de agua y los pantanos no podrán proporcionar
suministro a las inmensas megapolis que crecen sin pausa.
Ciudad
de México alcanza ya los 22 millones. Las indias son fecundísimas
como observó el capellán de Carlos V aquel clérigo soriano cuyos
escritos releo estos días ojeando el manuscrito del cronista de
Indias y lo sigue siendo. Todas, con bombo.
JL
Gutiérrez me dijo en una ocasión que la mejor forma de combatir al
infiel es teniendo muchos hijos. Yo he pagado el bautizo de cinco.
Ya he contribuido con mi granito de arena a que no se derrumbe esta
civilización
27/04/2007
OVIEDO
MARTES DE CAMPO.
Sastres
vienen al infierno vamos. Quevedo no podía ver a los del gremio de
los alfayates. Tampoco a los genoveses ni a los francos- todos
judíos que se dedicaban a rapar bolsas mediante la usura y a cortar
telas- como tampoco soportaba a las suegras. Leo al Caballero
de las Espuelas de Oro.
Tarde larga y lluviosa de primavera. Pasado mañana es martes de
Campo o dicho de otra forma la Balesquida, una virgen medieval que
se encuentra en un oratorio enverjado frente a la catedral.
Antiguamente, el altar con la Virgen en su hornacina en un trono
carmesí y muy atalajada de manto, caireles por la esclavina,
moquero de blonda entre las manos y una horrible peluca de corte
natural, pues morena debió de serla niña en cuya cabeza crecieron
tales rizos, pendientes de aljófar; a los pies la media luna y un
rosario de azabache entre los dedos la mirada tranquila pues no es
una de esas macarenas llorosas y a punto del jipío, (en eso nos
diferenciamos los del norte de los andaluces, aunque muy guapa está
la virgen que el gremio de alfayates eligió por tutora celestial,
siguiendo la costumbres de los gremios artesanos, cada uno elegía
por intercesora a Nuestra Señora bajo una advocación diferente y
es así como nace el culto marial) solía estar bastante concurrida
de devotos que murmuraban una oración al pasar, de rodillas ante la
verja del chaflán que hace esquina a la airosa plaza de la
catedral, pero en la actualidad ha menguado el interés. La caridad
se enfría y la vieja Vetusta perdió su pedigrí. Han levantado una
estatua a Woody Allen en una travesía principal. Tal vez Oviedo ha
dejado de ser cristiana aunque se hable de solidaridad y se entienda
la caridad como un negocio para abrir las puertas al extranjero y
cerrárselas al de casa. Catolicismo nominativo que se avergüenza
de Cristo y de la tradición pero eso no empece mi amor a la virgen
María. Yo recuerdo aquella noche ovetense la noche más triste de
mi vida (vine por lana y salí trasquilado en que llorando de
madrugada me prosterné en el oratorio y recé el sub
tuum praesidium
y el sancta María succurre
miseros, fove flebiles adjuva pusilánimes, ora pro populo inercede
pro clero interveni pro devoto femineo sexu sentiant tuum juvamum
quicumque celerant tuam solemnitatem
y he aquí que la Santa Señora me salvó de aquel percance y
enderecé mis pasos por la vida. Amen. Desde entonces mi amor a la
Madre del Consuelo no ha sufrido merma como tampoco mi afición por
Quevedo el más grande poeta de la lengua castellana. Sus versos me
confortan cuando estoy triste. Con ellos río cuando estoy llorando.
Sus libros son un paradigma de humor y de teología católica. Ya
digo que no soportaba a los sastres. En una sátira le echa en cara
nuestro primer padre Adán por no haber tenido que lidiar con este
gremio. Le bastaba una hoja de parra. También le recrimina por no
haber tenido suegra porque a Eva no le parió mujer y nació de su
costilla. En esta su genial jácara el docto domine alcalaíno que
era muy sapiente y había leído la Biblia en su lengua original
pone en la picota al Libro del Génesis y toda la doctrina sobre el
barro, la serpiente y el paraíso en entredicho:
“Padre
Adán no lloréis duelos
Dejad
de llorar
Pues
fuiste en la tierra
El
más dichoso mortal
De
la variedad del mundo
Entrasteis
vos a gozar
Sin
sastres ni mercaderes
O
las que tuvo otra edad
Para
daros compañía
Quiso
dios aguardar
Hasta
que llegó la hora
Que
sentisteis soledad
Costóos
la mujer que os dieron
Una
costilla y acá
Todos
los huesos nos cuestan
Aunque
ellas de cuernos nos ponen más dormisteis y una mujer
Hallasteis
al despertar
Y
hoy en durmiendo un marido
A
su lado encuentra otro Adán
Tuvisteis
mujer sin madre
Grande
suerte de envidiar
Gozasteis
del mundo sin viejas
Ni
suegrecita inmortal”
La
misoginia y la misantropía hacen del gran autor un descatalogado
pero genial. En sus atisbos que mueven a piadosas carcajadas. Es el
consuelo de la literatura. Si hubiera vivido en Vetusta el bueno de
don Francisco hubiera escandalizado a toda la peña como le ocurrió
a Cela con sus retahílas al respecto de la Virgen de Covadonga. Ye
pequeñina y galana pues que se joda. Una ciudad levítica y donde
el humor se adereza por caminos distintos le hubiera declarado
persona non grata. Oviedo es ciudad de sastres, curas, mercaderes e
hidalgos de gotera, los famosos hidalgotes coritos un poco al estilo
del Buscón de los que se echaban migas por la barba para indicar
haber comido a la picaresca o mostraban en la veranda de sus
corredorias jamones, botillos y morcillas para avisar de su
ascendencia antañona de cristianos viejos. Oviedo señorial y
sartorial sabe guardar las apariencias, siempre con el poder y
mimetizando a los madriles. LNE el periódico al que yo más quise
huele a Opus, a masonería y a sermones de arzobispo. Grupo
Bilderberg. La justicia social, entregada la villa a las castas
caciquiles, ya no se lleva pero sigue siendo el paraíso de los
sastres y de la elegancia. Al menos en mis tiempos lo era. Recuerdo
que mi boda estuvo a punto de venirse abajo porque me fui a probar
el chaqué y como no suelo llevar calzoncillos hice salir del
zaquizamí a mi pobre suegro y a mi cuñado del probador. Madre mía
¡qué vergüenza! El alfayate empezó a formular preguntas
capciosas. ¿Es que los tienen tan grandes que no te caben, om?
Tuyita, no te preocupes de tu descendencia… aquí hay material. Y
yo recordé la frase de Quevedo y la repetí para mis adentros
sastres vienen al
infierno vamos. No
sé cómo pude salir de aquel brete. Creo que fue por intercesión
de la Balesquida, el bollo preñau y la bota de campo. Allá penas.
Conseguí abrirme paso en una ciudad difícil. Ya lo decía Pérez
de Ayala en su Tigre Juan. Basta que afirmes una cosa para que un
ovetense te la niegue. Son el espíritu de la contradicción. Estos
señorones de Oviedo. Jodó. Y ahora ha perdido el barniz literario
que tenía antaño. Ya no se toma café en Peñalba (Cereceda, Perez
de las Clotas, mi suegro han desaparecido) y los pasteles de la
Mallorquina no son lo que eran. Han desaparecido los antiguos
chigres tan mesocráticos donde el marqués alternaba con el mozo de
cuerda. El regimiento del Milán se ha convertido en un campus
universitario fábrica de parados. Finiquitaron las buenas librerías
y la vieja elegancia característica de los paseantes por el Bombé.
Mendigos rumanos hacen el espejo plaza por Uría. Las estudiantes
van vestidas casi de arambeles. Oviedo parece una sucursal de
California. Y el comandantín no aparece los jueves por la tarde
como solía a lomos de un caballo blanco para cortejar a Carmencita
a la salida del colegio de las ursulinas. Don Fermín de Pas ha
bajado del campanario de la catedral metropolita aunque la torre
siga airosa y ya nadie lea a Clarín. Asturias se ha convertido en
un parque temático. Nada queda ya del antiguo esplendor de la urbe
más maravillosa de España que yo conocí. ¿Volvemos a la
barbarie, al pensamiento único, a una sociedad gorreada no por el
Ejecutivo sino por los jueces donde todos son historias y pleitos
que se desentiende de su pasado o lo cuenta como no fue haciéndole
el caldo a Gibson, Preston y otros cronistas ingleses que no son
precisamente Alfonso X el Sabio, quiere hablar en inglés y lo hacen
mal?
En
vísperas del Día de Campo juego al escondite con la nada y me como
mi bollo preñao,
pan con chorizo que sabe a glorias. Las jácaras de don Francisco
infunden cierta longanimidad ante una situación en la que parece no
haber salida… “no hay necio que no me hable ni vieja que no me
quiera. Ni pobre que no me pida ni rico que no me ofenda. No hay
camino que no yerre. Ni juego donde no pierda. Ni amigo que no me
engañe. Ni enemigo que no tenga. Agua me falta en el mar y la hallo
en la taberna. Que mis contentos y el vino son aguados doquiera…
siempre fue mi vecindad mal casados que vocean, herradores que
madrugan, herreros que me desvelan. Si hablo a alguna mujer y le
digo mil ternezas o me pide o me despide que en mí es una cosa
mesma”.
A
día de hoy si hubiese sido vecino de Oviedo Quevedo hubiera tenido
tela que cortar. Pero ¿qué dice este coxo, oh? Lo hubieran tirado
a rodar desde lo alto del monte Naranjo que vigila desde las alturas
a este villorrio levítico, señorial y sartorial. Pero el martes 22
de mayo es día de campo, sidrita, tambor y gaita y un bollo preñau
para alegrar la andorga todo en honor de la Balesquida que es santa
medieval. Su festividad se viene repitiendo desde 1245 y ese día la
vieja ciudad gremial practica una de sus virtudes que es la
alternancia, da lo mismo un pobre que un rico.
Lo
dice el gran historiador Tirso de Avilés en una de sus reseñas. En
la edad media se llamaba francos a los judíos de Oviedo. Por
Segovia les llamábamos gascones; caminaban por toda España
vendiendo hilo. Iban y venían a la Rochelle ciudad hermanada con
Vetusta. Caseme con franco venido de Estambul canta Joaquín Díaz.
Curiosamente el gremio de alfayates fue el propulsor del Camino de
Santiago. Bien se ve que los judíos son caldo de todas las salsas
hasta en Oviedo. No hay mal que por bien no venga. Con respecto a la
Balesquida parece ser que era un solterona rica que dejó una manda
a perpetuidad para que le dijesen misas (donaciones pro
anima) y quiso morir
cristiana. Se encuentra enterrada en la iglesia de San Tirso cabe el
Corredor del Obispo. Una bonita historia debió de ser la suya como
una de tantas que uno encuentra en la historia de nuestra patria.
Les aconsejo que para conjurar la crisis y la desesperación y
desencanto que nos apabullan lean a Quevedo que ya digo es el mayor
escritor aunque se encuentra fuera de linde `por meterse con los
judíos, los sastres y los genoveses. El pensamiento no delinque y
la verdad nunca muere. Hoy estarían en la mira de sus dardos los
banqueros, los políticos y los tertulieros
que arrebañan y arrebujan para desdicha nuestra.
EL
ARZOBISPO CARRANZA Y BARTOLOMÉ DE LAS CASAS PADRES DE LA LEYENDA
NEGRA Y LA LEYENDA BLANCA
Una
madrugada del 22 de agosto de 1559 en una casa eclesial de
Torrelaguna – fue residencia de verano del cardenal Cisneros, su
antecesor en la mitra primada- sonaron tres golpes secos.
-Abran
en nombre de la Santa Inquisición
Abrió
un lego dominico. Un grupo de corchetes armados entraron en el patio
porticado en cuyo centro había un pozo con brocal de granito y
subieron al aposento del arzobispo. Éste rezaba Maitines y no dio
muestras de cólera, sólo la sorpresa se pintó en su rostro al ver
que uno de sus fámulos, Diego Ramírez, y hombre de su confianza,
era el que había dirigido la operación del prendimiento y
encabezaba aquel grupo de gente armada, algunos de los cuales
venían borrachos pues habían hecho parada y fonda en un mesón de
Valdepielagos. La detención significa la pérdida de la libertad,
la confiscación de los bienes. Las mulas con sus arreos, las
propiedades muebles, las capas pluviales, los libros y otros enseres
del arzobispo fueron puestos en almoneda “por lo que quisieran
dar”.
-Entréguese
Su Ilustrísima a los oficiales del Santo Oficio.
-¿Vos
tenéis mandamiento suficiente para eso?
-Yo
no soy más que un mandado- contestó Fr. Diego.
Fue
la única respuesta del prelado que saltó del lecho, se aderezó y
vistió en su presencia y salió con ellos. La escena recuerda la
acontecida en Getsemaní y en los oídos repica la frase del
evangelista: et per
invidiam tradiderunt eum.
Por envidia lo entregaron a Carranza sus hermanos de hábito y de
palio de la misma forma que hicieron con Jesús los fariseos. Un
arzobispo el de Sevilla, Fernando de Valdés, asturiano de Salas,
que había aspirado a la silla de Toledo y además parece que se
sintió despechado por ciertas criticas vertidas por Fray Bartolomé
al absentismo de algunos prelados entre los que se encontraba el
interesado Valdés que no visitaba su diócesis hispalense desde
hacía más de un lustro, y un dominico que había sido compañero
de aula y de celda el dominico Melchor Cano fueron los denunciantes.
La causa próxima fue un catecismo que había publicado Carranza en
Flandes con algún resabio luterano que nunca pudo ser demostrado a
lo largo del dilatado proceso que subsiguió, muy dilatado y
farragoso. Duraría más de quince años. La causa remota hay que ir
a buscarla en los enconos, la rencillas rivalidades y el
energumenismo de gentes de vida consagrada y el ambiente de delación
y de sospecha existente.
Es
posible que en su fuero interior y después de sus giras por
Alemania y sobre todo por Inglaterra adonde acompañó como capellán
a Felipe II a sus bodas con María Tudor (Carranza en su deposición
forense alega en su descargo haber sido baluarte de la fe cristiana
y haber mandado quemar en Londres algunos herejes) “se
contaminase” de algunos planteamientos de la reforma y albergase
dudas sobre el purgatorio, un lugar que no empieza a existir –
Jesucristo nunca habla jamás del mismo y sólo se refiere al
estercolero o gehenna adonde se almacenan las almas de los
condenados y el propio papa Benedicto 16 duda de su realidad- en el
siglo XIII por una visión de la plumada Catalana de Siena, o el
culto a las reliquias tan problemático, o la justificación por la
fe, una genialidad de Lutero que se entiende a través de las
diferencias filosóficas entre potencia y acto y el abismo que
separa entre la criatura y su creador, el infinito y la mortalidad
de la carne. Lutero había estudiado con fervor y acuidad las
encíclicas de san Pablo. Se siente confundido cuando el Apóstol de
los gentiles se queja de su sarcinidad que le arrastra hacia abajo
mientras su alma tiende hacia arriba.
Y
llega a la conclusión de que el hombre no es nada. Sólo le salvan
los méritos de la pasión de Cristo y su sangre derramada. En el
ser humano por mucho que se esfuerce la materia, las células lo
arrastran. Esta suposición es confirmada por la moderna psicología
y por la biología. No somos más que un poco de barro y un poco de
agua. Credo quiere decir cruz, carisma, caridad y palabra. Las obras
importan poco. Es la concepción del fatalismo germánico frente a
la idea judía de que Dios ayuda sólo a aquellos que quieren
ayudarse a sí mismos. Pero la encarcelación y el proceso del
arzobispo toledano que llena más de un salón de legajos y que han
sido estudiados por el sacerdote donostiarra Tellechea, Julio Caro
Baroja y otros, pero sobre todo por Marcelino Menéndez y Pelayo, la
fuente en la que beben todos los bibliógrafos y estudia el tema con
bastante objetividad sin dejar en sus juicios la huella de católico
a machamartillo que le caracteriza. Gracias a Dios en la actualidad
vivimos en una cultura laica y no podemos entender por qué aquellas
pelamesas por un quítame allá esas pajas. Por el purgatorio una
idea abstracta, la comunión en la mano y los enfrentamientos a
navaja entre calvinistas y luteranos por cuestiones como la
transubstanciación, la cena del Señor, el culto a los santos y a
las reliquias que en el fondo no dejan de ser algo insustancial. La
maciza personalidad de Lutero con sus luces y sus sombras y su
altivez de fraile levantisco se alza como destructor del viejo
orden. Hizo la crítica y en algunos puntos de sus noventa y nueve
tesis clavadas a las puertas de la catedral de Wittemberg no le
faltaba su punto de razón pero no construyó nada siendo el
culpable de tanta sangre derramada en los campos europeos por su
alzamiento luciferino. El agustino alemán creo que actuó por
soberbia y por despecho.
Ahí
subyace la gran cuestión. El pensamiento teutónico es mucho más
romántico e idealista que el hebreo que sólo creen en las obras.
Por sus obras los conoceréis. Lutero encuentra cierta contradicción
entre las palabras de Jesucristo cuando habla como un rabino y
cuando habla como el salvador y el rescatador de la culpa. Hay una
diferencia entre credo y religión. Y en el paroxismo de sus
contradicciones el agustino se apoya en la frase de Agustín que es
una glosa de la caridad paulina del ama
et fac quid vis.
Para
los judíos la religión no es credo sino una forma de vida, un
conjunto de reglas y de ritos externos (abluciones, bromatología,
lo que contamina y lo que no contamina: el cadáver, la carne de
liebre, los pájaros estrangulados, el congrio la anguila y todo
animal que carezca de pezuña, las estrictas reglas sobre el
matrimonio para garantizar la pureza de la raza de los hijos de
Israel, etc.) que han de ser seguidas al pie de la letra
minuciosamente. Dato curioso al formular su teoría de la
justificación encienta una olla explosiva y emprende un camino sin
retorno.
Al
fin y al cabo heresiarca genial vivió bajo el espíritu de la
contradicción de manera que le protestantismo por él fundado va a
recoger la antorcha de la actitud judía de la justificación por
las obras aboliendo el culto divino y dejando de lado a la liturgia
proponiendo una relación con el dios personal de los elegidos tal y
conforme lo confiesan los judíos. A esto había que agregar los
abusos y escándalos de la corrupción eclesiástica por la simonía,
el culto a las reliquias, el absentismo episcopal, la depravación
de los monasterios. Fray Bartolomé había viajado por Alemania y
sobre todo por Inglaterra donde capta aquel ambiente de relajo.
Vivió un tiempos duros e incluso él mismo aduce en su
testificación que estando en Londres había mandado quemar herejes.
No era un ángel sino un hombre de su tiempo cuando los braseros y
hogueras se encendían al albur de diferentes concepciones
teológicas.
Seguramente
regresó a España lleno de dudas. Había nacido en Miranda de Ebro
en 1503 de origen converso. En su infancia vio a su madre cocinar la
adafina y lavar todas las carnes para que no quedase rastro de
sangre la sartén siempre con aceite de oliva nunca manteca. Los
siete días siguientes a la muerte de uno de la familia se abstenían
de probar carne en luto por el difunto. Otras costumbres eran la
muda del sábado y ese afán de limpieza que caracteriza al judío y
que han heredado los españoles. El rezo del Bendita sea tu pureza
es una ancestral reminiscencia conversa. En ella la virgen cristiana
sustituye probablemente a la Ester hebrea la de las fiestas del
Purim cuando la luna llena de febrero.
Los
Carranza iban a misa pero no la oían y seguían guardando en
secreto los ritos heredados de sus padres y colgando en el portal de
la casa ristras de longaniza para aventar sospechas. Los jamones y
los mondongos eran tan sólo de exposición. ¿Era un mal cristiano
como le acusan sus enemigos irreconciliables Fernando Valdés y
Melchor Cano? Seguramente que no. Los conversos al abrazar la nueva
fe se mostraban más papistas que el papa. Un hecho constante es que
la mayor parte de los bautizados que solían tener muchos hijos
destinaban a uno o varios a la Iglesia. Al claustro incorporan un
ardor bíblico/mesiánico característico y una norma de vida que
solía ser más temerosa de Dios con el respeto a la familia y a las
complicadas leyes genésicas sobre la pureza, los alimentos y la
trama social porque entre los judíos el vínculo familiar y la
autoridad paterna era muy fuerte. El habito y el beneficio
catedralicio fue un ancora de salvación pero conservarían los
cristianos nuevos toda su vida ese talante independiente que
caracteriza a los de su raza que suelen ser por lo general gente
tenaz. Que fuese o no judío el mirandés no hace al caso pero no
deja de ser un síntoma del importante ascendiente que van a tener
los conversos sobre el proceso de la reforma y de la contrarreforma
porque juegan a dos barajas y de ese enigma que acompaña al
tránsito del pueblo elegido por la historia que es un largo caminar
por el desierto.
Al
igual que él, Las Casas, homónimo suyo, compañero de hábito y
vecino de celda cuando estaban en el noviciado dominico de San
Gregorio en Salamanca y que depuso a su favor en el largo proceso
que le incoaron, obtuvo ese mismo sambenito. Poco cuenta la
genealogía. Son los hechos los que avalan la condición de un
personaje y el obispo de Chiapas con su postura antisistema hizo
mucho más daño a la SRI y a la causa de España que el primado de
Toledo el cual se ve arrollado por los acontecimientos de un siglo
que en política y en religión (nunca irán de la mano las
fórmulas) fue un vendaval. La Destrucción de las Indias fue un
puñado de barro contra el rostro de España y su misión mesiánica
de América por lo que ha contado con todas las bendiciones de los
enemigos de la Fe no obstante lo cual Las Casas supo escurrir el
bulto y librarse de los calabozos inquisitoriales. Algunos hasta
quisieron hacerle santo. Un santo bajado del cielo a garrotazos
quizás. Un encomendero venal que luego se metió a fraile y que
debió de guardar toda su vida algún reconcomio o un fracaso
sentimental y se libró en su descaro del filo de alguna espada
porque los conquistadores tenían un respeto reverencial hacia los
misioneros. Si a Las Casas le cabe ser padre de la leyenda negra sin
razón Carranza lo es de la leyenda blanca con razón pues tanto el
injusto sumario en el que se vio enredo como la probidad de su vida
y de sus costumbres hoy causan cierto sonrojo. El uno no se metió
en teologías ni escribió catecismo alguno. Era un loco repúblico
que diría Quevedo sagaz y listo que sabía tirar la piedra y
esconder la mano, que hizo valer su condición de encomendero y
obviar su clase de erasmista convencido. El otro tuvo el coraje de
predicar contra el absentismo episcopal, un tema tabú. Los peces
gordos de la iglesia española se dieron por aludido y tomando el
rábano por las hojas harían del tema una cuestión personal.
Existe pues un paralelismo sorprendente entre los dos Bartolos.
HOGUERAS
INQUISTORIALES DE IZQUIERDAS Y DERECHAS
Un
día de verano de 1558 por los recuestos que llevan a Torrelaguna
aparecieron las hopalandas y las capas negras de buriel, con sus
bonetes y becas verdes de los cuadrilleros del Santo Oficio y sin
más preámbulos allanaron el palacio episcopal en la casa que
levantara Cisneros y llevaron preso a un arzobispo. Sus acémilas y
hacaneas fueron puestas en venta por
lo que quisieran dar,
sus pajes y fámulos hechos prisioneros. A él lo condujeron atado
al penal de Cuenca. Aquel sería el principio de un largo proceso de
diecisiete años, incoado en Toledo y que acabaría en Roma con la
muerte, de viejo, del prelado. La mitra en cuestión era, nada
menos, que la de primado de España, fray Bartolomé Carranza.
Tuvo
un juicio largo y me parece que justo, si hay que fiarse de las
actas que con sumo cuidado analizó y publicó su biógrafo, el
padre Tellechea Idígoras, pero que al mismo tiempo dio pábulo a
esa leyenda negra que pesa sobre España y que ha servido de
combustible y de leña a la hoguera en perpetua combustión del auto
de fe contra la Iglesia. El tristemente célebre primado es un
nombre de actualidad, desde que fuera firmado un reciente convenio
entre el gobierno Zapatero, a través de su director general de
Archivos, Rogelio Blanco, con la Silla apostólica ,para ganar
acceso a los memoriales de su causa, depositados en los fondos
vaticanos. Difícil es que aflore a la luz ningún dato nuevo al
respecto que no haya sido antemano exhumado por el clérigo
donostiarra Tellechea, un investigador veraz y contumaz rastreador
historiográfico, pero a buen seguro brindará ocasión para
encorozar una vez más a la SRI. Eso de fijo. La ocasión la brindan
calva. El vapuleo no ha hecho sino comenzar. Y las fuerzas de la
anti España, los corifeos del odio, estarán ahí, rindiendo
tributo al escarnio y a la patraña.
No
sabemos cómo en el Vaticano se defenderán. Con una Iglesia
sometida y convertida en una ONG, y en medio del pavor de los miedos
y ese actitud ancilaria de estamentos eclesiales que impide gritar
a los servidores de la Fe, aun con riesgo de su vida, el non
serviam contra las
poderosas fuerzas oscuras que hoy dominan los subterráneos del
poder universal, es difícil que a la verdad esclarecida se le
preste pleitesía. Sin embargo, se perciben ya signos esperanzadores
en algunos grupos testimoniales – estoy convencido que al
Evangelio lo cantarán y lo salvarán siempre de las garras del
opresor los diáconos- que están dando pasos al frente y diciendo
adsum, dispuestos
a cruzarse sobre el pecho la estola roja del martirio. Es el
espíritu de san Esteban, renuente a aceptar los dictámenes del
siglo, el que rescata a la nave de san Pedro en los momentos más
difíciles cuando las cuadernas se desfondan, se pierde el rumbo y
la frágil barquilla amenaza con dar de través.
Fray
Bartolomé, un navarro oriundo de Tudela, de origen converso, tenía
toda esa impaciencia e iluminismo de los cristianos nuevos. Sus
grandes conocimientos de las escrituras, su piedad y su elocuencia
le condujeron a la Silla de Toledo. Antes había sido uno de los
confesores de Felipe II, al que acompaña a Londres a la boda de
éste con María Tudor. En Flandes publica un catecismo al que algún
censor puso sus caveats
expurgatorios por albergar ciertos puntos de roce con la ortodoxia
como el culto a las reliquias, la transustanciación y los
sacramentos, y que él negó reiteradamente en el proceso.
Ciertamente, estas sospechas del careo no pudieron ser
substantivadas de modo tajante ni ganar entidad de prueba
testifical. De mayor monto a ese respecto fue una entrevista que
tuviera el arzobispo con Carlos De Seso, aquel veronés que fue
corregidor de Toro, fautor de los primeros conventículos luteranos
en España, que un mal día subió al Colegio de San Gregorio a
consultar cargos de conciencia con fray Bartolomé cuando era prior
de aquel monasterio.
Poco
después de su intervención por los corchetes inquisitoriales, en
un auto de fe que se celebra en Valladolid el 8 de octubre de 1559
fue entregado al brazo secular un discípulo suyo y hermano de
hábito, Domingo de Rojas. Al lado de él fue llevado en un asno,
cubierto con un capuz cabalgando cara atrás el famoso Licenciado
Cazalla, un cura de Toledo que decía que los crucifijos no eran más
que dos palos cruzados, su compinche en el presbiterado Domingo
Sánchez, quien afirmaba que no había purgatorio, así como varias
monjas del convento de Belén como doña Catalina de Reinoso y
Marina de Guevara, hermana carnal de uno de los grandes escritores
de aquel tiempo y obispo de Mondoñedo, fr. Antonio de Guevara
(Elogio de Aldea y
Menosprecio de Corte),amigo
personal del emperador.
En
la plaza mayor de Valladolid se juntaron doscientos mil almas. “Fr.
Domingo iba pertinaz, a decir de uno de los testigos, a lomos de un
cuartaguillo”. Los jesuitas asistieron a los ajusticiados en los
últimos momentos y tuvieron trabajo para persuadir a los relapsos,
refractarios a cambiar de opinión, aún en la hora de la muerte.
Perecieron dando voces y profiriendo insultos en italiano el duque
de Seso y su mujer. Al clérigo Asteguieta, por cantar el Credo de
Nicea en los últimos instantes, no lo quemaron vivo. Fue una
excepcional jornada la de aquel 8 de octubre presidida por Felipe II
que juró defender la religión católica y al Santo Oficio. Pero el
ambiente, el morbo y la parafernalia de toda esta casuística vienen
mejor descritos con todo lujo de detalles en la novela de Delibes El
Hereje para baldón
y sonrojo nuestro. Claro que ese era el talante de la época. En la
Torre de Londres la toza del verdugo siempre preparada vio rodar
bastantes más cabezas que por estos lares. En Francia había noches
de san Bartolomé y Calvino no se mostró digno de esa caridad
cristiana que tanto predicaba al enviar a la hoguera a Miguel
Servet. “Corrían tiempos recios”, dicho en frase de Sta.
Teresa, testigo de cargo de aquel ambiente cuando en los “conventos
los frailes se rasguñan como gatos unos a otros por las más
fútiles cuestiones, y hasta en los mercados las verduleras
discutían de teología”. El rey, viendo la que se echaba encima,
optó por las medidas drásticas. El auto de Valladolid fue un
deterrente que evitó que se propagaran los focos luteranos que
habían hecho acto de presencia en Sevilla, Toro, Salamanca. Esta
contundencia evitaría en suelo español las fementidas guerras de
religión que asolaron la cristiandad. España – y esa es la idea
que explaya Ramiro de Maeztu a lo largo de toda su obra- quiso
convertirse en el verdadero Israel, trono de la justicia y legado de
la teocracia bíblica, en un esfuerzo por conseguir esa simbiosis
imperial entre trono y altar, idea que preconizara Ginés de
Sepúlveda y cantara en sonetos Juan de Herrera, por la cual derramó
la sangre de sus súbditos y los dineros de sus reinos Carlos V y
que causa la fatiga y la perplejidad de su hijo Felipe II al topar
con la hostilidad de los restantes reinos cristianos e incluso con
la rijosidad e incomprensión de Roma. Las relaciones durante el
pontificado de Sixto V fueron tan tirantes que estuvieron a punto de
fractura y excomunión. Antes Alejandro VI había nombrado a Enrique
VII Defensor de la
Fe, un título que
se otorga en menoscabo entonces de los Reyes Católicos con el mismo
empeño y contumacia con se siguen hoy resistiendo ciertas
covachuelas vaticanas y corrientes de opinión a la inscripción de
la Reina de Castilla en el catálogo de los santos.
Otro
de los elementos del proceso al Arzobispo Carranza son las
relaciones que tuvo con el obispo de Chiapas, hermano de hábito y
tocayo, fr. Bartolomé de las Casas, el cual va a deponer como
testigo en uno de los autos. Habían sido vecinos de celda cuando
estaban en el convento de san Gregorio de Valladolid, poco antes de
la partida de uno y otro hacia Inglaterra y hacia Nueva España,
respectivamente el año 54. Las Casas, también de origen converso,
pensaba en la cristianización del nuevo mundo y Carranza en la
nueva evangelización del viejo. Ambos eran reformistas. Dos
iluminados. El primero se mete con los encomenderos y aboga a favor
del indio, poniendo en jaque una doctrina de derechos humanos que ya
discutían los claustrales de Salamanca y que dice mucho a favor de
un pueblo donde, para todo, se tiraba de papel y pluma. Con los
conquistadores viajaba aparte de un sacerdote el escribano para
levantar acta. Pocos países del mundo han mostrado esa capacidad de
autocrítica y ese respeto a la letra muerta que tuvieron los
españoles. En Inglaterra, en Alemania, en Francia e incluso en
Italia no se permite a los escritores este talante de libertad en el
ejercicio de la crítica al sistema. El que en Sevilla en 1552
apareciese un libro que llevaba por título Brevísima
relación de la destrucción de las Indias
, lanzando denuestos contra la rapacidad de los peruleros y
denunciando las luchas a muerte entre almagristas y pizarristas, da
idea de esta capacidad de aguante y de tolerancia. Seguramente, si
hubiera vivido en Estados Unidos el “padre de la Leyenda Negra”
no hubiera encontrado editor o hubiese sido un marginal,
políticamente incorrecto, si hubiese querido contar en los mismos
términos que lo hace contra los españoles la conquista del Oeste y
el exterminio de indios mohicanos y navajos. Ven la paja en el ojo
ajeno los enemigos que de siempre, puesto que ya Erasmo pronunció
aquel famoso apotegma de non
placet Hispania,
tuvieron los hispanos, siempre sometidos a un escudriño ideológico
y a un sacomano feroz de sus valores. Debe de ser envidia. Ladran
luego cabalgamos. El fundamentalismo del padre Carranza y su
pietismo, basado en la lectura de las lecturas de las epístolas de
san Pablo, le lleva a predicar contra el absentismo de los obispos.
Debía de ser un hombre muy piadoso y sacerdote de gran reputación
apostólica, puesto que estuvo en Yuste ayudándole en su última
agonía al Emperador el 21 de septiembre de 1558. Ello le granjea
las iras de su capellán de oficio, Juan Regla. Este clérigo, tal
vez por malos quereres, testifica contra él en Valladolid: “por
haber dicho cosas luteranas al oído del moribundo”. Y en su
postura a favor de los episcopados sedentarios – los obispados
eran itinerantes como lo era la corte- va a chocar frontalmente
contra el arzobispo de Sevilla, el asturiano Fernando de Valdés,
nombrado inquisidor general. Un sobrino suyo, el deán de Oviedo, lo
denuncia bajo ciertas sospechas y barruntos de herejía al Santo
Oficio, contenidas en su Catecismo
de la Vida Cristiana.
Roma, como siempre, va a dar largas. Las transposiciones literarias
del Evangelio ad pedem
literae pueden dar
lugar a conclusiones extremas y ocasionar Biblia en la mano
efusiones de sangre. Ese fue el lado malo del arzobispo y de los
seguidores de Lutero y de Calvino que dieron el salto desde la
teocracia medieval a las bibliocracias del mundo anglosajón en una
interpretación intimista de las relaciones con Dios y el espíritu
de lucro, la moral de circunstancias, la importancia del dinero, la
concepción anárquica frente a la idea jerárquica, el poder viene
del pueblo no dimana directamente de Dios, etc. Por ahí empezaron
en Europa las terribles guerras de religión. Lamentablemente la
Escritura, que es palabra de Dios, en boca de los hombres, puede
llevar a conclusiones extremas, convirtiéndose así, a redropelo,
en semilla diabólica. Los que defendían una fe a palo seco,
altares despoblados de santos e indevotos de la Virgen María,
guiados por la soberbia, desdeñan el punto de contacto de la SRI
(santa romana iglesia) con los dioses oscuros de la antigüedad y de
todo ese paganismo de ritos y costumbres que Cristo divinizó con su
mensaje de la Buena Nueva. El fundamentalismo es intolerante. Los
fanatismos no son recomendables, cosa que se está viendo con el
Islam. Felipe II, al que le siguen llamando el demonio meridiano,
atajó el mal en ciernes, librando a sus estados de un incendio
religioso, aunque tuviera que enviar a un penal al primado de Toledo
más de tres lustros. El Padre Astete, que fue precisamente uno de
los jesuitas que ayudaron a bien morir a los amigos del arzobispo en
el cadalso de Valladolid, va a recomendar a los cristianos que lo
mejor es la fe del carbonero y decir sí o no como lo manda la Santa
Madre Iglesia. No meterse en camisas de once varas ni en teologías.
Si los archivos vaticanos desempolvan sus ligarzas ahora se sabrá
un poco más de aquel buen dominico de buena fe y de amplia vida
interior, aunque dejó poco escrito salvo el “Catecismo”. Por lo
cual nos tememos que sea bien exiguo lo que salda de los fondos
inéditos, pero proporcionará ocasión a los sedimentos del
contubernio a pasárselo a la Iglesia y a los católicos por el
pico. Con el drama de un religioso que quiso vivir el Evangelio con
todas sus consecuencias tendrán ocasión para alimentar la gran
hoguera de calumnias contra la Iglesia. Ojo con los rogelios
tramoyistas de un nuevo auto de fe como el que se vivió en
Valladolid aquel octubre de 1559 y que puede revivirse a la inversa
en la España de cuarto año del tercer milenio. Un otoño caliente
nos espera pues han vuelto las guerras de religión cuando las
creíamos sobreseídas.
CARTUJA
DE MIRAFLORES
Les
diste, Señor, un vida penitente y suplicante.
Hábito
blanco y rosario.
Y
el manto de tu Madre virginal
Que
a estos frailes acoge y protege
En
las lauras de san Bruno
donde
campea el silencio
Y
la plegaria interior
Eremitas
de la Señora
En
cada celda un cenáculo
Cada
aliento una avemaría
Que
se eleva rotunda
Por
las arquerías
Pénsil
y claustro
Gran
cogulla
De
la fratría
Quietud
impresionante
intramuros
A
la puerta el bosque
Piedra
gris
y
una lápida que recuerda a Enrique II
Aquí
vivieron generaciones de frailes
Muertos
al mundo
Per
solitudinem, visitationem et silentium
Escala
viva de Jacob
para
subir al cielo
Renuncia
a las pompas locas
A
los ciegos trajines
del
mundo
todo
lo encierra (menoscabo de la vanidad)
el
cerquillo y la tonsura
de
los monjes silenciosos
y
por eso y mucho más
Cartussia
non reformata
quia
numquam defomata
teniendo
por norma un precepto
sile
et sale
El
silencio es una canción
callen
las lenguas
para
escuchar los oídos la voz de Dios
asilo
de pacíficos
y
refugio de antiguos pecadores
Decepcionados
de las glorias terrenales.
Nunca
hubo reformas la Cartuja
Porque
nunca relajó
Me
apresto a recibir la pescozada
de
la gracia
una
noche de dolor en Burgos
que
el vientre me dolía
y
vine a ver los campeonatos
Puede
mucho el cucho de la oración.
Ofréndate,
Señor mi cruz y el martirio de mis dudas.
A
media mañana salió un fraile calvo.
Le
dije hermano morir hemos
Y
él me contestó; hermano, ya los sabemos.
pasando
a mi vera
Como
la sombra blanca de la resurrección.
Era
un ángel tal vez
Hago
mi norma de vida el lema suyo:
siembra,
transplanta, riega, aliña, cava
y
en cada florecilla a Dios alaba.
Pasó
el día de junio.
Pentecostés
se acercaba
por
esas fechas andan muy inquietos los diaños
luego
las vísperas
y
el oficio De Beata
un
gregoriano medular el suyo
Lo
culminó un diacono
Que
prosternándose el suelo besaba
Los
brazos en cruz
virginidad
total
terminó
la antífona y la coral
rotunda
voce
cruzó
la bóveda un pájaro
y
fue a posar en un facistol
No
interrumpidnos el rezo, avecillas del Señor
Per
intercessionem tuam Virgo Beata
da
mihi virtutem contra hostes tuos.
Luego
el prior dijo la misa
manteniendo
durante el canon los brazos en alto
apagó
las velas del altar un donado
y
acabó el rezo a media voz
cantan
bien los frailes Miraflores
se
nota que no comen carne y eso afina las cuerdas vocales
y
abrazaron la ley perfecta del silencio
Anima
mea taceat.
Vida
suplicante y vida penitente
Vive
y muere por Dios.
Regalo
de la escritura anónima
y
entre ellos florecieron Dionisio el Cartujano
el
Padre Molina y Arias Montano y Surio el doctor extático
autor
del Año Cristiano
Los
cartujos esperan poco de los recursos humanos
y
todo lo fían de Dios viviendo para la eternidad.
Espíritu
de san Bruno
Eco
de letanías maravillosos y amenes rotundos.
Per
intercessionem, silentium et visitationem
Cartussia
permanet in vigore
Sedebit
solitarius et tacebit.
Cella
continuata dulcescit
La
vida comprendí es ocio atareado
y
aquella noche cabe sus muros
recibí
los dones del Espíritu Santo
La
verdadera vida empieza después de la muerte
Por
eso ellos murieron al mundo
El
eco de sus salmodias penitenciales
Conmigo
los llevo siempre.
2
de agosto de 2008
BASIANO
DIARREAS VIOLADOR EN SERIE
Cuando
yo era niño había en Segovia un personaje muy curioso al que
llamaban Fernandito un retrasado mental aspecto hipocondríaco los
ojos algo grandes tristes y saltones la cabeza en forma de pepino o
batiscafocéfala que ya no me acuerdo tonto de baba el pobrín. Pues
bien a este Fernandito alguien le sugirió la idea o malas artes de
bajarse a la alameda de la Fuencisla o al Pinarillo, paseo amoroso y
apartado de las parejas de la ciudad, disfrazado de una sabana
blanca y molestar a las muchachas. Era la hora del fantasma. Cuando
menos se lo esperaba por allá aparecía el bueno de Fernandito. Les
salió el paso a las chicas en el Paseo de Salón a favor de las
sombras y zas abría la sabana y allí aparecía in púribus como
su pobre madre lo echó al mundo. Debía de tener poco y mermado lo
suyo que cuando las muchachas oían decir que viene Fernandito en
lugar de tener miedo se reían a carcajadas del tonto de mi pueblo o
picadas del morbo en lugar de huir se hacían las encontradizas para
ser testigos oculares y comprobar que el dichoso fantasma no estaba
tan bien armado como un carabinero según se viene a decir.
Todo
hay que decirlo no se trataba más que de un inocuo exhibicionista
el cual dio ideas a otros, de mayor peligro, que usurpando su
camuflaje hacían marranadas dedicándose a perseguir mozas y folgar
con ellos tras de los setos, sátiros en pos de las sabinas. Pero
un día el novio de un de las, asaltadas, un cadete de la Academia
de Artillería le pegó tan tunda que a Fernandito no le quedaron
ganas de presentarse por los parajes solitarios a mostrarles sus
tristes vergüenzas nunca jamás.
A
mí siempre los exhibicionistas los violadores y los burladores de
mujeres me han parecido gente deleznable tanto como los galanes de
monjas lo que no es óbice que literariamente me haya interesado el
sub mundo de los tarados mentales. El morbo sexual me parece una
aberración de la humana naturaleza como otras muchas. Jamás sería
capaz de forzar a una mujer o de faltarla al respeto - a las pibas
no se las levanta la mano aunque sean más malas que la que picó al
tren o se lo merezcan- y el adulterio repugna a mis genes empapados
de honor calderoniano o de las estrictas normas talmúdicas sobre la
propagación de la especie. El acceso carnal a magdalenas o el amor
mercenario también me horripilan pero algunas veces reconozco que
he frecuentado estos lugares de alterne que a veces es como bajar a
los infiernos. Las barras de estos garitos del distrito rojo me
sirvieron de cuaderno de campo donde realicé apuntaciones bastante
curiosas sobre comportamientos atávicos y rarezas de la humana
condición. Estaba en estos mis descensos al Germinal zoliano,
arrimando material para una novela sobre la explotación sexual,
las mafias que vinieron del este explotadas por sus macarras y
cóhenes y los pavorosos niveles que alcanzó el oficio más viejo
en la sociedad moderna cuando un día me dijeron que habían matado
a mi amigo Manolo el del Kiss.
El
libro que tenía a medio gas lo tengo aparcado porque en el ínterin
ocurrieron cosas diabólicas que me disuaden de seguir porque he
llegado a la conclusión de que la prostitución anda por todas las
partes. La más peligrosa la de guante blanco y la que carece de
visos de prostitución. ¡Pobres mujeres! Este comercio de la carne
con todo me parece más sano y menos pecaminoso que el de esos
monstruos émulos del vampiro de Dusseldorf que profanan la
inocencia de las niñas los violadores en serie los pornógrafos de
Internet. Pienso que para este tipo de delitos debiera establecerse
la pena de muerte. Así de claro. Una tarde de octubre cuando yo
vivía en Carabanchel, era domingo, escuchamos, entremezcladas con
el inalámbrico de las retransmisiones futboleras de José maría
García, voces y gritos. Salí al pasillo. Los chillidos partían de
los trasteros o antiguas leñeras.
Otro
vecino y yo Gonzalo bajamos a ver lo que pasaba y nos encontramos
con que una niña hija de un señor de Obras Públicas, Adolfo, del
tercero estaba siendo asaltada por un individuo con el pelo rizado
no muy alto de estatura lo que sí recuerdo era su pelo crespo y la
cazadora de ante. Presa de pavor la niña cuya cara de pánico
tampoco se me olvidará mientras ella tenía la falda subida y las
bragas bajadas. Llegamos cuando la cosa estaba en medias res. El
otro y yo nos abalanzamos sobre el personaje mi compañero se
encargó de rescatar la pequeña Almu y yo nunca he atizado con
tantas ganas. De un bofetón lo tumbé por tierra porque no es que
me gloríe de ser muy fuerte pero el coraje me hubiera permitido a
estamparlo contra la pared. Me acordé de una llave que me enseñaron
en la mili cuando estábamos de maniobras que decía tú siempre a
los huevos Parra. Sí, mi capitán. Era un instructor de asalto para
la lucha cuerpo a cuerpo. Se los retorcí con furia y no sé si con
la habilidad con que manipularan los capadores de Valtiendas cerca
de mi lugar a los cerdos pero creo que aquel fulano no salió ileso
y se acoraría toda su vida de aquella tarde dominical de octubre no
sé si capón para los restos - es lo que recomiendan los
norteamericanos hacer con esta clase de delincuentes la castración-
y cuando llegó la policía nos preguntó que por qué no le
habíamos dado más caña porque a ellos no les estaba permitido ni
tocarles un pelo de la ropa democrática policía. El fulano resultó
ser natural de Zarzaquemada. No sé lo que habrá sido de aquella
niña que había ido a comprar chuches y se encontró con aquel
infame a la puerta del caramelero pero su padre siempre que me veía
me convidaba a una caña y yo era para él alguien importante en el
bloque aunque en nuestras conversaciones no hemos vuelto a hablar de
aquel suceso. Este invierno se me ha ocurrido hacer una novela sobre
el escabroso tema que ya llevo unas cuantas páginas.
Basándome
no sobre aquel incidente real sino sobre un personaje por mí
inventado al que he bautizado con el nombre de Casiano Campaspero
Álvarez conocido por el alias de Chinito Diarreas natural de Cieza
aunque su partida de nacimiento dice ser de Cartagena nacido en
1957. Más alto que bajo no juró bandera a causa de los pies planos
aunque fue un niño gordo y menos preciado de pequeño y esta merma
fuera acaso una de las causas de las que dimana su apostasía de la
buena senda y sus malas inclinaciones. La voz gorda cejijunto y
cetrino los andares cansinos y la cabeza anómalamente pequeña. El
Diarreas como le llegó a conocer la policía daba el pego pues su
apariencia de chico empollón le daban un aspecto de total
normalidad. Pero era un monstruo por dentro incapaz de recapacitar
sobre el daño que podía causar a terceras personas. Egoísta y
egocéntrico, su ficha de delincuente por abusos sexuales empezó en
un colegio donde enseñaba Historia. Allí se lo montaba con las
alumnas y de hecho llegó a contraer matrimonio con una de sus
discípulas a la cual maltrataba de obra y de palabra y absorbía
sus energías con su asquerosa bocaza de vampiro. La verdad es que
su aspecto era un humano parecido a la lechuza insensible para el
dolor ajeno y siempre pensando en sí mismo en la satisfacción de
sus gustos y de sus apetitos. Nictálope, atacaba siempre por la
espalda y con nocturnidad. Bellaco y traidor como todos los felones
agazapados en el anonimato. Daba el pego. Inspiraba lástima porque
parecía una mosquita muerta y la gente hasta que lo calaba se fiaba
de él. Cruel con los que tenía debajo a los que trataba sin ningún
miramiento y confidente con las mujeres a las que poco a poco
atrapaba a su red. Éstas veían en él a un confidente pero debía
de ser poco hombre o su masculinidad precaria determinaba que sus
amigas siempre se fueran con otro. Otra de las razones que esgrimió
ante el psiquiatra o el juez para abordarlas en los solares o en los
portales.
Este
asaltacunas monstruoso hijo de mi imaginación pero basado
seguramente en algún personaje real al que he llegado a conocer me
ha hecho pasar un puente lleno de desazón. Estuve enfrascado en el
pergeño de la trama y solución de un asunto tan escabroso y de un
protagonista tan desagradable para el cual no puedo tener ningún
miramiento ni compasión. ¿Le pego un tiro? ¿Lo meto en presidio
lugar que ya ha visitado varias veces? En una ocasión- en la cárcel
no hay compasión con las violadores y la ley es muy dura con ellos-
le abrieran en el culo un butrón y lo violaron al de por conjunto
los compañeros de celda. Pero el Diarreas siempre se va de rositas.
Tiene siete vidas como los gatos. ¿Que por que le he puesto el
alias de Diarreas? Muy sencillo porque en una ocasión en que fue
pillado con una adolescente a la que metía mano y a la que estaba
ordenando hacer mamadas y mil perrerías se lo hizo en los
pantalones. También se los mueve el vientre cuando llegan los
agentes del orden de la misma manera a los valentones de la Eta
según referencias.
Profesionalmente
era un trepa que subió mediante la difamación y la calumnia de sus
compañeros y la adulación constante al jefe. Uno de sus compañeros
al que echaron de la institución donde se ganaba la vida y una de
las victimas de su lengua fue un pobre maestrillo con cierta afición
a la literatura y que los tiempos libres que le dejaba la cátedra
emborronaba papel. Casiano fue al director a enseñarle los
cuadernos y mandó examinar su ordenador personal. Como era interino
o no tenía las oposiciones o la plaza en propiedad a este pobre
hombre por nombre Miruello un buen israelita lo dejaron en la
miseria y le quitaron el pan de sus hijos. Mas ya digo una de las
características de la psique de estos individuos es su incapacidad
para recapacitar del mal que causan a terceros llevados de sus
pasiones inclinadas al deleite o el afán de vengarse de una
sociedad que menosprecian pues creen que ha sido injusta con ellos.
Para
los abolicionistas y regeneracionistas estos monstruos de crímenes
sexuales en serie son enfermos mentales y dignos de un tratamiento y
de ciertos programas de reintegración. Para mí no hay redención
posible hasta tal punto de que voy a ver como me las ingenio para
pasaportarlo a los Estados Unidos en compañía de la Miracielos
otra mala clásica de mis novelas hembra sin entrañas y epitome de
la ambición sin tasa a la que llamo la Verduga la cual lleva
enterrada ya a siete maridos como Ruth. Nuestra Ruth bíblica era
una santa y ésta hija de las lucubraciones de mi fantasía pero muy
probablemente basada en alguien que fue real y que con su reprobable
me inspiró a esta antagonista más mala que la picó al tren. La
Miramontes odia a la condición masculina. Algo le debió de ocurrir
pues hombre que cae en sus garras acaba siempre en el cementerio o
entre rejas. O los mata con polonio o con el pomo de veneno o les
acusa de machistas y de practicantes de la violencia de género.
Para mí que soy un defensor de las mujeres depositarias de la lama
sagrada de la vida ambos caracteres representantes de la aberración
machista y de los abusos del feminismo reduccionista son los dos
reprobables. Se da el caso de que la Miracielos y el violador
Diarreas se entienden a las maravillas como dos demonios que
trabajan para un mismo amo el que trata de destruir al género
humano. A ambos les acabaré sentando en la silla eléctrica.
¡Qué
pena que en Europa ya hayan desaparecido los cadalsos para librarse
de los violadores en serie y de las harpías que llamaban lamias en
la antigüedad y no eran sino matahombres. Estas Euménides adoraron
siempre a la serpiente que repta y lo mismo que los sacamantecas de
niñas indefensas y violadores rinden tributo a Moloch. ¡Que los
cuelguen! Y en este instante me gustaría tener en mis manos a aquel
pobre mozo de Zarzaquemada que una infausta tarde aburrida de
domingo del año 81 quería forzar a la hija de mi amigo Adolfo en
la leñera. Como nos dijo el poli que le detuvo fuimos demasiado
lenibles con aquel mozo. Hoy no andaríamos con tantos miramientos.
A los violadores hay que caparlos. Y a los soplones pegarles una
buena paliza o cortarles la lengua.
CASTA
DE HIDALGOS. RICARDO LEÓN
Me
recuerda mi adolescencia. Comillas. Los bellos paisajes montañeses.
Liébana y Santillana del mar. El destino marca rutas y hay un
misterioso pronóstico de tu vivir en los lugares que visitas. Hay
dos Asturias. La que termina en san Vicente de Asturias y la de
Oviedo que se extiende su dichosa topografía hasta la ría del Eo.
Aquellas marchas por el monte y los paseos por la solitaria y
desolada playa de Oyambre. Hoy vivo cerco de la mar océana a la
vista de un tómbolo o isleta que se cubre de agua con la pleamar y
es accesible por un camino por tierra cuando se retiran las olas con
bajamar
Ricardo
León es un estilista que supo encontrar en nuestra sangre la raíz
de los godos y narra este encuentro con el pasado castellano en un
estilo trabajado y una lexicografía añeja pero que trae a las
mientes el sabor de los vocablos cuando las palabras significaban el
todo por el todo. A la cruz de la fecha hoy cuando la pobreza verbal
nos cerca y nos oprime a este adalid del estilo no se le admira
motejándosele de rancio.
Casta
de Hidalgos es un libro que no fue tallado con pluma sino esculpido
a buril. Describe las casas de dinteles blasonados, memoria eterna
de una raza los amplios estragales y las balconadas. Santillana del
Mar se reclina de espaldas al mar en el manto de unas montañas que
muestran sus crestas erguidas por las que asoman los picos de
Cantabria.
Villa
guerrera e hidalga. Las rosas florecen en el balcón galerías del
mar… aquella morena que está en la ventana con la mirada me dice
que me da su corazón… cantaban los mozos rondadores. De mi época.
Aquella morena pudiera ser una reina. Se llamaba tal vez doña Labra
o doña Violante, vaya usted a saber. Embrujos y miradas de la
Arcadia. Hortus conclussus del pensil hispano. León retrata a los
hombres de negra ropilla y de garzotas cimbreándose sobre el gorro
montañés como plumas de gallo. Un poco más allá, el sol dora la
playa y las olas vienen y van dejando una cola de encaje blancos que
recordarán a aquellos caballeros los alquiceles morunos contra los
que pelearon a la vera del Guadalquivir.
Hay
un gesto de fatiga en el rostro de los que vuelven de pelear. Se
quitan el almete, el peto y la armadura, dejan las grievas en el
portal y se calzan las abarcas campesinas o se visten de la cogolla
y del tosco sayal. Monjes y soldados. Todos tienen un algo de
campurriana nobleza en el mirar. Pueden soltar en cualquier instante
una parrafada de poema épico… yo soy Ruy Díaz el campeador de
Vivar, ferid los caballeros por amor y caridad. Un borní vuela
cetrero por la pomarada y su grito de guerra se mezcla con el
lamento poético de un ruiseñor asturiano. Subamos hasta la
colegiata por el camino empedrado. Por estos bordillos hizo ya su
desfile la historia. Los hombres son altos, de cuerpos atléticos, y
como diseñados con tiralíneas. Las mujeres hermosas y recatadas.
Se cubren el rostro con el griñón moruno. Sólo salen ce casa para
ir a misa y su vida transcurre oculta y callada entre el escriño,
la rueca y la labor del hogar.
Santillana
es alto lugar de poesía y de silencios. Es la edad media hecha
poema épico y muda crónica de hazañas labradas en la piedra de
sus casas blasonadas que guardan las genealogías y las estirpes en
sus arcas carcomidas: los Verdugo, Tagles, Ceballos, Quirós,
Barredos. Allí vivió Velarde el que la sierpe mató y con la
infanta casó. Hay lambrequines en las fachadas y escudos con roeles
y barras siniestras. Siempre que la visito busco el apartadero del
Campo de Revulgo entre los árboles y las fuentes sombreadas por
alisedas. Allí en el sosiego; me parece escuchar el rumor de gente
que vive y que habla dentro de las casonas cerradas pasto de las
hierbas y acometidas por el comején de la humedad que amenaza. Son
los fantasmas de mi España
RICARDO
LEÓN JAUJA
Esto
es Jauja el tinglado de la antigua farsa. Escribía en su chalecito
de Torrelodones novelas clásicas en un estilo pomposo y arcaizante
al cual nadie podrá negar la elegancia y su numen de vate
malacitano. Siempre se asoma Andalucía a sus páginas lo mismo que
Cantabria (Casta de Hidalgos). Escribía pro
aris
et locis. El grillo
del hogar.
En
sus novelas se siente España, la tristeza del soldado que vuelve a
la patria victorioso cubierto de medallas al cual le alzan una
estatua sí pero le niegan un trabajo y el héroe se muere de
hambre. Esta es la trama de uno de sus mejores libros, Jauja,
el más autobiográfico. Ricardo León fue al igual que Pedro
Antonio de Alarcón
soldado en la guerra de África peleó contra Abdelkrim
y se distinguió por su heroicidad en un blocao de Dar Akoba como
único superviviente de una compañía que resiste loas embestidas
de una cabila. Lo que no lograron los moros lo van a conseguir los
cristianos. El sargento Ciruelo por un lío de faldas es asesinado
por la espalda a lo largo de una cacería por el marido de su
amante. Castiella
face los omes. Esta
es la trama de esta narración
que empieza con visos de comedia, salpimentada por el gracejo y el
garbo andaluz y rota, al albur de las pasiones desatadas en un
pueblo jienense, hacia los despeñaderos de la tragedia.
Juan
García se alista en la legión para salir de la pobreza (a
la guerra me lleva mi necesidad/si tuviera dineros/ no fuera en
verdad/, canta una
copla) en que vive su familia que pertenece a una de las de más
abolengo del pueblo y del Rif regresa con los galones de sargento y
con un brazo de menos. Sus paisanos le dispensan una recepción
apoteósica, el alcalde requiere los oficios de un escultor para que
le levanten un monumento. A los pocos meses ya nadie se acuerda de
la gesta, se echó al olvido la gesta aquel ilustre hijo de Jauja.
Tiene
que vivir pegando sablazos y para su fatalidad traba amistad con la
hija del alcalde malcasada con Pavón, Candelaria, durante las
fiestas del antruejo. Mal acabará aquel carnaval. El marido no lo
sabe pero pronto lo sabrá (todo el mundo lo sabía/todo el mundo
menos él) de modo que tal extremo va a dar a la novela un carácter
lorquiano, aunque mucho menos sangriento que “Bodas
de Sangre”
o la “Casa
de Bernarda Alba”
y más bufo porque León taja su pluma en los acentos de la jaranera
Andalucía, y dentro de unos patrones absolutamente clásicos.
Anguis latet in
herba, nos advierte
Don
Ricardo, el que volvió de la guerra de Melilla y quedó útil para
los servicios auxiliares (tuvo una paga de mutilado de guerra que le
ayudó a sobrevivir compaginando estos haberes con un puesto
administrativo en un banco de Santander, lo que le permitió
comprarse una casita en Galapagar y editarse sus libros en la
Librería de Victoriano Suárez muy bien impresos por cierto, cada
capítulo abre con una letra capital) estampa aquí algo de su
biografía, el desaliento y la incomprensión de aquellos cuyo feudo
defendió con las armas en la mano, la chabacanería e hipocresía
de una ciudad levítica obsesionada con el qué
dirán. En Jauja
todo se olvida y se perdona. Se puede hacer cuanto le pete al
demonio al mundo y a la carne pero a la chita callando,
recatadamente, tras muchas llaves y cerrojos. Robar a los vivos y a
los muertos pero guardando las apariencias con el respeto de las
leyes y bajo la fe del escribano. Lo que no se puede hacer ni se
perdona es “dar
que decir”
y el poner en berlina a los demás”.
Este
parlamento del alcalde Mirambles marca el paso de la trama donde se
entreveran personajes tan bien descritos como el arcipreste don
Rafael un cura de manga ancha, el general
Cienfuegos héroe de las lomas de Carey y que ahora tiene en su casa
una pajarera y se dedica a dar alpiste a los canarios, gordo y
panzudo y con un coramvobis que no le cabe en el sillón, el
archivero gallego el teniente de la armada Pavón marido engañado
el que porta la cornamenta y arrima los podencos de la rehala de la
alcalde en las montería como quitador de husmeo y cobrando sus
presas, descuidando su propia parcela, la magdalena arrepentida
Candelaria; Tula Cienfuegos el ángel del hogar que se enamora del
protagonista (no hay ser más peligroso que una hembra despechada) o
el inglés mister Plot accionista de las minas que se abrieron en
Jauja. Es todo un cuadro de actores que se enfrentan a una trama
contada como si fuera una cacería. Se escucha a lo lejos el latir
de las rehalas, los gritos de los ojeadores y el sonido lúgubre de
las caracolas.
La
muta de lobos discurre por los desgalgaderos y pendientes de Sierra
Morena entre jarales y retamas, lentiscos y florecidos cantuesos.
Bella estampa cinegética dentro de un paisaje grandioso el de
Despeñaperros donde, pasada la famosa venta de Cárdenas
Europa se asoma a África y en los días claros se divisan los
turbantes nevados de los montes de Tingitania.
Torpe
y maléfica ciudad patria envidiosa, pueblo, ingrato y ruin que
haces a los hombres y los desgastas, que haces los héroes y los
matas y en cada homenaje pones un sarcasmo y en cada estatua una
picota.
León
se queja de lo mismo que se quejaba el juglar del Mío Cid y de algo
que entristeces a todos nuestros escritores del barroco: España
dulce albergue de extranjeros y madrastra de sus propios hijos. La
ingratitud además de la hipocresía o del adulterio constituyen la
carpintería de esta obra que brotó de la pluma de un novelista a
los que los runflantes que van instalados en la carroza tachaban de
carca
pero que conocía bien su oficio porque aquí, desde siempre, unos
crían la fama y otros cardan la lana.
Cotejando
sus páginas con la de los supervalorizados, Galdós o Baroja, estos
dos monstruos sagrados salen perdiendo por más que los críticos
remendones y hermeneutas del refrito digan lo contrario. España
es un gran país. Por ende su literatura es una caja de sorpresas.
Otro
personaje soberbiamente trazado es el del vicario hombre tolerante y
magnánimo que trata por todos los medios de salvar a Juan García
Olavide de las fauces de la jauría
primero cazándolo con su ama de llaves y después otorgándole
un salvoconducto. Los planes del clérigo naufragan de la misma
manera que fracasaron los de fray Lorenzo el de Romeo
y Julieta de
Shakespeare en su intento por salvar a los dos amantes.
A
Juanillo García
Olavide alias
Ciruelo,
el sargento legionario, le da muerte el marido de Candelaria
emboscado entre los tollos de la Cueva del Pipe en una emboscada
montesina. El héroe de la guerra de África andaba por malos pasos
y a la flor del berro, se iba de putas, derrotaba por las tabernas.
Una
noche se enfrenta a su propia estatua elevada en el cruce a la
entrada de la población y habla con su sombra intentando en medio
de su borrachera arrebatarle todas las medallas y laureadas que el
ídolo de barro cuelga en las hombreras porque ya no sirven de nada.
La escena resulta de un dramatismo tan pintoresco como el del
comendador Juan de
Mañara que lleno de
españolísima osadía convida a cenar a un difunto en nuestro
teatro clásico. Es el mito de don Juan tan repetido encajado entre
los joyeles y engastes de una gran prosa donde lo pomposo no anda a
la greña con lo jocoso y satírico. Jauja es una diatriba contra la
sociedad española en los años de la dictadura de Primo de Ribera,
denunciando bellaquería e imposturas, cuando, ay, mucha más
libertad que en la España de 2014 enquillotrada, zafia y mucho más
zaina y cabreada que la de entonces.
ROMANCE
DE AMOR DIVINO DE LÓPEZ DE UCEDA
Sólo
cuando un pueblo se ensimisma se muestra capaz de alta poesía y
esto sucede, verbigracia, en la lírica que surge en Salamanca a
partir del siglo XVI que preside un místico poco conocido y natural
de Oropesa (Toledo) y que explicó Teología en Salamanca. Al autor
de “romance de un
alma que desea perdón”,
Juan López de Uceda fallecido en 1595 se le considera discípulo
eximio del agustino Orozco que fuera capellán y confesor de Carlos
V y cuyo lema era escribir y predicar a mayor honra y gloria de dios
y de la virgen maría. Se cumplen cuatro siglos de la muerte del
poeta, un gran desconocido para los españoles de hoy quienes, como
venimos diciendo, viven infatuados por el gran espejismo de la
cultura anglosajona, se dan de lado tales disquisiciones. Es como
una plaga bíblica para los que escribirlos y nos sentimos
castellanos. En la escuela mística salmantina se inscriben
estrellas mayores como Juan de la Cruz o Teresa de Ávila o Miguel
de Molinos pero hay otros astros menos conocidos aunque de no menor
porte como es el caso que nos ocupa.
López
de Uceda se inspira en una seguidilla profana para transformarla en
canto de amor divinos:
Yo
me iba ay dios mío a ciudad reale
Errara
el camino
En
fuerte lugare
Salí
zagaleja de en ca mi madre
En
la edad pequeña
En
la dicha grande
Diome
ropa limpia
Quedé
como un ángel
Y
tal gracia tuve
Que
logré agradarle
Lo
que ocurre es que el amador en este poema no es un hombre de carne y
hueso sino el propio dios. Precluye la entrega. Es el abandono total
en manos del Criador. El alma que busca perdón sigue una ruta
ascética que consta de los siguientes jalones:
-vía
purgativa
-iluminativa
-unitiva
El
poema es totalmente alegórico. Nos desborda su simbolismo. Ciudad
Reale no es la Ciudad Real manchega sino la Jerusalén celeste, la
meta soñada de los que abrazan la cruz de Cristo. Entremedias en su
ascensión a la cumbre el alma ha de afrontar no pocos peligros. Se
pide que tenga un buen discernimiento para distinguir el bien del
mal. Y la zagaleja es el alma cristina y el “galán hermoso, que
la rapaza se topó en la calle y el cabello en crenchas pude
enamorarle” es Jesús. Que rescata al hombre de las garras de la
muerte, lo viste, lo calza, lo alimenta con su propio cuerpo
(eucaristía):
Hizo
que me sirvan sus propios manjares
Su
plato
Su
copa
Su
vino y su pane
Todo
es precioso simbolismo interactivo. El verde color de esperanza es
la prenda que han de vestir los bienaventurados y hay un ángel que
nos cuida y hay una sortija de oro y otra de azabache símbolos del
Amor y del Temor. Se trata pues de un prodigio estético y una de
esas maravillas del alma e idioma castellanos en su precisión,
concisión, calado, hondura teológica que no perdieron frescura al
correr de los siglos. Este romance es como una rosa fragante. Es la
perla escondida con la que el lector estudioso se encuentra a través
de sus copiosos escrutinios. La literatura española es uno de los
grandes exponentes del arte universal y en buena parte es un
continente sin descubrir. Es el vino nuevo del evangelio guardado en
odres viejos que sólo degustarán unos pocos paladares afortunados,
los predilectos de los dioses..
De
Juan López de Uceda poco se sabe. Que era hermano de Francisco
López de Uceda el que diera a las prensas la “Pícara
Justina” y que fue
amigo y discípulo del agustino Orozco. Su composición a lo divino
es la versión de una letrilla de zarzuela que se cantaba en España
allá por el siglo XVI y que termina con una escena escabrosa: el
ayuntamiento carnal de un viajero que va de paso con una serrana de
un puerto de Extremadura. El tema fue tratado por la gran novela
pastoril del siglo XV. La serrana debía de ser muy hospitalaria…
Comeréis
la leche en lo que el queso se hace
Y
haremos la cama junto al retamal
Y
haremos un hijo que se llamará Pascual
López
de Uceda, fraile agustino, da la vuelta a la historia y transforma
la trova picaresca en entelequia mística por la vía unitiva. La
serrana es el alma y el viajero que pasa es Jesús. A día de hoy la
comparanza se presenta con resabios obscenos pero bien pudiera ser
un vademécum de entrada al laberinto de la poseía mística
española de Juan de la Cruz tan sensual y tan basada en el Cantar
de los Cantares. Se interpolan los campos. El verbo se hizo carne y
de ahí esa apariencia tan sensual. Raigambre hebrea del misticismo
y del catolicismo español. A un lector poco avisado puede
parecerlos que Juan de la Cruz y Teresa de Ávila se vayan por los
cerros de Úbeda confundiendo el ámbito de lo divino con lo humano.
Esta carnalidad sembraría los cimientos del iluminismo y las
aberraciones de los alumbrados. Surgen en conventos de clausura
monjas que querían ser poseídas carnalmente por Jesucristo y
acababan en brazos de algún fraile poco escrupuloso que fungía
como su confesor. O los predicadores que pronunciaban sermones
basándose en la máxima del “pecca fortiter”, Agustina. Hay que
pecar mucho para luego arrepentirse mucho. Era la teología de
Miguel de Molinos el jesuita que se lo montaba con las grandes damas
de Roma. Con más de una abadesa. Cristo para mí no tiene sexo.
Está por encima de los dislates de la carne pero por de esto mismo
algo funcionó mal en la vida religiosa y social española aunque
reconozco que es una manera, una más, de interpretar a Dios, si se
quiere desde la lascivia y del deseo carnal, consustantivo al tiempo
de los Austria. Pese a todo esto, el romance, salvo el título que
suena a despropósito, es una joya; fue escrito por un monje
converso, uno de esos curas españoles de antaño que tanto sabían
de cosas de amor aunque las crónicas señalan que esta experiencia
fuera teórica y no practica a través del confesonario. Tirso de
Molina por ejemplo un experto en la condición femenina… ¡Um!
Mucho sabía el mercedario.
Dicho
lo cual, es obvio que el enunciado de la unión mística con el
Esposo, expuesta tan crudamente en esa Ciudad Reale, iba a traer de
cabeza a los sabuesos de la Inquisición.
Jueves,
21 de abril de 2011, jueves santo, trascrito.
11
de noviembre 1995
COLGAR
EL RATON
Los
futbolistas cuelgan las botas. Algunos curas la sotana y yo voy a
colgar el ratón de Internauta pues tengo la sensación de predicar
en un desierto. Ni me escuchan ni me entienden. La gente anda muy
encastillada en su ego. Hoy cumplo 64 años que es casi el doble de
la canción de Julio Iglesias. Treinta y tres años. Quien lo diría.
Me despertó por la mañana y un beso de una de mis hijas, me
alegró pero treinta y tres años multiplicados por dos así que
haticuenta ya uno no es uno un recental. Madre mía que pronto pasa
el tiempo. Colgar el ratón ciertamente pues es vano ejercicio esto
de escribir. La gente no atiende. Parece vivir en cámaras
insonorizadas. La palabra ha muerto, viva la imagen. Tengo en
frente a una sociedad hedonista y egoísta que no escucha, vive
entre el tópico y la banalidad. Así que colguemos el ratón
démosle mulé metafóricamente se entiende a Guillermo Puertas y
dejémosle tan pichi entre sus bitácoras sus blogs lo que la gente
escribe para que nadie le escuche. Ay esta noche de mi aniversario
cuanto dolor por el camino. Ahorco los hábitos pero yo nunca
quiebro la pluma. Yo sigo. En realidad cuando creí que los libros
valían algo fui librero de lance lo que yo quise ser después de
venirse abajo otro sueño el de montar la guardia junto a los
luceros. Oigo voces y las pongo todas sobre el papel. A veces se
escucha una algarabía de frecuencias diferentes y de rostros
macabros de mujer. Señor habla que tu siervo escucha. Sí Señor
pero ¿a quien? Esta impotencia de no llegar nunca a ser lo que pudo
ser de no atañer el ideal cuando casi estaba tocándolo con la
punta de los dedos y me quedé con las mieles en los labios. Yo
funcionario suspendido de empleo y sueldo. Yo librero. Amarrado al
duro banco de la galera de la literatura escuchando el estallido del
rebenque sobre mi cabeza. Cía, cia. Marinero. Una palabra siga a la
otra. ¿Qué pone ahí? Leñe pues yo mismo ni lo sé. Escucho las
voces y las consigno en el papel. A veces es la gritería tal que no
entiendo lo que dicen. Son cosas muy contradictorias pero in
contraditione peperuit me mater mea.
Yo quise ser literato y periodista de relumbrón pero di con mis
huesos en la calle- top manta de los libros viejos esparcidos en
rátigo, la profesión más despreciable. Venta de por junto y al
por mayor. Eso se llama pignorar el alma. Letra muerta que no sirve
para nada y pesa mucho. El papel se ha convertido en muro de
lamentaciones pero es un ejercicio inane y variopinto. No quedaba
otra opción. Tirar la boina y tender los libros viejos sobre el
suelo esos que yo adquirí con mis ahorros y que me costaron tanto
esfuerzo sobre el bulevar en espera de que llegasen clientes.
¿Cuánto es? Un euro. Se lleva usted un buen libro de buena
lectura. Las confesiones de San Agustín. ¿Y para que me sirve
Agustín? Para ahorcarme. Ese era un obispo africano que le gustaban
mucho las mujeres. Tuvo una madre posesiva y una novia nubia que
debió de ser muy guapa y la añoró pero tiran más dos tetas que
dos carretas sobre todo son las tetas de un obispo de esas mujeres
de rompe y rasga y de aquí estoy yo, pues menuda debía de ser doña
Mónica. Lágrimas sobre la arena de la playa de Ostia. Recuerdos
las mareas de san Agustín cuando el verano está en su cenit y
empieza el declive del solsticio como el de todas las cosas. La
melancolía y la retórica agustiniana marcan el principio del fin
de una civilización. Para que quiero yo a ese santo. Es viejo y
murió hace muchos siglos por el siglo tercero o cuarto y dice cosas
maravillosas utópicas que no me sirven para nada, yo soy camionero
soy transportista oiga. ¿No tiene revistas de gachís para hacerme
una paja cuando esté en el punto mirando al tendido? No vendo
pornografía ya se lo dije sólo buena literatura. Quede usted con
dios. Bah paparruchas retóricas filosofías y se alejó murmurando
insultos contra mí entre dientes. Al pobre librero de viejo nadie
lo comprende. Pero se estaba bien en aquel paseo una soleada mañana
de invierno. Se veían los lomos de la sierra y el cacumen granítico
de la cordillera guadarrameña. Entre cigarrillo y cigarrilo entoné
un aire de la sierra:
“Marranillo
de febrero vete con tu padre al humero”
Los
compañeros de los otros tenderetes me miraban con melancolía y se
llevaban la mano a la sien como diciendo este sí que está como las
maracas de Machín. Yo solo estaba matando a la liendre del alma que
me carcomía por fuera y por dentro. No sé cómo resistí, aun no
me explico cómo pude salir de aquélla.
Germana
de Foix y la unidad de España
Se
cumple el quinto centenario de la famosa Concordia de Salamanca, un
hecho que a pesar de su trascendental magnitud en medio de los
azorados meses que corren y lo corto de vista que nos hemos vuelto
los españoles, obliterando nuestro pasado y, amnésicos, en ese
intento contumaz por consumar el legrado de memoria de una vida en
común, suicida actitud (vayamos paso pues a muchos los árboles no
les dejan ver el bosque) permanece en el olvido.
Sin
embargo, en virtud de esta entente cordiale y el convenio
matrimonial de Fernando el Católico con la sobrina de Luis XII se
sella un armisticio con Francia que va a informar toda la política
exterior de los Austrias: los matrimonios de conveniencia y por
razón de Estado que serían múltiples desde el día de san Matías
de 1500 en que nace el emperador Carlos hasta el de Difuntos de 1700
cuando expira en Madrid Carlos II el Hechizado. Princesas de la Casa
de Valois para los herederos de la corona imperial castellana,
príncipes de Asturias, a la recíproca, que marchan a París a
buscar novia, Pacto de los Faisanes y aquellas famosas nupcias de
Felipe IV con doña Isabel de Valois, su legítima en medio del gran
harén en que no faltaron marquesas, esposas de sus privados y hasta
monjas del convento de San Plácido y una cómica, la Pacheca, pues
Marañón dice que el bueno de don Felipe IV era de una sexualidad
tan exaltaba que rayaba en femenina, en lo patológico esto es
insaciable: se le contaron cerca de cincuenta hijos naturales.
Francia
siempre Francia. Detrás de los Pirineos se alza el gran antagonista
de los castellanos. Rivalidades sin cuartel. Fernando de Aragón
fundamenta esta alianza nupcial con el francés la mira puesta
contra Inglaterra, cuya enemiga hacia nosotros también fue
proverbial y que empezaba ya a mostrar -es el otro gran refractario
de los intereses hispanos- y donde el rey Arturo había engatusado a
su yerno, Felipe el Hermoso, en una alianza antiespañola. Había
prevenido una escuadra para conquistar Fuenterrabía. Fernando se
adelanta a la jugada y afianza el respaldo del Palacio de Blois.
Luego no cumpliría la mayor parte de sus promesas pues era un gran
político pero debió de pensar que París bien valdría una misa.
Así aventaría las desconfianzas del Palacio de San Juan de Letrán.
El papado, un hecho paradójico, siempre cargaba el carro delantero
del lado de Francia. En menoscabo de España, que para eso era
Francia la hija preferida de la Iglesia.
Doña
Germana de Foix no fue una mujer feliz. Su marido la tuvo un tanto
arrinconada. El infante que nació de la unión nació muerto y pasó
la vida como una reclusa en Arévalo donde la llamaban pinguis
et bona pota
por su afición a la buena mesa. Que le gustaba empinar el codo,
vaya y para colmo era coxa
según dicen las crónicas. Consultando minutas del Archivo
Municipal de Arévalo hay algunos documentos que constatan el
malestar de la corporación del concejo por la oneroso de la
fiscalidad que sobre los hombros de los vecinos recaía a causa de
la inclinación de la francesa por el dispendio y los banquetes.
¡Viva el lujo y quien lo trujo!
En
aquella corte fue paje o menino nada menos que Iñigo de Loyola
antes de su conversión y debió de pasárselo muy bien de mozo
gozando de la vida galante arevalense y cometiendo pecados según él
escribe en sus Ejercicios
que lloraría toda la vida. Le salieron al santo surcos por la
mejilla a causa de las lágrimas de arrepentimiento por las
calaveradas de su disipada mocedad.
El
rey ya digo, viudo y algo botarate, no le guardó lutos largos a su
primera esposa Isabel de Castilla. Era 36 años mayor que Germana.
Sin embargo, la política en este maquiavélico personaje uno de los
mejores políticos que en este mundo han sido conservaba prelación
sobre el amor. En 1505 se suscribe el Pacto de Blois con la corona
de Aragón y los protocolos vuelven a sellarse en la Concordia de
Salamanca con la de Castilla meses más tarde muy cerca de la casa
donde se acaba de celebrar la tan traída y llevada cumbre
iberoamericana. Este hecho de una magnitud sin precedentes va a
apuntalar la unidad de España conseguida en 1492. La corona de
Aragón por aquello del tanto monta, monta tanto, y por lo que decía
Gracián
aragonés y español soy hasta la gola que la libertad siempre fue
española
va a jugar un papel relevante en esta unión de los reinos. Venimos
un poco de las barras que llaman catalanas pero que en realidad son
barras de Aragón. Dicho reino con el de Navarra - todos los
historiadores son contestes- es el artífice de la fusión de las
tierras de España primero con el Compromiso de Caspe de 1412 y más
tarde con la Concordia de Salamanca.
La
boda no se celebraría hasta el año siguiente. Germana es
proclamada reina de Aragón y de Nápoles. Los primeros once años
fueron felices pero a la muerte de su esposo que testó a favor de
su hija doña Juana al quedar Germana sin sucesión quedó relegada
la pinguis et bona pota en su palacio de Arévalo que yo he ido a
visitar varias veces y está en ruinas acusando los estragos del
tiempo pero aún le quedan las dovelas del arco de su puerta
principal. ¿Qué fue de aquellos saraos? ¿Qué se hizo de tanto
señorío? Una melancolía manriqueña me dominaba cuando pasaba por
debajo del famoso postigo de Alcocer en la villa arevalense, uno de
esos lugares cuyos manes siempre me fueron propicios a mí que he
sido un impenitente defensor de la unión y la concordia entre
españoles. Además, en su castillo pasó su infancia la gran reina
de Castilla y el poso de aquel temblor, de aquel gran sueño creo
que aún vibra en el aire.
Cisneros,
aquel fraile correoso un perro fiel a quien sus enemigos denominaban
la “galga en pieles” fue cicatero con la reina viuda y le cortó
el grifo de los dineros dejándole una escueta pensión que le
impidieron llevar el tren de vida que había llevado hasta la muerte
de su esposo. El fraile franciscano temiendo bandos y una
insurrección de los partidarios de Germana de Foix la tuvo bajo
vigilancia. La reina en realidad era una reclusa en su jaula de oro
del palacio de Arévalo. A la muerte de Cisneros en 1519 vuelve a
casar con el Duque de Brandenburgo. Enviuda y matrimonia con el
Duque de Calabria que recopiló una de las bibliotecas más famosas
de la cristiandad. Germana de Foix acaba sus días en Valencia el 18
de octubre de 1538. Siempre se relegó un tanto su memoria porque
algunos cronistas pensaron que la sombra de Isabel pesó sobre la
francesa como un maleficio. Ello no obstante, su vida romántica y
novelesca, está ahí y constituye un desafío para los novelistas.
Tampoco los cultivadores de la novela histórica han sido demasiado
generosos con su figura. Sin embargo, el reto queda en pie para el
que quiera contar la vida de esta francesa que fue protagonista de
uno de los capítulos más interesantes de la historia de España.
Por supuesto, tuvo que aguantar las infidelidades de Fernando el
Católico que siempre fue algo putañero pero ella tampoco perdió
el tiempo como aducen los testimonios de la vida galante, una
verdadera reina del Renacimiento, en Arévalo.
HABEANT
SU FATA LIBELLA
Dallo
mi hierba trillo mi parva muelo mi trigo como mi pan pero no me
dejan. Duro es vivir y por eso mismo atuso mi longanimidad con una
frase de resignación “habeant
su fata libella”.
Cada libro como cada hombre es portador de su propio hado. Duros
predicados en un país donde siempre hay que temer la cólera del
español sentado donde el que más el que menos ha escrito una
comedia y ahora todos quieren ser funcionarios, tertulianos o
políticos. Muchos ratones a la caza de un pedazo de teso y cada día
es más pequeña la porción a repartir. No importa desde arriba
todos dicen vengan ollas y caigan días y engordan las nóminas.
Una angustia y un dolor que me traumatiza al tener que ir a la
oficina donde escasea el tajo o se adjudique de una forma arbitraria
y a barrisco. El jefe siempre lleva razón y es el rey midas o el
buda de la enigmática configuración. No sabes para quién
trabajas, desconoces el propósito de lo mandado, y un tal Dairreas
dice oye que te presentes que hagas esto o lo otro en tono de
conminación. ¿Donde estas las reglas de la urbanidad? Las debe de
haber olvidado el cara de sapo. Tanta presión tanto agobio me acaba
de costar un infarto pero habeant su fata libelli… pelillos a la
mar y átame esa mosca por el rabo. Los libros callan silentes
ocultando su melancólica sabiduría prendida en las estanterías.
Llegan los apaniguados en busca y procura de un destino en la
administración puesto seguro la sopa boba un lugar fijo y que no
nos falte
EL
CADETE DE LEONIDAS ZUROV.
Rusia
vive por estos días tiempos de exaltación honrando al último zar
asesinado por las fuerzas siniestras y a la familia Romanov; algunos
incluso dicen que Nicolas II resucitado en la persona del primer
ministro Mevdevev tan parecido a él que es como dirían los
ingleses “his
spitting image”.
Lecciones que nos da la historia. El crimen no paga. Los asesinos
serán apartados a la gehenna y los santos suben al cielo. El último
zar con su bella familia, la emperatriz, el zarevich, y las cuatro
princesas, que fueron fusiladas un 18 de julio en la tahona de
Ipatiev el rico mercader de Yekateringrad (mandaba el pelotón un
judío húngaro por nombre Imre Nagi y los soldados eran todos
letones y estaban borrachos porque ningún soldado del ejercito rojo
tuvo el valor de accionar el gatillo contra el zar que siempre fue
tenido en Rusia por un dios) fue canonizado.
La
tragedia de la primera guerra mundial, la revolución de octubre, la
toma del palacio de invierno y la guerra civil espantosa que
subsiguió marca uno de esos momentos culminantes de la historia
universal que tuvo correlativamente su parte alicuota de una enorme
literatura. Pocas lenguas en el mundo con excepción tal vez de la
griega, podrían plasmar el “pathos” de lo acontecido: los
combates, las destrucciones de ciudades, las violaciones, las
ejecuciones sumarias, los incendios, la miseria, el hambre en el
marco de esa arquitectura de belleza melancólica en comunión con
la naturaleza que brota de la pluma de los maestros rusos.
“El
cadete” de
Leonidas Zurov es un novela lírica que canta al ejército ruso, a
los cadetes de la Guardia Blanca, del regimiento Preobrajenski, que
custodiaban al Zar en su palacio de invierno y en los perímetros de
Tzarkoe Tselo en Petrogrado. Se trata de una casta historia de
belleza y de pureza que exalta los nobles sentimientos de amor a la
madre, amor a la patria, a la mujer que te sale al encuentro de tu
vida, a la solidaridad y a la amistad. Por sus páginas se escucha
el canto angélico del querubín y asoma el Cristo ortodoxo con sus
barbas mientras la Virgen María sonríe bendiciendo bondadosa desde
el candil de los iconos. Suenan a lo lejos después de la nevasca
las campanas de alguna iglesia.
“dentro
de la catedral percibió a Kuny Miej. En las vetustas arcadas
rebotaba la dulce melodía del oficio, los íconos centelleaban y al
centro bajo la cúpula recogíase un expectante silencio que
devolvía el sonido de los pasos”
Mitia
es enviado a la academia de oficiales de Petrogrado. Quería ser
militar igual que su padre el general Kornilov y va a sentar plaza
en la escuela de Junkers. Tenía 14 años y aquel otoño de 1917
días después de las fiestas de la Asunción la campiña olía a
manzanas “y las amarillentas mechas de los abedules enlutaban el
alma… las filas de los arces aparecían mordidas de urentes
arreboles; sobre el encristalado de la mansión zigzagueaban las
llamas policromas”
La
pluma de Zurov al describir el encuentro y la despedida del
estudiante con su madre adquiere rotundidades homéricas. Esta le
imparte su bendición según la costumbre ortodoxa. “En un recodo
del camino, sosteniendo con la mano izquierda la fusta y el capote,
Mitia se volvió haciendo el saludo militar y, perfilada sobre las
gradas de la escalinata, vio a su madre que le bendecía, trazando
sobre el aire pequeñas cruces”
Los
diálogos son contundentes, las descripciones, maravillosas. El
alma rusa se hincha como el bulbo de la cúpula de un “sobor”
(catedral) y protege como el manto de la Madona al lector. Y
abundando en esto mismo existe el efecto “sobornosti”
(catedralidad) una melodía que suena eterna melopea a lo divino a
través del canto diaconal y hace que el corazón, por más que
nuestra razón no lo entienda, caiga de hinojos a los pies de la
imagen del Redentor. Únicamente las novelas rusas de este periodo
poseen ese tono repetitivo del efecto catedral cuyos ecos se
propagan a lo largo de capítulos y de frases entrecortadas del
soldado que parte al frente, los besos de la mujer amada, los gritos
angustiados de los pasaportados a Siberia, el lúgubre lamento de
los encarcelados en las zahúrdas de Siberia.
Los
héroes de estas historias aceptan su destino (“sudba”) con
resignación y sin odio a sabiendas de que la Madre Rusia ha pecado
y va a ser sometida a la prueba de una larga purificación. El
pueblo ruso asume esa misión mesiánica de trascendencia que se
manifiesta en ese lupanar donde una belleza rusa se decide por el
cliente más desamparado, o un presidente Putin que escribiendo en
el NT le dice a Obama que no hay pueblos mayores ni menores que a
los ojos de Dios todos somos iguales.
En
ese sentido soteriológico el pueblo ruso, el verdadero Israel,
cumple el papel de protagonista frente a la masonería, las fuerzas
oscuras, o encarándose con el estado judío exportador de armas y
de conflictos, reclamo de las mafias y de los señores de la guerra
que se valen de la argucia, el chantaje y la mentira como medios de
coacción pues para ellos el asesinato y el terror se encuentra a la
orden del día, se encargan de fungir como antagonistas del drama o
la novela de la historia.
Nadie
hubiera podido sospechar que el pueblo ruso después de Stalin, de
la Perestroika, y de los horrores del comunismo, del miedo a la
bomba atómica que nos inculcaron a nosotros niños que crecíamos
durante la guerra fría, iba a desembocar en un Putin mesiánico
defensor de los pobres y los desvalidos del planeta, otro san Jorge
en la lucha contra el dragón. ¡Inefable y sorprendente contraste!
aunque claro Rusia es un enigma y siempre habrá que entender de
este juicio sobre el líder ruso con ciertas reservas a la vista de
la guerra de Ucrania, un conflicto ininteligible, entre hermanos,
urdido por el enemigo del género humano: el diablo.
Claro,
que, por eso lo difaman, le hacen la guerra, lo retratan en
picardías de maricón y otras infamias. Son los herederos de los
que fusilaron al zar en la casa del judío Ipatiev que vuelven a la
carga.
Mitia
va a ser un soldado sin suerte pero un verdadero oficial de la
guardia que defiende el palacio de invierno y participa luego en la
reconquista de Ribinsk. Es victima de esos cambios, de esos
aggiornamientos,
transiciones, consensos, trampas saduceas y politicastros ucedeos
que son el escudo detrás del cual se abroquelan los judíos para
proyectar sus revoluciones. Manejan como nadie las treinta monedas
de la sangre, llenaron la tierra de campos de Haceldama. Es el caldo
de cultivo del agit prop.
Dimitri
Kornilov ve cómo a los cadetes de la guardia por orden del soviet
lo despojan de la “gimnarskerska” de la nobleza y le colocan una
rubaska de “poilu”. Es detenido e introducido en un convoy de
castigo del que se apea en marcha librándose de la muerte. Antes un
comisario judío ostentando en la “papaja” (gorro de astracán)
la estrella de cinco puntas e había dicho:
-Te
perdono, mamoncillo, eres valiente.
Y
el cadete se cuadra y entona el himno del zar:
-Boshe,
zaria, jrani
-Largo
de aquí, yo conozco bien tu madre, hijo de puta.
En
medio de las lágrimas el valiente cadete escupe al comisario y
prosigue la estrofa imperial con mayor fuerza
-Tsarvu,
slava nam
El
alma rusa descrita con magistral pluma por Zurov se compadece y se
entiende perfectamente con la española. La lengua castellana se
adentra en los penetrales de este ruso deslumbrante donde existen
maravillosas descripciones como estas dignas de la Iliada o la
Odisea:
“detrás
del pueblecillo en un soleado prado, se instruían los noveles
soldados. Al diario ejercicio sucedía la faena de bañar al ganado.
Mitia habíase prendado de cierta yegua rosilla que aun amantaba a
un gracioso potrillo bayo, mientra Lagin concedía todo su afecto a
un caballo moro… nuncios de primavera, los días eran apacibles,
radiantes de luz, benditos, impregnados de la alegría del cielo, de
la fragancia de las tiernas hojas gomosas, del gorjeo de los
pájaros. En las afueras de la ciudad sobre las tumbas de los
soldados una ruda hierba acaba de verdear”
Es
el magnifico contraste entre la vida y la muerte y la indiferencia
de la naturaleza ante las penalidades y sufrimientos del hombre. Sin
que falte el lado cómico. Por ejemplo, cuando describe a aquel
sargento mayor que se alista con los blancos para pelear contra los
“krasnoarmeitzi”
“al
toque de revista los voluntarios advirtieron, cuadrado, delante del
coronel, a un desconocido de híspido bigote bermejo y rapada
cabeza, que vestía un usado uniforme lleno de remiendos en el que
brillaban dos condecoraciones sujetas por un alfiler. Era el
sargento Arjip Simenovich. En aquel suboficial Mitia y Lagin
reconocieron al mujik que sentado a la orilla del río fumaba
tranquilamente su pipa”
La
lectura de esta enternecedora novela me ha reconfortado en estos
tiempos de tribulación y de persecución. Una voz en ruso me ha
dicho con suave y amistoso acento:
-No
te aflijas. Ten fuerte. Soy yo. Estaré con vosotros hasta el final
de los siglos
Cristo
vive en la historia y en estos momentos el Príncipe de la Paz nos
habla en ruso confundiendo a los señores de la guerra que
parlamentan en su algarabía o nos largan espichas en inglés. El
país de la resurrección posee estos incontratables enigmas. Cabría
pensar que al zar al que fusilaron los del sanedrín judío se
encuentra de nuevo entre nosotros. Tengamos calma. Las puertas del
infierno no prevalecerán. Les recomiendo que lean este libro de un
militar Leonidas Zurov “El Cadete”. Pasarán un rato agradable,
se reconciliarán con la vida aunque se les esponje el corazón de
melancolía.
Joaquín
Díaz juglar de la nochebuena
Hay
figuras que marcan sendas trazan caminos abren pautas porque la vida
es un supuesto iniciático. Para mi lo fueron autores asturianos
como Palacio Valdés, Clarín Cela, el vallisoletano Narciso Alonso
Cortés cuya historia de la literatura castellana teníamos como
libro de texto en el seminario. Impartía las clases don Tirso
Rodao
y don Ramón Alonso,
un hombre de cabeza pequeña pero de corazón grande y voz profunda,
se encargaba de las de Historia de España. Fueron libros y horas
que moldearon mi carácter marcándolo para siempre.
En
aquellos centros nunca se dejó a un lado la educación musical de
los educandos. Un clérigo tenía que saber cantar y en estas
habilidades polifónicas nos iniciaba el beneficiado de la catedral
José del Moral
siguiendo las pautas del Canto
Coral del P. Peris.
Escuchar
la gran obra de Joaquín Díaz vino a ser como releer de una sola
vez a todos estos maestros que impregnaron de idealismo y de sed de
verdad y de belleza y de humanismo de mi adolescencia. Joaquín se
parece a aquellos seminaristas del mayor que se preparaban para
misacantanos: serios, responsables, estudiosos y también simpáticos
a los que todo el mundo quería bien con su barba rojiza sus modos
suaves y una bondad natural que le ha venido de casta. Pero resulta
que nunca paseó en una terna de aquellos curillas que solían salir
a pasear por el Campo Grande. Estudió en el Lourdes y luego se fue
a Pamplona. Grabó discos en cantidad.. A mi me parece que es un
católico total un descendiente de aquellos monjes medievales un
templario de los que fraguaron Castilla pero reitre tan sólo de su
soledad y de su campo. Fue muy amigo de Delibes y con él iba a
cazar. Insisto aunque las comparaciones son odiosas y aunque me
duele el desconocimiento que de su obra tienen muchos españoles que
con sus casi cincuenta libros a las espaldas, un hombre
relativamente joven, su obra filológica me parece mayor y no me
duelen prendas que la del literato. El Duero puede que lleve la fama
pero es a veces el Pisuerga el que carga con el agua.
.
LA
LOZANA ANDALUZA
A
Lozana no la conocí. Es un personaje como el quijote, una especie
de caballero andante del amor que ha cabalgado por Europa, una
especie de doña Urraca que “a los moros por dinero y a los
cristianos gratis, o de santa Nefixa que lo hacía por caridad y de
balde, ejecutora del amor dulce y venusto, repartiendo sus gracias
al prójimo desde la benevolencia del deleite, retratado con donaire
y haciendo gala de un idioma que revela las interioridades del
tesoro de la lengua castellana, venero irrestañable del ir y venir
por los colmados, las casas llanas, mancebías, burdeles, bochinches
del tócame roque, casa con dos puertas difícil de guardar, por su
autor un cura cordobés de origen converso, del que se sabe poco
pero que es la cumbre de la literatura picaresca. Él se confiesa
nativo de Martos. A Lozana no la conocí pero la imaginé y es parte
de mis sueños y de mis sonrisas. Los mis pecados perdónelos Dios
que a nadie amarga un dulce. Sin meretrices- comenta san Agustín en
uno de sus opúsculos- grandes daños sobrevendrán a la republica.
Ellas son la vida misma formando parte del oficio más viejo del
mundo. Escuadras de soldaderas, cantineras, monjas profesas de la
diosa Venus. Los lupanares de Europa siempre estuvieron manejados
por judíos. Delicado Baeza que antes de recibir ordenes mayores
debió de dedicarse al viejo oficio furibundo y no me digan que
todas esas bellaquerías que sabe y que plasma a lo largo de los 66
mamotretos o capítulos de su novela que se leen de un tirón por su
modernidad, por el donaire y por el gran aparato paremiológico e
histórico que esgrime, lo aprendió confesando a sus penitentas al
igual que otro fraile que exhibe en sus dramas gran conocimiento de
la psicología femenina. Hace un retrato de las orgías y desacatos
de la Roma de los Borgias la del papa Alejandro VI y de Julio II
pontificando sobre un corte corrompida pero llena de ardor guerrero
y de artes. Es un libro moralizante pese sus descripciones del trato
torpe en la lengua del lupanar, pues determina que hay tres
profesiones en el mundo que suelen acabar mal, la de las putas y los
soldados y las de los banqueros en una tumba de oro. Publicado en
1524 anuncia proféticamente el saco de Roma que sobrevendría tres
años más tarde por los lansquenetes hambrientos e iracundos del
Duque de Alba que no habían cobrado sus pagas e irrumpen en la
Ciudad Eterna a sangre y cuchillo. ¿Castigo divino? El nombre de
Roma es acróstico del amor. Lozana aborrece el tocino, no blasfema
y se abstiene de mentar el nombre del Dio, guarda el sabat siempre
que puede, trata con clérigos y con monseñores. Un canónigo al
que “curó de lo suyo” y éste le hizo un hijo fue su protector
por conducto de un macarra trujillano por nombre Rampín. Es Rampín
el cohén o caudillo de la mancebía típico un bellacazo
desflorador de vírgenes cautivas, devoto de Santa Nefixa
que nos pasma con sus longuerías y sapiencia lupanaria. Sieneses en
Italia y trujillanos en España que a todos engañan. El tal Rampin
debía de ser buena pieza como gran parte de muchas extremeñas y
extremeños que, perseguidos por la Inquisición, se buscaron la
vida en la corte pontificia donde hallaron protección. La cabeza de
la catolicidad paradójicamente estuvo dominada por hebreos de
distinta proveniencia que allí ejercen las profesiones liberales.
Los médicos y los banqueros de los papas, como los de los
emperadores (Carlos V, el converso segoviano Andrés Laguna y los
Fuggers o Fucares alemanes de la judería de Francfort) eran de la
rama de Israel. Se calcula que la Roma Meretriz acogía a más de
50.000 –ya es un numero- provenidas de todos los rincones de
Europa y Berbería y Turquía. Las españolas que ofrecían el grupo
más nutrido habían asimilado de las costumbres moriscas la
depilación de sus partes íntimas. Lozana la garrida que adopta
este nombre de guerra cuando llega a la Ciudad de los Césares, la
llamaban Aldonza o Alaroza en el perchel malagueño, en las gradas
de San Felipe, en el Zocodover toledano, en el azoguejo segoviano,
el Fontán ovetense y en el Potro cordobés, su tierra natal.
Alaroza es nombre árabe que significa jarifa, bien plantada. Cuando
se jubiló y marchó desterrada a Lipari su ínsula barataria o
Sicilia donde acabó sus días muriendo al parecer de morbo gálico
adoptó el cognomen castellano de Velluda (la bien hecha) a fe que
debió de ser un personaje real que conoció el clérigo que la
describe oriundo de Martos en Jaén a lo largo de sus izas, rabizas
y colipoterras bastante mundo. Muy hermosa y afamada debió de ser.
También sabia y graciosa. En esta novela dialogada nos maravilla
con sus advertencias y observaciones sobre sí y la gente de su
oficio. Anda puta que no serás buena. Pues que ha de hacer si so de
Llerena. Se siente muy judía pero también muy española. La
palabra jodío en romance no es como algunos piensan el participio
pasado de un verbo que los hispanos pronunciamos cada dos por tres,
se refiere al judío y al jodío que es como designa a sus camaradas
esta simpática cordobesa, que si hoy viviera, ganaría millonadas
acudiendo a los programas de la entrepierna o dejándose retratar en
el Hola.
Se lamenta de que en Italia ni el hoder
ni
el comer tenga sabor que
en la mi tierra es más dulce que el cantar de la serena.
Su
valedor es otro converso extremeño que se llamaba Trujillo. Cerraba
los sábados el burdel, preparaba la adafina los viernes. Era un
varón temeroso de Dios que explotaba esas debilidades cristianas
por el vino, las mujeres y las fiestas religiosas. Su mancebía se
ubicaba en la Vía Asinaria pero luego la trasladó al barrio de los
jodíos catalanes y españoles que son los más letrados y ricos,
pues saben su Ley, a diferencia de los tudescos y franceses que
tiran al gentílico
en Campo di Fiori. Sabe que navegante del océano del amor ha de
arfar su nave por aguas ariscas dada su condición de jodía y de
puta. Vulto romano y cuerpo sionés, andar florentino y hablar
boloñés. Los italianismos y hebraísmos plagan esta deliciosa
novela que es sobre todo un cuadro de costumbres pintado con
desenfado y al desgaire. En toda la obra medra el ingenio y
maravilla el donaire, trufada de refranes que ofrendan el
conocimiento de la sabiduría de la calle pues quien dice la verdad
cobra odio aunque los duelos con pan sean menos. Y vos, pariente,
aparéjame los dientes. Ay tiritin tiritaña soy gloria de España
discípula de aquella doña Violante cordobesa amante de tres reyes
cristianos y dos califas. Dámelo venga que me meo toda. Gallinas y
muyeres todas ponemos. Unas, huevos y otras, cuernos. Ay tiritin
tiritañas que soy la gloria de España. Allá viene la vieja
Celestina vieja cargada de cuentas y más barbas que Ruy Díaz.
Todas son putas y mozas de partido, unas de natura, putas usadas, de
puerta cerrada, ninfas del cantón, putas de celosía y putas de
empanada. Así era la vida en los siglos renacentistas. En el Prado
de Madrid se alquilaban coches que bajaban y subían con las
cortinas bajadas. Entraban duques y marqueses en el alquiler, algún
que otro obispo y arciprestes a mogollón. Mira como tengo esto.
Alzonza fue muy festejada entre las meretrices muzárabes de
Zocodover. Fue puta apasionada y puta estregada, putas de cabo de
ronda que acudían a los cuarteles y se lo montaban con el centinela
en la garita y putas místicas que captaban clientela en los triduos
y rosarios de las iglesias de Madrid. Hubo siempre putas buenas y
putas malas, putas güelfas y putas gibelinas, putas solteras, putas
casadas. Las candiotas – nos asegura- son muy serias y bien
cumplidas. Son de las que no hablan a diferencia de las malagueñas
que son malignas y de mala digestión. Salga pasico su merced y
cierre la puerta. Eh tú, pero ¿cuando acabas? No soporto a los
tardones que me destrozan y me meten dentro las paredes y enfermo
del mal de madre. Rampín es su proxeneta que era discreto nada
celoso e hinchaba la medida esto es la satisfacía en la cama. Lo
cogió de quince años y lo guarda consigo. Todo un perro fiel pero
guárdate del mozo
cuando le nace el bozo. Si lo sopiera más presto soltaría las
riendas de mi querer. Pasico, bonico, quedito, anda conmigo, no me
la hinquéis… ay que priesa os dais y no miráis que yo no so de
las que se quedan atrás…mira que no por mucho madrugar amanece
más ahína. Besaros he. Ansí. Ansí, veis qué bien. Por ahí
seréis maestro que aquí se verá el correr de esta lanza cuando se
quiebra… en el coso te tengo, la garrocha es buena… camino
lleváis, no paréis que la liebre ya está echada… daca la mano y
tente a mí que el almadraque
es corto, aprieta,
cava y ahoya y todo a un tiempo… a las crines corredor, cabalga
caballo mío, mi vida, que me va el recuero.
Ay amores que soy toda vuestra. Quitaos la camisa que sudáis.
¡Cuánto tiempo que no comía cocho! …
en mi vida vi mano de mortero tan bien hecha ¡y qué gordo que es!
parece nabo de Jerez… que la habla me quitó; no tenía por do
resollar… ay qué miel tan sabrosa…dale, dale que le das y a la
par, a la para llegaremos a Jodar”
En
pocas literaturas se ha descrito con tanta viveza y donaire el
encuentro carnal humano. Luego se va Lozana muy feliz a la plaza
Nagoya. Era día de mercado y va a ver a Trigo el jodío cacereño
que la puso casa. Lenguaraz y vivaracha derrama refranes y
sentencias. Ve do vas y como vieres así haz y como el pandero
sonare así bailarás. La visita un fraile que todo lo toma a tarja
pero que tiene vara alta en su orden y llena la despensa de la
atajía o colmenar de las magdalenas que no van a la iglesia a rezar
sino a captar clientes. Pero a santa Nefixa la que lo hacía de
balde –un ejemplo que siguió la princesa doña Urraca con los
cristianos, pero, patriota al fin y al cabo a los moros por dineros-
se le ponen velas en los prostíbulos y a María Magdalena no más.
Cristo andaba con publicanos y pecadores y se dejaba besar los pies
por mujeres públicas. Dijo el que esté limpio de pecado que tire
la primera piedra, lo que evidencia la sabiduría del Espíritu
Santo pero no fue demasiado prolijo en esta materia a diferencia de
muchos moralistas católicos que se referían a la fornicación mal
de siempre con lengua hipócrita.
Contra
las enfermedades Lozana manda untos de friz o flor de haya. El pipo
del elaboro y la mandrágora son buenas para la liendre. Las bubas
no tenían cura sino el hospital de la sabana blanca que llamaban al
de san Juan de Dios en Antón Martin. A los enfermos se les trataba
con paños calientes de vapor y cataplasmas. Las aguas ferruginosas
y la ruda era recomendada por galenos y curanderas para las damas
que quedando preñadas querían abortar. Es más viejo que la ruda,
se sigue diciendo en Castilla cuando se recurre a un procedimiento
aparentemente novedoso. Sahumerios por abajo y barbas de cabrón
para la impotencia. Ella vino huyendo de la quema y de los corchetes
de la inquisición. Pretende conservar su dignidad humana en todo
tiempo como laborante del amor. Mirad la puta como es criada y la
camisa como es hilada. Las crónicas no dicen si fue encorozada por
el Santo Tribunal muy activo en la ciudad de Córdoba por tales
fechas. Lo más seguro es que sí porque a Roma llegó emplumada y
con el pelo rapado. Siguiendo la suerte de millares de españolas
que iban a Roma en romeraje a alcanzar la gran perdonanza y
regresaban en carruaje como matronas respetables. Roma doma, según
dicen. Ellas son como el caracol y las lagartijas que por donde
pasan mojan. Las meretrices que tenían mucha fama por entonces eran
las valencianas y las zamoranas. Para putas, Toro. Allí hacía la
carrera muy discretamente cerca de la colegiata una que llamaban La
Siete Coñicos porque era bella como la Imagen de la Dolorosa.
Nuestra Señora de los Siete Coñicos. O Roma meretrice, enjambre y
pósito de oficios y beneficios. Ay marica cuecelo con malvas,
pintalo de verde pues más me sobajais vos que cualquiera. Al que
habla es a un cardenal. Sin embargo, esta gran maestra del rameraje
y el romeraje se guarda mucho vive Dios de proferir ninguna herejía
o razón que atente contra la fe o lo que nos enseña Nuestra Santa
Madre Iglesia y por todo el libro deja sonar las carcajadas de
Israel contra las necedades de la credulidad pazguata de los
simples. Sexo es poder y en la ciudad de los papas estaba el poder.
Tira más coño que soga. Su decepción, el desaliento de esta mujer
se compadece con la que tuvieron otros españoles que peregrinaron
allá como el arcipreste de Hita o Ximenez de Cisneros para apelar
ante la curia. Yo vi allá en Roma do es la santidad que todos al
dinero facían humildad. Roma la que a los locos doma, censal de
oportunos importunos, alfolí de bulas, despensa de las indulgencias
para ganar el cielo. Al canónigo que acude a visitarla le lavará
lo suyo con vino griego. Ya está al caer mi micer. Vendrá a
descargar sus barriles. Ya está aquí. Ya sube. Hecho es. Allá
vienen con él sus feligresas: la Velasco, la Miramontes y la hija
morilla del almotacén que se llamaba Aixa. Tres moritas me enamoran
en Jaén. Al penitenciario que la visita le gusta hacerlo de varias
posturas. Su preferida era la de batiponiente esto es por detrás o
baticulo que es préstamo del idioma marinero por palo de mesana o
cangreja. Imitando el coito de los cangrejos en resumidas cuentas.
Mucho sabía el señor deán. Por las manos o entre las piernas de
la andaluza pasan abades que de lo que cantan comen, peregrinos,
soldados con licencia, menestrales, pajes, caballeros, bulderos,
madama Terencia con su escudero Silvano, el Oliva y la Imperia, un
balijero, dos aguadores, algún que otro sacristán al que pusieron
el mote del Alforjillas, y micer Porfirio el bachiller robusto. Un
prostíbulo es como el gran teatro del mundo. Delicado Baeza casi
pretende agotar la materia pero ésta es inagotable. En este libro
consigue mucho nivel dando a la estampa un autentico quijote de la
literatura erótica tan abundante en nuestro siglo de Oro. Los
españoles no nos asustamos de nada. Esto es más viejo que la ruda.
Ya quisiera Henry Millar y otros literatos americanos como el que
escribió the fucking
machine
haber firmado si quiera alguna página de esta formidable novela
dialogada. El inglés es menos preciso y carece del donaire con que
lo abordan los escritores del XVII castellanos. Francisco de Quevedo
que posee una obra muy seria y de altos vuelos pues era un místico
era habitual de aquellas casas llanas que conoció el Madrid de los
Austrias todas de tapadillo pero muy visitadas y conocidas. Y cuando
escribía a sus amigos les informaba de las novedades del lenocinio:
“han venido irlandesas que es bueno que las putas muden de sitio
cada tres meses por parecer fruta nueva”. A mí que conozco a la
Velluda por señas, pecador de mí, todas estas izas, rabizas y
colipoterras no encanecieron un adarme mi fe en Jesucristo. Negar o
desconocer esta realidad, como cosa propia de camándulas y de
hipocritones tartufos, es volver la cara a una parte importante de
la Iglesia que es también pecadora. Seminario vacío. Los pecados
mortales de la Iglesia. La Lozana planea como un fantasma sobre la
paginas de mi novela o por ahí anda la cosa.
TRAE
LA VIHUELA Y TOCAREMOS EL PANDERO. LA LOZANA ANDALUZA
La
novela de delicado Baeza es vademécum para conocer el habla y el
pensamiento del tiempo imperial. La lengua castellana se forja en
Italia por boca de frailes, soldados y romeros que iban a visitar la
tumba del primer apóstol y ganar la perdonanza en un ir y venir del
convento al cuartel, del burdel a la taberna, de la cárcel a
galeras y, ganada la libertad, a los caminos y a las plazas de las
villas. Roma es ciudad abierta o de acarreo como se decía entonces.
Aun no había surgido el concepto de nación. De reinos y estados y
señoríos se hablaba pero nunca de naciones tal como hoy se conoce.
Carlos V adalid del afán del gobierno común, trono y altar unidos;
la cruz al lado de la espada y el idioma compañero del imperio,
pretendió restaurar el sacro imperio germánico y restituir el
cetro de los cesares en el capitolio. Fue el sueño de Carlomagno el
fundador del papado. Fracasó por las desavenencias y traiciones
entre los príncipes cristianos de Francia, Inglaterra y los mismos
papas. Imbuido de la noción de reconquista que convierte a castilla
y Aragón en bastiones contra el Islam Carlos V quería echar a los
sarracenos de Europa pero el turco estaba a las puertas de Viena.
Cansado de aquel sueño europeo que no da fruto Cesar regresa a
España y se hace medio monje en Yuste. Con el desistimiento de la
utopía, entre sus vasallos se produce en una huida hace adelante
que redunda por un lado en el misticismo de una España quijotesca,
ensimismada y algo mística que contrasta con la sanchopancesca del
bien vivir, la buena mesa y el goce de los sentidos. Sobreviene en
una relajación de las costumbres sobre todo en el clero que tanto
critican los reformadores que no reformistas como Carranza, Cisneros
o fray Hernando de Talavera. Todos ellos en su mayor parte eran
conversos y de estos españoles venidos de la grey mosaica el
exponente de sus críticas a este tipo de cristianismo es el
Lazarillo de Tormes.
Delicado Baeza
abunda en lo mismo pero su crítica es aun más feroz porque viene a
decir que Roma era predio de las rameras españolas y de los
banqueros hebreos que administraban los dineros de san Pedro. No
obstante tales supuestos, en la península ibérica caen en saco
roto tales prédicas de los moralistas de nuevo cuño. El vulgo
sigue manteniendo sus fiestas a los santos y mártires muchos ellos
dudosos y de origen del culto sincretista y pagano más de las tres
cuartas partes del año. Toros y cañas. Folixia. Desde san Antón
hasta las Candelas y desde san Marcos hasta san Miguel y san Lucas.
La Biblia a palo seco como pretendían los erasmistas sonaba a
herejía. Los sastres seguían invocando a san Homobono, los
carreteros a san Cristóbal y los sacamuelas a santa Apolonia, los
músicos a santa Cecilia y llegado junio por todas partes se
glorificaba a san Antonio a san Juan Bautista a san Pedro y a san
Pablo y a san Pablin (en Cudillero). Mientras Lutero desnudaba los
altares y predicaba una religión a palo seco bastando la Biblia
para salvarse, aquí se tejían blondas de oro para las Dolorosas de
los Siete Cuchillos y las pobres mujercillas del oficio más viejo
del mundo se encomendaban los 22 de julio a María Magdalena y a
santa Nefixia. Habiendo triunfado en el norte el erasmismo, por el
sur cierran filas contra la heterodoxia, se fundan nuevas órdenes
religiosas, jesuitas, teatinos, carmelitas descalzos, franciscanos
observantes etc. Poco a poco y pese a seguir aferrados a la fe del
carbonero y disculpando los abusos y malos ejemplos de ciertos
sacerdotes se va imponiendo la reforma pero dentro del dogma a cargo
de eminencias como San Juan de Ávila el apóstol de Andalucía.
Todos ellos braman contra la forma de vivir disoluta pero los curas
siguen teniendo ama y nadie se atreve a cerrar un prostíbulo.
España se ensimisma frente a Europa, que no la comprende, torna a
la vida interior o se marcha a las Indias.
Fue
un tiempo de guerras, pestes, hambrunas y otros flagelos. Cristóbal
de Castillejo un cisterciense que cuelga los hábitos para sentar
plaza en el ejército, toma parte en la defensa de Viena contra los
turcos encuadrado en los tercios viejos se hace esta pregunta:
-¿Qué
viniste a hacer tú, Castillejo, en Alemania, estando tan bien en
España?
El
poeta se contesta a sí mismo:
-Vine
para defender a mi rey y por el amor de una dama.
Esa
misma cuestión la encontramos, aunque no expresa sino tácita,
cuando leemos las Moradas
de santa Teresa o la mística
ciudad de dios de
sor María Agreda. España contra todos, nos refiere Quevedo. Se
enfrenta a los poderes infernales de mundo, demonio y carne alzando
el perdón de la cruz. Ah pero la carne es débil y los españoles
frágiles. Se busca un punto de fuga, una evasión que nos libere de
la ingrata realidad. Peguemos de calabazadas contra los molinos de
viento. Busquémonos en nuestro interior. Es el sentimiento trágico
de la vida del que habla Unamuno y que vemos alzarse en el siglo XVI
en plena apoteosis de la idea imperial. La carne es débil. El
convento es la prolongación de la taberna, el cuartel o del
prostíbulo. En todos estos sitios se juega a las cartas. Al tute, a
la brisca, al cinquillo. Los españoles, seguros de poseer la verdad
católica, adictos a la fe del carbonero, dejan de un lado los
libros religiosos – somos la Biblia en verso- habiéndose escrito
tanto en nuestra patria (España es una nación grafómana, primera
potencia mundial de la edición) y se escuchan los gritos de envido,
arrastro, mus por cárceles, conventos, sacristías, audiencias,
patios como el de la universidad de Alcalá, escuela de tahúres, y
hasta en los hospitales de san Juan de Dios. En el de la sabana
blanca de Antón Martin se espantaba a la muerte con los dados. La
baraja tenía que ser después descontaminada. País militar y
religioso. Se escucha por las ciudades el arrastre de las cadenas de
las procesiones penitenciales acompañando a los cristos yacentes
que ofrecen gracias al buril de los imagineros una viveza y
sensualidad al límite. El español tiene que tocar y ver en lo
cree. Su catolicismo es tan apasionado como dolorista y colorista,
por lo mismo, masoquista, ay Señor, Señor. En las villas con el
volteo de las campanas se escucha el clarín castrense de las levas
de los tercios que eran enviados a Flandes. Delante iban los guiones
y las banderas con la cruz. Detrás con la impedimenta y las mulas
reverendas de los clérigos, las soldaderas y cantineras. La
soldadesca entraba a saco en algunos pueblos robando, matando o
forzando mozas. Contra ellos se alza la vara de Pedro Crespo contra
esta vorágine. España ya está acostumbrada. Conoció múltiples
invasiones desde la de las legiones romanas y la francesada, los
cien mil hijos de san Luis, las guerras de Cataluña hasta los
furores cainitas de 1936 cuando nos alzamos contra la masonería y
el anticristo hoy triunfal en este acosado planeta Tierra. La horda
marxista fue un primer aviso del actual acontecer. La serpiente
cambia de camisa y hoy se ha hecho liberal capitalista. Europa a las
órdenes de Frau Merkel.
Volvamos
a la Lozana pariente lejana de estos reviragos que hoy nos imponen
su Ley, que tenía la crija rajada en su sitio y que triunfó y fue
famosa en la corte de los papas.
-Mira
cómo tengo esto
-Subamos
un ratico. ¿Tú qué me das? No hay coño de balde.
-Dos
ducados.
-Viene
bien prevenido vuesa merced
-Vamos.
-¡Ay
Nicolás otra vez más¡
Con
sus ojos de alinde bruñidos como un espejo escruta la realidad. No
se la escapa una. Así se somete a la concupiscencia de sus johnies
humillándose para
triunfar. She stoops
to conquer, según
el título de la obra de Marlowe. Hay que tener mucha mano
izquierda. Metamos el pájaro en el infierno. Sus clientes marchan
contentos. Con una sonrisa de oreja a oreja. La vida airada tiene
lindes propios con puertas que dan al campo del misticismo. Esa es
otra. La prostitución fue la primera forma de liberación de la
mujer e influye en ese misticismo castellano de signo hebraico.
Cuando Teresa de Jesús describe su transverberación- un ángel
rubio la entró en el cuerpo hiriéndola con
un dardo de fuego que metía y sacaba quedando yo llena de paz,
dice la santa- nos recuerda a la narración de La Lozana Andaluza
con sus habituales. Si santa Teresa tuvo dificultades con el Santo
Oficio- aquel nuncio que la definía como monja inquieta y andariega
y algo arrobadiza-, el personaje de Delicado Baeza anduvo bajo el
escrutinio de los inquisidores que quisieron apiolarla no por puta
sino por nigromante y por bruja practicante del arte adivinatorio y
de los ensalmos. Tuvo la suerte de hallarse en Roma y tener en la
curia valedores importantes, que la frecuentaban en su piso de la
vía Asinaria que si no…
Sus
críticas a la religión del crucificado no son grano de anís.
Decía que sus seguidores andaban de fiesta las tres cuartas partes
del año y no practicaban la caridad que tanto predicaban. Festejan
a los santos y a las doce fiestas del calendario, confían sus
secretos a los escribanos y dan sus dineros a los usureros jodios
que les despellejan. Y aquí la caridad es sólo de oficio o de
boquilla. Nunca de ejercicio. Oímos hablar della siempre por
escrito y pintada et neque si Spiritus Sanctus esse audivimus
Mujer
festejada de galanes que atracó en puertos notables como los
soportales de Toro, el Arenal de Sevilla, en que ejerció el amor
dulce a las ordenes de una madama por nombre Sietecoñicos, el
Perchel malagueño, el puente de Rialto en Venecia y el barrio judío
de Nápoles, etc. debía de tener buen tiento para contentar a sus
amantes de ocasión. Aquí te pillo y aquí te mato. En la Ciudad
Eterna fue su protector un cardenal por conducto del jodío
extremeño Julián Trigo (el
buen judío hace de la paja oro),
nos dice. Tal personaje arrimaba el género a eclesiásticos
importantes por lo que parece. Se le confirmaba como el gran cohén
o barrachel de todos los prostíbulos transtiberinos. La andaluza
reina de la colmena fungía como el no va más de aquel enjambre.
-Pellejame
el cojón.
-Señor.
Sí.
-
Hecho es
La
segunda dama era la Galinda una asturiana que siguiendo el ejemplo
de santa Nefixia lo hacía por caridad. Luego cambió de idea. En
una ocasión a un perusino le urdió una treta. Le dio un brebaje
que le descompuso el vientre, fue a hacer de cuerpo, con tan mala
suerte que pisó una tabla mal colocada y se sumió en una letrina.
Esta historia de la privada la tomó el autor del Decamerón. Huyó
despavorido oliendo a mierda y fue a bañarse al Tíber un río muy
traicionero tanto como el Tormes. Estaba el pobre hecho una
melcocha. Tomado por la corriente se ahogó en un bodón.
-Entren
mis feligreses todos con orden y no digan mal de mí si quieren
joder de balde. Hoy me siento generosa
Y
entró toda una compañía de soldados españoles. Si alguno
presentaba signos de alguna enfermedad la andaluza no le hacía
ascos pues así acabó como acabó.
-Esto
no es nada, compañero. Sólo que llevas la cara hinchada.
Gonorrea
al canto. A las bubas las denominaba frejolón. Ella que aborrecía
el tocino curaba la orquitis, no sin mucho asco, restregando los
dídimos con unte de cecina.
-Bueno.
Pecado callado, medio perdonado. Vengan los polvos de la madre
Celestina.
La
sombra de la vieja alcahueta influye en los retraheres, dichos y
sentencias que aduce en su novela Delicado Baeza. Es el desparpajo,
el donaire.
-Semen
a la settimana nunca hizo daño a nadie.
Las
frases circulan con el desenfado y la desvergüenza de la vida
airada.
-
Se ve que su mercé lo tiene grueso que el otro día me metiste las
paredes adentro. Pero quedé contenta.
-Dámelo
de argento, Lázara
-Lo
mío de oro es. Soy vuestra hasta las trencas.
El
dialogo ágil, presto a la facundia hace que la Lozana Andaluza sea
obra llena de modernidad. Máximo exponente de la literatura crural
que debió de ser abundosa en su siglo. Muchos de los textos se han
perdido o no se dieron a la estampa por temor a la censura
eclesiástica. La única debilidad es la monotonía de situaciones y
caracteres. No hay trama. Todo es lo mismo. Nada más aburrido que
el folleteo. Ahora la pornografía corre por las televisiones de
banda ancha, los circuitos integrales, las sacerdotisas de lo inane
y las revistas en cuatricromía. España es el país del quijote
pero también de celestina y de ahí que tengan tanto arraigo los
programas de la Campos y de Ana Rosa que se han hecho millonarias
descorriendo la cortina de la alcoba de los famosos. Se trata de una
pornografía de guante blanco pero mucho más deletérea, cursi, y
peligrosa que el sexo duro. Nuestro país en manos de estas
discípulas de Celestina se ha convertido en un tendido de mirones y
un coso de acusicas hedonistas y bobalicones. Ningún valor añadido.
Deja vu.
Consumado
el acto, viene la tristeza postcoital. Ay si hubiéramos sabido que
el amor era eso. Con frecuencia la sensación es de asco y de
melancolía. ¿Somos verdaderamente libres? El amor dicen que es
química los sabihondos y se sujeta a las normas biológicas
ineluctables del apetito.
Desde
los tiempos de Cicerón las soldaderas que acompañaban a las
legiones recibían un beneficio o sinecura. El estado les ponía las
famosas tabernas tributarias. En España a las viudas de guerras se
las colocaba en una expendeduría lotera o un estanco. Lozana no lo
consiguió pese a sus influencias. El canónigo que la hizo un crío
se desentendía y la antigua cortesana hubo de mudar de aires. La
novela se termina cuando llega a Sicilia. No pierde su desenfado
contándonos cosas de su tiempo. Por ejemplo, no aguantaba a los
catalanes decían que era un pueblo duro de cerviz, más que los
judíos. Más tacañotes y mirados del dinero que no convidaban más
que dos veces una en vida y otra en muerte. De ahí debe de venir la
proverbial sentencia de que esto es un convite de catalanes o
merienda de negros por lo escaso de la comida y por el desbarajuste
en esos velatorios que se preparan entre los lemusinos cada cap
d´anni. Y como
conoce a las mujeres dice de ellas que están muy pegadas a la
tierra, no entienden de brillantes ideas y de grandes propuestas.
“Ellas en política
y en religión carecen de banderas. Los ojos de las mujeres se
hicieron para la bragueta del hombre. Siempre miran para allí donde
se sentirán dominadas”.
Amarga verdad que echa por tierra tanto la castidad de las vestales
como la idealización del matrimonio como estado paradisíaco.
Quevedo da razón a Lozana y dice que los casamientos que empiezan
en besos y abrazos acaban en golpes. Él los llamaba infiernos
portátiles. La mujer a decir de los padres de la iglesia medievales
carecía de alma. Era todo carne. Una visión un tanto extrema que
de forma tácita pregona una gran verdad. Aviso a navegantes y
mareantes ilusos que piensan que en el matrimonio van a encontrar la
vida perfecta y la felicidad.
Cuando
doña Aldonza se retira del oficio tomando por nombre el de Velluda
se hace del gremio de la guija, echa las cartas, hace el corro de
los conjuros:
Yo
sé ensalmar, encomendar y santiguar, se quitar ahítos y
aojamientos, que una vieja me vezó que era saludadora, sé
encontrar remedio para cuartanas y hacer que no duelan los riñones,
sé sonar renes, sé cortar frenillos de bobos,
sé la quiromancia de la mano. Echo agüeros, domo serpientes porque
para ganar de comer he de decir que no sé mucho más de lo que sé
que unos crían las gallinas y nosotros comemos los pollos sin
perjuicio ni fatiga”
Ella
se siente un poco como la hierba canilla que crece en los tejados
(parietaria) y con ella curaba el estreñimiento. Un albollón de
ingenio lo que surge por esa boquita de la grandísima alcahueta,
émula de Celestina a la que supera. La grandísima gran puta que
tuvo a Rompín por macarra que también era bueno y barato Vida
y obra del Estebanillo González hombre de buen humor compuesta por
él mismo
Cargar
en España para descargar en Flandes… porque desestimando los
hispanos lo bueno que encierra su patria sólo dan estima a las
raterías extranjeras. Estas son frases de esta novela picaresca, la
más completa, acaso la más ácida y desvergonzada, la de un
soldado de los tercios viejos, aunque siempre procuraba hurtar el
cuerpo a las balas alemanas o suecas o haciendo los más bajos
oficios cuarteleros como ranchero o furriel, bien cargada la
escopeta de donaires y estratagemas, pues nos dice que la misión de
un soldado es sobrevivir pero en esta supervivencia afanosa el autor
anónimo hijo de un converso va demasiado lejos criticando la
heroicidad de aquellos militares al servicio del rey.
No
cree en el heroísmo del Miles
Gloriossus (su
autor debió de ser un clérigo que conocía la obra de Plauto) el
buen Esteban pero se muestra tan ingeniosos en sus salidas que
consigue el perdón de su coronel, del almirante y hasta del verdugo
porque formó parte de la tripulación del maestre Colona y
posteriormente en el ejercito del Cardenal infante. Peinó el viento
y fatigó las selvas, navegó todos los mares y combatió en todas
las ciudades de Europa: Milán, Nápoles, Rocroi, Innsbruck, Brujas,
Nimega por más que siempre procurando cobertura en la retaguardia
como marmitón o jefe de cocina en campaña. Su testimonio bufonesco
y deformado-una furibunda diatriba contra los estragos de la guerra-
fue recogido por los partidarios de la leyenda negra. El Estebanillo
no es la obra de un motolito.
No
era un tonto y parece bien informado aunque, de lo que se desprende
de tanta correría que hacen del protagonista un mílite ubicuo, no
pudo tener los dotes de la bilocación mística. La narrativa da la
sensación de que se metió en batalla y que estuvo en todo los
fregados.
Las
escenas de su novela parecen copiadas del cuadro de la Rendición de
Breda vista desde la óptica de un pícaro, de un mandria, que fue
machacante de los sargentos del mariscal Espinola ese que pinta
Velázquez en la rendición de Breda.
En
todas sus hazañas se muestra indiferente a la adversidad, taimado,
descreído, antisocial o poco solidario como se dice ahora
con las miserias ajenas y las propias, sucio y desnudo sin demasiada
afición a la honra, la riqueza, los amores lo que la sociedad de su
tiempo en tanto aprecio colocaba, resultando el bufón de corte
(pudo ser también el enano de las “Meninas”) un místico con
desapego a las cosas del mundo, profeso de la orden de la desventura
y de la Hermana Pobreza por único dios su propio pellejo, hábil y
sutil en el manejo de la lengua, habla en germanía pero su español
es de tal calibre que por lo acendrado del estilo supera a toda la
novelística del genero, el Lazarillo incluido y los libros menores
de Cervantes. No pudo ser testigo de tantas guerras ni metido en
tantos follones por lo que cabe dudar de su afán autobiográfico.
El
libro está escrito en primera persona pero ello también ocurre en
el Pedro de Urdemalas atribuido al doctor Laguna. El médico de
Carlos V nunca pudo viajar a Turquía. Recoge la información de
centones, habladurías, lo que se escribía y decía en aquella
época. El siglo XVII fue muy hablador.
Aunque
gallego de Salvatierra, desprecia a su patria con una frase que
haría a más de uno del BNG llevarse las manos a la cabeza…
“antes
puto que gallego”… “soy Estebanillo González y fui niño de
las escuelas, gorrón de nominativos y llamador de molleras. Romero
medio tunante, fullero de todas las tretas, aprendiz de guisar
panzas, soto alférez de cien banderas,”.
Se
conjetura que su padre, un físico judío que curaba en la corte de
Carlos V, que se retira a Galicia emulando a la del lazarillo hay
pasajes en los cuales la supera, dibujando un cuadro de costumbres
de la época tan maravilloso, trepidante como desenfadado que hacen
pensar en una cosa: que no en vano fue nuestra nación-España
contra todos, decía Quevedo- el primer país del mundo de grato
vivir y fácil amar a despecho de las penurias y congojas de un
galleguiño
que marcha a Roma en busca de fortuna y en recorridos por el mundo
ejerce todos los oficios: paje, escudero, estudiante, buhonero,
cohén de una coaxca
(burdel), monaguillo de un clérigo y ordenanza de un capitán de
los tercios viejos. Es también anónima aunque publicada casi medio
siglo más tarde que la de su modelo.
El
autor debió de ser, lo mismo que el de Lázaro de Tormes, o un cura
rebotado a la delincuencia, o un soldado de los
del tornillo
, esto es, desertores que acaba en galeras sentado en el duro banco
del cómitre junto a los remos, la barriga llena de torreznos y de
frascas del tonel, harto de vino y comiendo tajadas de raya y
filetes de tiburón, en coloquio perpetuo con los atunes pues aquí
una de tres o iglesia, mar, o casa real. Boga, boga, marinerito.
La
escuadra castellana era temida en todos los mares. El protagonista
conoció las tres bazas como seminarista en Alcalá, embarcado en la
marina de guerra comandada por Antonio de Oquendo el que combatió a
los piratas ingleses que asolaban las costas de Cádiz. En un pueblo
de Córdoba estando un capitán de banderas “haciendo gente”
después de su naufragio en el Golfo de las Yeguas
vio los fuegos de San Telmo haciéndose soldado de tierra en Arahal.
El cabo o capitán de aquella compañía marchaba para Mastrique
pero como de los arteros se hacen los osados volvió a desertar
quedándose en el Potro de Córdoba de vendedor ambulante. Comió el
potaje de frangollo
de los cuarteles, compartió tasajo bacalao y cecina
con la chusma de forzados.
Arreó
mulas cerriles y cabañiles con los monteros de Sierra Morena Fue
lugarteniente de pobres, mozo de espuelas de un caballero
santiaguista, galán de monjas y flor de conventos a cuyos muros se
arrima en procura de la sopa boba. Lo mejor de la picaresca es lo
que tiene de exagerado, de esperpéntico. No deja de ser más que
una deformación literaria de la realidad como la novela negra o el
western de invención anglosajona. Lo que ocurre es que aquí son
más realistas y tratan los autores de hacer un poco de crítica
social. La vida se vivía con mayor intensidad por tales fechas.
Esculpe
un cuadro brioso de costumbres, un kaleidoscopio de la vida bajo el
reinado de Felipe III y de Felipe IV cuando paradójicamente España
se militariza y la gente viaja de modo constante. El imperio español
era aun el mayor de Europa y no había sobrevenido el declive que
con tanto tesón intentan adelantar los apasionados de la Leyenda
Negra. El hambre y la penuria eran mayores en Inglaterra, los
Nederlands o Francia de donde llegaban todos los buhoneros de Madrid
a vender baratijas y alfileres a la dama boba. Vualá.
Pero esos no nos lo cuentan. España era el país más libre de la
Tierra. El verdugo de la Torre de Londres no paraba de cortar
cabezas y en Paris se organizaban a cada poco noches de San
Bartolomé.
Tardaría
casi dos siglos más en ponerse el sol de los Austrias y en Flandes
Apolo calentaba a los hugonotes a conciencia pues para eso allí
estaban los sucesores del Duque de Alba. ¿Quién dijo que España
estaba machacada? Con el cuarto de los Felipes nuestra monarquía
alcanza su glorificación vista a través de la lenta cóncava y
convexa de un gallego cara linda y mucho donaire que decía de sí
mismo ser un hijo de puta… pues antes puto que gallego. Hijo de
padre desconocido que debió de ser un cura o un militar. Desde las
orillas de Rivadavia se dirige a las riberas del Betis atravesando
Portugal que seguía siendo español por aquel entonces y nos cuenta
sus aventuras. Debía de gustarle el vino por cierto… “soy un
cuba en Sahagún y en San Martín pellejo, piezgo y odre del de
Rivadavia, del de Montilla consuelo y al de Sacramenia no le hago
ascos”.
Se
embarca con la flota, se desembarca, es pícaro de costa.
Sube, baja, la acción de la novela es un truculento vaivén que a
veces porque las tretas y añagazas son siempre las mismas y no tan
ingeniosas como las de Lázaro de Tormes aunque cuando engaña a los
judíos de Ruan demuestra que no hay cuña peor que la de la misma
madera. El episodio se parece al de los yangüeses del Quijote y al
cervantino daca la cola, asturiano. El Esteban se hace pasar por el
hijo de un portugués quemado por la Inquisición y se presenta en
la sinagoga de Rouen con unos papeles y la redoma en que traía las
cenizas de su progenitor que fue carne de hoguera y hablándoles en
su lengua les pidió ayuda. Todos con el rabí a la cabeza soltaron
el trapo y muy compungidos aflojaron la mosca y le dieron junto con
una bolsa de monedas un salvoconducto para que se presentase ante un
“mercadante” de París, pues decía que iba -¿No serían estas
cenizas falsificadas un anticipo de la profecía del Shoah?- camino
de Viena a visitar a deudos suyos y al pasar por Pirineos fue
asaltado por unos ladrones.
Los
hebreos se mostraron conmovidos por la historia que les contara el
portugués (toda una patraña) y le pidieron algunos de aquellos
polvos para quedárselas como reliquias de mártir pero él dijo que
no les podía dar mas
y ellos bendijeron al peregrino y cantaron la chemá…
el dio
de Israel te de infinita gloria pues mereciste corona de mártir.
Con
los veinticinco ducados que escotaron aquellos buenos hijos del
profeta Moisés en la faltriquera y una carta de recomendación para
el tratante de París, de su mismo gremio, Estebanillo tomó el
olivo orgulloso y ovante… alegre
de haber salido tan bien del encuentro con aquella gente que siempre
engañan y jamás se dejan engañar.
No
pudo ser más gloriosa su entrada en Paris con dinero fresco y la
promesa de un empleo… cata
Francia, Montesinos, cata París la ciudad,
escucha cantar en ladino a los mercachifles prófugos de Sefarad.
El
que le esperaba entre grandes reverencias, porque los informes no
podían ser mejores, le puso a vender agujas. Pertenecía la tienda
a otro de los expulsados de España que se llamaba Granados y por lo
visto se sabía de coro el romancero y lo contaba por tierras ajenas
para su consuelo de desterrado con voces tan poco entonadas que
resonaban por todo el faubourg
de Saint Germain des Prés.
Los
parroquianos se preguntaban unos a otros por el nombre del que
cantaba y temiendo no iría a llover se decían:
-Nous
aurions de la pluie, monsieur.
-Ah
bon
-Tiens,
ils sont içi les espagnols
-Deja?
-Oui
Luego
se fue a ver al embajador de Felipe IV que se llamaba el Marqués de
Miravel, don Antonio Dávila y Zúñiga, gran diplomático
supuestamente de la tribu de Abrahán pero bautizado por lo que
alcanzaría preeminencias en la corte del francés que seguía
curando lamparones todavía según nos informa el protagonista de
esta novela
Nos
cuenta que en Cazalla (Sevilla) cada día cogía a un lobo por las
orejas y a una zorra por el rabo.
Haciendo
alarde de ese menoscabo de las cosas del mundo que caracteriza al
pícaro y al místico (la honra, las riquezas, el nombradío, el
abrigo, la salud) no le da demasiada importancia a que lo tomen por
cornudo, en Constantina tiene a un cabrero por amo el cual no se
siente avergonzado de echarse a cuestas un cabrito de pitones
considerables “ a causa de ser el animalejo de buen tamaño”. En
mística este tropo se denomina santa indiferencia y Sta. Teresa lo
explaya en su célebre soneto “Vuestra
soy para vos nací”.
Al
sexo y eso que dicen el amor no lo tiene en mucha estima Estebanillo
aunque tampoco lo desdeña, si a mano viene. La carencia de
obsesiones carnales y de pasiones [la maté porque era mía] otorga
al libro ese desenfado y donaire que impregna sus páginas, con
dosis de senequismo, aguante ante las adversidades, estoicismo y
hasta resignación cristiana, lo cual tampoco quiere decir que la
satisfacción del apetito genésico no fuera en aquella época tan
cabal como en la actualidad.
El
gran protagonista de la novela picaresca son Hambre y Desnudez.
Pues la pereza engendra pobreza y aquellos haraganes no pegaban
golpe. Comer más que holgar era el primer objetivo… “vendí
mi hijo de cabra por cuatro reales, aplaqué el cansancio con
ostiones
crudos y camaroncitos con lima. Fuime a dormir a la calle La Galera
donde hospedan de ordinario a la gente de mi porte”.
Así entra en Sevilla persignándose pues al andaluz hazle la cruz.
A
la mañana
siguiente se fue a la Cartuja donde le dan de comer los hijos de San
Bruno habas o frangollos y ración de brandevín
(brande wine, brandy o coñac). La verdad es que los vagamundos de
aquellas horas de imperio pudieron comer caliente y huir de los
corchetes acogiéndose a altana en los refitorios y claustros de
los monasterios. Demuestra que era la suerte que corrían aquellos
pobres soldados que habiendo expuesto al tablero sus vidas por favor
al rey, en pago los desdichados recibían no más que desdén y en
fatiga pululaban por los caminos y trochas de media Europa como
espectros, licenciados de las levas por mutilación, por deserción
o porque expiró el contrato…
Tocaban
caja en esta villa para ir en corso contra el Inglés…De
esta forma- el estilo es muy lacónico y desenvuelto en toda la
obra- se nos narra cómo se apuntó el “héroe” al tercio y se
fue a combatir a los herejes, más que por patriotismo, pues nos
asegura que para él la bandera de Carlos V no era más que una
sábana pintada, por la hambruna.
Iba
al husmo de las perolas y del rancho del cuartel. Su capitán era
don Pedro de Ulloa En esta primera parte se describen aquellos
encuentros guerreros (autenticas sarracinas) de las guerras de
Flandes. En la segunda parte del libro el autor se muestra menos
escéptico, no rezuma su estilo tanta desfachatez ni tanto donaire.
Porque segundas partes y aquí ocurre al revés del Quijote, nunca
fueron buenas. La trama sigue tejiéndose de embustes y fechorías
contadas con no poco despejo y desparpajo.
GERARDO
DIEGO
Los
poetas son como los profetas. Cuando ellos mueren algo se acalla de
la voz de Dios que sigue resonando en la historia. Me acuerdo del
cálido día del verano del 87 cuando se fue Gerardo. Estaba
haciendo fotocopias y en vez del tajo que se me asignaba fotocopié
aquel hermoso libro de la Austral que había comprado con los
dineros de la huelga que me dio mi Madre casi entero. No digo mi
canción sino al que conmigo va, decía Antonio Machado pero creo
que en error. Las canciones de Gerardo como las de Antonio o las de
Manuel viajaron siempre con nosotros, hicieron mella, nos ayudaron a
vivir. ... Si
la palmera supiera vestirse de niña- niña como cuando era una niña
con la cintura de pulsera... versos más versos para los inversos
para los perversos, etc.
Y aquel romance del Río Duero que nos aprendimos de memoria: Río
Duero, río Duero, nadie a estar contigo baja... indiferente o
cobarde la ciudad te vuelve la espalda. O
los poemas del toro. Gerardo era un poeta como recién casado.
Versos para adolescentes. Creo que sus poemas eran junto con los de
las Rimas de Bécquer a las primeras novias. Fijaba el paradigma,
el modelo, del literato que todos nosotros quisiéramos ser. Marcaba
la ruta de los aspirantes a la belleza. Hombre elegante. Iba
siempre impecable con su terno y su sombrero y así comparecía
hético y ático cenceño por las tertulias del Gijón. Hablaba
poco y se fijaba mucho el viejo profesor que vivía en una calle de
Chamberí que era una especie de centro de peregrinación para las
adolescentes enamoradas de don Gerardo. Sus alumnas decían que era
un hombre muy bueno. Por lo que difiero algo del retrato un tanto
peyorativo que hizo de él el maestro Paco Umbral al que respeto y
quiero como un buey mudo de ojos cansados. Ah si la palmera
supiera! Para mí como para muchos, desinencias políticas, él y
Dámaso Alonso marcan el impasse de la generación del 27. Se alzan
en el pedestal de aquella generación aunque resuenen más los
nombres de Alberti, Guillén o Lorca. Todos fueron grandes pero a
Diego le colocaron el sambenito de franquista. Y él no creo que
fuera franquista ni nada. Apolítico. Pura estética. En su vida
personal, en sus modales, impecablemente siempre vestido de gris, la
cara alargada y con muchas entradas (Cada año arrancará un mechón
de cabellos de su frente) cortés pero sin llegar al amaneramiento.
Desde su cátedra en Gijón y en Soria y en el Instituto Beatriz
Galindo entusiasmó con la poesía y con la literatura en general a
centenares de españoles. Sabía hacer toda clase de versos. Los
clásicos y los modernistas y ello se derivan de su gran manejo del
castellano. Conocía todos los recursos de esa lengua. Era un
filólogo y eso se percibe cuando entras en contacto con autores
importantes. El lector avezado siempre llega a intuir quien merece
la pena y quien no. Los libros de versos de Gerardo Diego estoy
seguro de que volverán a ser reeditados. No sólo los poemas sino
también sus ensayos sobre literatura e investigación filológica.
A este respecto escribió un libro maravilloso en acendrada prosa
sobre la vida y la obra de Manuel Machado. Los dos hermanos fueron
amigos suyos y se reunían en un café de la puerta del Sol en
tertulia sabatina. Pero más Manuel que Antonio. En fin. Han
pasado cinco lustros y parece que fue ayer. Gerardo Diego sigue
presidiendo los anaqueles preferidos de mis estanterías. Poeta y
profeta. Su voz no morirá nunca aunque el hombre muera
físicamente. Su arte sigue siendo bálsamo al oído entre tanto
desgarro, tanta estridencia. Su eco se repite de generación en
generación y pese a los intentos sacrílegos de algunos. A la
poesía no hay que acudir con las manos manchadas de sangre
menstruante. Gerardo es un vate limpio. Raudal de arte brotando de
palabras sencillas a las que el artista imprime su estro ecuménico
y maravilloso de español, de montañés total. Eres alta y
delgada. Soy de Oviedo y no conozco el miedo. Nadie ni Clarín ha
recogido con tanta solercia en un par de páginas ese momento mágico
de las lecheras llegando a Vetusta de amanecida con la herrada a la
cabeza haciendo resonar por el encintado de la acera sus madreñas.
Aquel
día-estoy seguro- me amaste con toda el alma. Yo no sé por qué
sería. Tal vez porque me marchaba.
O este otro: Estabais
las tres hermanas, las tres de todos los cuentos, las tres en el
mirador, tejiendo encajes y sueños.
Sublimes hilanderas del eterno filandón tejiendo la pleita que
nunca se acaba. Así tampoco Gerardo. Nunca se extinga tu voz. Yo
quisiera ser convexo para tu mano cóncava.
Se puede explicar de forma más sencilla lo que es el amor? La
poesía o el arte de escribir es un arte un donum
Dei.
Se tiene o no se tiene.Y este asturiano de las Asturias de
Santillana del Mar posee ese don. El de la esencialidad. Otros no
merecen la pena. Por eso hoy me acuerdo hoy de ti, maestro Gerardo,
al que contemplé casi con veneración sin atreverme casi a pedirle
un autógrafo cuando estaba de tertulia en el Café Gijón. ¡Bendito
sea Dios el Dios de la poesía y el de España mi patria que me
permitió conocer en persona a estos grandes mitos!
GONGORA
Lo
que yo desconocía era que las yeguas andaluzas, Góngora dixit,
eran preñadas por el blando céfiro. Me imagino a don Luis de
Góngora y Agorte cantando el estribillo de hermana Marica,
despierta que es fiesta no habrá escuela, bellaquerías detrás de
la puerta. Luego fue un canónigo tibio que se echaba las largas
siestas y nunca iba a coro porque le gustaba vivir a su albedrío y
entre los sueltos caballos como Hipólito, mitad judío, mitad
cristiano y una quinta parte de pagano, bibliognosta, bibliopola y
como buen conocedor del paño dado a los plagios. Vivió una vida de
papel estucado dentro del círculo mágico de la fascinación por
los libros. En casa tenía una criada morisca que honraba a Ala-ruh
Alá- en secreto y hacía las abluciones y sus genuflexiones mirando
a la Meca. Nadie habló del amor con tanta delicadeza en
castellano, como este converso, aunque malsines dijesen de su
persona que era bujarrón. A batallas de amor campos de pluma. Su
rostro era severo algo bisulco o patihendido por la barbilla y sus
versos cuando quería un tanto ludiferos, sus poemas chocarreros que
podían herir como una daga y hacían carne en el alma de sus
enemigos, sabía insultar mejor que Quevedo y al igual que su
enemigo conocía los recursos de la sátira. Y hacía a pelo pluma.
Cuando pitos flautas y cuando flautas pitos. Unas veces quitaba a su
mora la almeiza en la cama y otras veces se echaba la siesta con un
efebo porque queda en los anales no sé qué pleito que tuvo con el
deán de la mezquita de Córdoba. El claustral quiso empapelarle por
andar a nidos con los niños de coro. Dixo la picota al gocho,
contestó el poeta, quita de ahí que me tiznas. A buena parte
fuiste a dar, pato no empluma a pato y el ánsar nunca se aparea con
el cisne, Fue tabelión del archivo diocesano y guardaba con celo
los viejos documentos. En el coro de Córdoba tenía una
misericordia para dos y gastaba asiento biselio. En un rucio rodado
alto de brema y largo de copete, cañilavado de cascos, iba a su
pueblo a visitar a su hermana Marica en la campiña del
Guadalquivir. Allí en sierra morena las yeguas andaluzas eran
preñadas por el céfiro. Pasaban las comadres por su puerta, damas
de toldo y arandela, y a todas las bendecía diciendo:
-Id
a servir al amor
-Mire
don Luis que nosotras somos de la grey huérfana.
-De
menos nos hizo Dios
Y
enseguida profería un latinajo
-Igne
natura renovatur integra
-¿Qué
nos quiere decir su señoría?
-Que
el fuego lo purifica todo, según los romanos.
Se
había producido una cierta dilución de la fe que hace que la
caridad se enfríe y la gente viviera enemistada desconfiando los
cristianos unos de otros pero el dinero faltaba trampa adelante por
lo que los clérigos soñaban con la vida retirada, con un buen
pasar, una prestamera, un beneficio que les deparara un vivir
cómodo. Las damas sonreían a la concupiscencia de los ojos. Alguna
vez don Lis decía misa y consultaba los añalejos y dejase que el
mundo girase por las cuatro estaciones del ciclo solar y el universo
espiritual por los cuatro evangelios, aunque, abstracción hecha de
tales inconvenientes de su disipación, no podría decirse que fuese
ni mejor ni peor que los demás. Nunca fue cura gallofero de los que
iban a recibir la sopa boba a los conventos ni fue galán de monjas
jamás. A batallas de amor campos de pluma. Este beneficiado del
cabildo cordobés fue el mejor vate que escribió en la lengua
española. Verdadera gloria del parnaso. No soportaba a los
hipócritas ni a los camándulas a los que vituperaba en gallego:
“Cruz no peito o
diablo feito”.Fue
un hijo mimado de las Nueve Musas que ya es decir con su tono entre
bromas y veras, ludífero y estro chocarrero y juguetón. Una
delicia leer sus romances. En las Soledades tan intrincadas y
alegóricas resulta difícil hincarle diente y ande yo caliente y
ríase la gente. Vivió villano en su rincón aportillado en la roca
de Israel que no puede que ser otra que la del Beatus
Ille.
Como fray Luis de León
Viernes,
12 de febrero de 2010
CRISTOBAL
DE CASTILLEJO EL DESENCANTO DE LA IDEA IMPERIAL
Los
de la generación del 27 magnificaron a algunos grandes poetas del
Renacimiento como el barcelonés Juan Boscán y Gracilaso de la Vega
pero a mi entender hicieron de menos a un máximo poeta del
Renacimiento: Cristóbal de Castillejo. “Si Gracilaso volviera yo
sería su escudero ¡qué buen caballero era” proclama Dámaso
Alonso, chorizandole un verso a este gran vate que nos ocupa. Por
desgracia el valeroso toledano que perdió la vida escalando el muro
de la ciudadela de Frejus defendiendo el estandarte del emperador de
romanos hoy no se entiende. Su poesía es demasiado italianizante y
sus ninfas y sus valles nemorosos dicen poco al hombre moderno poco
paciente para asimilar la acendarda alegoría de este capitán de
los Tercios de Flandes. Por el contrario los versos de Cristóbal de
Castillejo (1490-1550) conservan una textura informativa que llega a
la mentalidad moderna. Nacido en Ciudad Rodrigo y al parecer
cisterciense abandonó el monasterio donde profesó sus votos para
unirse a la hueste imperial. Participó en la defensa de Viena
contra los turcos y fue un enaltecido entusiasta de los metros
castellanos contra los petrarquistas. En esta pugna literaria se
impusieron los imitadores del Dante en la misma medida en que la
agitación religiosa promovida por Lutero iba a llenar de amargura a
los leales de Carlos V. El de Ciudad Rodrigo es uno de los primeros
en dar la voz de alarma como demuestran estas octavas:
¿Quien
te engañó, Castillejo
Estando
bien en España
A
venirte en Alemaña
Para
dejar tu pellejo
En
tierra ajena y extraña?
…
No
me engañara esperanza
Del
interese traidor
Ni
apetito de favor
Ni
deseo de privanza
Mas,
engañome el amor
Y
este dio causa al yerro
Porque
amó a su rey demasiado
Con
lo cual se han engañado
Otros
muchos como yo”
Poco
antes describe algunos “landmarks” de la ciudad de Viena:
Enzefelt, el Rodán “donde cuecen los panaderos rosquillas frescas
y artalejos, hojaldres y pastelejos, el Of y el Ochoc Mark que se
asoma al Danubio y a la feraz campiña. Hay docta universidad y
devota clerecía etc. es un poeta descriptivo que da cuenta de las
realidades de aquella Europa del siglo XVI, el siglo del amor. Su
condición de fraile no le vedó el conocimiento de las mujeres. Su
lira canta a una tal Ana Shaumberg que, ingrata, lo abandonó por un
lansquenete y él se volvió al convento a pasar sus últimos días.
Alguien podría creerle sospechoso de misógino. Que va. Cristóbal
de Castillejo era realista y así declara que la alcahuetería es
parte de la vida misma. En la tercera década del siglo XVI aun no
había asomado la gaita la prensa del colorín pero en Viena la
chismorrería tenía su aquel:
…los
cuentos
de
las mujeres caseras
son
según sus pensamientos
desposorios,
casamientos,
vientres,
partos y parteras
cuantos
hijos tiene María
y
cómo empreña Rodrigo
cuando
su tiempo se aparta
Del
contorno del ombligo.
Hay
licencia de mirar
Si
hay algo digno de vello
De
reír y de burlar
Y
a veces de retozar
Quien
tenga práctica dello
Mas
al fin habéis de ser
Como
Tántalo que toca
Las
manzanas con la boca
Y
no las puede comer
Teniendo
hambre no poca…
Porque
yo siendo extranjero
Me
huelgo tanto en Viena
Y
por morada la quiero
La
sífilis y las bubas formaban parte del lote de aquellos tercios
que, inseguros del tiempo presente, antes de la batalla, se
entregaban a los placeres de Venus y Baco. A los enfermos del mal
francés les daban una dieta de pan y pasas y les fajaban en una
sábana mojada en agua hirviendo… “Mira que estoy encerrado en
una estufa metido de amores arrepentido”. También del palo santo
o leño de Indias se extraía un ungüento con el que se trataba la
carne dañada por el trepanoma sifilítico. Paralelamente canta las
excelencias del vino del Rin que no puede compararse al de San
Martín de Trebejo cerca de su pueblo. Añora aquellos besos al
jarro que iba de mano en mano cuando la soldadesca estaba de guardia
para entrar en calor. “Quiero vino de Eljas hasta que me ardan las
orejas”. Un vino de dos orejas, en consecuencia, es un
calificativo supremo para un buen caldo. Este cisterciense a lo que
parece era un “pinta” y no le hacía ascos a tales menudencias
pero muchos frailes de aquel entonces eran así. Acérrimos en su
fe, leales a su rey, disolutos en sus costumbres. Y a su vez
profundamente humanos. Nada de camándulas. Por la poesía del
mirobrigense corre un venero de optimismo, cristianismo que retoza
en sus versos cabales. Sus libros son como un gran reportaje, un
cuadro de costumbres de la época. No se le escapa el hermafrodito
ni las cantineras de la compañía que se desplazaban con el
regimiento formando parte de la impedimenta siendo tan importante
del ajuar de combate como los carros, las culebrinas, los arcabuces,
la pólvora. Escribe versos a su mulo, a las monjas de un convento
que dan recados falsos a un trovador, a cierto escribano converso,
baratón y apañador pero buen compañero, a un vizcaíno que pedía
aguinaldos, o escribe sobre los razonamientos de un capitán a su
gente. A una dama a quien un caballero dejó por heredera de su fe y
testamento. Gracias a Castillejo sabemos que el año de 1540 toda
Europa fue invadida por un frío polar conjugado con inundaciones y
sequías así como cataclismos políticos: el cisma de Enrique VIII,
la rebelión del landgrave Felipe de Hesse. Los adivinos decían que
empezaba una nueva era entre estertores de cataclismos, hambres,
guerras. Los turcos se entienden con los venecianos. Mientras esto
escribía Castillejo en el sur de Francia Nostradamus se disponía a
redactar sus famosas cuartetas. Tiempos recios a los que refería
tambien santa Teresa de Jesús. Pero sobre todo hombre de su tiempo
el calamo del mirobrigense tiembla de sentimiento erótico:
Ribaldo
grande eres amor
El
turco no se te iguala
… mas
justo fuera amargura,
Amor
por nombre ponerte.
Mordaza.
Morbo. Locura
Furia.
Rabia. Mordedura.
Mordaza.
Tártago. Muerte.
Porque
el Amor verdadero
Sólo
a Dios pertenece
El
desistimiento de la idea imperial a causa del batallar inútil con
anabaptistas, luteranos, petrarquistas y turcos se torna melancólica
misoginia. El clérigo despierta en su sinrazón de tanto ir a la
caza y procura del amor mundano y es muy severo con las mujeres.
Trae a colación unos versos que repetían los estudiantes en las
aulas de la edad media glosando tal vez a Ovidio: “ Quid
levius vento? Fulmen. Quid fulmine? Flamma. Quid flamma? Mulier.
Quid muliere? Nihil. Esto es la mujer, el ser y la nada. Tierra y
polvo.
Del polvo nacemos y a él volvemos. Bebe esta misoginia en fuentes
escolásticas llegando Castillejo a decir: “Oh buen Dios cuan gran
mal fue poner nuestros placeres en un tan descomunal y peligroso
animal como son las mujeres tras las que andamos y así el remedio
que buscamos para nuestra enfermedad basado en su liviandad tarde o
nunca lo hallamos”. El tema es un eco de Villón, del arcipreste
de Hita, de Chaucer, del propio Bocaccio. Francisco de Quevedo lo
vuelve a retomar hasta convertirse en el polvo enamorado que
finaliza uno de los sonetos máximos de la lengua española. El
haber arrumbado en un anaquel cubierto de polvo a estos próceres
que conocieron el amor y sus desencantos que lo padecieron y cantado
nos ha llevado a estos estragos feministas. A esta revolución de
las bragas que nos sobrecoge a los desterrados hijos de Eva. Cabe
advertir que Castillejo un paladín del renacimiento vivió en el
siglo del amor, el decimosexto, era de Piscis de soles radiantes,
sol de Cristo y ahora en la centuria vigésimo primera hemos entrado
en una conjunción peligrosa bajo el signo de Acuario. Quizás por
eso Cristóbal de Castillejo sea un vate olvidado. Interesa poco su
sabiduría. El sol de Cristo se oculta vergonzoso tras jirones de
nube pero al final resplandecerá triunfal sobre la luna y los
lunáticos que la adoran en forma de mujer.
15
septiembre 2011
APORTELLADOS
DE SACRAMENIA, FUENTESOTO, PECHARROMÁN, PROVANCO Y FUENTIDUEÑA
Aportillados
eran los adelantados del rey, castellanos que pagaban Parias
castelarias lo que les daba derecho a ser señores prevenidos en
frontera con todo su ajuar: adarga, rodela, caballo, almete y
espada, cota de malla, lorigas, a veces la clava o el mazo con
puntas ferradas. La vera efigie del caballero medieval.
Oh
tempora, o mores, yo aunque nací por aquellos contornos, no tuve la
suerte de toparme con aquellos caballeros andantes cuando iba a
espigar o arrancar yeros, a trillar o a dar haces por estos valles.
Más bien, con lo que solía toparme eran labrantines la cara rugosa
y el color de la tierra que ataban sus pantalones de pana con una
cuerda para que el barro de los caminos no les alcanzase a los
tobillos, liaban cigarros de tabaco negro y al fumar guiñaban un
ojo, las viejas casas blasonadas convertidas en cuadras o en
pajares. Las mozas cogían el coche de línea y se iban a servir a
Madrid y había curas que impedían que las mujeres entraran en la
iglesia sin velo, sin mangas y sin medias pues aquello se
consideraba indecencia. Hoy tienen que luchar con enemigos de mucho
más fundamento como predicar contra el aborto. No es nada fácil la
cosa porque el vicio trajo el fornicio y los pobres curas tratan de
ponerle puertas al campo, predican a una sociedad descristianizada
que ha perdido todos los valores. Sólo importa lo de tejas abajo.
Se ha perdido el concepto de historia de España, nadie sabe lo que
es el honor. Revoluciones e involuciones de guante blanco. Díos mío
qué duro se ha vuelto nuestro vivir.
Pero
las personas eran personas y las fiestas eran fiestas. La euforia
entraba por las venas con el buen vino de la ribera. Las cuadrillas
iban a merendar a las bodegas y en un Sanpedro hace bastantes años
subieron al baile hasta Fuentesoto los mozos de Sacramenta. Por un
vals que una le dio al forastero haciendo de menos al mozo local que
la pretendía las navajas relucieron y hubo tres muertos. Una cruz
de piedra a la puerta de en casa la tía Juliana bien nos lo
recordaba. La cruz estaba tal que enfrente de la Cerca de la Tía
Caya que siempre se estaba riendo. Entrabas en el callejón y se oía
siempre jiji jajá. Se reía la buena mujer aselando las pitas. Se
reía enchiquerando al marranillo en la cohorte. Se reía mientras
hacía encaje de bolillos y hasta en los propios entierros cuando
iba a amortajar a los muertos que le hacían momos desde la alcoba
le daba la risa. Y jajá, jiji.
Eran
reminiscencia de aquel temple guerrero de los aportillados de
Sacramenta. De estas rivalidades de campanario, el humor banderizo,
está hecha, por desgracia, la historia nuestra.
Para
ser aportellado –este adjetivo define toda la reconquista con su
entera mentalidad de combate- había que estar empadronado en una
villa o ciudad, tener allí casa, corral o dehesa desde san Miguel
hasta el domingo de la Trinidad, pagar la fonsadera o pecha de
guerra y manejar espada, lanza y capillo, tener caballo. No ser moro
ni judío sino cristiano viejo desde la quinta generación. Hay que
tener en cuenta que las armaduras eran entonces caras. Prerrequisito
era el haber sido armado caballero y jurar lealtad al monarca. Los
aportillados o prevenidos en frontera podían administrar justicia
y recibían la vara de alcalde.
En
tal cosa consiste el principio vasallático otorgado en avenencia y
de mutuo acuerdo (los godos no firmaban nada a no ser con la sangre
y les bastaba la palabra empeñada) para cabalgar en algara contra
el moro cuando la anúteba lo reclamase. Los caballeros eran
mesnaderos bajo el pendón real. A tales aportillados se refiere el
Fuero de Peñafiel del cual ya hablamos otrora y que es uno de los
más interesantes para los medievalistas. Era la versión castellano
del principio genésico germánico del Blutt
und Boden
(la sangre y la tierra) origen de la hidalguía pero ¿dónde están
los hidalgos de otrora?
Don
Claudio Sánchez Albornoz hace un estudio exhaustivo del mismo y lo
clava. Es un fuero que fija los usos y costumbres de los sexmos
ribereños del Duratón. Zona que había sido repoblada y don
Claudio dice que el gran problema de la España del siglo X al XII
fue la despoblación del Duero por gente de muy diferente origen. La
integraban los gascones llegados de Francia siguiendo a los monjes
repobladores del cister y de Cluny, vascos, astures, cantabros pero
sobre todo casi en un 37 por ciento eran exaricos
o cautivos agarenos que habían sido obligados a moverse hacia el
norte tras las exitosas campañas en Al Andalus de Alfonso el
Emperador. Abrazaron seguramente a la fuerza la fe cristiana. Van a
ser los primeros componentes de la fuerte raigambre mudéjar de esta
zona que se irá desplazando hacia el Oeste por Cuellar, Arévalo,
Peñafiel, centros del mudéjar arevalense o castellano que utiliza
el ladrillo alarife en lugar de la piedra, pero esta idea no era
árabe sino romana porque en la arquitectura del Lacio se combina el
mármol, la piedra y la teja, casi nunca el adobe.
Otros
eran muladíes raíz mucho más antigua y asentada porque es obvio
que no todos los muzárabes quisieron ser mártires hubo bastante
chaqueteo y se sumaron al credo del Coram, o árabes descendientes
de cristianos conversos al Islam también por obligación. Todo un
variopinto melting
pot.
El Duero era la tierra de frontera. Tanto su cuenca fluvial como la
de los afluentes del río castellano, se encuentran salpicadas de
fortalezas y castillos roqueros que otean como alcotanes encaramados
a lo alto de los cerros el horizonte, sus almenas vigilantes. Los
antiguos tumbos refieren que el dueño de estos señoríos el conde
Ansurez
de Monzón era un muladí: Ibn-el-
Manssur
y Alfonso III de León en 912 dona la tierra de Cardaba
cum
edificiis
a un tal Gonzalo Téllez para hacer cargo de esta zona de
monasterios y de morabitos tanto musulmanes como cristianos que
vivían encuevados en simas que ese dan en abundancia por estos
valles. El cenobio oriental va a ser sustituido por una fundación
monástica del Cister. Esa va a ser la constante durante los siglos
medios: el anacoretismo bizantino visigótico va a ser siendo
sustituido poco a poco por una forma de vida en común y a la
occidental. Eso desde un punto de vista religioso. Desde un ángulo
económico, los monasterios eran auténticos fundos de explotación
agropecuaria, koljoses y kibutz como si dijésemos donde la
propiedad privada no se conocía. Auténticas glebas monásticas.
Hasta el siglo XII por regla de san Benito los profesos no iban a la
guerra pero el Cister luego va a ser origen de las órdenes
militares. Empieza el tiempo de los templarios, de los calatravos,
de los Monteses, los santiaguistas. Los monjes de esa manera pasan a
ser aportillados y caballeros en frontera que cantan la misa al
tiempo que combaten al infiel. El obispo Jiménez de Rada, el de las
Navas de Tolosa, es un paradigma trópico de esta mentalidad místico
castrense, siguiendo los consejos paulinos de que es milicia la
vida al servicio de Cristo. Hoy, por desgracia, no queda nada en
Castilla del antiguo aportellamiento que se ha convertida en
encanallamiento. Quizás fuesen mejores cuando iban con el legón a
regar, calzaban peales y albarcas y no sabían lo que era un tractor
ni en su vida habían visto una cosechadora.
Por
eso miro con pena las ruinas de la patria mía en esta España
nuestra despanzurrada. Toda aquella fe, aquel tesón, ha dejado de
latir.
miércoles,
18 de junio de 2008
MARISOL
DE ESPAÑA CUMPLE 60 AÑOS
Dallo
mi hierba trillo mi parva muelo mi trigo y me como mi pan. Y me pago
mis copas. Y como el Gijón ya no hay quien lo toque porque la
nostalgia se apodera de los espejos y de los paneles embonados de
madera noble aunque las musas siguen correteando por los veladores
de mármol donde escribieran los poetas o los bancos de crepé donde
alguna vez yo vi con un dedalico de más de borgoña en las tripas a
las ninfas pegando brincos y no era más que Carlos Oroza que
trataba de ligar a dos noruegas y les contaba un chiste que ellas
entendían chapurreando el lenguaje universal de las manos (creo que
era el de las novicias mudas que hablaban del padre Juan...) busco
barras al otro lado de la M30 donde Madrid pierde el cinturón
casto, y se convierte en Kansas City. Por ejemplo en el Valtins que
regenta mi amigo Moncho un vasco de las encartaciones mayores no sé
si de Ondarraoa Lequio Lequeito o Echanove pues vizcaíno es el
hierro de todas formas vizcaíno es el hierro que os encargo corto
en palabras en hechos largos. Así es también un poco el vasco de
mi barrio. Pero con esa simpatía que sólo tienen los de Bilbao y
esa llaneza de los que tomaron chiquitos por la siete calles anda la
ostia. Mucho señorío, sí. Mucho señorío. Mis mejores amigos
nunca fueron de derecha. A la derecha la encuentro hostil suspicaz
muy maricomplejines y aburrirá a las ovejas y a la izquierda poco
más o menos pero los bohemios en la España indiferente siguen
siendo los de siempre. Ya se sabe al amigo el culo al enemigo por el
culo y al indiferente pues que se le aplique la legislación
vigente. Y la Derechona se ha vuelto masoquista y majadera vigila su
tapia y le va la marcha. ¿Es que por detrás les gusta más? Tiro
siempre la boina entre rojos y parto mi hogaza con los menesterosos
de afecto y los huérfanos y huérfanas del amor. Ramón es un
anfitrión con sabiduría de calle que dicen por Nueva York. Las ve
venir de largo y tiene esa delicadeza y exquisitez los buenos
mesoneros del país que solo pueden tener todos aquellos que han
formado parte de un orfeón. Canta primoroso. Esa experiencia les da
un sentido interpretativo y coral de la existencia. Tiene una calva
prematura unos ojos grandes una nariz perfecta y tallada a cincel y
toda esa displicencia de los euskaldunes que ven la vida cantar y
correr. Así que el burladero que yo tenía en el Gijón lo he
trasladado al Valtin. Albergue seguro. Sus talanqueras de cristal
tapan mi próstata renqueante y mi taleguilla ya para no demasiados
trotes. Uno en medio del ardor del vino puede cantar mal, ver
visiones, mandar a tomar vientos a un coronel de Estado Mayor que se
va a Bosnia a cobrar dietas y encontrarse con el almirante tunante
que no resulta tal sino un remero. Cía. Cía. marinero. Ramón ese
nos tomó por isidros el otro día. Decía que había mandado una
flota y no era más que un bravonel que sólo se había embarcado en
el estanque del Retiro para pasear coimas ninfas de toldo y arandela
o mozas de fortuna que guardan el cantón. Pero a veces en estas
travesías del desierto que son mis hégiras polvorancas uno tiene
un sentido eucarístico de la vida y de la solidaridad humana y
eucarístico es el vino. Sangre de Cristo. En él y en el pan quiso
quedarse con nosotros N.S., aunque yo más de una vez he visto al
diablo más perverso en cuclillas dentro de una botella. Uno busca
asideros y talanqueras donde refugiarse. De mis dolencias físicas
ni por pienso y no voy a darle aquí al lector entretenimiento
haciéndole una relación circunstanciada de mis alifafes dolamas y
de las cazcarrias que me afligen al vadear las salas de los
hospitales. Seguramente daría el do de pecho. Prefiero hablar de
Pepa Flores. La Marisol de mi adolescencia. Por aquello de que la
vida es una tómbola me la encuentro elegante y comunera alta y
delgada y eximia sentada en majestad igual que una madona en una
tajuela junto a la barra. Fuma discretamente. Gestos de novia
antigua. Uno entiende a la vista de esta mujer que tuvo chispa y
tuvo ángel cómo puso a media España y a media Hispanoamérica
boca abajo. Recuerdo cuando vivía yo en Staten Island mi vecino
colombiano Arnaldo emigrante en Nueva York tenía en un trono su
fotografía como si fuese una virgen o una diosa y puso a tres de
sus hijas con su nombre Marisol Pepa I y Pepa II. Fue el mito de
nuestra infancia y de nuestra inocencia. Después quiso desdecirse
del mito de la imagen o del cliché que la sambenitaron con el
franquismo no sé por qué porque en este país de camándulas hay
gente que le saca punta y partido a todo y se nos hizo roja pero
ella también es gualda y muy española. Y en este periodo – María
Pineda, Bodas de Sangre, Caso Cerrado- demostró ser una primerísima
actriz de recursos felicísimos. Para empezar esos ojos. Yo no sé
si Pepa se sentía comunista lo que sí sé es que habla un buen
ruso y que sus películas de la primera incubación tuvieron gancho
y mucho éxito en la Unión Soviética tampoco sé si llegó a amar
tan profundamente a Antonio Gades padre de sus tres hijas como
algunos dijeron lo que me consta es que es toda una señora amante
de su discreción de su privacidad y de su libertad. Venía de los
Coros Danzas y fue un festival de la Casa de Campo donde la reclutó
Goyanes después de verla actuar pero ella nunca quiso que la
confundieran con el Platanito ni con la Carmen Sevilla ni con la
Lola ni con la Nietísima ni con esa parte truculenta del franquismo
que a golpe de talonario de la prensa de la entrepierna ha vendido
su dignidad. Ella triunfó y no tuvo que volver su alma al diablo
para volver a triunfar. No cedió la piel a Esaú por un plato de
lentejas. Delgada elegante con los mismos ojos azul celeste que a mí
me recuerda las primaveras incandescentes del 63 o del 64 y su voz
estallando por todos los patios de luces de las viviendas de España
sigue haciendo la esfinge pero a lo que más recuerda por su rostro
esbelto e iluminado es a una cariátide griega. Ramón detrás de la
barra vigila sus movimientos y la protege. Olía a guiso y a
familiaridad al mediodía y las madres llamaban desde la ventana a
los niños que jugaban en la calle. Ese grito de llamada hoy sería
imposible... “Cayetano,
Palomita... a comer.
Como
no subáis en dos minutos bajo y os caneo una paliza.”.
La voz de aquella niña de Málaga sonaba en todas las radios
peticiones del oyente. La vida es una tómbola.. Tómbola. Y su cara
aparecía en todas las pantallas. La íbamos a ver al cine Montija.
Cintas ciertamente de no mucha calidad artística a lo mejor pero
que tallaron nuestras almas. Yo me entusiasmé con Santiago de
Compostela por aquella película Ha llegado un ángel en que
trabajaba Marisol y había un profesor cascarrabias y un estudiante
de la casa de la Troya de Pérez Lujín que tenía un flequillo que
se subía para arriba con solo soplarlo(el pobre ya ha muerto) la
vida es una tómbola. Sí. Sí. ¿Lo habrá sido también para Pepa
Flores? No me atrevo a formular esa pregunta a mi ídolo por temor a
romper la magia de arcano. Baste decir que todos tuvimos trece años
y nos enamoriscamos de una ojizarca con coletas de plisada falda y
calcetines negros a la que de trimestre en trimestre veíamos
crecer. Los abrigos les caían todos grandes y hacía mucho más
frío los inviernos pero eran más hermosas las primaveras y hasta
más ardientes los veranos. Ahora ahí sentada tiene Marisol la
majestad y dignidad de una Madona o de una española que afronta sin
alharacas ni fervorines el reto del climaterio evoca a la
impasibilidad de la gloria, el taburete del Valtins es su verdadero
trono. Marisol ha llegado un ángel acaba de cumplir los 59 y la
mayor parte de sus admiradores somos sesentones o setentones. Pero
no pude por menos de darle las gracias a esta señora y un beso en
la mano. Ella es una de nosotros. Una española de verdad con el
nórdico mirar ojos claros y serenos. Una mujer del pueblo. Este
encuentro en el Valtins de mi amigo el vasco ha sido como una
epifanía. Por lo que a mí respecta seguiré siendo un escritor
bohemio aunque me gustaría que esta noche hubiera estado conmigo
Juan Pla. Este tipo de situaciones y de reportajes él las bordaba.
No he pretendido hacer una exclusiva ni un panegírico. Además
entrevistas a Pepa para qué. Esta mujer te daría para escribir un
libro con sus reflexiones. Lo titularía La prudencia en la mujer o
la Lozana andaluza pero me pierdo por tales esquinas. Esta exclusiva
quedó en una mirada de agradecimiento unas palabras en ruso y este
articulito. El mito de mi adolescencia al año que viene cumplirá
sesenta años. Esa es la noticia y la maula.
13/02/2007
AZNAR
NOS HIZO LA FIGA
Creo
que el inquisidor Valdés que preside el patio central de la
universidad ovetense debió de dar un respingo en su sitial
frailuno. Vetusta quedó de piedra ante la insolencia, la chulería
de tan obsceno gesto de don José Mari que es de esos políticos de
los que se creen imprescindibles, más chulo que un hecho como
Herrera en la onda y es de los que no saben perder. Seguramente se
toma a sí mismo demasiado en serio rodeado siempre de una corte de
aduladores que le aplaudieron por poner el territorio español en
almoneda. El mal educado señoritingo nieto de un periodista del
PNV, muy carcunda que mejor que se hubiera quedado de fraile a tocar
el órgano en lugar de convertirse en cacique de la información y
panegirista del régimen, al que Franco perdonó la vida después de
haber sido condenado a muerte, es de los que cree que España es su
finca. Los Aznar son un clan, una de las cien familias que mandan
aquí desde Mendizabal. Recordemos la boda en el Escorial de su
hija, y no pasemos por alto tampoco que ha metido a su mujer en la
política. Ana Botella, su costilla, porta la vara de alcaldesa de
Madrid. Todo se queda en casa. Forman una casta. Están blindados.
Son intocables para un sistema político que se nutre de alianzas
consensos y mediocridades. Don Josemari desgobernó España y la
vendió a los especuladores. Con lo del boom del ladrillo muchos se
creyeron millonarios y no dejaban de gritar Josémari,
Josémari, queremos un hijo tuyo alzando
las banderas de Génova pero el PP al igual que este invento que nos
desconsuela es un híbrido, un producto artificial creado por Fraga
de la noche a la mañana del que están excluidos los verdaderos
patriotas de derecha. Ahora don Manuel al reconocer su engendro del
partido que él llamaba la leal oposición, copiando a los ingleses,
llora a moco tendido. Son las mismas lágrimas y remordimientos que
afligieron los últimos días del obispo don Opas. Esos chicos que
alzaron sus pancartas en la universidad de Oviedo llamándole
criminal de guerra (indeliberadamente lo es) representan a la España
del futuro, una España sin trabajo y con un paro entre los
estudiantes que salen de las facultades con su título y que sólo
le servirán para colgarlo en la pared. Su grito es áspero y
estridente. Se sienten estafados por los políticos y por un sistema
de gestos mediáticos donde la libertad o lo que ellos creen que es
libertad, es un monopolio. Consideran los de arriba mientras chillan
los de abajo que España es su finca. Coto privado. Es un sistema
impenetrable donde tanto la vida parlamentaria como el cada vez más
importante mundillo de la información política se reparten entre
unas cuantas crestas de gallo y bustos parlantes que lucran su pan
currándole a Zapatero (no sé de qué van a vivir estos advenedizos
cuando desaparezca de la vida pública este jefe de gobierno) con la
particularidad de que son siempre los mismos. Con tales mimbres se
hizo el cesto. ¿Hay libertad? No. Esto es un trágala. Las radios,
las televisiones, los periódicos se repiten más que la cebolla.
Son corifeos de Nostramo y don Juan Carlos I nos depara el sucio
espectáculo de competir con el presidente de gobierno con un
alarde. Y tú más porque en esas estamos.
-A
mí me recibe Obama, José Luis, en la sala oval mientras tú sólo
vas a los desayunos de la oración.
-Pues
a mí un sabio historiador me dijo- replica un republicano- que el
reinado del Rubio ha sido el más aciago que registraron nuestros
anales. Ni Enrique IV, ni Carlos IV al que se parece mucho el
monarca reinante y ojalá hubiese un Goya para retratarlo, ni
Fernando VII ni el propio Pepe Botellas que fue preámbulo de
Alfonso XIII fueron tan desastrosos.
-La
culpa de la crisis es del rey, que impuso el trágala, combayó y
ahora se va de rositas con la abdicación dejándole el muermo a su
hijo Felipe VI y a d.ª Leti.
-Acaso
tenga usted razón don Quosquetandem pero como presidente don Aznar
fue una calamidad.
El
del bigotito tiene cara de máscara trágica. Al pueblo le resulta
tan antipático como Ceaucescu. Al pueblo no se le engaña porque
habiendo sido protagonista del segundo 98 español el de 1998 cuando
abandonamos la peseta y licenciamos a los regimientos de mayor
estirpe, cimentamos nuestro desarrollo económico en el ladrillo y
permitimos el ingreso en manadas de extranjeros, se normalizó el
aborto, la píldora del día después y se favoreció la rebelión
en la granja de nuestras féminas, dándose alas a un destructivo
como inicuo feminismo- corrompe a las mujeres y tendrás dominado a
un pueblo- y fuimos un fracaso en política exterior al grito de ya
somos grandes, ya somos ricos, Aznar fue el autor del rapto de las
Españas. Luego llegaron los gays con sus banderas arco iris para
mayor estropicio. Que la patria se lo demande.
-Por
esas calendas, don Verumtamen-agregó Quosquetandem- escribió usted
un libro cuyo titulo era sugerente: 1998
España entre un tupé, un recorrido y un bigotito.
-En
efecto; el tupé era de de Práxedes Sagasta, el recorrido el de
Anasagastegui ese caniche vasco del PNV y el bigote ala de mosca no
podría corresponder sino al jefe de gobierno a tal sazón. Este
desgraciado país es regido por una clase política que no se
merece. Ellos constituyen exponentes de nuestra haronía, nuestra
pereza mental. Con la democracia han regresado los caciques y los
manijeros, chupópteros y personajes de siempre. Entiendo pues la
cólera de esos estudiantes ovetenses.
-
El del bigotito si hay un personaje nefasto de la historia de España
al que rememore es a Godoy el príncipe de la paz algo más moreno
feo renegrido y cejijunto.
-Alto
a la dueña y ¿qué me dice del juez Garzón, de Anson?
-A
esos ni me los mientes
-a
la Cernuda ceñuda a la Campos a las anarosas y anacondas a la pepa
la de los escuchantes que echan a peder nuestros domingos al sol y a
toda esa patulea de arpía sembradoras de odio a lo largo y a lo
ancho de la piel de toro, tales gumías nos recuerdan que estamos en
tiempos de Acuario, la era del agua y de los flujos vaginales del
furor uterino que mana de la fuente de sus coños grandes, damas
todas ellas televisivas y de moralidad dudosa. Iban para putas y se
quedaron en bustos parlantes. A Calleja el de los cuentos por la
Selene y a ese tal san José con su cara de seminarista y lengua
afilada en el veneno. Al Jáuregui el de pyresa al que llamaban
Miracielos. A los informadores que desinforman. En fin a tantos y a
tantos otros.
Noté
desanimo y acaso horror en el rostro de mis dos personajes que me
acompañan a todas las partes y asoman la gaita cuando me pongo a
escribir. Estaba claro que esta vez tiraban a dar y no fallaban el
disparo. Yo no podía por menos de solidarizarme con sus puntos de
vista. Quosquetandem y Verumtamen están hoy que lo tiran. Han
venido a mí con la escopeta cargada, apuntando contra todo lo que
se mueve. Aznar fue el hombre al que Bush hijo llamó ánsar y no sé
si quería decir ganso o asno que burro grande ande o no ande y su
“amigo” Pony Blair lo recibió con cajas destempladas cuando se
presentó en Downing Street sin avisar a la hora del té. Britania
no paga traidores y los ingleses carecen de amigos, sólo tienen
intereses y por eso fomentan las relaciones sociales. Hubiese sido
un buen alcabalero uno de esos chupasangres que en odiosos resultan
a los hispanos pero la jodió citando se metió a político y quiso
ser Napoleón. El napo, el napo es pistonudo como el napo no hay
ninguno. Y acabó en criminal de guerra. Lo tiene crudo. Ra, ra, ra.
Irak. Irak. Irak. Pony cogió su fusil y nos llevó a la guerra del
petróleo no íbamos a luchar por la paz por la justicia ni por los
derechos humanos, íbamos a defender los intereses financieros de
las Siete Hermanas. Las multinacionales le agradecieron a Aznar los
servicios prestados con una patada en el culo. Mandaron a las
mesnadas a matar gente, ahorcaron a Sadam. Decían que poseía la
bomba atómica pero luego resultó que no tenía más que un
ejército mal equipado. Supimos que Irak era un campo de Agramante
donde los gringos querían probar su material de guerra más
destructivo. Los infiernos y las redacciones de la Sienen se
empedraron de mentiras. Ellos retransmitían las batallas por
televisión y así embaucaron a algunos crédulos, nos cogieron de
pardillos, nos tomaron por imbécil es. En Bagdad no había armas de
destrucción masiva. Ahora Obama quiere repetir la misma jugada en
Irán y en Afganistán. Moloch el dios de la sangre les come las
entrañas. No pueden parar. Su norma de conducta es Némesis. José
María Aznar un perro de aguas bajo las patas del doberman ladraba
amenazante. Guau. Guau. Guau. Luego vino mr. Muddy el lusitano el
que ahora es jefe de la Europa de los mercaderes. También quería
salir en la foto. Barroso recibió como recompensa un momio en
Bruselas que le da a ganar millones de escudos.
-Admirose
un portugués de que todo el mundo en Francia supiese parlar
francés.
-Pasa
el cazo, chaval.
-
¿Qué hora es?
-
Las siete y media.
-
A esa hora en Madrid si no estás dando una conferencia te la dan.
-
Cállese, don José Mari, cállese.
-
Váyase señor Aznar. Váyase y cierre el pico
-
No es lo mismo decirlo como verlo
Cuando
el ex presidente hizo el signo del macho cabrío, un desplante, un
brindis al sol, y tú más, que me la chupeis todos en cuadrilla, un
saludo a la afición o lo que unos llaman pulsar la higa y otros un
corte de manga, la estatua sedente de don Fernando Valdés debió de
pegar un respingo en su silla ante la desfachatez de gesto tan poco
ponderado como obsceno e impolítico, y debió de pensar para sus
adentros:
-“Otro
tan lenguaraz como la Espe chinga tu madre. Nos está llamando hijos
de puta no sólo a mi que soy arzobispo de Sevilla e Inquisidor del
Santo Oficio por la gracia de Dios sino a todo el cabildo. Merece
que le envíe al torradero… a mí la guardia. Vengan los corchetes
de la Inquisición. ¿Cómo lo ves?”
Pero
el inquisidor Valdés acostumbrado como estaba a ver pasar tantas
cosas en esta España nuestra- los mineros quemaron el caserón
cuando la revolución del 34- desde su lugar de privilegio en el
centro del patio claustral de la universidad por él fundada, no
dijo ni mu.
Seguramente
comprendería desde el paraíso o desde los infiernos por donde
vague su ánima que los inquisidores del siglo XVI eran inocentes
monjitas puestos a cotejo con los sabuesos y esculcas agentes
secreto muñidores de conflicto conspiradores y tornadizos que hoy
pululan por la Piel de Toro. Entonces podían escribir incluso los
herejes. Hoy la verdad la ostenta un monopolio. En el cual la
iglesia católica ha sido destronada o se ha convertido en comparsa
del poder temporal, no al igual que en aquellos tiempos. Pobre
España en manos de estos energúmenos, de magistrados y periodistas
tramposos y de políticos que no saben hacer la o con un canuto y se
sienten en posesión de la sabiduría de Minerva. Aznar ¡qué
sujeto más castizo! Ha alborotado el gallinero. Hay signos
esperanzadores de rebelión en las aulas.
Viernes,
19 de febrero de 2010
INMIGRACIÓN
EN ALUD. HOY SANTA LUFTOLDA ABOGADA CONTRA LA SORDERA
España
difunta, la están cantando el gorirgori nuestros políticos. Apago
la televisión porque no puedo soportar a estas cabezas parlantes,
los tertulianos de oficio como el Chuny ese que se decía comunista
ahora defiende a los del bigotito y en un programa del Siete al tal
Pérez Henares le faltó poco para liarse a golpes con un
socialista, gente lleva mi carro, tres putas y un boticario, son
vomitivos- y prendo la radio. El Home programme inglés aquí se
capta desde la radio del coche lo cual es de agradecer porque uno
sintoniza cierta ética, conecta con la deontología y escucha, voy
de oyente por la vida, debates de altura sobre la historia de la
cual nunca renegaron los brits y toda una avalancha de buenos
libros, aman su lengua, su literatura, me dan envidia porque La BBC
no se casa con nadie. Un opinante decía que había que llevar a
Blair don Tony a un tribunal por mentiroso en la guerra de Iraq,
aquí a Aznar que actuó de condigno por salir en la foto al igual
que mr. Muddy alias Barroso el portugués debieran de meterle en
Alcalá-Meco, pero quiá no caerá esa breva. Don Josémari se hace
el interesante y se lo tiene muy creído y la Aguirre genuflexa le
hace el rendibú. Queremos un hijo tuyo Bigotito. Eso también se
decía en tiempo del gran Filipo. Otro que ha vuelto a abrir el
pico. Dice que hacen falta más emigrantes aquí. ¿Más? Éramos
pocos, parió la abuela Hala todos pa España que es el país del
mundo con más coladeros a causa del efecto llamada.
Felipón,
nefasto y siniestro personaje, su padre tenía una vaquería en
Sevilla y una tienda de aloje montañés, y la presidencia le hizo
millonario. Un rico capitalista judio mexicano le metío en su
contaduría, al igual que a Solana le hicieron jefe de los guardias,
a Aznar lo nombraron corresponsal diplomático de la Fox
conferencias pagadas a tanto la frase. El que abrió el negocio fue
Henry Kissinger. Las fuerzas oscuras quizás desprecien por
miserables a sus acólitos y comparsas pero les ponen un piso, les
llenan el bolsillo de petrodólares y van por la vida con el riñón
bien cubierto o les mandan una querida para que no se aburran
demasiado. Son una extraña mafia que tiene por contraseña la
estrella diabólica de cinco puntos entre dos de sus lados esconde
sus cuernos el terrorífico Leiba Bronstein más conocido por Lev
Trostky hasta que el destral de Mercader acabó con aquel testarudo
que tienen ahora muchos pedisécuos infiltrados en la gran banda
porque su consigna era la subversión mundial y la revolución
permanente. Una de sus estrategias es el movimiento de pueblos,
junto con la desestructuración de las culturas, la quiebra del
lenguaje, la manipulación informativa, lo que denominaba Gramsci el
gran discípulo de aquel hebreo ruso que se hartó de firmar penas
de muerte en la checa de Moscú, la invasión pacífica y los
descorrimientos étnicos. Don Felipe González como es millonario no
tendrá que convivir con todas esas bandas de desarrapados que
llegan a Vic o al corredor del Henares de todos los continentes en
busca de un paraíso en España- educación y atención medicas
gratuitas y hasta una casa les dan a los recién llegados- que
llegan y llegan, presidente (echo mano de una frase profética de mi
libro La Mujer
Fuerte) y se trata
de una invasión en desguisa que ha determinado que a España no la
conozca ni la madre que la parió- pronto todos criollos, mestizos,
y eso de que todas las razas son una que se lo pregunten al gobierno
israelí, allí no pasa nadie sin un certificado de circuncisión
hasta la cuarta o quinta generación- como pronostica el Alfonso
Guerra el edecán del gran Filipo. A este ritmo no habrá cajaduría
que lo soporte, pero de lo que se trata y es lo que buscan sus
enemigos con ahínco es descristianizar España. Desespañolizarla,
dejarla sin huelgo. Ellos vienen en patera o a través del gran
coladero de los Pirineos o Barajas y nosotros a lo mejor nos tenemos
que largar a nado para hacerles un sitio Con un aumento tan
creciente de extranjeros que llegan y españoles a los que se
condena al paro o al ostracismo social o cultural las arcas del
estado pronto se resentirán y no van a quedar pesetas ni para los
que vienen ni para los que están aquí. El que mucho quita y nada
pon pronto llega al hondón. Al fondo del calcetín, según un
antiguo refrán. Esto es la quiebra.
Entonces
puede pasar lo que está ocurriendo en Haití con las cajas de
mantenimientos. El irenismo y el buenismo de Zapatero que aparecía
el otro día en Estrasburgo tan orondo y lirondo tan finchado que no
debía de caberle un piñón por el culo y no sabía que suscitaba
la hilaridad y el cachondeo en los escaños parlamentarios ante su
discurso trufado de vaguedades pero pone tal énfasis y se hace tan
el interesante que termina por recabar la atención de la audiencia
aunque no diga nada, nos está llevando a este estado de cosas, al
tercermundismo, al hambre, a ser un estado cuña manipulados por las
oeneges. Zp recorre la cosecha que sembraron sus predecesores
González y Aznar que vendieron los dos al de por junto a mi patria
en parcelas. Y han ido sembrando entre nosotros la muerte a cachos.
Muerte de asco porque la política, el periodismo en este país dan
asco. El virus de la duda y desaliento fue extendiéndose por el
pueblo. Las iglesias se han convertido en museos, los cafés en
bancos. El personal se encoge de hombros o sonríe con cara de
conejo ante los micrófonos de las encuestas que le preguntan si
hace frio… sí hace mucho frío pero vamos llevando el tirón, en
casa tenemos calefacción, van a las rebajas y entran en el Corte
Inglés muy pastueños y modositos. El personal no razona ni piensa
sólo dice beee
a sabiendas de haberse convertido en ovejas del gran rebaño. ¡vaya
una manada de carneros!
Las
iglesias de museos pasaron a ser o muladares, los cafés se
tornaron en bancos, los pintores pintan mamarrachos y los poetas
escriben lírica que no se entiende, y se han inventado héroes de
plástico como Miquel Jackson, los plumillas expresan por doquier
sus ternezas hacia los estatosuniros. Todos quieren parlar en inglés
.A cada `paso surgían platajuntas, plataformas, comités, dumas,
consejos y consejillos, asociaciones y logias. Se rinde pleitesía
al blabla del gran contubernio y mientras tanto llegan y vienen,
presidente, brincan y bailan los emigrantes en patera, como peces en
el río. Nadie les invita pero pasen señores hasta la cocina. Pasen
ustedes. Esto es la mesa de san Francisco donde comen cuatro comen
cinco. No se que pasará cuando se acabe la despensa, quizás los
mantenga el gran Filipo. Lo que ha sucedido en Vic un pueblo catalán
donde los extranjeros son el 80 por ciento puede ser una gangrena
que se extienda por la vieja Piel de Toro. No pasa nada, aquí todos
chitón o balando. Beeeeee
HIMNO
AL GLORIOSO SAN FRUTOS
Desde
la girola al trascoro no cabía un alfiler. A causa del gentío que
abarrotaba las naves no pude llegar hasta la tribuna donde estaba el
orfeón y la orquesta. Así que me acomodé como pude junto a los
barrotes de la capilla de la Inmaculada y desde allí entoné todas
las estrofas que fluyeron nostálgicas, sentimentales, pero
vigorosas.
-¡Que
bien lo canta!-me dijo una señora-da gusto oírle.
-Gracias
pero me lo aprendí de niño y lo que pronto se aprende tarde se
olvida.
-Debiera
de ponerse con los del coro.
-¿No
ve que no puedo dar un paso?
-Pues
que vuelva usted a cantarlo más años.
Lleva
a un niño en el perambulador o carricoche y era joven. Había
venido con su marido. Mucha gente moza pero los más éramos
veteranos. Fui a besar la reliquia en la urna o lucilo de jaspe
obra de Ventura Rodríguez del santo anacoreta que huyó del
mundanal ruido a la pedriza buscando la paz del yermo lejos de las
intrigas y de las envidias-a este mal que tenemos tan recio los
españoles lo denominan históricamente el morbo visigótico- de la
corte goda, acompañado de su mujer Santa Engracia y su hermano
Valentín. El santo sepulvedano me parece un varón de hoy en una
España cercada por el nihilismo, que adora sólo a Moloch, a
Mercurio y a Eros, y sobre la que se cierne la amenaza del Islam que
con ser grave no me parece tan peligrosa como la de los
mundialistas masones que quieren volver la cruz de Cristo del revés,
hablándonos de globalización cuando asoma la gaita el siniestro
perfil del obispo don Opas. Volvemos al conde don Julián y al
llanto de don Rodrigo en la cava Florinda. Por eso me pareció muy
interesante el sermón del obispo (Don Ángel Rubio es un gran
orador) y a trechos me conmovió porque proponía un retorno o
peregrinación a la Roca Tajada el farallón nido de Águilas donde
se alza la escarpada cueva donde hicieron penitencia aquellos
ermitaños por otro nombre denominada de los siete altares. Era una
llamada al socorro divino para coartar el desaliento y confusión
que invaden a la cristiandad. Di la enhorabuena al canónigo Frechel
el precentor (así se llamaba a los cantores o chantres en las
viejas catedrales y así se les llama en las catedrales anglicanas
de alto bordo) del cabildo que hizo verdaderamente un tour
de force al dirigir
un coro de cerca de mil voces y un golpe de sesenta violines o más.
A la salida al avanzar lentamente hacia la calle por el gran cancel
me cruzo a otro chantre eminente el canónigo Matesanz. Por entonces
era un curita joven que cantaba la Passio
con una maravillosa voz de tenor la tarde de Viernes Santo. Ahora ya
está jubilado. Su monodia era poco menos que electrizante. Paseo
nostálgico por mi ciudad que apenas reconozco. La casa de la
colonia militar donde pasé mi infancia ha sido derruida, la acacia
que plantó mi padre y yo torcí columpiándome en sus ramas, ha
desparecido. En sustitución han surgido colmenas de bloques de
hormigón. En muchas ventanas aparece el tétrico cartel de se
vende. ¡Por san Mamiel, que es patrono de Valseca! que lo de la
burbuja inmobiliaria nos ha metido en quiebra es cosa fina! Cada vez
encuentro cosas nuevas, detalles en los que no me había fijado. Me
ocurre lo mismo con Toledo. Me hinché a fotografiar atrios, arcos
de medio punto, iglesias de puertas cerradas, viejos conventos,
callejas escondidas de tapias altas. Por encima del tejadoz asoma un
álamo o una higuera. Gasté varios carretes captando boceles,
ménsulas, arpías, leones, esfinges, dovelas y bóvedas de cañón,
tratando de escudriñar los mensajes que nos acercan a la mentalidad
del hombre del medioevo, pergeñadas en ese idioma de piedra del
arte románico. Por la cuesta de santa Lucía desciendo hacia el
viejo hospicio donde estaba la cueva de Sto Domingo donde el patrono
dominico se retiraba a orar queriendo visitar allí en este
monasterio la tumba de san Corbalán pero las puertas estaban
cerradas a cal y canto por haberse convertido el lugar en colegio
universitario. Allí seguía al lado izquierdo del pórtico
renacentista el hueco que dejó la hostia del milagro de la
catorcena junto con mis recuerdos impenetrables de niño porque allí
viajaba con mis padres de visita los domingos para ver al capellán
que allí residía junto con su ama la Jesusa. Recuerdo que oí
comentar a mi padre en tono jocoso que en aquella vivienda
hospiciana sólo había una cama de matrimonio… retorno y en la
desvencijada iglesia de san Agustín, cerca de San Juan de los
Caballeros, rezo un responso por los caídos de la división Azul
cuyos nombres figuran grabados sobre las paredes de la iglesia
hundida. En el quicio de la puerta alguien ha pintado una cruz
invertida. Luego fui a visitar la tumba de mi padre. Sus restos
descansan en la torre de san Gregorio una iglesia en lo alto de un
monte que fue de los templarios. De regreso a casa cruzo pueblos
fantasmales. Las vecinas ya no se sientan al sol a coser o a jugar a
la brisca como solían. Uno se encuentra a estas paisanas que vagan
por los caminos como almas en pena. El caso es andar. Hacer
kilómetros. Andar es lo que mandan los médicos. En su locura
pedestre quieren huir de la Pelona pero ésta que a nadie perdona
las acabará alcanzando con su guadaña. También los carreristas y
los que no fuman se mueren. Encuentro a estas aldeas desoladas en
medio de su desolación confortable. Todo ello infunde en mí
tristeza. Menos mal que un cede de Joaquín Díaz, maravilloso, que
me regaló el propio cantautor “La misión os llama” me saca de
mis murrias. Hoy 25 de octubre el otoño perfila sus aromas de sazón
por montes y valles. Cantemos al glorioso san Frutos
.
ARMANDO
PALACIO VALDÉS O EL SEÑORÍO
Esto
parece Villabroncas pues vivimos en un mundo labil y cambiante. Hoy
mi sensibilidad detectan nuevos nubarrones en el horizonte ¿Más?
La calumnia y la baba del sapo. Vivimos en una redoma de
malquerencia. Así que me calzo mis gravas de combate la loriga, la
rodela, y las botas de siete leguas para recorrer el universo de la
imaginación. ¿Te apretaste los machos, nin?¿Sí? ¿Y el catalejo
de doble aumento lo llevas? Pues ale. Y huyo de los torneos de la
memoria para refugiarme en la palabra. Don Armandín, el cantor de
la armonía cuyas novelas eran todo equilibrio, me devuelve a mis
metas soñadas, aquel mundo jocundo y cabal que yo entreví en
sueños a través de mis largas lecturas en la camarilla del
internado. Con esto de la dichosa carretera y la perforación del
monte de los abedules y la colocación de enormes estaciones eólicas
en las cumbres de la Sierra del Viento están destruyendo el
paisaje. Energía a tiempo real que quiere ZP. No entiendo de física
pero creo que el Presidente menos. Deben de haberle untado con
sobornos y dineros. Cohecho tenemos.
Asturias
era un paraíso natural y a este paso las rapaces inmobiliarias
llegadas de dios sabe donde y con qué dinero (el dinero no tiene
patria y carece de afectos) se puede convertir en un cadalso de
cemento. Nos gusta cargarnos naturaleza, talar árboles. Y a mí me
parece que lo que están haciendo en toda la marina pero
especialmente desde Avilés a Ribadeo es un sacrilegio irreparable.
Por una cuestión hace cien años el gran Palacio pergeñó las
páginas inmortales de la Aldea
Perdida.
Revolución industrial, llegó el carbón entonces y ahora en la
postmodernidad, abocados a la cibernética, ya casi no se puede
escribir una novela después de haber dado Orwell a la estampa. A
veces los pronunciamientos y presentimientos de los poetas se tornan
profecías. Don Armando que murió en el Madrid rojo en 1938 unos
dicen que de hambre y otros a causa de los vejámenes a los que fue
sometido no era un escritor de derechas. Ese fue uno de los
sambenitos con que lo encorozó la crítica “demócrata” que
también le atacaba como escritor de novelas rosa y él rosa sólo
tenía el cutis de su piel asturiana. Miraba al mundo desde lo
profundo de sus ojos claros y contó cómo era la España de la
Restauración con su aburguesamiento, sus convencionalismos,
criticando los egoísmos, el señoritismo, a los caciques. Fue un
escritor mayor y para mí un asturiano incomprendido, el mejor
cantor en prosa que tuvo el Principado en las viejas costumbres del
pueblo sencillo, pero acabañaría chocando con el clero y las
fuerzas vivas. Su novela el Cuarto Poder es una sátira contra las
satrapías de los de siempre. Tengo todas sus obras y no sé por qué
misterios desde lo posible lo real a lo soñado mi vida rodó hacia
Asturias hacia ese baño del Nalón donde escribió aquel cuento
grandioso ¡Solo!
Un padre de vacaciones (había estado ahorrando cinco años en una
tienda de Madrid para poder pagárselas en la tierrina)
que ve cómo su único hijo se ahogaba arrastrado por un rápido de
la ribera de Muros. El arte novelístico de Palacio Valdés posee un
numen inimitable. Todos sus libros tienen esa carpintería
narrativa que les falta a la mayor parte de los novelistas nuestros
de tronío. Quiero decir los que viven en la plaza. Baroja, Azorín,
Cela, el propio Valle Inclán. Pero tradúzcame usted al francés al
inglés o al sueco a ese don Ramón de las Barbas de chivo o a Cela
que salvo en La Colmena o en Viaje a la alcarria se nos queda en
nada. Resulta que el escritor más traducido a las lenguas
extranjeros fue este avilesino de adopción, nacido en Entralgo,
paisano de Juan de Cabaña Quinta y de otros de personajes
meritísimos de su aldea perdida. Muchos de sus libros que empezamos
a leer en la adolescencia y releemos en la senectud nos hacen
suspirar por los paraísos perdidos… Et
in arcadia ego
y es que leyendo sus novelas nos identificamos con sus héroes
míticos. Palacio trazó un ideal. Una norma de vida. Era un
narrador omnisciente y omnipresente que incorpora la técnica
narrativa anglosajona y francesa a la novelística castellana.
Cierto es que fue tachado como de derechas pero lo cierto es que el
arte carece de flancos. Es total. Ni derechas ni izquierdas.
Casilleros no admite tampoco. Sólo la imaginación. La sublimación
de lo real. Era un psicólogo porque muy pocos escritores conocían
tan bien como él a la condición humana y un filósofo. De su mano
me pierdo por los vericuetos de Avilés los chigres de Sabugo y
hasta parece que escuchar al ruiseñor del parque de San Francisco
subo la cuesta de la carriona o me meto en una de esas confiterías
como la de la Morena donde despachaban unos sobaos delicia de manos
monjiles. Y Sabugo tente firme. Debía de ser muy goloso don Armando
según la tradición ovetense donde no hay domingo sin pasteles ni
pascua sin madrina y sin roscón. Y cuando dan las siete en el reloj
de la Audiencia me meto en san Isidoro. Hay triduo. Novena y rosario
y sermón de campanillas. Me sumerjo en el ambiente. El poder
descriptivo de este escritor consigue que el lector se suma en el
hilo y el ambiente de lo que cuenta y hasta tome partido. Crea
mundos. Un privilegio que sólo les es concedido a los genios. Sus
obras no nos cansan. Sus libros no se nos caen de las manos. Valle
siempre me aburrió. Pío Baroja cuenta cosas de una forma
desordenada y al desgaire. Azorín aburre a las ovejas. Unamuno está
supra valorado y es admirado por los que no lo leyeron nunca. Ortega
nos está tan gran pensador ni escritor como le pintan. La gran
novela española pertenece a la restauración. El 98 es un bogus
magnificado y cuantificado por la inercia literaria de la rutina del
caciquismo y el mandarinazgo hispano siempre en manos de unos
cuantos y siempre los de siempre pero ni son todos los que están ni
están todos los que son. Diré esto aunque me desuellen. Palacio
pinta personajes de carne y hueso no proyecciones literarias. Si en
la Alegría
del capitán
Ribot
es el optimismo en Tristán
o el pesimismo todo
lo contrario. La novela de un novelista es una autobiografía de ese
arte artesanal que se dice escritura. En el Maestrante
tendremos el amor de un viejo y en José
a Cudillero. En el señorito
Octavio
describe al señorito calavera holgazán e hipocondríaca que se
regenera con la vida de aldea
Las
técnicas narrativas nos vienen a persuadir del convencimiento de
que la novela no se inventa, se observa. La aldea perdida viene a
ser la bandera ecologista de la España verde del último refugio
natural de los amantes de la naturaleza. Tanto Palacio Valdés el
uno de las Asturias de Oviedo y el otro de las Asturias de
Santillana se erigen en sus paradigmas. Vienen a ser una suerte de
enaltecedores de la raza de Pelayo. Que hoy dado como está el
panorama falta nos hace. Pulsando las teclas de la novela
descriptiva Palacio es un heraldo del ecologismo. Nuestro primer
ecologiota. Su gran preocupación es la conservación del paraíso
natural que le vio nacer. Plantea el problema de la revolución
industrial en La
Aldea Perdida.
Es una especie de guerra de Troya en que aquellos – los mineros
Nolo y Plutón- derrotan a Demetria (la Elena de la Aldea Perdida) y
Jacinto (Aquiles). El verdor de los campos se sustituye por la
negrura del carbón. Y este deterioro del medio ambiente va
acompañado con la degradación de los protagonistas. En el “Idilio
del enfermo”
vuelve por donde solía. El campo cura y vivifica. Y en el Cuarto
poder”
novela de la corrupción y de la venalidad tenemos un espejo de la
España de hoy que es copia exacta de la del siglo XIX en muchos
aspectos. Y nos advierte que la transgresión de la fidelidad al
paisaje y la del entorno en que se desarrolla la vida del hombre
depara la muerte. Una advertencia que suena fatídica para un mundo
que vive horas aciagas de cambio climático. Sus novelas del campo y
del medio rural asturiano poseen una categoría homérica. En las de
ciudad Palacio se convierte en un pequeño burgués. Es un hombre
de las clases medias. Presenta con crudeza los problemas de
entonces: adulterio, alcoholismo, mojigatería, politización
extrema, desamor pero las dulcifica. Hay en su pluma una profunda
compasión hacia el ser humano y cultiva una visión amable y a ser
posible optimista dentro del pesimismo de la condición humana de
las cosas. Quería entretener. Por eso tuvo tantos lectores y sus
libros fueron traducidos al francés y al inglés, sobre todo
aquellas de ambiente andaluz dirigidas al gran público: los majos
de Cádiz, la hermana san Sulpicio la alegría del capitán Ribot.
No están tan acabadas como las de ambiente astur pero le reportaron
más fama y dinero que sus narraciones líricas escenificadas en su
tierra. Son novelas que infunden una especie de paz melancólica y
nos animan a ser mejores. En los propileos de la poesía épica que
añora este paisanín de Laviana la verdad siempre avanza delante de
la belleza y las dos suelen tener una amiga: la bondad. En el arte
de Palacio se encuentran parecidos con el de Henry James. Y de la
misma forma que la obra de este autor revierte siempre hacia Nueva
Inglaterra la del español torna siempre la mirada hacia Asturias.
Que para él significa la vida y su alejamiento, la muerte. La
acción conserva un carácter secundario y la trama se desarrolla
como en un duermevela. El claroscuro es punto de referencia y por lo
general cada proyecto de la trama y la descripción psicológica.
Envuelve otros entramados y acciones y lo que ahora es bonanza puede
pronto convertirse en marejada. Su manejo del lenguaje marino parece
impecable. Sus descripciones no son estáticas sino dinámicas y los
personajes buscan cada uno su felicidad aunque rara vez la encuentra
salvo en el caso de Riofrío el lugar donde se desarrolla la acción
del idilio de un enfermo. Conocía el alma femenina don Armando y de
ahí que sus libros fueran muy populares entre el bello sexo. Las
mujeres le miman le escriben, le animan, se le declaran. No son
feministas por supuesto. Uno de los temas más recurrentes es su
preocupación por el adulterio y siempre suele acusar a los hombres
en vez de las mujeres de las catástrofes sentimentales. Por ese
cabo se sitúa cerca del movimiento de la liberación. Su esquema de
trabajo la carpintería argumental de sus narraciones se mueven en
torno a tres supuestos: héroe-antihéroe-víctima. Sota caballo y
rey, un poco al estilo de las novelas por entregas y las penny
novels de bulevard a lo Corin Tellado. Novela popular cuyo estilo
asimila pero por lo que esta novela popular nunca podrá ser
barriobajera. Definir una novela es como ponerse a catalogar el arco
pero la buena novela es la que agarra y prende al lector con sus
historias de amor de tragedia y de muerte. Nos libera de la
monotonía del presente y su autor nos lleva de la mano a un mundo
desconcertante pero mágico que constituye en parte la proyección
de nuestras propias existencias. Es lo que sabe hacer APV. Todos sus
libros son transportes y gozan de un pálpito profético. Intuyó
como la intuye Tolstoi su muerte desgarrada en circunstancias de
hambre y abandono durante la guerra civil aunque hay quien sostiene
que pudo ser uno de los fusilados en Paracuellos del Jarama. Se
comporta como un actuario que da fe de aconteceres y narra como en
una analecta
lo que pasa en España a finales del siglo XIX y pienso yo que
adelantando acontecimientos avanza en sus libros lo que ocurrió,
está ocurriendo, en el XXI: la destrucción de la naturaleza, el
desarraigo social, migraciones desbordadas, desorientación
ideológica y el marasmo de los partidos políticos –una novela
señera al respecto El
Cuarto Poder
– enconos enfrentamientos, rivalidades de aldea y ese caciquismo
que está volviendo. Los de arriba. Los abajo. Seguimos en las
mismas. Y en suma la guerra civil de la cual el novelista asturiano
fue víctima (murió de hambre, de tristeza en el mayor de los
abandonos o acaso según dicen algunos en una zanja de Paracuellos).
Su obra es sumamente grata a los ecologistas pues sabe hacer unas
descripciones maravillosas del paisaje. Y del agrado de Las personas
con gustos sencillos puesto que toda su escritura es una apelación
a los buenos sentimientos. Su pluma cala directo en el corazón de
las buenas gentes, a pesar de ser Palacio un psicólogo de gran
calado al estilo de Dostoievski y de los sentimentalistas ingleses
como Galsworthy. No puedo estar de acuerdo con algunos críticos
como Gonzalo Sobejano que le acusa de frívolo y de superficial.
Este es el país de los sambenitos y de los dictámenes remolones y
de gran desconsideración; en su tiempo fue uno de los pocos
escritores españoles traducidos a idiomas extranjeros. Al final de
la guerra gozó de gran popularidad pero en los 60 se eclipsó. Si
el rojerío lo dejó morir de hambre o lo fusiló en vida, la
judería lo ha fusilado en muerte, descatalogado su nombre de la
historia de nuestras letras. Se trata de un español elegante y de
bastante buen gusto poco identificable con la zafiedad y el frenesí
laico/judaico que todo los invade.
Sin
embargo en Asturias y en su querida Villa de Avilés el interés
está renaciendo. Armando Palacio Valdés 1853-1938 estudió en
Avilés y en Oviedo y obtuvo la licenciatura de derecho en Madrid
donde se inició en el periodismo colaborando de Revista
Europea.
1883 contrae matrimonio con Maximina Prende Busto quien muere a los
dos años al dar a luz a su único hijo Armando quien por cierto
perecería a los treinta y tres años en un accidente de automóvil.
El aspirante a literato conoció desde muy temprano la desgracia
pero dotado de longanimidad, sentido del humor y optimismo consigue
sobreponerse a los golpes. Aquel amor hacia su primera mujer dio
origen a una de sus composiciones de gran calado psicológico
Riverita
y Maximina.
Pero el recuerdo de aquella mujer le inhibe de volver a su Asturias
y busca alivio a sus tristezas en Andalucía. Sus novelas adquieren
un gran éxito. Madrid festeja y Lancia (Oviedo) se le rinde al
escritor, que con Blasco Ibañez es el primer escritor de
bestsellers. En 1899 se casa con la gaditana Manuela Vela y se
compra un chalet para veranear en las Landas francesas. No tienen
descendencia. Tampoco este segundo casamiento le depararía
felicidad aunque sí cierta estabilidad y equilibrio
01/03/2007
LA
DIVISIÓN AZUL Y LA RUSIA CRISTIANA
[Recuperación
de unos apuntes de una antigua conferencia que pronuncié en Madrid
en 1992]
LAGO
ILMEN
Cuenta
la leyenda que a orillas del lago Ilmen se paseaba Sadko tocando el
gusli. Tan bien tocaba el joven que las cúpulas de las iglesias de
la hermosa ciudad de Novgorod brillaban más que el sol. Al paso del
joven músico por la ribera las encrespadas olas del famoso lago
donde acamparon nuestros divisionarios de la Blau y fue escenario de
una de las más gloriosas gestas revertiría la calma y regresaría
la bonanza. Hasta el propio zar de las aguas saltaba a la superficie
desde lo hondo de su reino linfático escoltado por una turba de
ondinas y de nereidas. Cuando Sadko atacaba las cuerdas de su
instrumento el mundo parecía dominado por un poderoso sentimiento
de caridad y reinaba la armonía entre los hombres. Se acaban las
guerras y las disputas y volvía la pureza de las costumbres y el
amor a cristo presidía las relaciones. Nadie robaba ni cometía
adulterio.
En
una ocasión en que el zar de las aguas reinaba en su palacio de
cristal a escuchar la voz de Sadko acercándose rozagante y
magnífico le dijo: bien tocas padrecito y bien mereces una
recompensa y como premio a tu arte te daré la mano de mi hija
Volxova- la princesa Volxova era la más bella y casta entre las
mujeres. Sadko sin embargo aunque agradecido por la deferencia
rehusó la mano de la princesa y se hizo pope. Llegó a
archimandrita y cantaba tan bien que cuando entonaba el canto del
gospodi. Toda la ciudad acudía embelesada a escuchar los recitales.
Al eco de su voz entre vaharadas de incienso se veía pasear a los
Ángeles por el sabaoth de las cúpulas.
Los
enfermos curaban y aquellos en cuyo corazón anidaban los malos
espíritus se verían pronto libres de las cadenas de los vicios y
pecados. El conjuro mágico de la voz del humilde pope no ya el
Sadko mozo sino un eclesiástico de barbas bizantinas que llevaba
aun rosario a la cintura operaba efectos taumatúrgicos. Este bello
cuento es un poco el símbolo de la ortodoxia: que cristo ha
resucitado venciendo a la muerte y a todos los males del mundo. En
la ortodoxia se unen el culto cristológico y la devoción marial.
La invocación en la liturgia oriental a María es continua porque
la Teotokos simboliza la victoria sobre el mal (zlo) con sus poderes
angélicos.
Ella
es el nuevo Miguel que aplastará la cabeza del dragón.
Si existe alguna diferencia entre la religiosidad eslava y la latina
seria este matiz que carga más el acento sobre la intuición que el
intelecto. La teología de santo Tomás es maravillosamente
discursiva una pirámide perfecta donde cada sillar apoya al
siguiente al de delante y al de detrás. La bizantina se abstiene de
silogismo y no intenta revelar el misterio de la redención a la luz
de la razón. Simplemente cree en el misterio. Su única garantía
es la resurrección del cristo total.
El
conservadurismo, este apego a las ancestrales tradiciones hace que
el cristianismo oriental se parezca al que hubo en Asia menor. Está
prácticamente intacto en sus preces, abluciones, misales,
antifonarios y en sus ancestrales cánticos. Desde san Cirilo y san
Metodio. Es precisamente este apego a la tradición lo que llena de
encanto su maravillosa liturgia la cual es grande y a la vez humilde
y deprecantes. En sus iglesias no se tolera otro instrumento musical
que el de la voz humana. El canto coral. Los cantos y motetes en
fabordón. La polifonía y de esta aura de musical se desprende como
una aura de incienso celestial. La recitación hesicastica consigue
que los creyentes guiados en su ascenso del camino místico por los
staretz alcancen la perfección.
Fueron
cristiandades que según la leyenda fueron evangelizadas por san
Andrés que predicó en Novgorod a orillas del Dnieper. Pero no hay
Novgorod sin lago limen. Aquí precisamente vinieron a luchar los
soldados de la división frente al bolchevismo aquí donde Sadko
tocaba su gusli a la vista de las cúpulas de cebollas de las
catedrales e iglesias de esta ciudad. Fue un puñado de españoles
idealistas quijóticos que lo dieron todo a cambio de nada.
Padecieron
las privaciones y fatigas del hielo la nieve y el hambre y en verano
los cancanos y los mosquitos insoportables de la rasputiza
o deshielo. Los que pudieron regresar de Rusia luego serian médicos
periodistas filólogos catedráticos o empresarios. Ninguno fue
capaz de olvidar a Rusia para bien o para mal. Lo dieron todo a
cambio de nada. Sui sueño era Europa pero no la Europa de los
mercaderes, era la Europa de las catedrales de los talleres y de la
justicia social presididos por la cruz de la fraternidad de Xto. No
la Europa de las cresas plusvalías y materialista sino aquella
Europa que rinde culto a los valores del espíritu. Se combatía por
dos palabras h4eimat y rodena.
Novgorod
colonizada por los suecos significa en dialecto varego la ciudad de
la isla. Su catedral esta dedicada a santa Sofía y varios
monasterios. Precisamente durante un corto periodo de tiempo fue
liberada y pudo establecerse el culto divino previamente suprimido
el marxismo. Etimológicamente limen significa mar de barro opero no
fue barro lo que se encontraron los esquiadores del capitán Ordás
sino hielo a 52 grados bajo cero aquella sangrienta trágica tercera
semana de enero de la que se cumple ahora medio siglo. Tuvieron 196
bajas solo quedaron siete supervivientes en el batallón.
MALDITAS
GUERRAS
“las
guerras-ya lo decía Tito Livio- son concertadas por los más viles
y abyectos y combatidas por los más valientes y generosos”[música].
En un tiempo en que son derribados pedestales y caen las estatuas
como en un cuento de Oscar Wilde, tras el derrumbe del Muro de
Berlín en la Europa del Este no sólo cambian los nombres de las
calles sino que también se profanan tumbas de soldados convertidas
en blanco del furor vindicativo de este finiseculo sometido a los
desmanes de un nuevo Termidor revanchista totalmente anticristiano.
Suprimido el comunismo y derrumbado el sistema soviético de una
forma tan acelerada y sorprendente por todos los rincones de Europa
se alzan blandiendo las espadas ensangrentadas los nuevos sacerdotes
de Moloq cabalgando sobre alazanes de fuego que rasgan los aires
agitando las crines en las que en lugar de cabellos crecen
serpientes.
En
un periódico alemán leía yo recientemente un reportaje
estremecedor: el cipo o estela funeraria de un cementerio soviético
donde yacían los restos de los caídos en la guerra patria había
sido profanado. La cruz con los nombres de los fallecidos fue hecha
pedazos. ¿Que culpa tendrán los muertos? Ocurrió en Minsk. La
desalmada acción de estos gamberros sembró la indignación en la
población pero nadie se atrevió a protestar. En la antigua URSS no
sólo hay hambre. Hay miedo. Stalin está muerto y bien muerto. A
Lenin se le suprime el culto y los privilegios. Se quema en efigie a
Brezhnev corrupto burócrata pero ahora mandan más que nadie los
bolcheviques unos bolcheviques que no hablan sino la lengua de los
que antes se consideraban sus rivales.
Ellos
sin embargo son los herederos de los que tomaron el palacio de
invierno y los perversos descendientes de Abrahán Litwaski que
comandaba el pelotón de sayones que disparó contra el zar y su
familia en los sótanos de la tahona de Ipatiev el Rico Mercader en
Yekateringrad el 17 de julio de 1918. Han vuelto a Rusia la nación
amada por cristo la Terstse
mira
que fue de siempre una nación tiranizada por las fuerzas del
anticristo. Sin embargo este es el tributo de sangre y de odio que
han de pagar los países mesiánicos. Por ese cabo España guarda
semejanzas con Rusia. ¿Tendrá que sufrir España ese mismo trauma?
No lo permita Dios, ese “bog” que el hebreo Zinoviev trató de
hacer descender como de una cruz del diccionario y que mandó que se
escribiese con minúscula.
Por
lo pronto sobre los cielos cobrizos de la estepa esos cielos que el
gran escritor divisionario tomas salvador describió como falto de
vitaminas sobrevuelan grandes bandas de cuervos. Esas siniestras
aves han aventado la cadaverina guiados por una rapacidad que atisba
el amplio expolio. Si bien es esto cierto también parece que la
religiosidad del pueblo ruso registra un nuevo florecer. Están
llenos los templos aumentan las vocaciones sacerdotales y aspirantes
al sacramento del bautismo. Y se siente el blesni
de la cristiandad. Xto. regresa a sui nación preferida con palabras
de perdón y de reconciliación. El que es fuente de eterna
misericordia como entona con cadencia suplicante el diacono en su
canto litúrgico. La riqueza de su expresión adorante. La
magnificencia de sus coros. El subir del incienso y el refulgir del
oro de las casullas y de esos iconostasios que parecen pintados por
Fra Angélico. Todo eso debió de impresionar a Tomas Salvador así
como otros muchos de los expedicionarios participantes en la
campaña. Habría que hablar de una expresión que sólo existe en
idioma ruso: la “sobornostb”.
Cierto
que en la gran marcha a pie desde Polonia hasta la Rusia profunda
muchos se sentirían despeados y derrotados por la inmensidad
misteriosa de la estepa. Sin embargo darían por bien empleadas sus
fatigas y los sufrimientos que trae aparejados la vida del soldado
al comprobar que las poblaciones les aclamaban por libertadores. Se
abrían las iglesias al culto al paso de los regimientos blindados
de la Wehrmacht. Volvían a brillar las lámparas en las credencias
de los altares de Minsk, Posad, Grigorovo. Sen encendían candelas a
la Virgen. Volvieronse a escuchar las estrofas del himno del
Akathistos.
En
diversos narradores de la Blau hemos podido compulsar este punto de
contacto entre la religiosidad y el idealismo: ese entusiasmo con
los valores del espíritu. De ahí que para muchos de los
diccionarios el contacto con la Rusia lejana supusiera una catarsis,
un cierto embeleso al ser deslumbrados por los fulgores viejos del
antiguo cristianismo. Estamos convencidos de que aquellas quintas
que van desde el año 32 al 40 es decir los nacidos entre 1912 y
1920 fueron un prodigioso apéndice de penetración histórica.
Algún se les terminará haciendo justicia puesto que como dijo el
romance tras de tiempos vendrán tiempos y máxime ahora cuando las
cosas pasan deprisa y vienen tan aceleradas. Los españoles
llevábamos sin salir a Europa desde los Tercios.
El
común denominador de aquella generación fue la espiritualidad y
tengo que aludir aquí a Las cartas del sargento Basilio de José
García Luna. Espiritualidad y sentido del humor todo junto. Otra
constante en todos ellos es la ausencia de odio. En Decisión 250 y
en las Cartas del Sargento Basilio se habla del hermano Iván y del
hermano Mischa “que nos incomodan con su música de viento: los
temibles organillos de Stalin”. Muchos se sienten deslumbrados por
la literatura rusa. Habían leído a Cejo en su nostalgia angélica
donde la aspiración a los ideales nobles choca con la rutina de la
existencia y el tedio de los hombres vencidos. O contemplado el alma
humana a través de Dostoyoveski o Tolstoi o admirada las perfectas
descripciones de la naturaleza de Turguenev.
RESPLANDOR
DEL ICONOSTASIO
La
narrativa rusa parece un corolario o sobrehaz a las páginas del
Evangelio. Así que las iglesias que ellos contemplaron seguían
siendo las mismas que las retratadas por los maestros rusos:
edificios sólidos, de traza cuadrada con un atrio o antojana que
lindaba con el camposanto, de muros abocinados de madera o de
ladrillo rara vez de piedra y con cúpulas bulbiformes. Hasta en las
aldeas más míseras alza su cresta por encima de las techumbres de
bálago de las islas el chapitel del templo ortodoxo con sus cruces
trilobuladas una exégesis trinitaria en medio del campo y el
bosque. Son torres sin campanarios..
En el interior no suele haber bancos o reclinatorios porque a las
ceremonias litúrgicas se suele asistir de pie. Tampoco hay imágenes
o estatuas de santo una reminiscencia del tiempo de los
iconoclastas. En las naves laterales suelen aparecen copiosos iconos
y lamparillas de la virgen iluminado el rostro de la Theotokos (esa
Virgen del Perpetuo socorro pintada por san Lucas que trajeron los
españoles de Lepanto) todos ellos oscurecidos por la pátina del
tiempo. El altar donde se consagra y se alza el cuerpo y la sangre
del Redentor por una mediana algo más que la altura de un hombre
(iconostasio); la ortodoxia por herencia de los misterios órficos
se guardó de la consagración coram pópulo a sabiendas de que en
toda religión ha de subyacer una cierta magia. Cuando todo se
desvela no hay misterio. Al iconostasio que solo se abre un par de
veces durante la eucaristía se accede por una cancela o verja que
abre y cierra el diacono y que se llama puerta real o “darov
dvor”.
Las puertas quedan patentes durante la celebración las siguientes
ocasiones: durante las suplicaciones o epiclesis equivalente a
muestras letanías mucho más incesantes en el rito de san Basilio;
en el trisagio o invitatorio o Agios como formula del concilio de
Nicea contra los arrianos; en la comunión que imparte el subdiácono
bajo las dos especies y por último en la bendición final que el
celebrante imparte haciendo la señal de la cruz en aspa como san
Andrés.
La
anáfora es mas larga que el canon latín y el padre nuestro se
canta una vez y se reza tres. El coro canta con frecuencia el Slova
Tibie o gloria a Ti. Es un rito hermoso, cuajado de simbolismo y de
reminiscencias ancestrales de gestos mayestáticos y de una
solemnidad suprema. Las capas pluviales y dalmatitas recamadas de
oros y cobaltos llevan en los vuelos grabada la palabra Niké
(victoria) y la feligresía se persigna con frecuencia y realizan
las genuflexiones o el plokon. Los ortodoxos rara vez se arrodillan.
Doblan el torso a veces hasta tocar el suelo con los dedos de la
mano. Se rigen por el calendario juliano que marca sus fiestas con
respecto al gregoriano con dos semanas de retraso.
Tampoco
coinciden en la celebración de la pascua salvo una vez cada
quinientos años. Es la fiesta más importante del año. Después la
de la Trinidad. Radiezstvo o nacimientos. Blagovenia que suele
coincidir con la de San Antón. En las fiestas mariales son
importantes de Blagosloveñie el 18 de diciembre y la Ushpenie o
Dormición el 15 de agosto. El santoral deriva de los menologios
griegos y en ellos se dan santos que no figuran en el martirologio
romano como san Mistofan, san Spiridon, san Josafat pero sí san
Jorge por ejemplo común a Ambos ritos uy que paradójicamente
orientales y occidentales celebran el 23 de abril. Son importantes
las celebraciones de los profetas mayores: San Daniel, san Ezequiel,
San Ezequiel o san Jeremías. La fiesta de san Andrés el 12 de
diciembre es una de las mayores y con motu propio. La de san Juan
Crisóstomo la celebran el 30 de noviembre cuando nosotros veneramos
a san Andrés por este retraso apuntado entre el calendario juliano
y el gregoriano.
A
san Juan Crisóstomo el patriarca de Constantinopla expulsado al
exilio de los montes de Armenia por fustigar en sus sermones las
corruptelas de la corte se le profesa gran devoción. Un pueblo de
gran sensibilidad como el ruso tan inclinados a hablar y habida
cuenta de sus grandes capacitaciones literarias se encuentra en la
fuerte tradición oral surgida al pairo de los rapsodas pues es el
país de los cuenta cuentos y de los rapsodas tienen que venerar a
la fuerza al Crisóstomo.
Rusia es el cuento de los cuenta cuentos y de las “sdachi” y que
ha legado a la cultura del mundo historias tan hermosas como la de
Blancanieves o Zoliuska. Rusia al igual que Irlanda tiene una fuerte
implantación oral por los estratos campesinos de su población. En
la narración breve nadie consiguió ponerle un pie delante a Chejov
o Andriev. En ambos autores un par de pinceladas sirven para
condensar el pálpito de lo bello, ese fulgor misterioso traspasado
de serenidad y de clemente unción la cual se refleja en los iconos.
Los
rusos no tuvieron edad barroca. Se plantaron directamente en la
modernidad desde la edad media. De ahí que la tradición cristiana
sin pasar por la contrarreforma o la ilustración. Para su suerte
desconocieron las luchas y escándalos a los que dio lugar el
papado. Fue un verdadero don de dios tener iglesias autocefalas y
con ello se libraron de las guerras de religión motivadas en parte
por el escándalo y las corrupciones de la sede apostólica durante
el siglo XVI. El haber estado en parte bajo la dominación otomana
en parte dio a los patriarcados cierta cohesión y fue un verdadero
milagro que no desaparecerá el cristianismo.
Eso
se debe en parte a un regalo de los zares herederos del imperio
bizantino. De este hecho arranca su supuesto mesianismo. Tan hondo
caló en el pueblo ruso ese sentido mesiánico que la palabra para
designar a un campesino y a un creyente es la misma: “xristianki”
como hombre o mujer de vida sencilla que guarda los mandamientos.
Por fútil que parezca, esta idea sin embargo es muy importante a
la hora de entender tanto el alma como la historia de este pueblo
tan castigado por las desgracias que rara vez cae en la protesta
airada o en la desesperación.
En
la gran narrativa rusa solo aletea el aliento resignado de la
aceptación de la voluntad de dios. Los legionrios de la Blau se
sorprendían de la mansedumbre, servicialidad y falta de rencor que
observaban en los soldados y oficiales que hacían prisioneros en
sus escaramuzas con el ejército rojo. Pese a su desgracia parecían
completamente avenidos a su destino en el acatamiento de la voluntad
de dios. Ese talante melancólico inclinado hacia la belleza sin
jamás una mala queja o un lamento sabiendo percibir la vida desde
una óptica triste pero esperanzada en la resurrección de cristo se
muestra en su gran capacidad espiritual. Pero al propio tiempo esta
resignación les vuelve indolentes y abúlicos a los rusos. Casi
resulta inexplicable como un imperio ha podido derrumbarse en estos
últimos días sin que haya pasado nada y sin que se haya disparado
un solo tiro. Las babirusas moscovitas armadas de infinita paciencia
hacen cola a las puertas de los Gastronom con sus mostradores vacíos
en espera de una ración de carne de leche o patatas. Esa actitud
resignada, ese fatalismo anta la vountad de dios (volia
boshe). Esta actitud
resignada, este talante fatalista, lleno de sumisión, se cruza
constantemente como un espectro por las páginas más brillantes de
la literatura rusa aunque Dostoievski hable de una franja de locura
pesimista que las llena de nihilismo en periodos de abatimiento. Es
un país que se extenuó primero en la lucha contra el tártaro y
después contra el turco. Es Europa y Asia a la vez. El ángel de la
melancolía rusa (tasca) se torna en ironía sapiencial en Gogol
(ponia)
y se vuelve complicada clarividencia en Dostoievski. Es
sencillamente ganas de vivir en Pushkin que se asoma a los rostros
de los tahúres que juegan en las noches de Petersburgo a la caza de
la dama de picas. Y en Chejov es esa sonrisa añorante que se
convierte en suspiros y en taedium vitae. La vida no es más que un
triste jardín de los cerezos desde donde se nos expulsa. Suenan los
golpes secos del hacha en el jardín.
Nos
amenazan los acreedores, la vulgaridad, la indiferencia, el desamor.
Todas las historias de grandeza concluyen en la crujía de un
hospital en la galería o en la cárcel o en el convento para
perderse irremisiblemente en ese pañuelo de tierra que nos aguarda.
Solo el vaskresenia o la esperanza de la resurrección en Xto. Puede
mitigar tanto dolor. Aquí yace la clave del gran humanismo ruso: en
las veras esencias del cristianismo. De su mano alcanzaría la
novelística rusa las más altas cimas de excelsitud literaria o se
hundió en los penetrales de los flujos de conciencia psicológicos.
El alma rusa se ha enfrentado al bien y al mal con una sonrisa
misteriosa “ylibiatsa”. Es la sonrisa de Basilio el patriarca de
Constantinopla que no aceptó las exigencias del emperador Valente.
O es la sonrisa que el viajero encuentra al llegar a Moscú y que
puede ocultar siempre cartas bajo la manga. Es la misma sonrisa con
que los mujiks acogían el látigo de los barin. La troika siempre
avanzará por la taiga a golpes knut. Ante la tiranía del amo sólo
cabe el ensimismamiento. El mujik sometido parece decirle a sus
propias barbas:
-Ahora
tú ganas, me maltratas, tu comportamiento es infame, pero poco
importa porque al final resucitará cristo y nos librará a ti y a
mí del oprobio de nuestros pecados. El se apiadará de tus culpas y
a mí me librará de la injusticia.
Pero
semejante mansedumbre no es sinónimo de debilidad sino que es
capacidad de aguante o “vinolit”. Es la resistencia rusa que
plantó cara a Hitler y a Napoleón. Stalin cuando se vio perdido y
con los alemanes a las puertas de Moscú hubo de acudir al patriarca
Sergio y apelar al patriotismo eslavo que es profundamente
religioso. Rusia –la shirokaya natura-
es casi imposible conquerir militarmente. Siempre se guarda una
carta en la manga y exurge cuando parece vencida. Es el país de la
resurrección. De la gran pascua rusa que Rimski Korsakov pasó a
los pentagramas. Los que ahora mismo venden la piel del oso antes de
cazarlo debieran ser cautelosos.
RUSIA
NO ESTÁ TAN MAL COMO SI QUISIERAN SUS ENEMIGOS
“Russland
ist krank-decía recientemente un comentarista de la Radio Deutsche
Welle- aber nicht
todkrank”.
Creo que muchos veteranos de la Blau aquí presentes y que
sobrevivieron al invierno ruso y a las pulgas y fiebres de la
rasputitsa
aun mucho peor creo que entenderán lo que quiero decir con tal
afirmación. Rusia tiene una cara oculta como la luna.
Entre
los escritores unos son prooccidentales (raskolnieki o zapadniets) y
otros eslavófilos. Culpan a la religión los zapadniets del atraso
de la incuria y de la incultura nacional como Turguenev mientras
otros los raskolniki dicen que Rusia ha de centrarse sobre si misma.
Tal es el caso de Dostoievski. Solzhenitsyn ha venido a determinar
que el Oeste está podrido. Se está refiriendo a los banqueros
ingleses a los ambientes cosmopolitas alemanes que generaron la
Weltanshaung
y los padrinos del warmongering o maestros ajustadores de los
conflictos. La ortodoxia por su parte va en contra de ese latido
pesimista y trae un mensaje de alegría el de la resurrección.
A
continuo tras enfrascarme en una serie de consideraciones teologales
y filosóficas desde el estrado de aquella mi conferencia de la cual
conservo un recuerdo naif porque hablé a pecho descubierto y sin
procurar desenfilada ante un auditorio de fachas con los colmillos
retorcidos que también tenían una idea vaga de lo que había sido
aventuras de patrón cortado a base de arengas y de manuales de
texto heroico pero muchos no sabían donde habían combatido porque
decían el Volchó sin reparar que la ch alemana equivale a la j
castellana igual que la x cirílica abordé la idea motriz de mi
larga charla ambientada con cuñas de música con cintas de la
liturgia de San Basilio que yo había bajado de la Radio me centré
en la idea central y que el punto de engarce que a través de Rusia
y de la División Azul yo descubrí el cristianismo, el verdadero
cristianismo.
De
un fracaso militar y estratégico como fue aquel (la agrupación
tuvo muchos prisioneros, infinidad e incontables deserciones porque
mucho se habían apuntado para pasarse a los rusos porque habían
combatido bajo las banderas del comunismo en la guerra civil) se
siguió un punto de partida, un algo que está en la mente de todos
hoy en 2008 cuando el mundo ha cambiado tanto de aquel día de enero
de 1992. Todo ello fue fruto de una intuición de una realidad que
no se me escapaba.
La
gente de mi generación sujeta a los vaivenes del idealismo y
educada en la búsqueda de la excelencia y de la utopía a través
de una enseñanza tan excelsa como precaria en los seminarios y
colegios de frailes y monjas puede adolecer de confundir la verdad
con la fantasía. Nos lavaron en cerebros con lucubraciones
entreveradas de lo falsa y lo verdadero: en el amor y en la
concepción de la mujer un tanto petrarquista y en la creencia de
que el orden de las cosas es de una sola pieza con una línea
demarcación tajante entre el bien y el mal, la noche y el día, la
luz y la sombra.
Al
correr de los años hemos ido descubriendo a base de descalabros y
de desengaños que no hay tal hito de separación. Que los campos se
confunden. Era el resultado de la propaganda franquista.
Posteriormente me enteraría a través de los rusos con los que he
trabado contacto, mis queridos amigos de la Voz de Rusia como
Levnard Kosichev que a ellos era al revés. Para Rusia la agresión
nazi pisoteando el derecho internacional fue todo un crimen de lesa
humanidad un atropello sin parangón en la historia de la humanidad.
Los alemanes se embarcaron en una guerra de exterminio contra una
población civil inocente. So pretexto de que combatían el
comunismo pero la verdad sea dicho que muy pocos rusos eran
comunistas de la misma manera que no todos los alemanes eran nazis
cuando Hitler subió al poder.
Yo
tenía una idea romántica de todo aquello. Hube de marear la perdiz
y marear el perro. Las batallitas de los de la división eran
charlas de cuarto de banderas en que se mezclaba el escozor de la
derrota y de las penalidades con el orgullo de haber sido
supervivientes del invierno ruso y al avance incontenible de la
infantería soviética que peor pertrechada que la alemana cuando
los organillos de Stalin o pequeños bazookas eran su herramienta
principal había mostrado
ser la mejor del mundo. Los mozos de aquellos reemplazos que se
alistaron en la campaña de Leningrado tenía una idea vaga e
imprecisa de sus motivos y esa imprecisión seguiría después en
los que crecimos al pairo de aquellas “gestas”. Pese a la
derrota, los militares regresaron con la moral y artilleros infantes
y caballería mecanizada aprenderían bastante sobre el arte de la
guerra. Hasta el punto de que puede decirse que aquellos veteranos
serían la elite del ejercito de Franco. Rusia les había
transformado. Les resucitó. ¿Por qué?
No
se me ocurre otra explicación que el contacto con ese aire
mesiánico y renovador que tiene todo lo ruso. Uno se explica por
qué ahora la ex Unión Soviética está en el punto de mira de los
ataques de la propaganda occidental. A tal respecto a Rusia se la
odia por ser cristiano y por ser depositaria de los valores
heredados de Bizancio. Es algo de lo que no me cabe duda y estoy
orgulloso de haberlo avanzado en aquella turbulenta en FN hace 16
años. De manera que la versión de autores que a mí me
entusiasmaban por entonces como Vadillo, Salvador o García Luna, no
era falsa y tiene en la actualidad plena vigencia. Otro pregunta que
me asaltó al estudiar las hojas militares de todos los que
sirvieron en el Osten Front alemán fueron relegados y ninguneados e
incentivó mi curiosidad halló una explicación en los tratados de
amistad con los Estados Unidos que sólo sirvieron para mermar la
capacidad ofensiva y defensiva de nuestro ejercito. Los americanos
nos entregaron partidas de desecho de la guerra de Corea. Jeeps que
se atollaban en las maniobras y carros de combate que no disparaban.
En suma chatarra. Por lo menos la Wehrmacht estaba mucho mejor
preparada y gran parte del material que se utilizó en España en
los años 50 y 60 era alemán y de muy buena calidad.
Yo
me había formado una idea muy romántica de todos aquellos
supuestos pero a grandes rasgos mis percepciones no estaban muy
alejadas de la verdad.
VASKRESENIA
En
la ortodoxia todo gira en torno a la resurrección. La gran novela
de Tolstoi del mismo identifica un poco el alma a la vez melancólica
y exaltada del pueblo eslavo. Xto. no sólo triunfa de la muerte
sino que da vida a la naturaleza toda (shirkaya natura) con savia
nueva. Entonces el amor llena la tierra. Es un wishful thinking un
ideal que nunca se alcanza. La realidad de todos los días es el
pecado y la muerte que se acerca y un leitmotiv que se repite todos
los años y que la humanidad avance sin conseguir la meta. No
importa. La noche del sábado santo todas las campanas bolean a
gloria por toda la tierra. Es un mensaje salvífico que impla los
confines de todas las cosas.
En
ruso en búlgaro en polaco el día del señor o domingo se llama
Resurrección. Cristo al romper las ligaduras del pecado nos redime
y nos perdona. Su perdón es salvoconducto de vida eterna. Tan sólo
hace falta creer en él. Sumirse en la adoración constante y el
poder de la redención sufre nuestras mermas. En este punto de
contacto teológico de que la fe es más poderosa que las obras
porque el hombre es nada la ortodoxia se acerca al protestantismo y
al catolicismo pero se alega de ellos al huir del pietismo
individualista. Y de lo particular. Entre los griegos existe el
efecto sobornostb del que hablamos, lo coral que implica que la
salvación ha de ser total de todo el genero humano no de unos
cuantos elegidos y esa es la pieza angular del viejo creyente ruso
que se siente traspasado por esta angustia mesiánica y es la base
de la que parte el principio del amor y la caridad. Dios es amor
pues. No un dios justiciero y temible como piensan los judíos y los
jansenistas. La indolencia eslava se sitúa en las antípodas del
concepto deifico de la Cabala de que Dios sólo ayuda a los que se
ayudan a sí mismo, de la moral de lucro y del positivismo que lo
convierte en un banco. Por eso no se da entre los griegos la
hipocresía y la moral tan frecuente entre los católicos y los
protestantes.
Otro
aspecto diferenciador es el valor que se da entre ellos a la
tradición y a la liturgia con su carga estética del platonismo.
Bizancio por ejemplo ejerce un gran influjo en los latinos hasta la
baja edad media inspirando por ejemplo todo el arte románico y la
idea de belleza del Cristos Musicus, del Cristos Sculptor y del
Cristos Pintor que se refleja por ejemplo en el hieratismo del
Pórtico de la gloria. La fe ha de entrar por los ojos, es algo
inefable. A ella se llega por el oído y por la vista pero sobre
todo por el oído. FIDES ex auditu. El Cristo ortodoxo tiene que ver
entonces muy poco con el Yahvé que truena en el sinal, un dios que
hace la guerra y que maldice a los enemigos. A los popes no les está
permitido tomar armas ni alistarse en el ejercito como ocurrió
entre las ordenes militares de occidente.
En
este año de 1193 se celebra el sexto centenario de San Sergio de
Radonezh una especie de san Juan de Dios a la rusa que abrió un sin
numero de hospitales y casas de beneficencia por todo el país. Es
uno de los bienaventurados más milagrosos de todo el calendario del
Santo sínodo y también un devoto de la virgen puesto que gracias a
él toda la vieja Rusia se llenó de viejos iconos. De la Teotokos
Hizo una profecía que creo que se ha cumplido: que Rusia se
salvaría mediante la protección de la Virgen. En la actualidad la
Iglesia rusa es una iglesia joven. Las fiestas de pascua siguen
siendo multitudinarios y as diferencia de entre nosotros son muchas
las vocaciones y de jóvenes que piden las aguas del bautismo.
Rusia
por tanto ha renunciado a los planes quinquenales y manda venir a
los yurodivi que son los santones que van de un lado para otro con
unas alforjas y unos evangelios por todo bagaje. Su espiritualidad
sigue los rumbos de los hindúes y el camino de perfección lo va
marcando a los iniciados un “staretz”. He aquí que pues toda
Rusia se ensimisma vuelve a su vieja espiritualidad mientras envía
a la chatarra las divisiones acorzadas y los bombardeos nucleares.
Lo que no quiere decir que no sea un país muy fuerte. Militarmente
hablando sigue siendo tan fuerte como los Estados Unidos e Israel y
no es tan fácil destruirlo como quisieran muchos de sus enemigos.
Así pues Rusia propone un rearme moral como programa de salvación
para la humanidad mientras se acoge a la protección del manto de la
Virgen.
WOJTYLA
POLEMICO
No
soy teólogo de
oficio por más que lo sea de afición ni me creo la persona más
idónea para pronunciarse sobre cuestiones de tanta enjundia cómo
el asunto de quien lleva la razón en esta vieja disputa por
cuestiones canónicas más que de dogmáticas [el único matiz es el
famoso Filio que que alejó a los latinos de los griegos en el
Concilio de Nicea en la interpretación de la hipóstasis
trinitaria] entre Roma y Bizancio que se vienen manteniendo desde el
siglo XI. Doctores tiene la Iglesia… empero, y lo digo como un
atisbo la unión de los cristianos o de los separados hermanos como
se reza en el Octavario de la Unión de las Iglesias que ahora
celebramos
podía llegar muy pronto. Contamos con la presencia de un papa
eslavo.
Juan Pabilo II puede ser el buen pastor que apaciente la grey hacia
un mismo aprisco. Karol Wojtyla es un papa que vino del frío y
existe una máxima en la Iglesia que afirma: “Ex oriente lux”. Y
ciertamente en medio de las convulsiones milenaristas del finiseculo
cuando todos se trastoca y han renacido viejas polémicas
sangrientas en los Balcanes y el Cáucaso y renace el fantasma de la
sequía y de la presura Pentium y de los corrimientos de pueblos que
darán ocasión a migraciones masivas de la lluvia ácida y
depleciones de ozono o el flagelo de la pandemia (el sida es el
equivalente a la inguinalis plaga del s.XIV) y el de la
superpoblación convergente con una carestía de recurso se laza
redentora y clemente la luz de la cruz que refulgió en el Gólgota.
Es la antena de la verdad pero la verdad se encuentra en crisis y
más manipulada que nunca. Sentarse ante la pantalla del televisor
significa en la actualidad para muchas gentes someterse a un
maniluvio o baño que bala nuestro intelecto de cualquier ilusión.
Contra toda ética periodística en la actualidad se manipulan las
conciencias. Se trata de romper a la familia reducida a mero florero
objeto o por el contrario de hidra feminista que es totalitario y
antiliberal. Muchos hogares se han convertido en infiernos y esa es
una de las causas de la llamada violencia domestica lo que
antiguamente se denominaba crimen pasional. Todo ello forma parte de
la confusión de un orden nuevo anticristiano y todo él una
antilogía contra los principios evangelios. Nos han arrebatado la
alegría y nos han sumido en la vanidad de la superstición y el
materialismo que sólo cree en el becerro de Oro.
“Sed
mundus vult decipi” proclama
Jerónimo. Tal vez siempre fue así aunque la propaganda nunca contó
con tanta proliferación de medios. La capacidad persuasiva del
diablo parece haber ido en aumento. Se combate la sabiduría la
bondad el silencio entre tanta gritería y tanta proclama histérica.
El ser humano se encuentra sumido en una postración moral. Quiere
hacer de la persona humana portadora de valores eternos según
afirmaba José Antonio un pelele un muñeco con alma de quita y pon
igual que si fuera un bote de coca cola o un articulo desechable. La
jerarquía católica parece que asiste como convidada de piedra a
este evento, lo cual enfurecía a Joseph Ratzinger a la sazón
secretario de la Propaganda FIDE que contra los modernistas esgrimía
una frase del Kempis. “Con nuestra reivindicaciones formales mucho
hablamos de la Iglesia pero nos estamos olvidando de Cristo”. Era
un grito contra la secularización y el abrazo a lo inmanente
echando al olvido lo trascendente. Los ortodoxos al conservar las
viejas tradiciones litúrgicas nos están dando una lección. Los
patriarcados son auto céfalos pero apolíticos, suelen estar con el
pueblo. A ningún archimandrita por ejemplo se le ocurriría
bendecir a los terroristas etarras como ha hecho un monseñor
donostiarra. Había que dejar las cosas del siglo para concentrarse
en las cosas eclesiales. En nuestras viejas catedrales hosannas
levantadas por la fe de un pueblo como torres de expiación ante el
Altísimo ya no surgen a través de sus columnas de altas estrías
flamígeras nubes de inciensos ni se escucha el eco de los cantos.
Solo se percibe el taconeo de los turistas que pasan lejanos frente
a las imágenes y en las sillerías de los coros duermen los viejos
cantorales de piel de becerro sobre el alma del facistol. Ya no hay
prima ni tercia ni vísperas. Ni se canta ya el oficio divino. No se
ven canónigos apoyando sus posaderas sobre las labradas
misericordias de roble. La iglesia española parece que alberga
complejos por el pasado y ha renunciado a sus esencias. Pero en fin
no perdamos la experiencia. Cristo está en la historia. Alcemos con
Él el grito de salutación Pascual
-Cristos
vaskriese.
-Paistini
vaskriese.
-Arriba
España.
Se
escucharon muchos aplausos
Domingo
12 de enero de 1992
ANASTASIMENE.
LA GRAN PASCUA RUSA
Estuve
toda la tarde conectado a Internet Radio Grad –Petrov. Los
oficios de las vísperas (zagoveñíe) duraron tres horas. Toda
cantada y multitudinaria. Desde la catedral de San Isaac en
Petrogrado o Petersburgo. En las “sabor” (catedrales) no hay
sillas y los fieles asisten a la ceremonia de pié. De vez en cuanto
entre el canto angélico de los oficiantes y de las tronadas del
coro se escuchaban los chillidos como golondrinas de los niños
asistentes a la ceremonia, muchos de los cuales son hijos de los
popes. Pese a la largura de la liturgia puedo decir que se desconoce
el cansancio. La liturgia es simple y repetitiva. No hay órgano ni
instrumentos musicales. Se prolonga a través de las letanías
entonadas por un diacono en la cual se hacen rogativas por todo el
genero humano, por las iglesias, por los pobres, por los
gobernantes, por los enfermos, por los peregrinos y desamparados,
los consagrados, los creyentes y descreídos, los judíos, los
mahometanos, los budistas. Esto es el Cristo total. En un tono de
fabordón. A cada plegaria letanía responde el coro con la
invocación mágica del Kyrie eleison que es “Gospodi, pomilui
nas” (Señor ten piedad de nos). También las ofrendas y tributos
a la Virgen que llaman Blagodoritsa y por la cual siente el pueblo
ruso una profunda devoción son incesantes. Lo mismo que las
invocaciones Trinitarias que proliferan a lo largo del canon. El
nombre de la Virgen Blogotritsa dieva Maria hace sonreír a los
labios y alegra los corazones. La consagración por el patriarca
también es cantada y el oficiante realiza la epiclesis. “Eto telo
moie eto Krobi moie” ) este es mi cuerpo y esta es mis sangre que
será derramada “vo stablenia grecov”: para el perdón de los
pecados. La comunión la distribuye el arcediano que sale por la
puerta de los dones cuando se abre el iconostasio. La misa se oficia
a puerta cerrada tras la cancela del iconostasio. No ya meramente
cara al pueblo sino de espaldas a él. Los asistentes no ven al
archimandrita consagran. Sólo le oyen mientras siguen los cantos y
se persignan constantemente llenos de fe.
Uno
se siente prendido y cautivo de tanta magia. Es el viejo rito de San
Basilio. Un viajero español Andrés Laguna, judío converso de
Segovia, que escribió el Dioscorides en su “Viaje a Turquía”
hace una descripción de su estancia en Constantinopla y de su
visita al Monte Athos y se maravilla por la devoción y atención
existente en las pequeñas iglesias griegas. Donde no hay
prácticamente sermones. Todo es acto y representación de los
grandes misterios cristianos de la Redención. Esta semana es
sagrada en muchas ciudades del Oriente. Pero no hay `procesiones.
Los días Miércoles, Jueves y Viernes Santo son días de ayuno y de
oración. Chejov que era hijo de Pope a veces se lamenta de lo
extenuantes que eran estos oficios. Sin embargo su prosa y toda su
novelística recibe el plasma de tanta belleza de las casullas, los
cálices y los iconos de la Virgen que le entraron por los ojos de
niño. Es la filocalía. El amor al libro, a la palabra, y a lo que
es bello en la naturaleza y en la vida. El padrenuestro lo cantan
por lo menos de modo solemne siete veces a lo largo de la misa y dos
diáconos cantan dos pasajes del evangelio del dia con especial
unción.
Uno
se siente un poco transportado. Y recuerda las palabras del apóstol
“fides ex auditu”. La fe entra por los oídos, por los sentidos
y Cristo llama a la puerta de las almas no a través del intelecto –
fue el gran error de los jesuitas y de muchos de nuestros
predicadores a lo fray Gerundio- sino que da con los nudillos en el
corazón. Esta liturgia nos hace nadar en un mar de lágrimas y
acaso es a lo que se refería san Agustín cuando definía: “Deus
Caritas est” Dios es amor. Los ortodoxos celosos guardianes de la
tradición quizás tengan la clave de los arcanos del dogma
cristiano. Desconocen el culto a la personalidad y consideran que
hasta el más humilde pope de cualquier aldea rusa es el sucesor de
Cristo en la tierra.
De
ahí que Chejov nos haga notar como aquellos rudos clérigos de las
aldeas de la estepa cuando se revisten de la casulla y se colocan la
estola sobre los hombros parecían transformarse en algo superior. Y
ese es el secreto del esplendor de los ornamentos que algunos podrán
criticar pero los popes se revisten del esplendor de su casa. Feliz
anastasimene
o spasimene
a todos. Dentro de siete días nos aguarda la baskresiene: la
Resurrección. La gran pascua rusa.
Armando
López salinas
Pobrecita
de la madre que tiene un hijo minero a la puerta del pozo la están
cantando el entierro. Una de las grandes novelas sociales de los
sesenta fue la Mina de López salinas que acaba de fallecer en
Madrid de 90 años. A tan eximio novelista fue un muerto al que
nadie veló en medio de la exaltación triunfalista-democrática
fascista que hemos vivido en estas idus de marzo a cargo de la tropa
engrandecida y autocomplaciente todos los de la luto en todas las
cadenas los paniaguados de las grandes nóminas estatales al paño
negro y signos de aparente aflicción pero el pueblo al que cantó y
honró este madrileño en sus libros y poemas circulando de pasillo
por la carrera de san jerónimo subiendo por las estilóbato de las
cortes que guardan dos grandes leones en dirección al salón de los
pasos perdidos con poca fortuna pues era “uno de ideas”. En el
entierro anónimo y funcional de Armando en el tanatorio de la M30
no se escucharon discursos ni se desgarraban el rostro las
plañideras y plañideros de ocasión. No hubo cantos epinicios.
Pero yo recuerdo la mina un libro que me impresionó de mozo y
cuando circulaba por la N636 llegando a Mieres, pasada la catedral
rupestre del mozárabe en lo alto de un mogote gótico de santa
Cristina de Lena me parecía que las aguas del río Caudal arrastran
las lagrimas y el sudor de generaciones de hombres arrancando allá
abajo negro carbón desafiando al grisú y a la silicosis todo igual
que en la canción del Abuelo Víctor. Entonces aunque viviera
Franco y el padre Ángel no era más que un curita misacantano
desterrado a una braña eran tiempos más solidarios, el vino sabía
mejor, el pan era más blanco y los españoles podíamos leer
grandes libros Aldecoa, García Hortelano, Cela, Tomás Salvador,
Castillo Puche, Dolores Medio, Ferlosio etc. y no está mierda de
literatura enlatada que nos sirven ahora las editoriales extranjeras
los bodrios de la hija del Yale, los chicos de Anson y los de la
bodeguilla. Tú novelista. Tú sí que vales. Tú, escritor. Tú por
tú, que fuiste tú. A estos literatos metidos con calzador en la
horma de adulones del sistema había que darles con el mazo en la
cabeza. No, señor. Este es un arte muy digno. El país necesita
fontaneros pero los jóvenes se empeñan en la grafomanía. Manolete
si no sabes torear pa que te metes pues en esas estamos. Tanto
imbécil ocupando cacho y dándoselas de escritor cuando Dios nunca
les llamó por el camino de la literatura pero son una plaga de
vagos y maleantes en brazos de las editoriales nuevas libros que no
lee nadie y la culpa la tuvo esa judía ilerdense a la que llaman la
Bastells. Las ratas se han subido al barco se han merendado al
timonel y le han comido al brazo al capitán. En España lo que
sobra son mediocres.
Por
eso, deleita encontrarse con libros como este que hablan de la ruda
realidad de la emigración cuando el pueblo sabía hablar castellano
y era un referente de sabiduría, ponderación y resistencia. Hoy ya
no son posibles milagros así porque se ha debelado la sapiencia,
vivimos en la cultura de la queja y los complejos y prejuicios de no
saber inglés, de modo que a los niños de las escuelas, dicho en
términos de ministros tan incompetentes como Wert y sus
predecesores se les
enseña la lengua.
El diablo de incultura el duende de nosotros se burla de nuestros
estudiantes pues no quiere que aprendan el idioma de Quevedo de
Gracián ni gocen de las quintillas de Lope, de los sonetos de
Herrera o de las cuartetas de Berceo.
Tratan
los vaivodas del Supremo Señor de los Anillos que nuestras
generaciones venideras regresen a la barbarie que no sepan
expresarse sino en una jerga reducida a quinientas palabras. Los
mineros de López Salinas hablan con la propiedad de los pastores de
Cervantes. Son aquellos a los que cantaba el Presi mineros los mis
mineros del pozo de Mosquitera, Asturias hoy por vosotros viste
traje de fiesta; un hacho y un candil y el rostro teñido de polvo
negro la cuadrilla baja al tajo las vagonetas al fondo hay siempre
una carretilla y una mula esportillera que a lo largo de su vida al
lomo las artolas de antracita jamás verá la luz del sol. Las
galerías se entiban con maderos de eucalipto que aguantan por su
flexibilidad derrubios y atierres. A lo largo de la novela se
cimbrea la tierra acometida por picos y palas de los picadores y
pasean personajes como Huevos Duros, el Estirao, el Tieso, El
Tuerto, el Extremeño que en la taberna de Casa Amelia beben vino,
fuman , tosen y cantan coplas como esta Que
es aquello que reluce-en el monte Naranco-son los fusiles de
Peña-que los están engrasando… o el cura de Campuzano no gasta
calzoncillos- se los quitó el ama-para envolver a su niño… la
mujer del Asturiano era amplia y de carnes prietas. Son cantares y
sufrimientos del pueblo López Salinas militante comunista pudo
publicar una compendiosa pero importante y original obra durante el
franquismo. Dice que este libro su relato mayor recoge las
confidencias de un minero asturiano que expulsado de Mieres va a
trabajar luego a las minas de León, recala en Almadeen don de
contrae una enfermedad incurable la impotencia causada por el
contacto con el mercurio. Luego, la juventud perdida entre hambres
sufrimientos y trabajos acaba su vida laboral en un yacimiento de
Jaén donde se ajusta gracias a un listero que conocía de su
pueblo. Ocurre una explosión y varias cuadrillas perecen a causa
del grisú. El protagonista logra ser rescatado pero queda invalido
de por vida. La mina es el retrato de una sociedad en evolución con
deseo de progreso, la actitud frente a la familia la amistad el sexo
los problemas del alcohol y las enfermedades profesionales se
dibujan en este hermoso libro publicado por la editorial Destino que
tiene pese a lo bronco de su prosa un carácter poemático de canto
a unos hombres valerosos que hurgan las entrañas de una montaña
para dar de comer a sus familias contado de forma sencilla, pero,
injerto, con una excelente definición de la prosopografía y de la
geografía paisaje y tipos reales, en la belleza de un lenguaje
propio y cabal en el que se expresan pequeños personajes con el
alma muy grande. Descanse en paz. Que te sea leve la tierra,
compañero Armando, buen comunista, que fuiste amigo de los que
escribíamos en papeles falangistas antes de que llegasen las
apisonadoras del crudo capitalismo yanqui que nos arrebató la
perspectiva y hasta la ilusión de vivir pero que no han acabado con
nosotros, seguiremos en la misma demanda llenando cuartillas y
páginas de ordenador hasta que nos llame Dios. La muerte creo que
no es el final
26-3-2014
EL
MANZANARES NAVEGABLE, GALLARDÓN Y FARAÓN… PUENTE DE LA SEGOVIANA
CUYOS OJOS ESTÁN LLORANDO ARENA....
Paso
por el puente de Toledo y me sonríe toda la historia de España que
se condensa al socaire del soto de Madrid. Sin embargo, las
obsesiones megalómanas y gentílicas del alcalde Gallardón,
dineros negros, tributaciones onerosas, a ver enséñanos la patita
pero el lobo no responde. Es mudo. Pero vamos a ver, señor alcalde,
¿qué vamos a hacer con tanto puente para tan poco río? A ver que
me lo expliquen de una vez. Tras don Manzano que yo no sé si era
manzano o era peral a ustedes les dio por dejar esta bella ciudad
que ha dejado de ser castiza para convertirse en criolla o pepitoria
de todas las razas del mundo en un pisto explosivo, cuidado con esta
treballa, yo me refugio en los clásicos. Góngora era contundente
en sus frases y tenía todo ese salero e ingenio que les falta a
nuestros políticos, a los luisetes del colmete, mamporreros y
millonarios (que se vayan a jugar al golf, con el Butanito y
comparsa al que vi estas vacaciones por Luarca con un puro en la
boca que abultaba más que él; qué tío, ellos cubiertos bien el
riñón, no es lo mismo decirlo como verlo toda la vida dándole a
la tecla y tienes que regalar prácticamente medio siglo de
profesión y trabajar de balde), a nuestros valientes milicos que se
sacan una pasta gansa en concepto de dietas y gastos de
desplazamiento, tres mil euros son muchos dineros, patrón, lo del
barranco del Lobo quedó muy atrás, pobrecitas madres que solas
están de ver que sus hijos a la guerra van, pero la de Afganistán
no es la de Melilla y de allí un triste sargento puede forrarse y
hacer las Américas, por si fuera poco va el ministro y pone una
vela a san Homobono patrono de los sastres y les dice que les va a
subir el sueldo a las tropas de refresco pues lo que ganan no es
bastante.
Y
a nuestras reinas con monsergas, de las mañanas y las tardes, casi
todas ellas malagueñas salerosas o valencianas retrecheras de culo
bajo pero bastante sosas, bellezones pero aburridas como ellas
solas, niña qué buena estás pero eres el tedio ambulante en un
cuerpo de perfecciones, insípida y algo panoli y de la escuela
galatea de ese patarata experto en casas reales que habla tan
deprisa que no se le entiende, el Petrafidelis ese, morboso como él
solo pero a vivir del cuento. Algunos no le harían de menos a asco
tan rico. Usos y costumbres arrasados y todos los privilegios bajo
la bota del Gran Cofrade. Aquí al que más chilla, capador. Es la
ley de la calle.
Dijo
don Luis:
-Cada
uno estornuda como Dios le ayuda.
Era
el río de Madrid el risum
teneatis de los
curiales y embajadores que venían de fuera y a la vista de los
muros de la patria mía el veredicto era definitivo. Se armó un
verdadero choteo lírico en el mundo a costa del Aprendiz de Río y
sus afluentes. Mucho puente para tan poco río. El caudal del
Manzanarillos y más este año con tanta sequía está que da pena.
Ayer meóme un burro
y hoy me ahogo,
insiste Góngora y Quevedo diagnostica:
-En
ti se mueren de sed las ranas y los mosquitos.
Pero
ahí está la puerta de Alcalá y ahí sigue el Puente de Toledo con
las obsesiones megalómanas del alcalde deshaciendo lo que hizo
Tierno. ¿Y los patos y las ánades? Se las merendaron de antuvión
unos negros que pasaban por allí, al ronco sonido del tantán, que
menudas tribus son los que plantan la tienda cerca de la Casa de
Campo. Mozas de partido llegadas de todos los países de la tierra,
cohenes y vagamundos y mafias cada dos por tres. Un edil contra otro
edil.
¿El
Manzanares navegable? Nanay. Lo han enterrado y ahora don Ruiz
Gallardón, este don Gil de las Calzas Verdes de la política
(Spanish politicians
are taking us for a ride,
es lo mismo mande pedro que juanito, todos ensillan y cabalgan),
epitome de hijo de ser vos quien sois y un ejemplo de las cien
familias que siempre mandan en este cotarro haciendo a pelo y a
pluma tiene Madrid arrasada de obras que no se acaban nunca y no
sabemos quien las sufraga, en algo hay que ocupar a tanto recién
llegado. Gallardón en comandita con misteriosas oenejes herejes, el
felpudo del caballo troyano, los ha puesto de pico y pala a los que
acaban de llegar, les ha dado un mono, un curro y un número en la
seguridad social, eso que a nosotros nos costó tanto.
Más
allá de todas esas consideraciones veniales a mí el puente de
Toledo siempre me inspiró ideas lúgubres. Es la puerta que conduce
a lo desconocido, el abigarrado mundo de los carabancheles, la
cárcel, y al tétrico perfil de cipreses de las sacramentales que
estaban detrás de él.
Dicen
que fue el triunfo del barroco en arquitectura. Me remito a un
párrafo del Diablo
Cojuelo: Daban en
Madrid por fines de verano las once de la noche, hora menguada y
faltaba la luna, jurisdicción y término redondo de todo requiebro
lechuzo y patarata de la muerte. El Prado boqueaba coches en la
última jornada de su paseo y en los baños del Manzanares los
adanes y las evas de la Corte fregados más de arena que limpios de
agua entonaban el “ite río est”.
La
novela del mejor mirón que haya tenido esta ciudad puesto que
alzaba los tejados y perforaba las paredes y hasta captaba a los
avecindados y paniaguados de la villa en sus actitudes más
comprometidas echando un polvo o cagando no puede empezar de mayor
brío. Ite río est. Se acabó la misa y todo lo que se daba. Luis
Vélez de Guevara que así se llama el autor era un lince. Con esta
frase hace un homenaje entre chusco y tierno al humilde río
capitalino tan maltratado por los autores.
El
afluente del Tajo por la parvedad de materia y lo escaso de su
caudal y a pesar de su menguada magnificencia en comparación con
los grandes torrentes europeos (Sena, Rin, Tamesis, Danubio, Oder)
cuenta con copioso flujo de reseñas y su propia topografía
literaria.
El
soto de Madrid por donde abre su cauce Manzanares es el locus
amoenus
de la Arcadia y perfecto decorado para inspirar musas, embelesar
ninfas y amoríos o representar en esta tramoya natural comedias de
capa y espada. Aquí se bailaba la chacona. Aquí las lavanderas
hacían colada. Goya pinta los merenderos. Por sus huertas y riberas
buscan el perfecto sitio escondido los amantes por haber sido
inveterado lugar de citas al aire libre, el pulmón y el colchón
del tálamo de Madrid. Varadero de mirones pues mientras unos
machacaban el ajo otros de amor contemplativo.
Mucho
saben sus orillas otrora cubiertas de alisedas, choperas y sauzales
y hogaño de hormigón acerca de billetes, cartas, encuentros en la
furtividad y también duelos y estocadas. En la guerra civil por
estos pagos se cepillaron a unos cuantos pues García Atadell el
asesino de las brigadas del Amanecer le tenía tomado cariño al
puente de Toledo para dar mulé a los fascistas.
En
fin, que estas aguas hoy enterradas sabrían mucho. Madrid acudía a
la vera del Manzanares a servir al amor y a merendar o lavarse las
miserias rindiendo de paso culto a la higiene. Ahí están como
inagotable filón que inspira al numen de novelistas y de poetas las
famosas lavanderas del Manzanares. O los chulapos de gorro calañés
jugando a la gallinita ciega por los alrededores. Es un marco ideal
para ofrecer el lado amable y risueño de la existencia…
Está
cargado de mitología este Manzanares y su perspectiva no puede ser
más idealizada como tópico literario al que recurren unos y otros
a lo largo de la historia casi tanto como a su amo, el padre Tajo
del que es tributario y edecán. El otro lado del río suena un poco
como las partes infidelium. A un amigo en un bar de General Ricardos
le sacudieron por una tontería y buen abollón que le hicieron en
la frente.
Garcilaso
lo sublima y habla de la aparición de elfos, ondinas y náyades en
el lecho de sus aguas, licencia poética que no se permiten ni
Góngora ni Quevedo. “Tiéneme del sol la llama tan chupado y tan
sorbido” etc. En Góngora este refitoleo frisa casi en lo cruel
con su apotegma de ¡ “meóme ayer un burro y hoy me ahogo!”.
Vélez de Guevara con la sorna impenitente de su don Cleofás
prosigue la racha de derogatorias deferencias: “El
río Manzanares se llama río porque se ríe de los que van a
bañarse en él, no teniendo agua que sólo tiene regada la arena
como río navarrisco
siendo el más merendado y cenado de cuantos ríos hay en el mundo y
el de más caudal es pues lleva más hombres y mujeres y coches que
pescados los dos mares aunque me espanta tanto puente pues ya el
vizcaíno lo dijo: o vende puente o compra río”
Tirso
de Molina tiene a bien llamar a los de Madrid ballenatos
pues soltó la especie de que había corrido el rumor de que una
ballena había venido a parir a la Corte. ¿Gatos o ballenatos? Lo
de gatos viene por la facilidad en la escalada que observó un
militar cristiano en la toma a los moros de Madrid pero lo de
ballenatos es cosa poco frecuente. Puede inducir a pensar que tan
incongruente profusión de andanadas y guasas son fruto de la
descortesía pero quiá. Las pullas llevan dentro algo de la mala
sombra matritense envuelta en la ternura. Al igual que los
cockneys, los chisperos muestran capacidad para reírse de sí
mismos. El madrileño sabe ser señor sin resultar recargado ni
darse aires.
Para
eso ya están los portugueses. El sarcasmo lancinante del madriles
es como un muro de contención que guarda de la tentación de
tomarse uno a sí propio demasiado en serio. Pero sin que el recurso
sea una llamada a la desconsideración o a la inconsciencia. Antes
bien todo lo contrario. “Bajo la capa de Luis Candelas – cantaba
la Piquer- va mi amor vuela que vuela” y bajo la corteza amarga y
dura de un limón se esconde la dulzura y condescendencia del melón
de Villaconejos.
Ya
lo dice el refrán: “Brisas de Madrid, un aire tan sutil que mata
a un hombre y no apaga un candil” Si bien el Aprendiz de Río sale
malparado en este vapuleo al que le someten los autores mentados del
mentidero, Calderón se lo toma mucho más en serio, porque nobleza
obliga: “O venturoso cauce que bañas a Madrid, madre del mundo”
Y el autor de la Vida es sueño en este verso da realce a su
conocimiento etimológico-mitológico pues Matritum en su acepción
romana primitiva es la de templum Matri. No es nombre moro. Magerit
es como la decían los moros que no saben pronunciarlo.
Puede
ser que para paliar esta suerte de sarcasmo de Neptuno los de la
Villa y corte quisieron enmendarle la plana a las deficiencias de la
naturaleza mediante el artificio de una apoteosis escénica. Nunca
río tan chico atrajo tanto la atención de arquitectos y maestros
de obras que le colocaron la vistosa chepa al Manzanares de dos
puentes muy galanos. El de Segovia y el de Toledo. Concretamente
este último, obra de Ribera, es una de las glorias del
churrigueresco.
Pedro
de Ribera 1683-1742 fue protegido del Marqués de Vadillo, Francisco
de Salcedo, uno de los mejores alcaldes que tuvo la ciudad.
Emprendió la obra bajo sus auspicios. De la biografía de este
alarife se sabe poco pero pasa por ser el mago del granito,
cincelario del sílice que borda caprichosas formas de nubes y de
reinas o de hornacinas en las que esculpe imágenes de Isidro y
María de la Cabeza en mitad del pretil.
No
quieres caldo pues tres tazas. Pedro de Ribera en un intento de ir
más allá en la desproporción entre puente y río que da pie a la
befa de escritores y de poetas durante todo el Siglo de Oro, quiere
dejar pálida la magnificencia de la Puente Segoviana obra de Juan
de Herrera. La sincronía disparatada entre continente y contenido y
el contraste entre tanto despliegue e hilada de sillares, adarves y
espolones para contener el brío de un caudal que salvo en alguna
que otra venida por el otoño llega flojo de fuerzas. La hilaridad
de Góngora tampoco perdona a este otro puente de Segovia:
Señora
doña Puente Castellana cuyos ojos están llorando arena...
Hay
un pique y Pedro de Ribera planta su honrilla un a menos de un
kilómetro aguas abajo. Allí el Manzanares parece que cobra más
empaque y hechura de río, pasado el recodo de la Virgen del Puerto.
Sus aguas que corren algo bravas hacia el puente los Franceses se
vuelven aquí pandas y remolonas como si no quisieran decir adiós a
Atocha y a la fuente del Berro o a la de Mariblanca. Pero le huelen
un poco los pies porque por Legazpi era casi un arroyo boñigo. Sin
embargo la mierda es buena abono y en las huertas de antaño por
estos desparrames se abonaban buenas lechugas y mejores tomates.
Imbornales y colectores aforaban fertilizante cuando Madrid se ponía
a hacer de cuerpo y tiraba de la cadena.
El
puente de Toledo es un prodigio de monumentalidad y un dechado de
perfecciones del denominado género churrigueresco, o lo que es lo
mismo representa el teatro llevado a la arquitectura. Recuerda al
verlo de lejos un auto sacramental. Lo fabricaron en trece años
corridos 1720-1732.
Otros
monumentos que se debieron al buril de Ribera fueron la Glorieta de
Pirámides, el Seminario de Nobles, la Iglesia de los Irlandeses, la
Ermita de la virgen del Puerto, la Casa del Monte de Piedad o casa
de empeños actualmente sede de Caja Madrid, el Palacio del Marqués
de Perales donde estuvo la Hemeroteca y donde pasé los mejores y
peores años de mi vida laboral. Tiempos que no volverán. Luces de
bohemia en el Madrid de los ochenta. Buhardillas y mansardas tal y
conforme los dibujó Goñi en aquel ABC de los sesenta que yo
compraba todos los domingos atezado por el afán de poder algún día
escribir en aquel papel. Un Lavapiés y una calle del Ave María que
no lo conocen ni la madre que lo parió, pues son un aduar pero que
yo bien que lo advertía. En la penúltima década del siglo que se
fue asistimos al crepúsculo de una civilización. La melancolía se
posaba en los jarros de los bodegones. Anunciabas lo que iba a pasar
y nadie te hacía caso. De todas formas creo que a la vuelta de la
esquina vendrán tiempos peores.
Pedro
de Ribera también erigió el Hospicio de san Fernando y la Fuente
de Antón Martín.
La
aparatosidad es el sello característico del Madrid de los Borbones.
Es una prolongación del de los Austria guardando algo de su
seriedad y consistencia maciza pero se detecta que el chambergo y la
pañosa por lo que iba a estallar un motín iba a dar paso al
catite, las guedejas y barbas de doctor por las patillas en boca de
hacha y la capa sustituida por el traje corto. La arquitectura lleva
esa impronta de cansancio que busca su punto de fuga en los
retorcidos joyeles y uvas de Corinto de la Columna Salomónica.
Exhausta tras las guerras de Flandes, España se ensimisma y en su
decadencia se muestra conforme y hasta feliz intentando mitigar sus
zozobras en los corrales de comedias o asistiendo a los cultos de
los templos cuya arquitectura refleja un horizonte triunfador. La
religión de los españoles se hace muy sensual y ha de penetrar por
los ojos. Churriguera y Ribera coronan la apoteosis del arte
barroco. Un arte católico que busca la utopía, que aspira a la
excelencia, cargado de mitos pero es el único que nos queda. Esta
poliantea de los retablos de nuestras iglesias bien puede ser un
laberinto pero en ellos se esconde explicada la verdad de nuestro
dogma trinitario. España exuberante, patria de la libertada. Esta
cargazón de las ramas de purpurina y de santos olvidados contrasta
con la geometría de la Enciclopedia. ¡Que arte más antipático!
Parece quitarnos la alegría de vivir. Entras en una logia o en una
sinagoga y el alma se te cae a los pies. Pero claro esto es cuestión
de gustos y a uno no le moverán. ¿Qué quieres hacerte la
circuncisión a los sesentas? Amos anda.
31/08/2005
fin
ii.Sesquipedal,
largo, dilatado, oceánico.
iv.Dives
toletana, sancta ovetensis, pulcra leonina, fortis salamantina,
ebúrnea burgalensis. Un adagio que se atribuía en la España
medieval a a las antiguas catedrales.